miércoles, 1 de octubre de 2014

TESTIMONIOS SOBRE RUBÉN DARÍO, NICARAGÜENSE, UNIVERSAL.

TESTIMONIOS

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RUBÉN DARÍO
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Miguel de Unamuno:


“Le aconsejaban las eternas e íntimas inquietudes del espíritu, y ellas le inspiraron sus más profundos, sus más íntimos, sus mejores poemas… Si me hubiera dejado guiar por lo que de él me recitaban los que decían admirarle más, no le hubiese leído nunca. ¡Fortuna grande que le conocí y descubrí al hombre, y éste me llevó al poeta! Al indio –lo digo sin asomo de ironía; más bien con pleno acento de reverencia—, al indio que temblaba con todo su ser, como el follaje de un árbol azotado por el cierzo, ante el misterio.”

Juan Ramón Jiménez:



“Rubén Darío, Rubén Darío, ¿por qué? Porque él es mucho más vasto, más amplio, más rico que los demás, y por lo tanto es como el significado, la síntesis de los poetas modernistas hispanoamericanos. Los poetas que venimos después de Darío y Unamuno tenemos la influencia doble. Los Machado, por ejemplo, muy acusadamente; era una influencia formal de Darío: alejandrinos, pareados, alejandrinos estróficos de cuartetas, sonetos alejandrinos, etc. Es decir, que Rubén Darío influye en lo formal y Unamuno en lo interior; de modo que nosotros empezamos por una doble línea de influencia modernista: una ideológica y otra estética.”

Azorín:

“Tres poetas ha habido en España modernamente: dos de lengua catalana y uno de lengua castellana. Los catalanes son Verdaguer y Maragall; el castellano, Rubén Darío. De estos tres poetas han sido engendrados espiritualmente otros poetas –en Cataluña, en Castilla— que hoy siente y escriben. La obra de Rubén Darío está ya realizada; a él se debe una de las más grandes y fecundas transformaciones operadas en toda nuestra historia literaria. ¿Adónde, en lo pretérito, tendríamos que volver la vista para encontrar un tan hondo y trascendental movimiento poético realizado a influjo de un solo artista?

José Ortega y Gasset:


“Fue preciso empezar por la rehabilitación del material poético: fue preciso insistir hasta con exageración en que una estrofa es una isla encantada, donde no puede penetrar ninguna palabra del prosaico continente sin dar una voltereta en la fantasía y transfigurarse, cargándose de nuevos efluvios como las naves otro tiempo se colmaban en Ceilán de especias. De la conversación ordinaria a la poesía no hay pasarela. Todo tiene que morir antes para renacer luego convertido en metáfora y reverberación sentimental.

Esto vino a enseñarnos Rubén Darío, el indio divino, domesticador de las palabras, conductor de los corceles rítmicos. Sus versos han sido una escuela de la forja poética. Ha llenado diez años de nuestra historia literaria.”

Ramón María del Valle Inclán:


“Darío era como un niño. Su alma era pura, purísima. Yo llegué a quererle tanto como amigo que admirarle como poeta  y maestro. Se entendía conmigo mejor que con muchos de nuestra generación. Sobre todo, con Unamuno le resultaba casi imposible llegar a la amistad sin reservas. Don Miguel decía que entre ellos se levantaba siempre una muralla de hielo. Y era cierto. No podían entenderse: Rubén tenía todos los pecados del hombre, que son veniales, y don Miguel tenía todos los pecados del ángel, que son mortales.”

Jacinto Benavente:


“¿Qué discurso valdrá lo que un solo verso de Rubén Darío escrito en noble lengua castellana? ¿Qué brindis como la inspirada elevación de su poesía al alzar el poeta, como el sacerdote en el más sublime misterio de nuestra religión, en cáliz de oro, la propia sangre, que no es otro el misterio de la poesía? No hay poeta cuyo corazón no sangre siempre. La sangre del poeta es chorro de luz, que es resplandor para todos, es en el corazón del poeta herida dolorosa. Cuando cantáis a nuestra gloria cantáis a nuestro dolor. ¿No es cierto, poeta? Que vuestras rosas suavicen por un instante las espinas de vuestra corona. Las mejores que os ofrecemos son de vuestros propios rosales… Nos las ofrecisteis para gloria de todos… Al prenderlas sobre nuestro corazón aprenderán la más dulce palabra de gloria. “¡Amor! ¡Amor al poeta!”, canta hoy en nuestros corazones esa canción que es armonía de risa y llanto, y pone en las palabras más vulgares acentos de una verdad resplandeciente, y es como temblar de aguas vivas, y es la caricia de lo sublime, y es el pasar de Dios por nuestras almas.”

Ramiro de Maeztu:


“¿Por qué no logró infundir Rubén su patriotismo hispánico a los poetas españoles? La obra de Rubén nos enseña que España es el ideal universal que el mundo necesita para salir de sus egoísmos de nación, de raza y de clase. El día en que esto se descubra, habrán hallado nuestros pueblos el espíritu superior que es menester para ennoblecer sus inspiraciones.”

Gregorio Marañón:


“Garcilaso creó la poesía más puramente española, pero con aportaciones clásicas e italianas, como, siglos después, Rubén Darío encastizó la poesía castellana, con aportaciones, también clásicas, aunque traducidas del francés, y con el ímpetu juvenil del habla americana.”

Federico García Lorca:



“Como poeta español, enseñó en España a los viejos maestros y a los niños, con un sentido de universalidad y de generosidad que hace falta en los poetas actuales. Enseñó a Valle-Inclán y a Juan Ramón Jiménez, a los hermanos Machado; y su voz fue agua y salitre, en el curso del venerable idioma. Desde Rodrigo Caro a los Argensola o don Juan Arguijo no había tenido el español fiestas de palabras, choques de consonantes, luces y forma como en Rubén Darío. Desde el paisaje de Velázquez y la hoguera de Goya, y desde la melancolía de Quevedo al culto color manzana de las payesas mallorquinas, Darío paseó la tierra de España como su propia tierra.”

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