lunes, 30 de junio de 2014

NICARAGÜENSES  DESCENDIENTES DE   WILLIAM WALKER  

Fotografía del hijo de William Walker

PÍO CERDA WALKER, HIJO DE WILLIAM WALKER
Publicado en Novedades, 14 Septiembre de 1967. 
Nota de Redacción: 

De la relación con RICARDA CERDA, natural de Rivas, Nicaragua, nació PÍO CERDA WALKER, éste a su vez, vivió en Nicaragua y procreó con RAFAELA CASTILLO al nieto de William Walker, de nombre RAFAEL CASTILLO CERDA.  El biznieto nicaragüense nació de la relación sostenida entre RAFAEL y RAFAELA BUSTOS, quienes engendraron al tataranieto ALBERTO SIMÓN BUSTOS CASTILLO, de ahí nació el trastaranieto bautizado con el nombre de JULIO BUSTOS, contemporáneo de Ud., lector de este Blogspot. 

EN 1908 RUBÉN DARÍO  SE INICIÓ EN LA MASONERÍA: . En: El  Centroamericano, 7 de octubre de 1967

Relato que se nos hace de la ceremonia.

Una estimable persona, amiga de “El Centroamericano”, nos envía el relato de cuando en 1908, Rubén Darío, estando en Managua se inició en la la Masonería.
Rubén Darío vestido con el hábito de Cartujo. Pintura del Dr. Eduardo Pérez-Valle; de la emisión filatélica en Conmemoración del Centenario, 1967. 
Helo aquí:

Cuando Rubén estuvo en Managua, en 1907 estuvo unos días en lo que llamó “en su retiro o de La Palacina”. Pues bien. “La Palacina”, era una Quinta que el bien conocido y bien recordado don Napoleón Ré, tenía en “Cerro de Chico Pelón”, a las orillas de la entonces pequeña Managua. En aquella Quinta estaba el sabio Dr. José Leonard, impedido de sus miembros inferiores, pero por obra de Dios, doblemente activo de brazos y cerebro prodigiosamente lúcido y de gran producción. Leonard, había sido maestro de Rubén en el Instituto de León, y desde entonces, aunque algo diferentes en edad, se fusionaron los genios. Cuando Darío, supo que Leonard estaba en Managua, lo buscó y con la excusa de acompañarlo unos días de descanso y retiro de las festividades que lo tenían abrumado. Así, pasaron unos días tranquilos Leonard y Darío en “La Palacina”. Leonard era completamente abstemio.

La Logia Progreso de Managua, le tenía recomendado a este tu amigo, que visitara a Leonard, con la mayor frecuencia posible, pues, este sabio polaco se puede llamar el padre de la Masonería Centroamericana. Así, yo llegaba todas las tardes a “La Palacina”. Allí nos juntábamos Darío, Leonard, Maldonado, Ré y este que ellos llamaban el “benjamín” el menor de los cinco. De estos conciliábulos salió el que en el primer mes del año 1908, recibiéramos a Rubén Darío en la masonería.


Y, así llegó el veinticuatro de Enero de mil novecientos ocho, de la iniciación de Rubén en la Francmasonería. Es el caso: que Enrique Ramírez Medal y otra persona que ahora escribe, cumpliendo parte del ritual de iniciación en la Masonería, situados en el cuarto de reflexiones de la Logia Progreso, desnudamos a Rubén, de medio cuerpo arriba. Te repito que esto es de ritual; un simbolismo muy hermosos muy imponente, cuando el Venerable Maestro, dice al neófito “desnudo te recibimos en esta hermandad…”.

sábado, 28 de junio de 2014

ASÍ ERA MERCADEADA LA  SANGRE  HUMANA EN NICARAGUA

Nota del Director - editor del Blogspot: 

Ocuparía mucho espacio reproducir detalladamente lo que originó y representó en nuestro país el sórdido comercio de sangre humana. La expresión “negocio macabro”, lo resume. En el año 1978, la compra y venta del plasma extraído a nicaragüenses, donde figuraban principalmente personas adictas a bebidas alcohólicas, otros en precariedad económica o en condición de pobreza, adquirió mayor relevancia al descubrirse que uno de los autores intelectuales en el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien fungía como director del diario La Prensa, había sido un sujeto de nacionalidad cubana llamado Pedro Ramos propietario de la Empresa Plasmaférisis, donde se extraía, empacaba y  exportaba sangre a los Estados Unidos.

A este macabro comerciante, el doctor Chamorro le “destapó” el negocio a través de la publicación intitulada “Crónicas del Vampiro”. Pedro Ramos era graduado en Medicina con especialidad en Ginecología;  llegó al país con el favor del dictador Anastasio Somoza Debayle, así lo reafirmó Anastasio Somoza Portocarrero en declaraciones concedidas al periodista Fabián Medina.[1] Al respecto, el hijo del dictador precisó:

“Fue traído a Nicaragua por personas cubanas que habían hecho su investigación de que el Departamento de Salud de Estados Unidos había certificado que Nicaragua tenía los estándares de salud y nutrición que permitían operar un negocio de ese estilo en Nicaragua. Un negocio que tengo entendido era lícito en Estados Unidos. Al llegar este señor Ramos a Nicaragua, las personas cubanas, viejos anticastristas y personas que conocían al General, los presentaron, se conocieron y Ramos le dijo: “Tengo el interés de montar este negocio en Nicaragua”. Y el General le dijo: “Si es lícito en Estados Unidos, es lícito aquí”. No obstante los argumentos religiosos o morales que cualquier persona pueda tener, que son válidos.”[2]

¿Hasta qué extremo el comportamiento de los humanos puede ser despreciable? Nuestros antecedentes, en este caso, revelan considerable deshumanización, insensibilidad y, en otros casos, impotencia ciudadana ante los perpetradores.

El resto de esa historia, que en realidad es el comienzo y, está envuelta en las nubosidades mentales o atrapadas por el difuminado mental característico del nicaragüense, se remonta a los años en que funcionaba el Hospital de la ciudad de Managua, conocido como “El Retiro”. El negocio de la sangre, Pedro Ramos y Somoza Debayle, no eran otra cosa que el resultado exacto de viejas prácticas arraigadas o amparadas en las políticas dictadas y  consentidas  desde los ejes del poder. Siendo así, es momento de recordar cómo aconteció, en Nicaragua, ese negocio de sangre por billetes.  



[1] ENTREVISTA A ANASTASIO SOMOZA PORTOCARRERO Por: Fabián Medina En: La Prensa,  1 de febrero de 2008.
[2] Ibídem.
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ESTOS ESPERAN TURNO PARA QUE LOS DESANGREN. En: Semana, Febrero de 1972.

* Estos “donados de sangre” hacen fila pidiendo “números en Admisión. Algunos son muchachos, jovencitos que utilizan el dinero para “beber”.

**********  Ω*******

“¡El Hospital de Managua es el “vampiro” que por litros no extrae diariamente la sangre!”, gritó haciendo fila de espera el señor Manuel Portobanco, del barrio Altagracia y una de las personas que reciben 70 córdobas por un medio litro de sangre.

En la fila habían unos 80 hombres que esperaban les dieran “números” en Admisión del hospital para ir al “Banco de Sangre”, ubicado en el interior de El Retiro.

ANÓNIMOS - DESESPERADOS - ROSTROS SOMBRÍOS

Portobanco manifestó que estaba allí esperando le dieran número desde las tres de la mañana del día 15 de febrero de 1972. Eran las diez y aún esperaba le facilitaran el número para examinarse “su líquido vital” en el Banco de Sangre.

Afirmó tener cinco hijos y su esposa y que todos les exigían comida y por tanto no le quedaba otro remedio que “sacarse la sangre” para obtener 70 córdobas y comprar un poco de frijoles y arroz.

Cuando Portobanco relataba su problema, unos 40 vendedores de sangre acudieron para exponer los suyos. Unos afirmaban que lo hacían por falta de trabajo, y un ocho por ciento manifestó que lo hacía como “extra” para tomar licor los días sábados.

Se notó que todos eran trabajadores y que en algunos había desesperación y otros tenían los rostros preocupados por la falda de dinero.
LA MOLE DE HIERRO

Otro señor de apellido Cruz Díaz manifestó que en ocasiones obligadamente duermen en el corredor del hospital para ser los primeros en pedir números, puesto que si llegan tarde “nos quedamos esperando todo el día”.

Con el “número”, se presentan ante el portero y luego encaminan sus pasos por los pasillos hasta llegar al “Banco de Sangre”, en la planta baja de El Retiro.

Se sientan en las bancas y esperan ser llamados por “número”, de acuerdo con la lista enviada por Admisión a los técnicos de extracción de sangre.

¡La mole de cemento y hierro –Hospital El Retiro— desde luego no tiene conciencia de semejante problema social!

LLAMADOS Y EXAMINADOS

Tratando de que amigos y familiares –incluyendo antiguos compañeros de trabajo no los vean sentados esperando vender sangre, los trabajadores simplemente buscan un medio para que no los identifiquen.

Son llamados por números y examinados. Tienen que regresar el siguiente día para saber el resultado de si su sangre está en buenas condiciones para ser comprada  por el hospital y qué tipo de sangre tiene.

La sangre positiva es pagada a 70 córdobas el medio litro y la negativa a 200 córdobas el litro. El tipo de sangre negativa no es muy común como la positiva.

DECISIONES MORTALES

Portobanco, por ejemplo –quien no aceptó lo fotografiaran por temor a ser perjudicado en el futuro, según él—, dice ser chofer y “no tengo trabajo desde hace cuatro meses. Debo dos meses de casa y no he podido matricular a mis hijos en los colegios. Entonces no me queda más remedio que recurrir a una medida desesperada: vender sangre”.

En el hospital se dijo que lo normal es que un hombre de estos venda su sangre cada tres meses, pero Portobanco manifestó que cambia de nombre y la vendía cada quince días “para poder comer un poco”. Se afirmó que esta decisión puede ser mortal, porque la sangre no ha sido repuesta totalmente.

¡PIDEN AUMENTO O IRÁN A HUELGA!

Cuando Portobanco hacía su relato desesperado, el resto de hombres que hacían fila al unísono gritaron: ¡Queremos que paguen 100 córdobas por el medio litro de sangre o declararemos  una huelga porque nos está explotando brutalmente. ¡Nos organizaremos en sindicato!

Frente a Admisión gritaron que “el hospital vende a 200 córdobas el medio litro de sangre que nos paga a sólo 70 córdobas!

DESCARTADOS

Quienes resultan enfermos –luego del examen de laboratorio practicado en la mezcla roja de diversos minerales— son descartados. Aquella sangre que manifiesta la más leve enfermedad, no sirve para los pacientes.

En el “Banco de Sangre” hay un negrito –de la Costa Atlántica— que afirma es el encargado de buscar hombres con “sangre negativa” porque es la mejor.

En el laboratorio de chupar sangre hay varias personas encargadas de “pinchar” y con una jeringuilla sacar la “muestra” para luego hacer el examen.

Si la sangre resulta buena, al siguiente día el donador ve como su sangre sale a borbollones a un recipiente de medio litro, e inmediatamente es empacada en una bolsa anticoagulante y como trabajo final es depositada en una refrigeradora para que se mantenga en buen estado.

Mientras el reportero hacía la entrevista a los donadores de sangre, se generalizó la opinión de personas particulares acerca de que venden el líquido vital para “beber guaro”.

Pero la mayoría lo negó, afirmando que lo hacían por no haber trabajo y tener muchos hijos y esposa. –“Mirá— dijo uno de los donantes— te pido no saques mi nombre ni me fotografíes y te contaré todo.

Relato que “tengo siete hijos, vivo en el barrio Buenos Aires, trabajo como chofer, pro desde hace tres meses no hallo empleo. ¿Qué harías tú en este caso?”, preguntó.

—Debo dos meses de casa. Tengo una cámara fotográfica que me cuesta 1.500 córdobas y quiero venderla en 150 córdobas, para solucionar un poco mis problemas, pero nadie me la compra--, añadió.
EMPEÑO OBLIGADO

—Empeñé mi revólver en 150 córdobas en el Monte Piedad para poder comer esta semana pasada… ¿y luego con qué sacaré  mi arma y qué remedio me queda? ¡Tengo que sacarme la sangre para dar de comer a mis hijos y a mi mujer!, afirmó.

ENTREVISTA TÉCNICA EN EL LABORATORIO

Una de las técnicas del laboratorio del “Banco de Sangre”— que generalmente nunca hablan por temor a represalias— manifestó que llegan muchos “donadores” y que de acuerdo con el examen de laboratorio llaman o descartan a los que pueden dar su sangre para El Retiro.

Manifestó que efectivamente muchos se cambian de nombres para vender sangre cada quince días, pero que ya han aprendido a conocerles la cara  y no permitir que “atenten contra su propia salud”.

Dijo que es absolutamente necesario que las refrigeradoras del laboratorio se mantengan llenas de bolsas de sangre para atender a todos los pacientes que llegan diariamente al hospital.

Dijo que principalmente para los casos de emergencias se necesita mucha sangre en las refrigeradoras. Manifestó que en ocasiones descarta el 50 por ciento de los “donadores” porque los exámenes revelan sífilis, catarro o cualquier otra enfermedad en la sangre.

La sangre después de cierto tiempo –más o menos un mes— ya no sirve y tiene que botarse, aunque el hospital haya pagado 70 córdobas por cada medio litro— declaró la técnica.

El drama que se ve diariamente en el Hospital El Retiro con esta gente que vende sangre, es sólo una partícula del espejo miserable en que debemos vernos los nicaragüenses. 

EL DOCTOR SOCARRÓN

Por: Eduardo Pérez-Valle

La mejor paciente del doctor Socarrón era sin duda doña Nina, ancianita de setenta y nueve abriles (si es que así pueden llamarse los que se juntan después de los veinte). 

Y para ella, así como para mucha gente, el doctor Socarrón era el mejor médico de la ciudad, de la nación y del mundo; y tenían sus buenas razones para creerlo. 

Para doña Nina, hasta hacía milagros. No propiamente porque fuera santo, sino porque los santos se valían de sus manos hábiles y de su clara inteligencia para realizarlos. 

Doña Nina era la mejor paciente del doctor Socarrón por razones muy válidas: primero, porque no estaba propiamente enferma, sino vieja; por consiguiente, la infinidad cambiante de males que ella decía sufrir y se solazaba en enumerar y detallar, no eran verdaderas enfermedades, sino achaques de vieja, expresión de una fisiología dominada por el tiempo, la sequedad y el endurecimiento, y eventualmente el aflojamiento final de todas las tensiones que mantienen la vida. 

En segundo lugar, no era una anciana trágica, sino todo lo contrario, alegre y hasta cómica. Le buscaba el lado bueno a la vida. Gustaba de repasar chistes mentalmente, y a veces parloteando consigo misma, dejaba escapar risitas intermitentes y aun estallaba en carcajadas increíbles, que un buen día por poco la llevan a la tumba, pues se le fue saliva por la tráquea, y el subsiguiente ataque de tos casi la asfixia. 

Ella decía: --Y Zelaya preguntaba: “¿Qué estás chupando, Blanquita?” Y doña Blanca contestaba: “Caramelos, Santos”. –Allí fue el estallido de risa. 

Pero doña Nina era la mejor paciente del doctor Socarrón porque ella misma se recetaba. Y no es que el doctor gustara de disfrutar il dolce far niente, sino que amaba el estar en todo de acuerdo con sus enfermos. Por eso adoptaba en ciertos casos una actitud liberal de dejar hacer, dejar pasar, ante las ocurrencias de sus pacientes. De esto se aprovechaba doña Nina, quien decía: 

--¡Ay, doctorcito! Fíjese que he amanecido con un cólico pegado al lado del bazo, que ya no me deja ni respirar. 

--No se preocupe, doña Nina, que ya va a respirar tranquila. 

--Y lo peor es que además del mismo cólico, también me duelen las cuerdas del pescuezo. 

--No sabía que usted fuera gallina, con pescuezo y todo; ni que su cuerpo fuera como un violón, con cuerdas y clavijas. 

Aquí la viejecita dejaba escapar una risita nerviosa, y protestaba moviendo negativamente la cabeza: 

--Usted me comprende, doctorcito. 

--Bueno, pues vamos a ver cómo aflojamos esas cuerdas y aliviamos ese cólico. 

--Pues verá, no es que quiera dármelas de sabia, pero yo bien recuerdo que mi tía Carmita, que siempre padeció los mismos malestares, se curaba como con la mano frotándose el pes... digo, el cuello con aceite eléctrico, y la barriga con manteca de azahar serenada, entibiaba un ratito en el sol, para que vaporizara el hielo de la noche. ¡Ya le digo! ¡Era como con la mano! 

El doctor Socarrón contenía una sonrisa, y escuchando pacientemente aquellas magníficas recetas, contestaba pausadamente, con gran seriedad y convicción: 

--Pues de esos mismos medios nos valdremos ahora, sólo que convenientemente reforzados, como lo aconseja el adelanto de la ciencia. Usted verá: el aceite eléctrico le agregaremos unos granitos de alcanfor sublimado, ¿sabe usted?, para penetración, y adiós cuerdas reventadas... ¡perdón!, encogidas o adoloridas; y para el cólico, pues la misma mantequita de azahar serenada, sólo que mezclada con unas gotitas de yodo oficinal, del inglés, el del cabrito, por cualquier cosa, y una raspadita de nuez moscada española, que es la mejor, porque la nuez moscada encauza los aires por su buen camino, que es lo que necesitamos, y por eso se la ponen a los pudines, para contrarrestar los efectos del huevo y del polvo Royal, que son tan coliquientos. 

La viejecita había escuchado absorta aquella sesuda exposición científica; y tragando gordo y con los ojos aguados, exclamó: 

--¡Milagro! Milagro de mi doctor Socarrón y mi San Ramón! ¡Ya no tengo dolores! Son tan buenas esas unciones, que con sólo nombrarlas, los dolores se espantan, pero que me las preparen, por si las moscas. ¡María! ¡Buscame el trisagio de San Ramón para rezárselo a mi doctorcito antes que se vaya!

viernes, 27 de junio de 2014

PANTALEÓN TINGUIADO

Por: Eduardo Pérez-Valle 

   Por la puerta de emergencia ingresó al hospital, procedente de Caña de Castilla, Diógenes Putoy, con veintiún machetazos. Lo agarraron como a palo de hule. Y el causante fue un indio de Chácaraseca, de nombre Pantaleón Tinguiado. ¡Qué saña de individuo! Él también recibió sus heridas; pero con todo y eso logró huir y esconderse en los breñales del Abejonal.

   Como quince días después del suceso vino al hospital con dos heridas infectadas y una pierna de arrastrada, azul y hedionda, con un gran mosquero detrás, Benito García. Venía, dijo, del lado de Malacatoya, donde había salido herido jugando a los planazos con un su compadre.

   En pocos minutos la pierna putrefacta fue tirada a los desperdicios humanos que todas las tardes, poco antes de ponerse el sol, un enterrador lleva en una carretilla a sepultar allá, en el límite del solar contiguo a la Sala Teresita, ante la presencia grave y recogida de cuatro o cinco zopilotes que no atinan a explicarse el por qué de aquel desperdicio de alimento. Fue cortado desde arriba muslo y pierna, y casi también la nalga. Las heridas del tal Benito  García fueron atendidas conforme a las reglas del arte, y el indio metido en una cama de cirugía de varones, a ver si sobrevivía.

   En otro extremo de la sala  convalecía lentamente Diógenes Putoy, la víctima de Pantaleón Tinguiado. Las heridas de brazos y piernas fueron las primeras en mostrar mejoría. La más renuente en sanar eran: una que le partía la cara en dos hemisferios, llevándole dientes, nariz y ojo izquierdo; y otra que le atravesaba el abdomen de parte aparte, dividiéndolo prácticamente en Putoy de arriba y Putoy de abajo.

 Pasó el tiempo, y los hospitalizados en aparente mejoría. Hasta que un día el tal Benito García pudo comprobar que en uno de los puntos de la tremenda herida de la amputación tenía excremento, que le venía de adentro. ¡Casi sufre un colapso! El corazón se le paró de pronto, y siguió después batiendo con fuerza y a espacios largos, como si marcase el paso de un ajusticiado. La respiración se le cortó y después quedó rápida y superficial. Pero el vuelco mayor fue el del cerebro: primero quedó sin sangre; después ésta afluyó como una marea, cual si fuera a brotarle por los ojos, las orejas, los pelos; y el Benito García apretaba los dientes y se mordía los labios hasta sangrar, y  crispaba los puños como queriendo asir algo imposible. Desde aquel día cambió su conducta. Del hombre fosco, amargado y silencioso que era, se tornó amable y servicial, de una amabilidad extraña, como desarraigada y mentirosa, que llegó al colmo cuando un día renunció a comer de su plato; y bajándose de la cama, dando saltos con su único pie, y asido de las demás, iba dando cucharadas de gallo pinto a los demás enfermos de la sala.

  Desde hacía algún tiempo había renunciado a cortarse el pelo y rasurarse; y esto, unido a aquella extraña actitud mental y ciertos relampagueos furtivos en su mirada, le daban el aspecto de un orate.

    Repartiendo su gallo pinto y hablando incoherencias llegó hasta las últimas camas, donde yacía Diógenes Putoy. Se quedó viéndolo, la respiración anhelante, apoyado a un pilar, con el plato vacío en la mano.

  --¡Se acabó el gallo pinto, pero vos también vas a tener tu bocadito! –dijo frenético--. ¡Yo soy Pantaleón Tinguiado!

   Y se le dejó caer encima, con la cuchara en la mano, asida del cuenco, usando el mango, fuerte y agudo, a guisa de puñal.

    El dictamen del forense dijo que Putoy había muerto de herida contusa con objeto semi-punzante, que le había roto los tegumentos y el tejido muscular; y que pasando a través del sexto espacio intercostal izquierdo, había interesado las pleuras, el pericardio y el propio músculo cardíaco, a la altura de la aurícula derecha.                                                     

jueves, 26 de junio de 2014

DEL QUINCUAGÉSIMO ANIVERSARIO AL CENTENARIO DEL HOSPICIO ZACARÍAS GUERRA (1909 - 1960 - 2014)

HOSPICIO ZACARÍAS GUERRA. Por: el Dr. Edgard Solís M. En: Novedades, domingo 27 de noviembre de 1960.    
Don J. Zacarías Guerra: “Quiero que estas propiedades se vendan en pública subasta fijando avisos en los periódicos para que se vendan mejor, pues es mi única voluntad que mi capital se invierta en un asilo o casa para niños huérfanos, pudiendo dar principio a establecerla en mi casa más grande que está en la 5ª Calle Norte número 84. Protesto de que se contraríe mi voluntad o quieran anular este bajo cualquier pretexto, malditos sean mil veces”.
PRESENTACIÓN

En la Calle Colón de nuestra ciudad capital, a sólo unas cuantas cuadras del corazón de la misma, una obra de gran trascendencia social desarrolla silenciosamente su humanitaria labor cotidiana, desde la fecha en que, su benefactor don Zacarías Guerra, la creó por testamento en el año de 1909. Este piadoso Centro conocido con el hombre de Hospicio de Huérfanos “Zacarías Guerra”, salvando los naturales problemas inherentes a las fundaciones de este género, ha venido desempeñándose, cada día con mayor ahínco, en mejorar las condiciones de vida de sus inocentes y otrora desamparados moradores…

Integran actualmente la Junta Directiva de Hospicio siete personalidades…: doña Isabel Urcuyo de Somoza en calidad de Presidente; don Pilar Altamirano, Vicepresidente; doctor J. Antonio Tijerino, Secretario, don Gonzalo Torres, Tesorero; y doctor Fernando Medina e Ingeniero  Fernando Montiel, Vocales, Director del Centro Asistencial, don Eustaquio Samaniego…

Conocidas las mejoras alcanzadas en beneficio de sus cien menores habitantes, damos hoy al conocimiento de los lectores de Novedades, una ligera idea de lo que es la vida de estos pequeñines a quien el destino les negó la dicha de conocer a sus padres…
 “De acuerdo con los planos y proyectos de construcción de este hermoso Edificio, el nuevo Hospicio de Huérfanos “Zacarías Guerra”, constará con un campo deportivo, hortaliza, escuela (para ambos sexos), cocina, dormitorio y demás secciones indispensables, con capacidad para 250 huérfanos.
Vista parcial del amplio comedor del Hospicio, captada cuando los huérfanos se dedicaban a ingerir sus alimentos del almuerzo. Carne, frijoles, arroz, pan, lecho en abundancia, vegetales y postre constituyen la dieta cotidiana a que está sujetos los niños para proporcionarles una nutrición equilibrada. 
Para el examen médico de los huérfanos, el Hospicio cuenta entre sus dependencias con una espaciosa clínica provista de instrumental y botiquín. Dos veces por semana el Dr. Juan Ignacio Gutiérrez examina a los niños y receta a los enfermos las medicinas necesarias que les permita recuperar la salud.
Amplios dormitorios para los huerfanitos. Cada uno de ellos tiene para su uso personal 6 sábanas, 2 sobrecamas y 2 frazadas de algodón.
Parte exterior de los dormitorios del Hospicio.









El lema de la Grecia antigua: “Mente Sana en Cuerpo Sano”, ha sido adoptado por la Junta del Hospicio “Zacarías Guerra” en provecho de los huérfanos, los cuales se dedican a ejercitar sus músculos por medio de juegos sanos y recreativos que practican a diario en el amplio campo deportivo del orfanato.
Parte central del Hospicio “Zacarías Guerra”, cuya fachada ser encuentra bordeada de un buen cuidado jardín.



 
Puerta central del Hospicio "Zacarías Guerra", cuya fachada se encuentra bordeada de un buen cuidado jardín. 
Son varias veces al año que los huérfanos son obsequiados con sabroso desayunos compuestos con chocolate y queque, para celebrar algún acontecimiento. Aquí vemos a un grupo de ellos recibiendo la atención de las encargadas de distribuir entre los niños las raciones respectivas.
La Junta Directiva que preside doña Isabel Urcuyo de Somoza; de izquierda a derecha: Ing. Fernando Montiel, doctor Fernando Medina; doctor J. Antonio Tijerino, señor Gonzalo Torres, señorita Pastora Pérez Cano y señor Pilar Altamirano.
Un aspecto de la cocina del Hospicio donde tres veces al día se sirve comida a los cien huérfanos que habitan el lugar. 
El fútbol y el béisbol son los principales deportes a que se dedican los niños huérfanos del “Zacarías Guerra”, en el amplio y cómodo campo deportivo con que cuenta el Hospicio. Los niños han participado en las ligas infantiles nacionales y no pocas veces han conquistado el campeonato.

Las aulas de la Escuela “Zacarías Guerra”cuenta con los seis grados de que consta la instrucción primaria.

A las seis de la tarde se llama a cenar, cien huérfanos devoran, maternalmente la opípara comida.



TESTAMENTO DE ZACARÍAS GUERRA

Serapio Ocampo
Abogado y Registrado Público del Departamento de Managua

CERTIFICA:

Que a las páginas 297 a 300 del Tomo I de Reposición de Inscripciones del Libro de Personas del Registro Público del Departamento a su cargo, se encuentra el asiento que literalmente dice:
1.
“No. 305 ---Guerra, Hospicio Zacarías.---  En escritura número dieciséis autorizada en esta ciudad a las doce y media de la tarde del nueve de Mayo de mil novecientos catorce por el Notario Bernabé Anzoátegui, en su carácter de Juez Segundo Civil de este Distrito, inscrita bajo el número 1,462, Tomo III, páginas 393 a 395, del Registro de las Personas de este Departamento consta: que fue protocolizado el testamento cerrado otorgado ante el Notario Salvador Castrillo, por mejor decir cuya plica fue autorizada por el Notario Salvador Castrillo, de esta residencia, a las cinco de la tarde del nueve de Junio de mil novecientos nueve, la cual contiene el testamento cerrado de don Zacarías Guerra soltero, de cincuenta años de edad, agricultor de este domicilio, que íntegra y literalmente dice: “En Managua a ocho de Junio de mil novecientos nueve, Yo José Zacarías Guerra, viendo que somos de la muerte y encontrándome en mi entero y sano juicio, he dispuesto hacer mi testamento, y en efecto, paso a verificarlo: declaro que tengo las propiedad siguientes: Una hacienda de café en esta jurisdicción hacia el Sur de esta ciudad y bajo los linderos siguientes: al Oriente las fincas de Bonifacia G. v. de Mayorga, Juana Rafaela v. de Gómez y la de Modesto Valerio; al Poniente con la hacienda Las Nubes de don Inocente Moreira; al Sur, con el río llamado de Las Nubes, paredones de piedra y hacienda de los Alemanes y al Norte, con camino real de por medio de la cuchilla y hacienda San Vicente, hoy de don Francisco Frixiones. Cuatro casas en esta capital estando una de ellas en la 6ª calle Calle Norte No. 72 y bajo los linderos siguientes: al Oriente casa de don Federico Solórzano, calle de por medio; al Poniente, con solar y casa del mismo señor Solórzano; y al Sur, con casa de don Heliodoro Rivas h., calle de por medio; otra casa de don Tomás Martínez; al Norte, con casa de don Federico Solórzano, y al Sur, con casa Nacional del Gobierno, calle de por medio; otra casa en 6ª Calle Norte, no tiene número y linda: al Oriente con casa de doña Ritana v. de Caldera y solar de don Heliodoro Rivas h.; al Poniente con casa de don Federico Solórzano, calle de por medio; y al Sur, con casa de don Demetrio Vergara; y la última casita chiquita que tengo en el barrio San Antonio, comprada a las niñas Osorios, en la primera calle Norte número 132 y linda: al Oriente con casa de la señora Teresa Aranda; al Poniente, con casa de don Francisco Vega, calle de por medio; al Sur, con casa de don Andrés García, calle de por medio; y al Norte con casa que acaba de comprar un señor de apellido Moreno a la señora Antonia Vega. Quiero que estas propiedades se vendan en pública subasta fijando avisos en los periódicos para que se vendan mejor, pues es mi única voluntad que mi capital se invierta en un asilo o casa para niños huérfanos, pudiendo dar principio a establecerla en mi casa más grande que está en la 5ª Calle Norte número 8. Protesto de que se contraríe mi voluntad o quieran anular este bajo cualquier pretexto, malditos sean mil veces; cualquier ciudadano puede pedir el cumplimiento y únicamente dejo dos legados, uno a favor de mi tía carnal doña Mercedes Rivas viuda de Murillo, por valor de cinco mil pesos que se los entregarán de lo mejor de mi capital y sin tardanza, pues me ha prestado buenos servicios en mi vida y otros cinco mil pesos a mi hermana Rosa Guerra, que creo que me ha tenido algún cariño. SÓLO ESTOS ÚNICOS LEGADOS DEJO Y COMO DEJO DICHO LO DEMÁS DE MI CAPITAL ES MI ÚNICA VOLUNTAD QUE SE EMPLEE EN UNA CASA O ASILO DE HUÉRFANOS. Las personas que podrán administrar estos fondos de acuerdo con la respectiva Junta que nombre la autoridad correspondiente serán don Bruno Torres o don Adán Sáenz o el doctor Rafael Cabrera. Protesto cualquier malversación que se haga de mi capital y mientras nombran la Junta respectiva, cualquiera de las personas arriba mencionadas podrá administrar mi capital. –Entre paréntesis—Solórzano. –No vale--. Entre líneas –Rivas—Vale.--- J. Z. Guerra.—Managua, Julio 8 de 1909. Así en la escritura de protocolización relacionada al principio de este asiento. –Se repone esta inscripción para los fines de la Ley el 17 de Septiembre de mil novecientos  cuarenta  y cinco, y en virtud de la solicitud presentada a esta Oficina, a las siete y cincuenta y siete minutos de la mañana, del día treinta de Noviembre de de mil novecientos cuarenta y cinco; según asiento No. 4.545, página 224, Tomo V, del Libro I del Diario de Reposición de Asientos de Presentación. Managua, D.N., siete de Febrero de mil novecientos cuarenta y seis. ANDRÉS VEGA BOLAÑOS. —MODESTO ARMIJO. ---SANTOS FLORES L. --- (Un sello del Registro)”.
Es conforme. Y en virtud de la solicitud que antecede libra la presente Certificación  en la ciudad de Managua, D.N., a los quince días del mes de Febrero de mil novecientos cincuenta y ocho. Corregidos –CIO—fue proto---dor--- residencia--- y Ve---princi—Vale.
S. OCAMPO
Registrado Público
Sello de la Oficina,











miércoles, 25 de junio de 2014

MELICO MALDONADO, EL SANTA CLAUS QUE ASOMBRÓ Y REPARTIÓ FELICIDAD A LOS NIÑOS DE LA VIEJA MANAGUA

Santa Claus Nicaragüense habla:

“LOS NIÑOS SON RETAZOS DE AURORA”. Por: Filadelfo Martínez. En: Novedades, viernes 23 de diciembre de 1966.

*Yo los quiero mucho y espero que ellos también me quieran…”

Don Melico Maldonado, el anciano que se gana la vida como el Santa Claus “vivo” trabaja intensamente durante todo el mes de diciembre y se pasa los otros meses del año recluido en la Biblioteca que tiene en su casa en Masaya.

Nació hace 67 años en esta ciudad, donde actualmente se encuentra el edificio del Banco de América.

Eran sus padres el Dr. Manuel Maldonado, ilustre poeta consagrado por Rubén Darío, y la señora Carlota Bermúdez de Maldonado.

Refiriéndose a Managua dice: “Aquí están mis primeros amores y cariños de la infancia”. Aludiendo a Masaya  la llama “mi pueblo adoptivo”.

En Masaya le dicen “El Bonachon Melico”, pero la niñez nicaragüense ya lo ha consagrado como Santa Claus.

--“Deseo que llegue a mis manos lo que voy a ocupar en todo el año para vivir decentemente y con honradez”, dice.

Don Melico Maldonado ha vivido fuera del país durante 25 años.

Recordando su salida de Nicaragua, expresa: “Cuando todo estaba horrible allá por el año 20, crucé el Mar Pacífico, como en un sueño, podríamos decir como Marcos Polo.

Y así llegó a los Estados Unidos en donde trabajó de todo –dice— pero siempre honradamente. “Gran parte de mi juventud permanecí en la América del Norte, agrega, hasta que retorné a mi Patria cargado de años y de canas”.

SU BARBA Y SANTA CLAUS

Recuerda el Bonachón Melico que en ningún instante de su vida se la había ocurrido que podía llegar a representar a Santa Claus.
Sin embargo –no hace mucho—una amiga suya  de Masaya quedó observando su barba y repentinamente le dijo que perfectamente podía representar a Santa Claus.

--“Fue Alma Gutiérrez la que bondadosamente me hizo Santa Claus”, dice.

Añade: Ella me regaló un traje escarlata y me obsequió un cheque para unos cuantos días y de pronto me convertí en Santa Claus.

--“Mi pelo es largo y mi barba también y además blanca, de ermitaño de cinco años en la montaña”, afirma adoptando una pose solemne.

Con mi vestido, con mi barba, mi bastón y mi campana me sentí valiente y este año di el salto al comercio de Managua, donde en realidad “la catarata de plata es sonante y sonora”.

--“Mi barba es larga y legítima”, repite para aplastar cualquier duda o rumor.

--“El éxito de mi trabajo se lo debo también al comercio de la capital que me ha abierto sus puertas”, agradece.

NUEVO TRAJE

Mientras el periodista tomaba los apuntes necesarios para su reportaje don Melico soltó la primicia. Está preparando un nuevo traje. Será de seda, con más escarlata y más armiño. Con luces brillantes, podríamos decir, intermitentes.

Lo usará el último día. “El día que termina todo –dice—. Porque cuando comienza la vida prosaica, se acabó la fantasía”.

--“Le doy las gracias a doña Alma Gutiérrez, a quien he dicho que ella me embrocó en esta aventura artística, pero también monetaria, puesto que me ha servido de mucho, ya que las casas comerciales han sido clientes bondadosos pagándome bien”, afirma.

Después de advertir que él representa a Santa Claus, considerando esto como un deber, afirma que el Bonachón Santa Claus, significa el símbolo del amor.

Dirige un mensaje de amor y cariño a los niños de Nicaragua. Dice que ha visto a tantos niños por todos lados. En la Colonia 14 de Septiembre, en otros barrios de la ciudad, en el salón lujoso, en las calles de Managua y en fin por todas partes.

--Mi satisfacción es que los niños vean a Santa Claus vivo que como en un sueño, les da abrazos, besos y regalos”.

A los niños, Santa Claus “vivo” los llama “retazos de aurora, y la única candidez que existe”, porque el resto es de “hipocresía y nulidad”.

Agrega, “porque la vida, sólo se concreta al vil metal y la niñez tiene la candidez de la pureza”.


“Adoro a todos los niños y espero que ellos me quieran a mi sinceramente”, termina diciendo. 

“SANTA CLAUS” NICA: EL PERSONAJE Y EL HOMBRE. En: Extra semanal, No. 68. 23 de noviembre de  1969.

Se llama Manuel Maldonado y es hijo del famoso poeta de su mismo nombre y, salvando la distancia poética entre ambos, siente también la vocación de la poesía.

Desde hace cinco años ha hecho famoso el personaje “vivo” de
Santa Claus en las calles de Managua y ha convertido su especial habilidad para caracterizar al santo de los regalos y la felicidad infantiles, no sólo en un atractivo más de las fiestas navideñas en la ciudad, sino que en un método propagandístico efectivo que utilizan numerosas casas comerciales, así como en una especie de promoción anual de sus ingresos, ganados con una bonhomía que hace evocar, con nostalgia, la vieja Managua de los personajes pintorescos, y la vida apacible y rural.

En Masaya 1969, ya ha firmado su primer contrato de trabajo.

El propio 20 de noviembre, Melico Maldonado deja su vestimenta de ciudadano común y corriente y se convierte en el adorado Santa Claus de los niños. Es entonces cuando vive intensamente la caracterización que al final de una vida agitada lo ha venido a hacerse sentir un hombre alegre y dichoso, bonachón y sencillo.

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Antes de que Melico Maldonado se encontrara con Santa Claus, por muchos rumbos lo había conducido la rosa náutica de los vientos barredor en trasatlánticos norteamericanos: office boy en hoteles de USA, capataz de marinos… Fue allá por 1909 cuando el viento duro de la política criolla hizo caer del poder a Zelaya y la caída política de aquel dictador afectó la vida familiar de los Maldonado, pues el poeta era uno de los partidarios más fieles del viejo gobernante liberal… Los Maldonado tuvieron que marcharse a los Estados Unidos. En Estados Unidos, Melico casó con Haydée D᾽Arbelles y procreó su familia; pero a la muerte de su padre, la nostalgia de la Patria, el dolor de la soledad lo hizo volver… Fundó una biblioteca en Masaya, biblioteca que posteriormente fue cerrada por órdenes militares. La casa (que sólo ocupaban los libros) se volvió sospechosa de quién sabe qué cosa. Cinco mil volúmenes fueron tirados a la calle y se perdieron y con ellos el esfuerzo de “Santa Claus” para dotar a su ciudad de un centro en donde fueran a leer, gratuitamente los que quisieran…

Hace cinco años, doña Alma Gutiérrez de Padilla, de Masaya, tuvo la idea de aprovechar el aspecto de por sí parecido de Melico con Santa Claus para personificar a éste y animar un negocio de Supermercado.

Desde entonces, Melico Maldonado se convirtió nada menos, como él dice en el “representante del Niño Dios” ante los ojos y en la imaginación de los niños nicaragüenses.

Desde entonces también las principales casas comerciales de Managua requieren sus servicios. Entre sus clientes se cuentan Carlos Cardenal, Dreyfus, la Kodak, la Cristalería de don Alberto Sánchez, el Festival del Calzado, El Colonial, Discolandia, la Casa de Modas de doña Lola Vigil de Argüello (Q.E.P.D.).


A partir del 20 noviembre, Melico Maldonado, o Santa Claus, comienza una intensa actividad que se inicia a las 7 de la mañana en un restaurante y concluye a las 10 de la noche en un almacén. Durante todas esas horas, el “Santa Claus” criollo anima, estimula, alegra y hace sentir el ambiente navideño con su imagen, sus palabras y sus gestos. Mantiene la vieja tradición managüense que siempre contó con figuras que se convirtieron en algo así como parte del ambiente mismo de nuestra ciudad.

A estas horas Melico Maldonado tiene ya varios contratos.

A partir de hoy se le verá nuevamente con su clásica indumentaria de Santa Claus, su bastón, su gorro rojo y sus barbas naturalmente blancas… Y será una figura más de esta época de especial alegría y entusiasmo.