lunes, 30 de noviembre de 2015

GÉNESIS DE LA CANCIÓN “COMANDANTE CARLOS FONSECA”.*

Conversación con Carlos Mejía Godoy

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COMANDANTE CARLOS FONSECA, FUNDADOR DEL FSLN
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¿Cómo fue haciéndose ese canto a Carlos vencedor de la muerte…? ¿Cómo fue gestándose ese himno que millones de voces emocionadas repiten hoy con el pensamiento firme entre los ojos del fundador del FSLN, del conductor de este Revolución del pueblo? El Sistema Sandinista de Televisión (SSTV) hizo una entrevista a Carlos Mejía, creador del himno, entrevista que VENTANA reproduce por el interés que representa.

Iván García: Carlos, creo que muchos nicaragüenses, como yo, se te han acercado en algún momento, para preguntarte algo del origen de algunas canciones. Específicamente,  yo deseo saber –en primer lugar— ¿en qué circunstancia surge la idea de crear una canción para el Comandante Fonseca?

Carlos: Nos encontramos en Diciembre de 1978. Acaba de morir mi papá, Carlos Mejía Fajardo: un suceso que me sacudió profundamente, porque Chas Mejía –como le llamaban los que le conocieron— fue una especie de “baqueano” en mi desarrollo como artista. Por eso, su muerte impactó seriamente mi vida emocional. Para suerte mía, en esos días difíciles, el Comandante Tomás Borge me manda a llamar para ponerme una tarea concreta: crear el nuevo Himno del FSLN y  escribir un homenaje a Carlos Fonseca.

No debemos olvidar que en ese momento aún no se ha dado la Unidad Sandinista en forma definitiva, lo que hace más compleja la elaboración de ambas canciones.

Iván: Es curioso, que el Comandante Borge en ese instante le haya dado tanta importancia al HIMNO como el canto dedicado al fundador de nuestra Vanguardia. ¿No te parece?

Carlos: Pienso que no solamente se da el hecho de que tanto Tomás como Carlos hayan sido compañeros de lucha.  Yo pienso que, independientemente del entrañable cariño que les unía, el Comandante Borge pensaba que era un acto fundamental de Justicia rescatar la figura de Carlos Fonseca.  Y es que sucedía un fenómeno: los nuevos mártires iban con sus nombres cubriendo los nombres de los demás. Y por eso era urgente destacar a los primeros luchadores  y colocarlos en el sitio que ellos conquistaron “a punta de corazón y de metralla” como diría Gioconda.

Iván: ¿Qué fue primero, la letra o la música?

MANUSCRITO ORIGINAL DE LA CANCIÓN

Carlos: Bueno… si no tuviera este manuscrito que localicé en unos viejos papeles, no sabría con precisión cómo empezó a nacer este canto. Como podés observar, antes de la primera estrofa está escrito un borrador del estribillo, que originalmente decía:

   Comandante Carlos Fonseca Amador
   de la muerte total vencedor
         
   a la orilla de este “pareado” no aparece apunte alguno de la música, aunque no se descarta la posibilidad de que esa frase  ya llevaba algo de la melodía horizontal. Luego están los versos del cuarteto que –a excepción de la palabra TODA— es exacto al estribillo definitivo. Nótese la “interrogación” señalando el adjetivo, lo que expresa la inconformidad con dicha palabra. La melodía es igualita a la que aún permanece. Debo aclarar que técnicamente está mal escrita, con todos sus defectos, me servía para no olvidar el primer hilo melódico.

Más tarde, están escritas las palabras trasplantadas del manuscrito original del Comandante Borge, que más tarde se convirtió en el libro “CARLOS EL AMANECER  YA NO ES UNA TENTACIÓN”. Los números con los asteriscos van señalando frases guías para vertebrar tanto el contenido como el ritmo temático de la canción.

         1.- Poseídas por el dios de la furia y el demonio de la ternura…

         2.- En ese instante apareció Carlos Fonseca. Llegó hasta nosotros, con sus ojos bruscos, miopes y azules. Contundente, serio, de gestos extensos… (con sus pantalones brincacharcos).

    3.- Carlos se hizo hormiga, martillo, mecanógrafo. SEMPITERNO. Repartió letreros subversivos de pared en pared.

          4.- FINAL. Carlos murió con el corazón desbordando de amor hacia los hombres, con los ojos azules apuntando hacia el futuro. Cuando los afiches polvosos, insepultos, sean referencias, las generaciones libres recordarán a Carlos Fonseca.

MANUSCRITO ORIGINAL DE LA CANCIÓN

Iván: ¿Se puede decir que primero estructuraste las estrofas, partiendo de las frases del Comandante Borge y después musicalizaste dichos versos?

Carlos: Tengo la impresión de que así fue, aunque es factible también que la misma melodía haya ido abriendo el cauce rítmico para armar las estrofas, que no siempre  tienen el mismo número de sílabas. Además fíjate que –de acuerdo a este primer borrador— la canción fue evolucionando. Esto se puede notar sobre todo en la segunda estrofa.

El primer encuentro lo tengo bien claro
ojos bruscos miopes, azules intensos
pantalones blancos, brincacharcos
contudente, serio, de gestos extensos

         Estos cuatro versos fueron grabados en Alemania y por tanto, interpretados del mismo modo en el Festival de la Canción Política (Febrero 1979). Cuando volvemos a México en Marzo, ya ésta estrofa queda corregida así:

     Cuando apareciste llegaste a nosotros
     con tus ojos miopes, azules intensos
  fuiste desde entonces el hermano
terco, indeclinable, sempiterno.

Iván: ¿O sea, que hacer esta obra, te llevó muchos días; meses tal vez?

Carlos: Probablemente sea la canción en la que he invertido más preocupación y  más tiempo. Para que tengás una idea de todo el trabajo de depuración que esta canción sufrió, te relato este pasaje. Al llegar a México, procedente de Alemania, había una estrofa que no me terminaba de gustar; y es la que se refiere a la muerte. Consulté al Poeta Julio Valle y le pasé la letra para que me ayudara a salir del atolladero. No sé si Julio tuvo mucho trabajo en esos días, o simplemente él no quiso tocar las cosas como estaban. Lo cierto es que una mañana, me desperté contento, porque un sueño me estaba dando lo que buscaba: la bala del enemigo (“La bala que me hiera será bala con alma…” Salomón de la Selva) tocaba el corazón de Carlos; y éste, como una bomba de contacto, estallaba derramando su luz sobre la Nicaragua insurrecta.

Iván: Analizando un poco el borrador original, observo que habías titulado a esta canción “ELEGÍA A CARLOS FONSECA” y luego borraste la palabra ELEGÍA. ¿A qué se debió ese cambio?

Carlos: Mirá, hermano. Yo siempre he tenido prudencia en usar palabras muy académicas para titular o subtitular una obra, máxime se trata del asunto literario que no es mi terreno.  Y eso de ELEGÍA me sonaba un poco rimbombante, solemne quizás. Yo me limito a escribir mi canto; luego vendrán los entendidos en las diversas materias  y dirán: esto es etopeya, epopeya o prosopopeya. Por eso, preferí dejar el título a secas: COMANDANTE CARLOS. Con decirte que hasta le quité los apellidos. Es más, en la canción sólo uso el apellido materno: Fonseca.

Iván: Pasamos a una cuestión muy concreta ¿La grabación dónde se llevó a cabo?

Carlos: Las voces son el compendio de grupos y solistas de gran renombre como SANAMPAY, GRUPO VÍCTOR JARA, NACIMIENTO, AMPARO OCHOA, LUPITA PINEDA, HELLY ORSINI, FRANCIS LABORIEL y alguien que se me escapa. Las cuerdas son esa orquesta de cámara de fama continental: CAMERATA PUNTA DE ESTE.

Iván: Estoy pensando en el lanzamiento de “COMANDANTE CARLOS” y el resto de “GUITARRA ARMADA”. ¿Cuáles fueron los mecanismos de divulgación?

Carlos: Bueno, compa, usted ya se puede imaginar la emoción de escuchar en altas horas de la madrugada los partes de guerra de nuestra entonces clandestina RADIO SANDINO. Y  entre el fragor de los combates, nuestras voces gritando: “Comandante Carlos… tayacán vencedor de la muerte…” Algo difícil de escribir.

Al mismo tiempo, los discos y casettes se reprodujeron por millares en muchas partes del mundo.

Iván: Al regresar a Nicaragua, ¿cuál fue tu impresión al poder cantar por fin, con todo nuestro pueblo, “COMANDANTE CARLOS”.

Carlos: Yo siempre, al hacer una canción, me planteo un desafío. Y  es que la canción debe ser una obra estéticamente digna de nuestro pueblo en lo que se refiere a lo cualitativo. Pero, al mismo tiempo no puedo escribir algo para ser asimilado únicamente por intelectuales, eruditos y diletantes. Y allí tenía algunas expectativas, cuando regresé a Nicaragua cuatro meses después del triunfo. Sin embargo todas las dudas se disiparon cuando aquel memorable ocho de noviembre de 1979, ante los restos sagrados de nuestro Comandante en Jefe, aquella PLAZA DE LA REVOLUCIÓN, totalmente llena de sandinistas, se convirtió en un insólito orfeón de hombres, mujeres y niños. Yo pienso que hasta los zanates se subieron a la cumbre de los laureles vecinos, para unir sus trinos a nuestras voces. Hasta entonces, cuando aquel mar de puños rebeldes parecieron tocar la piel del firmamento, cuando nuestra modesta tesitura quedó opacada por el inmenso rugido de las masas. Hasta entonces, sentí que la canción había logrado su objetivo. ¡Una vez más el pueblo tenía la última palabra!


(f) Carlos Mejía Godoy
Managua. 1 de Noviembre 1982
Jornada Ideológica Cmte. Carlos Fonseca
                             Año de la Unidad Frente a la Agresión.-         

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* Entrevista publicada en: Ventana. “Barricada Cultural”. Sábado, 6 de Noviembre de 1982. Pp. 2 – 3

lunes, 23 de noviembre de 2015

CLUB RECREATIVO DE SEÑORITAS DE MANAGUA, 1917.


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SOCIAS DEL PRIMER CLUB DE SEÑORITAS DE LA MANAGUA ALDEANA, 1919. 
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Hace algún tiempo se quejaba el Director de la revista “Los Domingos”, en un muy bien meditado artículo, de la poca vida social que se nota en Managua, y después de poner en evidencia los malos resultados que causan a la cultura y al espíritu esta falta de afición a comunicarse entre sí y este apego a vivir retraídos, sin frecuentar otras amistades que las íntimas de toda la vida, hacía el articulista un llamamiento a la sociabilidad amplia y constante.

Mucho antes, un grupo de señoritas de lo más distinguido de aquí habían observado ya el mal, y deseosas de poner remedio a la apatía en que vivimos, concibieron un pensamiento que hace tanto honor a sus inteligencias como a sus corazones: crear un centro de diversiones que trabajara por la alegría y la socialización de esta ciudad capital. Tal es el origen del Club Recreativo inaugurado el 29 de diciembre de 1917 con un gran baile en casa de don Joaquín Navas.
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ANITA NAVAS
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La Directiva estaba compuesta entonces así:

Anita Navas, Presidenta
Rosita Bernheim, Vicepresidenta
Amelia Argüello, Secretaria
Berta Wheelock, Tesorera
María Rivas  y Fidelia Sevilla, Vocales

Eran socias:

Angelita y Amanda Navas, Margarita Berneheim, Lulú Ortega, María Belli, Margarita y Rosalpina Espinosa, Leticia Argüello, Leonor y Rosa Huete, María J. Sevilla, Margarita Rivas, Alicia Marín y Beatriz Wheelock.

Estas niñas comprendieron que ellas casi no se veían ni comunicaban, que vivían aisladas sin razón ni provecho, y que era necesario acabar de una vez con el retraimiento funesto.

Fundaron su Club, comenzaron a organizar fiestas, bailes, paseos, etc., y hoy el Recreativo ha tomado cuerpo y es casi un poder del estado, un comité al revés de la Revolución Francesa, de alegría y de concordia sociales. Mientras la política y las demás luchas de la vida no hacen otra cosa que desunir voluntades y suscitar antipatías, el Centro fundado por tan simpáticas señoritas está dedicado a la buena labor de borrar recuerdos ingratos y viejas desavenencias entre las familias y a acercar cada vez más a los distintos grupos sociales para que la concordia venga a tomar el puesto ocupado hasta hoy por los recelos y los odios.

El empeño no puede ser mejor.— Managua es una ciudad de pocos esparcimientos. No hay grandes paseos, ni teatros, ni hoteles de lujo, ni ninguna de las atracciones de los centros europeos o de Estados Unidos. Y si agregáramos a esto la división, la guerra sorda, el espíritu del odio, la vida se volvería intolerable. Todo lo que venga por el contrario a unirnos, a desarrollar la armonía y el contento entre los miembros de la colectividad merece calurosa acogida y elogios entusiastas.

Nosotros se los damos a las señoritas del Club Recreativo, y si nuestra opinión pudiera servirles de estímulo para no cejar en el ideal que se han propuesto les diríamos que consideramos su fundación de gran utilidad y beneficio.

Los anales del Club Recreativo podrían escribirse en un abanico o en un carnet de baile, y  sin embargo ocupan buen espacio en la vida social de Managua.

Una amiga nos ha dado los siguientes datos:

En abril de 1917 se les dio un bailecito a las señoritas rivenses Amelia Ruiz y Amelia Zavala.

A la Presidenta señorita Anita Navas se le despidió con una recepción cuando su viaje a Panamá, y a su regreso se le obsequió con un baile en casa de don Heliodoro Solórzano.

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LULÚ ORTEGA DÍAZ
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A la socia señorita Lulú Ortega, con  ocasión de su viaje a Estados Unidos se le despidió con un banquete en casa de don Carlos Wheelock.

El día de Santa Rosa, se dio una de las fiestas más bonitas en honor a las socias señoritas Rosita Bernheim, Rosita Huete y Rosalpina Espinosa.

El 23 de octubre, cumpleaños de las señoritas Angelita y Anita Navas, se les dedicó también una fiesta.

       Últimamente se dio una recepción en homenaje a la distinguida señorita María Esguerra, hija del señor Ministro de Colombia, a quien se nombró socia honoraria del Club.

Fuera de esto, todos los sábados tiene reuniones u organizan paseos al campo.

El Club también se ocupa de hacer algunas caridades, como dar vestidos a los pobres y alistar niñas para la primera comunión.

Al terminar el año se eligió la nueva Directiva, resultando electas:
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Ester Castellón, Presidenta.
Doña María de Zavala, Vicepresidenta.       
Rosalpina Espinosa, Secretaria.
Berta Wheelock, Tesorera.
Señoras, Blanca de Wheelock y Emilia Huete, Vocales.

Han sido nombradas socias honorarias las señoras siguientes:

Amelia de Castellón, Presidenta honoraria; Julia de Chamorro, Anita de Graham, Amalia de Martin, Rosa de Espinosa, Juana de Rivas, Carlota de Belli, Ángela Navas, Mercedes de Sevilla, Clemencia de Díaz, Chepita de Marín.

Y activas las señoritas: Virginia Ramírez Goyena, Esmeralda, Lola y Celina Guerrero.

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domingo, 15 de noviembre de 2015

REUNIÓN DE TÍOS. Por: Juan de Dios Vanegas.


DR. JUAN DE DIOS VANEGAS
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REUNIÓN DE TÍOS. Por: Juan de Dios Vanegas. En: “Caminos”, Revista quincenal de Arte y Comercio. León, Nicaragua, Julio de 1922. Número 8. Año I. Páginas 2 y 3. Director y Redactor: Agenor Argüello. Administrador: A. García Espinosa.

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         Quizás en todas partes exista la costumbre de llamar tío a cualquier viejecito distinguido del pueblo, como signo de popularidad; distinguido por su figura o sus extravagancias u originalidades. Dicen que en España, se llama así a las personas de edad y de respeto.

         Entre nosotros es una de tantas costumbres que van desapareciendo. También hemos tenido originales ridículos, o locos a quienes no se les decía tío, porque tenían otro cognomento más propio: Un capitán Vílchez, de exquisita irregularidad, pequeñito, contrahecho, arrugado como pasa, con cara y cabeza como semilla de marañón chinchina, corto de piernas, ceremonioso y siempre soñando con la investidura sacerdotal. Gran predicador (en armonía con su figura) como signo de vocación eclesiástica. Le veíamos cruzar las amplias naves de la Catedral con una manifestación de dominio en el semblante, mayor que la de los sacristanes viejos y seguido del coro terrible de muchachos ingeniosos y perversos. Vimos un Doctor Monene, que era anunciado desde lejos por la gritería escandalosa de los pilletes. Un Porongo, que avanzaba precedido o seguido del agudo puú, puú, de los granujas callejeros. Un don Gallo, siempre trajeado, con su huacal en la mano, sus señas al aire, yendo y viniendo sobre el atrio de la Catedral y recitando con precipitación frases inconexas, como: una dos tres, corre, cultiva, contempla.

         Pero la especie de tíos es legión. Mucho llegaron a nuestros días infantiles en el retablo de la leyenda, pintados y descritos de tal modo que, andando los días, no podemos decir con clara conciencia si los conocimos o no. ¿Existió Telica? Podemos afirmarlo y aun venerar la relativa inmortalidad de aquel risueño ancianito. ¿Hay alguien que recuerde haber conocido el llano de Telica? Pues en ese llano se encontró ese tío una guayaba tan hermosa que cuando le dio el mordisco gritó una lora adentro. Más de un gallero había ensayado la receta de tío Telica para obtener gallos de mordida terrible. ¿Cómo? Cruzó las gallinas con los gatos y nacieron y emplumaron los pollitos y empezaron cantando quiquirimiau…¿Quién no ha creído sentir de lejos, sobre la cumbre del monte, los imperceptibles pasos del zompopo, sin que pueda la vista distinguir su diminuta figura? En las noches de luna, en los corros de los campesinos, encontráis al discípulo del leyendario fantasista que sabe dar vida a andalujadas estupendas. Iba yo, dice uno, tras un novillo en el campo. Una rama me saca los ojos en la carrera. Caen al suelo, me inclino, los tomo, me los pongo y sigo tras la bestia en fuga, pero ¡bruto! me los puse al revés y en vez de ver el novillo me veía los sesos. Si buscáis la madre de esta anécdota inverosímil, tío Telica la refirió: “Era en los días del asedio del bárbaro Malespín a la ciudad rebelde. Aún no había permitido la entrada por el Cuadro, Bernabé Contreras; y Cabañas en su yegüita baya y Jerardo Barrios (sic) en su tordillo brioso se revolvían invencibles. Hay que enviar un espía al campamento enemigo. ¿Quién va? Tío Telica es el único. Al instante se coloca sobre la boca de un cañón de 24 que estaba en la torre del Calvario. Sale proyectil, se monta y  parte. Mira los cuarteles de Malespín, aquello es un horror de lanzas y bayonetas”. Cobra miedo. En ese momento el enemigo, dispara un cañonazo sobre la ciudad. Los proyectiles se encuentran y el tío ¡zas! trasborda al proyectil enemigo y vuelve a caer entre los suyos a contar la especie.

         Y por ese estilo los acaecidos raros e increíbles que algún día han de forma un libro, para que no se pierdan tantas cosas bellas a fuerza de ser autóctonas.

         Viene en seguida tío Vallellito. – Era este un vejete andarín, pequeñito, hablantín, nervioso, un poco chisgarabís, que vivía en el vecindario, en la calle, y no cumplía en la forma ni el fondo sus deberes matrimoniales. — Su mujer era una Jántipa corpulenta, de paso hombrano (sic) y violento, de ojos encendidos y de imperioso ademán. – En su casa era absoluta, dominadora. Mandaba a todos, y, el primero, a su marido, a quien hacía girar como si fuera un molinillo. Tío Vallellito le guardaba hondo temor, aunque refiriendo y queriendo hacer creer lo contrario. — De pronto suspendía su charla y se iba lijero (sic), murmurando “que fuerte que viene, más fuerte es mi Dios, etc.” Entraba a su casa silencioso. Luego se oía el estruendo: aquella tigra tomaba al tío, le oprimía la cabeza entre los muslos y lo aporreaba sin medida. El viejecito queda apenado. El vecindario había oído los porrazos y había que despistarlo. Salía él sacudiéndose con ambas manos y diciendo en voz alta y con aire satisfecho: “así quieren estas tales”. Y  este tío Vallellito aun tiene imitadores.

         ¿Quién era tío Cartita? Un hombrecito vivaracho; mequetrefe, que siempre andaba entre los músicos teniendo los papeles. ¿Por qué lo llamaban así? Porque siempre iba de prisa, con una carta que había recibido de la mujer más bella de León. Era un hombre feliz. Tenía que huir de las mujeres hermosas, porque lo perseguían, lo asediaban. Dichoso tío con sus sueños sonrosados. Tuvo su segunda edición en un antiguo portero de la Corte, que procuraba vestir correctamente, para corresponder al amor de las encopetadas señoritas. ¡Qué feliz cuando, advirtiendo que la sala estaba sola, se inclinaba para hacer como que recogía un perfumado billete amoroso, el que se guardaba mirando a todos lados, diciendo para sí ¡vean cuán dichoso soy! Iba a dejar los expedientes a casa de los Magistrados y decía, parado frente a una de las puertas de sus preferidas: Quien me ve con tantos papeles, pensará que soy Magistrado, y no soy más que escribiente! ¡Y era portero!

         A veces, por el Mercado, en la calle de Marcoleta, se miraban las curvas de una lluvia de piedras y se escuchaban los remolinos de gritos y algazara. En las interrupciones, percibíase la voz aguda de un chicuelo que decía: ¡tío José vaina de cobre! Ese tío era asediado por las turbas escolares, que hacían de él un blanco para sus travesuras. Él avanzaba con su mirada torva, siniestra, con una piedra en la mano, vestido con un saco de casimir luengo y raído y con una cara de hombre bravo, que pudo haber sido sargento de veteranos. Y ese tío tan perseguido de la chiquillería, es el inevitable en todos los viáticos religiosos, yendo a la cabeza, dando el agudo repique de la terrible campanilla.

         ¿De dónde vino tío Gallito? Un día lo vimos en nuestras calles, con su rostro risueño y achispado, el violín lamentable bajo el brazo y cantando coplas jocosas y algo subidas de color. Improvisaba con su flaco instrumento aires alegres que atraían a los muchachos y aún a los viejos. A la distancia se anunciaba con sus exclamaciones y las notas atropelladas de su violín agudo. Tenía facha singular y mostraba ingenio. En un corro de chuscos se quisieron divertir a su costa. Él se negó y uno de los chuscos le lanzó despechado un “váyase a la m…”. El tío volvió el rostro con ademán atento y, rindiéndole el sombrero, le repuso: “Allá nos vemos, hijo”. Atrevido como él solo con las mujeres, pero para el piropo encendido y el geste revelador; nada de abusos campechanos.

         Nuestro gran pintor Juan Cuadra, lo copió al óleo y fue el cuadro a la H. Asamblea Legislativa, para obtener una pensión en el extranjero. Era de ver al tío Gallito, con su vestido andrajoso, su rostro amable y expresivo, como de vinagre risueño, sus zapatos viejos, su violín, compañero, abogando por el joven pintor en una tela que palpitaba con la elocuencia más animada y convincente. ¿Qué se hizo tío Gallito? Desapareció como vino. Un día dejamos de ver al último de los tíos pintorescos que nos dieron nota singular en los días de nuestra vida sencilla y suave.


         Esta época ya no da esos tíos amables decoradores de los días de abundancia, sombreados de patriarcalidad. – Todos ellos han fundido y cristalizado en un tío temible, que usa tacón de hierro y que espanta a los pueblos, como aquellos espantaban niños. 

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