SE QUEDÓ
COMO LA NOVIA DE
TOLA. Por: Carlos Abarca Cuadra. En: La Prensa , 2ª
Sección, Domingo 3 de Junio de 1956. Pág. 1.
Refiriéndose a
alguien que se queda esperando se le dice: “se quedó como la novia de Tola”, y
esta expresión tiene su origen evidentemente cierto. Se desarrolla en Tola,
pueblo del Departamento de Rivas, como a tres leguas de la ciudadd cabecera,
hace aproximadamente 80 o 90 años:
Salvador Cruz,
vecino del lugar se enamoró de una muchacha llamada Hilaria Ruiz, después de
corto período de de noviazgo resolvieron unir sus destinos tal como Dios manda.
Para llegar a esta resolución, Salvador tuvo que separarse de Juana Gazo con
quien había vivido maritalmente, ante el disgusto consiguiente de ésta. Pero en
fin todo queda arreglado y se determina un domingo como día del enlace;
comienzan los preparativos y todo hace prever un casamiento rumboso.
Llega el día
esperado y los novios tienen que ir hasta Belén porque en Tola no había por ese
entonces ni párroco ni parroquia, y Belén era el lugar más cercano, donde el
Padre León español los iba a casar; la novia con su velo blanco, él con sus
zapatos negros, parientes, padrinos y amigos todos alegres acompañan a los
felices novios.
A poco de salir,
Salvador regresa, diciendo que algo se le olvidó, entra a su casa y luego se
apresura para alcanzar a la comitiva; da la casualidad que pasa por la casa de
su ex amante, la cuál lo llama y le dice: ¡Iday hombré! Ni siquiera te despedís
de las viejas amistades, --él entra y toma un trago que le ofrece la Juana ; hasta aquí son los
datos que se conservan, los que vieron y oyeron esto. Mientras tanto la novia ha
llegado a Belén y comienza la larga espera que dura hasta las primeras horas de
la tarde en que, aburrida, regresa desconsolada acompañada de los suyos; al
llegar a Tola se encuentra con la noticia de que su novio se metió otra vez con
la Juana Gazo.
La gente vecina del
lugar ha llegado a la conclusión de que en el trago que tomó Salvador iba
revuelta alguna “química”, y había uno que decía que él había visto a esa mujer
levantarse a medianoche, encender el fuego y hacer ciertas cosas del demonio.
Pero el destino es
extraño; al cabo de algunos años el novio y la Novia de Tola se “juntaron” y vivieron así muchos
años. Los dos ya murieron hace ya algún tiempo a edad muy avanzada, le
sobrevive su hija doña Hercilia Ruiz, señora como de unos 70 años, la cual
nunca se ha casado y vive actualmente sirviendo de cocinera en una finca en las
cercanías de Tola. A ella y todas las personas que me facilitaron datos con los
que pude componer este relato, mi agradecimiento.
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