martes, 7 de octubre de 2014

INAUGURACIÓN DEL ALUMBRADO ELÉCTRICO Y EL PRIMER AUTOMÓVIL, EN MANAGUA. Por: Juan García Castillo

INAUGURACIÓN DEL  ALUMBRADO ELÉCTRICO Y EL PRIMER AUTOMÓVIL, EN MANAGUA. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 5 de Enero de 1968.


A principios del siglo, cuando el área de Managua, llegaba por el norte al lago; por el sur, hasta el sitio donde hoy está el Banco Nacional; por el oriente, hasta la Iglesia de Santo Domingo y por occidente, a la actual casa de don Deogracias Rivas, en los lugares aledaños a estos límites de la entonces capital, las brujas, las “ceguas”, las “carretas naguas”, tenían campo propicio para sus apariciones nocturnas.

La ciudad alumbrada en su sector central, con faroles que alimentaban los “serenos”, en los lugares donde ya no había casas, ni faroles, eran poco transitados, después de las nueve de la noche, una hora avanzada para recogerse, de los managüenses.

Los que transitaban después de esa hora, iban casi siempre tras una aventura amorosa clandestina. Estos eran los que daban fe de la aparición de la “cegua” y de la “carreta nagua”. La primera vestía totalmente de cepas de plátanos y dicen que se colocaba dientes de lo mismo. Casi siempre eran mujeres y de allí el denominativo femenino.

Toda esta vida nocturna de la ciudad, de misterio y de leyendas, terminó al inaugurarse la luz eléctrica. No recuerdo la fecha, ni el año preciso de tan importante innovación en la historia citadina, pero sí la ceremonia, que se verificó en el Parque Central donde no había el Templo de la Música actual, sino un kiosko, desde el cual el entonces presidente Zelaya tocó el botón de un switch y la ciudad en su parte central se iluminó. Júbilo inmenso de los habitantes y loas, para quien instaló el “invento de Edison”, como dijo “El Comercio” aquel entonces. De la ciudad iluminada por la luz eléctrica desaparecieron las “ceguas” y las “carretas naguas”, que según se supo después eran hombres que concurrían a citas clandestinas con mujeres comprometidas o mujeres celosas que perseguían al marido infiel. La carreta nagua era para sembrar el terror y dicen que más que todo, utilizaban el truco los ladrones para cometer sus fechorías. Mayor pavor causaba la carreta nagua, cuando corría por las calles empedradas, produciendo un ruido infernal.

EL PRIMER AUTÓMOVIL

Con la luz eléctrica, pocos años después Managua disfrutó de otra novedad; nuestra calles arenosas fueron traficadas por primera vez por un automóvil, creo que de los primeros que fabricó Ford. Un ruido ensordecedor producía el artefacto ese, al arrancar, echaba humo abundante y de pronto salía caminando ante la embobada admiración de chicos y grandes. Se le llamaba el auto de Míster Sálomon, porque quien lo trajo era un yanqui, alto, fornido, que se llamaba Teófilo Mauricio Sálomon, campechano muy norteamericano. Casi nunca usaba saco y era de notarse sus tirantes y sus camisas que lucía con desparpajo.

Fue Míster Sálomon, quien celebró el contrato para instalar la luz eléctrica y manejar ese negocio durante varios años. Viejo ya, dispuso irse a Estados Unidos y entonces la empresa pasó a manos de Manuel Gutiérrez Peña, un norteamericano naturalizado, que fue muy querido en Nicaragua. Asi era el Managua de principios de siglo.

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