domingo, 16 de noviembre de 2014

EL SUICIDIO DE UN HIJO DEL GENERAL JOSÉ SANTOS ZELAYA. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 23 de Noviembre de 1967.


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A principios del presente siglo, se registró en Managua un suceso espectacular: el suicidio de un hijo del presidente Zelaya.

Ignorado por la juventud de hoy y casi olvidado por las anteriores y que tuvieron oportunidad de conocerlo, vamos a recordarlo.

Allí sobre la Calle del Triunfo, en el lugar que ocupa esa casa de dos pisos que construyó el desaparecido don Raúl Solórzano Lacayo, había una modesta casa y a ella llegaron a vivir, cuando procedente de Rivas vinieron a establecerse a la capital, la señorita Matilde Santos y sus hermanos Samuel  y Ernesto. Ella, una hábil costurera, como se decía en aquel entonces modista hoy, pronto se hizo de una magnífica clientela, entre la sociedad y como pertenecía a muy apreciable familia rivense, luego su casa fue muy visitada. Matilde Santos, agraciada, conquistó muchas simpatías, abundándole los admiradores.

Entre esos admiradores se destacaba un hijo del Presidente Zelaya, de nombre Santos, que había recibido el título de Alférez en la Escuela Militar, que dirigiera el alemán don Carlos Ueberzezig. En los vistosos desfiles de los cadetes, descollaba el joven Zelaya, con su enorme morrión en el caso alemán, por su marcialidad y por su elegancia. Era uno de los visitantes de la casa de Matilde Santos, desde luego enamorado de la damita rivense. Al correr del tiempo Santos Zelaya fue el escogido por la distinguida damita para novio. El noviazgo se inició con la aprobación de todos, pero no cola del general Zelaya.

Este, desde el primer momento, manifestó su oposición al noviazgo y en consecuencia, a una posible boda.

Pero Santos Zelaya hijo, estaba enamorado y ante la oposición paterna, desesperado, no pudiendo vencer la terquedad  de su progenitor una noche que andaba de parranda con algunos amigos, enloquecido por los tragos, recordó su amor imposible y frente a la casa de su novia, se disparó un balazo certero, que lo dejó sin vida inmediatamente.

El suceso tuvo una repercusión enorme en el Managua de aquel entonces, sobre todo por la personalidad  del suicida y de su novia y por la historia romántica que produjo aquella muerte voluntaria.

A Santos Zelaya hijo, se tributaron suntuosos funerales. Matilde Santos, fue fiel a la memoria de su novio suicida; permaneció solitaria pare de su vida, dedicada a su profesión de modista. El tiempo debe haber mitigado un poco su dolor, mientras los años iban cubriendo de nieve sus cabellos.

Matilde Santos casó, muchísimos años después, con el doctor Celso Miranda Matus y hoy viven en México, donde el doctor Miranda Matus es Cónsul.

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HIJOS DE UN EXPRESIDENTE

El general Zelaya, que en su juventud y como Presidente era un hombre a quien le gustaban las aventuras amorosas, como las guerras. De sus amores, que pudiéramos llamar clandestinos tuvo varios hijos, pero indudablemente los que hicieron época en el Managua aldeano, fueron Alfonso, Julio y Horacio Zelaya. El otro se llamó José Santos; se suicidó como ya lo he referido antes.

Eran hijos de Brígida Pérez, una mujer de cuerpo esbelto, atrayente, aunque su rostro era más bien feo. Cuentan los que la conocieron, que vivía, en la que hoy se conoce como Calle Largaespada, muy cerca de la casa de las Elmer, una de las residencias bonitas y modernas de aquella época.

INDISCRECIÓN JUVENIL

Cuando el general Zelaya iba a salir furtivamente de Managua, para León, a encabezar la revolución liberal del 93, su salida se mantenía en el mayor sigilo, pero se sabía que en casa de Brígida Pérez, deben haber dicho algo delante de Alfonso, pues cuando alguien llegó allí a preguntar por el General Zelaya, Alfonso, ingenuamente respondió a la pregunta, diciendo:

--Mi papá se va en la madrugada para León a encabezar una revolución.

Las crónicas no dicen si el niño sufrió un fuerte castigo, por su indiscreción, pero sí se asegura que ello fue motivo para que el general adelantara su viaje a la Metrópoli. Alfonso Zelaya, siendo Presidente su padre, se fue a Estados Unidos, y buen pianista, abandonó los estudios y se dedicó a ejecutar música en los centros nocturnos de aquel país. Murió allá hace algunos años.

SERENATAS

En cambio, Julio y Horacio, ya un poco más grandes, hijos del Presidente, eran los niños mimados de algunos círculos sociales del Managua aldeano. Amigos de la parranda, sobre todo Julio, se les veía por las noches, a altas horas, ofreciendo serenatas a las damitas que pretendían, serenatas rociadas de licor y que más de una vez degeneraron en escándalo, pero como eran de Presidente, la policía no podía detenerlos.

Sin embargo, debe hacerse honor al general Zelaya, que cuando él se dio cuenta de esos escándalos, ordenó a la policía que tratara a los jóvenes Zelaya como a cualquier contraventor de la ley, sin consideraciones de ninguna clase.

Julio Zelaya, casó más tarde, con la entonces bella señorita Julia Elmer y Horacio con la no menos bella señorita Matilde Ramírez, hija ésta del sabio Maestro Goyena. Matilde Ramírez creo que vive en Estados Unidos, donde casó nuevamente; Julia Elmer anciana ya, no conserva en su rostro ni siquiera huellas de su belleza de ayer.

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