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MANOLO CUADRA, 1935 28 años de edad |
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Liminar, de Eduardo Pérez-Valle h., Director y Editor del Blogspot:
“Otro inextinguible de nuestra
historia nacional es Manolo Cuadra Vega, el que ha sido transfigurado o quizás
aproximado en ese ambiente festivo, poético-literario del XIII Festival
Internacional de Poesía que acontece en la ciudad de Granada, Nicaragua; digo
esto porque a Manolo no debemos encontrarlo o conocerlo solo por intermedio de
su poesía y prosa; en ese medio existe el riesgo inevitable que sobre el poeta recaiga
cierto desdoble, es decir, que siempre hará falta el calibrado testimonial de
terceros contemporáneos, donde no hay cuota válida del presente sino del ayer distante.
Al reencontrarlo es necesario ascender a la dimensión humana
del “Poeta de los descamisados”, trascender, ir más lejos de lo que expuso o
dejó al descubierto con su poesía y prosa. Manolo advertía: “La Historia es
prostituta y la Crónica proxeneta”.
Al ingresar en busca de recuerdos, frente a esa barrera del
tiempo escurrido, que impide escuchar de viva
voz a los que en algún momento fueron sus amigos en la suerte favorable o el
infortunio del devenir incierto, conviene compartir esta entrega conmemorativa
auxiliada de algunas memorias precisas de aquellos que lo conocieron. La reunión
de esos tributos, de descripción hiperrealista, siempre permite retrotraerlo
desde esa inclinación natural hacia el bien común, que le era propia.
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MANOLO CUADRA Y EDUARDO PÉREZ-VALLE, 1947 |
En nuestro propósito prefiero no hacer párrafos con citas
parciales de lo que fue dicho acerca de nuestro inefable Manolo, por lo tanto
es apropiado dejarlo expuesto a través de los textos completos (olvidados o
poco conocidos) que fueron elaborados por aquellos que compartieron alguna de
las etapas de su vida y, con propiedad lo trajeron a la memoria.
Siempre asocié episodios en la vida de Manolo Cuadra por
intermedio de mi padre, el Dr. Eduardo Pérez-Valle, pero además, una de mis tías,
doña Sara Arana Valle era la esposa del
Dr. Gilberto Cuadra Vega, hermano de Manolo. Precisamente, cuando el pueblo
acompañó a Manolo hasta su última morada, el cortejo fúnebre detuvo la marcha
en la famosa Radio Mundial, propiedad de mi tío, Don Manuel Arana Valle, allí le
tributaron un homenaje con micrófono abierto.
Entre las diversas e incesantes batallas
político-ideológicas de este personaje, no faltó su recia presencia intelectual
en el escenario de la Universidad Central, de Managua, liderada por los estudiantes de la Generación
del 44; Manolo siempre mantuvo estrecha relación con los encargados de los
periódicos: “El Universitario”, “Avanzada” y al final, un número de “Patria
Libre”; los tres periódicos fueron órganos oficiales del Centro Universitario
que casi logró poner al borde del colapso al régimen dictatorial de Somoza
García.
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MANOLO CUADRA Y AGUSTÍN FUENTES (1947)
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En especial, entre mi padre y Manolo hubo una relación
ideológica, de notoria y amplia propensión intelectual. De esa época es una de las
fotografías, en donde se observa a
Manolo Cuadra y Eduardo Pérez-Valle caminar con pasos apresurados por las antiguas
aceras de la vieja Managua de 1947. Otro documento de los 40s., extraído de nuestra Fototeca, muestra a Manolo en compañía
del veterano periodista Agustín Fuentes (“Fuentito”).
Lo antedicho viene a propósito de presentar, primero, los
obituarios publicados al día siguiente de su muerte; a continuación hemos seleccionado tres semblanzas, a saber: Segundo Aniversario de
Manolo Cuadra: Boceto de un hombre. Por Rolando Steiner (15/11/59); Recordando a Manolo Cuadra. Por Miguel Ángel Borgen
(Mabo) (1/3/81); Manolo y su encuentro
con la muerte. Por: Fernando Centeno Zapata. (18/11/62).
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TENGO MIEDO
Ya
había pensado algún día morir olímpicamente ante un pelotón de soldados, frente
a un público numeroso donde hubiera diplomáticos, vendedores de lotería,
fotógrafos y señoritas de la buena sociedad aficionadas a los fusilamientos.
Hasta llegué a elegir para el evento, algún epigrama feliz, destinado al mármol
conmemorativo. No se logra cuanto se quiere. Estaré solo en esta hora suprema.
Nadie acogerá la ocurrencia de mi verbo lapidario. Ni la gallardía de mi perfil
heroico. Sin embargo, busco una frase que me haga inmortal, una palabra llena
de tremenda potencia y secular resonancia.
MANOLO
CUADRA
OBITUARIOS - 1957
EL GRAN DIARIO
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Ayer se enterró el poeta y escritor Manolo Cuadra
Antier tarde
dejó de existir en esta ciudad el exquisito poeta vanguardista don Manolo
Cuadra.
En la Sala de
Actos de Radio Mundial tuvo lugar ayer en la mañana un acto de solemne y sentimental como homenaje póstumo a su
memoria. Desfilaron ante el micrófono los mejores recordatorios de su poesía y
de su prosa.
Manolo Cuadra
experimentó a su paso por este mundo las amarguras de la ingratitud y la incomprensión, que no lograron
doblegarle su carácter de indomable hombría. Supo de las horas del vivac en las
montañas segovianas, organizado en el ejército; mas, la realidad de un
patriotismo bien sentido en su corazón de nicaragüense lo enfiló por los rumbos
del honor y el sacrificio, buscando la grandeza de su patria en los más altos y
claros cielos del pensamiento.
Largo
padecimiento le doblegó a la postre, para seguir viviendo en el recuerdo a
través de su exquisita prosa y de su
poesía vibrante y valiente.
EL GRAN DIARIO
deplora la muerte de Manolo y cumple con el deber muy sentido de expresar su
dolor a sus familiares que hoy lloran su deceso.
En el
Cementerio de esta capital fueron sepultados sus restos en medio de numeroso
acompañamiento de amigos e intelectuales.
NOVEDADES
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Falleció ayer el gran poeta Manolo Cuadra
A las cuatro y
20 minutos de la tarde de ayer falleció en esta capital, el Poeta Manolo
Cuadra, después de prolongada enfermedad que logró –por fin— doblegar la
rebeldía de su enorme resistencia física.
Muere Manolo
Cuadra a la edad de 50 años, cuando estaba considerado como uno de los más
grandes poetas nicaragüenses de los últimos años. Cuadra es la figura máxima
del movimiento poético nicaragüense de los últimos años y legítimo exponente
del intelecto de avanzada en prosa y verso.
Manolo Cuadra
deja numerosas obras escritas y centenares de poemas dispersos en diarios y
revistas. Entre sus mejores libros se destacan: “Contra Sandino en los
Infiernos”, “Itinerario de Little Corn Island” y “Almidón”.
Los funerales
de Manolo Cuadra se efectuarán en la tarde de hoy, saliendo el cortejo fúnebre
de su casa de habitación situada del Cine Alameda, media cuadra al lago.
LA PRENSA
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Después de una
larga enfermedad que sufrió con admirable entereza y de la cual extrajo, con su
fina espiritualidad, todo el provecho para su gran alma cristiana, ayer al
cerrar nuestra edición –cuatro y quince minutos de la tarde— entregó su alma al
Creador: Manolo Cuadra.
Al golpe de la
noticia, no por esperada menos dolorosa, sentimos como un vasto silencio en
todo lo que él amó en nuestra tierra. Como un gran vacío para la belleza, para
el canto y para las normas altas de hombría que él estableció en su vida de luchador
y de poesía.
Muere un poeta
no solitario, sino poeta de amigos. Si su canto tuvo, como ningún otro,
lectores; su persona tuvo, como pocos,
el don de la amistad. Su muerte es un luto que se extiende amplísimamente por toda una larga teoría de
amigos que lo lloran. Apenas minutos después de su muerte sonó el teléfono
incesantemente, y sigue sonando mientras
escribimos, trayendo, entre lágrimas, la fatal noticia por todos lamentada.
Su último,
mejor y Gran amigo que conquistó con una muerte ejemplar fue Dios. Se entregó a
él con una lucidez y una pronunciada poesía de quien vivió del pensamiento y de
la belleza.¡Que su alma goce de la Verdad , del Bien y de la Belleza Infinita
en nuestra oración en este instante triste para los que le quisimos y admiramos
con fervor!
Y nuestro más
sentido pésame para su padre, esposa y hermanos que lloran inconsolables el
gran poeta desaparecido.
FLECHA
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MURIÓ AYER MANOLO CUADRA
Sus funerales
será esta tarde. Duelo literario.
Pocos momentos
antes de cerrar esta edición nos llega la dolorosa noticia de la muerte de uno
de los grandes poetas y escritores de Nicaragua: Manolo Cuadra.
Murió un poco
después de la cuatro de la tarde, víctima de terrible dolencia y sobre la cual
el pronóstico médico era fatal.
Manolo Cuadra
fue colaborador de FLECHA. Al retorno de Costa Rica, donde estuvo exilado por
varios años, iba a trabajar en el diario, pero su estado de salud no se lo
permitió.
Sea esta breve
nota en que anunciamos con dolor la muerte de Manolo Cuadra, un anticipo del
homenaje póstumo que le tributaremos mañana en nuestras columnas. Mientras
tanto reciba la familia doliente nuestro pésame.
Sus funerales
serán hoy por la tarde y el cortejo fúnebre saldrá de su residencia por el Cine
Alameda.
LA NOTICIA
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El poeta
Manolo Cuadra murió ayer tarde
Ayer a las 4 y
15 minutos de la tarde entregó su alma a Dios el gran poeta nicaragüense Manolo
Cuadra, en esta capital.
Las letras
nacionales están de duelo.
Presentamos
nuestro pésame a su viuda doña Edda Ayala, a sus hijos Manolo, Pablo y Antonio;
a su padre don Manuel Antonio Cuadra y a sus hermanos don Luciano Cuadra, don
Ramiro Cuadra y señora, don José Cuadra y señora, Dr. Gilberto Cuadra y señora,
doña Merceditas y doña Julia Cuadra y a
sus sobrinos Mario Cajina Vega, Chéster Noguera y demás familia doliente.
Dos horas
antes de su muerte habíamos escrito las siguientes líneas:
LA AGONÍA DE MANOLO
Lo fatal que
venía cerniéndose sobre la vida del más raro de los poetas contemporáneos de
Nicaragua, Manolo Cuadra, comenzó a consumarse ayer a las 10 de la mañana, hora
en que Manolo, como cariñosamente se le llamaba en todo el país, entró en
agonía, en su hogar de esta capital.
Desde su
regreso, hace algunas semanas, procedente de Costa Rica donde estuvo desterrado
por el gobierno de Nicaragua durante dos años, durante los cuales el emigrado
Manolo halló trabajo en la Redacción del diario “La República”, el poeta
nicaragüense puede decirse que ha estado en constante gravedad, mitigadas por
el cariño de su familia y amigos.
En Costa Rica
le fue practicada una operación muy atrevida por el eminente cancerólogo doctor
Otto Chacón, quien le extrajo un cáncer de un riñón, a raíz de la cual el
cirujano operante estimó que el paciente tendría alrededor de unos 8 meses más
de vida. El plazo se ha cumplido y el desenlace inexorable era ayer cuestión de
horas. Le aparecieron nuevos cánceres en un pulmón y en el estómago, con dos
cráters (sic).
Manolo Cuadra,
de más o menos 50 años de edad, después de Lino Argüello ha sido el más raro
entre los poetas contemporáneos nicaragüenses. De mentalidad genial, creador de
imágenes nuevas, de giros atrevidos, en los cuales la belleza a veces se
contagia de cierto cinismo para producir un conjunto de poderosa originalidad
lírico-literaria. Manolo tenía una manera muy personal, netamente suya, de
escribir. Tenía dentro de lo relativo, afinidades con Paúl Verlaine, Arturo
Rimbaud, entre los franceses, y con ciertos aletazos de águila en las estrofas
como las de Porfirio Barba Jacob.
Fue raso,
“cuque”, radioperador y hasta Sargento de la Guardia Nacional de Nicaragua.
Peleó contra Augusto Sandino. Pero la disciplina militar no la pudo soportar su
carácter bravío. Por último dejó el rifle y se dedicó a escribir versos y
prosas geniales y a pelear algunas veces como un cacique indomable.
Recordamos sus
libros, siguientes: “Contra Sandino en la Montaña”, (antes se llamó Contra
Sandino en los Infiernos”), “Almidón”, “Itinerario de Little Corn Island” y
“Tres Amores”. Este fue el último impreso.
Quedan
inéditos sus libros “Días de Hospital”, escrito después de ser operado en San
José de Costa Rica y una “Biografía de Sandino”, el cual parece que la dejó
guardada en Costa Rica.
En su libro
“Biografía de Sandino”, persona que leyó dice que Manolo dejó escritas estas
palabras: “El único error que creo cometí en mi vida fue haber empuñado el
rifle para pelear contra Sandino”.
Deja pues
Manolo Cuadra unos tantos libros de prosa y de versos, fruto de su temperamento
inquieto, de su corazón valiente, desprendido y generoso, de su mentalidad
genial, de su espíritu despreocupado, rebelde como el Quetzal indio.
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- I -
SEGUNDO ANIVERSARIO DE MANOLO CUADRA:
BOCETO DE UN HOMBRE
Por: Rolando Steiner*
“LA MUERTE ES
LO ABSOLUTO PUNTUAL”, escribió un día Manolo Cuadra sobre una descuidada pared
de cal. Y la Muerte es la única que puede presentarnos, íntegramente, la vida
de un hombre. Veremos a través de ella, como en un raro brillante, fallas,
luminosidades, ángulos y aristas.
...Y, ¿de la vida de Manolo Cuadra, qué...? ¿Existe
alguien que pueda definirla en un simple epitafio? Difícilmente. Y sin embargo,
pocas biografías nicaragüenses resultarían tan fascinantes como la suya. Porque
Manolo Cuadra no es únicamente el poeta, el político, el amigo, el tímido, el
intransigente, el hipocondríaco, el atleta seudo-exhibicionista, el héroe; ni
solamente el comunista, el católico; el santo o el diablo en suma. Ningún
hombre es absolutamente algo. Y en el caso particular de Manolo Cuadra, esta
verdad se cumple cabalmente.
Pero entonces, ¿cómo obtener un
concepto global de su personalidad?, ¿qué hay de común en cada una de sus
actitudes tan diversas?
Creo que es su vigencia ante cada
situación histórica del país, sea ésta literaria, política, social o deportiva.
Porque ningún otro hombre en Nicaragua, como Manolo Cuadra, ha vivido más de
acuerdo con su tiempo: Luchará contra Sandino en los infiernos de Las Segovias;
luego, en larga guerra cívica luchará contra Somoza. Será de los primeros
idealistas enamorados de las ideas sociales que agitan al país en 1936 y
también uno de los primeros confinados por esa misma causa. Antes, inscribe su
nombre en el Manifiesto de la revolución literaria de 1928, llamada ahora de “VANGUARDIA”, y sus poemas llenos de
sorprendentes metáforas inspiradas en la mecánica de su época, lograrán conocer
una prematura popularidad. Será después, el mejor cronista deportivo que haya
conocido Nicaragua, adicto permanente del boxeo.
Pero es de sus columnas “CON DDT” y
“SANTO Y SEÑA” donde el sentimiento de protesta popular alcanzará su más
sensible expresión, hasta convertir el nombre del escritor en símbolo de
resistencia cívica permanente. Actitud que será sometida siempre a continuas
prisiones, confinamientos y destierros, que irán, poco a poco, debilitando su
resistencia física, pero no su espíritu.
Desterrado en Costa Rica, y enfermo
de cáncer, en 1957, Manolo Cuadra se enfrentará con la urgencia de su hora y
tomará, una vez más, la actitud lógica: morir cristianamente. El mismo poeta lo
declara en una de sus últimas cartas: 5 de Mayo de 1957:
...“Sé cuál es mi situación. Hoy en
la tarde me confesaré. Yo soy católico. Profundamente religioso, en una palabra
y aunque no haya utilizado, para demostrarlo, las actitudes escultóricas, del
culto, --arrodillarse, santiguarse--- prefiero, a la árida frugalidad artística
de otras religiones, los símbolos católicos. Dios es inevitable. He sentido la religión,
no como una superestructura, sino como mi propia realidad biológica. Y la
ciencia será inferior a la religión mientras no contenga esa poesía que se
desprende del misterio...”
Y el 14 de Noviembre del mismo año,
en Nicaragua, morirá Manolo Cuadra, confortado por la solemne Liturgia
Católica, que tanto le conmoviera siempre. “La muerte es lo absoluto puntual”.
Si un día alguien escribiera la
biografía de Manolo Cuadra, descubrirá en ella, no únicamente la historia de un
hombre, sino también, parte esencial de la historia de un pueblo, Nicaragua, en
sus más diversas y apasionantes actitudes. Porque ningún otro hombre ha vivido
más de acuerdo con su tiempo y con la urgencia de su tiempo, que Manolo Cuadra.
Y vivir es manifestarse. Dar fe del tiempo.
Noviembre de 1959.
* Publicado en La Prensa, 15 de Noviembre de 1959.
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- II -
RECORDANDO A
MANOLO CUADRA
Por
Miguel Ángel Borgen*
Los periodistas revolucionarios de ayer y
de hoy, no debemos olvidar las luchas y sacrificios de colegas de antaño, ya
desaparecido, muchos de los cuales dejaron una honda huella de patriotismo y
fueron víctimas de privaciones y sufrimientos durante la larga dictadura de los
Somoza.
Manolo Cuadra fue uno de estos hombres de
letras a quien los que lo conocimos no podemos olvidar; y los que no lo
conocieran, por lo menos debieran de conocer algo de u vida y de los que
significó dentro del marco de la extensa lucha que libró el pueblo de Nicaragua
hasta sacudirse el yugo del somocismo y todo lo que ello representaba. Manolo
Cuadra consagro lo mejor de su juventud a combatir el somocismo en una lucha
desigual donde casi siempre resultaba el perdedor.
No fue sino hasta que el patriota
Rigoberto López Pérez ajustició al tirano que se sintió vengado, y su venganza
fue también muy propia de su carácter y de su dignidad humana.
Cuando estaba en Costa Rica, padeciendo
de uno de sus muchos destierros, le llegó la noticia del ajusticiamiento del
dictador. Sus amigos le pidieron que escribiera sobre la vida dictatorial de
Somoza, por el daño que le había causado y él respondió: “Yo no le pego a los
muertos. Somoza me golpeó muy duro, pero yo también los golpeé cada vez que me
fue posible”.
Manolo Cuadra en su largo recorrido de
periodista y columnista, --su mejor arma, fue amigo de los pobres, de los
desvalidos, al extremo que se llegó a conocer como el “poeta de los
descamisados”. Sus amigos fueron los vendedores de lotería, los lustradores,
los cocheros y taxeros, las verduleras del mercado, los habitantes del barrio
“Los Pescadores”, los reporteros explotados y los picados que visitaban la
cantina de Panchito Melodía o el Petit-Café, frente al Parque de Candelaria.
Su columna “Santo y Seña, Suceda lo que
suceda, la dictadura caerá”, fue su mejor trinchera para golpear al
dictador ya todo lo que representaba.
Manolo empleaba una prosa sabrosa, de
fácil digestión para todos los sectores; y en ella imprimía los más virulentos
ataques al régimen, lo que le valió innumerables encarceladas, destierros,
culata y hasta confinamiento, pues fue uno de los primeros confinados a Corn
Island, por “comunista”, allá por los años 1937 y 39. A Manolo llegó a
considerársele como el preso profesional pues cuando no estaba encerrado,
estaba desterrado por algunos de sus “santos y señas”.
En los destierros que sufría Manolo, como
pobre que era, siempre lo sacaban del país a pie, y no en avión, como hacían
los políticos opositores de su tiempo. Las veces que la Guardia lo puso en las
fronteras, por órdenes del tirano, lo hacían con lujo de violencia. Un tal
capitán Acevedo, fue un jefe de patrulla que lo dejaba en las fronteras sur o
norte, siempre a base de culatazos en la espalda y en los riñones. Estos
culatazos –que fueron la receta diaria del somocismo, le produjeron el
desgarramiento de un riñón, llegando a vivir sus últimos años con sólo uno,
hasta que finalmente esa enfermedad lo llevó a la tumba.
Recuerdo bien su último destierro. De él
regresó dos años después cuando ya había otro Somoza en el poder, y la vida se
le escapaba rápidamente.
A Manolo no lo inhumaron los políticos.
Acompañaron sus restos, el pueblo, compuesto por vendedores de lotería,
lustradores, zapateros, albañiles, cofres, reporteros explotados y grupo de
intelectuales que siempre le reconocieron su valía.
Un año después, cuando un grupo de amigos
proletarios y periodistas le hicieron un
homenaje poético en su tumba del cementerio general, después del acto, su
hermano José (Chepito Cuadra), dijo: “Vámonos, muchachos, al poeta no le gustaban
estas babosadas”. Y era cierto: a Manolo nunca le gustaron estos actos, que
eran comunes en esos tiempos de adulación y servilismo.
Escribo este recuerdo de Manolo, a
propósito del Día Nacional del Periodista, pues él fue uno de los fundadores
del primer Sindicato de Intelectuales de Prensa que existió hace más de 25
años…
*Publicado en El Nuevo Diario, domingo 1º de marzo de 1981.
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- III -
MANOLO Y SU ENCUENTRO
CON LA MUERTE
Por Fernando Centeno Zapata*
En ocasión de este V aniversario
de la muerte de Manolo Cuadra, quiero recordar una de las anécdotas del poeta
que lo elevan por sobre todas las miserias humana. Estando Manolo exiliado en
San José, se produjo el asesinato al General Anastasio Somoza García, el hombre
a quien había adversado por toda la vida. Los políticos turistas de San José de
Costa Rica le pidieron a Manolo que escribiera sobre los daños, dolores y
pesares que le había causado el régimen.
Manolo, en una carta a su padre,
fechada en San José 5 de Octubre de 1956, le dice entre otras cosas:
No quiero comentar si está bien muerto o no. Lo que me repugna es la
cobardía humana: La de esos enemigos anónimos que sólo muerto se atreven a
levantar la voz, y la de esos amigos, que sólo muerto él, tienen valor de
volverle la espalda. Mucha gente vino a decirme que debía escribir contra
Somoza. Le contesté que suficiente lo había hecho en mi vida, cuando su mano
podía descargarse sobre mí, pero que a mí siempre me producía placer, por la heroicidad
del esfuerzo. Yo no debo olvidar que ataqué al General Somoza sin interrupción
durante veinte años. Debo considerar su condición de hombre atacado, y en
consecuencia humano que me aporreara. Ahora entra de pie en la historia para no
salir más. Sus contemporáneos lo encontrarán un sin fin de defectos. La
historia sabrá hacer su propia contabilidad. Seguramente algunas cosas notables
tendrá que ameritarle…”
Quien con tal nobleza se expresa,
tenía que llevar bien puesto el corazón.
Casi un año después de este
suceso. Manolo era internado en el Hospital del Seguro Social de Costa Rica.
Fue entonces cuando comenzó a tomar en serio “la cosa” de la vida. Ya tenía
hijos a quien hacerle falta. Ya le tenía amor a la vida.
Su diario de aquellos días en el
hospital antes de ser sometido a los exámenes
y a la operación que revelara su mortal enfermedad es patético,
terriblemente patético y frío como el alma de un cuchillo de acero.
5 de marzo de 1957: “Las
precauciones que no tuve antes se me agolpan ahora, produciéndome tremendo
desconcierto, pero me veo en la necesidad de separar lo emotivo de lo
intelectual. Es necesario establecer que el hecho,
el instante de morir, no es lo que provoca el temor. Porque en la condición de
cadáver hemos dejado de sentir”.
Jueves 7. (Ha llegado a visitarle
el Dr. Mario Flores Ortiz) Manolo escribe: “Que su visita me produzca una
confusión, una mezcla de recuerdos que ya no podrán reactualizarse”.
Y
como el Dr. Flores Ortiz le dijera que todo iba a salir bien, Manolo
escribe:
“Tanta gratuita insistencia me
anuncia que estoy mal”.
8 de Marzo: Intenta confesarse
pero no puede lograrlo.
10 de Marzo: “La enfermera me ha
permitido salir a la planta baja para ver a Hiro y a Scarlet que Ruth traerá a las 2 y media.
Espero esta visita todo lleno de
ternura y de ilusión. Pero apenas ha aparecido y yo he besado a las chavalas,
una empleada nos dice “que está prohibido”. Vuelvo a mi cama No. 24 muy
deprimido”.
Aquí inicia Manolo otra lucha
desigual. Es la lucha con la muerte, con lo desconocido, con lo que no tiene
forma. La lucha contra un enemigo invisible poderoso y cruel, y Manolo, también
en esta ocasión, acepta el reto y lo acepta a sabiendas que será un combate
desigual, pero vale la pena porque aquello
le producirá un placer, por la heroicidad del esfuerzo…
Marzo, Abril, Mayo, Junio. Julio,
Agosto, Septiembre, Octubre y Noviembre:
nueve meses de combate cuerpo a cuerpo con la muerte, pero en estos nueve meses
jamás se le vio flaquear.
Hasta el último momento, la
muerte lo trató con respeto. Ahora asomémonos un poco a los últimos minutos de
su agonía:
Junto a lecho del enfermo está su
esposa Ruth, sus hermanos y algunos amigos.
Los apuntes de su hermano José
son elocuentes:
“Manolo conservó su elevado y fino sentido del humor hasta
sus últimos días”.
“Con su rostro ya anguloso y
afilado su nariz como proa de barco que enrumba hacia el misterio, me dijo un
día sorpresivamente:
“Este terrible encuentro con Dios”.
Y en otra ocasión:
“Tanta medicina para un cuerpo que se muere”.
Horas antes –muy pocas horas
antes—de la hora, llegó el padre Pinedo S. J., Manolo le dijo:
“Vamos a conversar como amigos”.
Su último gesto de protesta fue,
que viendo la casa llena de “curiosos” exclamó incorporándose penosamente:
--¡Qué gran espectáculo!—
Y ahora ya casi al fin. Su
principio…
El hermano José adivinando un
insólito deseo suyo, hecho con gestos, le puso un cigarrillo en los labios y
luego otro, que el enfermo aspiró con avidez. Luego llamó con gran vos a su
hermano José, pensando que se había separado de su lado. Lo tomó de la mano
derecha, una ligera contracción, sugiriendo un adiós y un hondo suspiro. Manolo
había muerto. El reloj marcaba las 4 y 15 minutos de la tarde del día 14 de
noviembre de 1957.
Los últimos días y los últimos
minutos de Manolo los dedicó a morir. A su hermano Luciano le dictó sus últimas
disposiciones.
“Un ataúd triangular estilo
catafalco, como el de los hospitales pobres o el de los soldados que mueren
peleando. De madera fresca, cepillada y lisa, y un crucifijo negro en el fondo;
nada de maque, le repugnaba; pidió ser enterrado en Managua, sin invitación de
nadie”.
Para el pueblo ¡ESE GRAN ESPECTÁCULO!—que lo velará todos
los días, lo acompañó hasta su última morada.
Managua, 14 de noviembre de 1962.
*Publicado enLa Noticia 18 de noviembre de 1962.
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El
paraíso de nuestras izquierdas
Por: Manolo Cuadra
Hablando
en buena ley, cualquier actitud ideológica asumida frente a la vida nos
capacita para representar un lance dramático que ha de ser el que nosotros
escojamos. También, toda actitud es un drama. Nuestro gesto, nuestro modo
vital, enfrentado a multitud de modos, ha de provocar conflictos violentos con
el sumo antagónico de otros modos, sea por su sensibilidad estética,
orientación filosófica o bien algún menester industrial horriblemente bursátil.
La verdad es ésa, presentada un poco frugalmente en el hueco de nuestra
premisa.
Pero,
es el caso, lo que por antonomasia debería significar incomodidad, desasosiego,
accidencia –a la izquierda, la izquierda política-, no tiene nada de esto y
solamente se usa en la línea de conseguir esa fácil popularidad que es todo lo
contrario de la terrible gloria del anonimato: ¡Izquierda auténtica, prensada
en la angustia de sentirse impopular por excepcional!
Atribuyo
miedo e hipocresía a semejante conducta. Miedo de llegar a las manos con la
masa; miedo de decirle la verdad; miedo de negarle virtud directriz y legación
autárquica.
Decirse
izquierdista y proceder, sin embargo, corrientemente; embobarse con las
películas de Tom Keene, hacer alarde de oratoria revolucionaria y acomodarse
sanchezcamente con lo establecido es ponerle cuernos a la masa y contribuir a
la estabilización de lo liberal y lo conservador típicos. ¿Quedarán las cosas
como antes, así gritemos en las cantinas y en los andenes del ferrocarril:
¡Vivan las izquierdas! ¿Qué más da? La fijación ideológica no es cuestión de
pulmones.
Pero
ciertamente algo ganan cuantos gritan: ¡Vivan las izquierdas! Esa explotación
sentimental, que parejamente es un merodeo llevado a cabo contra la
sensibilidad gregaria, los convertirá pronto en líderes populares. De ahí
abordarán el barco burocrático en el Parlamento, en la Diplomacia, en la Encomienda, en el
insignificante empleo donde se cobra mucho por trabajar nada.
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