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Don Eugenio Salvador Chávez Barillas ("Firuliche") Fotografía tomada en 1982: "Bodas de Oro" |
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¿Cuántos cipotes de este país
fueron reconvenidos cuando hacían ensordecedores “berrinches” por obtener permiso
y el dinero para asistir a la función del circo? Cuando al fin lo conseguían,
el permiso estaba precedido de advertencias elaboradas con mucha imaginación.
Cierto es, que en todos los rincones
de nuestras Ciudades-Aldeas, muchos mentores solían atemorizar a los hijos malcriados
o mal portados, diciéndoles que de continuar en desobediencia los iban a entregar al
dueño del circo…
En los pueblos y ciudades-villorios
de Nicaragua el circo fue un consumo necesario. De pueblo en pueblo, nuestro
personaje, el payaso Firuliche, pasó del
estrellato a la fama. Aquel redondel de lonas y cuerdas cubiertas por la carpa,
a veces remendada, era espacio social
donde por breve tiempo quedaba nivelada la convivencia, asistían los que
preciaban ser boyantes, de rancia cuna mezclados con la mayoría de los comesalteados.
Los niños quedaban arrobados con
las piruetas, las destrezas en los malabares, en el caso de los adultos, muchos
eran acudientes en el interés de lograr a la distancia de las narices, los
atributos de las contorsionistas y bailarinas que acompañaban el elenco; también
los jaloneaba la picardía, de marcada astucia y malicia, poético-sonora que
entonaba Firuliche al ritmo o vaivén lateral de sus grandes zapatones.
Todos los ojos estaban en dirección
del famoso payaso, que sostenía la infaltable sombría que dejaba por un momento
para tocar la guitarra y hacer reír con las ocurrencias hechas melodías
picarescas y cadenciosas. Una de las chispeantes cancioncillas era acompasada
con la siguiente letra:
EL BAILE DEL BIJAGUA YO LO BAILO ASÍ…
Yo conozco una muchacha / que se
llama María Enriqueta / cuando sale con su novio / siempre monta en bicicleta
/.
Y la gente coreaba:
─ ¡El baile del bijagua yo lo bailo así!
─ ¡Fon Fon Corón - Fon Fon!
─ En la tarde su mamá / encontró a
María Enriqueta / que su novio la tenía / montada en la bicicleta /
Firuliche gritaba:
─ ¿cómo diceeeeeeee…?
─ Y la gente coreaba con entusiasmo─
¡El baile del
bijagua yo lo bailo así!
─ ¡Fon Fon Corón Fon Fon!
La imaginación tomaba vuelo entre
el público, acompañada de sonoras carcajadas.
EL MERCADO, SITIO DE APROVISIONAMIENTO
En abril de 1979 un periodista
entrevistó al famoso cirquero en la
ciudad de Rivas cuando iba hacia Costa
Rica, poniendo a salvo su vida y la de los suyos, resguardándose de los
cruentos enfrentamientos armados sostenidos entre el pueblo y la Guardia
Nacional somocista.
Firuliche contaba en aquella
rápida entrevista, que los chistes surgían porque “en cada lugar que visitaba
lo primero que hacía era ir al mercado. A oír lo que platicaba la gente del
pueblo, captar sus dicharachos y expresiones del momento. Esto le servía para
desarrollar su número cuando aparecía como payaso y saludaba al público”.
LA LITERATURA ENFUNDADA EN FIRULICHE
No pocos evocadores de vidas
localistas han advenido hacia la singular historia de aquel circo y de su principal
figura. A Firuliche, reconocidos escritores le han enfundado en el traje
payaso-literario. Eduardo Galeano en el
cuento “La Maromera” del libro Mujeres.
Sergio Ramírez, en el libro Flores
oscuras, del que forma parte el cuento “Ya no
estás más a mi lado corazón”. (Alfaguara; 226 pgs.).
Ramírez relata el homicidio
perpetrado en una trapecista --“…la sin par Mireya”---. Dice que el cuento
tiene origen en el circo de Firuliche, que llegó durante su niñez a Masatepe,
pueblo natal, donde él ocupó primera butaca o fila gracias a que su papá era el
alcalde municipal.
Hay historias de “primera fila”,
pero la que a continuación no puedo dejar de insertar en nuestra evocación, es
de un incógnito, relator animado en el foro de la política criolla que por dar
ejemplo relativo a los padecimientos del pueblo empezó por describirlo acostado
y encima de una tabla atravesada por clavos; y olvidándose –este anónimo— de la
política, terminó por contarnos la historia completa de una función circense en
la que expone otro ángulo, psico-socio-antropológico de los espectadores, dice
el anónimo:
“…a nuestro pueblo sólo le falta,
unas tablas llenas de clavos y ganarse la vida como faquires, en el circo
Firuliche. Y hablando del circo Firuliche, una vez me metí a ver una función,
sólo por curiosidad. Fue divertidísimo, creo que pagué 5 reales, es lo más
maravilloso que pude haber hecho pues me divertí sanamente con mi humilde
pueblo que es vivísimo. La carpa era redonda y pequeñísima, me senté en las
tablas que servían de asiento en la parte más alta del circo, casi tocaba con
mi cabeza la carpa que servía de techo. Había un solo trapecio y no era muy
alto, yo estaba sentado más arriba que el mentado trapecio, el asunto es
que, después que Firuliche y algunos de
los payasos hicieron y dijeron algunas bromas divertidísimas, anunciaron al
maromero o trapecista que iba a hacer unos “saltos de la muerte”, con redoble
de tambor desafinado y “todo mate”. Después de un silencio profundo… Firuliche
presentó a “Tarzán”, un muchacho nicaragüense medio musculoso, que hizo unas
cuantas maromas; la gente no quedó muy satisfecha, entonces se fue el
trapecista y Firuliche presentó a otro maromero, "el maromero
enmascarado", por supuesto que salió el mismo individuo, entonces la gente
lo empezó a abuchear. ---"Si este jodido es el mismo Tarzán"---,
gritaba la gente enojada. Después de repetir las mismas maromas de “Tarzán”, se
fue el maromero y Firuliche presentó a “Batman”, entonces salió el mismo
maromero con un saco de bramante pintado de negro y convertido en capa y la misma
máscara del enmascarado; en ese momento la gente no aguantó “las novedades” y
le tiró elotazos, mamonazos, yucazos, mangazos y lo que pudieron tirarle, hasta
las hojas de chagüite del chicharrón con yuca; nunca me reí tanto en mi vida
como esa noche. Siempre me arrepentí de no haber ido a la función del día
siguiente. Cinco reales me dieron la divertida de mi vida. Si supieran las
gentes educadas de nuestro pueblo las divertidas que se pierden por no
relacionarse con nuestro sencillo pueblo”.
Divertida ha sido la búsqueda
disectoria de recuerdos aportados por diversas personas, es decir, la impronta
e influencia del circo; por ese motivo hemos mencionado el cuento de Ramírez y
el cuento de Galeano, hay otro recuerdo
pero con diferente “altitud trapecista”, la heredó la jocosa prosa del recordado poeta esteliano José Floripe
Fajardo.
Por su parte, Galeano recordó en
el trapecio-literario las circunstancias que causaron las costillas rotas de
una niña soñadora con pretensión de maromera, esa pequeña dice Galeano, fue Luz
Marina Acosta; que al pasar de las décadas ha sido la inseparable asistente del
poeta Ernesto Cardenal.
Floripe Fajardo fue otro “hipnotizado”
del circo firulichero, recordémoslo con su peculiar manera de contar esas
historias de pueblo:
“Las distracciones de la juventud
eran los juegos de conjuntos como la <raya> con chibolas, bolas de vidrio
(maules), el boliyoyo y el tiro libre;
la <mancha> <al miado y al bote> y <tiro libre> con trompos ; los zancos, el omblígate (tan peligroso, muchos dejaron
sus dientes en el suelo cuando se iban de boca sobre la calle empedrada) el
aceite, la bola de oro, cuartel inglés, arriba la pelota, saltar cuerda,
prenda, rayuela, pisisigaña, jack, elevar lechuzas o papalotes, competencias de
carreras, tarzanadas en árboles de las casas de habitación como el trapecio
imitando los riesgosos ejercicios circenses, que dejaron mucho jóvenes
quebrados y con defectos en las piernas o en los brazos. Los circos tenían un
atractivo único, la gente buscaba como asistir a las funciones a como diera
lugar, yo era fanático del circo, me
encantaba ir a ver a Francis Chávez, regia contorsionista hija de Firuliche,
payaso extraordinario y dueño de la carpa. Una vez me enamoré de una cirquera
gringa, del “Circo Americano” tuve propósito de irme con la carpa, pero mi
mamá, socorrida por la nada bien recordada Guardia Nacional, me fructuó (sic) el
plan, más quedó como memoria de esa aventura truncada un poema que le hice a mí
linda y adorada trapecista”
MAROMERA
Gitana americana, con pelo de melcocha,
tu cuerpo es
alimento de mil pupilas flacas
hambrientas de tus
formas.-
Americana gitana,
que de melcocha es tu pelo,
te quiero
horizontal, vertical y curva...
Alada
en el trapecio, reptílica en la alfombra.-
Gitana sin
castañuelas
y que no lloras
canciones,
en vez de pulsar
guitarras,
pulsas, pulsando
cuerdas, fibra de corazones.-
No tienes pelo
azabache,
tienes los ojos
negros
ni cantas La
Macarena,
pero eres gitana,
gitana de cuerpo y alma,
alma y cuerpo
americana.-
Con carpetas de
sonrisas cubres tus desazones,
y en la maraña del
pelo, esas hebras de melcocha,
llevas, linda
gitana, cementerio de ilusiones.-
Esos recuerdos de José Floripe
provienen de Estelí, pero otro pedazo procede de Granada; con la tradicional e
inveterada gracia maliciosa del
granadino, fue rememorado por el ingeniero Uriel Cuadra Argüello; con el
título “Firuliche en Granada”. (END – 21/08/2005). Sin la menor duda, Cuadra la
escogió para hacernos reír como si fuera ayer, y no puede olvidarse que las
tandas circenses por lo general también eran fruto de la colaboración, Cuadra
Argüello cuenta:
“Otro personaje oriundo de la
calle La Otra Banda, era el famoso “Pancho Hermoso”, el de la sotana del padre
Cuadra. Debido a su necesidad económica (caso que predicaba seguido con el
objeto de que le soltaran), decidió un día que no tenía asma, entrar al circo de
Firuliche y postularse para andar en la cuerda floja de equilibrista. Le dieron
la oportunidad y así lo hizo, subió a la cuerda con el tubo de chorro que le
sirvió para guardar el equilibrio. Su paseo sobre la cuerda resultó excelente,
pero al final del recorrido, empezó a temblar y tuvo muchos vaivenes, cayendo
de pronto desde lo alto al suelo. Un grito ensordecedor interrumpió los
aplausos que envolvían el ambiente. “Que lo repita!”, “que lo repita!”, a lo que
él con voz temblorosa y renqueando, respondió: “Que lo repita tu madre hijo de
las cien pu…!”
Ahora que ya hemos sonreído con
estos bosquejos del payaso más recordado por varias generaciones de
nicaragüenses, nos toca hablar del otro bautisterio por donde pasó Firuliche:
De ombligo cuzcatleco; solía decir
que provenía de una familia pudiente de San Salvador. “Un hermano mío es el
actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Rogelio Alfredo Chávez”, recordaba en la precitada entrevista con Teófilo Jiménez Viales.
UN POCO DE SU HISTORIA CIRCENSE
Inició la vida entre carpas porque
su “familia lo envió a México a estudiar en 1928 y tiró por la vida cirquera
comenzando como cantante y bailarín, recorriendo toda la república azteca con
el circo Atayde y también Centroamérica. En 1930 hice de payaso, ensayé el
papel como nueve meses entre un grupo de diez o más. En 80 celebro mis bodas de
oro como payaso.”
Cuando acumuló medio siglo de trabajo arrancándole risas y felicidad al público, don EUGENIO SALVADOR CHÁVEZ
BARILLAS (Firuliche) no pudo celebrarlo. El año 1980 fue el inicio de un período marcado por la guerra contra Somoza. Con un ipegüe de dos años aconteció la pomposa festividad. Un sábado, 24 de abril de 1982, destacados artistas
nicaragüenses de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC) homenajearon al ingenioso personaje en una tanda especial con el circo a reventar por la nutrida asistencia.
PATRIARCA DEL CIRCO NACIONAL
Esto dijo el periodismo en una
nota de la época:
“La fiesta de Firuliche congregó
en su carpa a cientos de niños que aplaudieron cuando el Ministro de la Junta
de Reconstrucción de Managua, Samuel Santos, entregó al artista un pergamino en
reconocimiento a las miles de risas que ha hecho brotar de varias generaciones
de nicaragüenses. Carlos Mejía Godoy, Los de Palacagüina y la Banda Municipal
de José Tenorio fueron portadores del homenaje que los músicos le brindaron al
gran Firuliche. También, en nombre de la Asociación de Trabajadores del Cultura (ASTC), se dio lectura a una carta firmada por la poeta Rosario Murillo, que
señala a Firuliche como "uno de los que han emprendido el camino del
rescate de nuestra cultura popular" (Barricada, Lunes, 26 de abril de
1982).-
1982: "Celebración en sus Bodas de Oro"
Errabundo, sin disponer de un
lugar fijo, el circo de Chávez Barillas recorrió Nicaragua por más de 50 años. Siempre
viajaba a todos los países de Centroamérica. Lo acompañaba una pequeña orquesta
y el infaltable grupo de bien proporcionadas bailarinas que flechaban los
sentidos, a unos con sensibilidad poética y, a otros, con sensibilidad hormonal.
CIRCO ROMPECORAZONES
Un caso propio del “Efecto
Firuliche”, que algunos puntos enlaza con el de nuestro recordado José Floripe
Fajardo a quien la bella contorsionista lo indujo a sugerente poesía, también lo
cuenta el escritor Alexis Machuca en el libro Crónicas muy siglo veinte, o sea, que el efecto no sólo era de acá,
también de allá, allende… Detengámonos en la crónica de Machuca:
“Tiempo después, eran los años
cuarentas, pasó por la ciudad el salvadoreño “Firuliche”, deleitando a todos
con su animado circo. Samuel echó en saco roto sus prédicas de simulado hombre
nuevo y, convertido en asiduo visitante de la carpa, de la noche a la mañana
enloqueció de amor por una maromera de griego nombre: Circe, cuya serena
belleza la había hecho arrastrar tragedia tras tragedia, ya que muchos hombres
se mataban por ella y, otros tantos, quizás, con espíritu débil, terminaban
suicidándose.
Hasta ahora tenemos las pruebas
fehacientes que nos permite asegurar que Firuliche en verdad tuvo un “circo
rompecorazones”.
Para llevar a término estas
largas páginas dedicadas a todo un personaje de nuestra niñez, asunto que no
podría bien lograrse sin atraer recuerdos de un lado y otro, nos vamos de
Estelí y Granada, en curso errabundo hacia Matagalpa en donde el matagalpino
Leandro Delgado también aporta sus recuerdos de infancia:
“A finales de la década de los
años 50 fuimos a vivir a una casa esquinera enfrente a la plaza de
Laborío, a media cuadra de la Iglesia de
San José, la que estaba en construcción y aun no comenzaba a construirse el
campanario. Yo tenía escasos doce años, era la edad dorada en que se podía
combinar el tiempo de estudios y de juegos.
El lugar que llegó a ser más
tarde el Parque Darío aún era una plazoleta donde se jugaban béisbol los fines
de semana y en más de una ocasión llegó Dn. Salvador Chávez, el mimo
salvadoreño a instalar en la plaza Laborío su famoso circo “Firuliche” y que
para todos era un festival, las veces que
nos lográbamos escabullir por debajo de la lona y presenciar el acto circense
era algo formidable, recuerdos imborrables que sellaron nuestra niñez.”
¿Cuántas veces más la creación
literaria podrá auscultar la memoria inédita para rellenar páginas con los
recuerdos del Circo Firuliche? Bueno, esa pregunta puede responderse con el
auxilio del remanente generacional del pasado siglo, sobre todo, los que
nacieron antes de 1980, los más “jóvenes” los que aún aguardan por el “boleto”
de partida. Lo cierto es, que Firuliche seguirá como recurso en la construcción
de géneros literarios.
Don Eugenio Salvador Chávez
Barillas decía que en el año 1979 ya tenía acumulados 47 años de recorrer
Nicaragua. Al “Patriarca del Circo” sólo Bluefields le faltó en el curso
errabundo: “…se me ha escapado por la incomunicación en la giras de mi circo”,
decía. Agregaba: “En la isla de Ometepe estuve hace unos 37 años en el viejo vapor Victoria”. En Rivas estuve la
primera vez en 1936 y de allí he caído por esta simpática ciudad (Rivas) unas
ocho veces.”
Las estadías del circo en la
ciudad de Rivas, que en otras épocas
conocimos como la tierra “de las naranjas”, eran para él “como un cheque al
portador”. Firuliche afirmaba que los rivenses no dudaban en gastar dinero por
presenciar los números del circo.
“FIRULICHE Y SUS ESTRELLAS”
Un recuerdo contrastable con los diversos
momentos y tiempos de aquel circo, lo podemos hacer con el descriptivo relato
de Silvio J. Morales en su libro Nebur
Oirad. Circunstancias esas, la del autor, sean en mucho o poco imaginadas,
describe el ambiente del circo en alguno de aquellos diez lustros, como más
adelante podremos constatar, no era el circo de 1978-79 que el propio Firuliche
describió con algunas interioridades. Morales habla del circo por conducto de
sus personajes:
A continuación agrega: “El circo
era un acontecimiento en el pueblo, la chavalada se ponía sus mejores galas,
como en Semana Santa, los hombres en zancos eran la atracción y después los chavales
los trataban de emular construyéndose los mismos; “Firuliche y sus Estrellas”
así era el rocambolesco título del circo, esa experiencia del circo fue para él
inolvidable, fue su primer enamoramiento platónico con la niña bailarina,
después entendió el gran circo de la vida donde todos somos actores y
representamos varios papeles.”
Casi al llegar a sus “Bodas de
Oro”, Dn. Eugenio Salvador Chávez
Barillas contaba con un circo que pasaba de un estado bueno a algo mejor. En
abril de 1979 cuando viajaba hacia Liberia, Costa Rica, lo acompañaba una
orquesta de ocho músicos y diez bailarinas, entre las cuales quizás ya no
existía la despampanante Circe… “cuya serena belleza la había hecho arrastrar
tragedia tras tragedia, ya que muchos hombres se mataban por ella y, otros
tantos, quizás, con espíritu débil, terminaban suicidándose.” El personal lo
integraban 45 personas; 12 artistas circenses y las diez transmisoras del “efecto
Firuliche”.
Las bailarinas del circo eran
salvadoreñas, nicaragüenses y ticas. Gómez Barrillas apuntaba satisfecho: ─“Esta variedad ha
resultado efectiva sin dejar el espectáculo cirquero propiamente dicho.” ─ Por los diversos relatos sabemos
qué tan seguros eran los imanes de aquellas bailarinas…
Firuliche estimaba en 1979 que su circo en activos podría rondar no menos de 300 mil córdobas, y agregaba: “Poseo cuatro camiones
y tráileres para el transporte del personal. Dos plantas de energía que me dan
el kilowataje que necesito para el espectáculo en la pista”.
Esa era el Circo Firuliche, con
la no menos destacada participación de toda la familia Barrillas-Rodríguez.
Como era de esperarse, en esos quehaceres nómadas, lo acompañaba su esposa doña
Juana Rodríguez de Chávez, de nacionalidad chilena; sus hijas Francis, que era “alambrista”
y, Marina, en el cargo de gerente general. Un hijo del matrimonio, que cursaba
estudios universitarios, había fallecido en accidente de tránsito ocurrido en el
departamento de Carazo.
LOS BAILES SENSUALES DE LAS RUMBERAS
Esa frase que antecede el último
recuerdo que hemos decidido incorporar es de la siembra y cosecha de don
Orlando Ortega Reyes, a saber, el único que, con amenidad literaria aporta la mayor
cantidad de datos y el ambiente de aquel famoso personaje del circo nacional. Le
dedica todo un artículo bloguero, bajo el título: “El Gran Firuliche”; en donde
“se lleva” el circo hacia San Marcos, en la parte oriental de país, y entrega
un relato panorámico, diríamos que no secunda sino que confirma la existencia
de “Circe”… Evoca el trapecio, los payasos… dentro de la inocente imaginación de los niños
y, no podía faltar la inflamable
proyección de los adultos.
Ortega Reyes evoca: “Durante
cerca de dos horas observábamos atentos los atrevidos actos de los trapecistas,
los bailes sensuales de las “rumberas”, las acrobacias de un personaje cuyo
nombre no logro recordar, pero que era el as de la rola-rola, los actos
sorprendentes de un prestidigitador, la actuación de la gran Tulita que con los
dientes maniobraba unas sillas de madera, las cuales pasaba por encima de su
cabeza y las disparaba metros atrás de su escultural figura. No obstante, lo más esperado era la aparición
de Firuliche y sus payasos, entre los que recuerdo a Rabanito, Zocotropo y
Pochi Pochi. Firuliche robaba la
atención de toda la audiencia con sus chistes y sus actuaciones con el burro
Torcuato, que era tan listo que todos creían lo del cuento del muchacho
embrujado y si todavía estuviera vivo, ya la UNI le hubiera concedido un
honoris causa.”
LA PIJAMA DE LA CEBRA
A datos más concretos, conclusiones más seguras. Esa frase la asociamos a la pluralidad de temas abordados y tendencias de pensamientos de un círculo pequeño de amigos con los que de forma regular me encuentro cada fin de semana. Ese distinguido redondel de pensamientos es sorprendente al tender puentes a la memoria. Debo subrayar, entre mis apreciados tertuliantes vespertinos, al ingeniero Mario Corea Molina, esteliano de cepa, distinguido por retrotraerse en cualquiera de los temas de nuestra agenda cultural y técnica. A él debo, este magnífico adherido que pone el "último cierre", quiero decir, las últimas RISAS y SONRISAS, que de seguro deben tener en carcajadas al propio Firuliche.
Entre el ruedo de los tertulios, el ingeniero Corea Molina trajo a la memoria al no menos destacado del circo Firuliche: Nos comentaba que no olvidaba los comentarios y chistes que generaba el burro Torcuato, nombre propio inmerecido para ese mamífero cuadrúpedo que no era terco ni bruto, actor central del circo. Al finalizar cada presentación la gente adosaba otras ocurrencias; decían en su pueblo que por la mañanas la cebra le decía al burro Torcuato:
--- Good morning Torcuato!
A lo que contestaba el burro de birrete y toga...
--- Qué good morning ni que nada, apresúrate, quítate la pijama que vamos de viaje!
EL VALS DE TORCUATO
Una vez leído todo lo anterior, y
aceptado que Firuliche constituye un interesante caso de estudio a través de
esa impronta sociológica que marcó y pervive, hay quienes aseguran que cautivó muchas mentes
con su peculiar (firulichesca) psicología
de masas; como veremos a continuación, también influyó en educandos de música clásica
y vernácula. No hay contradictor para aquel excelente esparcidor de ánimo, incomparable
multiplicador de sonrisas, eficiente aplacador de tristezas. En esta imparable
sucesión de juicios y recuerdos, recibimos los oportunos recuerdos del doctor Jorge
Donaldo Rodríguez Matute, detengámonos a leer algo más de otra memoria fiel:
“Torcuato sin Firuliche no
hubiera sido, Firuliche sin él no hubiera existido. Eran un binomio indisoluble", afirma el galeno Rodríguez Matute.
"Recuerdo que el burro
Torcuato daba vueltas alrededor de la pista, a pasos rítmicos,
las cuatro patas en especie de lenguaje gestual. A la voz de Firuliche,
Torcuato detenía el trote; de inmediato le ordenaba:
─ ¡Torcuato! ¡Salude a la señorita más bonita de
Estelí!
De inmediato el burro hacía lo propio frente a la susodicha,
sostenido en sus patas traseras entregaba la reverencia solicitada, a la vez que un grupo de músicos ejecutaba el vals El Danubio Azul.
Tiempo después, durante uno de los exámenes de música y
canto en el colegio religioso administrado por las monjas de la ciudad de Estelí,
pusieron debajo de la aguja un Long Play, en el repertorio discográfico estaba El Danubio Azul. La monja a cargo de la asignatura preguntó:
─ ¿Señoritas! ¿Quién identifica esta canción?
Mutismo total, y de repente, una vivaracha del alumnado dijo:
─ ¡Yo sí sé, maestraaa! Es la canción del Burro Firuliche."
Firuliche logró arraigar el circo en los cuatro puntos cardinales de nuestro país; no fue un precursor fallido del arte circense, porque aún hace presentaciones en la memoria de todos nosotros. Logró lo que muchos desearían, ser inextinguibles.
Excelente artículo, no conocí a firuliche de primera mano, sólo a través de los comentarios de mi padre, que lo usa como punto de referencia cómico. Gracias por esta cantidad de información.
ResponderEliminarEstoy feliz por la publicacion reconocimiento de mi tio bisabuelo dar alegria a nicaragua
ResponderEliminarConocí al sr Chávez o firulais por su hijo que fue exalumno del salesiano de masaya Y aveces nos llevaba a verlo en Santa Teresa carazo del 63 al 66, creo un señor muy agradable muy simpático igual que el hijo qué cuando jugaba fútbol bueno era todo un circo. Felicidades por tan excelente artículo Gracias por recordarme mi niñez.
ResponderEliminarConocí el circo de Firuliche en Corinto, donde arribaba este elenco de artistas con mucha frecuencia. Cierto es que se entremezclaban con la población para tomarle el pulso a lo cotidiano, a lo que se hablaba en el pueblo. Esta investigación les proporcionaba un estruendoso éxito en el público. Hablaban en la lengua del pueblo. Grandes tiempos, grandes artistas.
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