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PLANO ELABORADO POR EL DR. EDUARDO PÉREZ-VALLE
Publicado en La Prensa, febrero de 1968
1968
El 11 de Febrero del presente año, examinando estereoscópicamente una serie de fotos aéreas tomadas por indicación propia en Marzo de 1962 por la entonces Oficina de Geodesia (hoy Dirección General de Cartografía), el suscrito logró identificar varias calles antiguas soterradas en los predios situados inmediatamente al Sur y al Sur-Oeste del pueblo de Momotombo. Estas fotos fueron tomadas a 3,000 pies de altura (La Escala es de 1:6000). Algunas calles aparecen francamente orientadas de Norte a Sur y de Este a Oeste; pero hay también algunas que adoptan dirección un tanto oblicua. Es decir, el trazado en tablero de ajedrez no sigue estrictamente, característica que era muy de esperarse que ocurriera en una ciudad de la data de León Viejo. Algunas de las calles mencionadas parecen meterse en el trazado del actual pueblo de Momotombo. Estas fotografías obran en los Archivos de la Dirección General de Cartografía, Managua.
El 11 de Febrero del presente año, examinando estereoscópicamente una serie de fotos aéreas tomadas por indicación propia en Marzo de 1962 por la entonces Oficina de Geodesia (hoy Dirección General de Cartografía), el suscrito logró identificar varias calles antiguas soterradas en los predios situados inmediatamente al Sur y al Sur-Oeste del pueblo de Momotombo. Estas fotos fueron tomadas a 3,000 pies de altura (La Escala es de 1:6000). Algunas calles aparecen francamente orientadas de Norte a Sur y de Este a Oeste; pero hay también algunas que adoptan dirección un tanto oblicua. Es decir, el trazado en tablero de ajedrez no sigue estrictamente, característica que era muy de esperarse que ocurriera en una ciudad de la data de León Viejo. Algunas de las calles mencionadas parecen meterse en el trazado del actual pueblo de Momotombo. Estas fotografías obran en los Archivos de la Dirección General de Cartografía, Managua.
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EL DESCUBRIMIENTO AÉREO DE LEÓN VIEJO
1962
“Varias
calamidades pesaban sobre los vecinos de la antigua León: éstos las atribuían
al sacrílego asesinato del Obispo Valdivieso, ejecutado por Contreras en 16 de
Febrero de 1550; y quisieron dejar el lugar, pensando sin duda que aun a los
objetos inanimados que existían en la época de aquel desgraciado acontecimiento
se había comunicado el anatema de los asesinos…”
“En 2 de Enero
de 1610 salieron de León con el estandarte enarbolado y conducido por Pedro de Munguía Mendiola,
que desempeñaba las funciones de Alférez Mayor. Caminaron nueve leguas hacia el
Poniente, y habiendo llegado a un hermoso y fértil llano, el Alférez fijo el
real estandarte instantáneamente en un árbol de guácimo. En seguida delinearon
las calles y empezaron a levantar las casas. Este es el asiento en que la
segunda ciudad de León ha permanecido hasta el presente”.
“Piensan
algunos que la mudanza de la antigua ciudad de León al sitio en que hoy se
halla, se verificó violentamente, a causa de una erupción del volcán Momotombo,
y por el peligro de que abrasase la lava aquella comarca. Otros suponen que la
Laguna invadía la ciudad, y que los habitantes abandonaron precipitadamente sus
hogares, para no ser víctimas de una inundación”.
“La poca
distancia de nueve leguas recorridas para edificar la nueva ciudad, hace pensar
que al abandonar los leoneses su antigua residencia no fueron movidos
principalmente por temor a otras erupciones del volcán, sino por las amenazas
de la laguna; y esta opinión se acerca más a la realidad al ver que la
primitiva ciudad, situada en Imabita, ha mucho tiempo se halla cubierta en
parte por las aguas”.
Los anteriores
párrafos son de nuestro historiador Ayón (Tomo 2º, Libro VI, Capítulo I), quien
los escribía en el último cuarto del siglo pasado. Desde entonces la idea de
que la primitiva capital de Nicaragua permanece bajo las aguas, no perdido su
vigencia. Vecinos del actual puertecito de Momotombo y habitantes de las
haciendas aledañas dicen que cuando cada verano se retiran las aguas del Lago,
pueden verse en la costa piedras y restos de antiguas construcciones, que dicen
ser las ruinas del primitivo León.
Pero en contra
de la tesis de que a León se lo tragaron las aguas, surge la hipótesis de que
está sepultado bajo el polvo de los siglos y las cenizas del Momotombo en
terrenos aledaños al citado puertecito del Lago de Managua. Nada menos que
Sonnenstern, ingeniero alemán que vivió en Nicaragua cuarenta años, y que fue
Ingeniero Civil de la República desde los tiempos de Martínez hasta los de
Zelaya, es de los que creen en un León viejo seco y polvoriento, que hay que ir
a buscar en el seno de la tierra y no en el de las aguas. En su primer Mapa de
Nicaragua, de 1858, incluye un “Plano de la Colonia Projectada de Viejo León”,
acompañado de la siguiente anotación: “La antigua León fue edificada en el año
1523 y arruinada por piratas el año… El plano en donde la ciudad fue edificada
es de una hermosura admirables y sus terrenos son adaptables al cultivo de
todos los frutos tropicales y su temperatura media en la mañana, 71º; al medio
día, 81º; en la tarde, 75º; de Farenheite”.
El plano de
Sonnenstern sitúa las ruinas de León Viejo unas tres millas al Sur de la
desembocadura en el Lago de un riachuelo que sirve de desaguadero a la “Laguna
del Tigre”, alojada en la falda oriental del “V. Axusco (3,480 pies)”. Un
camino que reúne a “Pueblo Nuevo” con León pasa por las ruinas, las que se
encuentran muy cerca de la costa del Lago.
La localización,
pues de estos vestigios, según Sonnenstern, es problema de fácil solución, ya
que se hallan a seis millas al S.E. del “Axusco” y unas dos y media al sur de
la desembocadura del citado riachuelo.
Trasladando
los elementales datos que proporciona Sonnenstern a un mapa moderno, el topográfico
de la Oficina de Geodesia, encontramos que el primitivo León se hallaba situado
unos ocho kilómetros al S.E. del volcán Asososca (del Tigre). Hay un camino que
va hacia la Paz Centro (Pueblo Nuevo) y otro a León. La posición corresponde al
actual puertecito lacustre de Momotombo, situado al borde de una penillanura
levemente inclinada hacia el Lago, limitada unos tres kilómetros hacia el Oeste
por un conjunto de lomas bajas, últimas estribaciones de la cordillera de los
Maribios. El llano tiene una extensión de unos nueve kilómetros de Norte a Sur,
y más o menos en la mitad de esta
distancia sitúa Sonnenstern las ruinas de León Viejo.
Pero tiempo es
ya de que nos desengañemos de la exactitud del ingeniero alemán en sus
trazados. Sonnenstern no nos va a llevar de la mano para indicarnos el lugar
exacto donde debemos escarbar para encontrar la tumba de Pedrarias. Sea por el
atraso científico y técnico inherente a su época; sea por propia incapacidad o
poca habilidad, los diversos mapas que trazó están plagados de inexactitudes e
imperfecciones. Y el plano de León Viejo no ha de ser una excepción.
Conformémonos con extraer el dato de que
en tiempos del famoso ingeniero, es decir, hace casi cien años, algunos
vestigios debieron existir APROXIMADAMENTE en el sitio que señala, razón por la
cual él pudo anotar con tanto aplomo en su referido plano, junto a unos
cuadritos negros que quieren representar bloques de casas, encerrados en un
cuadro mayor, rayado: “RUINAS DE VIEJO LION”.
Cabe recordar
aquí que cuando Sonnenstern publicó su dibujo faltaban 26 años para que
Momotombo fuese inaugurado. En efecto, esta población nació como terminal de la
línea férrea a León, Chinandega y Corinto, y fue trazada, por encargo del
gobierno, por el ingeniero Salvador Cobos en 1883 (Salvatierra: Los
Ferrocarriles en Nicaragua). De manera que no puede haber confusión entre el
“Viejo Lión” del ingeniero alemán y el actual Puerto Momotombo. Los cuadritos
que semejando bloques o manzanas aparecen en el plano, representan a la antigua
capital de Pedrarias Dávila, el Licenciado Castañeda y Rodrigo Contreras, en la
que ocurrieron tantos hechos notables en los albores de nuestra vida nacional,
hasta culminar en la muerte nefasta del Obispo Valdivieso a manos del
“príncipe” Contreras y sus secuaces. Decretada por el cielo la ruina de la
ciudad, hasta un acto creativo, como la fundación de Momotombo en 1883,
contribuyó a remover sus cimientos, como si el destino en su ciego furor no
quisiese dejar piedra sobre piedra. Pues es seguro, que a la fundación del puerto lacustre, los
vestigios que aun restaban a flor de tierra hayan desaparecido para llenar las
prosaicas necesidades de los moradores del nuevo centro urbano. Labor
destructiva lenta, pero segura e implacable, que amenaza constantemente a tanta
venerable reliquia de nuestro pasado histórico, desde los místicos ladrillos de
los venerables templos derruidos de Sutiaba, hasta las épicas piedras del
castillo de la Inmaculada Concepción, nuestro olvidado santuario nacional, perdido
en la maleza, donde la gran sacerdotisa Rafaela Herrera oficiara el sagrado
rito del patriotismo, entre relámpagos de gloria, al son grandilocuente de los
cañones.
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La radio nos
ha traído recientemente una información al parecer anodina para nosotros, y
que, sin embargo, podría significar la clave de este que es uno de los más
destacados enigmas de nuestra historia.
La noticia en
referencia explica cómo un arqueólogo norteamericano, Michanowsky, mediante la
fotografía aérea infrarroja “ha sacado a relucir partes de un camino
prehistórico nunca visto por ojos modernos”, perdido en las selvas de la región
amazónica de Bolivia. El hallazgo ha llevado a Michanowsky al pleno
convencimiento de que existe “una teoría que necesita ser revisada
completamente”. El arqueólogo supone que el camino que ha descubierto unía,
lógicamente, centros de civilización, quizás, según su criterio, una ciudad con
un santuario selvático.
El
procedimiento empleado por Michanowsky para efectuar sus hallazgos podría ser
usado con posibilidades de éxito para la definitiva ubicación del sitio que
ocupara nuestra ciudad colonial de León Viejo.
En efecto, el
medio más adecuado de que dispone la ciencia moderna para la prospección de
zonas arqueológicas, con miras a la buena interpretación de los trabajos que se
lleven sobre el terreno, es la fotografía aérea. Este poderoso auxiliar de buen
número de ciencias está llevando a cabo en los últimos años lo que podríamos
llamar con indudable acierto el redescubrimiento del mundo. Sus técnicas
aplicables a los infinitos casos cuya resolución se le confía, son numerosas,
ingeniosas, admirables. En el caso de la búsqueda de una ciudad perdida bajo
las capas del tiempo, cual es el caso de nuestro León Viejo, los procedimientos
que suelen usarse, rebosantes de originalidad y palpitantes de una ingeniosidad
hasta hace poco insospechada, se fundamentan en el hecho de que los vestigios
pueden ser aparentes, bien a causa del relieve o bien por la existencia de un
cambio más o menos notable en el color de la vegetación que los cubre y en la
aptitud de ésta para reflejar la radiación calórica. Para aprovechar estar
particularidades, se dispone:
1) De la fotografía con emulsiones
pancromática corrientes;
2) De la fotografía a colores;
3) De la fotografía infrarroja;
4) Del
método de la toma de vistas con luz rasante, en el cual puede usarse cualquiera de los tres
tipos de fotografía anteriormente mencionados.
El método de
la luz rasante, preconizado y hábilmente aplicado y cultivado por el padre
Poidebard, ha permitido a este insigne
arqueólogo el descubrimiento de innumerables vestigios romanos en el Norte de
África (véase su libro “La Trace de Rome dans le Déser de Syrie”, 1934).
Heridos por la luz crepuscular, de rayos casi paralelos a la superficie del
suelo, los más insignificantes detalles del relieve producen sombras exageradas
que tienden a desaparecer rápidamente al elevarse el sol sobre el horizonte. Además
el padre Poidebard combina el procedimiento con el empleo de series de vistas
tomadas en virajes circulares, por lo menos desde cuatro ángulos distintos a
diferentes alturas; y también la toma de vistas a diferentes horas, con el sol
a diversas alturas sobre el horizonte.
La fotografía
infrarroja, en cambio, no cuenta para nada con el relieve; pero sí con los
peculiares cambios en el claroscuro de las fotografías, producidos por otros
correlativos en la capacidad de la vegetación para reflejar los rayos
infrarrojos.
Aparte de
estos dos procedimientos, que podríamos considerar especiales, la simple toma
de fotos a baja altura, en emulsiones ordinarias podría arrojar bastante luz
sobre el enigma. Es lástima que tal especie de fotografías no exista en los
archivos de la Oficina de Geodesia, en lo que a la región de León Viejo se
refiere, pues podrían ser de una gran utilidad. Yo mismo, en 1959, logré
descubrir en viejas fotos del Río San Juan tomadas por los canaleros, los
vestigios de dos de los antiguos castillo coloniales de aquel río, de los
cuales apenas si se guarda un borroso recuerdo perdido entre las páginas tan
poco socorridas de nuestros escasos historiadores. En los archivos de España
deben conservarse con todo detalle la historia de éstos y los otros castillos
del San Juan (cinco en total), y en el archivo guatemalteco debe haber mucho de
este; la cosa es que haya quien vaya a buscarlo y sepa encontrarlo. Pues bien,
en esas fotografías, que no fueron tomadas a propósito para este objeto, se aprecian
claramente los contornos de las antiguas fortalezas, debido a un cambio en la
coloración del suelo y su vegetación, cambio que ni el transcurso de tres
siglos ha podido desvanecer. Algo por el estilo es seguro que podría apreciarse
en la zona donde estuvo León Viejo si se tomasen fotografías a 1,500 metros de
altura empleando el material corriente, cuanto más si se dispusiera de
emulsiones especiales y filtros adecuados para hacer resaltar las
características que se busquen.
Para emprender
la búsqueda de León Viejo, de una manera metódica, por medio de la fotografía
aérea, propongo el siguiente plan, que presento no como una obra acabada, sino
como un esbozo, para ser perfeccionado:
A) Toma de fotografías áreas a baja altura en
las zonas al Norte, al Sur y al Oeste de Puerto Momotombo.
B) Estudio estereoscópico e interpretación de
tales fotos con miras a descubrir un trazado concorde con la estructuración de
una ciudad colonial del siglo XVI.
C) De ocurrir un fracaso en el anterior
intento, nueva misión aérea, para obtener en vuelos circulares a gran altura,
y con luz rasante, fotos de las mismas
zonas aledañas a Puerto Momotombo.
D) Estudio estereoscópico e interpretación de
tales fotos
E) En caso de un nuevo fracaso, aun quedaría
el recurso de la fotografía infrarroja. Mas en caso de éxito.
E) Nueva misión aérea, esta vez para obtener
fotografías a baja altura, con luz rasante, en las zonas que en la prospección
anterior resulten sospechosas de contener el objetivo buscado.
F) Estudio de estas fotos.
G) Desmonte y limpieza de la zona señalada
como la de ubicación de la ciudad.
H) Nueva toma de fotografías aéreas con luz
crepuscular en la zona ya limpia, conforme al método del P. Poidebard.
I) Estudio de estas fotos y elaboración de
un plano preliminar de la ciudad, con miras a la acertada dirección de las
excavaciones.
J) Excavación masiva de calles y lugares
abiertos.
K) Excavación prolijas de bloques y
edificios.
L) Reconocimiento de lugares y edificios con
el auxilio de fuentes documentales.
M) Obras tendientes a la conservación y
accesibilidad de los vestigios.
Como los materiales de
construcción generalmente empleados durante la colonia no eran muy durables, es
posible que los restos que logren hallarse no sean muy abundantes. Las casas de
habitación en un principio fueron ranchos de cañas con techos de paja, que poco
a poco fueron sustituyéndose por casas de “tapias” y techos de tejas. De tapias
se decía a las paredes de tierra apisonada húmeda entre formaletas de madera
convenientemente dispuestas. Ya a mediados del siglo XVI se habla de que las
casas se están construyendo todas de tapias con ayuda de una tierra blanquecina
que traen de los alrededores y que una
vez apisonada se vuelve muy resistente. En algunos edificios de importancia se usaron
la piedra y el ladrillo. Muchas de las casas tenían suelos de ladrillos de
barro. Y consta que a lo largo de
algunas calles se hicieron ataujías y obras de desagüe de alguna importancia.
De todo esto algo debe quedar bajo la tierra, como una flor marchita entre las
hojas de un libro. El uso de la piedra y el barro cocido en las construcciones
de nuestra primitiva capital constituye una carta de triunfo en el hallazgo de
sus reliquias. Hay que jugar a ella y emprender esta alucinante aventura que, de
alcanzar exitosos resultados, podría tener hondas repercusiones en el futuro de
nuestra vida nacional.
Someto esta consideraciones al
buen juicio y elevado espíritu de cooperación y trabajo de los altos personeros
de la Oficina de Geodesia, los que tal vez acojan mis sugerencias
favorablemente.
Managua,
Enero de 1962.
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*Publicado en: “Cuadernos
Universitarios”. Universidad Nacional de Nicaragua. No. 19. Año del
Sesquicentenario. Enero de 1962. Pp. 40 – 46.
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VUELO SOBRE PUERTO MOMOTOMBO
En avión C47 de la Geodesia
Piloto: Capitán Sánchez
Copiloto: Teniente Sánchez
Fotógrafo: Araica
Observador-Director: Eduardo Pérez-Valle
Fecha: 22 de Marzo de 1962.
Hora: de 9 a 10: 15 a.m.
Altura de vuelo: 3.000 pies
Escala: 1: 6.000
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Carta de la Universidad Nacional
De Armando Rizo Oyanguren a Eduardo Pérez-Valle
7 de Noviembre de 1966
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