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León, 19 de febrero de 1935 -- 7 de abril de 2020
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Lo primero en distinguirse frente a Don Carlos Mántica Abaúnza, era la inexistente mengua mental; la asociación neural lo mantenía atento en cada detalle de nuestra conversación, la que empezó luego de mi breve espera en una pequeña antesala. A los pocos minutos, tras el aviso, ingresé en aquel espacio donde él permanecía sentado frente a un escritorio con muchos fólderes y papeles sobre la cubierta. La descripción que resumiría aquel sencillo ambiente de trabajo, sería, la total ausencia de ostentación, el mobiliario básico, donde permanecía el recordado intelectual que por tradición familiar también bregaba en lo empresarial.
Cuando estábamos en el asunto
por el cual solicité verle, ocurrió una de las muestras relevantes de aquella
usual agudeza de este personaje, por cuyos imperecederos e incuestionables
méritos ciudadanos, permanecerá enclaustrado en la memoria colectiva; entre el cruce de ideas y opiniones, yo hacía
apuntes en mi libreta en donde al principio escribí los apellidos Mántica y
Abaúnza, éste último sin el acento, en ese instante don Carlos dejó el asiento y
traspasó la puerta de salida para indicarle algo a la secretaria, en cosa de
segundos miró anotado en mi libreta de apuntes, el apellido Abaúnza, y con
aquel estricto celo por el idioma y sobre
todo en el apellido materno, me dijo: —. “!Eeeh! Por favor, Eduardo, no olvides
el acento en Abaúnza”—. Denotó una leve sonrisa, correspondida con “descuide”
no quedará prosódico.
Sin pretenderlo, no
desaproveché el asunto principal de aquella animada conversación que manera
inevitable derivó en variados temas, de historia, arte, arqueología, ocurrió en
una pequeña área localizada en la costado noroeste del mismo edificio que aloja
al Supermercado La Colonia de Plaza España, oficinas donde él solía permanecer
en atención a sus quehaceres empresariales y en donde también funcionaba la
empresa de promoción cultural con sello nicaragüense “Mántica-Waid”, creada en
1996 por don Carlos y, dirigida con el talentoso apoyo técnico-administrativo
de sus hijos.
Al visitar el sitio Web de
“Mántica-Waid”, en ella publicitan: “Bienvenidos al mundo de la música
nicaragüense. ¡Aquí encontrará a los más grandes exponentes de nuestra música a
través del tiempo! Con los años, esa empresa consolidó el alcance cultural, con
la producción de variados artículos: DVD de corte nacional, libros, camisetas, entretenimiento
familiar, etc.”
Si no mal logro enhebrar los detalles de aquel
encuentro ocurrido hace veintidós años, fue inevitable conversar sobre la obra
mural del recordado maestro, Leoncio Sáenz, el vistoso Tianguis o mercado
indígena localizado dentro del Supermercado La Colonia. Valga decir que, don Carlos
Mántica Abaúnza mantuvo a través de los años, un genuino e incondicional apoyo
a favor de varios artistas plásticos.
En la década de los años noventa del siglo
pasado, Leoncio, con los años a cuestas, fue otra víctima de la improbidad
social. Estuvo cercado por dificultades económicas y de salud, salidos de esa
baraja atrapada en la mano aviesa del destino, no obstante, Sáenz encontró
algunos apoyos, entre los cuales siempre estuvo el mecenas de las artes, don Carlos Garzón
Bellanger y, por supuesto, no faltó la estatura intelectual y
humana de don Carlos Mántica Abaúnza.
Esa vez, Carlos Mántica, supo a través de mi
relato, cómo, en complicidad de mi esposa, le obsequiamos a Leoncio más de setenta bastidores entelados, y lo convencimos de retomar por primera vez, en más de
cuarenta años, ese tipo de superficie, no fue en vano, porque de ahí surgió la
primera exposición y única en esa recobrada técnica, auspiciada por la Galería
Epikentro. En esa conversación promoví un reencuentro entre Leoncio Sáenz y
Carlos Mántica, relacionada a la restauración del famoso mural. Nunca supe si
hubo acuerdo, porque el carácter de Leoncio, un gran amigo, siempre fue indescifrable.*
Entre don Carlos y el suscrito, la Arqueología
como ciencia fue otro de los temas de interés. El año anterior, la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua, en Managua, con
apoyo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), había iniciado por
primera vez en la historia de nuestra educación superior, la carrera en
Arqueología Social para graduar los primeros profesionales universitarios, tal
como sucedió cinco años después. Asimismo le participé sobre la iniciativa
emprendida por el suscrito para obtener recursos económicos y construir lo que
dos años más tarde fue la sede del CADI, acrónimo del Centro Arqueológico de
Documentación e Investigación-UNAN-Managua.
De esa animada conversación, derivó la propuesta
de don Carlos a fin de realizar una Exploración de Prospección Arqueológica en
Acoyapa, Chontales. Me explicó que cierta vez en México, en una venta de libros
de viejo, compró varias fotografías aéreas de esa zona, en donde podía
apreciarse una elevación desde el suelo con claros trazos o definición
cuadrangular, especie de pirámide truncada
Si aquello fuera comprobado, —dijo—, la historia
de la arquitectura monumental en base de la migración y poblamiento desde
México tendría un importante cambio,
tendría que ampliarse o reescribirse.
No prolongué más mí visita y convine con él otra
reunión, días después don Carlos Mántica Abaúnza recibió al doctor Ermengol
Gassiot Ballbé y la doctora Beatriz Palomar Puebla, catedráticos de la UAB,
Catedráticos y Coordinadores de los cinco años de estudios para obtener la
Primera Promoción de Arqueólogos nicaragüenses. Les mostró y facilitó las fotografías. En aquel
acuerdo, convinieron en que la Universidad daría todo el apoyo profesional para
emprender el viaje al sitio, localizado en tierra firme y cerca del
Archipiélago El Nancital, en el municipio de Acoyapa
Don Carlos, en ningún momento dudó en su aporte
incondicional. Gestionó y financió el viaje en un helicóptero militar, alquilado
a la Fuerza Aérea de Nicaragua. Ese vuelo
que sobrevoló de orilla a orilla, el Gran Lago de Nicaragua, transportó a los dos
Arqueólogos de nacionalidad española y cuatro alumnos de la Facultad de
Arqueología. Por supuesto, en esa exploración no podía faltar don Carlos Mántica
Una semana antes de encontrarnos en la base
aérea contiguo al Aeropuerto Internacional “Augusto C. Sandino, nos enteramos
del repentino fallecimiento, del hermano menor de don Carlos y don Felipe
Mántica Abaúnza. En ese momento pensé que por causa del infausto suceso, se
aplazaría la prospección arqueológica. Llamé a don Carlos para darle nuestras
condolencias, y para mayúscula sorpresa, me dijo que estuviéramos listos porque en la siguiente semana continuaríamos ļcon lo convenido. Todos quedamos
perplejos, pero así ocurrió. Con esa profunda convicción católica, cristiana, y
con el ánimo inquebrantable por la cultura y la ciencia, don Carlos ocupó sitio
en aquel helicóptero
En ese viaje, invitó al
escritor Pedro Xavier Solís Cuadra, nieto del poeta Pablo Antonio Cuadra, quien
llevó un fotorreportero del diario La Prensa, que por cierto, falleció a los
pocos meses después de aquella memorable investigación. Varios días después
vimos publicado el artículo.
Cumplimos los objetivos de la investigación científica. Ese mismo día, cuando la tarde estaba en retroceso, agotados por la caminata y el intenso calor del verano, en más de 38º C., regresamos a Managua. Aunque un tanto desilusionados, en el rostro de nuestro amigo y el resto de acompañantes, asomaba la satisfacción de la misión. Trazamos las coordenadas, la formación fue identificada como una estructura geológica, en ella no localizamos nada antrópico. Aunque en las partes más bajas de esa estructura natural, pudimos encontrar pequeños pedazos de piezas cerámicas precolombinas en superficie.
Ese era don Carlos Mántica Abaúnza, propulsor de emprendimientos culturales y científicos. Investigador, escritor, antropólogo cultural, lingüista, académico de la lengua. Cristiano de profunda convicción; un intelectual arraigado en la cultura nicaragüense. Hombre sincero, adamantino, de cuyo legado se levanta un gigantesco faro luminoso de profunda orientación, a la vista de las generaciones venideras. Ciudadano de acendrada vida familiar y ciudadana. No hubo camino escarpado, siempre supo llegar a la cima. ¡Descanse en Paz!
A este homenaje, introductorio, decidí agregar un excelente artículo-entrevista, biográfica, elaborado por la periodista Helena Ramos, en 1995. Al final de este homenaje, resolví agregar el emotivo artículo escrito por don Carlos; el adiós por la partida definitiva de don Pablo Antonio Cuadra, inigualable forjador, promotor y guía de incontables escritores, poetas, artistas plásticos, cientistas sociales, folcloristas.
* Gracias a mi esposa, supe que Leoncio Sáenz correspondió a la solicitud de Don Carlos Mántica A. El Maestro subió a los andamios y puso manos en su magnífica obra mural.
CARLOS MÁNTICA:
“CRISTO TRANSFORMÓ MI VIDA”. Por: Helena Ramos. En: El País. Año III, No. 32. Nicaragua. Junio
1995.
** Entrevistó a Salomón de la Selva , Alfonso Cortés y al
lugarteniente de Sandino.
** Cortés creía que José Santos Chocano no había muerto,
“porque él no anda haciendo esas cosas”.
Carlos Mántica, al lado de sus hijas Carmen
Margarita de Icaza y Miriam de Chamorro. Atrás su nieta Amalia Alejandra y con los brazos abiertos, María Daniela.
Carlos Mántica Abaúnza es una persona imposible de
caracterizar con un solo epíteto. Sus actividades son tan multifacéticas que
cuesta decidir cuál ha sido la más importante; él ha logrado en su labor un
delicadísimo equilibrio entre diversos intereses que a menudo parecen
incompatible. Es un empresario exitoso, un mecenas inteligente y fraternal, un
lingüista intuitivo, un historiador incansable, un musicólogo devoto… Pero si
la lista la compusiera Carlos Mántica en persona, estoy segura que comenzaría
con las palabras: “un cristiano sincero”.
En su oficina reina un desorden bien organizado; nada
de lujo. En la blanca y desnuda pared, se destaca un crucifijo con un Cristo rústico
y doliente. Nos fue difícil hacer la entrevista en paz, porque a cada rato a
don Chale lo buscaban personas que necesitaban solucionar los más diversos
problemas: desde obtener una consulta sobre tal o cual asunto del supermercado
hasta resolver el “clavo” de un cepillo dental eléctrico que se le extravió a
su nieto, y éste reclamaba sin
misericordia alguna que el abuelo le consiga otro… Carlos Mántica soportó ese
ajetreo con una paciencia franciscana, y la expresión, y la expresión más
categórica de disgusto que escuché de él, fue apenas un “caray!”
Definitivamente, es un hombre de gran ponderación.
Conversamos durante un largo rato, tratando de
abordar, por lo menos, los tópicos principales de las experiencias de Chale
Mántica, más sinembargo, todavía quedó mucha tinta en el tintero…
HISTORIA Y POLÍTICA
Como tantos intelectuales, Carlos Mántica dejó el
ombligo en León. Nació el 19 de febrero de 1935. a media cuadra de la iglesia La Recolección , donde las
paredes, las aceras y el aire mismo están impregnados de historia, con todo su
hechizo y dolor… Tal vez, a nivel inconsciente León, “ciudad de poetas y de fantasmas”, indujo posteriormente a
Carlos Mántica a las investigaciones artísticas, a pesar de que él no había
crecido en la cultivada y queda metrópoli, porque cuando tenía unos cuatro años
de edad, su familia se trasladó a Managua.
Principió la primaria en el Pedagógico, pero “con los
sucesos del 44, salieron al exilio muchos de mi familia, iniciadores del
Partido Liberal Independiente; estuvimos dos años en Costa Rica. Mi padre
Felipe Mántica Berio se exilió junto con el general Carlos Pasos, quien lanzó
la candidatura de Enoc Aguado y fue el “hombre fuerte” detrás de su figura. Al
regreso, entré al Colegio Centroamérica de Granada, donde me bachilleré. Ese
período fue muy importante en el proceso de estar descubriendo Nicaragua, sobre
todo en la literatura y arqueología, porque las inmediaciones del colegio era
un cementerio indígena, donde recogíamos piezas arqueológicas”.
Continuó sus estudios en la Universidad de
Georgetown, de Washington, graduándose como administrador de empresas. “Como
les sucede a muchos nicaragüenses, descubrí a Nicaragua hasta que no la tenía. Estando en la universidad y
añorando la patria, comenzamos a interesarnos por ella mucho más. Yo pasaba
largas hora en la biblioteca del Congreso estudiando temas nicaragüenses, a mí
me entusiasmaron el folclor y la lingüística, mientras mi hermano Felipe se
interesó en los piratas y en Walker”.
¿LOS MANUSCRITOS NO ARDEN?
“En esa época empezamos a forma nuestra propia
biblioteca que iba a convertirse, quizás, en la principal colección de temas nacionales
en el país. Cuando recién graduados inauguramos en 1956 el primer supermercado,
pensamos que Nicaragua siempre ha padecido de bibliotecas y creamos un salón de
estudios para los investigadores”. De este santuario del saber surgieron dos
tomos de la Historia
de Nicaragua de José Coronel Urtecho, allí hizo sus primeros pinitos Alejandro
Bolaños, con aquellos materiales fueron escritos libros sobre Alfonso Cortés,
Manolo Cuadra y muchos otros temas.
La biblioteca fue quemada quince días después del terremoto
del 72. “Alguien mandó a pegarle fuego. Alguna vez nos dijeron el nombre del
incendiario, pero él lo había hecho por órdenes superiores. La razón ha sido
cierta obsesión de Somoza Debayle contra nosotros. Yo no sabría explicarla,
porque no teníamos militancia política abierta, pero Somoza había jurado que
“los Mántica no iban a levantar cabeza”. Allí se perdieron muchos manuscritos,
todas mis entrevistas con Juan Ferreti y Agustín Sánchez, sobre la vida en el
campamento sandinista, y con Salomón de la Selva sobre la estadía de Sandino en México… Allí
se conservaba el trozo de la vestimenta que Sandino llevaba puesta el día
cuando lo mataron, un reloj “Ingersol” que dicen que pertenecía a Rubén…”.
“Se quemó una colección de billetes del siglo pasado y
de mapas antiguos de Nicaragua, colecciones de fotografías, libros sobre el
proyecto del canal de Nicaragua, varias cartas de Rubén, verdaderos incunables
de primeras ediciones darianas, también algunos libros que hubieran
desaparecido, a no ser que poco antes los publicamos por nuestra cuenta, como
la separata con el libro “Palabras evangelizadas” de Azarías H. Pallais, porque
nadie lo conocía, recuerdo que al leerla por primera vez Pablo Antonio Cuadra
me dijo: “Pero ¿Qué es esta maravilla?” Era una biblioteca muy completa”.
Erwin Krüger,
autor de “Barrio de Pescadores”, Tito Castillo, Carlos Mántica, padre Francisco
Campos, Eduardo Bunning, fundador seglar de los Cursillos de Cristiandad, José
Medina Cuadra y don Antonio Lacayo Oyanguren
“CANTARES NICARAGÜENSES”
A partir de los años 50 los Mántica iniciaron el
Instituto Nicaragüense Indigenista con el padre Manuel Pérez Alonso y otros
intelectuales fundaron el Instituto Histórico Centroamericano; Carlos Mántica
ha sido uno de los iniciadores del Instituto Pro Arte Rubén Darío que construyó
el Teatro Nacional.
“Era un época de gran actividad intelectual. En los
años 60 el pintor Rodrigo Peñalba me invitó ingresar a La Asociación de
Escritores y Artistas Americanos, cuya membrecía rechazaba tanto el padre
Azarías…” En aquel entonces, colaboró con la divulgación de diversos autores
nacionales; en la lista figuran, entre otros, los eternos antagonistas quienes,
igual que las líneas paralelas, se van a cruzar algún día en la infinidad:
Carlos Martínez Rivas y Ernesto Cardenal.
“En fin, queríamos conocer y divulgar todo lo que era nicaragüense.
Mi amistad personal con Erwin Krüger acentúo este amor por la canción nica, en
el año 69 o 70 realizamos el I Festival Folclórico Nicaragüense, en ocasión de la Feria Ganadera , con más de 150
artistas participando. En todas estas “malas andanzas” establecí mucha amistad
con los principales compositores de Nicaragua. Así fue ampliándose el círculo
que luego narro en el prólogo de “Cantares nicaragüenses”, donde se fue
juntando lo que había nacido de manera dispersa, hasta forma un muestrario
interesante en el campo de la música y el folclor”.
“Mientras realizaba el trabajo, mi primera sorpresa
era darme cuenta de que, a pesar de de los pesares, estos cantos todavía están
muy vivos y vigentes, una gran parte de ellos yo los oí cuando era niño. Ahora
se encuentran en peligro, pero todavía podemos salvarlos. La mayor de las
sorpresas ha sido la riqueza, 220 canciones; en la medida de que continuemos la
investigación, el número puede subir hasta 300” .
Chale Mántica no considera que su aporte a la historia
del arte fuese algo extraordinario, pero si destaca el empeño: “Cuando uno
comienza a hacer este trabajo cuando tiene quince años y llega a los sesenta,
se le acumula bastante…”
EMPRENDEDORES
Tampoco se puede obviar la contribución de los Mántica
al desarrollo empresarial: han fundado fábricas de embutidos, enlatados,
radios, objetos de poliuretano, cosméticos… Sin embargo, su negocio más
conocido es la cadena de supermercados La Colonia.
“Abrimos el primer supermercado, el de Montoya, a
finales del 56. Se llamó La
Colonia , porque mi papá había construido la Colonia Mántica y se suponía
que íbamos a abastecer a esta zona. Resultó ser un negocio bastante bien hecho
y poco tiempo después inauguramos el de Centroamérica, luego el Central, los de
León y Chinandega, Las Brisas, Plaza España, dos en Honduras… Ha sido una labor
tenaz, porque nos han saqueado veintiún establecimientos, entre bodegas,
almacenes y supermercados”.
Después de la década sandinista, quedaron con el único
edificio, el de la Plaza España ,
y ahora manejan cinco. “Nunca quisimos esperar que vengan buenos tiempos sino
decidimos alzar el vuelo con los tiempos que tenemos”.
Además de ser un prominente empresario, Carlos Mántica
es conocido por su activa devoción católica.
EXPERIENCIA MÍSTICA
“Recibí una educación religiosa, como todos los
chavalos de mi generación; yo era una persona, quizás, recta, pero al fin de
cuentas, un poco practicón. Viví la auténtica experiencia religiosa en agosto
de 1965, durante un cursillo de cristiandad. Tuve un encuentro personal con
Cristo, y eso transformó mi vida”.
“Como resultado, construimos 69 viviendas para los
trabajadores y establecimos la prestación educativa para todo el personal, así
que varios muchachos se graduaron en la universidad; además teníamos la
prestación de pagar el colegio para todos los hijos de nuestros empleados.
Siempre hemos mantenido los mejores sueldos de Nicaragua, muchos de ellos con
participación de utilidades. El salario mínimo en los supermercados anda por
mil 300 córdobas. Uno tiene que ser cristiano en el lugar donde está, hacer la
parcela que le toca”.
Lástima que no a todos los empresarios les aparece
Cristo. Nuestro Señor, sería una solución ideal para todos los conflictos
salariales.
Lejos de opinar que la fe es un asunto estrictamente
privado, Carlos Mántica está convencido que la evangelización es un deber
cristiano. “Cada vez que hay oportunidad de hacerlo y las circunstancias lo
permiten, no tengo ningún reparo en decir que Cristo para mí es lo más
importante. Estoy consciente del peligro de que, en vez de ser usados por
Cristo, comencemos a usarlo para nuestros propios fines. Es un gran problema de
los partidos cristianos, porque muy fácilmente pueden agarrar a Cristo como
bandera, y no creo que eso le caiga muy en gracia. Por eso me abstuve de
iniciar movimientos políticos con la etiqueta cristiana”.
Pablo Mántica,
don Felipe Mántica Berio, Margarita Abaúnza de Mántica, Felipe y Carlos Mántica
Abaúnza
CIUDAD DE DIOS
“En 1973 fui llamado para iniciar en Nicaragua la
renovación carismática, luego me retiré, pero sigo colaborando con el
movimiento. Después, el Señor me llamó a otra cosa y desde 1977 estoy en una
comunidad que se conoce como Ciudad de Dios y tiene grupos en cuarenta países.
He sido su Presidente mundial y ahora lo soy a nivel regional. Allí ando yo,
done El me manda”.
“A veces, la gente tiende a confundir la privado con
lo secreto. Por ejemplo, yo no me voy a meter en una reunión del sindicato de
choferes o de médicos, porque es un asunto privado, pero esto no lo convierte
en algo secreto. Ciudad de Dios es una asociación privada de fieles autorizada
en 1984 por decreto del Cardenal Obando y o, donde puede ingresar –y de hecho,
ingresa--- cualquier persona cristiana”.
“Somos aproximadamente mil. No existe ningún requisito
especial para afiliarse. Tratamos de servir a toda la familia, hay programas
para niños, adolescentes y adultos. No
nos interesamos únicamente por el bienestar espiritual sino también por el
material; entre nosotros nadie está sin trabajo ni sufre hambre o por falta de
una medicina, porque todos nos ayudamos mutualmente”.
“Como autoridad, existe el Consejo Coordinador, yo soy
el Coordinador principal, los demás normes no creo que sean muy conocidos.
Bayardo Reyes, Wilfredo Martínez, David Pereira, Jimmy Bolaños, Neri Morales,
Julio Flores… Uno es maestro mecánico, otro, técnico en refrigeración, otro,
cafetalero… No hay, por así decirlo, personajes”.
Considera que la primera transformación que se debe
lograr es la interior, que no se produce mediante revoluciones, Constituciones,
leyes o decretos. Sin restarle importancia a la política, prefiere mantenerse
al margen, calificando su participación en esta área como “ínfima”. Sin
embargo, durante tres años tomó parte en la elaboración clandestina del Plan
Azul y Blanco –“trabajábamos en equipo, seis personas fijas, otras seis
flotantes”—y luego fue uno de los ocho asesores de la futura Presidenta durante
la campaña electoral, “creyendo entonces que Violeta era la respuesta”. Ella le
ofreció la cartera del Ministerio de Educación, pero Chale Mántica la declinó
de antemano. Después, doña Violeta Barrios de Chamorro lo nombró encargado de
asuntos religiosos de la
Presidencia , un puesto que luego ambos olvidaron, por “no
hubo necesidad de éste”.
No pretende organizar una cruzada en defensa de sus
criterios: “El cristiano tiene que mantener sus principios bien claros, pero no
debe pretender imponerlos en contra de la conciencia y la voluntad de cada
quien”.
Respecto a que si en su vida familiar pudo combinar
sus ideales con las realidades, expresa que allí debería opinar su esposa…
“Nuestra familia es muy unida, tengo cuatro hijos, pero luego también cargué
con los de mi hermano del alma Tino López Guerra, Tinito y Socorro. Nunca los
adopté legalmente, creo que deben sentirse muy orgullosos de su apellido”:
GRANDES AMISTADES
“Tino no era de mi generación y creció casi como
hermano de José Mántica, hasta el punto de vivir casi toda su vida en el
almacén Casa Mántica, donde mi papá le había dado un cuarto. Fui su amigo desde
niño, recuerdo los viajes que hacíamos a México, parrandeamos juntos, conocí
por medio de él a Pedro Vargas y Agustín Lara, de quien conservo dos canciones
que nunca llegaron a publicarse, por ser demasiada erótica…”.
El Indio
Pantaleón, Gabry Rivas, Olga Dawson y el compositor Tino López Guerra
“Resulta que en la despedida de soltero de Tino, Erwin
Krüger se sentó a mi lado y Tino me lo presentó. Yo había recogido en acetato
las últimas grabaciones del Trío Monimbó, y me propuse revivirlo. En ese
esfuerzo, que le grabé doce canciones, Erwin y yo llegamos a ser íntimos
amigo”.
“A su vez, a través de él conocí a Carlos Mejía; nació
el grupo en la casa de César Ramírez y en la mía, éramos unas treinta personas
que nos reuníamos todos lo jueves a compartir folclor, composiciones y poemas y
a cocinar platos de carne de monte”.
De los hijos de don Chale, únicamente Carlos Mántica
Junior (sic) heredó el interés de su padre por la música, “salió medio artista,
ya sacó varios discos, canta bastante bien y toca los instrumentos habidos y
por haber. Ha hecho algunos pinitos en el campo de la lingüística, tiene
inquietudes, pero está demasiado chavalo”. Al parecer, para los padres, los
hijos siempre siguen siendo niños…
“EL GÜEGÜENSE”
Tal vez, la veta principal de la polifacética vocación
cultural de Carlos Mántica es la lingüística, sien él autor de varias
publicaciones sobre la toponimia nicaragüense y nahua, estableciéndose gracias
a este interés una profunda amistad y una larga correspondencia con Alejandro
Dávila Bolaños.
En aquellos tiempos, grabando folclor en todos los
pueblos con una grabadora de alambre, conoció a “El Güegüense” y quedó
asombrado, hasta el grado de traducir la pieza y así hacerla accesible para los
lectores. Actualmente está planeando una nueva versión, perfeccionada y
profundizada. “Es la primera obra de teatro de protesta. Que yo sepa,
representa algo único en la literatura universal: un fulano jugando con dos
lenguas para crear el doble sentido. Por ejemplo dice: “piloto de altura”,
“repicador de campanas”, “hacedor de arados”, todas éstas son profesiones muy
honorables, pero en náhuatl estas palabras significan “recogedor de basura”,
“cornudo”; “adúltero” y toda una serie de insultos. Hay 20 o 25 casos de doble
sentido”.
Aún siendo “El Güegüense” una creación colectiva,
Chale Mántica opina que “el autor principal era una persona muy culta y capaz:
dominaba de maravilla el castellano y el náhuatl, pero además, tenía dones de
músico y coreógrafo”. Sostiene la
hipótesis que era un sacerdote de origen vasco. “Una doctora que llegó de
España me dijo que las únicas palabras del texto que no ha logrado traducir son
una expresión vascuence, que en el argot de los buhoneros significa “trato
hecho”.
ENTREVISTÓ AL POETA ALFONSO CORTÉS
El nombre de Chale Mántica también está vinculado, de
una u otra manera, con las biografías de varios poetas nicaragüenses, entre
ellos el trágico Alfonso Cortés. “Resulta que mi amigo Erwin Krüger era
contador del manicomio, donde veía continuamente a Alfonso. Además, una
secretaria o una enfermera se enamoró de Erwin, entonces, ella recogía los
manuscritos de Alfonso y se los regalaba. Erwin, a su vez, me los regalaba a
mí. Luego, se quemaron en el incendio de nuestra biblioteca”:
“Empecé a visitar a Alfonso, fue muy difícil mantener
una conversación, él sentía muchos temores. Recuerdo, por ejemplo, que le llevé
uno de sus libros y al extenderle la pluma, para que me lo autografiara, él
retrocedió horrorizado. Finalmente, se tranquilizó y me firmó el libro
“Leocadio A. Cortés”. Fue imposible conseguir datos de su biografía, muchas veces
él sólo contestaba “puede ser” o “algo así”. Cuando le preguntamos sí la
“angélica diana de “Un detalle” era Diana Ortiz, dijo “puede ser”.
“Una vez, mencionamos el nombre de José Santos
Chocano. Alfonso dijo: “Yo lo conocí” y empezó hablar de él en presente. “Pero
don Alfonso, Chocano ya murió”. “No puede ser ---replicó—Chocano es un hombre
muy serio, él no anda haciendo estas cosas”.
“Conservo una entrevista con Alfonso de casi dos
horas, la hicimos Ernesto Cardenal y yo, unos quince días después de que él
había salido del manicomio y se trasladó a su casa en León. Sus hermanas
estaban presentes, eso lo tranquilizó mucho y pudimos entrevistarlo, pero siempre
fue una conversación muy quebrada y difícil. En él no se daba una distinción
del tiempo, como si todos los tiempos estuviesen en el presente”.
El amor de Carlos Mántica por las letras se expresa no
solamente en el interés por los artistas sino también en el tesón por divulgar
su obra, convertirla en patrimonio de toda Nicaragua. Actualmente está
participando en la formación de una fundación sin afán de lucro que va a
publicar una colección de autores nicaragüenses”. En los próximos meses verán
la luz seis primeros tomos, breviarios de obras de referencia de bajo costo
destinados a los estudiantes.
BIÓGRAFO DE SANDINO
Otra de sus pasiones, de matiz más histórico y ético
que político, es la biografía de Augusto César Sandino, a quien Carlos Mántica
descubrió durante la adolescencia y se sintió atraído por su gesta y enigma.
“Entre a la universidad a los 16 años de edad, y ya
para entonces, las dos grandes figuras de Nicaragua eran Darío y Sandino. Este
último era un personaje sumamente controversial, y lo sigue siendo. Para unos, era un
bandolero, y para otros, un gran patriota. Me llamó la atención, por ejemplo,
el telegrama del Mahatma Gandhi, publicado en “El Imparcial” de Guatemala,
felicitando a Sandino cuando el desarme. En esos días, llegó a los Estados
Unidos, enfermo de muerte, Agustín Sánchez Salinas, un hombre culto que había
estudiado en París y luego, había militado con Sandino. Tuve la oportunidad de
pasar meses entrevistándolo sobre la vida del campamento. Su testimonio me
convenció de la sinceridad de Sandino.
“Me interesó su correspondencia que se publicó en “El
verdadero Sandino o el calvario de Las Segovias”, en cuya recopilación tuvo
algo que ver mi abuelo el general Gustavo Abaunza. En San Francisco pude
conversar con un señor que fungía como secretario durante la recopilación*, y
me mostró dos falsificaciones en la correspondencia, en una frase le agregaron
“estos jodidos”, en realidad Sandino nunca usaba tal expresión, él decía “estos
chingados”, por la influencia del lenguaje mexicano”.
“Me empezó a entusiasmar la imagen de alguien que
inspiró a los intelectuales del mundo entero y estuvo rodeado de mucha gente de
valía, aunque también tiene en su historia episodios muy negros, igual que el
otro lado”.
(*¿Domingo Ibarra? Nota del Dr. EPV)
LAS FOTOGRAFÍAS
“Pude conocer a Juan Ferreti, el lugarteniente de
Sandino, que escapó la noche del asesinato, salió a comprar cigarros y por eso
se salvó. Luego él me contó cómo se voló la barda en la parte trasera de la
casa de Sofonías Salvatierra, cómo vio llegar el auto del cónsul americano…
Cuando llegue a California donde él residía, lo encontré en estando de
subsidio, porque le había caído en la cabeza una enorme caja y quedó muy delicado de salud. Durante quince
días lo único que hacíamos era grabar la entrevista sobre la vida del
campamento. Luego, tuve la oportunidad de cotejar el relato de Ferreti con el
de Agustín Sánchez, que es tío segundo mío, y me di cuenta que todo era real.
Una vez Sandino casi lo mata a Agustín, le puso la pistola en la frente, por
haber sacado a doña Blanca a bailar un Charleston, con una victrola que había
en el campamento”.
“En esta investigaciones mías de Sandino visité
México, estuve hablando un día entero con el poeta Salomón de la Selva , quien me regaló un
ejemplar del libro de Emilio Portes Gil, el Presidente de México, “Veinte años
de política mexicana”, donde narra toda la estadía de Sandino en México y los
esfuerzos del gobierno para sacarlo del país.
También me dio datos sobre el ingreso de Sandino en la
logia masónica de Mérida de Yucatán. Después, analizando su firma, vi los tres
puntos que lo identifican como masón”.
Augusto C. Sandino, en
una foto inédita, bailando con Sócrates Sandino en México, años veinte
“Un día me llamó Ernesto Mejía Sánchez y dijo: “Me he
encontrado un guaca” Se trataba de un viejito que había trabajado como
fotógrafo de “El Excélsior” le habían encomendado cubrir toda la estadía de
Sandino en el país. Ya retirado, el viejito había abierto una tienda de
fotografías viejas. Total, compré como 18 fotografías, desde el aterrizaje de
Sandino en una avioneta, donde están Sócrates
y los miembros del Partido Comunista con la hoz y el martillo… Salomón
de la Selva me
confirmó que Sandino tuvo un disgusto muy serio con su hermano, porque nunca
fue comunista y sintió que lo estaban usando”.
“En aquellos días asesinaron a Somoza, pedí a Mejía
Sánchez que guardara las fotografías, porque no quería arriesgarme llevándolas
a Nicaragua. En el ínterin, él las regaló a don Ramón Romero, quien sacó un
libro sobre Sandino, con todas la fotos, pero conservo otras que me regaló el
primo segundo de Sandino que era bodeguero del súper, Enrique Alvarado Sandino.
En una de ellas, hasta le fecha inédita, Sandino aparece bailando con su hermano
Sócrates”.
PRESIONES DE SOMOZA
“Levanté en microfilme toda la bibliografía sobre
Sandino, tuve la dicha que el poeta hondureños Rafael Heliodoro Valle me regaló
todo lo que él había recogido sobre el tema, también preparé la bibliografía de
la documentación que existía al respecto en la biblioteca del Congreso. Lo
entregué todo al doctor Manuel Pérez Alonso, para poder publicer el libro de la
bibliografía de Sandino. En 1977 la Seguridad del Estado llegó al supermercado
preguntando por esta información, no sé cómo se enteraron. Esta presión impidió
que se publicar el archivo de Sandino, calculábamos que saldrían unos cinco
volúmenes, íbamos a recoger todo lo que tenía sobre Sandino la biblioteca del
Congreso en periódicos y revistas, sin incluir los libros. Teníamos la crónica
día a día de todos los combates, porque “The New York Times” publicaba al menos
un trocito chiquito, una columna fija sobre la guerra de Nicaragua. Después de la Revolución , todo este
material fue superado, estaban mejor documentados que yo y ya no pude publicar
nada sobre el tema”.
A pesar de esa desinteresada vocación sandinista de
don Chale, él tuvo muchos problemas durante el Gobierno de FSLN y ha sido
objeto de un tratamiento que no puede calificarse de preferencial. Con su característico
interés por la historia y el arte, los Mántica adornaron el supermercado de
Plaza España con portentosos murales pintados por Leoncio Sáenz que
representaban las cocinas prehispánica y colonial. A pesar de que no han sido
destruidos por los terremotos ni por los incendios, actualmente es casi
imposible ver la monumental obra tal y como estaba concebida. Una anécdota muy
triste, por cierto.
LOS MURALES
“Aproximadamente en 1982 recibimos una carta de Sergio
Ramírez, donde nos pedía prestar los murales para la inauguración del Olof
Palme. Accedimos con mucha pena, porque estos murales son únicos en Nicaragua.
Pasaron los meses, los años… Tenemos en el archivo nuestras cartas preguntando
a Sergio qué pasó con los murales. Dos años después, recibimos una respuesta
muy escueta: “Sírvanse a retirar en la Diplotienda la suma de 30 mil dólares en
mercadería”. Ya que era obvio que no iban a devolver los murales, nos
resignamos, pero fue una manera un poco deshonesta de comprar; sin embargo, el
punto es que estos murales se hicieron para que la gente los viera. Ahora están
en el Olof Palme, pedaceados, sin que uno pueda apreciar su composición total”.
“Voy a dirigirle a doña Violeta una carta solicitando
que yo pueda volver a adquirir los murales, y si quieren que sea patrimonio
nacional, perfecto, pero en vez de que los vean cien personas, que se vuelvan a
exponer en su lugar de origen, donde los pueden ver cuatro mil personas diario.
Creo que los nicaragüenses tenemos derechos a contemplar la obra de uno de sus
mejores muralistas”.
. ───── Ω Ω Ω ─────
CARTA A PABLO ANTONIO CUADRA. Por: Carlos
Mántica Cuadra. En: La Prensa, sábado 5 de enero del 2002. Pág. 10-A.
Enero 2, 2002
“La noche ya está llena de gallos...y con sus preguntas va
naciendo el alba”
Hace apenas dos
días, el último día del 2001, mientras leía por enésima vez una vieja edición
de tu libro El Nicaragüense, me recordaba a mí mismo que me agradaría mucho y
que tenía pendiente escribirte una carta, con la esperanza de entregártela
personalmente en tu lecho de enfermo...
El Señor no lo
quiso así, y ahora escribo estas líneas escuchando en la radio la noticia de tu
muerte. Una enorme pérdida para Nicaragua, dicen. Un gran
poeta...escritor...artista...filósofo, un visionario...
¡Cuántas cosas
se podrían decir de vos, Pablo Antonio! ¡Y cómo tocaste las vidas de tantos que
ahora lloran tu partida!
Para mí, sin
embargo, aparte de lo que puedan decir de vos los poetas y literatos,
periodistas y otros eruditos, lo más importante es que eres y seguirás siendo
la CONCIENCIA, el pensamiento de nuestra tierra, de nuestra Nicaragüita, como
cariñosamente la llama Carlos Mejía.
Vos nos
enseñastes a amarla... a conocerla...vos nos dijistes las verdades, nuestras
verdades, que nadie más decía. Te adrentastes hasta lo más íntimo de nuestra
nicaraguanidad y desglosaste el alma misma de nuestro ser itinerante,
errabundo, yoquepierdista y guatusero. Descubriste a nuestro Güegüense
interior, y nos lo devolviste como si estuviéramos frente a un espejo.
Más que eso:
Hiciste de tu vida misma una jornada de enseñanza sobre el ser nicaragüense. Te
convertiste en nuestra conciencia misma. Me comentaba alguien de cuánto, en los
años recientes, le hacían falta tus ESCRITOS A MÁQUINA. Así fuiste formando, a
través de tus escritos y de tu vida misma, de tu ejemplo, a toda una generación
de compatriotas. Porque fuiste faro y luz para un pueblo perdido, inquieto y
ávido de guía.
No como poeta, o
pintor, o crítico de arte. No como escritor o literato o miembro de la Real
Academia. Sino como humano. Como maestro, como evangelizador laico, dispersor
de valores. Por compartir con nosotros tu vida misma.
Por enseñarnos a
través de tus propios aciertos y errores humanos. Por pintarnos una y otra vez en el lienzo de lo cotidiano,
de lo esencial de nuestro ser. Por enseñarnos a enorgullecernos de quiénes
somos.
Ahora que el
Maestro de Maestros te ha llamado a su lado, dejas a una Nicaragua ávida de
identidad de paz y de justicia.
Sabemos que ese
legado de cariño, de humildad y sencillez, de amor a lo nuestro en toda su
expresión que nos dejas, logrará que día a día vaya germinando y creciendo esa
semillita de orgullo en la tierra fértil de nuestro corazón.
Esa semillita
que todos los nicas hemos llevado dentro por tanto tiempo, relegada por los
tiempos y los acontecimientos de nuestra historia.
Ojalá que esta
tierra que ahora te abraza y te recibe, nos hable y nos recuerde cada día de
tus enseñanzas y que te veamos en cada atardecer en nuestros lagos, en cada
paraje de nuestra tierra, en cada hermano nicaragüense. Que ahora cada uno de
nosotros seamos portadores de tu estandarte de luz, de civilismo, de humildad,
de Cristianismo, de paz y de hermandad.
Esta noche, como
Piolín, los gallos cantan su “Dónde estaraaaa...” Y Nicaragua entera contesta a
una sola voz. Porque estás en cada uno de nosotros.
Descansa
Maestro, que ahora nos toca a nosotros: ¡Nicaragua vela por vos!
Tu “Pájaro Loco”
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