EL RUBÉN DE MIS RECUERDOS.
Por:
Santiago Argüello.
El Doctor Santiago Argüello unía a sus altos literarios la vocación del Maestro. Fue varias veces Director de Colegios Nacionales del Instituto Nacional de León, del Instituto Nacional de Managua y fuera de la República también desempeñó cátedras de literatura, siempre con la dulce Palabra del maestro a flor de labios, difundiendo o esparciendo la luz en sus alumnos. Sus conferencias fueron siempre inspiradas y felices y de alta trascendencia educativa. Falleció ejerciendo las altas funciones de Ministro de Educación Pública de la República de Nicaragua, en el año 1939
Taciturno, el poeta andaba casi siempre
lejos de los grupos bullangueros, con su paso albacial, con el que más que
caminar parecía que bogaba en la tierra. Sus ojos, ente los párpados medio
cerrados, daban la expresión de errabundez, de ausencia en la mirada, de
paisajes extrapupilares.
A
Rubén más bien podía llamársele un inofensivo. No hay en su haber un daño en
honra ajena. Ninguna doncellez clamó venganza al paso del poeta. Yo estoy en el
secreto. Lo conocí de cerca. Ahondé en su espíritu y escarbé en sus costumbres.
Era inocente como niño; y hasta su vivio, el vivio doloroso que amarga el
paladar y sobre todo la conciencia, era el de un infante a quien fuera
arrastrando una corriente en declive, y que, al ahogarse, espantárase con
candor infantil pero sin acritudes para nadie. En su crepúsculo otoñal dijo: Yo supe
del dolor desde mi infancia. Mi
juventud…fue juventud la mía? Sus rosas
aún me dejan la fragancia.Una
fragancia de melancolía…
Potro sin
freno se lanzó mi instinto. Mi
juventud montó potro sin freno; Iba embriagada
y con puñal al cinto; Si no
cayó, fue porque Dios es bueno. En medio de
todo, Rubén fue candoroso. ¡Niño! ¡Niño en su niñez, niño en la virilidad y
niño hasta la muerte!
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