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Liminar, por EPV h.:
En el capítulo intitulado “La UNAP y su manifiesto”,
localizado en el libro “El bienamado de Washington: Tacho Somoza (1896-1956)",
elaborado por el Dr. Jorge Eduardo Arellano, segunda edición, febrero, 2019,
puede leerse el siguiente párrafo: “Inscrito en el anticomunismo militante,
habría surgido en Managua un efímero movimiento político: la UNAP… Integrado
principalmente por jóvenes de extracción conservadora, tendía a la creación de un
partido socialdemócrata o socialcristiano.”
En la reconstrucción de historias existe mucho purgatorio; hacia
abajo conducen los peldaños de equívocos puntillosos, porque no pocas veces, uno o
varios documentos tomados como fuentes históricas pueden conducir a conclusiones parciales o
erráticas, las que mal entendidas o parcializadas pueden trastocar la verdad
esencial.
Este tipo de caso puede identificarse en lo concerniente a
la Unión Nacional Opositora, popularizada como UNAP., la cual constituyó una organización política de
composición heterogénea que intentó tener presencia en el escenario político
contrapuesto a los partidos políticos turiferarios del somocismo.
La UNAP surgió a finales de la primera mitad del siglo XX. De
militancia heterogénea, al fundarse tuvo la aquiescencia de personajes de ideologías
disímiles. Apostaba a la lucha partidaria contra la rapacidad y el crimen de la
dictadura somocista.
Sin embargo, ese problema de conciencia, tuvo diversas
indisposiciones. Subyacía la disociación, con origen en el contenido taxativo
de la proclama fundacional y la diferente adherencia ideológica de no pocos
miembros suscriptores de ese documento, que por cierto, no fueron veinticinco
—como se afirma y repite— los firmantes
de aquel manifiesto, como fue publicado en campo pagado al diario La Prensa del
13 de octubre de 1949. (JEA, ob. cit. pág. 180).
Era previsible que esa heterogeneidad de ideas propiciara la
escisión de los miembros atávicos, de ideología conservadora y liberal, poniéndolos
de regreso con la mirada hacia el tinglado prebendario de las paralelas históricas. El
anquilosamiento de la UNAP surgió en razón del tipo de organización emprendida,
una especie de entrelazado o hilandería de ideologías en donde no faltaron proclamas
en las que también, más de algún ciudadano desde otro ángulo creyó mirar, de manera encubierta, la hoz y el
martillo.
Muchos análisis sobre la UNAP., originados en documentos
referidos sólo a una parte de su historia, carecen de esa exactitud que sólo
puede provenir de un examen más amplio. Al paso de casi una década de fundada y
a continuación extinta, la organización fue encasillada como de exclusiva
tendencia pequeñoburguesa; no obstante, en cuanto a pensamiento ideológico en
aquella heterogeneidad de miembros podría decirse que se rompió el molde.
Setenta y cuatro ciudadanos y no veinticinco, firmaron el Acta de Fundación de UNAP. Así lo respalda el documento conservado en nuestro archivo histórico, la Primera Acta de una serie elaborada por varios años, en donde los Secretarios fueron dos recordados personajes, Reynaldo A. Téfel Vélez y Rafael Córdova Rivas. Con este artículo publicaremos todas las Actas de esa época, al menos, las que están entre nuestros documentos históricos.
Entre los fundadores destacan varios exalumnos y dirigentes
universitarios de la clausurada Universidad Central de Nicaragua.
Aquella palanca de primer género, multiplicó la fuerza con el concurso de jóvenes fogueados en la lucha ideológica antisomocista, entre ellos: Rafael Córdova Rivas, Reinaldo Antonio Téfel, Francisco Frixione, Julio Miranda Cortés, Uriel Sotomayor, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Eduardo Pérez-Valle; siendo Pedro Joaquín el único que empezó estudios en 1942 y culminó en la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por otra parte, también hubo destacados periodistas: Gustavo Adolfo Ortega, director y redactor de la Revista Literaria “Orbe”; Manolo Cuadra Vega, escritor, columnista; Agustín Fuentes. El artista, publicista y caricaturista, Toño López, y otros.
Aquella palanca de primer género, multiplicó la fuerza con el concurso de jóvenes fogueados en la lucha ideológica antisomocista, entre ellos: Rafael Córdova Rivas, Reinaldo Antonio Téfel, Francisco Frixione, Julio Miranda Cortés, Uriel Sotomayor, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Eduardo Pérez-Valle; siendo Pedro Joaquín el único que empezó estudios en 1942 y culminó en la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por otra parte, también hubo destacados periodistas: Gustavo Adolfo Ortega, director y redactor de la Revista Literaria “Orbe”; Manolo Cuadra Vega, escritor, columnista; Agustín Fuentes. El artista, publicista y caricaturista, Toño López, y otros.
La
gran mayoría de aquellos personajes trazaron caminos según el lugar primigenio de su arranque en la vida
política, de esto queda constancia histórica en el “Mensaje de Unión Nacional
de Acción Popular denominado “Al pueblo de Nicaragua”, firmado por el Consejo
Supremo de la UNAP, que fue impreso en la Imprenta Democrática.
Quienes están convencidos de tener conclusiones
irrebatibles, olvidan que muchos esos episodios o reconstrucciones están
circunvalados por obcecadas ideas o fanatismo atizados en tribunas de opinión. En ellas, no falta
el fierro para marcar al rojo vivo; no obstante, la historia bien auscultada
siempre mantiene peldaños en dos direcciones, o desciende o sube. Insistimos, en
ese campo existen muchas aristas adyacentes con origen en las desavenencias
políticas e ideológicas.
Sin discusión alguna, cualquiera que desee entender el
origen y el curso de aquella organización política, integrada por ciudadanos de
diversa procedencia económica, social e intelectual, debe localizar el mínimo común denominador de
aquel pensamiento plural, distinguido
por enfrentarse al somocismo, exigir democracia plena y refundación del Estado.
En ese análisis habrá que resignificar no el planteamiento
ideológico de aquella organización, sino el plan operativo conjunto para
enfrentarse a Somoza García, los seguidores de aquel régimen y, a la Guardia Nacional.
Estamos convencidos que, lejos del encuadre de “partido socialdemócrata o
socialcristiano”, esos empujes organizativos fueron embriones en el tiempo.
Por dar un ejemplo
acendrado de aquellas participaciones, recordemos al primer mártir estudiantil,
Uriel Sotomayor Ramírez, compañero de otra cantidad de ilustres personajes de
la Universidad Central de Managua y, posterior miembro fundador de la UNAP.
El Br. Uriel Sotomayor permaneció diecinueve veces en las
ergástulas de la dictadura somocista. Fue capturado y asesinado en la ciudad León después de finalizar una reunión con estudiantes de esa ciudad, Managua, Granada y León. Al permanecer en la cárcel y famoso centro de torturas “La 21”, murió con el cráneo destrozado por golpes asestados con la culata de un fusil Garand. En aquella búsqueda de alternativas, Uriel Sotomayor militó en el Partido Liberal Independiente.
Esa misma Generación Estudiantil del 44 (Universidad
Central) no puede desvincularse de la UNAP. Hacia atrás, el 26 de junio del año
1944 cuando se efectuó en Managua otra gigantesca manifestación estudiantil de
la Universidad Central, esos que en su mayoría fueron posteriores UNAPISTAS,
sumaron otros sesenta y dos prisioneros políticos, de conciencia, condenados por los tribunales de justicia al servicio del somocismo; no sin antes recibir
metralla y brutales golpizas frente a la Academia Militar; inscrita como la
primera represión de la dictadura somocista en contra del movimiento
universitario nicaragüense.
En ese grupo de diverso origen político, económico y social,
no hubo quien se creyera la quintaesencia. Como
ha sucedido con todo lo del
tinglado político en Nicaragua, y en todas las organizaciones a través de la historia, siempre hubo desavenencias,
salvables e insalvables, sin embargo puede decirse que entre muchos de esos
ciudadanos fue incubado el relevo, para nuevas etapas y modalidades de combate
a la dictadura somocista.
Cada integrante de la UNAP era portador de historia propia.
Uno de esos casos puede identificarse en don Pedro Turcios, padre del militante
sandinista y miembro de la Dirección Nacional, Óscar Turcios Chavarría,
asesinado en 1973 por la Guardia Nacional de Somoza.
El dirigente sindical Domingo Sánchez Salgado, es otro
ejemplo, el ciudadano al que nadie lograría superar en número de carceleadas, y
que, además de unapista, fue diputado sandinista durante los años ochenta. El destacado político conservador Emilio
Álvarez Montalbán, Reynaldo Antonio Téfel exmiembro del “Grupo de los 12”; Arturo
Cruz Porras, en julio de 1979, miembro de la Primera Junta de Gobierno de
Reconstrucción Nacional y después, miembro del Directorio Político de la
Resistencia Nicaragüense.
Manolo Cuadra Vega fue otro unapista. Un referente de relevantes
episodios de lucha antisomocista; quien, entre otras cosas, en 1957 gestionó el
viaje de Carlos Fonseca al Festival Mundial de la Juventud, en Moscú. Agrego a Roberto
González y Eduardo Pérez-Valle, quienes están
entre los mencionados en la
referida declaración de Carlos Fonseca Amador, rendida en 1957, con apenas 21
años de edad, ante el oficial
interrogador de la Oficina de Seguridad Nacional de Somoza.
El
oficial interrogador fue Carlos García Caracas, y en esa respuesta a la
pregunta que le fue realizada en el primer interrogatorio de 1957, ──ocho años
después del Acta de fundación de la UNAP., en 3 de agosto de 1949 ──, Fonseca
mencionó varios nombres, muchos de los cuales formaron parte de la UNAP.
En aquel interrogatorio, esta
fue la pregunta, y a continuación, la respuesta: “Nombre usted a todas aquellas
personas simpatizantes comunistas que usted conoce o bien por referencias sobre
que son simpatizantes comunistas”.
“— En
realidad yo me he preocupado por conocer los nombres de aquellas personas que
simpatizan con mis ideas en el sentido de lograr la independencia y la
liberación económica y política de Nicaragua. Entre esas personas están el
doctor Enrique Espinoza Sotomayor, el doctor Adán Selva, el doctor Buenaventura
Selva, el obrero Domingo Sánchez, el comerciante Gabriel Lau, el escritor
Manuel Díaz y Sotelo, el dirigente obrero Roberto González, el doctor Alejandro
Dávila Bolaños, el doctor Mariano Fiallos Gil, el escritor Eduardo Pérez Valle,
el estudiante Silvio Mayorga, la escritora María Teresa Sánchez, el obrero
dirigente sindical Francisco Bravo Canales, el escritor Emilio Quintana, el
doctor Julio Miranda Cortés. He tratado de recordar todos los nombres de
personas que yo llamo democráticos nacionalistas, y con los cuales trato yo de
vincularme tanto para realizar tareas patrióticas como también para conversar
acerca de temas intelectuales.”
En
cuanto a Reynaldo Antonio Téfel y Ernesto Cardenal; las opiniones del joven prisionero
político y, décadas más tarde, fundador del Frente Sandinista, fueron:
“...aproximadamente en 1953, cuando todavía tenía yo 17 años, tuve simpatía por UNAP, y tuve
relaciones con algunos dirigentes de dicha organización “Téfel no es el
dirigente con que yo había pensado tanto, y lo mismo Ernesto Cardenal, pero
estos señores me hablaban muy mal del marxismo, todo lo cual me llevó a pensar
que a lo mejor había algo bueno en el marxismo. Yo miré que UNAP junto con sus
dirigentes nacionales tenían demasiado bienestar económico, era demasiada
perfumada, aburguesada, por lo cual mis simpatías terminaron”. Los hechos refrendaron otra cosa. Ambos dieron batalla contra la dictadura somocista y, luego, después del 19 de julio, convinieron en formar parte del nuevo gabinete. Ministro de Turismo y Ministro de Cultura, respectivamente.
Lo
único cierto es, que al final, muchos que formaron parte de la UNAP., se
reencontraron en aquel 19 de julio de 1979, con la idea de construir un mejor
país, pero debe admitirse que las ideas quedaron en la intención. Aquello, por
diversas razones, no llegó ni a la mitad del camino. Las ideas básicas de la gobernanza democrática se tornaron en todo lo contrario, en privanzas y proscripciones de todo tipo. En ese proceso participaron muchos de aquellos que fueron políticos antisomocistas, entre ellos, Ernesto Cardenal, Reynaldo Antonio Téfel
Vélez, Rafael Córdova Rivas, Octavio Caldera.
El tiempo transcurrido desde esos episodios de lucha
antisomocista hasta el 2020, bastan y sobran para resignificar que lo ideológico
de aquella organización política, lejos de los encuadres de “partido socialdemócrata
o socialcristiano”, era acertada. El error estribó en esa sumersión de
descalificaciones. Si estuvieran en estos tiempos, arrancarían por aceptar que,
ni la Revolución del 48 en Francia realizó los postulados del Manifiesto Comunista,
y la Revolución de Octubre siempre fue el privilegio de unos cuantos por encima
de todo el pueblo. Stalin con el primer "Gulag" creado en 1930, en donde millones de personas fueron enviadas a morir en trabajo forzados, tanto parecido o igual a los campos de concentración nazis (Konzentrationslager), creados a partir de 1933. Basta con echarle una mirada a Putin, para entender las supuestas grandes
victorias del socialismo a partir de 1938. Así llegó el inexorable derrumbe de
los países localizados al Este de la
“Cortina de Hierro”.
UNAP intentó despertar conciencia social y organizar al
pueblo. Un pueblo en extremo difícil y urticante. Otros, en desacuerdo, eran de
trayectoria partidaria pendular; así nació, entre esos desacuerdos, el Partido
Renovación Nacional, que al final, fue un “derivado unapista”. Esa es la
Historia, con episodios tan controversiales pero innegables. Casos individuales
y grupales.
Con el propósito de ilustrar basta otro caso particular y
relevante en la determinante lucha
antisomocista, al que, la ascendencia y comodidad pecuniaria no impuso ningún
freno. Decimos lo anterior, porque siempre hubo prejuicios vinculados al origen
de cuna. Perniciosa analogía relacionada a la participación antisomocista bajo
el distintivo de los apellidos, a decir, en el ayer cercano fueron estremecidos
los Téfel, Córdova, Frixione, Quadra, Vivas, y otros, en el futuro inmediato se
escucharon, Cuadra, Chamorro, Lacayo, Carrión, y más.
Aunque no pertenezca a esos embriones de los años cuarenta y
cincuenta, bien vale recordar a Carlos Agüero Echaverría, exalumno de la
Universidad Centroamericana, quien asumió la coordinación de la guerrilla del
Frente Sandinista en la montaña. Ese joven universitario cuya compañera de vida
fue la guerrillera Claudia Chamorro Lacayo, fue hijo de de don Carlos Agüero
Rocha y, sobrino del polémico y recordado político nicaragüense, Dr. Fernando
Agüero Rocha, quien inició el derrotero político en la Universidad Central.
Sigamos con el entretejido. El asunto ideológico tuvo mayor efervescencia
cuando un reducido grupo, de dirección, publicó el documento “El Estado popular
en la idea unapista”; un pronunciamiento
interesante por la manera sencilla de plantear las cosas. Ese documento suscitó el debate interno, sobre todo, con los que decían estar más a la izquierda. En la organización, unapista, también hubo diversidad con mínimo común denominador, así lo hacen constar las Actas, como tal puede recordarse el ingreso del joven Tomás Borge
Delgado, a quien la UNAP delegó tareas de coordinación en la ciudad de Managua.
En la historia no puede haber vacíos ni especulaciones, a los hechos con la verdad. Por tal razón, hemos localizado las Actas de la UNAP, y en esta entrega las disponemos al
público lector. En algo han de abonar para entender que la historia siempre es, una sumatoria de ideas y eventos.
DECLARACIÓN DE LOS FUNDADORES
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
FIRMANTES EN LA CREACIÓN DE LA UNAP
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U.N.A.P.
DECLARACIÓN DE LOS FUNDADORES
“Unión Nacional de Acción Popular – UNAP – tiene el fin de
realizar un nuevo Movimiento Popular, genuinamente nicaragüense y
centroamericano, profundamente humanista, e inspirado en principios netamente
revolucionarios. Un movimiento de renovación y reconstrucción nacional, que
liberte al pueblo nicaragüense de la miseria material y espiritual en que se
encuentra. Un movimiento propio que despierte un renacimiento en los obreros y
campesinos, y en todos los otros grupos sociales que integran la comunidad nacional.
Tenemos plena
conciencia de que nuestra obra no es de meses sino que de años y que no podrá
realizarse sin un espíritu de sacrificio, de lucha y de cooperación.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
1º.- Nosotros
creemos que el hombre no es un simple individuo o átomo del Estado, sino una
persona humana, libre, con dignidad propia, con derechos y deber naturales,
sociales y políticos inalienables, y que
viviendo dentro de organismo e instituciones naturales y sociales, es centro
del Estado y de la Economía.
2º.- El
Movimiento lucha por el establecimiento de un Estado Popular organizado según
los principios modernos del Derecho, en el cual exista una subordinación de los
intereses individualistas y partidistas al interés nacional, un estricto
saneamiento administrativo, y una
ordenación democrática de las actividades políticas, económicas y culturales de
los ciudadanos, de los grupos, y del
Estado, hacia una realización plena del bien común.
3º.- El Movimiento fomenta
y defiende el patriotismo nicaragüense y
el nacionalismo centroamericano. No está vinculado a ninguna
organización internacional y rechaza cualquier corriente extranjerizante y
especialmente los imperialismos francos o disfrazados. Cultiva la hermandad americana
y la universalidad fraternal del género humano.
4º. - Nosotros luchamos por la formación de una conciencia
nacional y creemos en el resurgimiento y superación de Nicaragua, no podrá
realizarse mientras esperemos la salvación de afuera. Solo la fe en nuestros
propios valores y nuestras propias
fuerzas puede consumar la liberación popular y la independencia política y
económica del país.
5º.- Nuestro Movimiento asume la actitud de un organismo en
lucha contra toda práctica e idea antipatriótica, y contra todo aquello que
oprima o rebaje al pueblo, tanto en lo moral como en lo material.
6º.- Repudiamos enérgicamente todas las formas de
totalitarismo nazista, comunista o fascista y nos declaramos por una renovación
democrática, integral y constructiva.
7º. - Queremos una Nueva República orgánica y funcional,
establecida sobe la base de instituciones autónomas –municipio, universidad,
sindicato, cooperativa, etc. — que destruya el sistema centralizador de poderes
y actividades.
8º. - Creemos que es necesario que el Estado intervenga en
la economía nacional, siempre que el bien común y en justicia social lo exijan.
9º.- El trabajo como acto necesario para satisfacer las
necesidades humanas y de expresión de la personalidad es intrínsecamente noble
y digno; por consiguiente, proclamamos que deben ser respetado y protegidos los
que lo ejerzan y los derechos que se derivan de su ejercicio.
10.- Lucharemos cívicamente por la realización de la
justicia social y por la estructuración profesional del trabajo, sobre la base
de la sindicalización libre y democrática, expresamente socio-económica y
apolítica.
11.- El Movimiento quiere una extensa difusión de la
propiedad y proclama que ella debe ser limita por su función social y por las
necesidades del bien común nacional.
12.- Como solución al problema rural proponemos un agrarismo
cooperativo que proteja a la pequeña finca familiar, apoyada por una política
crediticia. Creemos que se debe fomenta la colonización de tierras baldías con
técnica e implementos agrícolas modernos, tanto con nacionales como inmigrantes
campesinos europeos extranjeros.
13.- El movimiento trabajará por el perfeccionamiento
técnico de las comunidades indígenas.
14.- El Movimiento difundirá el cultivo y el amor a la
tierra y alentará el espíritu campesino y folklórico con el fin de reintegrar
al pueblo nicaragüense la conciencia de su propia personalidad nacional.
15.-
Declaramos enfáticamente que nuestro fin primordial no es la conquista del
poder público sino la reconstrucción nacional y el resurgimiento de una patria grande y libre. Renacimiento que
hemos de llevar a cabo con la práctica constante de nuestros principios
fundamentales y de nuestros derechos y deberes cívicos, con la educación y
alfabetización del pueblo y con realizaciones concretas en los diversos planos
de la vida nacional.
Testado.-
reforma de los partidos tradicionales o a la = no valen.
Páginas 5, 6 y 9 del Libro de Actas
FIRMANTES EN LA CREACIÓN DE LA UNAP
1 – Emilio
Álvarez Montalván
2 – Jerónimo
Álvarez Rodríguez
3 – Álvaro
Córdova Rivas
4 – Óscar
Blanco
5 – Rafael
Córdova Rivas
6 – Arturo
J. Cruz
7 – Fernando
J. González
8 – Manolo
Cuadra
9 –
Guillermo Cajina
10 – Pedro
J. Chamorro Cardenal
11 – Edmundo
Fonseca
12 –
Francisco Frixione
13 – Agustín
Fuentes
14 – Rafael
Gutiérrez
15 – Andrés
Largaespada
16 – Toño
López
17 –
Fulgencio Meza
18 – Julio
Miranda Cortés
19 –
Santiago Miranda Peralta
20 – Gustavo
Adolfo Ortega
21 – Eduardo
Pérez-Valle
22 –
Guillermo Ramírez
23 –
Porfirio Solórzano M
24 – César
Augusto Selva h.
25 – Emilio
Molina
26 – Antonio
Téllez
27 – Felipe
Valenzuela
28 – Reinaldo
Antonio Téfel
29 – René
Vivas Benard
30 – Julio
C. Rodríguez R.
31 – Pedro
R. Quadra A.
32 – Jaime
Montealegre
33 – César
Augusto Núñez
34 – Ernesto
Cruz
35 – Pablo
Martínez Navas
36 – Raúl
Sánchez Mendoza
37 – Alí
Zamora
38 – Rodolfo
Guillén D.
39 –
Guillermo Casaya
40 – Gonzalo
Cuadra h.
41 – Miguel
Ángel Bonilla
42 –
Guillermo Miranda H.
43 – Samuel
Castro
44 – Andrés
Ruiz R.
45 – Julio
Ernesto Gutiérrez
46 – Carmen
Membreño
47 – Víctor
M. Mendoza
48 – Carlos
Ortega Mayorga Téllez
49 – Agustín
Avilés
Segunda
Línea:
50 – Adán
Cajina Ríos
51 – Horacio
Ruiz
52 – Juan
Santiago Carlos Caligaris
53 – Carlos
José Solórzano
54 – Pedro
Turcios R.
55 –
Alejandro Zelaya Páiz
56 – Eduardo
Rivas Gasteazoro
57 –
Guillermo Espinal
58 – Enrique
Frixione
59 – Ricardo
Bermúdez P.
60 – H.
Medina Aranda
61 – Rafael
Alonso
62 – Mario
Cajina
63 – Roberto
González M.
64 – F.
Chavarría P.
65 – Mario
Cajina
66 – Agustín
Obando
67 – Domingo
Sánchez
68 – Manuel
S. Orozco Bolaños
69 – Víctor
M. Somarriba
70 – Pedro
Joaquín Mayorga
71 – Carlos
Mairena S.
72 –
Guillermo Marenco L.
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