jueves, 31 de diciembre de 2020

CARTA A DON JUAN GARCÍA CASTILLO EN EL CENTROAMERICANO. Por: Dionisio Martínez Sanz. En: El Centroamericano, 21 de Octubre de 1967.

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Managua, D.N.

14 de Octubre de 1967. –

         QUERIDO JUANITO:

         Y, te sigo dando el tratamiento de Juanito, porque desde hace más de cuarenta años, cuando yo iba poniéndome viejonzón y tú eras muchacho, al encontrarnos por las redacciones de periódicos, querido Juanito, te decía.  Y, corrió el tiempo, tu llegastes a director de diarios, y yo un mal colaborador, querido Juanito te seguí diciendo.

         Terminado “Flecha”, al trasladarte a Costa Rica, bien recordarás nos seguimos carteando, pero cuando tuviste el gran dolor de perder aquel ser para ti tan querido, y yo ponerte mi pésame, nunca me he podido explicar que pasó. ¡Nunca más supe de tu vida! ¡Yo me quedé esperando!

         Al ver ahora, — en el ya, gran diario EL CENTROAMERICANO, la serie de anécdotas que te han estado publicando, me dije: ¡Eh, aquí está mi Juanito! Y este mi Juanito, es capaz de, a la hora menos pensada, darme un restregón en letras de molde, desde luego que yo pertenezco a los viejos Managuas.

         Sí, yo soy del Managua viejo, cuando la ronda oriental eran las Masayas; la occidental el cauce de Deogracias Rivas; el Sur, los trillos Solórzanos, Chico Zelaya, La Managua, La Sirena,  y por donde ahora es el Bóer, el trillo movido por mulas de Abraham Narváez. Al Norte el Lago, con el Pozo de las Aguadora, con muros de piedra que estaba bastante dentro del agua.

         Sí, soy del Managua viejo, de cuando el comercio puede decirse estaba en manos de nicaragüenses: José Ángel Robleto, Regino García, Bernabé Mejía, Adán Sáenz, Alcibíades Fuentes, Joaquín Elizondo, Carlos Huerte, Cayetano Lugo, Adolfo y Guillermo Gallegos, Rosales y Castillo, Los Bermúdez, los Zelayitas, los Uriarte, los Matus, etc. Se puede decir que solo cuatro comercios eran extranjeros: los Dreyfus, franceses; los Peters, alemanes; una casa de chinos Min Sun Lon y Cía.; y Antonio Marco y Hermano, árabes.

                   Lo que ahora tengo que decirte querido Juanito, que no estoy  de acuerdo contigo, cuando me tratas con alguna frecuencia a Managua de aldeana. No. Managua no fue aldeana; aldeano quiere decir inculto. Managua, fue pequeña pero nació ciudad y creció con cultura. Yo recuerdo perfectamente la primera impresión que recibí al conocerla; fue en una tarde del mes de Febrero de mil ochocientos noventa y nueve, se puede decir hace sesenta y nueve años. Mis primero pasos fueron del muelle, sobre la costa del lago, pasando por lo que fue la estación central y Cuartel de Artillería (ahora Distrito Nacional) hasta la segunda Avenida Noroeste. Al llegar a ese lugar, tomamos para San Antonio. Como a las cuatro cuadras, sobre esa Avenida, me llamó la atención un gran salón con puerta abierta a la calle; en él había doce mecedoras austríacas, varias butacas y silletas de la misma factura. Al fondo  un piano; un señor con papeles y batuta en mano y  un niño que recibía clase. A las dos cuadras sobre la misma hacer otro gran salón; también varias mecedoras y una niña sentada ante un piano demostraba que tenía buena maestra. Con el tiempo supe que el primer salón, era de un Doctor Teodoro Delgadillo,  y el niño su hijo Luis; el segundo salón, de don Perfecto de Trinidad, y la niña su hija Chepita que después fue una gran pianista. ¡En una aldea no se halla eso a cada paso!

         Otra cosa que salva a Managua, de ser tipo aldeano, aún en tiempos muy pasados, es el gusto que había por vestir bien. Creo querido Juanito, que pudieras acordarte de haber visto a los doctores Salvador Castrillo, padre y Salvador Castrillo, hijo; al Doctor Teodoro Delgadillo, al Doctor Manuel Arce, a don Lisímaco Lacayo, a don Federiquito Solórzano, a don Pepe Blén, a don Zacarías Guerra, a don Alejandro Martínez, etc., vestidos a diario de chaquet. Los doctores Castrillo y Suazo, tuvieron la constancia, el rigor, el valor pudiera llamarse de usar el chaquet negro diariamente; las otras personas aquí nombradas tuvieron el buen gusto de hacer lo que se llamaba chaquet o levita abierta, de casimires obscuros y de varios dibujos. Los que batieron el récord en ese sentido fueron: el Doctor Alfonso Solórzano y don Pepe Blén, pues, bajo la levita de casimir bastante claro, usaban el chaleco blanco. De las damas de aquel tiempo, sólo diré que usaban las faldas largas, y que demostraban sus gracias y donaires personales, al recogerlas por detrás con una mano, levantándolas con gracia para no barrer el suelo con ellas.

         No he perdido amigo Juanito, ninguno de tus escritos publicados por EL CENTROAMERICANO. Mi hija doña Amanda, viuda de Icaza Icaza, con la buena dosis que tiene de leonesa y con la simpatía para el enjundioso periódico que ahora tiene esa localidad, me los ha guardado con atención y juntos los hemos leído, pues, dicho sea de paso, mi  hija Amanda tiene ideales de su padre; le gusta mucho el monto, le gusta subir a una montaña, y en las horas que se pudieran llamar de asueto le gusta pasar sus ojos por los papeles embadurnados con tinta de imprenta.

         Respecto a lo que yo llamo el restregón a mi favor, en tu escrito del 13, te digo: que talvez se te pasó la dosis de miel a mi favor. Pero en fin, no solo de pan vive el hombre, te lo recibo todo y todo te lo agradezco.

         Lo que sí, ya que se ofrece hablar de Rubén, en relación al retrato que yo hice venir de España, para el Gobierno de Nicaragua, y para que se sepa dónde está ese retrato, diré aquí; que, por las maos hábiles de don Abelino Serrano, y por mandato del Presidente de la República General José María Moncada, ese retrato en cerámica está en la pared, en el salón de recibo de la Casa Presidencial, a mano derecha, casi al fondo cuando  ya se avista la Laguna de Tiscapa al Sur.

         Y ya que hablamos de retratos de Darío, me voy a permitir decirte aquí, que para mí, los mejores retratos de Rubén son: uno que yo conservo, y que es el primero que se le tomó en calma, en su tierra: está en un salón, está todavía con barba completa, pues, con barba completa llegó a Nicaragua, en 1907. Viste de blanco con una especie de guerrera, abrochado hasta arriba, está sentado en una silleta y le acompaña el Doctor Manuel Maldonado, de pie. El otro retrato bueno, es el que está en la Casa Presidencial, que es el primero que le hicieron en España, ya rasurado totalmente, pues, así quiso Rubén, presentar Credenciales ante el Rey don Alfonso XIII.

                   Y, a ti querido Juanito, que me conoces; a ti que me puedes creer; a ti que te gusta saber las cosas, te voy hacer unas confesiones ya que estamos endaríados.

         Si, yo puse a Rubén, desnudo de medio cuerpo arriba,  y dicho de paso, Rubén tenía físicamente un pecho hermosísimo; amplio, lleno blanquísimo, sin vello. Dos pechos de hombre de esa clase que he conocido en mi vida: el del tenor español Hipólito, y el del poeta nicaragüenses Rubén Darío. Dos cosas tenía Rubén, que incitaban al beso de su pecho y sus manos; yo querido Juanito, te digo: que lleno de fanatismo, besé la noche del 24 de Enero de 1908, el pecho y las manos de Rubén Darío.

         Esta se ha hecho larguita, te mando un abrazo y pongo punto final.

                 DIONISIO MARTÍNEZ SANZ

“LEGATION SENTINEL”, EL SEMANARIO DE LOS MARINOS NORTEAMERICANOS EN TIEMPOS DE LA OCUPACIÓN. Por: Juan García Castillo. El Centroamericano, 12 de Octubre de 1967.

 

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         En tiempos de la ocupación norteamericana en Nicaragua, hace más de treinta años, vinieron entre los marinos, hombres con inquietudes intelectuales.

         Uno de ellos fue el Sargento Ellwanger, que pocos días después de su arribo al país, fundó un periódico: “The Legation Sentinel”. Ofrecía noticias sobre las actividades de los marinos, sus fiestas. Era de cuatro páginas y a veces, de seis y ocho, en forma de un diez y seis.

         Se editaba en los talleres de la Imprenta Nacional, pero había una dificultad, nuestros tipógrafos, competentes, levantaban con más o menos corrección originales en idioma inglés, pero no podían entender las instrucciones que daba para el formato el Sargento Ellwanger, porque éste no hablaba una sola palabra de español y los tipógrafos no hablaban o entendían inglés.

         En esos días había una fuerte pugna entre dos fracciones conservadoras, las que estaban en el poder, gozando de todas las prebendas y los que adversaban al régimen. Para obtener trabajo en la Imprenta Nacional, era necesario estar bien con los que mandaban. El Sargento Ellwanger, buscaba un tipógrafo que hablar su idioma.

         Yo sabía algo de inglés y algo de tipografía, por lo menos “levantaba”. Me había enseñado mi padre en los intervalos de las vacaciones escolares. En esos días estaba sin trabajo, por uno u otro motivo no ejercía de reportero y decidía ir donde el militar norteamericano a solicitarle el puesto de tipógrafo para “formar” el semanario que dirigía.

         Ellwanger, inmediatamente me acogió y me dijo, que fuera a la Imprenta Nacional, cuyo director era don Segundo Rodríguez, chamorrista ciento por ciento, como se diría hoy, quien se negó a que yo trabajara en “Legation Sentinel”.

         Se sorprendió el estadounidense, cuando la expuse que no me aceptaban en los talleres nacionales, porque no era “amigo del gobierno”. Pero sabiendo que más arriba no le negarían la orden necesaria para que yo fuera el que levantara su periódico, se fue donde el Ministro de Gobernación y obtuvo la nota ordenando mi admisión. Estuve trabajando en el semanario de los norteamericanos cerca de un año, pero doloroso es decirlo, para que yo, nicaragüense, fuera admitido en esa dependencia gubernativa, hubo necesidad de la mencionada orden, solicitada por el periodista y militar norteamericano, sólo porque yo no era amigo del régimen. Cuando el Sargento Ellwanger fue transferido de Nicaragua, “The Legation Sentinel”, dejó de publicarse. Fue la primera publicación en inglés en Managua.

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domingo, 27 de diciembre de 2020

CUANDO EN LAS ESCUELAS SE ENSEÑABA CON EL MÉTODO “LAS LETRAS CON LA SANGRE ENTRAN”. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 6 de Agosto de 1967.

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Los regalos a la maestra después de una buena vapuleada con “Tajona de cuero crudo”.

- Las escuelitas de primeras letras del Managua de antaño

         En el Managua de antaño, se aprendía a leer y escribir y las “cuatro reglas”, por el famoso método, “las letras con sangre entran”.

         Árida, monótona, con algo de cruel era esa enseñanza. No se conocía lo que los pedagogos modernos llaman la edad escolar.

         Apenas uno hablaba poco más o menos, a la escuela. Se le compraba la “Cartilla” y la pizarra con el “pizarrín”, su taburete pequeño y los padres lo llevaban a la “escuela”, a la casa vecina o un poco más distante, donde una señora, ya entrada en años, sentada en una “mecedora”, provista de una “tajona de cuero crudo”, alcanzaba o podía extender su radio de acción por todo el recinto.

         El horario se componía de lectura por la mañana, escritura y rezar por la tarde.

         Porque la asignatura de rezar era de las más importantes.

         A ver niño, ya sabe “persinarse”.

         — No maestra.

         El contacto de las manos con la “cartilla, iba convirtiendo a esta en una piltrafa. Al cabo de una semana, el continuo uso, ponía negra de suciedad y a borrosa la “cartilla” y a comprar nueva, no sin antes recibir una “azotaina” paternal o maternal, por no cuidar el texto. Habían unas cartillas, que para que duraran más tiempo se colocaban en una especie de atril de madera que se podía tener en la mano.

         Pero lo más interesante de la pedagogía de antaño, eran los castigos. Esa “tajona de cuero crudo”, que cuando más grato estaba uno dormitando en el taburete, por lo ardiente de la temperatura al medio día, lo despertaba con unos o varios “tajonazos”, que le dejaban las señales de la flagelación en la espalda; el hincarse de rodillas sobre piedras puntiagudas o sobre arena gruesa, era uno de los castigos a que más le temíamos por lo doloroso; amén de los golpes en la cabeza, cuando no podíamos “deletrear” la lección. No digamos de la palmeta que era un castigo suave.

         Era el método más eficaz, desde la escuela que dirigió el Maestro Gabriel Morales  hasta la que tenía una tía abuela mía, escuela que llamaban de la Chepa Bonita.

         Silencio profundo en lo que hoy se llamaría aula.

         Se oía el volar de una mosca, aunque a veces era una algarabía infernal, cuando todos… deletreábamos A, A. B. B… m-am-á.

         Y después de saber leer y escribir, a las “cuatro reglas”. Ya salía un poco más o menos apto para aprender algo mejor, idiomas, teneduría de libros, o bachillerarse, para ser después, doctor, o para aprender un oficio.

         Oh los castigos en las escuelitas de antes, conforme el sistema de la “letra con sangre entra”. Escuelas de esa clase las había muchísimas en toda la ciudad. Cuando ya se iba a “pasar” al Libro de Mantilla y la escritura Spencer, entonces ya íbamos con bultos, hechos de sacos de harina, que colgaban de nuestras espaldas y “que eran una formidable arma en las luchas callejeras, después de la salida de la escuela.

         Enseñanza sencilla, con temor a Dios por la enseñanza del Credo, el Padre Nuestro y el Ave María y el Yo Pecador, que sabíamos al dedillo. La enseñanza de la Doctrina era un martirio. Tenía uno que aprendérsela de memoria.  Y era admirable la recitación de las oraciones, mal pronunciadas, sin puntuación; las recitábamos automáticamente y  sin una sola pausa. Era la asignatura más temida y la de más larga duración.

         Cómo se asustarían nuestros maestros de antaño, con los métodos de hoy. La última escuelita al estilo antiguo que conocimos es la de don Félix G. Ramírez, fallecido hace algunos años. Era un hombre pequeñito, moreno, que principió siendo sastre y terminó como “maestro de primeras letras”.

         Tenían su encanto esas escuelitas, de antaño. La severidad del maestro; los obsequios que recibía de parte de los padres de los educandos cuando el alumno llegaba a la casa con las señales evidentes de una bárbara flagelación y las rodillas sangrantes, por haber estado “de rodillas”, durante varias horas en guijarros con puntas, inhumanos esos métodos pedagógicos antiguos, pero en honor a la verdad, contribuyeron a formar hombres íntegros, estoicos ante la adversidad, tenaces, con carácter de independencia, y mujeres honestas, recatadas.

         No era extraño, que después de una zurra sangrante, sufrida de manos de la maestra al llegar a la casa de la madre, tomara un pollo del gallinero familiar y dijera al discípulo vapuleado:

         — Vaya donde la maestra y le dice, fíjese bien, que le mando ese regalito, porque lo castigó y se lo agradezco.

         — Y el pobre discípulo había obediencia ciega a las órdenes maternales, volvía donde la maestra y cumplía el encargo.

         Son métodos  y maneras puestas en práctica en las escuelas del Managua de antaño, que ya no se ven hoy, Gracias a Dios.


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TRES FILÁNTROPOS DE OCCIDENTE QUE HAN HECHO POSIBLE OBRAS DE POSITIVO BIENESTAR SOCIAL PARA EL PUEBLO. 7 Octubre, 1967.

 

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En: El Centroamericano, 7 de Octubre de 1967.

Don José Mántica Calvi

Don Manuel Ignacio Lacayo Terán

Don Enrique Mántica Berio

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         La familia Mántica Berio escogió la ciudad de Chinandega, donde se inició en su movimiento ascensional hacia la posición cimera que hoy ocupa en el ambiente económico y social de Nicaragua, para perennizar la memoria de sus progenitores don José Mantica Calvi y doña Catarina Berio de Mántica, con una hermosa obra social erigida en favor de toda la juventud femenina chinandegana.

         El 25 de Septiembre de 1965 llegaron las cuatro primeras Mercedarias Misioneras de Bérriz pertenecientes a la congregación en cuyas manos los hermanos Mántica pondrían la marcha del “Centro Educacional Mántica Berio”. Y el 29 de Mayo de 1966 se inauguraba el primer pabellón de alumnas y una escuela de hogar por la tarde con 60 muchachas que deseaban aprender costura, corte y confección y cultura general.

Don José Mántica Calvi

         El curso 1967-68, se abrió con ochos religiosas, tres profesoras seglares y ciento setenticinco alumnas distribuidas en cuatro grados de primaria y los dos primeros años de secundaria.

         La Escuela de Hogar, también en marcha este curso, además de las asignaturas y enseñanzas citadas anteriormente, quiere ampliar su  extensión con clases de cocina, puericultura y cursillos prematrimoniales.

         Las religiosas, todas ellas españolas y con su título de especialización, atienden además del colegio, la supervisión de varias escuelas rurales privadas y la formación catequística de mayores y niños. También en su radio de acción entra la actividad de un dispensario y asistencia médica a los necesitados.

         Esta obra, en la que ya se han invertido varios millones de córdobas, y que tiene en proyecto varios pabellones que en su amplitud sirvan de escenario para la formación intelectual, social y religiosa de la juventud de Chinandega, será el exponente de la generosidad y nobleza de una familia ejemplar.

         El acaudalado industrial y visionario hombre de negocios Ing. don Manuel Ignacio Lacayo Terán, hijo de esta ciudad, es otro de los que se han preocupado   por compartir su riqueza con los pobres, haciendo posible la realización de obras de verdadero beneficio en nuestra comunidad.

Ing. Manuel Ignacio Lacayo Terán

         En 19656 donó una suma considerable a las “Luisas de Marillac”, institución que colabora en obras sociales con las hermanitas de San Vicente Paúl en esta ciudad.

         Con ese donativo se construyó un moderno dispensario anexo al convento de la Recolección, el cual con el nombre de “Dispensario San Vicente de Paúl” y con la colaboración de la Beneficencia y la ayuda monetaria de gentes caritativas, comenzó a funcionar en 1967, prestando servicios médicos a millares de enfermos necesitados.

         Sabiendo el Sr. Lacayo que la pobreza es tal en nuestro medio, que niños que tal vez habían sido atendidos en el dispensario iban a morir a sus casas por falta de hospitalización, en el año 1965 dio otra cantidad de dinero para ampliar sus hermosa obra, construyéndose una clínica infantil con treinta camas, en l que se les salva la vida a innumerables infantes.

         Hoy el dispensario San Vicente de Paúl cuenta con los servicios de cuatro médicos para adultos, tres pediatras y varias enfermeras, funcionando maravillosamente bajo la atinada dirección de las Hermanitas de la Caridad.

         Otra donación del filántropo Lacayo para nuestra ciudad es el “Sanatorio Rosario Lacayo”, que se inauguró en 1959 con 56 camas para enfermos atacados de la “Peste Blanca”. Este hermosos edificio equipado con todo lo necesario para su buen funcionamiento, fue construido en terrenos aledaños al Hospital San Vicente y fue ampliado en 1963 con dos pabellones para niños, pudiendo a veces atender a padres e hijos que han tenido la desgracia de contraer la temida enfermedad.

         Ahí acuden pacientes de todas partes de la República, y con la ayuda de la Asistencia Social y el óbolo de personas generosas, ya llegan a miles, enfermos que han salido completamente curados de su seno, en los ocho años que tiene de prestar servicios.

         A don Enrique Mántica Berio, figura preponderante en el comercio y la agricultura de Occidente, lo sorprendió trágicamente la muerte en el año 1962, cuando estaba en pláticas con personeros de la Universidad Nacional para llevar a cabo una obra que beneficiaría a la Comunidad Leonesa.

         Para la familia Mántica, de suyo filantrópica, bien compenetrada de la intención que animaba a don Enrique, habría de traducir más tarde en una hermosa realidad, lo que un día tuviera en mente el generoso filántropo desaparecido.

Don Enrique Mántica Berio

         Y a principios de 1963, los albaceas de la testamentaria de don Enrique Mántica, encabezada por don Felipe y don Francisco, comunicaron su decisión de llevar a cabo la construcción de un edificio que sirviera de sede al Departamento de Medicina Preventiva de la Escuela de Medicina.

         En terrenos del hospital San Vicente de esta ciudad se comenzó inmediatamente a construir un edificio funcional que sería a la vez Centro de Salud, Consultorio Externo y Centro Docente, el cual entregado por la familia Mántica en Febrero de 1964, y con el nombre de “Centro de Salud Enrique Mántica Berio”, comenzó a funcionar en Mayo del mismo año.

         La creación del Centro Mántica Berio en León, marca una nueva tetapa en materia de asistencia social, pues por su privilegiada ubicación en el Hospital San Vicente en donde funcionaba la Escuela de Medicina, integra en su funcionamiento actividades de tipo preventivo y curativo, con hospitalización de los casos que así lo ameriten, por las facilidades que el Hospital presta. Pera el diagnóstico y tratamiento de los pacientes, hace uso de lo que la Escuela de Medicina y el Hospital le brindan a través de sus Departamentos de Fisiología, Patología, Laboratorio, Rayos X, etc.

         El Centro Mántica atiende, en forma preferencial y con sus programas integrados, a una extensa zon a que comprende los barrios Ermita de Dolores, San Luis, San Felipe Este y Coyolar Norte, con una población aproximada de 10.000 habitantes, y visitadores, Inspectores Sanitarios, Laboratoristas y Educadora de Salud, atendiendo los programas cuyas normas emanan del Ministerio de Salubridad.

         Los programas docente de la Escuela de Medicina se llevan a cabo con loa participación de los alumnos en las actividades del Centro, las que se proyectan a la comunidad a través de visitas periódicas a familias, cuyo cuidado en materia de salud, se confía a estudiantes de la escuela en referencia.

         La integración de todos estos programas sitúa al Centro Mántica en la posición del mejor Centro de Salud del país, sin duda alguna, pues es el primer Centro de esa naturaleza que responde a las exigencias actuales de proporcionar asistencia en todos los aspectos, ya que aunando las actividades del Ministerio de Salubridad, de la Universidad Nacional y de la Asistencia Social, se obtiene como resultado un servicio de alto nivel para los innúmeros problemas de salud que a diario se presentan.

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lunes, 7 de diciembre de 2020

INVESTIDURA ACADÉMICA SIN TINTES POLÍTICOS, EL INGRESO DEL EXPRESIDENTE DR. RENÉ SCHICK A LA ACADEMIA NICARAGÜENSE DE LA LENGUA

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El Dr. René Schick recibe el pergamino que lo acredita miembro de número de la Academia Nicaragüense de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. Le entrega del pergamino la efectúa el poeta y escritor don Pablo Antonio Cuadra Cardenal, Presidente de la Academia. 

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En esta fotografía histórica aparece el doctor René Schick Gutiérrez (León, 23 de noviembre de 1909 – Managua, 3 de agosto de 1966) cuando recibió de manos del poeta Pablo Antonio Cuadra el pergamino que lo acreditaba como miembro de número de la ANL.

Esa investidura académica no tuvo condición política. Lo mismo puede decirse del ingreso académico de José María Moncada Tapia. Los únicos expresidentes de la república de Nicaragua que han sido propuestos y aceptados en la ANL. No deja de ser llamativo, que ambos, Tapia y Schick, fueran recibidos con discursos respectivos, de Monseñor Lezcano y Ortega, y del doctor Diego Manuel Chamorro, dos personalidades de reconocidas raíces  conservadoras o de bando político opuesto.  

El acto de incorporación fue realizado en el Salón Rubén Darío del Palacio Nacional el 20 de abril de 1966, y luego, los académicos fueron invitados por el presidente Schick a una recepción en  Casa Presidencial.  

Además de compartir estas dos interesantes fotografías, decidí hacer breves acotaciones: Si bien es cierto que, el Dr. René Schick Gutiérrez fue un cercano colaborador de las pretensiones políticas del general Anastasio Somoza García, no pocos hechos concretos de su administración de gobierno,   interpusieron notable distancia con el entramado político y los hilos conductores del somocismo. Somoza siempre tuvo vigías sobre Schick, de los atentos a conservar el estado de las cosas y la magnificación del dictador.

Primero, que el 24 de enero de 1937, el Dr. René Schick estableció su oficina de abogado en la ciudad de Managua junto a la oficina del Dr. Noel Ernesto Pallais, en la casa que ocupó la propaganda presidencial del Gral. Somoza García.”

Al ocupar la casa en donde funcionó la oficina de propaganda electoral de Somoza García, ganador de esos comicios, también fue un hecho publicitario para los menesteres abogadiles y el vínculo político del doctor Schick Gutiérrez.

Recepción ofrecida en Casa Presidencial, por el Dr. Schick, a un grupo de Académicos.

Luego, mes y medio más tarde, el 10 de abril, Schick tomó posesión del cargo de Oficial Mayor de la Oficina de la Comisión Codificadora. En el mismo decreto fue nombrado el exmiembro fundador de la Guardia Nacional,  Guillermo E. Cuadra como mecanografista de esa oficina

En interesantes detalles aprisionados en en documentos que no permiten alteraciones al recto entender de la Historia, Guillermo E. Cuadra G., es el mismo personaje que admitió haber participado junto al exTnte. G. N., Domingo A. Ibarra Grijalva, en la elaboración del libro El Verdadero Sandino o El Calvario de Las Segovias 

De ese hecho quedó constancia en el testimonio titulado: Memorias de un ExOficial de la Guardia Nacional  publicado en tres partes, en Revista Conservadora Números. 16, 17 y 18, entre Enero-Marzo de 1962. Aunque 18 años más tarde, Guillermo E. Cuadra lo negó, entre los párrafos de una álgida controversia pública sostenida con Abelardo Cuadra Vega, aparecida en La Prensa del 9 de abril de 1980. Cuadra G., había trabajado en una oficina de Inteligencia militar que funcionaba     en un pequeño local contiguo a la Casa Presidencial ubicada en la Loma de Tiscapa.  

Es importante señalar que, don Guillermo E. Cuadra G., egresó de la "Primera Promoción Trumble". Estuvo bajo el mando de oficiales del ejército estadounidense. Participó en acciones militares en contra del Gral. Sandino. Décadas más tarde, su posición política fue de abierta oposición a la dictadura somocista. Tomó bando activo en la "Revolución del 48", en apoyo a Pepe Figueres que logró establecer "La Segunda República". Conoció muchas interioridades vinculadas al asesinato del Gral. Sandino y, en ese dominio, rebatió lo afirmado por el exteniente G.N. Abelardo Cuadra Vega. 

Por último, el 17 de septiembre de ese mismo año, el diario La Noticia divulgaba: “El joven y talentoso doctor René Schick fue nombrado ayer abogado de la Empresa del Ferrocarril, en sustitución del Dr. Noel Ernesto Pallais, designado recientemente Cónsul General de Nicaragua en New York.”

Habrá que pormenorizar muchos detalles sobre la ruta trazada para Schick Gutiérrez, y por otra parte, la que él intentó elaborar; nunca tuvo dominio sobre el Partido Liberal Nacionalista y mucho menos, de la Guardia Nacional. No había manera de ejercer la Presidencia de la República sin el control férreo de los Somoza. Tres años de gobierno pusieron algo de peso en el lado de esa balanza, pero no bastaban para dejar a Schick en un ambiente de solvencia operativa, el de un político demócrata y civilista. Por ahora, en esta entrega, estamos dedicados al asunto académico del Dr. Schick Gutiérrez. Un demócrata de manos atadas, un civilista vigilado por simpatizantes somocistas y por la misma Guardia Nacional, no obstante, los intelectuales de diferente cuño político votaron por su ingreso a la ANL.  

domingo, 6 de diciembre de 2020

UN CRIMEN BAJO HIPNOTISMO Por Romain Bertrand (Traducción del francés por E Pérez-Valle) La Prensa 23 de Junio de 1959.

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         El presente relato trata de un caso científicamente comprobado (que a su tiempo causó gran revuelo en la prensa mundial y ha revolucionado el mundo científico) de un pobre hombre que fue arrojado al crimen y a la locura por un desalmado poseedor de notables poderes hipnóticos, utilizados para el mal con perverso ingenio. Como en Nicaragua es abundante el público que por ignorancia o curiosidad se enreda con individuos que se dedican a prácticas de hipnotismo sin poseer la solvencia moral que exige asunto tan delicado, salta a la vista la importancia que esta publicación puede tener como advertencia y  como ejemplo.

         Son muchas en el país, y principalmente en la capital, las casas donde se hacen “consultas” espiritistas y adonde concurren (¡principalmente los martes y los viernes!) numerosas personas, muchas de ellas acomodadas y consideradas socialmente importantes. Pensamos sí con el tiempo y el uso y el abuso de tales prácticas no les irá a tocar un destino tan triste como el del pobre Palle Hardrup de nuestra historia.

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         El 29 de marzo de 1951 un danés de 31 años, Palle Hardrup, fue arrestado por la policía después que, revólver en mano, había asaltado un banco de Copenhague y abatido a dos empleados que trataron de interponerse. Este era innegablemente un hecho novedoso, principalmente porque en Dinamarca, remanso de paz, toda demostración de violencia, extremadamente rara, causa la más profunda estupefacción. Pero detrás de este brutal estallido de delincuencia estaba la materia de una affaire que al cabo de varios años revolucionaría la historia criminal de Dinamarca y al mismo tiempo la psiquiatría.

         Palle Hardrup, joven de aspecto calmo y equilibrado, visiblemente salido de una familia burguesa, explicó tranquilamente a la policía las razones de su actitud: “Tenía necesidad dijo, de una fuerte suma de dinero para financiar un partido político que he fundado”. Se trata del D.N.C.P., un “Partido Nacional Comunista Danés”, cuyo programa extravagante se proponía unir los estados escandinavos contra una eventual invasión rusa.

         Pero los siquiatras apenas tuvieron tiempo de examinar esta curiosa explicación, cuando el acusado, dando muestra de una violenta agitación, proveyó una segunda, mucho más sensacional: “Yo soy, gritó, el instrumento de una horrible maquinación”.

         Luego afirmó haber obrado bajo hipnosis y para ejecutar las órdenes de uno de sus amigos, Bjorn Nielsen: bajo hipnosis se había presentado al banco de Norrebro, lo había asaltado y matado a dos inocentes, de la misma manera como, también bajo hipnosis, había desvalijado, el 23 de Agosto último, un pequeño banco de pueblo, también por cuenta del mismo Nielsen. “Hasta ahora, confesaba además Hardrup, he vivido bajo la influencia constante de Nielsen; pero hoy comprendo que he sido engañado y proclamo mi inocencia”.

         ¿Se podían aceptar estas razones? A primera vista todo hacía creer en las patrañas de un espíritu desequilibrado. Desde el punto de vista médico, los psiquiatras siempre han sostenido, a partir de los trabajos de la escuela francesa (Charcot y Janet en la Salpétriér), que no es posible llegar a obligar a un sujeto bajo hipnosis a efectuar un acto que él repruebe. Y en el terreno legal ningún jurado podía una defensa fundada en una práctica que para la justicia equivale a charlatanería. Un informe psiquiátrico del profesor Max Schmidt estableció sí que el joven delincuente padecía de un grave delirio esquizofrénico, y el enfermo fue transferido a la clínica psiquiátrica de Copenhague, que dirigía el doctor Paul Reiter.

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         Aquí las cosas se pusieron en marcha acelerada. Pues el doctor Reiter era un especialista de la hipnosis. El mismo la utilizaba frecuentemente y con éxito en el tratamiento de ciertas psicosis. El caso del joven Hardrup le fascinó literalmente.

         El muchacho había sido educado en un confortable ambiente burgués que raramente engendra la criminalidad. Su padre era librero, la historia familiar no revelaba ninguna herencia anormal, y el mismo Palle pertenecía a una categoría muy controlable, la de los hermanos gemelos. Palle y su hermano eran rigurosamente idénticos: no solamente se parecían, sino que una serie de tests probaba que pertenecían al mismo grupo sanguíneo, que tenían casi las misma huellas digitales y que sus padres no los distinguían sino por un lunar que Palle tenía detrás de la oreja. Los hermanos Hardrup habían vivido siempre juntos, en el mismo cuarto; los dos eran sociables, económicos y  sobrios. Nada, en suma, explicaba por qué Palle se había convertido en un peligroso criminal mientras que su hermano continuaba siendo un inofensivo empleado.

         Inmediatamente el doctor Reiter decidió hipnotizar al enfermo. Hardrup era un flemático casi excesivo: sus movimientos eran tiesos, mecánicos. Se ofreció voluntariamente a la experiencia. Tenía interés en lo que pudiese comprobar su declaración; no obstante Reiter tuvo la más grande dificultad para dormirlo.

         “Cada vez que siente debilitarme, explicó el enfermo, una tensión se opera en mí como si inconscientemente tuviese miedo de perder el control”.

         Esto podía significar: o bien que Hardrup no era hipnotizable (y entonces había mentido), o bien, por el contrario, que lo era en grado sumo,  y que se le había rodeado por adelantado de una verdadera barrera hipnótica que sería difícil romper. Reiter sintió durante todo ese período que una fuerte personalidad se oponía a que él progresara.

         Decidió cambiar de táctica. Inyectó a su enfermo tres centímetros cúbicos de evipán y le pidió que fijase la vista en la luz de un oftalmoscopio. Y, bruscamente la resistencia se derrumbó. Cayó en un trance profundo. Para comenzar, el psiquiatra sugirió algunas alucinaciones simples: Usted está jugando con un perro… acarícielo… etc. Después le hizo revivir algunos recuerdos de la infancia. Por último estableció un signo preciso que en el futuro le permitiría dormir a Hardrup a voluntad y al instante. Era la letra P, inicial de su nombre, Palle, y también inicial de Paul Reiter. Para impedir que Hardrup se durmiese solo, al ver, por ejemplo, la P de una señal de parqueo, tuvo buen cuidado de establecer: “La señal le deber ser dada a Ud. por mí y sólo por mí”. Para verificar la eficacia de esta señal, llamó a Hardrup por teléfono a la oficina del director de la prisión, y, a distancia, dijo:

         “¡P!” Al instante Hardrup quedó en trance, sonámbulo. La prueba estaba hecha: Hardrup era hipnotizable.

         Pero era necesario llegar más lejos. Reiter ordenó a su hombre ejecutar al despertarse una serie de acciones muy complicadas: debía, por ejemplo, despertarse de muy mal humor, recibiría con gran disgusto su cena, lanzando su plato contra el muro y disputaría con su guardián. Hardrup, sin poder comprender él mismo lo que le sucedía, ejecutó fielmente ese programa Así Reiter para obtener la verdad substituía en cierta forma a Bjorn Nielsen y forzaba al enfermo a ejecutar contra su voluntad actos que él mismo desaprobaba. Para desenmascarar a un eventual culpable el médico, paradójicamente, estaba cometiendo con Palle Hardrup el mismo crimen, la misma imposición por el terror mental. Faltaba sí obtener una confesión completa de Hardrup, que registró en cinta magnetofónica. Hizo escribir a su paciente un informe autobiográfico detallado, le hizo relatar todos sus sueños, y por tandas, hipnotizó a Hardrup ante una comisión oficial. Luego publicó un resumen integral de su investigación, el cual sacudió a la prensa mundial (Anti-social or criminal acts and hypnosis, por J. Reiter, Munkgaand, Copenhagen).

         La confesión de Palle Hardrup sobrepasa con mucho la más rocambolesca de las tramas. Es la narración de un crimen contra el espíritu, de un verdadero asesinato psicológico.

         Bjorn Nielsen, un tipo de cuarenta años, de apariencia opaca, y que a lo largo de todo el proceso asumió la actitud de una eminencia gris, era el hombre invisible de esta historia. Permaneció tras bastidores, pero determinó todos los acontecimientos.

         La historia comienza en la prisión de Horsen, donde desgraciadamente los dos hombres entraron en contacto. – Hardrup, había colaborado con los alemanes durante la ocupación de Dinamarca. Había formado parte del Hipokorps, es decir, la policía auxiliar alemana.

         En 1945, cuando la evacuación, se le condenó a catorce años de prisión. Nielsen, por su parte, había extorsionado a los hombres de negocios poseedores de sumas considerables, amenazándolos con denunciarlos a los movimientos de resistencia. Nielsen, a pesar de su escasa instrucción, era muy elocuente. Explicó a su compañero de celda cómo ellos dos habían venido a ser como dos muertos vivientes. “Como prisioneros políticos, pertenecemos a un pasado ya ido;  y no hay para nosotros en la futura sociedad”. “Entonces, inquirió Hardrup, no tenemos esperanza? Con aire de misterio, Nielsen hizo alusión a ciertos poderes supra-normales que los hindúes habían perfeccionado y que podían, quizás, ser aprovechados. Se puso, ante el joven estupefacto, a hablar de telepatía, de médiums, de levitación, de sesiones espiritistas. Ambos iniciaron en las posiciones clásicas del yoga: el loto, la posición de Buda, etc., se volvieron vegetarianos, y, para terminar, probaron a hipnotizarse mutuamente.

         Al principio Nielsen fingía tener menos poderes que su compañero: fingió no tener sobre Hardrup sino muy poco ascendiente y, al contrario, se dejaba dormir fácilmente por él. Luego comenzó insidiosamente a dormirlo, sin que Palle recelase, arreglándoselas para que éste no conservase ninguna memoria.— Hadrup era ultrasensible, pleno de imaginación: era un sujeto ideal. Nielsen sugirió al joven visiones paradisiacas, baños de luz, un sentimiento de pureza y de perfección, en suma, un nirvana artificial que fue parea el joven una verdadera revelación.

         “Tú no debes depender más que nada en el mundo, tú no tienes en adelante ningún bien terrenal, ninguna propiedad”, amonestó Nielsen a  Hardrup. – Como prueba, le pidió le entregase su reloj, después un acordeón que poseía en la celda. Consiguió en la biblioteca de la prisión las profecías de Nostradamus, donde el “profeta” menciona la venida de un mesías a la tierra de Escandinavia. Muy lentamente persuadió a su hombre de que debía jugar un papel inmenso, casi divino, en la futura sociedad; que él uniría a los estados escandinavos; y que para realizar todo esto debía purificar su alma, desprenderse de todo lazo material. Por ejemplo, debía desligarse de sus parientes, dejar de escribirles. Bajo hipnosis hizo ejecutar a Hardrup algunos pequeños hurtos imaginarios: “Hay dinero en esta mesa. Tómale. No te pertenece, pero en el plan en que te encuentras eso no tiene importancia. Se trata simplemente de tomar una partícula de materia y cambiarla de lugar”.

         La educación burguesa de Palle se oponía a esto. Pero poco a poco terminó haciéndolo. Nielsen, siguiendo adelante, lo hizo ejecutar robos imaginarios, asaltos de bancos y aún homicidios. “Estás en tu casa. Tomas un revólver y disparas sobre tu madre”. Hardrup, literalmente hechizado, obedecía sin pestañear. Se había convertido en un instrumento perfecto para Nielsen. No faltaba sino utilizarlo.

         Habiendo cumplido su pena. Nielsen fue soltado primero. El 29 de octubre de 1949, Palle Hardrup fue amnistiado y también quedó libre. El mismo día, aún antes de ver a sus padres, telefoneó a Nielsen y de nuevo hicieron contacto. Desde entonces Nielsen emprendió una larga campaña de explotación de su víctima. Hardrup  había tomado un empleo en una fábrica de utensilios. Cada fin de mes Nielsen le forzaba a darle casi la totalidad de su salario, bajo pretexto de financiar un Instituto de Investigaciones Psíquicas. Una tarde Nielsen hizo aparecer ante el aturdido Hardrup un personaje imaginario que le presentó como su “ángel guardián”. En adelante cada vez que debía darle una orden, pretendía ser emanada de ese personaje que él llamaba “X”.

         A fin de verificar su ascendiente sobre el pobre Hadrup, Nielsen decidió someterlo a prueba hasta en su vida sexual. Presentándole un día a cierta joven, le intimó la orden de seducirla, después casarse con ella. “X”, le dijo, exige que tú te cases con Benta. Pero antes del matrimonio debes conseguir que ella se ceda a mí”. Los acontecimientos tomaban el giro de una pesadilla perversa. – Hardrup, joven tímido, de educación convencional, debía ahora, en el tiempo limitado, emprender la seducción de una joven y después lanzarla a un acto que su sentido moral reprobaba muy profundamente.

         Palle Hardrup se halló, casado con una joven a quien no conocía y a la cual ás tarde, a lo largo de todo el proceso, se negó a reconocer como esposa. Nielsen lo llevaba aún cuando ambos estaban casados, en largas rondas nocturnas, por el barrio más sórdido de Copenhague, Nyhayn, hurgando en los tugurios de marineros so pretexto de realizar “un estudio social de los barrios populares”. Y Nielsen obligaba a su víctima a tragar, aún cuando la detestaba, grandes cantidades de cerveza, y a frecuentar las más vulgares prostitutas.

         Por fin llegó el gran día. Nielsen había señalado un banco en Hvidovre. El 21 de Agosto de 1950 obligó a Hardrup a asaltarlo. El hombre compró un par de anteojos negros, robó una bicicleta y llegó frente al banco.— Pero presa de un pánico intenso, no pudo cumplir con lo mandado. Enloquecido, telefoneó desde un público a su amigo y, casi desvaneciéndose, lo llamó en su auxilio. Nielsen llegó corriendo, lo tomó a su cuidado, lo calmó, lo durmió, y dejó el asalto para otro día. El 23 de agosto Nielsen durmió a su víctima, le hizo beber un vaso de aguardiente condimentado con pimienta y lo lanzó en una bicicleta.

         La idea de un “hold up” en bicicleta puede parecer extraña, pero en Dinamarca, todo el mundo circula en ella; y esta clase de vehículo poco notable, puede será abandonado o robado con una gran facilidad en los numerosos parqueos para bicicletas que están regados por las tranquilas calles de Copenhague.

         Esta vez Palle Hardrup, debidamente magnetizado, entró en el banco señalado, sacó un revólver y forzó al cajero a llenar de billetes un saco de cuero que tenía en la mano. Después, sin atolondrarse, saltó en su bicicleta y volvió donde Nielsen al cual entregó todo el dinero robado.

         Para construir el episodio siguiente durante el proceso, el doctor Paul Reiter recurrió a un método sin precedentes. Durmió a Hardrup delante de los representantes de la ley, el fiscal general, los dos abogados de la defensa  varios expertos médicos y psicólogos. “Palle Hardrup, estamos ahora en el día 29 de marzo de 1951. Ud. va a revivir lo de ese día, sin omitir un detalle, en voz alta e inteligible”. El joven comenzó: “¡He tomado mi maleta! Estoy extremadamente calmo. Afuera el hielo hiela. Tomo un taxi hasta Griffenfeldsegade”. Por fin penetra en el banco: “¡Llene Ud., esta maleta! Siento que alguien tras de mí gira la perilla de una puerta. No debo dejarme aprisionar. Uno de los empleados trata de escapar. Dispoaro. Otro se desenfila. Lo abato igualmente. – Salgo a la calle. Oigo sonar una sirena de alarma”. El hecho de que un acontecimiento imprevisto (la resistencia de dos empleados del banco) haya alterado el orden de las cosas, parecer haber desorientado a Palle Hardrup, quien se hallaba de pronto acusado de asesinato, sin saber cómo él, un joven bien nacido, cuidadoso del orden público, había podido llegar a ello.

         El proceso de Palle Hardrup y de Bjorn Nielsen tuvo lugar en junio o en julio de 1954, en el tribual de Ostre Lasdsret, delante una concurrencia ansiosa  y apasionada. Para Hardrup todo el procedimiento se limitaba a períodos de catalepsia, durante los cuales él atestiguaba, seguidos de un despertar sin recuerdos.  Permanecía asilado de toda realidad y el proceso se verificaba un tanto sin él. Pero el tribunal exigía, contra la advertencia de Paul Reiter, que se le diese lectura de todas sus declaraciones, comprendida la autobiografía post-hipnótica que él había redactado. Legalmente la cosa era indispensable, pero piscológicamente esto fue un error inmenso. Hardrup cayó bajo el golpe de una terrible depresión nerviosa. Quedó sujeto a insomnios continuos, se vio perseguido por “ángel guardián”, y era casi imposible hipnotizarlo.

         “Siento, explicó, que mi alma se hacer girones”. En un acceso de delirio se lanzó sobre Paul Reiter, pues en la doble prueba hipnótica que había sufrido, llegó a identificar al doctor como Nielsen, su torturador: ¿Acaso los dos no lo habían sometido a su voluntad, el uno con las miras criminales, el otro con designio humanitario?

         No obstante, los abogados rehusaron tomar en cuenta el contenido médico de todo el affaire. Según la antigua escuela de hipnosis era contestable, todo podía ser una invención de Hardrup. Demandaron al jurado limitarse al aspecto puramente legal del proceso. Pero los ocho jurados, impresionados, reconocieron, contra lo esperado, que Nielsen era ciertamente el instigador y responsable de los crímenes en juicio. Nielsen fue, pues condenado gracias a una curiosa treta legal, “por complicidad de robo y  de muerte”. Mientras que Hardrup, juzgado irresponsable, era enviado a un asilo de alienados. Nielsen se veía condenado a prisión perpetua. Pero, según el doctor Reiter, la ley, aún reconociendo la influencia de Nielsen, niega la hipnosis, sin la cual esta influencia no hubiera tenido lugar. En el importante estudio que acaba de publicar sobre este caso insensato, reclama que la legislación sea modificada en favor de una visión menos anticuada de la cuestión. Cita un número importante de casos tomados de la historia criminal internacional, probando que la hipnosis ha sido y puede ser empleada para obligar a inocentes a cometer actos antisociales.

         El caso de Palle Hardrup, expuesto por Reiter, prueba que ES POSIBLE FORZAR POR LA HIPNOSIS A UNA PERSONA A COMETER TODA CLASE DE CRÍMENES, a condición de haber efectuado sobre la víctima un lento trabajo de preparación, utilizando sus debilidades psicológicas, y de romper poco a poco su resistencia, integrándolo a un sistema que se salga de su código moral habitual. Palle Hardrup sufre actualmente un estado que Paul Reiter juzga incurable. Es víctima de alucinaciones constantes, de angustias patológicas, se cree perseguido por doquiera por el “ángel guardián” inventado por Bjorn Nielsen. “Nielsen,” dice Reiter, “debe ser considerado como el más peligroso y el más cínico ladrón  y el más cínico de los criminales de de Dinamarca. Es el único ladrón  y el único asesino del affaire Hardrup. Pero tiene aún otro crimen sobre su conciencia, una muerte de la que nadie lo ha acusado: el asesinato moral de Palle Hardrup”. Y para este crimen ¿existe castigo?

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