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Poco sabemos de los poblados indígenas ubicados en la comarca del Desagüadero a la llegada de los españoles.
De los documentos procedentes de los
albores coloniales de Nicaragua, ninguno hace mención de ellos, si exceptuamos
el que trata del descubrimiento del Desagüadero por Calero y Machuca en 1539,
al cual voy a referirme después.
Aunque estos pueblos no presentaban una
mayor importancia en el cuadro general de la Nicaragua indígena de los primeros
años de la colonia, no dejaban de tenerla considerados sobre el trasfondo
regional del Desagüadero. Y sus habitantes deben haber hecho un papel de primer
orden como auxiliares en el mantenimiento del tráfico marítimo de Granada con
Tierra Firme, las Antillas y Nueva Granada, a través de la gran vía fluvial.
La ubicación de estos primeros asientos
reviste también otro interés: el arqueológico. Quizás algún día espíritus
amantes de esta ciencia de rara fascinación decidan hacer investigaciones
sistemáticas en esos lugares para establecer la verdadera identidad de sus
antiguos habitantes, su procedencia, sus costumbres; y escribir así un capítulo
que al presente deja un amplio hueco en la historia de una de las regiones más
importantes de Nicaragua.
Como digo, hay tan escasas noticias de
ellos, que es aventurado hasta opinar sobre la causa de su desaparición. Mas a
pesar de ello, esta puede atribuirse directamente a indirectamente al impacto
de la “ola blanca” europea sobre su rudimentaria organización.
Abierta al tráfico comercial la vía del
Desagüadero, rota la clausura de aquel selvático escenario, pocas esperanzas de
supervivencia quedaban para aquella gente de primitivo existir, que desde
entonces tuvo que soportar, no ya las rapaces y criminales incursiones del
vecino más fuerte, sino también el trajinar acelerado a veces devastador de españoles, piratas
ingleses, mosquitos y zambos; enemigos mortales unos de otros, pero
fraternalmente unidos para tornar inhabitables las paradisíacas márgenes del
San Juan.
Entre los documentos contenidos en el
juicio promovido por Rodrigo de Contreras, gobernador de Nicaragua, reclamando
contra la capitulación que el rey de España tomó con Diego Gutiérrez en 1540
para la conquista y población de la
provincia de Cartago, está la “Relación de lo que el Magnífico Señor Capitán Alonso
Calero ha visto y descubierto hasta hoy día de ésta en el viaje de
descubrimiento que va del Desagüadero por el Muy Magnífico Señor Rodrigo de
Contreras, Gobernador y Capitán General de estas provincias de Nicaragua por Su
Majestad”. Este es el documento que copia Peralta y que
transcribe Gámez, aunque no literalmente, como él mismo advierte.
Según
esta Relación, salieron los expedicionarios de las Isletas de
Granada el 7 de abril de 1539. A los 24 días de haber salido de su primitivo
puerto de las Isletas, entraron las embarcaciones en la boca del Desagüadero.
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El
segundo día de mañana continuaron la marcha río abajo y descubrieron otras
islas “y un río grande que viene de la parte de mediodía y otros esteros
pequeños de poca agua”. Estas son las islas Grande y la Chica, y el río es el Medio Queso.
La
1. Chica, de 600 metros pegada a la
orilla izquierda del río.
“Viniendo
así caminando el río abajo, el agua comenzaba a correr más recio de lo que solía;
sería ahora del mediodía que el capitán mandó surgir (que iba adelante con una
canoa); y surtos, se fue abajo por ver lo que era, y a una vuelta que hace el
río, vido estar unos indios pescando en medio de un raudal. Y vistos, se
encubrió lo mejor que pudo y se volvió a la armada”.
Tomó
Calero 10 hombres, en su canoa, ordenando al Veedor Alonso Ramírez que le
siguiese en otra con otros 10. Así 22 españoles sorprendieron a 4 indios
pescadores, de los que uno pudo escapar hacia el monte, quedando presos los
otros tres con sus 2 canoas y el producto de su pesca de aquel día, que
ascendía a 300 libras distribuidas en seis hermosos ejemplares de sábalos que
causaron la admiración y el gozo de los españoles. Aquel día y el siguiente
hubo banquete a base de sábalo en el real, y luego se decidió continuar para
fondear cerca del raudal en que pescaban los indios, frente a un río grande que
viene de la izquierda y que probablemente desde entonces comenzó a llamarse Río
de los Sábalos.
MACHUCA DESCUBRE SU RAUDAL
Instalado
en su nuevo real, Calero envió a su segundo, el Capitán Diego Machuca de Suazo,
Desagüadero abajo, en dos canoas con 20 hombres, a explorar los raudales que
según el decir de los indios capturados, ascendían a cinco. También envió a
Damián Rodríguez con 20 hombres en las otras dos canoas, en busca del pueblo de
Abito, de donde eran naturales los tres indios, y que decían estaba hacia el
Norte, a orillas o muy cerca del río de los Sábalos. Machuca regresó a los dos
días, habiendo reconocido dos raudales, el que los indígenas llamaban la CASA
DEL DIABLO, nombre que la crónica empieza a abreviar por “Raudal del Diablo”,
el cual los españoles cambiarían más tarde por el de Santa Cruz,
correspondiendo en la actualidad al del Raudal del Castillo, el otro raudal, 20
kilómetros abajo, fue el que desde entonces se llamó de Machuca, aun cuando
había sido visto la primera vez por Estete y los suyos. El del Castillo había
sido descubierto por Rui Díaz hacia 1524, bajo Hernández de Córdoba. En esa
incursión se exploró en cano algo más allá, pero no tenemos base para suponer
que este reconocimiento se llevase hasta el Machuca o más adelante aún. Damián
Rodríguez volvió al río Sábalos sin haber dado con el pueblo de Abito.
CALERO EN POCOZOL
Entonces
Calero “apercibió 40 hombres y al Padre Morales consigo y se metió en cuatro
canoas y caminó el río abajo dos días he hizo noche cabe el pueblo que se llama
Pocozol; y en amaneciendo dio sobre él, donde en una isla que hace el dicho río
(San Juan) y el otro que arriba de Voto viene, se halló un bohío, en el cual se
dio; y por ser mucho el ruido que llevaba con las canoas, no se pudo toar más
que un indio y algunas indias”.
Estos
informaron cómo su pueblo había sido destruido cosa de un mes antes, por los de
otro poblado que estaba río (San Juan) abajo, al cual llamaban Tori, de manera
que en los demás bohíos no quedaba sino “el cacique y cuatro viejas”. El
poblado de Pocozol estaba constituido por varias chozas diseminadas en las
orillas del río de Voto, a lo largo de una media legua, pues Calero para ir a
traer al cacique, con el propósito de informarse mejor de las características
de la región, tuvo que navegar esa distancia río arriba, lo cual le llevó más
de medio día “porvenir el agua muy recia”.
El
cacique de Pocozol informó a Calero que en término de nueve meses había sufrido
dos ataques de pueblos enemigos. El primero por los habitantes de Voto, situado
hacia el Sur, a cuatro días de piragua y uno más de camino. Los de Voto
vinieron en cuatro canoas grandes con mucha gente, mataron gran cantidad de
hombres de Pocozol y se llevaron muchas mujeres y adolescentes. El segundo
ataque fue por los de Tori, a dos días de San Juan abajo, los cuales llegaron a
completar los destrozos causados por los de Voto, matando o llevándose a los
que restaban, a excepción del Cacique, las cuatro viejas y alguno que otro
indio que logró esconderse a tiempo.
Luego
de narrar las desgracias de su pueblo el cacique de Pocozol, preguntado sobre
el río y sus raudales, dijo: “de aquí a Tori no tenéis ningún raudal ni
piedras; desde Tori hasta Suerre el agua va muy recio y tenéis piedras; (no
obstante) no es tan baja como esta otra que habéis pasado”.
Al
día siguiente Calero emprendió el regreso al real de los Sábalo. Empleó cuatro
días en él, porque hubo de pasar cinco raudales “los cuales son muy trabajosos
de subir”. “Trajo la gente muy trabajada y muy llagada, porque era forzoso
saltar la gente en los raudales para pasar”.
LA VERDADERA UBICACIÓN DE POCOZOL
De
todo lo expuesto acerca del viaje a Pocozol podemos inferir la situación de
este poblado y la de Tori y Voto con alguna exactitud.
Primero
observemos que Calero emplea dos días para ir del río de los Sábalos a Pocozol.
Machuca empleó el mismo tiempo para el viaje de ida y vuelta al raudal de su
nombre, lo cual suma unos 70 kilómetros. Sólo esto ya nos hace pensar que,
contra lo que se ha creído y pudiera creerse, el poblado de Pocozol no estaba
junto al río que hoy se llama POCOSOL O POCO SOL, a ocho kilómetros del de los
Sábalos. Hay otras referencias en la Relación
que corroboran
este aserto:
1º.
Habiendo explorado Machuca hasta el raudal de su nombre, o natural, al
decidirse Calero a ir él en persona a reconocer río abajo, era que llevase el propósito
de sobrepasar lo explorado por Machuca y no ir a perder el tiempo a sólo ocho
kilómetros del real, y menos llevando 40 hombres y cura consigo.
2º.
En la confluencia del río que descendía de Voto con el San Juan, asiento del
poblado de Pocozol, había por lo menos una isla y en esta un bohío en donde
capturaron a un indio y varias indias. En la boca del Pocosol no existe ninguna
isla, si en la del San Carlos (500 por 200 metros) entre grandes bancos de
arena.
3º.
Para ir en busca del cacique, media legua arriba sobre el río que viene de
Voto, Calero empeló más de medio día “por venir el agua muy recia”. Esto es
natural que suceda e el río San Carlos (210 metros de anchura), el caudal de
cuyas aguas es enorme tanto en verano como en invierno. No así tratándose de
humilde Pocosol, que apenas alcanza 30 metros de ancho en la desembocadura y
que se desliza dulcemente describiendo amplias volutas en una suave llanura
antes de llegar al San Juan.
4º.
El cacique informó que para llegar a Coto hay que navegar cuatro días río
arriba y caminar un día más. Esto de navegar cuatro días hacia arriba se puede
hacer en un gran río como el San Carlos, que sólo en su parte baja (comprendida
en la llanura del mismo nombre), tiene 70 a 80 kilómetros de longitud, todos
navegables, pero no en una humilde corriente como el Poco Sol, que apenas
alcanza unos 40 kilómetros de curso, que, de ser navegables, se recorrerían en
cosa de dos días a lo sumo.
5º.
El cacique informa que de Pocozol a Tori (2 días río abajo) NO HAY RAUDALES, si
los hay de Tori a Suerre, y aun piedras; pero el agua no es tan baja como la
que han pasado. Esto no podría decirse de ninguna manera estando Pocozol en el
actual Poco Sol, ya que apenas estarían empezando a cruzar los raudales,
faltando lo peor de ellos.
6º.
El cronista cuenta que Calero y los suyos emplearon cuatro días en volver al
real de los Sábalos, pasando cinco raudales que dejaron la ente trabajada y
llagada. Estos eran: Machuca, el del Castillo y el Toro. En cuanto a los oros
dos, se puede escoger entre el Diamante, Mica, el de las Balas, el Patricia y
el Purgatorio, escalonados entre el Castillo y Machuca.
¿DÓNDE ESTABA VOTO?
Establecida
la ubicación de Pocozol es relativamente fácil deducir la de Voto y Tori y aun
la de Suerre.
Oviedo
registra un dato importantísimo acerca de la expedición de Estete, al
Desaguadero. Es el siguiente:
Dice
Oviedo: “En aquel viaje que éste hizo a Coto, se hubo noticias de otra tercera
laguna, y desde ciertas cumbres algunos soldados españoles la vieron muy lejos,
tanto, que unos decían que era agua y otros la ponían en duda. Yo me hallé en
esa sazón en aquella ciudad de León, y oí a algunos hablar en esto, de los que
fueron a aquella entrada, y se afirmaba que era otra laguna el agua que de
lejos habían visto más hacia la parte del Norte, y creían que la segunda Gran
Laguna iba a vaciar o se desaguaba en la tercera. Esto está ya averiguado,
porque el año pasado de 1540 años, vino a esta ciudad de Santo Domingo y desde
aquí fue a España, el piloto Pedro Corzo, que es uno de los que se hallaron en
el viaje de Voto con Martín Estete, y vido aquella tercera y dudosa laguna, y
me dijo que viniendo el de la Nueva Castilla (donde es gobernador el Marqués D.
Francisco Pizarro) halló ciertos amigos suyos y conocidos de la provincia de
Nicaragua en el puerto de Nombre de Dios, los cuales tenían allí una fusta y un
bergantín, que en compañía de un hidalgo llamado Diego Machuca que yo conozco
(al cual está encomendado el cacique de Lenderí y aquella tierra del Infierno
de Masaya), habíamos hecho en la costa de la Laguna Grande de Granada en cuyo
nombre propio en la lengua de los naturales de aquella tierra es Coabolco), y
gastaron muchos miles de pesos de oro en la labor de esos navíos y en los
proveer; y todo a su propia costa, con determinación de morir o ver el fin de
las dichas lagunas. Y por tierra este Capitán Diego Machuca con hasta 200 hombres
siguió su camino: y la fusta y bergantín y algunas canoas por el agua hicieron
lo mismo: y salieron los de los navíos a esta nuestra mar del Norte, donde
parece que las dichas lagunas desaguan. Y como en la boca o puerto donde
salieron no conocieron la tierra, para saber a donde estaban subieron la costa
de la mar del Norte al oriente y fueron al puerto de Nombre de Dios, donde este
piloto los vió y habló y comunicó y comió y bebió con ellos, los que así
salieron de las dichas lagunas”.
Vemos
que LO QUE ESTABA YA AVERIGUADO cuando Oviedo escribió lo anterior, era que la
Laguna Grande desaguaba e el mar del Norte, y no la existencia de la TERCERA
LAGUNA, como a primera vista parece. En otros términos, QUE LA TERCEA LAGUNA,
vista a lo lejos por los de Estete, NO ERA OTRA COSA QUE EL MAR DEL NORTE,
divisado confusamente en lontananza desde alguna altura considerable. Hay que
pensar, pues, que Voto era un pueblo de montaña y no un caserío fluvial o
palustre como se ha supuesto. Y que para llegar a él los españoles tuvieron que
ascender considerablemente por las laderas de las cordilleras costarricenses,
hasta el punto de poder divisar el Atlántico a lo lejos. Pero por otra parte
sabemos que allí se llegaba desde el San Juan ascendiendo durante cuatro días por
las aguas de un gran afluente y continuando luego a pie durante otro día. Ahora bien, el único río de la región capaz de
llevar tan adentro del territorio costarricense y tan alto en sus montañas, es
el San Carlos actual, el que debió ser el RÍO DE VOTO de los indígenas.
El
poblado de Voto, según las luces que arroja el escrito de Oviedo, había que
situarlo en las laderas norteñas de la Cordillera Volcánica y la Cordillera
Central de Costa Rica, entre los 600 y los 700 metros de altitud en dirección
al Cerro de la Concordia; hacia los 1000 y pico de metros en dirección del
Volcán Arenal. Desde esas alturas en las regiones señaladas, puede avistarse
cuando las condiciones son favorables, la TERCERA LAGUNA, nuestro adorable Mar
Caribe, tesoro inagotable de maravillas y leyendas.
Corroborando nuestro
supuesto, basado en la valiosa cita de Oviedo, de que la expedición de Estete
se dirigió hacia el Sur, hacia la meseta costarricense, en el pleito de
Contreras con la corona por los gastos del Desaguadero, aparece el testimonio
del Bachiller Francisco Pérez de Guzmán, — quien dice saber que los de Este se
volvieron — “porque no pudieron pasar por ser la tierra trabajosa de sierras”.
Voto
estaría, pues, señoreando los hermosos valles del San Carlos y de los Guatusos,
y quizás fuese la capital de esta vieja raza de probable ascendencia chontal,
que abandonó su antiguo HABITAT junto al río, para ir a refugiarse junto a las
montañas a consecuencia de alguna invasión foránea al valle de San Juan, de la
cual el cacique de Pocozol traería su descendencia. Bajo este supuesto la
animosidad de los de Voto contra los de Pocozol era hasta cierto punto
originado en rencores ancestrales, fruto de antiguos agravios.
TORI Y SUERRE
En
cuanto a Tori, la distancia de dos días de Pocozol, por el río, lo coloca e las
proximidades del lugar que ahora se denomina Delta, donde el Colorado se separa
del San Juan.
Tratábase
de un mísero pueblo de pescadores, en el cual los españoles no pudieron
permanecer por mucho tiempo, ante el peligro de perecer de hambre. Sus
habitantes, sabedores de la desgracia que se había abatido sobre Pocozol al
atacar los de Voto, rapaces y alevosos, decidieron aniquilar al caído, seguros
de que no corrían peligro. Hay razones para suponer que Tori estaba situado e
la bifurcación del San Juan que da origen al brazo del Colorado. Ellas son:
1ª – Que
el cacique de Pocozol lo situaba a dos días de su pueblo. El Delta dista de
Boca San Carlos 65 kilómetros. Si bien Calero empleó dos días en navegar río abajo
los 44 kilómetros que había de los Sábalos a Pocozol, es de considerar que las
condiciones de ese trozo del San Juan son excepcionalmente difíciles por el
número de raudales y obstáculos que contiene. En cambio, del San Carlos al
Delta no existen problemas (como el cacique lo expresó y es la realidad) y por
consiguiente la navegación puede hacerse más rápida, elevándose la media diaria
a 32 kilómetros, en vez de los 22 que hizo Calero en su trayecto.
2ª –
El cacique hablo de una vuelta a las dificultades después de Tori hasta Suerre,
pues volvían las piedras y los raudales, aunque en menor proporción que entre
Sábalos y Pocozol.
Entre el San Carlos y el Delta no se
presentan estas condiciones en ningún punto, un poco, entre el Delta y San Juan
del Norte y mucho en el brazo del Colorado, que se lleva las 4/5 partes del
entero caudal del San Juan y que sigue un curso irregular y sinuoso por una
llanura sembrada de lo más rocosas de baja altura, sobre todo en la banda sur
del río. Cosa parecida ocurre con el brazo llamado Caño Bravo que ofrece un
atajo relativamente corto entre dos puntos distantes del Colorado.
El
nombre Caño Bravo no dice fielmente las pésimas condiciones de navegabilidad en
esta corriente. El cacique refería, pues, en su última parte, vale decir el
Colorado, hacia cuya desembocadura debe haber estado el poblado de Suerre.
Suerre
era provincia y pueblo bastante prósperos, pues yendo hacia allá desde San Juan
de la Cruz el Capitán Diego de Castañeda, por orden de Contreras, en 1540,
recogió cerca de mil pesos de oro. Según Peralta el Río Suerre es el Pacuare, y
la provincia abarca desde ese río hasta el Desaguadero (unos noventa kilómetros
de costa).
Managua, Enero de 1961.
E. PÉREZ-VALLE
Nota: Las ideas fundamentales que conforman el presente artículo fueron extraídas de diversos capítulos de mi estudio sobre “El Desaguadero de la Mar Dulce”, publicado el año pasado.
E.P.V.
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