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"VÍKTOR DE LA TRABA" |
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Liminar, Por EPV h., director/editor del Blogspot.
Luego de asomarnos
en este blogspot desde diversos “miradores de la historia”, hoy, en el séptimo
mes del 2020, quiero reabrir otro de los ángulos desde donde pueda divisarse el
salero político, la jocosidad, el humor fino, chispeante y culto, de tiempos
pretéritos. La mordaz ironía, la picardía y la risa burlona, el
talante sin par de ciudadanos incrustados por esa peculiaridad existencial en
el monumento de la memoria inmortal. Los que, por ese singular legado, nunca los podrá atrapar el mármol frío del olvido.
Haremos el intento
por reencontrar viejos y diversos testimonios sobre Dn. Alfonso Brenes Bermúdez
(“Víctor de La Traba”), Dn. Gonzalo Rivas Novoa (“Ge Erre Ene”), Dn. Óscar
Pérez Valdivia (“El Venerable Anciano”), Dn. Ramiro "Tipitapa" Cuadra Vega; Dr. Jesús Miguel (Chuno) Blandón, y otros. La única condición para compartir
estas entregas consiste en devolverlos al presente con los relatos o testimonios
de ciudadanos que fueron contemporáneos de ellos.
Precisamente, en una entrevista realizada
hace cuarenta años al Bachiller Oscar Pérez Valdivia, “El Venerable Anciano”, a
través de su conducto testimonial podemos recordar a “Víktor de La Traba”.
El “Bachiller Pérez Valdivia” fue todo un personaje del radioperiodismo nicaragüense que, por muchos años estuvo al frente de su programa radial en Radio Corporación, en donde realizaba diversos análisis y comentarios llenos de humor y, en el momento de llegar al final siempre exclamaba: —¿Se aprueba? ¡Aprobado!— mientras hacía sonar el ¡Cliínnn! de la infaltable campanita del aprobado.
El “Bachiller Pérez Valdivia” fue todo un personaje del radioperiodismo nicaragüense que, por muchos años estuvo al frente de su programa radial en Radio Corporación, en donde realizaba diversos análisis y comentarios llenos de humor y, en el momento de llegar al final siempre exclamaba: —¿Se aprueba? ¡Aprobado!— mientras hacía sonar el ¡Cliínnn! de la infaltable campanita del aprobado.
El bachiller
Valdivia era muy ocurrente e ingenioso, un día en su programa inventó aquella
traslación de prefijos y sufijos entre el nombre del lago Xolotlán, en
Nicaragua y el Titicaca, del Perú. Vista la situación de nuestro lago, ---decía
Pérez Valdivia—hay que cambiar el sufijo del Titicaca y dárselo al Xolo de
Nicaragua, así tendríamos que nuestro lago se llamaría Xolocaca y el otro,
Tititlán. — ¿Se aprueba? ¡Aprobado!—
Otro notable
ciudadano de la contribución periodística a la Memoria Histórica fue Don
Emigdio Suárez Sobalvarro. En esta ocasión, publicaremos dos artículos de su
autoría sobre Dn. Alfonso Brenes Bermúdez, intitulados: “Anteojos con
retrovisores” y “El Museo de Rarezas”.
Haremos lo mismo
sobre el legado de Dn. Gonzalo Rivas Novoa. Intentaremos reunir distintas páginas y, datos sueltos, publicados en diversos medios impresos. Quizás el último artículo interesante y bien sustanciado, con datos compilados y recopilados, sea de Aníbal Zúñiga Gutiérrez, que fue publicado en la página de opinión del desaparecido "El Nuevo Diario", en fecha 7 de febrero de 2011.
Sin necesidad de
más líneas introductorias, pasemos a leer, recordar y, disfrutar.
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MURIÓ DE VERDAD VÍCTOR
DE LA TRABA. En : El Nuevo Diario, 17 de
Diciembre de 1980.
El Ministerio del
Exterior daba casi como un hecho ayer la muerte del singular personaje
nicaragüense, Víctor de la Traba ,
quien, según informes que tiene la Cancillería fue llegado a traer al hotel donde se
encontraba hospedado en Guatemala por dos supuestos agentes secretos y ha sido
dado por desaparecido.
Víctor de la Traba , de unos 50 años,
quien había tenido una muerte civil hace mucho, cuando se cambió su nombre
original de Alfonso Brenes Bermúdez; ha sido quizás el único hombre en nuestro
país que asistió a su propio funeral, hace algunos años, según dijo ayer a EL
NUEVO DIARIO el bachiller Óscar Pérez Valdivia.
Óscar Pérez
Valdivia (El Venerable Anciano), quien fue muy amigo del sin par Víctor de la Traba , dijo ayer que éste
“se veló solo hace muchos años” (no recuerda la fecha precisa) cuando decidió
morir civilmente, y durante su entierro realizado en Masaya, hubo música, un
ataúd simbólico y hasta discursos.
LO QUE NO ERA
Compañero de una
pléyade de intelectuales de su época entre ellos el poeta Manolo Cuadra, y el
humorista Gonzalo Rivas Novoa (GRN), De la Traba , según el poeta Pérez Valdivia, no era “ni
un personaje pintoresco ni un hombre que podía dársele la connotación de hombre
inofensivo” que quiso darle hace unos días “un diario que se dice de gran
circulación”.
De la Traba , dijo el Bachiller
Pérez Valdivia, era un hombre de espíritu sumamente independiente.
Una parte de su
vida la dedicó a trabajar en Casa Mántica hasta que un día decidió hacerlo por
cuenta propia. Don Francisco Mántica, le dijo que no se fuera, que iba a
fracasar, si se iba, pero él insistió, siguiendo los designios de su espíritu.
Le contestó que no quería tener jefe...
USA SU INGENIO
Fue cuando De la Traba comenzó a valerse de
su ingenio y formó su famosa "Casa de Cobros", con los consiguientes slogans
creados por él mismo: “En cuenta dura por cobrar, con De la Traba hay que hablar”; o su
oficina de alquileres: “si casa quiere alquilar con De la Traba hay que hablar”. O sus
variantes: “De la Traba
en sus cobranzas, le da reales no esperanzas”, o “De la Traba , más que Cristo, no le
dan pan sino pisto”.
De la Traba , según el Br. Pérez
Valdivia hizo todo tipo de trabajo; desde vender llaveros hasta confeccionar
placas para profesionales.
Era tal su ingenio
que una vez vendió una de sus placas a la municipalidad de Choluteca con el
soneto de Antenor Sandino Hernández, dedicado a esta ciudad hondureña y el cual
De la Traba
recitaba con gran elegancia. “Vale decir que la placa la vendió recitando el
poema”, dijo Pérez Valdivia.
La placa aún existe
en el parque José Cecilio del Valle de Choluteca.
En otra ocasión
montó una oficina de Secretariado Público en la cuál trabajaban los poetas, Manolo
Cuadra, GRN y Guillermo Castellón.
Allí se escribían
discursos por encargo, se redactaban cartas de todo tipo, incluso para oficinas
públicas o para hombres y mujeres enamoradas. De la Traba sólo preguntaba para
qué hora querían el trabajo.
En la misma oficina
tramitaba partidas de nacimiento.
LOS GUACAMAYOS
Una de sus más
grandes ocurrencias fue la creación de los famosos “Guacamayos” en su oficina
de cobros. Estos consistían en enviar hombres con trajes confeccionados con
pedazos de tela de todo color con una campanilla en la mano a cobrar a clientes
que eran duros de pagar.
Cuando un
“guacamayo” llegaba a una casa a golpear la puerta y a sonar la campanilla todo
el barrio se daba cuenta de que aquel cliente era “malísima paga” y ante la
vergüenza pública tenía que ceder. En esa forma De la Traba logró cobrar cuentas
que sus clientes habían creído “muertas”.
UNA CUENTA DURA
Pero su fama de
implacable cobrador tuvo su punto culminante cuando le encargaron cobrar una
cuenta a un embajador nicaragüense en Italia que se fue sin pagarle a Casa
Mántica.
De la Traba suplicó a todo el
cuerpo diplomático del mundo recordar al escurridísimo deudor la cuenta que
había dejado en Nicaragua.
Le enviaba cartas
de cobro a los embajadores acreditados en
Italia con aparente equivocación de nombre, hasta que el diplomático al
percatarse de que su caso había tomado sesgo internacional, tuvo que pagar.
En medio de su
ingeniosidad para vivir su vida independiente y sin jefe que lo mandara, De la Traba , vendió cuerdas para
adelgazar y una dieta efectiva que consistía en comer un bocado de comida cada
dos horas. Así la gente se pasaba comiendo todo el día, pero lograba adelgazar.
Vendió también la “dieta de la luna”.
Pérez Valdivia
rechazó enfáticamente el calificativo de “pintoresco” “que le dio a De la Traba un diario “que se dice
de mucha circulación”.
“Rechazó ese
calificativo, dijo el bachiller Pérez Valdivia, porque eso se podría aplicar a
un Panchito Argeñal Papi, y a esos locos que ha habido en todas partes como
Chupa Miel de Rivas, que vestía estrafalariamente, como la Juana Cisneros de
León, el Menocal mentiroso de Granada, o La Pingüina , aquella vieja loca que se peleaba con
los jóvenes de Somoto y quien canta Mejía Godoy en una canción.
Todos esos eran
tipos pintorescos. Pero De la
Traba no era de esos. Era un tipo muy especial. Era
distinguido en el vestir, sin caer en la exageración. Muy distinguido en el
hablar, pues tampoco usaba un lenguaje rimbombante como dice ese diario. Era un
hombre pulido en el hablar.
De la Traba también vendió un
curso de urbanidad llamado “Pula sus maneras”, y el tenía que ser muy pulido
como director de una escuela que fué única en Nicaragua.
Dicen también que
era “inofensivo” y eso pegado a lo de “pintoresco”, da una idea de que era un
loco inofensivo, lo cuál no fue porque era un hombre muy juicioso.
“Incluso, agregó,
puedo asegurar que de los libros que yo tengo, es probable que los haya leído
más que yo. El se llegaba hasta mi pequeña biblioteca, agarraba el libro que le
interesaba, se lo llevaba y me lo devolvía después ya leído, porque era un
hombre muy honesto como lo fue siempre en todas sus cosas.
QUERÍA MUCHO A NICARAGUA
Era un hombre que
quería mucho a su patria y se consideraba parte del folklore nicaragüense.
Cuando venía a
Nicaragua me invitaba a recorrer las calles y lugares de Managua, donde había
estado una cantina (“Tata Lolo”, “la
Chalía ”), una casa conocida, una tienda, etc., para recordar
todo lo que habíamos vivido en la vieja Managua y a eso él le llamaba “un
ejercicio de nostalgia”
Otro de sus
trabajos fue confeccionar un folleto que era una guía de Mangua en donde
aparecían “las ventas de amor”, y con un apéndice de todas las cantinas de
Managua, con sus direcciones y cualidades.
Por ejemplo, una
decía “de los Dormitorios Públicos una abajo y media al sur al subir la acera.
Muy buenas bocas, la dueña es muy amable. Llegan guardias nacionales”.
Pero una de sus
grandes ocurrencias fue la de instalar una oficina de detectives privados.
Se apuntó varios
éxitos al descubrir infidelidades conyugales, pero al mismo tiempo comprobó la
inocencia de mujeres que eran acusadas por sus maridos y cuyos casos le eran
encomendados a él.
Compraba catálogos
extranjeros de todo tipo para introducir novedades y entre ellas vendió un
aparato electrónico para ahuyentar ratones que producía un ruido molesto para
esos animalitos que los obligaba a abandonar la casa ---no los mataba—pero se
mudaban a la otra casa, y había que comprar en la otra casa otro aparatito y así
sucesivamente hasta que los ratones se fueran retirando y retirando.
Como Víctor de la Traba , no tenía
financiamiento de los bancos ni capital de trabajo, le pagaban de contado.
En resumen era un
hombre culto, quien se consideraba budista, al punto que cuando iba a un
restaurante pedía un venerable bistec, o una venerable extra de pan.
Pero en medio de su
vida tuvo una mujer de la cual esperaba no separarse nunca y la cual a su vez
le había jurado amor eterno. Víctor no vaciló y le llamaba “La Eterna ”.
Era una mujer muy
hermosa, blanca, pelo rubio quien le tuvo una hija. Maravillado por el
nacimiento de su linda hija y por ver reproducida así a su mujer, De la Traba lleno de una
inspiración poética que también lo embargaba le puso a su hija “Ráfaga Diamantina”.
SOBRE SU NOMBRE
Sobre su cambio de
nombre, en realidad no sé por qué razón se puso Víctor De la Traba , solo se que un día
decidió cambiárselo, pero como tenía que llenar un trámite legal se fue al
Registro Civil de las personas y se inscribió con el nombre que todos lo
conoceríamos, dice el bachiller.
No había problemas,
según él, lo hacían muy a menudo todos los artistas de cine.
Pero lo simpático
del caso es que el cambio de su nombre significó también la muerte de Alfonso
Brenes Bermúdez, (su nombre original).
Entonces ese mismo
día en Masaya le hicieron una gran vela a la que asistieron Rodolfo Bellorini,
Anselmo Sequeira, el poeta Guillermo Castellón, los hermanos Téllez Lacayo,
etc.
La vela fue con
música, con un ataúd simbólico y discursos en la calle, de manera que fue un
hombre que tuvo la dicha de haber presenciado su propios funeral y eso es
bello.
Víctor De la Traba , al morir en Guatemala
tendría unos 50 años. Yo creo que está muerto, pues de otra manera ya hubiera
venido a ver a su madre que está muy grave en Masaya y a quien prodigaba mucho
cariño y atenciones.
El deja además de
su hija, otro hijo a quien no se por qué razones le puso “Damovles” (Damocles),
quien debe tener unos 14 años y a quien vi antes de la guerra en Masaya.
Las últimas cartas
de él aquí las tengo y se las voy a dar a El Nuevo Diario. El escribía dentro
de su originalidad las palabras con su sonido fonético. Nicaragua por ejemplo
lo escribía “Nikaragua”, los mismos Caballo con “K”. Publicamos aparte la carta
y los otros aparecerán en el Nuevo Amanecer Cultural.
Víctor de la Traba
En Rouste
18 de agosto d 1980.
Kerido Ortega:
Aki estoy jugando ajedres,
kasino, tava.
Aki estoy fumando en mis
eternas pipas kurvas
tejiendo i destejiendo una rara
kortina d volutas.
Aki estoy lansando piropos.
Asiendo oviyejos i
comiendo frutas vitaminudas i
jugosas.
Aki estoy en Nikaragua.
Aki estoy saludando
alegremente a toda la fraterna
kamaradería d mis sirkulos.
Estoy en Nikaragua porke
Nikaragua es mi piel.
Porke Nikaragua es mu ueso. Porke
Nikaragua es mi karne.
Kien a dicho ke me fui?
Siempre,
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Viktor de la Traba. 1968. Fotografía tomada de Internet. Del artículo de Dn. Aníbal Zúñiga Gutiérrez. |
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VIDA Y MILAGROS
DE VÍKTOR DE LA TRABA ,
UN NICA DE ANTOLOGÍA Por
Aníbal Zúñiga Gutiérrez. En: El Nuevo Diario. 7 de febrero del 2011
Como buen Masaya, fue noble y pródigo en
excentricidades.
Colaboración.-
Mucho antes de aparecer nombres de morosos y fiadores
en periódicos de circulación nacional, en campos pagados por instituciones
financieras y similares, a años de distancia de los listados de ciudadanas y
ciudadanos que amanecen y anochecen en papeles y cartulinas pegadas en las
entradas principales de pulperías, peluquerías, ferreterías y barberías de
municipios y cabeceras departamentales, existió un solo personaje que
recuperaba esas carteras. Se hizo popular como “Víktor de La Traba ”, de Masaya, y su
agencia de detectives y cobranzas “Lince”.
Veló y enterró su apellido
para volver a nacer
Su primer nombre fue Alfonso Brenes Bermúdez, nacido
en la famosa calle del Pochotillo, de Masaya.
Una vez que supo que su progenitor, el doctor Francisco Alfonso Brenes no lo reconoció como
su vástago, enterró civilmente su nombre de pila, con vela singular, asistieron
sus grandes amigos, Guillermo Castellón, Francisco Alejo, Rodolfo Bellorinì,
Venancio Calvo Díaz, Anselmo Sequeira, hubo
música, féretro y toda la
parafernalia colateral. Inscribió su propia acta de defunción, esperó dos días
y a mediados de esa misma semana registró su nuevo certificado de nacimiento
con el nombre de Víktor de La
Traba.
Sólo aceptaba cobros
difíciles
A mediados de los años 40 trabajó como secretario del
doctor René Schick Gutiérrez, quien fungía como asesor legal de Casa Mántica.
Una vez graduado por correspondencia de cobrador profesional, instaló su propia
oficina de Cobranzas, cerca del Hotel Colón, en la Vieja Managua , con
ello inició uno de los episodios mejor logrados en la historia de las
recuperaciones de carteras, pues Víktor de La Traba modernizó, dinamizó y elegantizó el
cobro.
Solamente aceptó cobros difíciles y de gran cuantía,
ya agotados por las gestiones de
militares, policías y expertos abogados litigantes de la materia. Para
tener el éxito que tuvo, de La
Traba utilizó métodos y mecánicas estructuradas de manera tal
que siempre lograba obtener el dinero adeudado. Iniciaba con cartas,
telegramas, radio-telegramas, telégrafos y visitas personales, seguía con
visitas a amigos del círculo íntimo del deudor, hasta emboscar a la persona en
lugares públicos, tales como restaurantes, bares y cines.
Tal metodología se vio alimentada con estrategias de
cobro que han sido caracterizadas como únicas, inesperadas y geniales.
Constituyó un equipo de trabajo que bautizó con el nombre de Los Guacamayos,
pues se vestían con trozos de telas tramadas sin forma y de colores llamativos,
y con campanilla en mano, como duendes, se apostaban en las afueras de las
casas de los deudores haciendo que el cobro se hiciese público y, como
reacción, el ciudadano corría a solventar la obligación para detener el
bochorno.
Como dato, que se asemeja a la creatividad de La Traba , existe desde muchos
años atrás en Venezuela un equipo conformado por Abogados de Cobranzas
denominados Los Pingüinos que se disfrazan de esos animales al estilo del
personaje de Batman. En México, sobre todo en el Estado de Nuevo León, existen
Los Chaparros, con iguales características que los venezolanos.
Uno de los cobros que quedó para la historia es el que
efectuó el propio Víktor de La
Traba , se sentó en la acera de la residencia de un connotado
político de la época por 3 días con sus
noches, hasta lograr el pago.
A su oficina llegaban a requerir de sus servicios,
profesionales, diplomáticos, altos funcionarios públicos, elegantes damas, a todos les hacía firmar
contratos, mismos que contenían cláusulas como la del 50 por ciento de lo
obtenido eran para él y altos gastos de representación.
Agencia de detectives
Colateralmente al oficio del cobro, instaló una
división de detectivismo denominado El
Lince: Agencia de Detectives. Actuaba bajo estrictos y formales contratos
profesionales, sus clientes eran de alto poder adquisitivo, banqueros, señoras
que dudaban de la fidelidad de sus cónyuges y políticos briosos de sus mismos
correligionarios. Al final entregaba en elegante sobre todos los instrumentos y
hechos que resultaban de sus investigaciones, las mismas eran ejecutadas por
Víktor y dos allegados. Tuvo resultados asombrosos, como incidir en el cambio
de un diplomático de un país sudamericano y la recuperación de un valioso
anillo de brillantes de una dama de Granada.
Hablar de Alfonso Brenes Bermúdez o de Víktor de La Traba , es decir genialidad,
creatividad, elegancia y perseverancia. Podemos llenar hojas y hojas de hechos,
anécdotas y acontecimientos surgidos de este personaje, y dejo someramente
algunas de ellas:
Se costeó su educación en el Colegio Bautista de
Masaya lustrando y vendiendo caramelos de maní, coco y leche-burras. Prestaba
revistas, libros y documentos varios, siempre los devolvía a sus propietarios,
por ello nunca le faltó ilustrarse. Usaba las uñas largas, como símbolo de
poder de atención, al final se quedó con una muy larga y limpia en la mano
izquierda.
Escribía alrededor de 130 palabras por minuto, con los
brazos cruzados y con sólo dos dedos en su máquina de escribir. Practicaba la
magia entre sus vecinos, amigos íntimos y en eventos públicos, era poeta y
profesaba la religión Budista. Comerciante de placas de señalización y
productos especiales en El Salvador, Honduras y Guatemala. Nítido en su aseo
personal, vestir y palabras. Nunca se casó, tuvo grandes amores.
Se divorció de las reglas ortográficas del castellano
y como consecuencia escribió las palabras que llevaban c con sus legítimos
caracteres fonéticos: Nikaragua, Víktor, komer, okupaciones y otras. Vendió la
dieta de la Luna ,
la del Tigre (agua, leche y carne) y boquear cada dos horas, con resultados óptimos.
Amigo fiel y solidario, Julio César Sandoval, Emigdio
Suárez, Manolo Cuadra, Pedro Joaquín Chamorro, Arturo Ortega Calero, Manuel
Zurita, Francisco Alejo, María Jesús y Cobán Sánchez, Oscar Abaúnza, Santiago
Palacios, Bernardo Sethman Gorn, Rodolfo Bellorinì, Anselmo Sequeira, Alcides
Gutiérrez Barreto y muchos otros gozaron de su amistad. Dominó el inglés,
italiano, alemán, latín y francés.
El museo de rarezas
Dentro de sus grandes iniciativas y genialidades, me
voy a detener en dos que a mi parecer reflejan su personalidad. A mediados de
1971 fundó el Museo de Rarezas. Tenía entre otras ocurrencias: un sillón verde
para sentar Presidentes y uno Azul para sentar precedentes, un Certificado de
Defunción del Mar Muerto, sellado y firmado por autoridades pertinentes.
También tenía un suéter de llama peruana para abrigar
esperanzas, una taza blanca con el asa azul al revés, exclusivas para zurdos.
Un mediano reloj de pared enjaulado por que el tiempo vuela. Con el terremoto
todo se destruyó, pero quienes recuerdan ese lugar, se carcajean de los
materiales y colocación de los letreros. Arte Moderno dirán los expertos.
Las cartas del extranjero
Dedicaba meses a escribir, sin salir a ningún lado,
tremendas cartas a amigos, narrando episodios y visitas a lugares maravillosos,
describiendo pulgada por pulgada los lugares visitados hasta poner olor a las
emociones. Les ponía fechas previstas y lugares distintos del Mundo. ¿Que
hacía? Bueno, una vez elaboradas las misivas, se pasaba días en el Aeropuerto Internacional,
les preguntaba a los viajeros sus destinos, una vez obtenidas sus respuestas
extraía de su bolso cartas fechadas en ese lugar y le solicitaba a dicha
persona que las depositara en la oficina postal correspondiente, así llegaron a los destinatarios correspondencias
procedentes de Washington, New York, Chicago, Londres, Egipto, Madrid, Praga,
Roma, Tokio, Pekín.
Al tiempo que calculaba la llegada de esas
correspondencias, visitaba al amigo y le ampliaba con muchos detalles los
lugares visitados.
Su muerte es tan misteriosa como fueron sus bromas. Lo
hicieron desaparecer en Guatemala los militares de inicios de los años 80, que
tenían una estructura de poder de criminales y fobia por los nicaragüenses.
Desaparecido
Dicen que preguntó a un transeúnte por la dirección
tal, pero el pecado fue haberle dicho “Camarada”, como de La Traba acostumbraba llamar a
sus interlocutores. Se presume que el susodicho era oreja (informante) de los
miembros de seguridad. Lo denunció, lo siguieron, lo citaron en un hospedaje y
nunca más volvió a aparecer.
Como si la vida se burló de él o si él se sigue
burlando de la vida, no tuvo sepelio, no
hubo vela con cuerpo presente, no fue enterrado en Masaya, no hay cuerpo, nadie
encontró el cadáver, sólo se dejó para la historia una comunicación oficial del
Consulado nica de la época donde se afirma la desaparición de Víktor de La Traba. Sus
descendientes directos manifiestan no
saber nada del lugar donde fue enterrado ni de su cuerpo sin vida. Por eso,
abrigan la esperanza que un anciano con barba blanca pueda tocar la puerta
algún día diciendo estoy de regreso, soy Víktor de La Traba.
Le sobreviven tres hijos, Ráfaga de Diamantina Brenes,
de unos 60 años; Luz Eugenia Brenes Castillo y don Damocles Brenes Castillo.
Viven fuera del país, excepto Eugenia, quien habita en el barrio La Bolsa , de Masaya, y tiene 5
hijos. El de dos años es llamado Víktor, y según dicen, trae el brillo y
genialidad de su abuelo. De La
Traba parece pues que ya tiene quien siga sus pasos en la familia.
A mi padre y a mi tía Minita le vendió su placa de aluminio “Manufactura Lezama e hijos.”
ResponderEliminarQuedò de amigo.
Luego llegó donde mi otra tía la pianista con un empresario a prestarle su Steinway nuevecito, la deslumbró y se lo prestò.
Al día siguiente le llegaron con el cuento de que vieron su piano en un cabaret que habían inaugurado en la Cabaña nueva de los Zamora. Mi tía casi se muere del susto, corriò donde mi papa:-“Paco, corré que esta gente me puede robar el piano”.
Mi padre con su moto y con toda la influencia de su radioperiòdico, logró tras mucho esfuerzo que se lo regresara.Mi tía volvió a la vida y yo también porque estaba aprendiendo en él.
Le contaban que las vedettes se sentaban encima, ponían botellas y copas al mejor estilo de Agustín Lara.