sábado, 4 de julio de 2020

MURIÓ DE VERDAD VÍCTOR DE LA TRABA. En: El Nuevo Diario, 17 de Diciembre de 1980.


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"VÍKTOR DE LA TRABA"

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Liminar, Por EPV h., director/editor del Blogspot.

Luego de asomarnos en este blogspot desde diversos “miradores de la historia”, hoy, en el séptimo mes del 2020, quiero reabrir otro de los ángulos desde donde pueda divisarse el salero político, la jocosidad, el humor fino, chispeante y culto, de tiempos pretéritos. La mordaz ironía, la picardía y la risa burlona, el talante sin par de ciudadanos incrustados por esa peculiaridad existencial en el monumento de la memoria inmortal. Los que, por ese singular legado,  nunca los podrá atrapar el  mármol frío del olvido.  

Haremos el intento por reencontrar viejos y diversos testimonios sobre Dn. Alfonso Brenes Bermúdez (“Víctor de La Traba”), Dn. Gonzalo Rivas Novoa (“Ge Erre Ene”), Dn. Óscar Pérez Valdivia (“El Venerable Anciano”), Dn. Ramiro "Tipitapa" Cuadra Vega; Dr. Jesús Miguel (Chuno) Blandón, y otros. La única condición para compartir estas entregas consiste en devolverlos al presente con los relatos o testimonios de ciudadanos que fueron contemporáneos de ellos.  

Precisamente, en una entrevista realizada hace cuarenta años al Bachiller Oscar Pérez Valdivia, “El Venerable Anciano”, a través de su conducto testimonial podemos recordar a “Víktor de La Traba”.    
El “Bachiller Pérez Valdivia” fue todo un personaje del radioperiodismo nicaragüense que, por muchos años estuvo al frente de su programa radial en Radio Corporación, en donde realizaba diversos análisis y comentarios llenos de humor y, en el  momento de llegar al final siempre exclamaba: —¿Se aprueba? ¡Aprobado!— mientras hacía sonar el ¡Cliínnn! de la infaltable campanita del aprobado.

El bachiller Valdivia era muy ocurrente e ingenioso, un día en su programa inventó aquella traslación de prefijos y sufijos entre el nombre del lago Xolotlán, en Nicaragua y el Titicaca, del Perú. Vista la situación de nuestro lago, ---decía Pérez Valdivia—hay que cambiar el sufijo del Titicaca y dárselo al Xolo de Nicaragua, así tendríamos que nuestro lago se llamaría Xolocaca y el otro, Tititlán.  — ¿Se aprueba? ¡Aprobado!—

Otro notable ciudadano de la contribución periodística a la Memoria Histórica fue Don Emigdio Suárez Sobalvarro. En esta ocasión, publicaremos dos artículos de su autoría sobre Dn. Alfonso Brenes Bermúdez, intitulados: “Anteojos con retrovisores” y “El Museo de Rarezas”.

Haremos lo mismo sobre el legado de Dn. Gonzalo Rivas Novoa. Intentaremos reunir distintas páginas y, datos sueltos,  publicados en diversos medios impresos. Quizás el último artículo interesante y bien sustanciado, con datos compilados y recopilados,  sea de Aníbal Zúñiga Gutiérrez, que fue publicado en la página de opinión del desaparecido "El Nuevo Diario", en fecha 7 de febrero de 2011. 

Sin necesidad de más líneas introductorias, pasemos a leer, recordar y, disfrutar. 
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MURIÓ DE VERDAD VÍCTOR DE LA TRABA. En: El Nuevo Diario, 17 de Diciembre de 1980.

    El Ministerio del Exterior daba casi como un hecho ayer la muerte del singular personaje nicaragüense, Víctor de la Traba, quien, según informes que tiene la Cancillería fue llegado a traer al hotel donde se encontraba hospedado en Guatemala por dos supuestos agentes secretos y ha sido dado por desaparecido.

    Víctor de la Traba, de unos 50 años, quien había tenido una muerte civil hace mucho, cuando se cambió su nombre original de Alfonso Brenes Bermúdez; ha sido quizás el único hombre en nuestro país que asistió a su propio funeral, hace algunos años, según dijo ayer a EL NUEVO DIARIO el bachiller Óscar Pérez Valdivia.

   Óscar Pérez Valdivia (El Venerable Anciano), quien fue muy amigo del sin par Víctor de la Traba, dijo ayer que éste “se veló solo hace muchos años” (no recuerda la fecha precisa) cuando decidió morir civilmente, y durante su entierro realizado en Masaya, hubo música, un ataúd simbólico y hasta discursos.

LO QUE NO ERA

    Compañero de una pléyade de intelectuales de su época entre ellos el poeta Manolo Cuadra, y el humorista Gonzalo Rivas Novoa (GRN), De la Traba, según el poeta Pérez Valdivia, no era “ni un personaje pintoresco ni un hombre que podía dársele la connotación de hombre inofensivo” que quiso darle hace unos días “un diario que se dice de gran circulación”.

    De la Traba, dijo el Bachiller Pérez Valdivia, era un hombre de espíritu sumamente independiente.

    Una parte de su vida la dedicó a trabajar en Casa Mántica hasta que un día decidió hacerlo por cuenta propia. Don Francisco Mántica, le dijo que no se fuera, que iba a fracasar, si se iba, pero él insistió, siguiendo los designios de su espíritu. Le contestó que no quería tener jefe...

USA SU INGENIO

     Fue cuando De la Traba comenzó a valerse de su ingenio y formó su famosa "Casa de Cobros", con los consiguientes slogans creados por él mismo: “En cuenta dura por cobrar, con De la Traba hay que hablar”; o su oficina de alquileres: “si casa quiere alquilar con De la Traba hay que hablar”. O sus variantes: “De la Traba en sus cobranzas, le da reales no esperanzas”, o “De la Traba, más que Cristo, no le dan pan sino pisto”.

     De la Traba, según el Br. Pérez Valdivia hizo todo tipo de trabajo; desde vender llaveros hasta confeccionar placas para profesionales.

   Era tal su ingenio que una vez vendió una de sus placas a la municipalidad de Choluteca con el soneto de Antenor Sandino Hernández, dedicado a esta ciudad hondureña y el cual De la Traba recitaba con gran elegancia. “Vale decir que la placa la vendió recitando el poema”, dijo Pérez Valdivia.

    La placa aún existe en el parque José Cecilio del Valle de Choluteca.

    En otra ocasión montó una oficina de Secretariado Público en la cuál trabajaban los poetas, Manolo Cuadra, GRN y Guillermo Castellón.

    Allí se escribían discursos por encargo, se redactaban cartas de todo tipo, incluso para oficinas públicas o para hombres y mujeres enamoradas. De la Traba sólo preguntaba para qué hora querían el trabajo.

    En la misma oficina tramitaba partidas de nacimiento.

LOS GUACAMAYOS

    Una de sus más grandes ocurrencias fue la creación de los famosos “Guacamayos” en su oficina de cobros. Estos consistían en enviar hombres con trajes confeccionados con pedazos de tela de todo color con una campanilla en la mano a cobrar a clientes que eran duros de pagar.

    Cuando un “guacamayo” llegaba a una casa a golpear la puerta y a sonar la campanilla todo el barrio se daba cuenta de que aquel cliente era “malísima paga” y ante la vergüenza pública tenía que ceder. En esa forma De la Traba logró cobrar cuentas que sus clientes habían creído “muertas”. 

UNA CUENTA DURA

Pero su fama de implacable cobrador tuvo su punto culminante cuando le encargaron cobrar una cuenta a un embajador nicaragüense en Italia que se fue sin pagarle a Casa Mántica.

    De la Traba suplicó a todo el cuerpo diplomático del mundo recordar al escurridísimo deudor la cuenta que había dejado en Nicaragua.

    Le enviaba cartas de cobro a los embajadores acreditados en  Italia con aparente equivocación de nombre, hasta que el diplomático al percatarse de que su caso había tomado sesgo internacional, tuvo que pagar.

    En medio de su ingeniosidad para vivir su vida independiente y sin jefe que lo mandara, De la Traba, vendió cuerdas para adelgazar y una dieta efectiva que consistía en comer un bocado de comida cada dos horas. Así la gente se pasaba comiendo todo el día, pero lograba adelgazar. Vendió también la “dieta de la luna”.

   Pérez Valdivia rechazó enfáticamente el calificativo de “pintoresco”  “que le dio a De la Traba un diario “que se dice de mucha circulación”.

    “Rechazó ese calificativo, dijo el bachiller Pérez Valdivia, porque eso se podría aplicar a un Panchito Argeñal Papi, y a esos locos que ha habido en todas partes como Chupa Miel de Rivas, que vestía estrafalariamente, como la Juana Cisneros de León, el Menocal mentiroso de Granada, o La Pingüina, aquella vieja loca que se peleaba con los jóvenes de Somoto y quien canta Mejía Godoy en una canción.

    Todos esos eran tipos pintorescos. Pero De la Traba no era de esos. Era un tipo muy especial. Era distinguido en el vestir, sin caer en la exageración. Muy distinguido en el hablar, pues tampoco usaba un lenguaje rimbombante como dice ese diario. Era un hombre pulido en el hablar.

    De la Traba también vendió un curso de urbanidad llamado “Pula sus maneras”, y el tenía que ser muy pulido como director de una escuela que fué única en Nicaragua.

    Dicen también que era “inofensivo” y eso pegado a lo de “pintoresco”, da una idea de que era un loco inofensivo, lo cuál no fue porque era un hombre muy juicioso.

     “Incluso, agregó, puedo asegurar que de los libros que yo tengo, es probable que los haya leído más que yo. El se llegaba hasta mi pequeña biblioteca, agarraba el libro que le interesaba, se lo llevaba y me lo devolvía después ya leído, porque era un hombre muy honesto como lo fue siempre en todas sus cosas.

QUERÍA MUCHO A NICARAGUA

    Era un hombre que quería mucho a su patria y se consideraba parte del folklore nicaragüense.

   Cuando venía a Nicaragua me invitaba a recorrer las calles y lugares de Managua, donde había estado una cantina (“Tata Lolo”, “la Chalía”), una casa conocida, una tienda, etc., para recordar todo lo que habíamos vivido en la vieja Managua y a eso él le llamaba “un ejercicio de nostalgia”

    Otro de sus trabajos fue confeccionar un folleto que era una guía de Mangua en donde aparecían “las ventas de amor”, y con un apéndice de todas las cantinas de Managua, con sus direcciones y cualidades.

    Por ejemplo, una decía “de los Dormitorios Públicos una abajo y media al sur al subir la acera. Muy buenas bocas, la dueña es muy amable. Llegan guardias nacionales”.

    Pero una de sus grandes ocurrencias fue la de instalar una oficina de detectives privados.

    Se apuntó varios éxitos al descubrir infidelidades conyugales, pero al mismo tiempo comprobó la inocencia de mujeres que eran acusadas por sus maridos y cuyos casos le eran encomendados a él.

   Compraba catálogos extranjeros de todo tipo para introducir novedades y entre ellas vendió un aparato electrónico para ahuyentar ratones que producía un ruido molesto para esos animalitos que los obligaba a abandonar la casa ---no los mataba—pero se mudaban a la otra casa, y había que comprar en la otra casa otro aparatito y así sucesivamente hasta que los ratones se fueran retirando y retirando.

    Como Víctor de la Traba, no tenía financiamiento de los bancos ni capital de trabajo, le pagaban de contado.

    En resumen era un hombre culto, quien se consideraba budista, al punto que cuando iba a un restaurante pedía un venerable bistec, o una venerable extra de pan.

    Pero en medio de su vida tuvo una mujer de la cual esperaba no separarse nunca y la cual a su vez le había jurado amor eterno. Víctor no vaciló y le llamaba “La Eterna”.

    Era una mujer muy hermosa, blanca, pelo rubio quien le tuvo una hija. Maravillado por el nacimiento de su linda hija y por ver reproducida así a su mujer, De la Traba lleno de una inspiración poética que también lo embargaba le puso a su hija “Ráfaga Diamantina”.

SOBRE SU NOMBRE

     Sobre su cambio de nombre, en realidad no sé por qué razón se puso Víctor De la Traba, solo se que un día decidió cambiárselo, pero como tenía que llenar un trámite legal se fue al Registro Civil de las personas y se inscribió con el nombre que todos lo conoceríamos, dice el bachiller.

    No había problemas, según él, lo hacían muy a menudo todos los artistas de cine.

    Pero lo simpático del caso es que el cambio de su nombre significó también la muerte de Alfonso Brenes Bermúdez, (su nombre original).

    Entonces ese mismo día en Masaya le hicieron una gran vela a la que asistieron Rodolfo Bellorini, Anselmo Sequeira, el poeta Guillermo Castellón, los hermanos Téllez Lacayo, etc.

    La vela fue con música, con un ataúd simbólico y discursos en la calle, de manera que fue un hombre que tuvo la dicha de haber presenciado su propios funeral y eso es bello.

   Víctor De la Traba, al morir en Guatemala tendría unos 50 años. Yo creo que está muerto, pues de otra manera ya hubiera venido a ver a su madre que está muy grave en Masaya y a quien prodigaba mucho cariño  y atenciones.

El deja además de su hija, otro hijo a quien no se por qué razones le puso “Damovles” (Damocles), quien debe tener unos 14 años y a quien vi antes de la guerra en Masaya.

   Las últimas cartas de él aquí las tengo y se las voy a dar a El Nuevo Diario. El escribía dentro de su originalidad las palabras con su sonido fonético. Nicaragua por ejemplo lo escribía “Nikaragua”, los mismos Caballo con “K”. Publicamos aparte la carta y los otros aparecerán en el Nuevo Amanecer Cultural.

Víctor de la Traba

 En Rouste
                           
                18 de agosto d 1980.

           Kerido Ortega:

           Aki estoy jugando ajedres, kasino, tava.

           Aki estoy fumando en mis eternas pipas kurvas 
tejiendo i destejiendo una rara kortina d volutas.

           Aki estoy lansando piropos. Asiendo oviyejos i
comiendo frutas vitaminudas i jugosas.

            Aki estoy en Nikaragua. Aki estoy saludando 
alegremente a toda la fraterna kamaradería d mis sirkulos.

           Estoy en Nikaragua porke Nikaragua es mi piel. 
Porke Nikaragua es mu ueso. Porke Nikaragua es mi karne.

                     Kien a dicho ke me fui?

                                               Siempre,

                 LA DILIGENCIA, 14 KAYE, SONA




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Viktor de la Traba. 1968.
Fotografía tomada de Internet. Del artículo de Dn. Aníbal Zúñiga Gutiérrez. 

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VIDA Y MILAGROS DE VÍKTOR DE LA TRABA, UN NICA DE ANTOLOGÍA Por Aníbal Zúñiga Gutiérrez. En: El Nuevo Diario. 7 de febrero del 2011

Como buen Masaya, fue noble y pródigo en excentricidades.
Colaboración.-

   Mucho antes de aparecer nombres de morosos y fiadores en periódicos de circulación nacional, en campos pagados por instituciones financieras y similares, a años de distancia de los listados de ciudadanas y ciudadanos que amanecen y anochecen en papeles y cartulinas pegadas en las entradas principales de pulperías, peluquerías, ferreterías y barberías de municipios y cabeceras departamentales, existió un solo personaje que recuperaba esas carteras. Se hizo popular como “Víktor de La Traba”, de Masaya, y su agencia de detectives y cobranzas “Lince”.

Veló y enterró su apellido para volver a nacer

   Su primer nombre fue Alfonso Brenes Bermúdez, nacido en la famosa calle del Pochotillo, de Masaya.  Una vez que supo que su progenitor, el doctor  Francisco Alfonso Brenes no lo reconoció como su vástago, enterró civilmente su nombre de pila, con vela singular, asistieron sus grandes amigos, Guillermo Castellón, Francisco Alejo, Rodolfo Bellorinì, Venancio Calvo Díaz, Anselmo Sequeira, hubo  música,  féretro y toda la parafernalia colateral. Inscribió su propia acta de defunción, esperó dos días y a mediados de esa misma semana registró su nuevo certificado de nacimiento con el nombre de Víktor de La Traba.

Sólo aceptaba cobros difíciles

   A mediados de los años 40 trabajó como secretario del doctor René Schick Gutiérrez, quien fungía como asesor legal de Casa Mántica. Una vez graduado por correspondencia de cobrador profesional, instaló su propia oficina de Cobranzas, cerca del Hotel Colón, en la Vieja Managua, con ello inició uno de los episodios mejor logrados en la historia de las recuperaciones de carteras, pues Víktor de La Traba modernizó, dinamizó y elegantizó el cobro. 

   Solamente aceptó cobros difíciles y de gran cuantía, ya agotados por las gestiones de  militares, policías y expertos abogados litigantes de la materia. Para tener el éxito que tuvo, de La Traba utilizó métodos y mecánicas estructuradas de manera tal que siempre lograba obtener el dinero adeudado. Iniciaba con cartas, telegramas, radio-telegramas, telégrafos y visitas personales, seguía con visitas a amigos del círculo íntimo del deudor, hasta emboscar a la persona en lugares públicos, tales como restaurantes, bares y cines.

   Tal metodología se vio alimentada con estrategias de cobro que han sido caracterizadas como únicas, inesperadas y geniales. Constituyó un equipo de trabajo que bautizó con el nombre de Los Guacamayos, pues se vestían con trozos de telas tramadas sin forma y de colores llamativos, y con campanilla en mano, como duendes, se apostaban en las afueras de las casas de los deudores haciendo que el cobro se hiciese público y, como reacción, el ciudadano corría a solventar la obligación para detener el bochorno.

   Como dato, que se asemeja a la creatividad de La Traba, existe desde muchos años atrás en Venezuela un equipo conformado por Abogados de Cobranzas denominados Los Pingüinos que se disfrazan de esos animales al estilo del personaje de Batman. En México, sobre todo en el Estado de Nuevo León, existen Los Chaparros, con iguales características que los venezolanos.

   Uno de los cobros que quedó para la historia es el que efectuó el propio Víktor de La Traba, se sentó en la acera de la residencia de un connotado político de la época por 3  días con sus noches, hasta lograr el pago.

   A su oficina llegaban a requerir de sus servicios, profesionales, diplomáticos, altos funcionarios públicos,  elegantes damas, a todos les hacía firmar contratos, mismos que contenían cláusulas como la del 50 por ciento de lo obtenido eran para él y altos gastos de representación.

Agencia de detectives

   Colateralmente al oficio del cobro, instaló una división de detectivismo  denominado El Lince: Agencia de Detectives. Actuaba bajo estrictos y formales contratos profesionales, sus clientes eran de alto poder adquisitivo, banqueros, señoras que dudaban de la fidelidad de sus cónyuges y políticos briosos de sus mismos correligionarios. Al final entregaba en elegante sobre todos los instrumentos y hechos que resultaban de sus investigaciones, las mismas eran ejecutadas por Víktor y dos allegados. Tuvo resultados asombrosos, como incidir en el cambio de un diplomático de un país sudamericano y la recuperación de un valioso anillo de brillantes de una dama de Granada.

    Hablar de Alfonso Brenes Bermúdez o de Víktor de La Traba, es decir genialidad, creatividad, elegancia y perseverancia. Podemos llenar hojas y hojas de hechos, anécdotas y acontecimientos surgidos de este personaje, y dejo someramente algunas de ellas:

   Se costeó su educación en el Colegio Bautista de Masaya lustrando y vendiendo caramelos de maní, coco y leche-burras. Prestaba revistas, libros y documentos varios, siempre los devolvía a sus propietarios, por ello nunca le faltó ilustrarse. Usaba las uñas largas, como símbolo de poder de atención, al final se quedó con una muy larga y limpia en la mano izquierda.

   Escribía alrededor de 130 palabras por minuto, con los brazos cruzados y con sólo dos dedos en su máquina de escribir. Practicaba la magia entre sus vecinos, amigos íntimos y en eventos públicos, era poeta y profesaba la religión Budista. Comerciante de placas de señalización y productos especiales en El Salvador, Honduras y Guatemala. Nítido en su aseo personal, vestir y palabras. Nunca se casó, tuvo grandes amores.

   Se divorció de las reglas ortográficas del castellano y como consecuencia escribió las palabras que llevaban c con sus legítimos caracteres fonéticos: Nikaragua, Víktor, komer, okupaciones y otras. Vendió la dieta de la Luna, la del Tigre (agua, leche y carne) y boquear cada dos horas, con resultados óptimos.

   Amigo fiel y solidario, Julio César Sandoval, Emigdio Suárez, Manolo Cuadra, Pedro Joaquín Chamorro, Arturo Ortega Calero, Manuel Zurita, Francisco Alejo, María Jesús y Cobán Sánchez, Oscar Abaúnza, Santiago Palacios, Bernardo Sethman Gorn, Rodolfo Bellorinì, Anselmo Sequeira, Alcides Gutiérrez Barreto y muchos otros gozaron de su amistad. Dominó el inglés, italiano, alemán, latín y francés.

El museo de rarezas

   Dentro de sus grandes iniciativas y genialidades, me voy a detener en dos que a mi parecer reflejan su personalidad. A mediados de 1971 fundó el Museo de Rarezas. Tenía entre otras ocurrencias: un sillón verde para sentar Presidentes y uno Azul para sentar precedentes, un Certificado de Defunción del Mar Muerto, sellado y firmado por autoridades pertinentes.

   También tenía un suéter de llama peruana para abrigar esperanzas, una taza blanca con el asa azul al revés, exclusivas para zurdos. Un mediano reloj de pared enjaulado por que el tiempo vuela. Con el terremoto todo se destruyó, pero quienes recuerdan ese lugar, se carcajean de los materiales y colocación de los letreros. Arte Moderno dirán los expertos.

Las cartas del extranjero

   Dedicaba meses a escribir, sin salir a ningún lado, tremendas cartas a amigos, narrando episodios y visitas a lugares maravillosos, describiendo pulgada por pulgada los lugares visitados hasta poner olor a las emociones. Les ponía fechas previstas y lugares distintos del Mundo. ¿Que hacía? Bueno, una vez elaboradas las misivas, se pasaba días en el Aeropuerto Internacional, les preguntaba a los viajeros sus destinos, una vez obtenidas sus respuestas extraía de su bolso cartas fechadas en ese lugar y le solicitaba a dicha persona que las depositara en la oficina postal correspondiente, así llegaron  a los destinatarios correspondencias procedentes de Washington, New York, Chicago, Londres, Egipto, Madrid, Praga, Roma, Tokio, Pekín.

   Al tiempo que calculaba la llegada de esas correspondencias, visitaba al amigo y le ampliaba con muchos detalles los lugares visitados.

   Su muerte es tan misteriosa como fueron sus bromas. Lo hicieron desaparecer en Guatemala los militares de inicios de los años 80, que tenían una estructura de poder de criminales y fobia por los nicaragüenses.

Desaparecido

   Dicen que preguntó a un transeúnte por la dirección tal, pero el pecado fue haberle dicho “Camarada”, como de La Traba acostumbraba llamar a sus interlocutores. Se presume que el susodicho era oreja (informante) de los miembros de seguridad. Lo denunció, lo siguieron, lo citaron en un hospedaje y nunca más volvió a aparecer.

   Como si la vida se burló de él o si él se sigue burlando de la vida, no tuvo  sepelio, no hubo vela con cuerpo presente, no fue enterrado en Masaya, no hay cuerpo, nadie encontró el cadáver, sólo se dejó para la historia una comunicación oficial del Consulado nica de la época donde se afirma la desaparición de Víktor de La Traba. Sus descendientes directos  manifiestan no saber nada del lugar donde fue enterrado ni de su cuerpo sin vida. Por eso, abrigan la esperanza que un anciano con barba blanca pueda tocar la puerta algún día diciendo estoy de regreso, soy Víktor de La Traba.

   Le sobreviven tres hijos, Ráfaga de Diamantina Brenes, de unos 60 años; Luz Eugenia Brenes Castillo y don Damocles Brenes Castillo. Viven fuera del país, excepto Eugenia, quien habita en el barrio La Bolsa, de Masaya, y tiene 5 hijos. El de dos años es llamado Víktor, y según dicen, trae el brillo y genialidad de su abuelo. De La Traba parece pues que ya tiene quien siga sus pasos en la familia.

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1 comentario:

  1. A mi padre y a mi tía Minita le vendió su placa de aluminio “Manufactura Lezama e hijos.”
    Quedò de amigo.
    Luego llegó donde mi otra tía la pianista con un empresario a prestarle su Steinway nuevecito, la deslumbró y se lo prestò.
    Al día siguiente le llegaron con el cuento de que vieron su piano en un cabaret que habían inaugurado en la Cabaña nueva de los Zamora. Mi tía casi se muere del susto, corriò donde mi papa:-“Paco, corré que esta gente me puede robar el piano”.
    Mi padre con su moto y con toda la influencia de su radioperiòdico, logró tras mucho esfuerzo que se lo regresara.Mi tía volvió a la vida y yo también porque estaba aprendiendo en él.
    Le contaban que las vedettes se sentaban encima, ponían botellas y copas al mejor estilo de Agustín Lara.

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