domingo, 8 de marzo de 2020

LA OBRA DE ERNESTO CARDENAL EN EL PRIMER SIMPOSIO SOBRE LITERATURA NICARAGÜENSE





Este memorable simposio fue coordinado por el “Consejo Nacional de la Educación Superior (CNES) en el ámbito de la IV Jornada de la Independencia Cultural Rubén Darío. En 1985, Cardenal subió al peldaño de la vida sexagenaria; el simposio constituyó el primer homenaje nacional dedicado a “”La Obra de Ernesto Cardenal” en ocasión de esas seis décadas de vida. El Comité Organizador estuvo constituido por siete instituciones, educativas y culturales, formaron parte: Dr. Joaquín Solís Piura, Ministro Presidente del CNES; Dr. Humberto López, Rector de la UNAN-Managua; Dr. Octavio Martínez Ordóñez, UNAN-León; Ing. Juan Sánchez Barquero, Universidad Nacional de Ingeniería “Simón Bolívar” (UNI), Managua; Dr. Miguel Ángel Ruiz, s.j. Rector Universidad Centro Americana (UCA); Lic. Francisco Bravo Lacayo, Viceministro Ministerio de Cultura; Cra. Rosario Murillo, Secretaria General, Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (A.S.T.C.).



La Coordinación Ejecutiva estuvo bajo la responsabilidad de la Oficina de Divulgación y Prensa del CNES; Dirección de Asuntos Cultural  Dirección de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN – Managua.

Durante dos días, 24 y 25 de enero de 1985, en el Auditorio “Fernando Gordillo” del Recinto “Rubén Darío” hubo la primera sinergia cultural de esa naturaleza, al que nombraron “Simposio Sobre Literatura Nicaragüense”. El “Programa” fundamentaba: “En el mes de Enero de 1985 el Poeta ERNESTO CARDENAL, Ministro de Cultura cumple 60 años de edad, por esa razón hemos creído conveniente iniciar la SERIE DE SIMPOSIOS SOBRE LITERATURA NICARAGÜENSE con el análisis y el estudio de su obra prolífera en Verso, Prosa, Teología, que lo acreditan como uno de los más sobresalientes poetas de nuestro país.”

Por supuesto, como era de esperarse, en aquel evento asistieron destacados intelectuales del terruño y otros provenientes del extranjero. El moderador de la Primera Sesión fue José Coronel Urtecho. Disertaron: por Nicaragua. Julio Valle Castillo y Margarita López Miranda (1944). Los intelectuales cubanos: Josefina (Fina) García-Marruz Badía (quien en 2020 cifra 96 años de edad, ganadora en 2007 del Premio Iberoamericano de Poesía “Pablo Neruda”, y en 2011 el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana) y Cintio Vitier (fallecido en 2009).

En la Segunda Sesión, moderada por el poeta Luis Rocha Urtecho, participaron Giulio Girardi (El Cairo, 1926, Teólogo italiano; sacerdote salesiano) con la ponencia: “Aspecto Teológico de la Obra de Ernesto Cardenal”. El sacerdote Uriel Molina (otrora miembro de la Comunidades Cristianas de Base, y expárroco de la iglesia Santa María de los Ángeles, ubicada en el barrio Riguero; expuso: “Los Salmos de la Biblia y los Salmos de Cardenal”. El Dr. José Argüello Lacayo (1952, escritor y  teólogo), expuso: “El tema de Dios en la obra de Ernesto Cardenal. El escritor colombiano Carlos Rincón (1937- Diciembre 2018†), disertó sobre “Ernesto Cardenal: Concepción de la Cultura y Política Cultural”). El catedrático y escritor danés Ole Ostergaard: “Estrategias comunicativas en Cardenal”.

El viernes 25 de enero de 1985 inició la Tercera Sesión: “Mesa Redonda de Escritores Nicaragüenses de Diversas Generaciones”, cuyo moderador fue Lizandro Chávez Alfaro. Participaron: José Coronel Urtecho, Co-Fundador, Movimiento de Vanguardia; Ernesto Mejía Sánchez, Generación del 40; Carlos Martínez Rivas, Generación del 40; Fernando Silva, Generación del 50; Vida Luz Meneses, Generación del 60; Daysi Zamora, Generación del 70; Bosco Centeno, Comunidad de Solentiname; Carlos Calero, Talleres de Poesía, Posrevolución.

La última sesión fue Moderada por la poeta Vidaluz Meneses Robleto (1944 - †2016). Participaron dos nicaragüenses: Gioconda Belli con el trabajo: “Influencia de Cardenal en la Generación del 70”; Ivan Uriarte, expuso: “Ernesto Cardenal  y la poesía revolucionaria centroamericana”. El escritor Jaime Concha (Chile, 1939): “Neruda y Cardenal”, y cerró el cicló, el famoso editor alemán Hermann Shultz (Berlín, abril 1931), con el tema: “Experiencia como editor de Ernesto Cardenal”.

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En ese mismo mes del Simposio, la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC), inauguró la exposición: “ERNESTO CARDENAL, escultor -- Miembro de Honor de la ASTC.” Homenaje de la Unión de Artistas Plásticos en sus 60 años. La Exposición, alojada en la Galería “Casa Fernando Gordillo”, Parque “El Carmen”; fue inaugurada el 23 de enero de 1985, y  estuvo abierta del 24 al 30 de ese mes.


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jueves, 5 de marzo de 2020

ORIGEN DE LAS AGUAS BAUTISMALES EN EL NOMBRE DEL POPULOSO BARRIO SAN CRISTÓBAL, DE MANAGUA



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Liminar, por: Eduardo Pérez-Valle h.  Blogspot: Nicaragua, desde el Mirador de Nuestra Historia

    Cuando estudié en el Instituto Pedagógico de Managua, uno de mis compañeros en aquellos años, de primaria y secundaria, fue Pío Castellón, y si no mal recuerdo, Pío y otro de nuestro compañeros, hijo de don Luis Raúl Cerna Argüello otrora propietario del conocido Edificio Cerna, tenían la particularidad de ser los más pequeños de estatura, por ese motivo siempre aparecían en la primera fila de la fotografía escolar.  Los dos muchachos eran hijos de reconocidos y acaudalados empresarios, dueños de propiedades urbanas y rurales  en el interior del país, bienes inmuebles en la ciudad de Managua. Contiguo a uno de esos extensos terrenos agrícolas propiedad de don Pío Castellón, la empresa Solórzano Villa Pereira (SOVIPE), en 1975 empezó a construir las primeras casas de Residencial El Dorado.  

    Tengo presente en la memoria, que al trasladarme a vivir en ese reparto,  inmerso en la rutina matutina de aquellos días colegiales, le comenté a Pío que luego de permanecer en Granada habíamos regresado a la capital donde mi padre había adquirido nuestra nueva casa de habitación. Pío Castellón comentó que El Dorado colindaba con terrenos agrícolas propiedad de su familia.

    Esa propiedad, donde fueron vendidos solares, eran terrenos donde surgió el Barrio San Cristóbal, nombre que también fue otorgado a la iglesia de su nombre, destruida por el terremoto del 23 de diciembre de 1972. Ese templo católico fue reconstruido e inaugurado el 17 de enero de 1979. 

   El populoso barrio San Cristóbal constituye otro referente histórico de nuestra polvosa y desaseada “Ciudad Aldea”, pero pocos saben o recuerdan que don Pío Castellón decidió el nombre en homenaje de un amigo llamado Cristóbal, empresario industrial de origen español radicado en Nicaragua. 

    En estos recuerdos están dos historias vinculadas al nombre del mártir asesinado durante el reinado del Emperador Decio.  El nombre de pila bautismal de don Cristóbal M. Deza, cuyas aguas de la tradición católica fueron derramadas sobre el barrio y la iglesia.

    De nuestro archivo, reproducimos esta interesante información publicada en el diario Novedades, del 1 de enero de 1979. 

    TIENE DE NUEVO SU TEMPLO

    Numersos feligreses del barrio San Cristóbal, de esta ciudad, acudieron en horas tempranas de la mañana del domingo anterior, para asistir a la misa, con que se abrió el nuevo y funcional templo católico. 

  El barrio San Cristócal fue fundado hace varios años por don Pío Castellón y se le puso ese nombre en recuerdo del humanista y generoso industrial español Cristóbal M. Deza, quien duranta toda una vida luchó por la mejoría de la clase pobre y la niñez del barrio.

  El padre Jesús Parrales, párroco de la iglesia, ofició la misa. Los habitantes del barrio San Cristóbal están muy felices por la terminación de su templo.

    Durante el terremoto del 23 de diciembre de 1972, San Cristóbal perdió, como la mayoría de los barrios capitalinos, su templo, el cual, gracias a la ayuda de todos, ha quedado restablecido.

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lunes, 2 de marzo de 2020

¿CUÁL ES LA CAUSA DEL ANTIAMERICANISMO? En: La Patria. León, 16 de diciembre de 1919





         Todas las repúblicas de la América Española, desde el Río Bravo hasta Patagonia, han tenido, verificada su independencia, profundas simpatías por los Estados Unidos de América, nación a la cual admiraban y veían como a la hermana mayor del Continente, como el modelo de las repúblicas en el mundo. Todas procuraron imitarla, todas implantaron las leyes americanas en su suelo, a pesar de que nuestros pueblos estaban muy lejos de ser iguales al gran pueblo americano, educado para la república y para la libertad. Nosotros, desgraciadamente, fuimos colonias españolas; pobres colonias criadas en el más completo aislamiento, en la ignorancia, la miseria y la más triste servidumbre. ¿Hubiéramos podido fundar repúblicas libres y democráticas como la de los Estados Unidos? Imposible. Estábamos como el ciego de nacimiento, a quien se le diera la vista. Deslumbrado por la luz del sol, no podrían ver, y caminaría a tientas. Y el mayor error que cometimos  fue imitar a los Estados Unidos, creyendo que a nosotros, pobres enanos, nos quedaría bien el vestido de un gigante. No nos acordamos de que, entre Guillermo Penn y sus compañeros del Flor de Mayo, y los indios lacandones, nonualcos, dirianes y talamancas, había más diferencia que entre un polinesio y un europeo. Por eso Bolívar fracasó y se convenció de que había arado en el mar. Por eso Morazán no pudo conservar a Centro-América unida, ni establecer sólidamente la Constitución de 1824, ni el Código de Livingston; y por eso Carrera, con sus hordas salvajes, pudo entrar triunfante a Guatemala, y establecer, en pleno siglo XIX y en plena América, un trono indígena, que aunque bárbaro y retrógrado, estaba más en armonía con el atraso social de Guatemala.

Nuestros estadistas centroamericanos no pudieron comprender, que ya que no podemos hacer pueblos para nuestras leyes, debemos hacer leyes para nuestros pueblos. Esto no quiere decir que se establezca el estancamiento social, sino que, sin la preparación necesaria, no se pueden dar leyes para pueblos atrasados.

Si lo dicho es un hecho histórico ¿por qué las profundas simpatías, la admiración hacia la Gran República norteamericana se han trocado en odio profundo y desconfianza reconcentrada?

En Méjico se explica perfectamente. Los Estados Unidos, después de una sangrienta guerra, quitaron a Méjico más de la mitad de su territorio. Méjico no ha olvidado, ni olvidará esto jamás.

Pero lo sucedido en Méjico, aunque fue deplorado en el resto de la América Española, no alejaron las simpatías de ésta hacia la Gran República. Los Estados Unidos siguieron siendo lo que la verdadera doctrina de Monroe, quería que fuesen para todos los hispano-americanos: la  hermana mayor, que los protegía contra agresiones extranjeras y les daba buenos ejemplos de gobierno republicano.



William Walker, en la América Central, hizo más de lo necesario para hacer aborrecido el nombre americano; pero como se le consideró como un filibustero, sin apoyo de su gobierno, no alteró en nada las simpatías consabidas.

Más los Estados Unidos crecieron y crecieron, y se hicieron potencia de primer orden, gigantescas ambiciones se desarrollaron, y el Imperialismo brutal apareció en toda su deformidad. Tendió la vista al Sur y vio pequeños países mal gobernados, pobres, coloniales, verdaderas naciones mosquitas; y descoyuntando la Doctrina de Monroe, blandió el formidable Big Stick, y poniendo en práctica el famoso destino manifiesto, lanzó a Zelaya fuera del poder, y Nicaragua fue intervenida; arrebató a Colombia el estado de Panamá, y tomó posesión de la faja del Canal; y ultrajó a la desventurada y desvalida Santo Domingo. De Méjico lanzó a Porfirio Díaz, que había hecho de su país una nación próspera y bien constituida. Entonces, y con razón la alarma cundió por todo el Continente, y las simpatías se trocaron en aborrecimiento y desconfianza. La providencia derrocó del poder al partido republicano, y Mr. Woodrow Wilson subió en hombros del partido democrático. Las formidables ambiciones imperiales se paralizaron. Mr. Wilson ha declarado que no quitará ni un palmo de territorio más a los países hispanoamericanos. Para él la Doctrina de Monroe se extiende hasta impedir las revoluciones en el Continente. Está bien; pero nosotros repetiremos con el gran escritor cubano Orestes Ferrara: “NO MÁS REVOLUCIONES, PERO TAMBIÉN NO MÁS USURPACIONES”. ¿De qué nos serviría una paz octaviana, si el usurpador, que teníamos, es sustituido por otro usurpador peor que aquel? Estaríamos peor, indudablemente. Porque el usurpador, que no tenía el apoyo de los Estados Unidos, podríamos derrocarlo; pero ¿quién derrocaría un usurpador sostenido por los Estados Unidos?

Nos place que Mr. Wilson se erija en DICTADOR DE DICTADORES; que lance a Huerta de Méjico, a Tinoco de Costarrica (sic) y a Gómez de Venezuela. Son lecciones objetivas de república democrática, que él nos da; y pueden sernos útiles; pero que los sustituya con otros que sean mejores que los caídos, pues de lo contrario iremos de mal en peor. Al apoyar usurpadores, Mr. Wilson convierte, como dijo alguien, a los Estados Unidos, la república modelo, en un bulldog de tiranías salvajes.

Y a propósito, es necesario que Mr. Wilson sepa que, en la América Central, por lo menos, las revoluciones vienen de arriba. Cada tiranuelo, al verse en el solio del poder contra la voluntad de la nación, se hace dueño de vidas, honras y haciendas; y cuando las cosas llegan al colmo, cuando ya el tiranuelo se hace insoportable, estalla la revolución popular. Y hay usurpadores de usurpadores. En Nicaragua, por ejemplo, hemos tenido dos, que fueron declarados electos por unanimidad: William Walker y Adolfo Díaz. Y ¿qué diría Mr. Wilson, si supiera que no tuvo ninguno de ellos un solo voto nicaragüense? Así es que no más revoluciones, pero también no más tiranuelos usurpadores.

Si Mr. Wilson cumple su palabra, y no tenemos motivo para dudar que lo haga, las simpatías y la admiración hacia la gran República norteamericana, volverán a arraigarse en el corazón de todos los hispano-americanos.


                                Juan Chapín




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