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domingo, 6 de febrero de 2022

LEÓN AGUILERA, ESCRITOR Y POETA: EMIGRANTE DE LA CREACIÓN VIRTUOSA EN PATRIA DE ACOGIDA. León, Nicaragua, 1901 - Guatemala, 1997.


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LEÓN AGUILERA. Revista Darío. León, No. 17 a 19. León, Nicaragua. 1 de Mayo de 1922.

Trátase esta vez de un muchacho de veinte años que lleva un rosal triste dentro su corazón. Contextura raquítica, endeble. Aguilera empezó a cantar a los nueve años de edad. Con ese canto infantil e ingenuo, le cantaba a los santos, a Dios, y a la virgen. Después vinieron los amores de la adolescencia, amores llenos de miel y de luz, y su musa fue esclava de su “Beatrice”. Después, las lecturas la influencia del tiempo ha cambiado su sentir. Y León es hoy un joven huraño, esquivo, ha aumentado su silencio… siempre fue un chico triste. Y quien creyera que dentro de esa figura, flácil, caricaturesca, hay una constante vibración de armonías. En la república del Salvador salió su primer libro. “Ofrenda matinal”. Allí están sus cantos a la amada, sus versos pueriles; y allí descubre ya sus tedios, sus inquietudes incurables, su melancolía y su neurosis y es así que va con su dolor. Y su dolor no es ese de los anquilóticos ramplones que lo limitan a un cursi romanticismo encerrado en la feral estrechez de la retórica. Su dolor es un dolor nuevo donde se complican las teorías de Voltaire y de Nieztche con el bello y endiablado escepticismo de Baudelaire; el silencio espectral de Lautréamont con la rebeldía impasible de León Bloy.

Tienen sus versos la marca de su personalidad: su yo diluido en frases de un sentimiento propio. La nerviosidad, la rebeldía, el amor y el odio, caracterizan su dolor.

Llevando un universo de nobles ambiciones en el cerebro y el corazón, lanza su corcel por las colinas en donde Pan tañe su flauta agreste.

El triunfo ha de ser suyo y dentro de pocos años su figura será honra de las letras centroamericanas.

 

 GRIS MOMENTÁNEO

Entra un sol demacrado por el vidrio borroso

a la estancia ilumina con luz convaleciente,

hace un calor de horno y en mi encierro tedioso

soy una flor de esplín que sueña indisplicente!

         El firmamento se hace de crayón esfumado

         y espuma sucia, el día opaco nos abruma…

         la vida de su copa nos da un vino amargado

         y deja entre mi boca las hieles de su espuma.

¿Se nubla acaso el sol como se nubla mi alma?

¡El cielo ayer tan claro, mi alma ayer tan contenta!

Yace trunca en su rama mi más gloriosa palma;

mi pájaro de oro calla y se desalienta!

                                  LEÓN AGUILERA

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EL GOBIERNO DE NICARAGUA REHUSÓ COMPRAR EL LIBRO URNAS DEL TIEMPO QUE EDITÓ EN GUATEMALA LEÓN AGUILERA, QUIEN HONRA NUESTRAS LETRAS. El Centroamericano. León, Nicaragua. Jueves 15 de Octubre, 1964.

CIUDAD DE GUATEMALA. – (Especial para “El Centroamericano”). – El gobierno de Nicaragua rehúsa comprar el libro de un nicaragüense que honra con las letras a Nicaragua. Se trata de “Urnas del Tiempo” de León Aguilera.

         Esto parece el colmo, se comenta hasta en muchos círculos conectados con la cultura hispanoamericana y del Gobierno de Nicaragua.

         Otros Gobiernos han comprado, ejemplo: Honduras: 300, El Salvador 350, Costa Rica 200, Panamá 150, Ecuador 100, Uruguay 200, Argentina 100, Colombia 100. ¿Y el de Nicaragua? ¡Muy bien, Gracias!

         El Ministerio de Educación Pública de Nicaragua aduce que no tiene fondos disponibles del presupuesto, lo mismo dice la flamante Secretaría de Información y Prensa de la Presidencia de la República de Nicaragua. Por otro lado, el Gobierno de Nicaragua se retrata de cuerpo entero como “malinchista”. Recientemente ha nombrado a un señor para que “copie del Archivo Nacional documentos que se relacionan con Nicaragua”, dándole la bicoca de trescientos dólares mensuales, cuando estos documentos que se relacionan con Nicaragua, están en perfecto orden de clasificación, los cuales se pueden microfilmar en menos de media hora a un costo menos de cien dólares. En la clasificación hemos pasado muchos años haciéndolo con esmero y cuidado en compañía del Profesor Mario Enrique Chávez Zelaya y sobrino del Reformador de Nicaragua, General José Santos Zelaya. En los círculos de la Sociedad de Historia y Geografía de Guatemala se comenta lo desacertado en nombrar a un señor que nadie le conoce capacidad para estos asuntos tan delicados.

         Recordamos con dolor inmenso el desprecio que hiciera un exEmbajador de Nicaragua al extinto Profesor Joaquín Pardo, quien le ofreciera en forma amistosa hacia Nicaragua, documentos auténticos y de gran valor jurídico para aportarlos a favor de Nicaragua en la Corte Internacional de La Haya cuando Honduras y Nicaragua acudieron para dirimir la controversia sobre el territorio en Litigio. Como se recuerda Nicaragua trató inútilmente el asunto con argumentos desacertados y hasta con dudosos documentos. Mientras que en el Archivo de Guatemala habían documentos que datan de Carlos I, donde marcan la jurisdicción eclesiástica de Nicaragua desde Choluteca y el Aguán, documentos similares hay firmados por Felipe II en 1596, tres de Carlos II, cuatro de Felipe V, y uno muy valiosísimo del Papa Clemente VII.


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LEÓN AGUILERA, (97); ESCRITOR LEONÉS; FALLECIÓ EN GUATEMALA. Por Armando Quintero M. Corresponsal. La Prensa, 15 de abril de 1997.

LEÓN. – Un laureado escritor nacido en esta ciudad de León, aunque la mayor parte de su vida la pasó en Guatemala, de nombre León Aguilera, murió el pasado martes 15 de abril según los informes que nos proporcionó el destacado dariano José Jirón Terán, quien en varias ocasiones tuvo la oportunidad de conversar con él, cuando visitaba ese país.

         Aguilera nacido a principios del presente siglo, al morir tenía 97 años y en todo este tiempo se convirtió en un escritor de mucho prestigio, “en un poeta de verdad”, según nuestro interlocutor.

         Desde muy joven, Aguilera demostró que tenía actitudes natas para la literatura. Comenzó colaborando en la revista “Rubén Darío”, que dirigía otro destacado intelectual: don Juan Felipe Toruño; también fue en su ciudad natal donde escribió su primer libro sobre la Real Basílica Catedral y otras cosas de León, habiendo cursado sus estudios de primaria en el tridentino Colegio San Ramón.

         Su padre fue don Presentación Aguilera, propietario de la Farmacia Aguilera, también desaparecida y estaba emparentado con la familia Ibarra Padilla.

         No logramos averiguar el nombre de su madre.

         Según nuestras fuentes, el joven Aguilera partió para Guatemala resentido y decepcionado con la alta sociedad leonesa, ya que se enamoró de una joven de apellido Herdocia, cuyos padres y allegados se opusieron al noviazgo, aduciendo que no pertenecía a su clase social y además era hijo natural, lo que en aquellos tiempos era una especie de estigma.

         Pasaron los años y León Aguilera comenzó a publicar en el diario El Imparcial de Guatemala una sección titulada “Urnas del Tiempo”.

         Desde entonces nunca más regresó a Nicaragua, lastimado por el desprecio que había sufrido, aunque siempre trataba de obtener noticias de su amado León con las personas que llegaban a Guatemala procedentes de nuestro país.

         Don José Jirón nos confirmó que el fallecido escribió diez libros y deja una hija de nombre Grecia, que es periodista.

         Sus funerales se efectuaron el martes 15 de abril en la misma tierra que le dio acogida.


PUBLICADO EN LA PRENSA, NICARAGUA. MIÉRCOLES 23 DE ABRIL DE 1997
Archivo Vertical Hemerográfico Dr. Eduardo Pérez-Valle (1924 - 1998)

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Del Director y Editor del Blogspot: Esta entrega o reencuentro no será la última sobre el poeta León Aguilera. 
En la Web está publicado un interesante artículo de doña Grecia Aguilera, periodista y escritora, hija del poeta; puede localizarse en Internet a través del link: 

LEÓN AGUILERA FILÓSOFO HUMANISTA. Por Grecia Aguilera 31 de marzo, 2007

Agenda cultural. Por: La Hora. Guatemala, C.A.

    Filósofo, periodista ilustre, escritor y poeta guatemalteco, fue declarado “Poeta Niño” a los 7 años de edad y a los 10 hizo su primer periódico. Hablaba varios idiomas, entre ellos: francés, inglés, italiano, ruso, griego, latín, japonés, alemán, chino, y otros.

    El filósofo León Aguilera nació en la ciudad de León, Nicaragua el 11 de abril de 1901 y murió en la ciudad de Guatemala el 13 de abril de 1997.

    En 1921 inició su carrera como periodista en el Diario “Prensa” de El Salvador. Se trasladó a Guatemala en 1924, integrándose de inmediato al Diario “El Heraldo” de la ciudad de Quetzaltenango. En 1931, don Alejandro Córdova, director del recordado Diario “El Imparcial”, de la ciudad de Guatemala, llamó al humanista León Aguilera para que pasara a formar parte de dicho rotativo. En ese entonces los titulares del diario destacaban por la precisión y gran maestría con que los redactaba León Aguilera.

    En 1952 escribió el libro “Treinta años de El Imparcial”, relatando el diario acontecer nacional e internacional desde 1922 a 1952.

    Las primeras secciones publicadas por el filósofo guatemalteco León Aguilera en diferentes diarios de Centroamérica, en las que describía sucesos diarios, las tituló: “Rumor del diario vivir” y “Espejo de los días”, prácticamente la cuna de lo que posteriormente bautizó con el nombre de: “URNAS DEL TIEMPO”.

    Cuando el diario “El Imparcial” cerró sus actividades periodísticas el 16 de junio de 1985, fue llamado por los directivos de diario “Prensa Libre”, los periodistas Pedro Julio García y Álvaro Contreras Vélez para que en dicho matutino continuara publicando sus “Urnas del tiempo”.

    El periodista ilustre y eximio filósofo León Aguilera publicó los libros titulados: “Ofrenda Matinal”, poesía, 1921; “Estancias de la Montaña”, canto a Guatemala, 1942, prologado por don Alejandro Córdova; “Urnas del Tiempo” tomo I, prosa, 1956; “Urnas del Tiempo” tomo II, prosa, 1964; “Poemas del Verano”, poesía, 1972; Itinerario de Otoño, sonetos, 1988. En 2002 el Ministerio de Cultura y Deportes publicó el libro de poesía “Cantos del Véspero” de León Aguilera, edición conmemorativa por el centenario de su nacimiento (1901-2001).

    Los temas de las obras del gran humanista León Aguilera se han referido a la filosofía, la ecología, la fauna, la flora, la profundidad del ser humano, la belleza, el amor…

    Las obras del filósofo León Aguilera son un legado para la humanidad por su gran valor, por su alto contenido histórico, filosófico, cultural, literario, por la riqueza del idioma español que fluye de una manera hermosa, musical y didáctica y por ello su obra literaria ha sido utilizada por catedráticos, por profesionales de diferentes ramas, por destacados personajes nacionales y extranjeros de diferente ideología social, religiosa y cultural.

    León Aguilera fue socio fundador, socio honorario de diferentes asociaciones e instituciones del país, obtuvo un sinnúmero de galardones, homenajes, condecoraciones, diplomas de honor al mérito que testimonian su ilustre carrera literaria y periodística.

¿Dónde encontrar su obra?

HEMEROTECA NACIONAL DE GUATEMALA

Diario El Imparcial de 1941 a 1985

Diario Prensa Libre de 1985 a 1997

BIBLIOTECA WALT WHITMAN DEL IGA

CIRMA (Antigua Guatemala)

Archivo de Diario El Imparcial

Opiniones

    León Aguilera hermano de Whitman, de Neruda, nos reta con cada una de sus columnas en El Imparcial, a vivir, a ser, a respirar hondo en su poesía que él cuidadoso va acumulando en sus Urnas que no son muerte sino vida de tiempo inacabable”.

Margarita Carrera

    En especial fueron muy apreciadas sus Urnas de crítica literaria, en las que, por su gran erudición, podía pasar de los clásicos, a los escritores de mayor actualidad y generoso siempre, dio palabras de estímulo, a las voces de quienes se iniciaban en las letras”.

Luz Méndez de la Vega

    “…su poesía se encamina hacia los valores permanentes, hacia lo trascendente, nada escapa a nuestro poeta como motivo de creación. Es entonces cuando encontramos que en otros versos se vuelve hacia lo propio, hacia la naturaleza exuberante de esta Guatemala que tanto amó, para cantarle a sus montañas, rí­os y mares, a sus golfos y bahí­as, a la fiesta continua de mangos y platanares, de cucuyuces y magueyes que reinventan en el “largo, amarillo y lento calor”.

Carmen Matute

    “Hay en la prosa de León Aguilera un reverdecer constante de la palabra: llega como aluvión esa riqueza siempre presentida de voces que se multiplican para darnos un panorama intenso y vívido de las emociones con las que se llenan de color los ámbitos.

Delia Quiñónez

    “Referirse a la fecunda personalidad de León Aguilera, es adentrarse a un mundo extraordinario de belleza, de sueños, donde el tiempo se empina jubiloso para derramar desde los altos miradores celestes, su cúmulo poético que se vierte sobre todos aquellos seres sublimes, receptores del elixir divino de las musas.

María del Mar

    “Loor al poeta de poetas que plasmó en sus inolvidables versos, la maravilla sin par del universo, dibujando con letras doradas cada rincón de la naturaleza. Loor al Gran Maestro, que supo estimular y motivar con sus palabras a todos los escritores que nos acercábamos a él en busca de su sabia orientación poética. Loor al noble escritor, periodista y poeta que embelleció con incomparable policromía el caudal de la literatura guatemalteca.

Sara Cabarrús de Ruiz

    “Alguna vez traté el tema de la creación literaria con la doble exigencia de la espontaneidad y disciplina, y ambos valores se dan en la obra de León Aguilera.

David Vela

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miércoles, 24 de junio de 2020

PERSONALES DETALLES EN LA VIDA DE ALFONSO CORTÉS. Por Juan Felipe Toruño. 13 de Julio de 1969.


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"Yo tuve un órgano de Berbería / y manubrié sus acentos lejanos / viendo, con ojos de can, que moría/ un día azul, tras los robles ancianos". 

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PERSONALES DETALLES EN LA VIDA DE ALFONSO CORTÉS

En: El Centroamericano. León, Nicaragua, domingo 13 de Julio de 1969.

“Aquí en nuestro amado León éramos cinco fraternos en el grupo soñador: Mariano se ha convertido en un práctico señor, Toruño sigue triunfando, Carlos Marín ya murió”. (De “El Abrazo”, por Joaquín Sacasa, para Alfonso Cortés).

         Otro más en el desfile de los que integramos el movimiento innovador ─de la poesía─ que en León, Nicaragua se afianza en el 1920, precediendo a la Vanguardia que aparecer aglutinándose en el Taller San Lucas, Granada, 1927.

         ¡Alfonso Cortés!

         Estaba acumulando mayores agonías desde que se le trastornó la mente en un febrero de 1927, hasta morir físicamente el 3 de febrero de este año, 1969.

         ¡Alfonso Cortés! Hermano mayor. Hermano en el Arte, en el empuje para llegar al dominio de nuevos contenidos poéticos. Hermano en nuestra bulliciosa y gloriosa bohemia que principia en las tertulias vespertinas del “El Eco Nacional” y se afirma en la revista “Darío”, que fundé en 1º de septiembre, 1919 – primer homenaje con su apellido, a Rubén Darío, escapado éste a la eternidad en 6 de febrero, 1916. Hermano en nuestras irrespetuosas actitudes a los manejadores de la “cosa pública” y ante cierto clero; burlones delos políticos engolados, al designar nosotros candidatos presidenciales, a un buen hombre de negocios que se llamó Félix Pedro López y a un general, valiente pero medio ignaro, Vicente Lobo; activos revolucionarios fracasados en el intento para –en 1922— tratar de deponer al presidente Diego Manuel Chamorro. Hermano, sobre todo, en la franqueza y sinceridad de nuestros afectos.

         Hombre mentalmente superior, Alfonso: hasta –como Teófilo Gautier—en su musculatura para triunfos  en los Juegos Sagrados de la Helade cantados por Píndaro. Pero si fuerte y hercúleo físicamente, débil ante las durezas de la vida y tímido ante el femenino sexo. Nunca le conocimos visibles amoríos  y noviazgos menos. Huraño y callado; más cuando hablaba su pronunciación –que siempre fue igual— era con frases atropelladas entrecortadas, reticencia natural. Su mirada penetrante, fija en los ojos celeste-verdosos. Frente amplísima, algo manchada; nariz recta. El labio inferior un poco saliente. Alto porte y sereno. Al caminar, dejaba en oblicuo el pie derecho. Desaliñado el traje, gustando “poses” con ademanes de gran señor, que lo era; y poocas veces dejaba de fumar los apagosos (camananceros) “chilcagres”.

         En nuestros paseos al campo, saltaba sobre un potro, y corría cual centauro persiguiendo distancias. Sus gritos fortísimos se prolongaban sacudiendo los montes. En lucha con los novillos los doblegaba. Nadaba como un delfín. Le agradaba la guitarra y con ella repetía la canción que comienza, aire de danza en mayor: “Dicen que no se siente, la despedida, dile al que te lo dije, que se despida; que se despida ingrata,” etc. Al recitar, prefería, de Rubén Darío, “Eco y yo”:

                            Eco divino y desnudo
                            como diamante en el agua
                            mi rima éstos versos fragua
                            y necesita tu ayuda,
                            pues sólo peligros teme,
                                                                  eme…”

De Whitman:
                            ¡“Oh, Capitán! Mi Capitán”
                            Terminó nuestro espantoso viaje”

De Emilio Carrere:

                            “Pasábamos tristemente
                            las calles llenas de luna
                            y el hambre bailaba una
                            sarabanda en nuestra mente.
                            Al verla triste y dolia
                            yo la besaba en la boca;
                            ¡Alma mía, risa loca!
                            ¿por qué aborreces la vida?

                            Y un espíritu burlón

                            que entre las sombras había,
                            al escuchar mi canción,
                            se reían… se reía…” etc.

Y de él, su “Ritornelo”, que concluye:

                            “Quedaré para siempre, esta tarde divina
                            viendo temblar, desnuda, tras las hojas, la luna”.

         ¡Amigo, hermano! –Ya estás en los ámbitos del éter y de lo oculto en los que penetraste para resumirlos en tu poesía, integrándola con esos elementos que sólo sienten y ven y oyen los poetas, como tú. Ya saturas con tu espíritu el Enigma, formando parte de él. Y a –como Roerdenlin, Moresas o Nietzche, Epifanio, Mejía, de Colombia, y Napoleón Lara, salvadoreño— con tu muerte física, abandonaste la trepidación dislocada de tu mente. Eres nota en la música que oías y palpabas, y que venía a “lamer la epidermis de seda de las flores”.

         De los 21 que fuimos, estando en éstos también una poetisa que nació a las letras en el número 33, páginas 6 y 7 de la revista “Darío”—21 de Julio, 1921— y que fue descubierta por el hoy doctor José Trinidad Sacasa, alto lírico y caballero de las letras. Esa poetisa fue María Selva, que firmó con el pseudónimo Aura Rostand. Pues de esos 21 quedamos sólo: Mariano Barreto Portocarrero, Joaquín  Sacasa, León Aguilera –que vive en Guatemala— Antenor Sandino, Federicho Shennegans y yo.

         ¡Alfonso Cortés! Inerme para enfrentarse a la vida. Y la vida lo maltrataba, lo hería. Inepto para otra labor que no fuera poesía y con la poesía no se vive, menos en nuestros países incomprensivos en los que el dolo, la intriga y el servilismo, son aptos para regodearse en los festines gubernamentales o para sinecuras.

         No podía liberarse de las fuerzas que lanzaban a infiernos báquicos. Le fallaba la voluntad Hacía impulsos, levantábase y caía. Salió rumbo a México, a un congreso de periodistas para el que invitó el senador Rafael Martínez, pero ese congreso no se efectuó. Y  él, que iba eufórico, pleno de propósitos, cálculos, ilusiones y esperanzas, hubo de quedarse en Guatemala, junto con su compañero Mariano Barreto Portocarrero, que llevaban representación del “Eco Nacional” y de la revista “Darío”. Allí Alfonso dirigió temporalmente “El Unionista” y Mariano Barreto “El Perú”, órgano del consulado peruano.

         Cuando en 15 de septiembre, 1921, toma parte en los Juegos Florales centroamericanos de Quezaltenango, obtiene el primer premio con ODISEA DEL ITSMO; le dedica al Licenciado Adrián Recinos, al editarse. El Licenciado Recinos lo estimulaba. Decir lo demás, sobra. y sale de Guatemala de regreso, a fines de junio, llamado por su familia, por la grave enfermedad de su madre. Y el hombre que, con voluntad y esfuerzo –porque estaba equipado con talentos superiores—  no pudo vivir como decía en su poema “Inquietud”: “sólo en el horizonte puede estar nuestra casa”. ¡No pudo! Lo arrastró la corriente cruel de un sino adverso sin que tuviera fuerzas volitivas para oponérsele. Y, aquí, como en su “Fuga de Otoño”, por el recuerdo, se me sale el alma, situándose allá, en ese allá juvenil; y desde él, veo lo que siento en estos momentos, recordando y apreciando su situación.

         ¡Que dios egoísta, envidioso y fatal le taladraba su voluntad, su ánimo, sus propósitos, sus ilusiones? Sí como él proclamara en Guatemala, al dedicarle a Mariano Barreto Portocarrero el poema, citado ya:

“Vela azul es nuestra alma y el corazón es viento que empuja nuestros ímpetus mucho más que a los otros”.

¿Por qué, cumplido su deber para con su madre, esa alma y  ese corazón que eran vela y viento, no lo impulsaron en busca de los horizontes entrevistos? ¡Ah! Si alto, fuerte y potente corporalmente, débil, completamente débil para la lucha cotidiana; para anular los NO que están escritos para el ser humano en cada calle y  en cada camino de la vida, transformándolos en SI.

         Jamás censuramos a Alfonso. Lo admirábamos con afecto fraternal y teníamos esperanzas en que se elevaría sobre los obstáculos que a cada paso se colocan en nuestras senda; pero se le clavó la maldita conminación de Kratos, a que viviera saturado de perennes amarguras, por las que no protestaba, achacándolo a la muere, como lo dice en su “Carta a Modesto Salmerón”, amigo y compañero de aula, así:

         “Dios dispones en nosotros movimientos y  juegos; nos alaza la vida, nos conduce la suerte, nos levanta la gloria, y nos mata la muerte”.

         Me refiere a época anterior a su desquiciamiento mental.

         Cuando deliberábamos los dos sobre autores y letras, al mencionar a los franceses, el amante de Mallarmé y Prudhon, entre otros y yo de Banville Laforque y de Francis James, del que había traducido algo y que le enseñé, abría más los ojos al considerar mis conocimientos rudimentarios de tal idioma como el latín, por lo que un día, con el seudónimo Carlos Bostón, publicó en “El Eco Nacional” y que yo republiqué en el número 13 de “Darío” –marzo, 1920—, un artículo acerca de mi labor diciendo entre otros conceptos: “He de decir poca cosa de su obra realizada, aún es muy joven y es un talento en pie, valga decir… no tiene embotadores prejuicios.

         Si Juan Felipe no desespera, yo le auguro un porvenir brillantísimo; su personalidad es ya atrayente y sugestiva cuando uno trata de literatos y en todo caso, debemos creer que seres así nos prueban lo que puede realizar una energía sedienta de belleza y activa para laborar”.

         En 1918, intentó publicar una colección de sus poemas con el título MÚSICAS DE LA VIDA y hasta trazó el esquema. Lo alentaban varios amigos que le ofrecieron contribución económica, entre ellos Pedro Cardenal, don Alfonso Saravia y algunos parientes. Escribió el preámbulo “Avant Propos”, inserto en el tomo POESÍAS, que le editó su padre don Salvador Cortés; mas sus intentos quedáronse en eso y MÚSICA DE LA VIDA, no se publicó. Le llegó el “desaliento” y los originales quedaron entre múltiples papeles hasta que su padre –dicho ya— hizo, con algunos recortes e inéditos, que le editaran en la Imprenta Nacional, 1931.

         Imparcial como soy , reconozco que, a pesar de lo que se ha hecho con la producción de Alfonso, aunque sea para el debate –que éste es importante para cualquier libro— debe comprenderse y apreciar la admiración que para el poeta y su poesía, encienden las generaciones de Vanguardia y post-Vanguardia. Sí, para no errar, antes de hacer afirmaciones, es de rigor que se conozca la trayectoria del Aeda, desde sus comienzos, sin mistificaciones y sin equívocos voluntarios o involuntarios.

         En 1924, yo estando ya en San Salvador, llegué a Nicaragua. Lo vi, tres años antes de su enfermedad, magullado, pálido en su penosa  frustración. ¡Cuánta grandeza sometida a los pungentes contrastes entre su voluntad y su cuerpo! Creía él que le faltaba suerte y que por el ambiente no avanzaba. Le insinué viaje para acá, que aquí sería diferente. Yo, estaba entonces en condiciones de encontrarle algún lugar donde podría salvarse e ir después a países que él soñara. A mi insinuación se quedó viéndome con sus grandes ojos fulgurantes. Agustín Sánchez Salinas ofreció ayudarlo para el viaje. Estaba presente Federico Shennegans, que tal vez se acordará de ello y Agenor Argüello que, a la postre, él se vino para El Salvador.

         Son cosas estas de evocación de lo que fue vivo, bullente en nuestras inquietudes y afiebradas bohemias en la amada ciudad. Y lo escribo porque al evocar eso, me duele  y pienso que sí, por una parte, se hundió su mente en abismos; por otra, lo salvó. Sí. Lo salvó de esa corriente más arrasadora y túrbida, causando amarguras a los suyos y destruyéndose él en lo que era personalmente. y si su familia, su padre y hermanas, tal demencia les laceraba en lo más profundo del ser, ¿qué hubiera sido si hubiese continuado como iba en ese otro derrumbe? Quizá, por su lamentable estado mental, se hizo lo que Alfonso no podría hacer ni lo hubiese hecho en aquella otra situación. Y por ello el reconocimiento, la admiración y lo que se efectuó en honores y veneración, porque así es lo humano.

         Repito mi honda lamentación por lo que le ocurrió, al no poder enfrentarse a la vida sin realizar lo que él soñó.

(Alfonso en el Paraninfo de la UNAN hace dos años)... "Por eso mis palabras son silencio hablado..."

         La última vez que nos abrazamos fue el día viernes 20 de enero de 1967, durante el almuerzo en el simposio de la Universidad en la Semana Centenaria de Darío. Estaba yo frente a una mesa, junto con el doctor Nicolás Buitrago Matus. Este me dice: “Viene Alfonso”; torné a ver y él se acercaba, lento, callado, con los brazos hacia adelante. Fui hacia él, nos abrazamos. Cambiamos unas cuantas cariñosas frases, preguntándome si regresaba a El Salvador.

         “Ya no fumo –terminó— me hace mal.

         Ahora, a más de un mes de su nacimiento en lo eterno, evoco nuestros años de juventud, en la lucha constante por la vida y en nuestra bohemia, en la que repetidas veces hacíamos días de las noches leonesas, solemnes, silenciosas y  únicas.

         Hermanos en la promoción, estamos quedando solos. ¿A quién corresponderá cumplir con los mandatos de la Suprema Ley? Que ya Alfonso cayó.

                   “como un punto, negro y vago,
                   en la onda tímida del lago
                   para siempre jamás”.

San Salvador 10 de abril, 1969.



martes, 14 de abril de 2020

EN MEMORIA DE DON CARLOS MÁNTICA ABAÚNZA, CIUDADANO ADAMANTINO DE LA CULTURA Y LA FE CRISTIANA. Por: Eduardo Pérez-Valle hijo


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Don Carlos Mántica Abaúnza
León, 19 de febrero de 1935 -- 7 de abril de 2020

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    Lo primero en distinguirse frente a Don Carlos Mántica Abaúnza, era la inexistente mengua mental; la asociación neural lo mantenía atento en cada detalle de nuestra conversación, la que empezó luego de mi breve espera en una pequeña antesala. A los pocos minutos, tras el aviso, ingresé en aquel espacio donde él permanecía sentado frente a un escritorio con muchos fólderes y papeles sobre la cubierta. La descripción que resumiría aquel sencillo ambiente de trabajo, sería, la total ausencia de ostentación, el mobiliario básico, donde permanecía el recordado intelectual  que  por tradición familiar también bregaba en lo empresarial.

    Cuando estábamos en el asunto por el cual solicité verle, ocurrió una de las muestras relevantes de aquella usual agudeza de este personaje, por cuyos imperecederos e incuestionables méritos ciudadanos, permanecerá enclaustrado en la memoria colectiva;  entre el cruce de ideas y opiniones, yo hacía apuntes en mi libreta en donde al principio escribí los apellidos Mántica y Abaúnza, éste último sin el acento, en ese instante don Carlos dejó el asiento y traspasó la puerta de salida para indicarle algo a la secretaria, en cosa de segundos miró anotado en mi libreta de apuntes, el apellido Abaúnza, y con aquel estricto celo por el idioma  y sobre todo en el apellido materno, me dijo: —. “!Eeeh! Por favor, Eduardo, no olvides el acento en Abaúnza”—. Denotó una leve sonrisa, correspondida con “descuide” no quedará prosódico.

    Sin pretenderlo, no desaproveché el asunto principal de aquella animada conversación que manera inevitable derivó en variados temas, de historia, arte, arqueología, ocurrió en una pequeña área localizada en la costado noroeste del mismo edificio que aloja al Supermercado La Colonia de Plaza España, oficinas donde él solía permanecer en atención a sus quehaceres empresariales y en donde también funcionaba la empresa de promoción cultural con sello nicaragüense “Mántica-Waid”, creada en 1996 por don Carlos y, dirigida con el talentoso apoyo técnico-administrativo de sus hijos.

    Al visitar el sitio Web de “Mántica-Waid”, en ella publicitan: “Bienvenidos al mundo de la música nicaragüense. ¡Aquí encontrará a los más grandes exponentes de nuestra música a través del tiempo! Con los años, esa empresa consolidó el alcance cultural, con la producción de variados artículos: DVD de corte nacional, libros, camisetas, entretenimiento familiar, etc.”

    Si no mal logro enhebrar los detalles de aquel encuentro ocurrido hace veintidós años, fue inevitable conversar sobre la obra mural del recordado maestro, Leoncio Sáenz, el vistoso Tianguis o mercado indígena localizado dentro del Supermercado La Colonia. Valga decir que, don Carlos Mántica Abaúnza mantuvo a través de los años, un genuino e incondicional apoyo a favor de varios artistas plásticos.

    En la década de los años noventa del siglo pasado, Leoncio, con los años a cuestas, fue otra víctima de la improbidad social. Estuvo cercado por dificultades económicas y de salud, salidos de esa baraja atrapada en la mano aviesa del destino, no obstante, Sáenz encontró algunos apoyos, entre los cuales siempre estuvo el mecenas de las artes,  don Carlos Garzón Bellanger y, por supuesto, no faltó la estatura intelectual y  humana de don Carlos Mántica Abaúnza. 

    Esa vez, Carlos Mántica, supo a través de mi relato, cómo, en complicidad de mi esposa, le obsequiamos a Leoncio más de setenta bastidores entelados, y lo convencimos de retomar por primera vez, en más de cuarenta años, ese tipo de superficie, no fue en vano, porque de ahí surgió la primera exposición y única en esa recobrada técnica, auspiciada por la Galería Epikentro. En esa conversación promoví un reencuentro entre Leoncio Sáenz y Carlos Mántica, relacionada a la restauración del famoso mural. Nunca supe si hubo acuerdo, porque el carácter de Leoncio, un gran amigo, siempre fue indescifrable.*

    Entre don Carlos y el suscrito, la Arqueología como ciencia fue otro de los temas de interés. El año anterior, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en Managua, con  apoyo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), había iniciado por primera vez en la historia de nuestra educación superior, la carrera en Arqueología Social para graduar los primeros profesionales universitarios, tal como sucedió cinco años después. Asimismo le participé sobre la iniciativa emprendida por el suscrito para obtener recursos económicos y construir lo que dos años más tarde fue la sede del CADI, acrónimo del Centro Arqueológico de Documentación e Investigación-UNAN-Managua.

    De esa animada conversación, derivó la propuesta de don Carlos a fin de realizar una Exploración de Prospección Arqueológica en Acoyapa, Chontales. Me explicó que cierta vez en México, en una venta de libros de viejo, compró varias fotografías aéreas de esa zona, en donde podía apreciarse una elevación desde el suelo con claros trazos o definición cuadrangular, especie de pirámide truncada

    Si aquello fuera comprobado, —dijo—, la historia de la arquitectura monumental en base de la migración y poblamiento desde México tendría un importante cambio, tendría que ampliarse o reescribirse.  

    No prolongué más mí visita y convine con él otra reunión, días después don Carlos Mántica Abaúnza recibió al doctor Ermengol Gassiot Ballbé y la doctora Beatriz Palomar Puebla, catedráticos de la UAB, Catedráticos y Coordinadores de los cinco años de estudios para obtener la Primera Promoción de Arqueólogos nicaragüenses. Les  mostró y facilitó las fotografías. En aquel acuerdo, convinieron en que la Universidad daría todo el apoyo profesional para emprender el viaje al sitio, localizado en tierra firme y cerca del Archipiélago El Nancital, en el municipio de Acoyapa

    Don Carlos, en ningún momento dudó en su aporte incondicional. Gestionó y financió el viaje en un helicóptero militar, alquilado a  la Fuerza Aérea de Nicaragua. Ese vuelo que sobrevoló de orilla a orilla, el Gran Lago de Nicaragua, transportó a los dos Arqueólogos de nacionalidad española y cuatro alumnos de la Facultad de Arqueología. Por supuesto, en esa exploración no podía faltar don Carlos Mántica

    Una semana antes de encontrarnos en la base aérea contiguo al Aeropuerto Internacional “Augusto C. Sandino, nos enteramos del repentino fallecimiento, del hermano menor de don Carlos y don Felipe Mántica Abaúnza. En ese momento pensé que por causa del infausto suceso, se aplazaría la prospección arqueológica. Llamé a don Carlos para darle nuestras condolencias, y para mayúscula sorpresa, me dijo que estuviéramos listos porque en la siguiente semana continuaríamos ļcon lo convenido. Todos quedamos perplejos, pero así ocurrió. Con esa profunda convicción católica, cristiana, y con el ánimo inquebrantable por la cultura y la ciencia, don Carlos ocupó sitio en aquel helicóptero

    En ese viaje, invitó al escritor Pedro Xavier Solís Cuadra, nieto del poeta Pablo Antonio Cuadra, quien llevó un fotorreportero del diario La Prensa, que por cierto, falleció a los pocos meses después de aquella memorable investigación. Varios días después vimos publicado el artículo.

    Cumplimos los objetivos de la investigación científica. Ese mismo día, cuando la tarde estaba en retroceso, agotados por la caminata y el intenso calor del verano, en más de 38º C., regresamos a Managua. Aunque un tanto desilusionados, en el rostro de nuestro amigo y el resto de acompañantes, asomaba la satisfacción de la misión. Trazamos las coordenadas, la formación fue identificada como una estructura geológica, en ella no localizamos nada antrópico. Aunque en las partes más bajas de esa estructura natural, pudimos encontrar pequeños pedazos de piezas cerámicas precolombinas en superficie.

  Ese era don Carlos Mántica Abaúnza, propulsor de emprendimientos culturales y científicos. Investigador, escritor, antropólogo cultural, lingüista, académico de la lengua. Cristiano de profunda convicción; un intelectual arraigado en la cultura nicaragüense. Hombre sincero, adamantino, de cuyo legado se levanta un gigantesco faro luminoso de profunda orientación, a la vista de las generaciones venideras. Ciudadano de acendrada vida familiar y ciudadana. No hubo camino escarpado, siempre supo llegar a la cima. ¡Descanse en Paz!

    A este homenaje, introductorio, decidí agregar un excelente artículo-entrevista, biográfica, elaborado por la periodista Helena Ramos, en 1995. Al final de este homenaje, resolví agregar el emotivo artículo  escrito por don Carlos; el adiós por la partida definitiva de don Pablo Antonio Cuadra, inigualable forjador, promotor y guía de incontables escritores, poetas, artistas plásticos, cientistas sociales, folcloristas.

* Gracias a mi esposa, supe que Leoncio Sáenz correspondió a la solicitud de Don Carlos Mántica A. El Maestro subió a los andamios y puso manos en su magnífica obra mural.   

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CARLOS MÁNTICA: “CRISTO TRANSFORMÓ MI VIDA”. Por: Helena Ramos. En: El País. Año III, No. 32. Nicaragua. Junio 1995.

** Entrevistó a Salomón de la Selva, Alfonso Cortés y al lugarteniente de Sandino.

** Cortés creía que José Santos Chocano no había muerto, “porque él no anda haciendo esas cosas”.


Carlos Mántica, al lado de sus hijas Carmen Margarita de Icaza y Miriam de Chamorro. Atrás su nieta Amalia Alejandra y  con los brazos abiertos, María Daniela.

Carlos Mántica Abaúnza es una persona imposible de caracterizar con un solo epíteto. Sus actividades son tan multifacéticas que cuesta decidir cuál ha sido la más importante; él ha logrado en su labor un delicadísimo equilibrio entre diversos intereses que a menudo parecen incompatible. Es un empresario exitoso, un mecenas inteligente y fraternal, un lingüista intuitivo, un historiador incansable, un musicólogo devoto… Pero si la lista la compusiera Carlos Mántica en persona, estoy segura que comenzaría con las palabras: “un cristiano sincero”.

En su oficina reina un desorden bien organizado; nada de lujo. En la blanca y desnuda pared, se destaca un crucifijo con un Cristo rústico y doliente. Nos fue difícil hacer la entrevista en paz, porque a cada rato a don Chale lo buscaban personas que necesitaban solucionar los más diversos problemas: desde obtener una consulta sobre tal o cual asunto del supermercado hasta resolver el “clavo” de un cepillo dental eléctrico que se le extravió a su nieto, y  éste reclamaba sin misericordia alguna que el abuelo le consiga otro… Carlos Mántica soportó ese ajetreo con una paciencia franciscana, y la expresión, y la expresión más categórica de disgusto que escuché de él, fue apenas un “caray!” Definitivamente, es un hombre de gran ponderación.

Conversamos durante un largo rato, tratando de abordar, por lo menos, los tópicos principales de las experiencias de Chale Mántica, más sinembargo, todavía quedó mucha tinta en el tintero…

HISTORIA Y POLÍTICA

Como tantos intelectuales, Carlos Mántica dejó el ombligo en León. Nació el 19 de febrero de 1935. a  media cuadra de la iglesia La Recolección, donde las paredes, las aceras y el aire mismo están impregnados de historia, con todo su hechizo y dolor… Tal vez, a nivel inconsciente León, “ciudad de poetas  y de fantasmas”, indujo posteriormente a Carlos Mántica a las investigaciones artísticas, a pesar de que él no había crecido en la cultivada y queda metrópoli, porque cuando tenía unos cuatro años de edad, su familia se trasladó a Managua.

Principió la primaria en el Pedagógico, pero “con los sucesos del 44, salieron al exilio muchos de mi familia, iniciadores del Partido Liberal Independiente; estuvimos dos años en Costa Rica. Mi padre Felipe Mántica Berio se exilió junto con el general Carlos Pasos, quien lanzó la candidatura de Enoc Aguado y fue el “hombre fuerte” detrás de su figura. Al regreso, entré al Colegio Centroamérica de Granada, donde me bachilleré. Ese período fue muy importante en el proceso de estar descubriendo Nicaragua, sobre todo en la literatura y arqueología, porque las inmediaciones del colegio era un cementerio indígena, donde recogíamos piezas arqueológicas”.

Continuó sus estudios en la Universidad de Georgetown, de Washington, graduándose como administrador de empresas. “Como les sucede a muchos nicaragüenses, descubrí a Nicaragua hasta que no  la tenía. Estando en la universidad y añorando la patria, comenzamos a interesarnos por ella mucho más. Yo pasaba largas hora en la biblioteca del Congreso estudiando temas nicaragüenses, a mí me entusiasmaron el folclor y la lingüística, mientras mi hermano Felipe se interesó en los piratas y en Walker”.

¿LOS MANUSCRITOS NO ARDEN?

“En esa época empezamos a forma nuestra propia biblioteca que iba a convertirse, quizás, en la principal colección de temas nacionales en el país. Cuando recién graduados inauguramos en 1956 el primer supermercado, pensamos que Nicaragua siempre ha padecido de bibliotecas y creamos un salón de estudios para los investigadores”. De este santuario del saber surgieron dos tomos de la Historia de Nicaragua de José Coronel Urtecho, allí hizo sus primeros pinitos Alejandro Bolaños, con aquellos materiales fueron escritos libros sobre Alfonso Cortés, Manolo Cuadra y muchos otros temas.

La biblioteca fue quemada quince días después del terremoto del 72. “Alguien mandó a pegarle fuego. Alguna vez nos dijeron el nombre del incendiario, pero él lo había hecho por órdenes superiores. La razón ha sido cierta obsesión de Somoza Debayle contra nosotros. Yo no sabría explicarla, porque no teníamos militancia política abierta, pero Somoza había jurado que “los Mántica no iban a levantar cabeza”. Allí se perdieron muchos manuscritos, todas mis entrevistas con Juan Ferreti y Agustín Sánchez, sobre la vida en el campamento sandinista, y con Salomón de la Selva sobre la estadía de Sandino en México… Allí se conservaba el trozo de la vestimenta que Sandino llevaba puesta el día cuando lo mataron, un reloj “Ingersol” que dicen que pertenecía a Rubén…”.

“Se quemó una colección de billetes del siglo pasado y de mapas antiguos de Nicaragua, colecciones de fotografías, libros sobre el proyecto del canal de Nicaragua, varias cartas de Rubén, verdaderos incunables de primeras ediciones darianas, también algunos libros que hubieran desaparecido, a no ser que poco antes los publicamos por nuestra cuenta, como la separata con el libro “Palabras evangelizadas” de Azarías H. Pallais, porque nadie lo conocía, recuerdo que al leerla por primera vez Pablo Antonio Cuadra me dijo: “Pero ¿Qué es esta maravilla?” Era una biblioteca muy completa”.


Erwin Krüger, autor de “Barrio de Pescadores”, Tito Castillo, Carlos Mántica, padre Francisco Campos, Eduardo Bunning, fundador seglar de los Cursillos de Cristiandad, José Medina Cuadra y don Antonio Lacayo Oyanguren

“CANTARES NICARAGÜENSES”

A partir de los años 50 los Mántica iniciaron el Instituto Nicaragüense Indigenista con el padre Manuel Pérez Alonso y otros intelectuales fundaron el Instituto Histórico Centroamericano; Carlos Mántica ha sido uno de los iniciadores del Instituto Pro Arte Rubén Darío que construyó el Teatro Nacional.

“Era un época de gran actividad intelectual. En los años 60 el pintor Rodrigo Peñalba me invitó ingresar a La Asociación de Escritores y Artistas Americanos, cuya membrecía rechazaba tanto el padre Azarías…” En aquel entonces, colaboró con la divulgación de diversos autores nacionales; en la lista figuran, entre otros, los eternos antagonistas quienes, igual que las líneas paralelas, se van a cruzar algún día en la infinidad: Carlos Martínez Rivas y Ernesto Cardenal.

“En fin, queríamos conocer y divulgar todo lo que era nicaragüense. Mi amistad personal con Erwin Krüger acentúo este amor por la canción nica, en el año 69 o 70 realizamos el I Festival Folclórico Nicaragüense, en ocasión de la Feria Ganadera, con más de 150 artistas participando. En todas estas “malas andanzas” establecí mucha amistad con los principales compositores de Nicaragua. Así fue ampliándose el círculo que luego narro en el prólogo de “Cantares nicaragüenses”, donde se fue juntando lo que había nacido de manera dispersa, hasta forma un muestrario interesante en el campo de la música y el folclor”.

“Mientras realizaba el trabajo, mi primera sorpresa era darme cuenta de que, a pesar de de los pesares, estos cantos todavía están muy vivos y vigentes, una gran parte de ellos yo los oí cuando era niño. Ahora se encuentran en peligro, pero todavía podemos salvarlos. La mayor de las sorpresas ha sido la riqueza, 220 canciones; en la medida de que continuemos la investigación, el número puede subir hasta 300”.

Chale Mántica no considera que su aporte a la historia del arte fuese algo extraordinario, pero si destaca el empeño: “Cuando uno comienza a hacer este trabajo cuando tiene quince años y llega a los sesenta, se le acumula bastante…”

EMPRENDEDORES

Tampoco se puede obviar la contribución de los Mántica al desarrollo empresarial: han fundado fábricas de embutidos, enlatados, radios, objetos de poliuretano, cosméticos… Sin embargo, su negocio más conocido es la cadena de supermercados La Colonia.

“Abrimos el primer supermercado, el de Montoya, a finales del 56. Se llamó La Colonia, porque mi papá había construido la Colonia Mántica y se suponía que íbamos a abastecer a esta zona. Resultó ser un negocio bastante bien hecho y poco tiempo después inauguramos el de Centroamérica, luego el Central, los de León y Chinandega, Las Brisas, Plaza España, dos en Honduras… Ha sido una labor tenaz, porque nos han saqueado veintiún establecimientos, entre bodegas, almacenes y supermercados”.

Después de la década sandinista, quedaron con el único edificio, el de la Plaza España, y ahora manejan cinco. “Nunca quisimos esperar que vengan buenos tiempos sino decidimos alzar el vuelo con los tiempos que tenemos”.

Además de ser un prominente empresario, Carlos Mántica es conocido por su activa devoción católica.

EXPERIENCIA MÍSTICA

“Recibí una educación religiosa, como todos los chavalos de mi generación; yo era una persona, quizás, recta, pero al fin de cuentas, un poco practicón. Viví la auténtica experiencia religiosa en agosto de 1965, durante un cursillo de cristiandad. Tuve un encuentro personal con Cristo, y eso transformó mi vida”.

“Como resultado, construimos 69 viviendas para los trabajadores y establecimos la prestación educativa para todo el personal, así que varios muchachos se graduaron en la universidad; además teníamos la prestación de pagar el colegio para todos los hijos de nuestros empleados. Siempre hemos mantenido los mejores sueldos de Nicaragua, muchos de ellos con participación de utilidades. El salario mínimo en los supermercados anda por mil 300 córdobas. Uno tiene que ser cristiano en el lugar donde está, hacer la parcela que le toca”.

Lástima que no a todos los empresarios les aparece Cristo. Nuestro Señor, sería una solución ideal para todos los conflictos salariales.

Lejos de opinar que la fe es un asunto estrictamente privado, Carlos Mántica está convencido que la evangelización es un deber cristiano. “Cada vez que hay oportunidad de hacerlo y las circunstancias lo permiten, no tengo ningún reparo en decir que Cristo para mí es lo más importante. Estoy consciente del peligro de que, en vez de ser usados por Cristo, comencemos a usarlo para nuestros propios fines. Es un gran problema de los partidos cristianos, porque muy fácilmente pueden agarrar a Cristo como bandera, y no creo que eso le caiga muy en gracia. Por eso me abstuve de iniciar movimientos políticos con la etiqueta cristiana”.


Pablo Mántica, don Felipe Mántica Berio, Margarita Abaúnza de Mántica, Felipe y Carlos Mántica Abaúnza

CIUDAD DE DIOS

“En 1973 fui llamado para iniciar en Nicaragua la renovación carismática, luego me retiré, pero sigo colaborando con el movimiento. Después, el Señor me llamó a otra cosa y desde 1977 estoy en una comunidad que se conoce como Ciudad de Dios y tiene grupos en cuarenta países. He sido su Presidente mundial y ahora lo soy a nivel regional. Allí ando yo, done El me manda”.

“A veces, la gente tiende a confundir la privado con lo secreto. Por ejemplo, yo no me voy a meter en una reunión del sindicato de choferes o de médicos, porque es un asunto privado, pero esto no lo convierte en algo secreto. Ciudad de Dios es una asociación privada de fieles autorizada en 1984 por decreto del Cardenal Obando y o, donde puede ingresar –y de hecho, ingresa--- cualquier persona cristiana”.

“Somos aproximadamente mil. No existe ningún requisito especial para afiliarse. Tratamos de servir a toda la familia, hay programas para niños, adolescentes y  adultos. No nos interesamos únicamente por el bienestar espiritual sino también por el material; entre nosotros nadie está sin trabajo ni sufre hambre o por falta de una medicina, porque todos nos ayudamos mutualmente”.

“Como autoridad, existe el Consejo Coordinador, yo soy el Coordinador principal, los demás normes no creo que sean muy conocidos. Bayardo Reyes, Wilfredo Martínez, David Pereira, Jimmy Bolaños, Neri Morales, Julio Flores… Uno es maestro mecánico, otro, técnico en refrigeración, otro, cafetalero… No hay, por así decirlo, personajes”.

FUE ASESOR DE DOÑA VIOLETA

Considera que la primera transformación que se debe lograr es la interior, que no se produce mediante revoluciones, Constituciones, leyes o decretos. Sin restarle importancia a la política, prefiere mantenerse al margen, calificando su participación en esta área como “ínfima”. Sin embargo, durante tres años tomó parte en la elaboración clandestina del Plan Azul y Blanco –“trabajábamos en equipo, seis personas fijas, otras seis flotantes”—y luego fue uno de los ocho asesores de la futura Presidenta durante la campaña electoral, “creyendo entonces que Violeta era la respuesta”. Ella le ofreció la cartera del Ministerio de Educación, pero Chale Mántica la declinó de antemano. Después, doña Violeta Barrios de Chamorro lo nombró encargado de asuntos religiosos de la Presidencia, un puesto que luego ambos olvidaron, por “no hubo necesidad de éste”.

No pretende organizar una cruzada en defensa de sus criterios: “El cristiano tiene que mantener sus principios bien claros, pero no debe pretender imponerlos en contra de la conciencia y la voluntad de cada quien”.

Respecto a que si en su vida familiar pudo combinar sus ideales con las realidades, expresa que allí debería opinar su esposa… “Nuestra familia es muy unida, tengo cuatro hijos, pero luego también cargué con los de mi hermano del alma Tino López Guerra, Tinito y Socorro. Nunca los adopté legalmente, creo que deben sentirse muy orgullosos de su apellido”:


GRANDES AMISTADES

“Tino no era de mi generación y creció casi como hermano de José Mántica, hasta el punto de vivir casi toda su vida en el almacén Casa Mántica, donde mi papá le había dado un cuarto. Fui su amigo desde niño, recuerdo los viajes que hacíamos a México, parrandeamos juntos, conocí por medio de él a Pedro Vargas y Agustín Lara, de quien conservo dos canciones que nunca llegaron a publicarse, por ser demasiada erótica…”.


El Indio Pantaleón, Gabry Rivas, Olga Dawson y el compositor Tino López Guerra

“Resulta que en la despedida de soltero de Tino, Erwin Krüger se sentó a mi lado y Tino me lo presentó. Yo había recogido en acetato las últimas grabaciones del Trío Monimbó, y me propuse revivirlo. En ese esfuerzo, que le grabé doce canciones, Erwin y yo llegamos a ser íntimos amigo”.


Carlos Mántica, con el recién fallecido compositor Chico Lindo, autor de muchas canciones inéditas, en la Isla Juan Venado

“A su vez, a través de él conocí a Carlos Mejía; nació el grupo en la casa de César Ramírez y en la mía, éramos unas treinta personas que nos reuníamos todos lo jueves a compartir folclor, composiciones y poemas y a cocinar platos de carne de monte”.

De los hijos de don Chale, únicamente Carlos Mántica Junior (sic) heredó el interés de su padre por la música, “salió medio artista, ya sacó varios discos, canta bastante bien y toca los instrumentos habidos y por haber. Ha hecho algunos pinitos en el campo de la lingüística, tiene inquietudes, pero está demasiado chavalo”. Al parecer, para los padres, los hijos siempre siguen siendo niños…

“EL GÜEGÜENSE”

Tal vez, la veta principal de la polifacética vocación cultural de Carlos Mántica es la lingüística, sien él autor de varias publicaciones sobre la toponimia nicaragüense y nahua, estableciéndose gracias a este interés una profunda amistad y una larga correspondencia con Alejandro Dávila Bolaños.

En aquellos tiempos, grabando folclor en todos los pueblos con una grabadora de alambre, conoció a “El Güegüense” y quedó asombrado, hasta el grado de traducir la pieza y así hacerla accesible para los lectores. Actualmente está planeando una nueva versión, perfeccionada y profundizada. “Es la primera obra de teatro de protesta. Que yo sepa, representa algo único en la literatura universal: un fulano jugando con dos lenguas para crear el doble sentido. Por ejemplo dice: “piloto de altura”, “repicador de campanas”, “hacedor de arados”, todas éstas son profesiones muy honorables, pero en náhuatl estas palabras significan “recogedor de basura”, “cornudo”; “adúltero” y toda una serie de insultos. Hay 20 o 25 casos de doble sentido”.

Aún siendo “El Güegüense” una creación colectiva, Chale Mántica opina que “el autor principal era una persona muy culta y capaz: dominaba de maravilla el castellano y el náhuatl, pero además, tenía dones de músico y coreógrafo”.  Sostiene la hipótesis que era un sacerdote de origen vasco. “Una doctora que llegó de España me dijo que las únicas palabras del texto que no ha logrado traducir son una expresión vascuence, que en el argot de los buhoneros significa “trato hecho”.

ENTREVISTÓ AL POETA ALFONSO CORTÉS

El nombre de Chale Mántica también está vinculado, de una u otra manera, con las biografías de varios poetas nicaragüenses, entre ellos el trágico Alfonso Cortés. “Resulta que mi amigo Erwin Krüger era contador del manicomio, donde veía continuamente a Alfonso. Además, una secretaria o una enfermera se enamoró de Erwin, entonces, ella recogía los manuscritos de Alfonso y se los regalaba. Erwin, a su vez, me los regalaba a mí. Luego, se quemaron en el incendio de nuestra biblioteca”:

“Empecé a visitar a Alfonso, fue muy difícil mantener una conversación, él sentía muchos temores. Recuerdo, por ejemplo, que le llevé uno de sus libros y al extenderle la pluma, para que me lo autografiara, él retrocedió horrorizado. Finalmente, se tranquilizó y me firmó el libro “Leocadio A. Cortés”. Fue imposible conseguir datos de su biografía, muchas veces él sólo contestaba “puede ser” o “algo así”. Cuando le preguntamos sí la “angélica diana de “Un detalle” era Diana Ortiz, dijo “puede ser”.

“Una vez, mencionamos el nombre de José Santos Chocano. Alfonso dijo: “Yo lo conocí” y empezó hablar de él en presente. “Pero don Alfonso, Chocano ya murió”. “No puede ser ---replicó—Chocano es un hombre muy serio, él no anda haciendo estas cosas”.

“Conservo una entrevista con Alfonso de casi dos horas, la hicimos Ernesto Cardenal y yo, unos quince días después de que él había salido del manicomio y se trasladó a su casa en León. Sus hermanas estaban presentes, eso lo tranquilizó mucho y pudimos entrevistarlo, pero siempre fue una conversación muy quebrada y difícil. En él no se daba una distinción del tiempo, como si todos los tiempos estuviesen en el presente”.

El amor de Carlos Mántica por las letras se expresa no solamente en el interés por los artistas sino también en el tesón por divulgar su obra, convertirla en patrimonio de toda Nicaragua. Actualmente está participando en la formación de una fundación sin afán de lucro que va a publicar una colección de autores nicaragüenses”. En los próximos meses verán la luz seis primeros tomos, breviarios de obras de referencia de bajo costo destinados a los estudiantes.

BIÓGRAFO DE SANDINO

Otra de sus pasiones, de matiz más histórico y ético que político, es la biografía de Augusto César Sandino, a quien Carlos Mántica descubrió durante la adolescencia y se sintió atraído por su gesta y enigma.

“Entre a la universidad a los 16 años de edad, y ya para entonces, las dos grandes figuras de Nicaragua eran Darío y Sandino. Este último era un personaje sumamente controversial,  y lo sigue siendo. Para unos, era un bandolero, y para otros, un gran patriota. Me llamó la atención, por ejemplo, el telegrama del Mahatma Gandhi, publicado en “El Imparcial” de Guatemala, felicitando a Sandino cuando el desarme. En esos días, llegó a los Estados Unidos, enfermo de muerte, Agustín Sánchez Salinas, un hombre culto que había estudiado en París y luego, había militado con Sandino. Tuve la oportunidad de pasar meses entrevistándolo sobre la vida del campamento. Su testimonio me convenció de la sinceridad de Sandino.

“Me interesó su correspondencia que se publicó en “El verdadero Sandino o el calvario de Las Segovias”, en cuya recopilación tuvo algo que ver mi abuelo el general Gustavo Abaunza. En San Francisco pude conversar con un señor que fungía como secretario durante la recopilación*, y me mostró dos falsificaciones en la correspondencia, en una frase le agregaron “estos jodidos”, en realidad Sandino nunca usaba tal expresión, él decía “estos chingados”, por la influencia del lenguaje mexicano”.

“Me empezó a entusiasmar la imagen de alguien que inspiró a los intelectuales del mundo entero y estuvo rodeado de mucha gente de valía, aunque también tiene en su historia episodios muy negros, igual que el otro lado”.

(*¿Domingo Ibarra? Nota del Dr. EPV)

LAS FOTOGRAFÍAS

“Pude conocer a Juan Ferreti, el lugarteniente de Sandino, que escapó la noche del asesinato, salió a comprar cigarros y por eso se salvó. Luego él me contó cómo se voló la barda en la parte trasera de la casa de Sofonías Salvatierra, cómo vio llegar el auto del cónsul americano… Cuando llegue a California donde él residía, lo encontré en estando de subsidio, porque le había caído en la cabeza una enorme caja y  quedó muy delicado de salud. Durante quince días lo único que hacíamos era grabar la entrevista sobre la vida del campamento. Luego, tuve la oportunidad de cotejar el relato de Ferreti con el de Agustín Sánchez, que es tío segundo mío, y me di cuenta que todo era real. Una vez Sandino casi lo mata a Agustín, le puso la pistola en la frente, por haber sacado a doña Blanca a bailar un Charleston, con una victrola que había en el campamento”.

“En esta investigaciones mías de Sandino visité México, estuve hablando un día entero con el poeta Salomón de la Selva, quien me regaló un ejemplar del libro de Emilio Portes Gil, el Presidente de México, “Veinte años de política mexicana”, donde narra toda la estadía de Sandino en México y los esfuerzos del gobierno para sacarlo del país.

También me dio datos sobre el ingreso de Sandino en la logia masónica de Mérida de Yucatán. Después, analizando su firma, vi los tres puntos que lo identifican como masón”.


Augusto C. Sandino, en una foto inédita, bailando con Sócrates Sandino en México, años veinte

“Un día me llamó Ernesto Mejía Sánchez y dijo: “Me he encontrado un guaca” Se trataba de un viejito que había trabajado como fotógrafo de “El Excélsior” le habían encomendado cubrir toda la estadía de Sandino en el país. Ya retirado, el viejito había abierto una tienda de fotografías viejas. Total, compré como 18 fotografías, desde el aterrizaje de Sandino en una avioneta, donde están Sócrates  y los miembros del Partido Comunista con la hoz y el martillo… Salomón de la Selva me confirmó que Sandino tuvo un disgusto muy serio con su hermano, porque nunca fue comunista y sintió que lo estaban usando”.

“En aquellos días asesinaron a Somoza, pedí a Mejía Sánchez que guardara las fotografías, porque no quería arriesgarme llevándolas a Nicaragua. En el ínterin, él las regaló a don Ramón Romero, quien sacó un libro sobre Sandino, con todas la fotos, pero conservo otras que me regaló el primo segundo de Sandino que era bodeguero del súper, Enrique Alvarado Sandino. En una de ellas, hasta le fecha inédita, Sandino aparece bailando con su hermano Sócrates”.

PRESIONES DE SOMOZA

“Levanté en microfilme toda la bibliografía sobre Sandino, tuve la dicha que el poeta hondureños Rafael Heliodoro Valle me regaló todo lo que él había recogido sobre el tema, también preparé la bibliografía de la documentación que existía al respecto en la biblioteca del Congreso. Lo entregué todo al doctor Manuel Pérez Alonso, para poder publicer el libro de la bibliografía de Sandino. En 1977 la Seguridad del Estado llegó al supermercado preguntando por esta información, no sé cómo se enteraron. Esta presión impidió que se publicar el archivo de Sandino, calculábamos que saldrían unos cinco volúmenes, íbamos a recoger todo lo que tenía sobre Sandino la biblioteca del Congreso en periódicos y revistas, sin incluir los libros. Teníamos la crónica día a día de todos los combates, porque “The New York Times” publicaba al menos un trocito chiquito, una columna fija sobre la guerra de Nicaragua. Después de la Revolución, todo este material fue superado, estaban mejor documentados que yo y ya no pude publicar nada sobre el tema”.

A pesar de esa desinteresada vocación sandinista de don Chale, él tuvo muchos problemas durante el Gobierno de FSLN y ha sido objeto de un tratamiento que no puede calificarse de preferencial. Con su característico interés por la historia y el arte, los Mántica adornaron el supermercado de Plaza España con portentosos murales pintados por Leoncio Sáenz que representaban las cocinas prehispánica y colonial. A pesar de que no han sido destruidos por los terremotos ni por los incendios, actualmente es casi imposible ver la monumental obra tal y como estaba concebida. Una anécdota muy triste, por cierto.

LOS MURALES

“Aproximadamente en 1982 recibimos una carta de Sergio Ramírez, donde nos pedía prestar los murales para la inauguración del Olof Palme. Accedimos con mucha pena, porque estos murales son únicos en Nicaragua. Pasaron los meses, los años… Tenemos en el archivo nuestras cartas preguntando a Sergio qué pasó con los murales. Dos años después, recibimos una respuesta muy escueta: “Sírvanse a retirar en la Diplotienda la suma de 30 mil dólares en mercadería”. Ya que era obvio que no iban a devolver los murales, nos resignamos, pero fue una manera un poco deshonesta de comprar; sin embargo, el punto es que estos murales se hicieron para que la gente los viera. Ahora están en el Olof Palme, pedaceados, sin que uno pueda apreciar su composición total”.

“Voy a dirigirle a doña Violeta una carta solicitando que yo pueda volver a adquirir los murales, y si quieren que sea patrimonio nacional, perfecto, pero en vez de que los vean cien personas, que se vuelvan a exponer en su lugar de origen, donde los pueden ver cuatro mil personas diario. Creo que los nicaragüenses tenemos derechos a contemplar la obra de uno de sus mejores muralistas”.

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CARTA A PABLO ANTONIO CUADRA. Por: Carlos Mántica Cuadra. En: La Prensa, sábado 5 de enero del 2002. Pág. 10-A.

Enero 2, 2002

“La noche ya está llena de gallos...y con sus preguntas va naciendo el alba”


Hace apenas dos días, el último día del 2001, mientras leía por enésima vez una vieja edición de tu libro El Nicaragüense, me recordaba a mí mismo que me agradaría mucho y que tenía pendiente escribirte una carta, con la esperanza de entregártela personalmente en tu lecho de enfermo...

El Señor no lo quiso así, y ahora escribo estas líneas escuchando en la radio la noticia de tu muerte. Una enorme pérdida para Nicaragua, dicen. Un gran poeta...escritor...artista...filósofo, un visionario...

¡Cuántas cosas se podrían decir de vos, Pablo Antonio! ¡Y cómo tocaste las vidas de tantos que ahora lloran tu partida!

Para mí, sin embargo, aparte de lo que puedan decir de vos los poetas y literatos, periodistas y otros eruditos, lo más importante es que eres y seguirás siendo la CONCIENCIA, el pensamiento de nuestra tierra, de nuestra Nicaragüita, como cariñosamente la llama Carlos Mejía.

Vos nos enseñastes a amarla... a conocerla...vos nos dijistes las verdades, nuestras verdades, que nadie más decía. Te adrentastes hasta lo más íntimo de nuestra nicaraguanidad y desglosaste el alma misma de nuestro ser itinerante, errabundo, yoquepierdista y guatusero. Descubriste a nuestro Güegüense interior, y nos lo devolviste como si estuviéramos frente a un espejo.

Más que eso: Hiciste de tu vida misma una jornada de enseñanza sobre el ser nicaragüense. Te convertiste en nuestra conciencia misma. Me comentaba alguien de cuánto, en los años recientes, le hacían falta tus ESCRITOS A MÁQUINA. Así fuiste formando, a través de tus escritos y de tu vida misma, de tu ejemplo, a toda una generación de compatriotas. Porque fuiste faro y luz para un pueblo perdido, inquieto y ávido de guía.

No como poeta, o pintor, o crítico de arte. No como escritor o literato o miembro de la Real Academia. Sino como humano. Como maestro, como evangelizador laico, dispersor de valores. Por compartir con nosotros tu vida misma.

Por enseñarnos a través de tus propios aciertos y errores humanos. Por pintarnos  una y otra vez en el lienzo de lo cotidiano, de lo esencial de nuestro ser. Por enseñarnos a enorgullecernos de quiénes somos.

Ahora que el Maestro de Maestros te ha llamado a su lado, dejas a una Nicaragua ávida de identidad de paz y de justicia.

Sabemos que ese legado de cariño, de humildad y sencillez, de amor a lo nuestro en toda su expresión que nos dejas, logrará que día a día vaya germinando y creciendo esa semillita de orgullo en la tierra fértil de nuestro corazón.

Esa semillita que todos los nicas hemos llevado dentro por tanto tiempo, relegada por los tiempos y los acontecimientos de nuestra historia.

Ojalá que esta tierra que ahora te abraza y te recibe, nos hable y nos recuerde cada día de tus enseñanzas y que te veamos en cada atardecer en nuestros lagos, en cada paraje de nuestra tierra, en cada hermano nicaragüense. Que ahora cada uno de nosotros seamos portadores de tu estandarte de luz, de civilismo, de humildad, de Cristianismo, de paz y de hermandad.

Esta noche, como Piolín, los gallos cantan su “Dónde estaraaaa...” Y Nicaragua entera contesta a una sola voz. Porque estás en cada uno de nosotros.

Descansa Maestro, que ahora nos toca a nosotros: ¡Nicaragua vela por vos!
Tu “Pájaro Loco”