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lunes, 21 de julio de 2014

BODAS DE ORO Y DEMOLICIÓN DEL PRIMER EDIFICIO DEL INSTITUTO PEDAGÓGICO DE MANAGUA (1913 - 1962)

HISTÓRICO EDIFICIO SERÁ DEMOLIDO. En: La Prensa, 13 de diciembre de 1961.  Pág. 16.*

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Un programa para despedir a una vieja casa que será derribada en los últimos días de este mes está siendo elaborado por un grupo de los primero 180 alumnos conque el Instituto Pedagógico de Managua abrió sus cursos en el ya lejano 3 de junio de 1913. El piquete  de demolición iniciará sus labores en la sección donde está la portería que abre sus puertas sobre la Avenida Roosevelt y que ha visto pasar, generación tras generación, a miles de muchachos, unas veces hacia las aulas, otras hacia los hogares, en el vital vaivén de los centros escolares.

Ente los números del programa está la toma de una postrer fotografía, minutos antes de comenzar la demolición de la vieja portería, con un grupo de veteranos de 1913, el más numeroso posible. Encabezan las actividades del mencionado programa los antiguos profesores, egresados del Pedagógico, don Lino González, don Humberto Solís Carnevalini, don Gonzalo Morales y don Adolfo Calero Orozco.

La vieja casa del Instituto antes de ser entregada a los Hermanos Cristianos sirvió como local de los Talleres de la Imprenta Nacional, y fue propiedad del millonario cafetalero del antiguo Managua, don José de la Paz Cuadra, dueño también del terreno del Campo de Marte y de la explanada de la Loma de Tiscapa.

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DEMOLICIÓN DEL VIEJO EDIFICIO DEL INSTITUTO PEDAGÓGICO DE MANAGUA COMENZÓ EL 2. En: La Prensa, 9 de Enero de 1962.


Un grupo de los 200 alumnos fundadores del Instituto Pedagógico de Managua se reunió al pie y en la esquina del viejo edificio que durante 49 años ocupó dicho prestigiado centro de enseñanza, y se tomó una fotografía, el domingo 31 de diciembre, para guardarse un recuerdo de la casona semicentenaria cuya demolición ha comenzado, para levantar en su lugar una construcción de factura moderna.

De aquellos 200 muchachos, una tercera parte ha fallecido, un tanto igual vive en el extranjero y el resto reside en el país, principalmente en la capital.

LOS ÚLTIMOS MAESTROS DE EDUCACIÓN

Sorpresiva fue la solidaria y espontánea presencia de varios antiguos alumnos egresados Maestros de Educación y Bachilleres en CC. Y LL., en 1929, año que, por resolución gubernamental, el Pedagógico fue cesado en su finalidad fundadora: la formación académica de maestros, es decir, la preparación de los servidores sociales que, según Lugones, constituyen “la milicia de la esperanza”.

Antes de la toma de varias fotos en diversos lugres de la vieja casa que el progreso está derribando, se alternaron ideas entre los asistentes respecto a la celebración, dentro de año y medio de las Bodas de Oro del I.P.M.

MEMORIA DE CINCUENTA AÑOS

En términos generales se sugirió la impresión de una Memoria del hecho trascendente de la fundación y de sus proyecciones dentro de la cultura nacional durante 50 años. El Hermano Andrés y don Adolfo Calero Orozco se encargarán de lo relativo a dicha Memoria. Igualmente se convino en la erección de una lápida conmemorativa en la esquina frente al Campo de Marte, construida sobre una piedra del viejo edificio.

Por unanimidad se dispuso que el Hermano Director del Pedagógico reciba y maneje la contribución económica para las Bodas de Oro, que será una cuota primera e inicial de cincuenta córdobas para cada alumno antiguo fundador.

DISTINCIÓN DEL CONGRESO

El Doctor Mariano Valle Quintero, Diputado y exalumno, informó que introduciría al Congreso Nacional un proyecto para otorgar a los Hermanos Cristianos una distinción sobresaliente, ante su labor tesonera de medio siglo en pro de la niñez y de la juventud nicaragüense.

Ante la movilización general de los millares de antiguos alumnos, de los que en breve iniciará la Directiva de la Asociación Lasalle de Managua, varios concurrentes sugirieron la realización de un gran desfile de un mínimo de 5,000 entre exalumnos y alumnos actuales, hacia el Cementerio General, en visita recordatoria y colocación de ofrendas florales sobre las tumbas de Hermanos y antiguos alumnos.
COMITÉ PROVISIONAL RATIFICADO

Presidió la asamblea el Hermano Sebastián, Director del I.P.M., y dirigió los debates el Profesor Lino González M., acompañado de los integrantes del Comité Provisional de matriculados en 1913: “Don Manuel Ramírez M., Don Adolfo Calero Orozco, don Alejandro Soto Palacios, Doctor León Barrios, Monseñor Gonzalo A. Mendoza, Doctor Manuel A. Marenco, Don Gonzalo Morales, Profesor Balbino Alegría, Don Pablo Emilio Aragón, Don Humberto Solís Carnevalini  y don Edmundo Mestayer.

Este Comité de 12 miembros fue confirmado en propiedad. Sesionará una vez al mes y presidirá cada dos meses las reuniones generales de los matriculados hace 49 años. Su primera reunión se efectuó el domingo a las 11 a.m., en el Pedagógico.

Ratos de grata recordación y de emotivas remembranzas de los lejanos tiempos estudiantiles pasó el medio centenar de asistentes en el hogar acogedor del Alma Mater. El convivio agradable y fraternal, con el ir y venir de anécdotas y chistes y bromas del ayer escolar, elevó su tónica con las exquisitas atenciones del Rvdo. Hermano Director y de otros Hermanos que compartieron el rato con los antiguos alumnos fundadores.

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* De nuestro Archivo Histórico Hemerográfico (Vertical) "Dr. Eduardo Pérez-Valle".

martes, 3 de junio de 2014

INSTITUTO PEDAGÓGICO DE  MANAGUA: HISTORIA DE UNA CENTURIA DE  CONTRASTES

Por: Eduardo Pérez-Valle hijo

El Instituto Pedagógico de Managua, en cuanto a la enseñanza siempre fue un centro de prestigio, marcado por apellidos y por capacidad de pago colegial. Esta institución  nunca fue ajena a los variados contrastes educativos y coyunturas políticas del país. Digámoslo así, en estos cien años, fue un sitio de ideas combinadas, entre educadores y educandos. El crédito de la actual centuria  incluye los aciertos de esa política educativa, renovada,  trasladada de una generación a otra, en las que, algunos períodos fueron más centelleantes que otros.


Instituto Pedagógico: 1946. 1ª fila, sentados de izq. a derecha: 
Profesores: Felipe Valenzuela; “El Cura Avellán”; Francisco Granados. Alfredo Cardoza Solórzano; Juan Barbieri. 2ª fila, sentados: Hno. Hipólito; Hno. Antonio Garnier; Dr. Emilio Álvarez Lejarza; Hno. Eugenio. Prof. Cristino Paguaga.  3ª fila de pie: Mr. Allan E. Burn; Carlos H. Ramírez; Dr. Cayetano Espinoza Valdés; Abelardo Matus; Hno. Basilio; Dr. Joaquín Morales Cruz; Hno. Bernardo; Hno. Argeo Gabriel y profesor Pablo Hernández. 4ª fila de pie: Prof. Gilberto Moreira; Hno. Gil; sin identificar; Hno. José; Prof. Eduardo Pérez-Valle.

Desde su fundación, en 1913, muchos esclarecidos personajes participaron en los primeros treinta años de docencia; también, entre el profesorado siempre hubo destacados exalumnos. En los años 40, ese conjunto de educadores fue resultado de la conjunción de un notable claustro de Hermanos Cristianos, de reconocidos profesionales, complementado por destacados estudiantes universitarios de la Universidad Central de Nicaragua.  

De esa época educativa conservamos dos viejas fotografías, resguardadas en nuestro archivo histórico, las que fueron tomadas hace 67 años. Ellas vinieron en mi ayuda para relatar esta primera parte de sucesos lasallistas, a la que tuve el honor de ingresar como párvulo del jardín de infancia, y  en cuyas aulas de  forma continua asistí a clases durante otros doce años.  

Pues bien,  a finales de los años treinta, y en la primera mitad de los cuarenta, unidos en ese trabajo docente participaron los siguientes Hermanos Cristianos: Antonio Garnier (Antonio Hipólito Madaule), Argeo Gabriel, Hipólito (José Rivet), Bernardo, Eugenio, y Basilio. El doctor Alfredo Cardoza Solórzano es a la sazón, el único profesor laico, lasallista de aquellos años que está con vida, ya se aproxima a los cien años de edad.

Alfredo Cardoza Solórzano, Carlos Frixione, y mi padre Eduardo Pérez-Valle quien tuvo a cargo asignaturas de Dibujo, Ciencias Naturales, y Geometría Plana y del Espacio, fueron profesores del IPM en ese período, y a la vez, estudiantes universitarios de la Universidad Central inaugurada el 15 de septiembre de 1941, cuyo cierre definitivo lo ordenó el régimen somocista el 2 de julio de 1946, decisión adoptada “por subvertir el orden [los estudiantes], abandonando sus tareas universitarias”.

Los estudiantes universitarios también fueron precursores de la Escuela Anexa del Instituto Pedagógico de Managua, donde eran admitidos niños  cuyos padres afrontaban dificultades para sufragar colegiaturas.

De esos predecesores no menos definitorios fueron el doctor Emilio Álvarez Lejarza, el doctor Cayetano Espinoza Valdés, doctor Felipe A. Valenzuela, doctor Tomás Zamora Prado; los profesores y, más adelante graduados como doctores en diferentes ciencias: Paulo Hernández, Carlos Humberto Ramírez, Abelardo Matus, Cristino Paguaga, Francisco Granados, Juan Barbieri, Francisco Martínez, el profesor Avellán a quien los estudiantes le decían “El Cura Avellán”. Joaquín Morales Cruz. En el grupo hubo dos inmigrantes radicados en Nicaragua: Hans Ravens Immo, de ascendencia alemana, llegó a Nicaragua allá por 1935; y el profesor de ascendencia inglesa, Mr. Allan Edwin Burns, quien años más tarde fundó la Escuela de Inglés Hamilton.

Tres profesores laicos de aquella generación fueron los que dieron el servicio más prolongado en las aulas del Pedagógico: el doctor Ricardo Paiz Castillo, Francisco “Panchito” Martínez, y  Abelardo Matus, por más de cuarenta años siempre vistieron de saco y corbata en el solemne acto de educar. Así los conocimos la generación lasallista de los años 70s. En cuanto al profesor Matus, impartió clases por más de dos décadas. A finales de los años sesenta vivió en el barrio Buenos Aires, costado Sur del colegio Bautista.

No todos los recuerdos quedan en el lugar que merecen. Anteriores y posteriores épocas a la referida, no tenían como escapar de la tornadiza política nacional, en ese sentido es imprescindible recordar ejemplos no menos importantes de notables exalumnos del IPM que derivaron en una posición patriótica, nacionalista, más comprometida con su época.

Con certeza, siempre hubo alumnos querellados con la supuesta educación “apolítica” dentro del IPM, o que derivaron en situaciones más comprometidas con la dramática realidad nacional.

En la juventud del consagrado intelectual, don Edelberto Torres Espinoza, formaba parte del estudiantado del Instituto Pedagógico de los Hermanos Cristianos, de Managua; Torres Espinoza había sido escogido para leer una composición literaria ante nutrida concurrencia. “Su trabajo fue, de previo, censurado. Al acto concurría el entonces Presidente de Nicaragua, Emiliano Chamorro y altos oficiales de la Marina de los Estados Unidos, que mantenían a dicho régimen. Veía elevarse todas las mañanas frente a su colegio, la bandera de las barras y de la estrellas. Comenzó a leer; pero, en cierto momento, inspirado por el patriotismo (apartándose de los escrito), dijo: --Bandera mía de Nicaragua, iluminada antes por las estrellas del cielo y oscurecida ahora por las estrellas del Norte--. La falta fue considerada imperdonable; y el joven Torres hubo de salir hacia Guatemala a completar estudios”.

Durante mi época de estudio, destacan dos entrañables compañeros de colegio, ambos tenían la sensibilidad de los poetas, eran jóvenes de elevada conciencia social, de palabras sin antifaz; pero la heredad fue menos fecunda porque murieron tempranamente. A José Mendoza le decíamos “Chepe Huevo”, porque a final de cada mes la tijera y el peine dejaban ver un cráneo un tanto oval. Fue consecuente con sus ideas sociales, heredadas en bellos poemas reunidos en un libro  in memoriam  que publicó el Centro Nicaragüense de Escritores.

Mendoza se dedicó a combatir con firmeza a la dictadura somocista; después del triunfo militar decidió defender la revolución sandinista; más tarde tomó el camino de la lucha internacionalista junto a guerrilleros argentinos del Movimiento Todos por la Patria que el 23 de enero de 1989 atacaron el Regimiento de Infantería III de La Tablada, en la república de Argentina. Ese día Mendoza escribió los últimos y más bellos versos elegíacos de la vida. ¿Dónde estará enterrado? A ciencia cierta, nadie lo sabe, --dicen que su cuerpo quedó en una fosa común--; cada vez que abro la correspondiente Memoria anual del IPM, me encuentro con su rostro sonriente. Dicen por ahí, que fue él y no otro el que puso rodilla en tierra, con el lanzacohete al hombro para montar a Somoza Debayle en la barca de Caronte.

Diré que entre nosotros, los alumnos lasallistas de los decisivos años insurreccionales, hubo un buen grupo de conspiradores antisomocistas de diferente envergadura. Por esos días nadie daba indicios de lo suyo, algo que sólo un encuentro inesperado podía cambiar. Reservado e inadvertido pasó Carlos Romero Vega, nuestro compañero al que lo distinguía escribir versos, encontrar acordes, y rasguear la guitarra en los momentos de recreo.  Estábamos en cuarto año de secundaria, cuando compuso  la canción “Gaviotas de alas blancas”, la que obtuvo un lugar cimero en el concurso local de la Canción OTI. Carlos murió el 16 de enero de 1979, cambió la guitarra por el fusil en el Frente Sur “Benjamín Zeledón”.

Alguien dijo con total certeza que la verdadera educación es la que puede reconocerse en el pueblo, en los ciudadanos cuyo legado es indeleble. Esa generación de los años 30 y 40 permanece viva, lo demuestran los abundantes y buenos frutos de las sucesivas generaciones.