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EL ATABAL: UNA JOYA
PERDIDA DEL FOLKLORE NACIONAL. Por: Guillermo Bendaña M. En: La Prensa, Julio de 1963.
Una antigua tradición española convertida en una de las más
preciadas herencias de nuestros colonizadores ha desaparecido.
Nuestra hidalga y noble ciudad de Granada, guardó durante
siglos una costumbre pintoresca, el Atabal, el sonar de sus tambores fue motivo
de inspiraciones, para poetas, pintores y literatos.
Los “puesilleros” descalzos, sombrero de palma, que se
inspiraban mil veces con el “musáceo” guaro y chicha fuerte repartidos en las “recibidas”,
hacían brotar la copla improvisada la “puesilla” atabalera, chistosa,
ocurrente, satírica a veces, que en el silencio de la noche se escuchaba a la
distancia como un grito de la propia alma del pueblo.
Las húmedas y frescas noches de octubre en Granada se
hicieron para el Atabal y para los atabaleros y trasnochadores que lo
acompañaban tras el conocido TRAGO DE
AGUARDIENTE, CHICHA DE COYOL,
sonido onomatopéyico que el pueblo traduce de uno de los sones arrancados al
bombo y a los tambores.
Los instrumentos del Atabal, como los otros equipos de
nuestro folklore, los guarda un mayordomo que tiene potestad de heredarlos a la
persona que él crea más indicada para continuar la tradición con entusiasmo y
celo, por lo general un miembro de su familia.
Desde principios de Septiembre comenzaban los “ensayos”, que
se efectuaban en un patio adecuado y revestían toda la seriedad como le
correspondía a nuestra sinfónica tamboril y cómo podría haberlo exigido el
Maestro Delgadillo con sus solistas.
Los toques del Atabal son varios. Unos 15 tambores y un
bombo pueden hacer maravillas con los bolillos, ejecutados por expertos
palilleros y redoblantes. El más popular es el “callejero”, de acelerados
compases, es el son de caminar; suena muy parecido al escape del motor de una
motonave.
Mientras iba por las calles el Atabal, los “puesilleros”
iban improvisando sus poesías, con las
que saludaban a los vecinos por donde pasaban, sacando a relucir apodos,
murmuraciones, agradecimientos, etc.
Aaaaaahhhhhyyyyy
Por aquí viven los micos
y también los Mondragones,
la mujer de Marenquito
es la de los pantalones.
Para recibir el Atabal (esto se hacía para promesas) se le
avisaba al Mayordomo y el recibidor dejaba colgada en la puerta de su casa una
lámpara tubular encendida, señal de que allí era la cosa. Después de visitar el
templo o atrio de la Iglesia de San Francisco, donde se venera la imagen de la
Virgen del Rosario, en cuyo honor salía el Atabal, y exaltar sus favores, daban
comienzo a las visitas.
Aaaaaahhhhhyyyyy
Vigencia del Rosario
aquí te va mi oración,
para que nos acompañes
y nos eches tu bendición…
Al llegar a la casa del “recibidor” se iniciaban las “puesillas”
en honor al promesante, con saludos par su familia, luego las “puesillas”
tomaban cualquier curso. Momentos después estaban las puertas abiertas y todo
el vecindario acudía a presenciar el toque y a divertirse. Los tambores
formando un círculo ejecutaban los toques; en dicho círculo se incluían los
alumbradores, dos hombres que portaban arriba de un palo sendas lámparas
tubulares. Creo que estos personajes han reemplazado a los achoneros o
alumbradores de la época oscura de la colonia.
A esta altura ya había salido el primer litro de guaro. Cada
atabalero andaba colgada en la cintura una botella de a litro, en donde echaban
la mayor pare del licor que les daban; no podía haber borrachera, por lo que se
ingerían únicamente los “necesarios”; luego venían los nacatamales, la cajeta y
otros obsequios que alcanzaban también a los puesilleros, incluyendo su media
cuarta. Una limosna para la “Chayito” y una salva de morteros y cohetones
anunciaba que la promesa había sido cumplida.
Paraban los tambores cuando el puesillero imponía silencio
con el tradicional grito: ¡Aaaaaayyyyy…!
Esta cajeta que me han dado,
no me quita la gana,
parece barro mojado,
pásame la “sorbetana”.
Y cómo aplaudiendo la inspiración del puesillero, a quien la
cajeta de leche que le dieron no le pareció muy gustosa, repicaban los
tambores: PAN–PAN RATAPAN-PAN: PAN PAN y
una nueva voz gritaba agregando un nuevo verso a la noche atabalera y el
arrabal. El Atabal era una antología de poetas, callejeros sin nombre, pero
poetas de ingenio y de gracias popular.
Dicen que el Atabal tuvo su origen en Granada, España,
cuando con ruido metido por cientos de tambores fueron desalojados los moros de
un fuerte que había sido tomado por ellos y de mucha importancia para los
españoles. Eso tuvo lugar un 19 de octubre, día consagrado a la festividad de
N. S. del Rosario en cuyo honor salía el Atabal. Funda la Sultana quisieron los
andaluces imprimir en nuestra ciudad tal tradición y he aquí que no sembraron
en mala tierra, porque al igual que la “yegüita” y la pomposa celebración de la Purísima se
mantuvo por siglos.
El Atabal no es simplemente una peregrinación callejera y bulliciosa;
es algo más que cualquier otra manifestación folklórica de Nicaragua, ya que
para su realización entra en juego el ingenio y el talento y aunque sus
producciones poéticas sean simples, son al fin manifestaciones de la cultura
literaria popular, que si bien no es trascendental, es poesía y valioso juego
del ingenio. Personas de refinada cultura iban también tras el Atabal en las
noches lluviosas; poetas, escritores, turistas y gente bien encontraban esas noches la manera
de acercarse hasta los poetas de veras que existen ocultos e ignorados dentro
del pueblo y del analfabetismo. ¿No hay acaso encanto en una poesía simple, sin
gramática, en la que el pueblo sillero dice rimado lo que quiere expresar? Pues
eso es, precisamente, el Atabal.
El Atabal debe continuar su trayectoria histórica para que
Granada recupere su propio sello tradicional y no debemos permitir que pierda
para siempre, lo que es una bella tradición de Granada y de los granadinos.
Granada sin el Atabal es una Granada distinta a la que su hermana peninsular
nos legara.
Guillermo Torres Sanabria, poeta granadino, atabalero y bohemio
de aquéllos tiempos compuso este soneto al Atabal, que creo oportuno incluirlo
en esta crónica de ayer:
En el silencio negro
de la noche serena,
pringado de faroles
camina el Atabal;
deambula por las
calles como un ánima en pena
y va despertando
ecos del lóbrego arrabal.
La copla salta aligera, es rápida falena
que vuela entre las
sombras del aire nocturnal;
redoblan los
bolillos, el tambor resuena
y el bombo tiene
toses de tísico ancestral.
La Virgen del
Rosario, su secular Patrona,
lo guía, lo protege,
lo lleva y lo perdona
de todos los
deslices que pueda cometer.
Y con sórdidos
desvelos, con chicha y caña fuerte
el Atabal camina…
hasta que ya se advierte
que rompe el primer
rayo de un nuevo amanecer.
Este entretenimiento literario, tiene como principal
objetivo invitar a los granadinos a que ese año sea recuperado el Atabal: el
Municipio debe patrocinar su recuperación. Que se forme un comité para tal
objeto entre los amantes de las viejas costumbres, como el Doctor Alejandro
Barberena Pérez Pérez, también invito a Barbosa Valleri de Radio Sport, a Pablo
Antonio Cuadra, a Ortega Chamorro y a todos los buenos granadinos que tengan medios
de difusión para que se inicie una campaña en pro de la restauración del
Atabal, volviendo así por el honor y el respeto a nuestro folklore y por la
propia personalidad de nuestra hermosa y altiva Sultana.
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EL ATABAL. Por:
Alfredo Cisneros R. (Obrero Tipógrafo). En: Novedades,
27 de Septiembre de 1964.
En el mes de Octubre el fervor católico granadino vuelca su
entusiasmo al festejar el novenario a la Virgen del Tránsito.
Octubre recuerda a los granadinos sin discriminación de
clase el deber que han contraído con la posterioridad al no permitir que la
tradición de El Atabal termine. En mi alegre Granada, de prestancia andaluza,
se recuerda con respeto y cariño a los señores don EULALIO ANTOLÍN y GENARO
ROBLETO (“los machs”) en estos días, porque ellos descendían hasta el bajo
pueblo, a confundir sus personalidades y sus voces.
Hay gratos recuerdos y máximo cariño, para los señores: don EMILIO HURTADO, don ADOLFITO BENARD, don RODOLFO PEÑA y don MINCHO VÉLEZ, que olvidaban su rancio abolengo aristocrático y se salían en esas noches inolvidables a confundirse con la humilde clase trabajadora, al son de los tambores del Atabal.
No podemos olvidar a dos damas granadinas que recibían El
Atabal en sus salones aristocráticos; ellas eran: doña MARIA ÚBEDA DE WEIL y
doña MERCEDES MENA, quienes al entusiasmo del toque de los tambores y de las
voces de los cantores se salían a las puertas y contestaban también los
originales versos que les dedicaban los improvisados poetas callejeros.
Recordemos en esta ocasión el gesto de don Vicente Cuadra
que fue Presidente de la República, en el período de los 30 años. En su casa
señorial sus familiares recibían la visita de El Atabal y se recuerda que en
una de tantas noches, los atabaleros llegaron al cantar de los gallos. Al toque
de los tambores, como es costumbre, se abrieron las puertas para recibirlos.
Empezaron las bombas. El señor Presidente, al darse cuenta dejó el lecho y
salió a la calle para que lo mirara su pueblo. Gesto bello e inolvidable.
Al verle en la calle –es lógico— los muchachos se asustaron.
Al momento se escuchó una voz juvenil que gritaba:
“…Ha…vámonos muchachos / vámonos con alegría / Antes que amanezca el día.
Y se retiraron llevando la satisfacción de que su Presidente
estuvo con ellos.
Dedicamos un recuerdo sentimental a todas las personas que
en una u otra forma han contribuido a que esta tradición no termine; en
especial a don PEDRO JOAQUIN BONILLA y familia, quienes se han esforzado por
mantenerla hasta hoy.
Aprovechamos la oportunidad para recordarle a don Justiniano
Ocón, actual Alcalde de la ciudad de Granada y que fue miembro prominente de
aquella juventud salerosa y alegre que está en la obligación como Jefe de la comuna
granadina, que en este año se festeje, como se merece, el mes de Octubre con su
Atabal.
No está demás recordar una copla altamente patriótica del
pensar granadino, que nunca olvidará al invasor del 56.
En la Calle Real de Granada / Se está construyendo un puente
/ con las costillas de un yankee / y la sangre de un valiente.-
A mi juicio, es criminal, acabar con estas costumbres
arraigadas en el pueblo y que nuestros aborígenes heredaron de la tradición
española.
Septiembre de 1964.
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RITMO DE ATABAL. Por Fernando López Gutiérrez. En La Prensa, 11
de enero de 2013.
Un breve recorrido histórico y cultural sobre los orígenes
del Atabal de Granada y sus personajes
El Atabal Granadino, cuya existencia se remonta a muchísimos
años atrás, y que a nivel nacional se reconoce como un rasgo propio de Granada.
Según fuentes consultadas su origen se atribuye presumiblemente a dos versiones
no plenamente confirmadas ni claras.
La primera señala su origen entre 1532 y 1542 con la
instalación en Granada de la orden de los dominicos devotos de la Virgen del
Rosario, orden, que según la tradición oral, recibió de la Virgen María el
Santo Rosario para la cuenta correcta de las oraciones. Y trasladan e instalan
la celebración en la ciudad.
La segunda versión más verosímil por las referencias
documentales es que el Atabal Granadino se remonta al siglo XVIII, alrededor de
1751, época de gran fervor granadino a la Virgen del Rosario, lo cual es
confirmado por el obispo fray Agustín Morel de Santa Cruz, al mencionar las
multitudinarias procesiones de penitencia dedicadas a la Reina de los Ángeles y
su Santísimo Rosario.
Novedad popular
Hace 250 años, de una época de fervor y penitencia en la que
la devoción era una novedad popular y bien pudo ser el ámbito en que surge
espontáneamente por los pobladores o inducidos por los religiosos, esta forma
de expresar el sentimiento religioso, con alborozo y algarabía de sones, por
hombres y mujeres vecinos del Convento de San Francisco, pobladores humildes
del barrio de Santa Lucía, y sus alrededores, que se han empeñado en mantener
la actividad.
Según algunos estudiosos locales esta manifestación
religiosa popular ha perdido con el curso del tiempo su íntima esencia
religiosa, llegando a una cierta secularización que no rompe plenamente con sus
orígenes míticos; proceso que en cierto momento llevó al desconocimiento del
Atabal por algunos religiosos que lo tildaron de acción decadente y ajena a los
preceptos religiosos originales.
Patrimonio de los
granadinos
El Atabal Granadino es una expresión particular resultado de
la mezcla o combinación de otras tradiciones o prácticas antiguas, que
provienen de distintas culturas fuentes.
Por un lado de los árabes, que es de donde obtiene su nombre
que se traduce como tímpano o instrumento de percusión, el cual es transmitido
como elemento cultural a la región de España y por medio de la conquista
española llega a tierras de América donde se mezcla con las variantes
indígenas.
Nuestro Atabal merece la atención de los granadinos para que
perdure en el tiempo como lo que es auténtica expresión popular religiosa y
cultural.
Con sus épocas de altas y bajas la manifestación se sigue
perpetuando en el tiempo como expresión popular de la religiosidad de personas
que veneran y se encomiendan a la Virgen del Rosario del Templo de San
Francisco.
20 años de tradición
El actual Atabal, bajo la mayordomía de Fernando López
Miranda, “El Cabo López”, por espacio de casi veinte años, si bien es cierto no
ha vuelto al antiguo tipo de Atabal, al menos ha experimentado un sensible
acercamiento a su espíritu original.
Izq.: Don Fernando López Miranda ("El Cabo López") |
Y quizás podemos atrevernos a decir, con objetividad, que
con su peculiar personalidad y don de gente le ha proyectado su esencial
sentido de manifestación folclórica y cultural.
La muestra de ese afán son los actos de manifestación
religiosa que actualmente bajo su dirección y la colaboración de varias
personas de la ciudad celebran, pese a encontrarse cerrada la iglesia de San
Francisco desde hace un año por los trabajos de restauración, pero cuya
finalidad lleva implícita su revalorización ante la sociedad granadina que
aparenta permanecer ausente, ajena a este esfuerzo que solo es posible mantener
con voluntad y recursos. El Atabal mantiene su recorrido los sábados y domingos
a las casas de los promesantes.
Los instrumentos
Según Julián N. Guerrero y Lolita Soriano, en su Monografía
de Granada, señalan que los instrumentos del Atabal granadino lo componían
antiguamente diez tambores, un bombo o tambor mayor, cuatro tambores medianos,
cinco tambores pequeños, y un pito indígena, del cual no existe ninguna otra
referencia, lo que puede presumirse es una inexactitud de estos estudiosos y
que es una equivocada referencia más bien asociada a los instrumentos de la
Yegüita de San Juan, la otra manifestación religiosa importante de Granada.
Alejandro Barberena Pérez, en su libro Granada dice que son
nueve: cuatro tambores pequeños, cuatro tambores grandes, un bombo. Pero
Enrique Peña Hernández, en sus escritos sobre el tema indica que son entre
siete y 14 tambores más el bombo. El musicólogo Salvador Cardenal, señala entre
dos o 14 compuestos por dos bombos, seis tambores medianos y cuatro tambores
pequeños.
Actualmente se han reducido a: cinco tambores y un bombo.
Como elementos de acompañamiento de los instrumentos se agregan dos lámparas
que junto al atuendo de cotona y sombrero completan una especie de cuadro o
escenografía de teatro musical callejero.
Las coplas
Es la típica bomba o composición rimada en cuarteto o
redondilla conocida como copla o puesiya, en la que se busca la rima del
segundo verso con el cuarto y expresa el ingenio del puesiyero y la sagacidad
de componer la rima improvisada con rapidez.
Antiguamente estas coplas estaban exclusivamente referidas a
los temas religiosos, en la actualidad se ha desvirtuado o bien ampliado sus
temas de referencias, en alusión al promesante, a la Virgen o a la acción que
desarrollan en el trayecto de las visitas a los promesantes.
Los sones musicales
En cuanto a los sones subsisten las diferencias entre los
investigadores, quienes al igual que en lo referente a la cantidad de
instrumentos y naturaleza, difieren en los sones. Peña Hernández en el año 1968
señala que son cuatro sones: Trago de Aguardiente, Chicha de Coyol; Alegre
Callejero; Entre Nardos y Cipreces: Son de Palitos.
Barberena Pérez, según referencias de 1971, indica que son
cinco sones: Callejero; Trago de Aguardiente, Chicha de Coyol; Entre Nardos y
Cipreces; Son de Palitos; Despedida de los Compañeros.
Salvador Cardenal, conforme datos de 1977 apunta que son
siete sones: Llamado de Personal o Llamado de Devotos; Iniciación del Callejero
o Iniciación de la Marcha; Frente al Altar de María o El Callejero; Trago de
Aguardiente; Son de Palitos; Un Bolillo o Son de Promesantes; Paso de Camino.
Según datos proporcionados por el Mayordomo y los atabaleros
actuales (1997) se ejecutan los siguientes seis sones: Un Bolillo; Callejero;
Trago de Aguardiente, Chicha de Coyol; Paso de Camino; Son de Palitos; Los
Bolillos.
Muy bonitas las narraciones pero otra, es la historia.
ResponderEliminarUn tributo a Don Pedro Navarro y al popular Cachiro. Mayordomo el primero y Coplero famoso el segundo. Ambos del barrio Santa Lucia. Los recuerdan?