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1920 - 1966
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El pasado 2 de abril, dejó de existir uno de los mejores profesores del Instituto Ramírez Goyena, y el Magisterio Nacional perdía a uno de sus más grandes valores.
Fue repentinamente que la muerte se llevó a este ilustre profesor, que durante muchos años fue forjador de juventudes, dedicándose enteramente a dar a conocer sus conocimientos a todos sus alumnos.
¿Quién puede decir que no fue alumno de este insigne profesor?
Su historia está íntimamente ligada a la historia de la Educación en Nicaragua, nace en Managua un 15 de Abril de 1920, siendo sus padres Don José Francisco Olivares, y doña Petronila López
Su primaria la estudió una parte en las escuelas del Estado, y su secundaria en el Colegio Bautista, donde se bachilleró en el año 1941, años después fue allí mismo donde empezó a impartir sus enseñanzas, ganándose el aprecio de todos sus alumnos y colegas, y fue en el año de 1950, cuando este colegio le dedica su Vigésima Tercera Promoción, pocos años después, pasó a dar clases en nuestro Instituto “Ramírez Goyena”, recién inaugurado su nuevo edificio, impartiendo las materias de Física y Matemáticas, en nuestro Instituto le fueron dedicadas dos Promociones, y el año de 1961, recibió el más alto honor que se le puede dar a un maestro, fue electo el “Mejor Maestro de Educación Secundaria”, siéndole impuesta la medalla “Presidente de la República”.
Su vida fue un verdadero ejemplo de virtudes, siempre caminaba con aquella humildad, y ese espíritu de colaboración que tenía, hizo que llegara a ser uno de los profesores más queridos y respetados en nuestro Instituto.
Asistió a muchas conferencias y cursos en el extranjero, llegando a descollar y poniendo muy en alto el nombre de Nicaragua.
Fue catedrático también de la Escuela C.C. de la Educación en la Facultad de Humanidades, impartiendo la cátedra de Física y Matemáticas.
Cuando terminaba con sus deberes, se retiraba a su casa, y escuchaba extasiado los arpegios de la música escapada de la interpretación del pentagrama y arrancada a la concepción de los grandes autores, tales como Verdi, Federico Chopin, el ruso Peter Tchaikovsky, al alemán Ricardo Wagner, y a todos los inmortales de la música clásica; así pasaba sus momentos felices, deleitándose, y elevando su espíritu a las regiones infinitas de la gloria donde solo los seres de estirpe selecta pueden penetrar; para recoger de la armonía las notas inmortales de la música divina.
Manuel Olivares López, grande ciudadano y más grande como maestro, su historia es un ejemplo digno para la Juventud, y su vida una guía que seguir. Fue en el mes de Abril, mes de las celebraciones santas, cuando este ilustre maestro pasó a formar parte de los maestros inmortales en la cultura Nacional.
Uno de sus muchos discípulos dedicó una elegía a su memoria, en esta edición le damos cabida, como una muestra del afecto y cariño que sentíamos hacia él, todos los que recibimos gotas de su sabiduría.
RESPONSO