César Caracas, pintando. 17 de Febrero de 1963
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De Eduardo Pérez-Valle h. Director / Editor del Blogspot "Umbral del Arte Nicaragüense:
Este artículo lo publicamos el 10 de agosto de 2014 en el Blogspot "Umbral del Arte Nicaragüense", espacio creado por el suscrito. El artículo fue elaborado por nuestro distinguido amigo, el Sociólogo y exProfesor Universitario, Elías Guevara.
En Abril de 2,023 al cumplirse otro Aniversario del inextinguible legado del Maestro César Caracas; este artículo es, la primera propuesta de rescate cultural de ese patrimonio artístico en el olvido; de enorme importancia por todo lo que implica. En primer término, expone en la palestra pública la existencia inadvertida de esas obras murales de dos grandes pintores nacionales ya fallecidos, a quienes el incomparable legado los inscribe como precursores del muralismo en Nicaragua. Los murales referidos en este artículo, grandiosas obras, permanecen entre los muros del que fuera un hotel de la vieja Managua, destruida por el terremoto de 1972.
"Murales de Ernesto Brown y César Carcas", fue el artículo que solicitamos al autor, en el cual efectúa un interesante análisis sobre el tema, la ejecución artística de Ernesto Brown y César Caracas, formados en diferentes épocas, el primero a la par de don Pastor Peñalba, el segundo, discípulo de Rodrigo Peñalba, hijo y heredero de las dotes artísticas del padre.
Advertimos que, la ilustración de este artículo corresponde a otra obra
mural del maestro César Caracas, elaborado en 1968, y que, por cierto, no está
registrado en la lista de "45 murales" publicados en su libro:
"El arte no se puede someter". Quizás, la obra y la fecha
correspondan al mural con fecha 1971 hecho en el Hotel Camino Real. Eso será un
asunto que buscaremos como dilucidarlo.
Por ahora, nos sumamos al llamado efectuado por el Sociólogo Elías Guevara, a fin de promover alternativas para que los dueños del sitio y, que resguardan con las dificultades del caso, esos cuatro Murales, inestimable patrimonio de los nicaragüenses, tengan la posibilidad de atender la Puesta en Valor de los mismos.
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César Caracas en su estudio, EL DÍA QUE TODOS TRABAJAN. Oct. 72
Por: Elías Guevara
El antiguo Hotel Nicaragua, uno de los mejores de la Managua anterior a 1972, convertido ahora en clínica de la Fundación Juan Pablo II, hospeda 4 murales de dos maestros de la pintura nicaragüense: uno de Ernesto Brown; tres de César Caracas, intitulados Los Primitivos, La Producción y La Batalla de San Jacinto. Al momento de escribir este artículo no hemos podido conseguir el nombre del mural de Brown.
En este artículo describiremos de forma breve los murales. Pintados al óleo en el salón principal del edificio, decoran desde hace 56 años (1958) la parte superior de las caras de levante y poniente del espacio cúbico de dos plantas del antiguo Hotel Nicaragua, intacto tras el terremoto de 1972, saqueo e incendio por el año 2000, tras ser utilizado como bodegas de una entidad asistencialista.
A continuación describiremos de forma sucinta la obra de Brown. El mural pintado en la cara este (12mt por 3mt aproximado), está compuesto por cinco viñetas. De izquierda a derecha, la primera exhibe un paisaje, típico en la obra de Brown, se trata de una apacible bahía con un velero y, abajo, una persona remando un pequeño cayuco. Ambos temas irradian mucha tranquilidad y exhiben una vegetación exuberante a modo de paraíso tropical. Los tonos dominantes son fríos, como los azules, verdes y grises.
El tema de la siguiente viñeta es un grupo de artesanos, uno con el tejido de hamacas, otras con cerámica y tiestos. Aquí los tonos dominantes son cálidos. La tercera viñeta, figura a los españoles al venir a estas tierras, un fraile con la cruz y un explorador, en la parte inferior; haciendo gala de las dotes de retratista, Brown pinta una figura masculina y otra femenina con coronas a semejanza de los reyes de España. Se rumora que los rostros corresponden a los mecenas propietarios del Hotel. Sobre la figura de los reyes, aparecen como sombras lejanas, tropas españolas de la época, como recuerdo de la terrible historia negra de la llamada “Conquista”.
El cuarto recuadro representa a una multitud durante una fiesta popular, sobresaliendo las figuras del ahuizote, un macho ratón y los trombones de los “chicheros”. Brown rompe con la tradicionalidad del paisaje natural y llega al paisaje cultural al destacar parte de las tradiciones nicaragüenses. A nuestro criterio, esta es la viñeta más impresionante.
El último dibujo, a la derecha, representa a Rubén Darío, de túnica blanca, rodeado de una serie de númenes o seres fantásticos, perceptibles sólo para personas sensibles, según él escribiera en Palabras Liminares de Prosas Profanas. Debajo aparece un cisne, una ninfa desnuda, Caupolicán, Francisco de Asís, el lobo y una vista de la Catedral de León. En la parte inferior, derecha, la firma de E. Brown, 1958.
Danza Masaya, ritmo, color local y originalidad de esa nueva etapa en la pintura de Caracas. 1960.
En seguida describiremos el mural Los Primitivos de César Caracas (12mt por 1.6 mt). Pintado sobre una arcada del lado occidental del gran salón, el primer recuadro trata de un aborigen embriagándose con la mágica poción de chicha de maíz, a su lado yace otro, inerte, vencido por los vapores etílicos. A continuación una escena de apaleo de una persona sobre un potro. La tercera viñeta versa sobre las guerras entre pueblos y el último recuadro pareciera una escena propia de la esclavitud.
En este mural como en los siguientes, Caracas ha superado el retrato y la pintura tradicional paisajística, con perspectiva óptica para incursionar en el modernismo latinoamericano, con planos superpuestos y predominio de los tonos tierra, utiliza temas indígenas según la óptica de la época.
El mural La Producción, pintado tras la pared del anterior,
contiene unas viñetas alusivas a los volcanes activos de Nicaragua, un
vehículo, una fábrica que representa “el progreso”, elemento importante
del sistema de creencias de la época; luego un campesino descamisado y de
sombrero, en primer plano, y al fondo un campo arado. En seguida en
un grupo de personas sobresalen las mujeres, en primer plano la molienda de
maíz sobre piedra. El último dibujo alude al corte de caña.
No obstante, en el mural que denomina La Batalla de San Jacinto, Caracas trasluce los principales elementos de su ulterior pintura con rasgos fuertes, vibrantes, en la cual conjuga equilibrio y movimiento, una magistral combinación de tonos fríos, tierra, cálidos, grises, el no color y los colores de luz. Aquí se superponen las viñetas con los primeros planos de gran tensión y mucho ritmo.
Por ejemplo, el Andrés Castro, de espalda, no de frente, no lanza una piedra del tamaño usual de los empedrados de las calles León, sino que levanta una de dimensiones de cantera, simboliza fuerza y tensión máxima, como Atlas sosteniendo el mundo y, a la par, un elemento iterativo en su pintura, con mucha gracia, movimiento y energía: una recua de bestias libres al galope, lo cual delata sus dotes como dibujante y pintor. Estos símbolos, Caracas los llega a estilizar en su pintura de madurez.
Otra figura dominante en la viñeta central es la de un hombre en actitud de correr, se advierte el esfuerzo supremo por lo forzado de la imagen y, al fondo, un cañón al momento del disparo, rodeado por cadáveres humanos diseminados por las calles. El último recuadro, de difícil lectura, pareciera referirse al final del combate, donde se destaca una figura femenina rubia de espalda con las manos levantadas y un buey tira de una carreta.
Caracas, bajo la influencia del maestro Rodrigo Peñalba en la Escuela de Artes Plásticas y luego en la Academia de Bellas Artes de Florencia, poseía dominio absoluto de la perspectiva óptica clásica y las teorías de luz y sombra, maestría en el pincel, las texturas y los colores al óleo, pastel, acuarela, tinta aguada, y el grabado, pues admiraba a Durero. Sabía usar los instrumentos de dibujo, pero opinaba que “el buen artista hace círculos perfectos sin usar compás”. Abajo, la firma de Caracas en el mural La Batalla de San Jacinto.
Para una lectura de estos murales desde una sociología del arte, a lo que Umberto Eco se habría referido desde 1962 en Opera Aperta como múltiples interpretaciones de una obra de arte, podríamos afirmar que los murales de estos pintores no son obras “neutrales” en un sentido ideológico y político, pero tampoco de forma enfermiza militan con discursos izquierdosos.
En esos murales, en los diferentes tratamientos temáticos, la técnica
pictórica utilizada, sus viñetas y primeros planos, observamos rupturas
profundas con la tradición, y oposiciones y contrastes muy grandes; vemos un
intenso esfuerzo de democratización desde abajo y el proceso de construcción de
ciudadanía e identidad nacional, desde una auténtica postura artística,
que ahora damos en llamar la (des)politización de los sectores populares.