martes, 29 de abril de 2014

NICARAGÜENSE QUE FUE  POR HORAS PRESIDENTE DE COLOMBIA. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, domingo 8 de febrero de 1970. Pág. 4.

Hace varias décadas, los pobladores de Managua aldeano, vieron aparecer de pronto en las calles de la entonces polvorienta ciudad a un personaje que vestía levita y pantalón negro, con un sombrero “bolero”, cualquiera se supondría que era “extranjero”, pero no. Se trataba de un nicaragüense nato, que tenía muchos años de estar fuera del país.

Su nombre Francisco García, si mal no recuerdo, (tenía el mismo nombre y apellido de mi progenitor ya extinto).

Era de los muchos nicaragüenses que hacía años había salido a “recorrer el mundo”.

Cuentan los que lo conocieron que en sus andanzas, llegó a Colombia y se vinculó con personalidades políticas de aquel país y hasta obtuvo la ciudadanía colombiana.

Se distinguió como batallador en las luchas políticas y llegó a adquirir prestigio y aprecio entre los políticos dirigentes del país suramericano. No conozco los motivos por los cuales faltó en el ejercicio de su cargo el gobernante que ejercía. Se barajaron los nombres para nominar al sucesor del mandatario que dejaba su alto cargo y entre los candidatos estaba el nombre del nicaragüense Francisco García, ciudadano colombiano por adopción.

Realizada la negociación o pláticas para nombrar sucesor al mandatario saliente, resultó designado para ocupar la Magistratura, nuestro compatriota quien inmediatamente asumió el Poder.

Pero los colombianos no estaban muy contentos con el nuevo Presidente “un advenedizo” y los dirigentes políticos colombianos en vista de la protesta nacional dispusieron elegir a un nuevo Presidente colombiano nativo y el compatriota tuvo que entregar el Poder a su sucesor.

Fue así como un compatriota, que llevaba el mismo nombre y apellido de mi progenitor, fue Presidente de Colombia por varias horas. 

sábado, 26 de abril de 2014

ASBELL GARCÍA BLANDÓN: EL GUERRILLERO QUE ESPANTÓ A LA MUERTE. Por: Eduardo Pérez-Valle h.



Asbell García recibió 21 disparos y su cuerpo cicatrizó 72 perforaciones

Rumbo de Paz lo entrevistó, y su historia es un cantar de gesta. Épico en toda la lucha contra el somocismo: de simple adolescente a jefe de batallón; también fue escolta de Carlos Fonseca, y su vida estuvo ligada a los últimos momentos del doctor Alejandro Dávila Bolaños… hoy su vida se reduce a ser jefe de operaciones de una empresa de seguridad… pero desde estas páginas clama la unidad de los exmilitares 

Asbell García, identificado en la lucha insurreccional como “El “Comandante Eddy”, bien podría ser un personaje “garciamarquiano”, por su carga de sobrecogedores momentos. Si hubiese que definirlo, sería un ser casi inmortal, pues sobrevivió a incontables emboscadas y refriegas durante la guerra de liberación, en las cuales recibió 21 balazos que le perforaron 72 veces el cuerpo.

De personalidad imperturbable, a simple vista parece adusto, de hablar pausado “va al grano” con palabras precavidas, viste de verdeolivo y en su pechera ostenta los grados y las medallas ganadas a golpe de batalla. Distinguido con la condecoración “Héroe de Guerra” otorgada por la Coordinadora Nacional de Oficiales en Retiro, este personaje habla de convicciones, por las cuales fue capaz de morir, pero jamás, afirma, vivir de ellas.

Desde temprana edad fue admitido en los campamentos guerrilleros del Frente Norte. “Me integré en noviembre de 1972, a propuesta de Juan Dionisio Castellón, hábil guerrillero conocedor de todos los caminos, abras, “picaditas” y atajos de esa montaña, que orientaba y hacía las rutas al comandante Fonseca. En esa época encontré a muchos compañeros, de estudios, amigos campesinos de la zona de Estelí como Filemón Rivera, Francisco Rivera, Faustino Ruiz, Alesio Blandón, Juan Alberto Blandón, eran del grupo de estudiantes de Estelí”, introduce la entrevista Asbell.

Escolta de Fonseca, y el trance de la muerte junto al doctor Dávila Bolaños

    “Conocí al Comandante Carlos Fonseca. Junto a “Leoncito”, del que tuve el privilegio de acompañarlo como escolta.” Hace profundo silencio, da la impresión de estar abismado en los recuerdos, de pronto con voz quebrantada prosigue: “Los primeros años de juventud los viví entre surcos, siembra y cosechas, era campesino que, alternaba la ocupación agrícola con los estudios de mi primaria y, secundaria. Yo convertí a mi querida  familia, principalmente a mi madre y padre, en cómplices de la situación guerrillera en la que me encontraba; sufrieron mucho, constantemente la Guardia Nacional llegaba a catear nuestra casa con el propósito de fulminarme, mis padres no escaparon a las torturas físicas  y psicológicas”.
“Yo tuve el privilegio de sobrevivir, tanto así, que en esta lucha de varias décadas, 29 de mis familiares perdieron la vida, algunos fueron lanzados desde los helicópteros de las patrullas de contrainsurgencia de la Guardia Nacional”, asegura. La providencia no permitió que hubiera “redondeo” en aquella terrible cifra. La primera vez que Asbell le devolvió el boleto al barquero de la muerte fue en 1978, incursionaba en Estelí, al frente de una columna guerrillera, al aproximarse  a una cuadra del parque de Estelí, las balas enemigas lo hieren de muerte, le quitaron el arma y lo rociaron con gasolina, “pues me querían quemar vivo”, narra.

    En ese momento fue rescatado por otra escuadra guerrillera que lo llevó  a una clínica, pero, por la gravedad de las heridas decidieron llevarlo al hospital, y en medio de ese azaroso trance, la Guardia Nacional embosca a los compañeros que lo trasladaban, algunos resultan  muertos y otros heridos, pero al final logró entrar al quirófano. Por los infortunados designios del destino, los soldados de Somoza llegaron al lugar en el momento en que a él, sus compañeros lo sacaban por otro pasillo con recobrada oportunidad pero aún con la palidez de la muerte. “Después que me operaron, la Guardia Nacional asesinó a los doctores: Alejandro Dávila Bolaños, Eduardo Selva y Orlando Ochoa”, recuerda.

Ni a la tercera es la vencida…pues se levantó y siguió
Sin apartársele del lado, la guadaña lo reclama por tercera vez, el estruendo de los combates es cada vez mayor y más cercano, el hermano menor de Asbell llora sobre el despojo humano que yace en el suelo, mientras los asesinos seriales de Somoza avanzan dejando desolación y crímenes de lesa humanidad. Con el arma en la mano y turbado por los nervios, presiente que no hay último escape, en un acto desesperado por evitar que lo atrapen, el hermano le dispara con una pistola 9 milímetros. Poco faltó para desencadenar otra tragedia en la familia Blandón García, porque varios compañeros sorprendidos por el disparo,  reaccionaron furibundos y lo querían ajusticiar, pensaron que se trataba de un infiltrado.

Creyéndolo muerto, fue envuelto con una sábana y colocado dentro de una fosa común. Tras caerle encima las primeras porciones de tierra, alrededor del improvisado sepelio estalló otro feroz combate contra la Guardia Nacional, en ese instante, compañeros y deudos, corrieron de un lado a otro, a refugiarse unos, y a tomar posiciones de combate, otros; el insepulto se levantó de entre los demás cuerpos y, sosteniéndose las vísceras que asomaban por las heridas reabiertas causadas por cuatro proyectiles de Galil, logró salir del foso. La inesperada aparición provocó tal conmoción que más de uno empezó a rezar y santiguarse.

Campesinos le ahuyentan a la muerte

    Mientras las balas silbaban “de a cuarta”, aquella fantasmal figura logró escabullirse  y deambular por montes. Treinta días anduvo perdido en aquellos parajes despoblados, sólo lo acompañó el jadeo de la muerte. A último momento, cuando todo parecía consumado, campesinos colaboradores de la guerrilla lo asistieron y después lo entregaron a su antiguo subalterno en el campamento guerrillero, el reputado “Pedrito, el hondureño”. Este campeador no cejó ante la parca, una vez curado volvió a la Ofensiva Final, hasta el triunfo de la Revolución Sandinista. Hoy, 40 años después, junto a Rumbo de Paz pasa revista a esos días adversos en que la vida  y la muerte tenían la misma cara y el mismo peso.

De la guerrilla a las Batallas de Lucha Irregular
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 Al frente, sosteniendo  la bandera en alto, puede verse al ex Mayor  Asbell García Blandón,  Jefe del Batallón de Lucha Irregular (BLI)  “Pedro Altamirano”, detrás de él avanzan  parte de lo miles de “cachorros” que  tuvo bajo su mando.

    “Fui jefe de la V Región Militar; de los primeros jefes de Lucha Contra Bandas ("LCB"), en cuyas misiones combatimos contra la primera Fuerza de Tarea contrarrevolucionaria que intentó asentarse en Raití. Organicé las Milicias Populares; operamos en las zonas montañosas de Yalí, Quilalí, San José de Las Mulas. Cumplí misiones al frente de 40 Batallones de Reserva, en la zona de Nueva Guinea. En 1986, el Estado Mayor me encomendó formar y ponerme al frente del Batallón de Lucha Irregular “Pedro Altamirano”,  desde el inicio me preocupé por dotarlo  de los mejores compañeros”, recuenta ahora, como si se tratase de una lista de compra.

“Tuve la oportunidad de enseñar a mis subordinados a caminar, a combatir, a comer, a ocupar posiciones, hacer maniobras, porque eran chavalos de las ciudades, inexpertos, que no sabían… los formé, les enseñé a cruzar ríos, escalar montañas, protegerse de animales y alimañas, en otras palabras, cómo sobrevivir durante la lucha”, expresa el Comandante.

Pero, para Asbell no terminaron los lances de la parca, este sagaz personaje de 56 años, puede contarse entre los más escurridizos, quizás la experiencia, viveza, y sobre todo, suerte sin comparación lo acorazó en beneficio del más desafiante arrojo, que parece reservarlo a la vejez, en medio de un entierro ritual, lento, solemne, lleno de coronas y discursos, donde los amigos de siempre lo carguen en hombros. Así de cierto, porque a la cuenta anterior, agrega: “Sufrí tres accidentes en helicóptero, tres en vehículos desplazándose a mucha velocidad en las zonas de guerra; tanto así he vivido, que olvidé el número de combates, en verdad demasiados, para llenar muchas páginas, fueron 20 años continuos. En ocasiones el BLI  combatía hasta casi mil veces en el año.” 

El “Danto 88” o el Vietnam nicaragüense

    En cierto modo, la operación militar “Danto 88” podría constituir otro de los episodios más vibrátiles en los recuerdos de García, cada detalle parece sacado de las dramáticas escenas en los aguafuertes Goya. Sensible en sus reacciones, sentencia: “Ese operación fue otro Vietnam, el nicaragüense”.

El exMayor Asbel García, con anteojos, junto con la Plana del BLI. 

    Pero, nada más digno de respeto y consideración en este hombre, que la manera de recordar y honrar a cada soldado que combatió bajo su mando, porque para él no hay adjetivos periféricos, hay solo uno: “héroes, de la Revolución”. “Tuve el honor de forjar en el mejor crisol de los principios revolucionarios a miles de cachorros del SMP, a prueba de fuego, para que fueran los mejores en el combate,  la montaña fue testigo fiel del estoicismo, donde amanecía y atardecía con el tableteo de los fusiles. “Creo que fuimos de los mejores, entre muchos; derribamos aviones de abastecimiento del imperialismo yanqui,  éramos el azoté de los agresores. La Bandera de Vanguardia siempre estuvo en las manos de los “Pedrones”, como nos llamaban nuestros pares.”

Comandante de siempre, Mayor retirado hasta 1990
    Frente a este interlocutor, no se pensaría que su historia, por más breve y concisa, al final atacaría irremediablemente la página en blanco. Con Asbell se podría hacer, no ya una crónica ligera, sino un artículo de fondo, y al él le correspondería, ciertamente, escribir el libro que hace falta. 

    Fue el único jefe que permaneció más años a cargo del mismo BLI, ocho en total. En ese tiempo dirigió las operaciones de alrededor de 16 mil jóvenes cumplidores del Servicio Militar Patriótico, entre hombres y mujeres. 

    Al final, en el rostro no le abundan las inevitables arrugas de la edad, y tampoco se puso calvo de vivir, como suele ocurrirle a tanta gente. Cuando fueron suscritos los “Acuerdos de Paz”, recibió la orden más inusual de toda su vida: “Disponga la tropa y los medios para evacuar a los desalzados del Frente Democrático Nicaragüense” (FDN). “En nuestros camiones transportamos a todos los contrarrevolucionarios, los conducimos al enclave “El Almendro”; fuimos el BLI que en ese momento tuvo a cargo en el terreno de operaciones la parte más activa en la transición hacia la paz”.

De la geometría bélica al desmedro total
    Ya casi de salida, se le preguntó a este ser de leyenda y miembro de la Coordinadora Nacional de Oficiales en Retiro por su vida actual.

¿A qué se dedica Asbell García en estos tiempos?
    “Pues fíjate, antes de hablar del presente, quiero recordar como nos agarraron de golpe, después de 1990 fuimos de traspaso instantáneo. En arreglos “de arriba”, de pronto pasamos de ser militares al más caótico desmedro en la vida civil, no hubo nadie que nos aconsejara, nos orientara, nos formara o capacitara en otro oficio, para tener oportunidad de insertarnos. Nos mandaron a la calle sin explicaciones, con un puñado de pesos que no alcanzaron siquiera para los primeros meses, pronto estuvimos asediados por el infortunio, sin tener para vivir.

¿En qué plan de retiro fuiste a toparte con la adversidad del olvido?

     “Yo salí bajo el Segundo Plan de Licenciamiento  (PL-2). A esta gente poco le importó. Fueron decisiones inmoderadas, porque estaban en la obligación de analizar la historia de cada persona, quiénes era los guerrilleros, los viejos de nuestras fuerzas armadas, proveernos de algo diferente, crear una especie de oficina de atención especializada. Durante 16 años fui subempleado, empleado de medio tiempo, y la mayoría de veces, desempleado, sobrevivir ha sido perturbador. No tengo derecho a la asistencia médica en el Hospital Militar. No recibo pensión como retirado, alquilo para tener morada, y me traslado a punta de zapatos, soy otro ciudadano de la “ruta 11”.

¿Hay vientos de cambio en este momento?
    “A los exmilitares nadie les daba oportunidad de trabajar, lo único que yo sabía era sobre asuntos de armas. Cuando ganó el comandante Ortega se empezaron a abrir algunas puertas a los retirados. Por fin, después de ser guerrillero de montaña y urbano; jefe de Brigada,  Jefe del Batallón de Lucha Irregular ·”Pedro Altamirano”, cansado de tanta penuria opté por una plaza de vigilante en una compañía donde hay otros compañeros que fueron del Ejército y el Ministerio del Interior. Me contrataron como guarda de seguridad, y he logrado ascender hasta el área de operaciones. Pero hay sus reveses, sus roces, nos cambian jefe constantemente, vivimos en el “rejuego” de otros intereses. Esas cosas, a veces se vuelven personales, “lo rayan” como solemos decir entre nosotros. .


Asbell (extremo izq) en compañía de varios cros.  Jefes de Batallones de Lucha
Irregular

















¿A través de las páginas de Rumbo de Paz, quieres enviar algún mensaje a tus ex compañeros de armas y a los militantes del Frente Sandinista?
    “Yo soy conocido por la mayoría de guerrilleros que combatieron en los diferentes frentes de guerra, lo mismo me sucede con la mayoría de retirados del Ejército y del Ministerio del Interior que estuvimos en la primera línea de fuego. Quizás o seguramente los que no me conocen son los que jamás salieron de las ciudades. Hay otros que se largaron después del derrocamiento de la dictadura, lo mismo sucedió con otros cuando la pérdida del poder en 1989, viajaron lejos o fueron tránsfugas, y nos dejaron sobreviviendo. A todos los que seguimos firmes, los llamo a propiciar la unidad, es la única  manera de poner en marcha proyectos de beneficio común. Debe crearse la oficina de atención a la guerrilla histórica y lo retirados de las fuerzas armadas, desde el Gobierno y desde la Secretaría del Frente Sandinista.

¿En Nicaragua hubo miles de héroes y mártires en la lucha contra el somocismo y la posterior agresión contrarrevolucionaria, estarías de acuerdo que por suscripción popular se erija el Memorial de los Caídos de toda Nicaragua?
    “Nosotros nos sentiríamos orgullosos que fuera emprendido el proyecto, que ese Memorial evoque el sacrificio de todos los que murieron en el combate contra la dictadura somocista, los que aportaron lo más preciado por  la Revolución, porque sin ellos no habría sandinismo, sin el sacrificio de miles de hombres y mujeres no hubieran surgido las Fuerzas Armadas, incluso, muchos compañeros del Ejército no fueran Generales. Eso es, gracias a las hazañas que hicieron ellos. El que tome esa bandera tendrá un lugar especial en nuestros corazones. Hay que unir a todos los gremios, que nuestros familiares se sientan orgullosos. El Memorial debe quedar para la historia. Debemos poner los nombres de todos los caídos.”


ASBELL GARCÍA BLANDÓN VERIFICA EN EL PLANO LAS OPERACIONES DE COMBATE