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lunes, 13 de octubre de 2014

LA TRAGEDIA DEL ORO: LA SILICOSIS. Por Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa, 17 de mayo de 1959.

La tragedia del oro

LA SILICOSIS. Por: Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa17 de Mayo de 1959.

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Se llamaba Miguel Torres Argueta. Después de trabajar unos 10 años en la India había venido a dar al Sanatorio de Aranjuez, en busca de una salud que hacía mucho tiempo había perdido para siempre. Tenía alrededor de un año de haber llegado, sufriendo una silico-tuberculosis avanzada. Sintiendo que la vida se le escapaba, lenta pero incontenible, llegaba a hablar con el Director del Sanatorio en busca de un poco de consuelo en su situación.

Hablaba de su hijo, su único hijo de pocos años que no tardaría en quedar huérfano, abandonado a todas las adversidades de la existencia. Su hablar angustiado y angustioso era tardo y entrecortado, por un gran cansancio. Tres palabras… y un descanso; dos palabras… y un descanso aún mayor. Se encontraba en el estado en que el tejido pulmonar ha sido substituido por grandes huecos o “cavernas”; y en las partes donde aún existe se halla convertido prácticamente en piedra, de manera que ya no puede cumplir las vitales funciones respiratorias.

Torres Argueta fue trasladado al Hospital General de Managua, porque se consideró que las condiciones de altura de Aranjuez le estaban acelerando y haciendo más penosa la muerte. En Managua duró sólo 15 días, y los 60 tanques de oxígeno que consumió en su trabajosa agonía, cuyo valor ascendían a 7200 córdobas, no salieron de los dineros de la mina donde había dejado los pulmones, sino de los escuálidos y atormentados fondos de la Asistencia Social.

La cantidad pagada por la mina en concepto de indemnización por la muerte de este obrero no llegó siquiera a los 3,000 córdobas.

¿QUÉ ES LA SILICOSIS?

De la conferencia dictada por el especialista doctor Del Palacio el pasado 20 de Abril, en el Club de Universitarios resumimos los siguientes conceptos ilustrativos que no constituyen necesariamente una versión literal de las palabras del facultativo.

A ciertas afecciones pulmonares de tipo fibroso, crónico en su mayoría, causadas por inhalación de polvos de diversa naturaleza, se les conoce con el nombre de “neumoconiosis”. Entre estas enfermedades la principal es la SILICOSIS, dada su gravedad, su frecuencia y su asociación con la tuberculosis. Es causada por la inhalación de partículas de SILICE libre, mineral abundante en la corteza terrestre hasta el punto de constituir un 28% de la misma. La sílice o bióxido de silicio se presenta en estado amorfo e hidratado bajo el nombre de ópalo; o bien en estado anhidro y cristalino, como cuarzo y calcedonia; la amatista es cuarzo color violeta y el ágata y el ónix son mezclas de cuarzo y calcedonia. El cuarzo, la forma más extendida del sílice, cristaliza en prismas exagonales bipiramidados, es más duro que el acero, no lo atacan los reactivos a no ser el ácido fluorhídrico, y no se funde si no es en el horno eléctrico.

La forma cómo la sílice ataca y arruina los pulmones del hombre es bastante simple y comprensible. Las partículas que logran llegar a lo íntimo de la red pulmonar de ventilación, son disueltas por los exudados naturales coadyuvados por el anhídrido carbónico, hasta que forman soluciones coloidales, falsas soluciones que constituyen la forma de transporte del sílice. Así se pone en contacto con los glóbulos blancos llamados macrófagos, los cuales van englutiendo las micelas o partículas de sílice en suspensión. La forma habitual del organismo de deshacerse de microbios y cuerpos extraños y nocivos aquí falla por completo, porque los macrófagos son incapaces de digerir la sílice, que permanece intacta mientras ellos mueren. La defensa natural ha fracasado plenamente y lo que ha hecho es incluir las partículas de sílice en los tejidos del pulmón. Ahora sólo falta que el ataque persista y el proceso se repita para que en un dado tiempo se formen por agregación los “nódulos silicóticos”, verdaderos pedruscos dentro del pulmó; y la agregación de éstos llega a constituir las “placas silicosas”, cuando el delicado órgano, constituido para la ejecución de vitales intercambios gaseosos entre la sangre y el aire, ya casi se ha convertido en una lápida.

Se necesita cierta concentración de polvo de sílice en el aire que se respira, para que existan probabilidades de contraer la enfermedad. Ya un 20 a 25% es peligroso. En ciertos ambientes recargados con 75 a 80%, como las fábricas de vidrio, basta un baño para que se produzca una silicosis avanzada. Los polvos más finos, de partículas de menos de dos micrones son los más peligrosos por la mayor facilidad con que pasan a constituir micelas coloidales.

La enfermedad puede evolucionar oculta por una aparente buena salud. Pueden pasar algunos años sin que se presente síntomas. Pero ya en esta etapa las lesiones pueden ser descubiertas por los rayos X. Luego se presenta dificultad para respirar (disnea) cuando se ha hecho algún esfuerzo o hay motivo de cansancio. En los últimos grados esta dificultad existe aun cuando el enfermo esté acostado, en reposo absoluto.  Puede haber tos, dolor en el tórax, falta de apetito y enflaquecimiento. La muerte viene por complicaciones  como neumonía o tuberculosis, de las cuales el organismo ya no puede defenderse; o por el llamado corazón pulmonar, que es una dolencia cardíaca derivada del padecimiento pulmonar. Cuando la silicosis es pura las hemorragias son raras y la tos es generalmente seca, con poca expectoración. Pero cuando está complicada con tuberculosis los síntomas se acentúan: la tos se hace a veces insoportable, con abundante expectoración mezclada con el polvo que se ha respirado. La SILICO-TUBERCULOSIS representan de un 75 a un 95% de todos los casos de silicosis.

El diagnóstico de la enfermedad lo hace el médico valiéndose del examen clínico, los rayos X y las pruebas clínicas de laboratorio. Es vital el diagnóstico radiológico, por la cual el equipo y la técnica se empleen para él deben ser de gran calidad. También deben practicarse exámenes de sangre, electrocardiogramas, estudios químicos de sangre y aire espirado, cateterismo cardíaco, broncoespirometría, y otras pruebas de técnica no menos delicada.

Se ha comprobado plenamente la existencia de las llamadas neumoconiosis latentes, en que la enfermedad se manifiesta, por ejemplo, unos ocho años después de haber dejado el obrero el ambiente inductor; y no hay que olvidar que en todos los casos la silicosis continúa su evolución aun cuando el trabajador abandone definitivamente sus labores.

Para la prevención de la terrible enfermedad podrían adoptarse las siguientes medidas que ya se han adoptado en todos los países donde existe verdadera justicia y autoridad, humanismo y caridad:

1)     Acortamiento de las jornadas mediante el empleo de mayor número de obreros.
2)     Examen de ingreso obligatorio y rechazo de los afectados del corazón y aparato respiratorio.
3)     Control periódico, clínico y radiológico, de todos los empleados;
4)     Uso de filtros para respirar (máscaras, etc.);
5)     Recuento minucioso y periódico de partículas en el aire;
6)     Reducción del porcentaje de partículas mediante métodos húmedos, como cortinas de agua, rocíos artificiales, etc.;
7)     Aislamiento de los topes y fondos en que la concentración de partículas sea excesiva;
8)     Sistema eficiente de ventilación;
9)     Ejecución de explosiones solamente entre turno y turno;
10)Inhalación de polvos de aluminio, que reducen la nocividad de la sílice libre.

Como todos sabemos, todas estas medidas, de la más vital y estricta necesidad, están muy lejos de haber sido adoptadas en la forma debida en las minas de Nicaragua. En algunas de ellas, en determinada época, se ha provisto a los “muleteros” de máscaras protectoras, botas de goma, etc. Pero han sido arranques aislados, originados quién sabe en qué inquietudes de la conciencia del gerente, sin llegar a representar, ni siquiera lejanamente, la adopción de un sistema completo y permanente.

No es extraño que al conocerse la presencia de una comisión investigadora o de algún funcionario “fenómeno”, de los pocos que tratan de cumplir con su deber, los mineros aparezcan pulcros, alimentados y contentos como niños que van el primer día a la escuela. Pero este fachadismo sórdido y fugaz sólo cuida la supervivencia del crimen masivo, calculado y frío en esa Siberia nicaragüense que son las minas y de cuya triste realidad dan alguna cuenta los datos extraídos del cotidiano vivir (mejor dijéramos morir) de los mineros y las escasas y mutiladas cifras veraces que pueden obtenerse.


Cabe recordar aquí el caso concreto de los mineros de Siuna, quienes al visitarlos la comisión investigadora de 1949, se apresuraron a declarar que la alimentación de arroz, carne y frijoles que ese día les daban por su dinero no era la habitual, que solía ser mucho más escasa y de peor calidad. Y el caso de Bonanza, donde había buen equipo radiológico y dizque hacían exámenes de admisión y chequeos periódicos, que arrojaron un monto anual de sólo 8 enfermos tuberculosos hospitalizados, y esto entre obreros, parientes y particulares: al ser examinados en presencia de la comisión un grupo de 50 trabajadores, resultaron 27 (el 54%) enfermos de tuberculosis, silicosis y silico-tuberculosis. Y esto en Bonanza, donde el vicegerente de esa época, Mr. R. J. O᾽Neill pretendía estar construyendo el paraíso de los mineros. 

LA TRAGEDIA DEL ORO: EL MINERO DE HOY Y EL DE LA COLONIA. Por: Eduardo Pérez-Valle.

La tragedia del oro

EL MINERO DE HOY Y EL DE LA COLONIA. Por: Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa, 15 de Mayo de 1959.

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MINERO TUBERCULOSO PIDIENDO LIMOSNA  EN LA ACERA CONTIGUA  AL PALACIO NACIONAL
Fotografía del Dr. Eduardo Pérez-Valle, 1959
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El apetito del oro ha inducido al hombre a través de su historia al trueque, la exploración, la invasión, la conquista, la colonización.

La legendaria conquista del vellocino de oro por Jasón y sus argonautas es una de las primeras “fiebres del oro” de que se tiene noticia. E históricamente no tiene otro significado que el de una incursión pirática de parte de los griegos de la edad de bronce contra los güirises del Cáucas, que recogían oro en sus ríos valiéndose de una piel de carnero sumergida, en cuya lana quedaban prendidas las pepitas del codiciado metal.

Desde esa remota edad hasta nuestros días, a través de los grandes y de los insignificantes episodios de la historia, el oro ha sido causa de crímenes y horrores sin cuento, pero al fin siempre se ha podido decir que ha propiciado los mejores logros de la humanidad.

Sólo nuestro desdichado país no ha podido superar aún esa primera etapa nefasta de la actividad minera para empezar a sumar los valores positivos de tal actividad, vale decir, el incremento humano y la prosperidad económica de las zonas directamente afectadas con el correspondiente reflejo en la vida de la nación entera. Ocurre el triste caso de que una vez más tenemos que ser pesimistas ante el futuro de nuestra patria, porque las minas en Nicaragua no han dejado ni podrán dejar nada bueno, dada la persistencia de un cierto número de factores negativos determinantes, entre los cuales están el bajo grado de humanitarismo de sus dueños y explotadores; los métodos anacrónicos de explotación, ya proscritos de todos los demás países del globo; las despreciables o nulas contribuciones fiscales; y el estado de indefensión en que virtualmente ha quedado el trabajador por la timidez e insuficiencia de la legislación pertinente y la nulidad de la asistencia social para los alcanzados por enfermedades profesionales.

El concepto vigente de que la minería es industria exhaustiva porque no produce sino que agota a los yacimientos que la alimentan, en Nicaragua no deja paso a la menor esperanza de que la situación vaya a terminar en plazo divisable.

Nuestro oro tiene su origen en intrusiones volcánicas terciarias, con filones poco profundos, que se extienden desde México hasta Nicaragua. De los depósitos potencialmente existentes apenas se ha extraído una ínfima parte, así de vetas como de placeres y esto debido principalmente a las deficiencias de los métodos de uso. Así, pues, ante la perspectiva de una mayor explotación, que no del abandono de la industria del oro en nuestro país, se hace indispensable una revisión y ampliación de la legislación laboral, paralela a un sincero movimiento en pro de un mejor aprovechamiento por la nación de sus riquezas naturales. Allí cabría una inmediata extensión a las minas de los beneficios que brinda el Seguro Social, como lo insinuó el periodista Alejandro Bermúdez en reciente ocasión, en el Club de Universitarios.

Esto se hace tanto más urgente cuanto es un hecho que se está incrementando la actividad minera, por una poderosa compañía de capitales nacionales y extranjeros, en la región septentrional del país, Nueva Segovia  y Jinotega. Es esta una de las regiones auríferas más ricas del país, y su explotación se ha llevado a cabo con diversos grados de intensidad desde los albores de la Colonia. En Nicaragua los españoles no tuvieron minas propiamente tales; y las que llamaron así, que fueron, aparte las de Olancho, las de Gracias a Dios o de Santa María de Esperanza, primera y segunda, no fueron sino lavaderos de arenas cuarzosas, provenientes del lento desintegrarse de la Sierra de Jalapa y montañas vecinas, en los ríos Jícaro (antiguo San Andrés) y Coco.

Dan mucho que pensar las provisiones y ordenanzas reales dictadas durante la colonia,  concernientes al trato de los trabajadores de las minas. Todas ellas patentizan un primitivo espíritu humanitario y cristiano que contrasta vivamente con la realidad que sufren nuestros mineros de hoy día.

El descubridor de las segundas minas de Gracias a Dios y fundador de la segunda Santa María de Esperanza fue Gabriel de Rojas. Y consta en documentos de la época cómo este hábil capitán mandó hacer sementeras y cultivar viñas aún antes de iniciarse el laboreo del precioso metal, a fin de que los destinados a aquellos trabajos tuviesen de qué sustentarse. Así, el buen juicio de Gabriel de Rojas se adelantaba en más de 40 años a la disposición de Felipe II  de 5 de Marzo de 1571, en que ordenaba se proveyesen los asientos de minas de los bastimentos necesarios. Estamos seguros de que ni los mineros de Gabriel de Rojas ni los que cobijó el mandato de Felipe II vivieron en un paraíso de delicias en lo que a alimentación se refiere; pero lo importante es que había una preocupación manifiesta por suministrar algún bienestar, el bienestar “necesario”, a los trabajadores de las minas en aquella lejana época en que la espesa montaña absorbía por igual al señor y el vasallo en el corazón de nuestro país. ¿Y ahora? No existe control de precios ni reglamentación alguna que ayude al minero a obtener por una determinada suma de dinero una dieta mínima para su subsistencia. La alimentación que ellos pueden obtener con su dinero, aun cuando el Código del Trabajo estipula que se les debe dar como complemento de su salario, es escasa, mal sazonada y antihigiénica, según lo denuncia ya el informe de la Comisión del Ministerio de Agricultura y Trabajo que en 1949 visitó los minerales de Siuna y Bonanza, donde la comida que se suministraba a los trabajadores era insuficiente para mantener alentado a un holgazán, qué menos a un organismo agotado por el duro trabajo en los socavones y el ataque artero de las malas condiciones higiénicas.

En 1601 Felipe II ordena que a los indios que trabajan las minas “se paguen muy competentes jornales conforme el trabajo y ocupación, los sábados por la tarde, para que huelguen y descansen el domingo; o cada día, como ellos quisieren. Y que tengan los ministros muy particular cuidado de su salud y buen tratamiento, espiritual y corporal; y los enfermos sean muy curados”. ¿Hasta dónde se cumplieron estas disposiciones? Lo importante es que en nuestra legislación laboral no existe siquiera una recomendación valedera para que los salarios se ajusten aunque sea lejanamente a las necesidades más apremiantes de la persona humana. Y ese sueño dorado que es el salario mínimo, sigue siendo nada más que un tema demagógico de ocasión en boca de nuestros politiqueros. Los salarios en las minas han sido y siguen siendo de hambre, hasta el punto de que el obrero que se ve atrapado en la red infernal de sus galerías está casi literalmente condenado a morir allí (como en aquella joya de la cinematografía francesa que se titula “El Salario del Miedo”), porque jamás llega a tener el escaso dinero indispensable para escapar. A la inversa de la recomendación real de que “los enfermos sean muy bien curados”, se ha fundado el sistema inhumano, del despido por enfermedad profesional. Y así se da el triste caso de que los silicosos y tuberculosos que han aniquilado sus pulmones en las entrañas de la tierra, siguen arrastrando su mísera existencia en la superficie, en el poblado minero, contagiando a familiares y extraños, implorando caridad donde no hay ni puede haberla; o bien, por una amarga ironía del destino, vienen a exhibir su miseria a la capital ya morir en las aceras, junto al Palacio Nacional, al paso y a la vista de los “representantes” y de los “padres de la Patria”, o bajo el pórtico augusto de la Catedral Metropolitana. Entretanto aumenta las ganancias del consorcio extranjero causante de aquella iniquidad; y a la par recogen sus propinas los cómplices nicaragüenses, por ejemplo, un médico que no hacía los chequeos radiológicos a su debido tiempo, mientras sus prójimos se consumían a su vista hasta que el rendimiento era nulo por causa de la avanzada enfermedad: entonces sí, el diagnóstico oportuno y fatal amputaba inexorable aquel miembro carcomido del infernal organismo devorador de vidas humanas.

En 1609 Felipe III dispone que las minas “no se labren por partes peligrosas a la salud y vida de los indios…”, y que en el desagüe de las minas que solía hacerse a lomos de hombres por medio de botas de cuero y sacas de metal, no se empleasen indios, que padecían mucho con este menester, “sino con negros o con otro género de gente”.

Las ordenanzas de Carlos III, 1783, prohíben que las aguas de las minas y lavaderos se echen a los arroyos que las lleven a poblaciones; y que se eleven los precios de víveres y ropas en los reales tiempos de bonanza.

Hoy en todos los minerales todas las aguas residuales de los diversos procesos a que se someten las menas, incluidos el de cianuración, va a dar a las corrientes y riachuelos de que la pobre gente no puede proveerse  ya, aun cuando el agua que les dan por cañerías, cuando tienen este privilegio, no cubre las necesidades más elementales. Y cuando no es el cianuro son los excrementos humanos los que contaminan el necesario líquido, como es el caso concreto de la quebrada de Miskito Town, en Bonanza, donde todo un barrio, el más mísero del pueblo, quedó de esa manera privado del agua de bebida.

Aunque casi todas las disposiciones emanadas del poder real durante la colonia muestran aun en sus facetas más humanitarias una imborrable impronta utilitarista; y aun cuando a la luz del pensamiento y los conocimientos actuales muchas resulten contraproducentes y absurdas, es innegable que todas ellas propendían a colmar un primitivo anhelo de justicia y caridad latente en el espíritu de los que gobernaban. Y un poco de ese mismo anhelo es lo que ha faltado en nuestro suelo desde la independencia.

De las 50.000 toneladas de oro que se calcula ha producido el mundo desde que se tiene memoria, nuestro pequeño país no ha contribuido ni con el uno por ciento. No obstante para obtener este escaso aporte, se ha explotado y se sigue explotando el material humano, sistemática e inmisericordemente, hasta los límites, difícilmente alcanzados en ninguna otra parte del globo.

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viernes, 10 de octubre de 2014

LA TRAGEDIA DEL ORO: MÉTODOS ANTICUADOS Y CONDICIONES INHUMANAS DE TRABAJO. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa, 21 de Mayo de 1959.

INTRODUCCIÓN

Por: Eduardo Pérez-Valle h., Director-Redactor del Blogspot:

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Estos mineros abrían un túnel cuando llegó el reportero. Suspendieron un poco su trabajo para dejarse fotografiar.
FOTOGRAFÍA DE FRANCISCO RIVAS, La Prensa, 27 de Julio de 1963

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Nadie conoce, con certeza, la situación medioambiental acarreada por la explotación minera en Nicaragua. Diversos estudios de dudosos resultados, abordan el problema mediante exposición de generalidades; de tal situación puede decirse que no existe monitoreo independiente sobre aspectos de puntual importancia ocasionados por los propietarios de la transnacionales voraces, entre esos problemas ingentes destaca la calidad de agua en las áreas de los municipios intervenidos.

La implicación es de carácter nacional; lleva siglos de penurias sobre los obreros, hombres y, mujeres, dedicados a esa labor infausta; la diferencia entre los sucesos pretéritos y la actualidad está en el disfraz y el discurso justificativo enviado al público desde las denominadas Oficinas de Divulgación y Prensa, a cargo de brindar “buenas noticias” amparadas por la gigantesca hipérbole de “Responsabilidad Social Empresarial”.

No es difícil explicar el asunto, basta con exponer las cifras para comprender cómo son los gastos, “el retorno” de la inversión y, la fabulosa ganancia obtenida durante estos últimos años. A mitad del año 2014, una de las empresas mineras denominada B2Gold, de origen canadiense, había obtenido US$240 millones de dólares en exportaciones de oro nicaragüense.

La fabulosa ganancia coloca el oro como el primer producto de exportación, y el año 2013 les dejó en el bolsillo US$436 millones. A fin de ilustrar sólo hemos utilizado dos cifras de ganancias anuales, por lo tanto, no es difícil imaginar lo que ganan con nuestros recursos naturales.

De acuerdo con cifras registradas en el  Centro de Trámites de Exportación (CETREX), la empresa B2Gold, es dueña del 70% de las exportaciones de oro. La extracción en La Libertad, Chontales, implica 6,050 Tm., diarias; y obtiene cerca de 140,000 a 150,000 onzas troy de oro en el año; agregándole la minería en el departamento de León, redondean 200,000 onzas troy.

Es conocido, a través de diversos medios periodísticos, que esta misma transnacional emprendió, en 2014, seis nuevas exploraciones, en la parte central  y noroeste de Nicaragua, en Bonanza, Rosita y Bilwi en el Caribe Norte.

LAS MONEDAS DESTINADAS A LA ALCANCÍA NICARAGÜENSE

Siendo la minería un negocio afianzado por la “legalidad” otorgada por la legislación nicaragüense y la aceptación del Gobierno (antecesores y sucesores en el solio presidencial), las cifras de dinero son aventadas hacia el conocimiento público sin ningún escozor moral; al respecto conozcamos lo que dijo cierto funcionario de la transnacional:

“Alfredo Rubí, director de Relaciones Comunitarias de B2Gold en la Mina de Santo Domingo, informó que haciendo efectivo el lema de la empresa minera la gente es nuestra prioridad, realizaron en el municipio una inversión de casi 250 millones de córdobas en tres años y han propuesto una cartera de proyectos al gobierno municipal que suma 1,234,732.00 córdobas”.[1]

La anterior cifra, al cambio oficial del córdoba respecto al dólar, asciende a un aproximado de US$9 millones de dólares.

El “Relacionista Comunitario” agregó: “B2Gold tiene aproximadamente cinco años en Nicaragua y ha hecho inversiones por el orden de US$60 millones, a los que se sumarán cerca de US$19 millones del presupuesto de la empresa para el 2014”. En simple operación de suma y resta, puede decirse que, “del mismo cuero salen las coyundas”. En año y  medio, los dueños de la minera obtuvieron oro por un monto de US$676.000.000.

Si añadimos al drama, otra de las eternas quimeras del nicaragüense, deberíamos buscar en nuestra actual situación y, en otras, las causas de nuestro círculo vicioso; siempre engatusados, ensimismados en los cuentos largos y cortos; es así que al poco tiempo después de asumir el Gobierno doña Violeta Barrios de Chamorro, las leyes que regían la minería nacionalizada, fueron trituradas con los dientes de la misma voracidad de tiempos pasados, pero, como siempre sucede en nuestro país, apareció alguien que aseguró hasta la creación del “Banco de los Mineros” con sede en Puerto Cabezas.[2]

Tampoco podía faltar en esta historia, la incompetencia, incapacidad, ineptitud, del lado nicaragüense; algo así como “la mano que destruye”, porque antes de abrirle el paso a las fabulosas ganancias de las actuales detentoras de la minería, cierta parte de la minería fue apropiada por “nuevos empresarios” a cargo de empresas advenedizas surgidas en los días de la misma derrota electoral de 1990. En marzo de 1997, la empresa Desarrollo Minero Nicaragüense (DESMINIC), “colgó los guantes”, pidiéndole al Ministerio del Trabajo, la suspensión laboral colectiva en la mina La Libertad.[3]

Por otra parte, en la actualidad nadie proporciona información acerca de las enfermedades ocasionadas por el trabajo minero. En Nicaragua empujamos piedras cuesta arriba… y adelantamos a Sísifo. Podemos referirnos en el mismo sentido, al dinero abundante obtenido mediante la explotación de nuestros recursos naturales, el cual sólo promueve pírricos resultados, de los cuales podemos enumerar alguna inversión en el Municipio de Santo Domingo, Chontales:

Proyectado:

1 – Comprar una camioneta “para el Alcalde”. (US$18,000.00.)

2 – Dos motocicletas para la Alcaldía. (US$2,000)

3 – Limpieza del río Artiwas, “cuando lo requiera”.

4 – Construcción de muros de contención en los sectores del río Artiwas, La Leona y Tamagás.

5 – Construcción de 500 letrinas. (US$125,000.00.)

Concluido:

6 – Ampliación y remodelación en Santo Domingo, Chontales, del “Centro Los Pipitos”.  

7 – Crearon vivero de cincuenta mil árboles. 2013. (US$75,000.00.)

8 – Siembra de 92 mil plantas en propiedades de la empresa y privadas y crearon un refugio de vida silvestre en las inmediaciones de Piedra Blanca. (US$138,000.00.)

9 – Dispusieron de US$600.000 para Programa de Créditos Revolventes, sin cobro de intereses, y, financiaron la creación de 37 empresas en el Municipio de Santo Domingo. Apertura de una ferretería, una bloquera, una purificadora de agua y la más reciente fue el comedor Cooponseca, que significa Cooperativa de Mineros Artesanales “Carlos Fonseca”. (16/09/2014)

10 – Acopio lechero en el municipio de Santo Domingo, Chontales, con capacidad de procesar 7,000 litros en el día, valorado en US$400,000.  (18/01/2013).

11 – Infraestructura y acondicionamiento de la escuela de multigrado Esperanza de los Niños, inversión de US$32,000. (29/08/2013).

12 – Construcción de varios dormitorios, con baño y sala, en el Centro de Salud de Santo Domingo, Chontales, para alojar al personal médico que lo visita. Costo: 1.500,000.00., córdobas, equivalente a US$60,000.00. (17/04/2012)

13 – Relleno Sanitario en el Municipio de Santo Domingo, Chontales. Camión recolector y una compactadora Inversión aproximada de US$600,000.00.

14 – Donaron a la iglesia católica una estación de radio, entre otras obras. (1/06/2014).

15 – Con inversión de 780,000 córdobas (US$31,200.00) fue inaugurado el restaurante Gold Plaza localizado en la mina El Limón. Comprendido en el Programa Pymes, (2/10/2014).

16 - Rehabilitación de 22 kilómetros de caminos que comunican a la comunidad de mina El Limón con la carretera Panamericana. Inversión de C$6, 927,360 córdobas. (US$301,189.00.) (8/08/2011).

17 – En este mismo tramo de carretera se reparó el puente ubicado cerca del empalme de esa comunidad, con un monto de 248,050 córdobas (US$18,784.00), lo que vendrá a mejorar el acceso de los pobladores de las comunidades aledañas como mina El Limón, Minvah, Galilao, Las Marías, entre otras. (8/08/2011).

18 – La construcción de un puente peatonal para cruzar el río, localizado en Santa Pancha y mina El Limón con valor de 335,379 córdobas. US$13,974. (8/08/2011).

19 – Adoquinado de 200 metros lineales de calle del poblado mina El Limón, con un monto de 965,776 córdobas (US$41,990.00.) (8/08/2011).

20 – Reparación de 1.5 kilómetros de camino de la comunidad Las Ramadas y 1.5 kilómetros de la comunidad La Flor, con un monto de 400 mil córdobas (US$17,391.00.). (8/08/2011).

21 – La Tritón Minera, S.A., invirtió C$965,250 córdobas  (US$41,967.00.) para la perforación de dos pozos comunales en las comunidades de Minvah y Galiao, municipio de Malpaisillo. (8/08/2011).

22 – Inversión conjunta de B2Gold, Alcaldía y MTI,  de 7 millones 510 mil 686 córdobas (US$283,422.00.) se realiza el adoquinado de 22 kilómetros que comunica a la comunidad de mina El Limón con la Panamericana, en Malpaisillo, León. (11/06/2014).

23 – B2Gold y Mineros Artesanales de El Cafetal (Chontales) acuerdan Fondos Revolventes para mejoramiento de viviendas, aportados por la transnacional minera, inversión de US$$1,600,000.00. B2Gold les financiará un camión volquete y procesará cuatrocientas toneladas de mineral a El Cafetal, asimismo autoriza la realización de actividades de minería artesanal dentro de su concesión en las áreas que no utiliza.  (20/07/2014).

Las anteriores “inversiones sociales” promedian escasos US$4. 399, 917.00., contra US$676.000.000. de ganancias en año y medio (2013-2014). No olvidamos mencionar los pagos en concepto de impuestos al Municipio y los pagos al Gobierno Central, cuyos montos no superan los US$20,000.000. Acerca de este tema de los impuestos, el señor Clive Johnson, presidente de B2Gold Corp respondió la siguiente pregunta: ¿Cuántos empleos podría estar generando su compañía en el país y cuánto dejaría en impuestos? “Con respecto a los impuestos, creo, hay una regalía de 3 por ciento sobre toda la producción de oro neta”.4

Entonces, a través de esta breve revisión de hechos, que cada quien extraiga conclusiones sobre lo expuesto. 

Con esta "introducción" ahora podemos asomarnos al pasado con el propósito de conocer de dónde proviene buena parte de  lo que ocurre en el presente.  Tres artículos de mi padre ilustran sobre el asunto. 



[1] Se han invertido 250 millones de córdobas en tres años. Por: Tatiana Rothschuh. En: La Prensa, 13 de febrero de 2014.
[2] Anuncian creación de Banco de los mineros. En: El Nuevo Diario, 2 de Octubre de 1991.
[3] Cierre temporal de minas y 280 pasan al desempleo.  Yelba Tablada. En: El Nuevo Diario, 28 de Marzo del 2007.
[4]  “Estamos muy satisfechos con las leyes mineras aquí”.  Por: Lucía Navas. En: La Prensa, 17 de mayo del 2010.

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La tragedia del oro

MÉTODOS ANTICUADOS Y CONDICIONES INHUMANAS DE TRABAJO. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa, 21 de Mayo de 1959.

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El sistema generalmente empleado para explotar un filón o veta aurífera consiste en excavar desde la superficie una serie de pozos y galerías subterráneas que se adaptan de la mejor manera posible a la dirección y confirmación de la veta. La geología es la que primero interviene determinando la importancia de los filones, su inclinación, etc. Como es sabido, la temperatura aumenta constantemente al paso que uno va hundiéndose en la tierra (gradiente geotérmico), por lo cual hay que ventilar enérgicamente la mina; esto debe hacerse abriendo pozos de ventilación o tiros y estableciendo un eficiente sistema de ventiladores. Así se elimina el calor y se renueva el aire a respirar. Una vez que ha pasado el nivel hidrostático de la región hay que hacer frente también al problema de la inundación por medio de bombas que extraigan constantemente el agua acumulada en los niveles más bajos.

Un grupo sale y otro entra a cumplir turno en las profundidades. Los mineros regresan agotados y bañados en sudor.
Fotografía: Francisco Rivas,  La Prensa, 27 de julio de 1963. 
Cuando la explotación se hace a conciencia y técnicamente, los problemas de la ventilación y el desagüe apenas si se hacen notar. Pero cuando se trabaja “con las uñas” por incapacidad o avaricia, ambos problemas vienen a ser los primeros enemigos del minero en su penoso descender a la entraña de la tierra tras la huella del metal amarillo. Luego se suman los derrumbes, frecuentes cuando el entibado es escaso, inconsistente y mal dispuesto. En reciente charla en el Club de Universitarios, el distinguido especialista Dr. Luis Santiago del Palacio citó un caso patético, buen ejemplo de lo que son nuestras minas a ese respecto. Cuando en 1952 una comisión de la cámara de diputados visitó la mina El Limón, uno de sus principales objetivos fue descender en el siniestro pozo de “Santa Pancha”, en cuyas negras profundidades era fama que había empezado a vacilar, herida de muerte, la llama vital de gran número de mineros. La comisión llevaba consigo al Dr. Salvador Salinas Esquivel para que dictaminase sobre las probabilidades de subsistencia en ciertos parajes de la mina, incluso el famoso “Santa Pancha”. Descendió el médico al abismo y un segundo conoció todo el horror del infierno dantesco. Hombres desnutridos, semidesnudos, de aspecto fantasmal, bañados en sudor y en fango, jadeando en una atmósfera irrespirable y en un calor insoportable, se movían como sombras en la penumbra, enfrentados en aquellas condiciones a la esquiva roca de las profundidades.

Las luces dan un resplandor siniestro en uno de los túneles de la Neptune en Bonanza. Aquí los trabajadores, en condiciones de extrema dureza, laboran por un sueldo cruel: C$1.30 la hora.
Fotografía de Francisco Rivas, La Prensa, 27 de Julio de 1963. 
Lastima la conciencia pensar que aquella situación opresiva y apremiante, era parte insoslayable del diario vivir de los infelices mineros; que diariamente, durante ocho interminables horas tenían que someterse dócilmente a aquella espantosa tortura. Y todo para llevar luego en la superficie una existencia de privaciones y de hambre. Al Dr. Santiago Salinas le bastó un segundo en “Santa Pancha”. Aspiró una bocanada de aquella atmósfera increíble, echó un vistazo a aquella escena de pesadilla, y se sintió herido en el cuerpo y el espíritu; pidió con apremio que lo volviesen a la superficie, el aire y al sol, allá donde Dios dispuso desde el comienzo de los siglos que debía vivir el hombre para poder seguir siendo tal. Llegó la alarma insistente a los oídos del “winchero”, y a poco el médico volvía de su rápido viaje al infierno, el resto descompuesto, la respiración anhelante, protestando que él no viviría un minuto en aquellas condiciones inhumanas “ni por un millón de córdobas”.

Pero el último y más temible enemigo espera al minero agazapado en los “topes” o finales de los túneles, en forma de partículas muy finas de la roca llamada sílice, las cuales flotan en el aire y al respirar se introducen en los pulmones. Son las causantes del terrible azote que se conoce con el nombre de SILICOSIS. Los obreros más expuestos son los llamados “muleteros”, que manejan las perforadoras eléctricas, “Chicharras” o “muletas” con las cuales horadan la roca para colocar en ella cartuchos de dinamita que la obligan a desprenderse y desmenuzarse. Mientras las chicharras trabajan y después de las voladuras, el polvillo de sílice satura al aire, que se convierte de vital en letal, aunque a largo plazo.

Un grupo sale y otro entra a cumplir turno en las profundidades. Los mineros regresan agotados  y bañados en sudor.
Es obvio que una ventilación esmerada y el uso de máscaras o filtros respiratorios, rocío artificial y cortinas de agua que arrastren las partículas de sílice, y tantas otras precauciones que pueden tomarse en esos sitios de trabajo, ahorrarían un gran número de vidas humanas. Pero todo eso cuesta dinero y merma las ganancias. Cuanto más ventajoso es para el patrón aprovechar el hambre del minero, la insuficiencia de la ley y la complicidad de los funcionarios, en las condiciones más baratas y primitivas, hasta que el obrero está a punto de sucumbir y se le despida definitivamente.

La mena que se va obteniendo se lleva a la superficie, donde se tritura finalmente con maquinaria ad hoc.  El personal que la atiende, por razones bien claras, también está seriamente expuesto a contraer silicosis. El material triturado se somete al fin al proceso llamado cianuración, en que una solución de cianuro de potasio disuelve el oro y la plata, que luego se recuperan precipitándolos con zinc. Las aguas de desecho de este proceso, altamente tóxicas, en otro gesto de economía se arrojan a los arroyos que pasan por el asiento minero, que por esta causa siempre anda escaso del necesario líquido.

Así, con técnicas atrasadas y proceder oprobioso y atentatorio, las diez empresas mineras que existen en Nicaragua y que explotan ya no tanto las minas como a los mineros, han logrado exportar 133.570 Kg., de oro en los últimos 20 años. Y en menos de cinco años que tiene de fungir el decreto 85, han propiciado 159 casos de tuberculosis, 121 de silicosis y 33 de silico-tuberculosis. En total 313 enfermos más o menos inútiles, muchos de ellos ya difuntos, a los cuales se les ha dado en concepto de indemnización una media que no pasa de los 400 córdobas (unos 500 dólares). En Estados Unidos las indemnizaciones en casos similares fácilmente alcanzan los 50.000 dólares. A los 313 casos citados de enfermos profesionales arrojados por las minas en los últimos 5 años, hay que agregar el gran número de casos que la venalidad de algunos médicos de minas ha dejado pasar inadvertidos, y que según cálculos muy tímidos multiplicarían varias veces aquella cantidad.

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miércoles, 29 de enero de 2014

ALGUNAS HISTORIAS SOBRE LOS PRECURSORES DE LA MINERÍA AURÍFERA EN NICARAGUA

LAS MINAS DE  PRINZAPOLCA Y PIS-PIS, COMO FUERON DESCUBIERTAS. Por: "Harold". En: La Patria. Publicación quincenal de literatura, ciencias y artes. Año XXV. León, 1º de Julio de 1919. Tomo IX. Director y  Administrador: Félix Quiñónez.

Historia que parece cuento

Desde que los españoles llegaron a la Costa Atlántica de Nicaragua, tuvieron notica de que en el interior había un lugar donde había mucho oro, un El Dorado.

Los españoles, durante sus tres siglos de dominación, preocupados sin duda con las invasiones de los filibusteros, nunca intentaron descubrir el país de oro.

Veamos cómo fue descubierto en nuestros días.

Hace algunos años, era yo Administrador de la Aduana del Bluff y tenía como subalterno un negrito colombiano muy inteligente, que hablaba el inglés de la costa y era marino de profesión.

Una tarde, concluido el trabajo diario, nos retiramos a la casa de habitación. El negrito acostumbraba allí referirnos, después de la comida, algunos hechos curiosos del extinguido Reino de la Mosquitia, y especialmente algunos relacionados con el Serrallo que Su Magestad Mosca tenía en Laguna de Perlas. Mentiras o verdades, el negrito nos divertía. Una vez nos dijo:

--¿Conocen ustedes las minas de Prinzapolka y de Pis-Pis?
--No.
--¿Les gustaría saber cómo fueron descubiertas?
--Sí.
--En 1876, cuatro cuadrillas de huleros, al mando de Francisco Madrigal, Cinecio Mora, Domingo Herrera y Francisco Pérez, encontraron, mucho hule, de clase superior, en las montañas vírgenes del Río Prinzapolka.

Los jefes de estas cuadrillas no admitían mujeres, porque la experiencia había enseñado que eran causa de sangrientas reyertas, confirmando lo que dijo Bretón:

“En todo humano litigio,
No hay remedio,
A no obrar Dios un prodigio,
Habrá faldas de por medio.
Danza en todo una mujer,
Casada, viuda, o doncella,
Luego, el cuento está en saber
Quién es ella.”

Por la carencia absoluta de hijas de Eva, uno de los mejores peones, llamado Felipe Emigdio, desertó de la cuadrilla y se agregó a un Palenque de indios sumos, donde había una india muy “simpática”, como decimos nosotros vulgarmente, casada con un zambo, llamada Josiah. Desde que llegó, Felipe Emigdio la hizo de Tenorio y, desgraciadamente, quiso incluir entre sus Ineses a la mujer de Josiah, quien era de malas pulgas. Cuando Josiah se convenció de que las relaciones entre su mujer y Felipe Emigdio había sido algo más que platónicas, buscó a éste y lo mató alevozmente (sic), en Yauya de un balazo.  Las autoridades mosquitas persiguieron a Josiah, quien huyó a las montañas, donde por casualidad descubrió una gran mina, o lavadero de oro, en una quebrada del río Siuna.

Sus amigos fueron a verlo y les obsequió molonques de oro, del tamaño de un cacao grande, para que les sirvieran de plomada a sus anzuelos.

Pasado algún tiempo, Josiah, creyendo que las autoridades mosquitas lo habían olvidado, volvió a su casa: pero fue denunciado, preso y conducido a Blufields, donde se le juzgó y se le condenó a morir ahorcado.

Durante el juzgamiento de Josiah, los amigos de éste fueron a vender a Mr. Gustavo Schultz, alemán residente en Prinzapolka, los molonques obsequiados. El alemán se los compró a bajo precio, y con maña consiguió que le dijeran cómo los había obtenido, manifestándole ellos que Josiah estaba preso en las cárceles de Bluefields y que pronto sería ahorcado.

Mr. Schultz se trasladó a Bluefields, consiguió hablar con Josiah y le ofreció salvarlo, con tal de que lo llevase al lugar en que había encontrado los molonques de oro. Josiah le ofreció llevarlo.

Las autoridades mosquistas todo lo arreglaban con dinero, y Mr. Schultz, por medio de una buena suma de dólares, logró sacar a Josiah de las cárceles de Bluefields.

Joseiah llevó a Mr. Schultz al lugar de la montaña en que los molonques estaban a flor de tierra. El alemán comenzó sus trabajos; y era tarea de un buen peón el llenar una lata vacía de esas que vienen con ostiones.

Por algunos años Mr. Schultz mantuvo sus trabajos clandestinamente, pagando a sus peones 4 reales y la comida.

La noticia de semejante riqueza se esparció al fin. Llegaron nuevos cateadores, con disgusto de Mr. Schultz. El oron en polvo circulaba con profusión, en botes de cristal, con peso de onzas y de libras, y los peones y algunos patrones también, los derrochaban en el juego, en las cantinas y en las mujeres. Era aquello una California. Nadie tenía garantías más que en su puñal o su revólver. Los tahúres jugaban con el puñal en la mano y el cubilete en la otra.

Este estado de cosas llegó a oídos del Gobierno de Nicaragua, y este resolvió enviar una autoridad. En 1889 fue enviado por el Gobierno el señor Francisco Traña, quien fue el primer Comandante o autoridad, que hubo en el río Prinzapolka.

Nuevas y riquísimas zonas fueron descubiertas por el indio Tigüís, en Cuicuinita, que producen oro del más alto quilate.

También descubrió otras el indio Paipa, de quien se dice que tiene un crique, muy rico, del cual va sacando oro, sigilosamente, a medida que lo necesita.

La señora Pía Vargas, de León, fue la primera que descubrió oro en un crique de Pis Pis, donde está hoy la gran mina de Constanza. Un negro llamado Creamen, llamándose Agente de las autoridades del Cabo, despojó a dicha señora; y en la montaña que ésta descubrió hay ahora las siguientes minas, cuyo conjunto ha tomado el nombre de Mineral de Pis Pis:

Bonanza, de José Lapiére, francés; El Marsh, de Charles Lobner, americano; Lone Star, de Norman Makinish; Constanza, de Hary Carlos; Siempreviva, de la Compañía de su nombre; Concordia, de N. J. Martin; Josefina, de Eduardo Perera, mejicano; Los Ángeles, Compañía Dietrich; Santa Rita, de N. Parker; Fraternidad, de Mr. Platts; Minesota, de Mayo Potter, americano.

Estas minas en explotación tienen sólo, en maquinaria moderna más de $8.000.000 de dólares. Producen más de 100,000 dólares al mes. Ocupan más de… 1.500 operarios. Ellas dan vida al Río Coco y al puerto del Cabo Nuevo. El Distrito tiene bonitos pueblos: San Pedro y El Limón, con casitas de estilo americano, con tranvía y luz eléctrica. Sus calles son macadamizadas, mejores que las de Managua.

El mineral se comunica con El Cabo por el río Waspook y el Coco.

Pero volvamos al Prinzapolca.

Después del descubrimiento de Pis Pis se verificaron nuevos descubrimientos en Tunquí y San Luis de Oconwás.
Se formaron varias poblaciones y se estableció el comercio.

Por las condiciones malsanas del Siuna, se trasladó la Comandancia a Weí-la-wás, pero como el Comandante era un señor Cortés, muy obeso, tuvo temor de pasar los rápidos de Bacán y Saucerre, y se quedó en Cuicuina, por lo cual esta población quedó de cabecera del Distrito, hasta que incendio y las inundaciones del río la destruyeron completamente.

Verificada la reincorporación de la Mosquitia, fue nombrado primer Juez de Minas, el Dr. Telémaco López, quien radicó su oficina en la barra del Prinzapolca, por la facilidad de las comunicaciones, pues la barra en el punto de convergencia de las dos vías fluviales, la del Siuna y Cuicuinita por el río Prinzapolca, y la de Pis Pis, Tunquí y Oconwás por el Bambana.

En 1892 llegaron a Siuna, varios personajes de la Costa del Pacífico (del interior) pidieron a Mr. Schultz sus títulos legítimos, y como no los tenía, lo despojaron de sus minas. Schultz se fue, pero dejando la mina vacía, pues había recojido (sic) todo el oro de la superficie y sacado más de 300.000 dólares, con lo cual pagó una deuda de 100,000 dólares, y se volvió a Alemania, su país, a gozar del resto.

Calló el negrito, dejándonos con el pesar de no haber sido nosotros parientes siquiera de Mr. Schultz.

Creyendo yo que era una fábula lo relacionado por el negrito, tomé informes con personas fidedignas y me ratificaron lo dicho por él.

¿Y qué fue de Josiah? Pues Mr. Schultz escapó de matarlo, al notar que le robaba. Huyó a la montaña e hizo otro descubrimiento, que el Comandante Chavarría no pudo nunca conseguir que le revelase. Atacado por una enfermedad contagiosa, volvió a la Costa y murió solitario, en la más triste y calamitosa miseria.



HAROLD