EL BAILE DE LOS
DIABLITOS. Por: Enrique Peña Hernández. En: La Prensa, 15 de diciembre de 1957.
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Masaya, que se ha caracterizado en la República, por sus
originales manifestaciones de arte, ha conservado a través de muchos años, dentro del orden típico y eminentemente popular, el singularísimo Baile de “Los
Diablitos”.
Se desconoce a ciencia cierta cuál haya sido el verdadero
origen de estas danzas; pero la versión más generalizada y aceptada es la de
los que aseguran que ese baile nació en los últimos años del siglo pasado,
época en la que, no habiéndose aún estrenado el gusto artístico de la juventud,
se tenía alguna pasión por las obras de autores clásicos; y era muy corriente
en las diferentes tertulias, conversar sobre buena literatura, declamar excelentes
versos o discutir sobre alguna pieza dramática representada por los compañías
teatrales que a la sazón venían con bastante frecuencia a esta ciudad. Así fue
como, en la proximidad de la celebración de las fiestas patronales de San
Jerónimo, en una memorable tertulia de los jóvenes bulliciosos y alegres de
Masaya, se decidió sacar –en vez de la simpleza de los “Torovenados”, que
salían buenos por cierto— un conjunto de “máscaras” con más gracejo salero y
picardía. Y se atribuye al entonces joven doctor Rosalío Cortés, después
prohombre de Masaya, la idea de que el personaje central del conjunto fuese
Mefistófeles, con todo el atavío con que representan el protagonista del
FAUSTO. Los demás contertulios dieron sus opiniones y sugerencias sobre los
otros personajes y tipos de la mascarada; y concertados en el día y la hora, en
una clara y fresca noche de Octubre
salieron los alegres disfrazados portando guitarras y mandolinas, al modo de
serenateros; y, como éstos, ejecutaron al pie de las ventanas de las simpáticas
muchachas masayenses, románticas piezas, y cantaron galantes coplas y
canciones. Magnífico fue el éxito alcanzado; y las buenas familias, regocijadas
en extremos por la original ocurrencia, diéronle su apoyo moral y económico al
grupo; y cada año, el lujo de los trajes
aumentaba, como la calidad de los versos de las ingeniosas coplas.
Como el personaje principal era el Diablo (Mefistófeles), la
gente bautizó el conjunto con el nombre de “LOS DIABLITOS”, que estaba y está actualmente integrado por los
siguientes personajes y caracterizaciones: EL DIABLO MAYOR (con la lujosa
indumentaria de Mefistófeles) el Diablo Común (como lo representa la
imaginación popular), el LEÓN (con corona de rey), el Tigre, el Macho (vestido
de etiqueta), el Oso, la MUERTE QUIRINA y dos o cuatro diablesas. El Diablo
Mayor lleva el Juco, y lo ejecuta acompasadamente; el Oso, una pandereta con
cintas de colores, que agita rítmicamente; el Macho, un bastón con empuñadura
metálica, la Muerte, su Guadaña; el Tigre y las Diablesas, guitarras o
mandolinas adornadas con borlas y cintas de colores; y el diablo común, una
cadena extendida entre sus manos.
Como el grande entusiasmo del público pasara con el
transcurso del tiempo, por algunos años estuvieron sin salir “Los Diablitos”, y
cuando nuevos jóvenes entusiastas decidiéronse a sacar el mencionado conjunto,
lo hicieron mutilando la intención original de sus artísticos creadores; que
consistía en deleitar al público con sus bailes y canciones chistosas,
acompañadas de guitarras y mandolinas; rematando el acto con una danza
“aballetada”, en la que los personajes saltan unos en pos de otros,
describiendo círculos, haciendo gestos y mímicas que movían a risa; conservando
solamente la danza final.
Los nueve “Diablitos”, pues, que son los que han tomado
arraigada personalidad y carácter en el Folklore masayense necesitaron de
acompañamiento musical especial para la ejecución de su baile o “ballet” sui
géneris; y así fue, como el prodigioso genio de ALEJANDRO VEGA MATUS, creó la maravillosa
música de “Los Diablitos”; música inspiradísima, excitante, impulsiva,
nerviosa…; en una palabra, deleitosamente indescriptible. Me atrevo a sostener,
que sin esa música el conjunto de “Los Diablitos” hubiese fracasado y muerto en
el corazón de Masaya; y que ella lo vio a salvar del olvido y a hacerlo revivir
para regocijo y contento de los nicaragüenses.
Debo mencionar aquí el nombre de don Arnoldo Luna Miranda
que en los últimos tiempos ha sido alma y nervio del apreciado grupo artístico,
en el que desempeña el rol de Diablo Mayor; a quien el autor de este artículo,
le rinde las más expresivas gracias, por el suministro de importantes datos
sobre dicho conjunto.
Masaya, diez de Diciembre de 1957.
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