ARQUITECTURA
COLONIAL: LA IGLESITA DE SAN JUAN DE ORIENTE. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa, 1 de Julio de 1962.
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Este es el triste aspecto que presenta al visitante la iglesia de San Juan de Oriente, "Monumento Nacional". El caballo pastando tranquilamente en la plaza acentúa la nota de abandono y desolación.
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El año pasado (1961) la iglesia de San Juan de Oriente fue
declarada por el Congreso “Monumento Nacional”. Esto implica una obligación del
Gobierno de atender a su conservación. Sin embargo, cuando estuve en el pueblo
en julio, la indispensable viga sobre la puerta principal aún no había sido
repuesta. Escribí al Sr. Cura para informarle que aquí se podía conseguir de
personas generosas algún material para las obras. No contestó. Creí que los
trabajos ya se estarían efectuando con el dinero de la Nación. Ahora, casi un
año después, aparece en LA PRENSA del 26 un S. O. S. del Sr. José Aníbal
Gallegos G.., suplicando porque se haga algo en pro del templo, que por puro
milagro aún no se ha derrumbado. Parece, pues, que entre la incuria del cura y
la incuria de los de arriba, la iglesia se vendrá abajo. Sirvan esta líneas, si
no como pie de, al menos como recordatorio anticipado.
En julio del año pasado visité la última vez la iglesita colonial
de San Juan de Oriente, en el Departamento de Masaya. El pueblecito es famoso
por su cerámica nativa, de uso en otros tiempos tan extendido en todo el país.
Está situado a la derecha de la carretera que parte de Las Esquinas y pasando
por San Marcos, Masatepe, Diriá y Diriomo, va a juntarse con la que va de
Granada a Nandaime. Junto a San Juan, carretera de por medio, está la villa
hermana de Catarina, casi al borde de la laguna de Apoyo. Durante la colonia
ambos se llamaron NAMOTIVA, palabra chorotega de oscuro significado, que los
más prestigiados intérpretes de nuestras lenguas indígenas no han podido
esclarecer. Las dos Namotivas formaban un todo armónico con Niquinohomo, del
cual Morel de Santa Cruz llega a considerarlos “sus anexos”. A este respecto,
dice así el Obispo en su famosa “Visita Apostólica” (1752):
“…Continue mi marcha hacia los otros más inmediatos. Estos
son Niquinohomo y otros dos, sus anexos: ambos tienen el mismo nombre, es a
saber: Namotiva. Son de indios con sus respectivos alcaldes, alguaciles
mayores, regidores y fiscales. Adminístralos un eclesiástico de vida ejemplar y
acertada conducta. Mantiénelos bajo una perfecta subordinación política y
cristiana: para la consecución de tan loable fin, ha practicado siempre la máxima
de no permitir que ladino alguno se establezca sobre su territorio”.
Y he aquí la estampa que nos da Morel de los que era San
Juan de Oriente en aquellos remotos días, cuando ni siquiera tenía nombre
propio:
“El otro Namotiva tiene por titular a San Juan: iglesia pequeña,
de una nave, con sacristía de teja, altar mayor, retablo y frontal dorado.
Sesenta y una casas de paja, incluyéndose en éstas las del cura, componen la
plaza con dos calles: una de Oriente a Poniente, con tres cuadras y la otra de
Norte a Sur, con una y media, notándose la misma imperfección que en las de los
dos anteriores. Familias 58, y personas, 229. Pagan de tributo ciento cuarenta
y dos pesos, un real y cuatro maravedises”. Tal era San Juan promediando el
siglo XVIII. Dos siglos después la población casi se ha triplicado y también
las viviendas; las calles que atraviesan el pueblo ahora son siete; también la
iglesia evolucionó consecuentemente, quizás bajo el sabio rigor de aquel eclesiástico
de que nos habla Morel: desapareció la pobre iglesita de una sola nave con techo
de paja, y en su lugar levantóse otra mayor, de tres naves, techo de tejas y
elegante frontispicio inacabado, de sobrio estilo colonial, labrado en piedra.
Las grandes zapatas y los tirantes dobles, organización estructural típicamente colonial. |
La cubierta de la nave central se encuentra sostenida por
grandes pilares de madera asentados sobre bases de piedra, y reunidos dos a dos
por tirantes transversales dobles, organización que sólo persiste en muy pocos
templos de indudable origen colonial, como el de Sutiaba y el de Buenos Aires,
en el Departamento de Rivas.
BASE DE PILAR Y PILETA DE AGUA BENDITA |
Parece ser que el proyecto fue más ambicioso que la realidad
actual y el frontispicio estaba destinado a poseer tres puertas en vez de la
única que actualmente tiene.
Sobre el arco de esta puerta, por la parte de adentro una
gran viga o dintel de madera sostenía casi todo el peso del muro subyacente.
Esta viga se encuentra ahora totalmente destruida el comején y el tiempo, y es
urgente su reposición si no se quiere que a la menor trepidación se venga al
suelo toda la parte alta y central de la fachada.
El cuerpo elevado ofrece dos elegantes cortes curvos
laterales (“aletas” típicas de la escuela jesuítica). En él se continúan las
cuatro columnas centrales de abajo por medias-pilastras de ladrillo, coronadas
por un entablamento igual al del cuerpo inferior, y el cual estaba sin duda
destinado a recibir sobre sí las líneas
de algún clásico frontón triangular o arqueado, o el menos ortodoxo de la
iglesia de San Pedro en Teustepe, o el conjunto caprichoso de una espadaña tipo
iglesia de Ujarrás. Con ambos templos que acabo de citar ofrece la fachada de
San Juan de Oriente notable parecimiento.
PILA BAUTISMAL, LABRADA EN PIEDRA. IGLESIA DE SAN JUAN DE ORIENTE. Dibujo elaborado por el Dr. Eduardo Pérez-Valle (1962). |
Aunque el frontal dorado que menciona Morel de Santa Cruz ha
desaparecido, el importante monumento a punto de venirse al suelo, aún conserva
un retablo y efigies de santos elaborados por manos indígenas y una pila
bautismal monolítica, de rasgos tan sobrios y bien proporcionados que más
pareciera uno de esos raros y exquisitos frutos del más acrisolado arte moderno
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