sábado, 4 de febrero de 2017

LEÓN: INTELECTUAL, MONUMENTAL Y ECONÓMICO. Por: Gabry Rivas. Agosto de 1915*


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GABRY RIVAS DOS AÑOS ANTES DE SU MUERTE
FOTOGRAFÍA DE 1967

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Liminar, de EPV h., Director y Editor del Blogspot: 

Gabry Rivas, personaje perpetuado en la memoria, fue todo un intelectual y un polifacético hombre en las aguas artísticas; soltó el primer llanto y abrió los ojos en Chinandega, el 31 de Enero de 1890. A los veinticinco años de edad (1915), Gabry decidió hilvanar RECUERDOS sobre la Ciudad de León, calificada por él, como ciudad "Intelectual, Monumental y Económico". 

Decidimos (Nuestra política editorial) compartir estos recuerdos por trascendentes, porque además de poco recordados y poco conocidos por la sociedad leonesa del presente y de toda Nicaragua, están separados del presente  por un espacio de 102 años. Vamos a esperar por conocer qué opinan los lectores, ojalá que al menos, nos hagan saber qué les parece u opinión merece nuestra "Puerta y Ventana" que mira hacia la Historia. 

Sabemos qué temas leen los que "entran", y cuáles les interesa encontrar. Leemos las "Búsquedas" cuando escriben nombres propios, eventos, fechas, etcétera, estos aparecen en el "localizador", pero estos apreciados lectores no dejan siquiera el "visto bueno" o un clic  en "like".  Nuestra sentidos comentarios sólo intentan contribuir con el lector y sus preferencias. 

Pues bien, volvamos a Gabry y la ciudad decimonónica y recién ingresada al S. XX. Cuando Gabry escribió sobre su ciudad natal, lo hizo a los 73 años, cuando escribió sobre León lo describió con entusiasmo a los 25.  En este Blogspot podrás leer el artículo sobre la ciudad de Chinandega, con el título: "Remembranzas de Chinandega: LA CIUDAD TABLERO. 

No pretendemos "preceder" el texto de Gabry, lo nuestro no es, ni siquiera guisa de presentación o proemio, tan solo escarceamos un contexto, y para terminar hemos querido encadenar un episodio recordado por el doctor Jorge Eduardo Arellano, en dos artículos publicados sobre la vida de Gabry; a saber, para reír y medir el talante de nuestro compatriota: 

Gabry en el exilio, 1928, San Francisco California: "...Desde entonces, data su ingreso al cine en Hollywood que comprendió su participación en más de diez películas, interpretando papeles secundarios como empleado de hotel, chofer y preso. Al respecto, dejó escrito que en su entrevista con el productor cinematográfico que le dio trabajo, éste le preguntó si tenía experiencia como actor. "Mucha" --le respondió Gabry con aplomo--. "¨¿Dónde?" --le replicó el magnate--. "En Nicaragua. Fui diputado durante tres legislaturas", terminó de desarmarlo el "nica" obteniendo una sonora carcajada de su nuevo patrón. (Gabry Rivas: Periodista nato y representativo. Por JEA). 

Gracias, amigo lector. 

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LEÓN:  

INTELECTUAL, MONUMENTAL Y ECONÓMICO

Por: Gabry Rivas

Hacía mucho tiempo que en el fondo de mi espíritu vibraba el deseo de escribir algunas líneas sobre León. El noble pueblo arcaico, el prestigioso centro de la intelectual cultura, el de la tradicional cuna de grandes cerebros, el que a manera de escudo heráldico, luce sobre sus pergaminos la fama de haber sustentado la savia de muchos grandes hombres que luego fueron estrellas fulgurantes bajo el cóncavo cielo de la soñada gran patria centroamericana. Gloriosos campos de la idea donde el erial fecundara regando el polen por los ámbitos de las cinco repúblicas.

         Séame permitido no avanzar por la puerta del presente hacia el pasado. Que para analizar los idos se hizo el libro, que a decir del ilustre pensador doctor Modesto Barrios, es un amigo íntimo que duerme y al que nuestras manos despiertan cuando lo abren para que le cuente a nuestro pensamiento lo que atesora, lo que sabe, lo que sobre sus páginas blancas escribieron el cerebro y la constancia.

         Hablaré de los de hoy. De los que en las distintas manifestaciones de la vida se ha echado a cuestas con ardor apostólico la cruz de los infinitos mirajes, esa que levanta los espíritus y eleva el medio ambiente sobre las cimas de la luz.

          Llega la figura de José Francisco Aguilar, de amplia visión. Su honradez profesional, su manera de interpretar el sentido de la Ley, su palabra predicadora de doctrinas libérrimas, lo alza entre los suyos y más aún, entre los pensadores de Centroamérica que de él han dicho muchas cosas, muchos grandes elogios que él ha colocado fervoroso y reverente sobre la virgen cabeza de Minerva, dios a quien rinde culto.

           Leonardo Argüello, cerebro privilegiado. Sagaz en la política. Luminoso en la tribuna. La tempestad de su palabra ha reblandecido las rocas de la opinión pública que al sentir la marejada de su verbo, se lo ha devuelto en forma de espumosa…

         Santiago Argüello, el mago, el exquisito lírico, mejor comprendido de fronteras afuera. Parece uno de esos sacerdotes que en el templo de Apolo rinde culto a la Poesía con hábitos episcopales. Ama el arte y el hogar, dos divinas lumbres encendidas bajo amplias naves de su espíritu.

         Juan Carrillo Salazar, que sabe hacer de sus horas un rosario de lirismos y que a la vez lleva el consuelo a los lechos dolientes; ocupa un sillón como profesor de la escuela de medicina. Antonio Medrano, Manuel Tijerino, Juan D. Vanegas, Cornelio Sosa, abogados, son también, y quizá más intensamente, creadores del sentimiento, que saben dar a la brisa fugitiva el eco de sus canciones cuando pasan las horas de la ardorosa lucha material.

         Luego vienen los otros, los constantes, los tristes, los subyugados por el ritmo: Luis Avilés Ramírez y Lino Argüello; Salvador Sacasa S., y Azarías Pallais; Arístides Mayorga y Antonio Bermúdez, familiarizado este último con los números y con las musas; José María Paniagua  P., más que abogado, bohemio; Hermógenes Avilez Pereira que así escribe unos trozos de prosa como pone autos y dicta sentencias frente a la mesa de sus funciones de Juez Local del Crimen, y una mujer, sensitiva espontánea que canta sin ningún estudio así  como los pájaros bajo las frondas: Rosa Umaña Espinosa.

         En la prensa J. Constantino Hernández, Arcadio Díaz y Tobías Pérez. Labor triste, ardua, por lo que tiene de anónima. Esa silenciosa tarea del trabajo diario que cuenta al público todo lo que ocurre, que va poniendo todos los días un nuevo matiz en las columnas que luego se distribuye, habiendo conseguido un momento no más el favor de la atención pública; que tiene la vida efímera de lo que pasa y se olvida.

         Hay jóvenes abogados y médicos que en la tribuna y en la mesa de disección han conquistado triunfos abriéndose camino por entre los breñales oscuros, hasta separar las ramas y encontrar el premio de las fragantes rosas triunfales José W. Mayorga, nervioso y tenaz; Juan D. Vanegas, lógico irrecusable; Medrano, fogoso y cáustico en su verbo; Sosa, filósofo, con santa filosofía nazarena; Zapata Guerrero, compañero de los cirujanos viejos y Honorio Argüello que, a decir de Luis Debayle, heredará sus condiciones quirúrgicas.

         Aquí en Managua, Enoc Aguado en el foro y Roberto Herdocia en la medicina, se han conquistado sólida reputación. Rafael Rivas trabaja en Chinandega con buen éxito y a la vez un nombre profesional, ha formado un bello nido de amor.

         Salvador Guerrero M., es Magistrado de la Corte de León debido solo a su talento. Es el más joven de sus colegas.

         De los viejos, Francisco Paniagua Prado, Francisco Machado y Alfonso Ayón han perdido  ya su notoriedad local para brillar más fulgurantes bajo los espacios patrios, el primero en las letras en el foro, el segundo en su  alto puesto de Magistrado de la Suprema y Ayón en la política y en la literatura, siguiendo los pasos robustamente de aquel enorme Tomás Ayón, su padre.

         Entre los consagrados  están –fuera de los nombrados— Mariano Barreto, sabio gramático y escritor de nota; Félix Quiñónez que desde su lecho doloroso donde lo ha postrado el reumatismo agudo siente el clamoreo de sus viejas luchas; Luis A. Debayle que tanto lustre ha dado a Nicaragua en los Congresos de París y en presencia de los sabios profesores yankees. Y el más grandioso de todos, el vagabundo, el maestro, el príncipe del ritmo: Rubén Darío.

         Juan Bautista Sacasa, cuyo ilustre apellido es ya una medalla de nobleza, ha sostenido inquebrantable la Escuela de Medicina de León prestándole todo el caudal de su apoyo científico y económico.

         El Seminario Conciliar de San Ramón bajo la vigilancia de Simeón el magnífico; el Colegio Mercantil, dirigido desde hace muchos años por su fundador Antonio Aubert, sabio en números y en idiomas; el Instituto, la Universidad, el Colegio de la Asunción, el Hospicio de Huérfanos de la Recolección, la Escuela de los Hermanos Cristianos, fundada por el santo padre Dubón; la Escuela  de las niñas pobres, tantos otros centros de enseñanza, muestran con palmaria elocuencia que aquella ciudad persiste en su empeño de conservar el cetro intelectual, llevando airosamente entre las manos la tea que incendia los cerebros con la luz inmortal del saber.

          El Hospital de San Vicente sostenido por las Hermanas de su nombre y apoyado por la sociedad médica y atendido con esmero y constancia por los practicantes de medicina, es una sólida institución a cuyo amparo la indigencia encuentra ya un alivio de sus males o ya el último consuelo de un lecho donde cerrar tranquilamente sus ojos. Sus fuertes columnas son: Pallais, Salmerón, Sacasa, Zapata, Lara, Marín y otros cuyo nombre siento no recordar.

         Quizá por la pavorosa miseria que nos roe, por esa inhumana pobreza que nos invade, por la falta de trabajo, la prostitución se ha propagado en la República de manera siniestra. Para eso la sociedad de León hizo venir hace poco las Hermanas del Buen Pastor cuyo asilo sirve para encerrar a las que, por higiene o por vicios constituyen una amenaza, para las que ya demasiado entregadas, pecan por abyectas o por alcohólicas.

         En el Clero hay sus nombres: el padre Pallais es un orador sagrado, fino y  sublime de grandes concepciones; Nicolás Tijerino, el renombrado discípulo del Pío Latino, tiene un vasto talento. Su nombre suena como heredero de la silla episcopal de León. Isidoro Carrillo y Salazar es Obispo auxiliar en Matagalpa y Pereira y Castellón, la más alta de todas las figuras, posee en grado máximo la virtud de la palabra en la tribuna. Porque es en la tribuna más bien en el púlpito desde donde su verbo ha tenido los ardores de llama o de fuetazo mágico.

          La música, después de aquel sublime triste que como el fruto del cactus fue espinoso por fuera y rebosó de ternura por dentro; después de aquel soberbio desesperado que llevó sobre sus hombros la cruz de todas las miserias y en su carne la mordedura cruel de la lepra; aquel que se llamó José de la Cruz Mena –la música digo, tiene sus buenos cultivadores, Macario Carrillo, Fernando Midence y Paco Alvarado, han arrancado los bellos secretos al pentagrama. Las manos femeninas de Managua conocen algunas de las armonías de este último.

         La mano de un hijo de León, Antonio Sarria, ha rejuvenecido la vieja catedral, ese orgullo incubado en los tiempos lejanos y cuyas paredes según dice la leyenda, fueron amasadas con clara de huevo. Sobre esas paredes el artista ha hecho vivir el óleo de la vía sacra en la que el Cristo gigantesco en la figura protagonista. Al pie de las inmensas columnas que parecen levantarse como centinelas vigilantes del prestigio tradicional, el cincel de Sarria ha modelado figuras apostólicas y evangélicas. Bajo los cielos cóncavos de la diminuta capilla, los frescos simbólicos a la vez que la historia de veinte siglos dicen de la cultura artística de ese humilde hijo del pueblo empapado de visiones supremas. Dentro de los viejos armarios y en las viejas custodias donde consagraron los primeros sacerdotes. Son de oro y plata con raras incrustaciones de piedras finas. Bajo los altares están los huesos de santos ante quienes la multitud se inclina.

         El edificio del Seminario –en construcción aún— recorta sus cuatro pisos en el espacio gallardamente. Piñol y Aycinema dijo de él que era uno de los mejores de Centroamérica.

         La Universidad ha sido refaccionada, dotándola de espaciosos salones de estudio, de gabinetes completos y de magnífica luz.

         El mercado viejo es también un buen edificio. Su comercio es uno de los más grandes, pues recibe la arteria de Matagalpa desde donde llegan continuamente enormes romerías de mulas cargadas. Hace poco se abrió al público otro mercado situado al occidente de la población.

         El Instituto ha dado una alta muestra de escultura levantando en sus jardines el mármol del inolvidable Carazo, el protector de la Instrucción pública, cuyo panegírico tan magistralmente hiciera  el actual Director de este Centro don Andrés Zúñiga, allá por los días del Centenario de la Universidad.

         El teatro es sin disputa el mejor de la república. Consta de tres pisos y de una platea espaciosa. Su alumbrado es eléctrico.

         Los parques públicos van en progreso. Hay dos en formación: el de Mena y el de Madriz. El de San Juan es pequeño y bello. Sobre sus calles viven nutridas alamedas de almendros que casi forman boulevares. El parque Jerez ocupa una manzana. Totalmente enladrillado. La concurrencia que en él se reúne durante las noches de concierto es numerosa. En su centro se levanta la estatua pensativa de Máximo Jerez.

         El edificio del Club Social es amplio y moderno en su arquitectura. El que ocupa el Hotel Metropolitano es quizá el mejor edificio de la ciudad.

         Y ya que he hablado del Club Social, permítaseme nombrar a su presidente, José León Leiva. Hombre de negocios, emprendedor infatigable, se le vio aparecer sobre la arena con el bagaje de su fe en sí mismo. Fue periodista de lucha y luego, metido de lleno en la vida práctica, honrada y noblemente trabajó con anhelos hasta llegar a ser, como es, uno de los más fuertes capitalistas y de los más enérgicos cerebros. A él se debe la creación de las casas de comisión en aquel centro comercial. Tiene un hogar feliz y goza del aprecio de la sociedad de León que se enorgullece contándolo entre sus hijos.

         Otros de los que ha subido por el mérito de su constancia y su honradez en el trabajo son: Rigoberto Villavicencio y Rubén Valladares que en compañía de Alberto Reyes tiene establecida una fuerte casa de comercio.

Tomás Pereira, Cardenal, Nor---, Salvador Salgado, David y Leonardo Argüello, Fanor Fernández, Alfonso Saravia, Julio Portocarrero, Gurdián y hermanos, fuertes teneros que han hecho de la azuela una fuerte industria, llevan la dirección del alto comercio.

         En el ejercicio de su profesión hacen vida independiente, Vespaciano, Milciades y Humberto Aguilar, jóvenes competentes doctores, el primero en dentistería y los últimos dos en leyes.

          Los mejores hoteles son el Metropolitano y el Roma.

         Las únicas casas de Salud, las de Debayle y Sacasa. El doctor J. Constantino Herdocia ejercía con gran éxito su profesión de médico especialista en enfermedades de los ojos. Pero se fue a Costa Rica donde lo llamaba el amor.

          Las mejores sastrerías son las de Salvador Salinas y Demetrio Méndez.

         Las mejores zapaterías: la Modelo y la Central, Joyerías, Salvador Sotomayor y Quintero. Prío tiene la más bien montada cantina; Librerías, Las dos Carátulas y la Hormiga de Oro; Droguerías, David y Leonardo Argüello; Casas de Agencia y Comisión, José León Leiva y Guerrero Hnos.; Tulio Amado Aguilar tiene una oficina de banca y compra cueros, pieles, oro, plata, giros, etc., etc. Clubs el Social y el de Artesanos; Paseos públicos el Puente y el Hipódromo.

          Así, bajo una serena administración de justicia y de ley que tan bien ha sabido desarrollar el culto amplio y bien intencionado cerebro de Antonio Reyes, Jefe Político de aquel departamento; así León, pensando quizá con dolor en las horas negras del pasado, cuando las piedras de sus calles se tiñeron con sangre de hermanos; trabajando ahora pacífica y arduamente, después de haber leído en las páginas de su historia, que es la historia de todos los pueblos, que si ha de haber lucha ha de ser ésta la noble y santa del ideal, la que se desarrolla en la tribuna, en la prensa y en el club, obedeciendo  al credo de las cabezas conscientes; no dejándose arrastrar por la mefistofélica palabra de los caudillejos que no supieron otra cosa que dejar andrajoso y herido el corazón de la patria. Así León, —digo—  espera con paciencia los frutos de la paz y siembra semilla de concordia en los espíritus.

         Sus enormes calles silenciosas ven pasar al labriego que regresa de sus diarias tareas al estudiante que va hacia las fuentes de luz que lo nutren; el comerciante que cierra sus puertas cuando el sol se pone; las chiquillas que se sientan bajo los aleros como aves, aquel arcaico pueblo rodeado de alturas en una de las cuales se levanta el Fortín de Acosasco; ese León de los conventos y las iglesias históricas sobre cuyas paredes se ven aún grotescos dibujos milenarios, reparte sus fuentes de riqueza pródigamente entre sus hijos, como un padre amoroso y va en el concierto de las poblaciones de Nicaragua como una hermana mayor que mostrará el camino a las demás.
                                                        GABRY RIVAS


Managua, Junio de 1915. 

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* Publicado en:  El Nacional. Managua. Domingo, 1º de Agosto de 1915.

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