Para David Argüello, Ramón Gurdián y Carlos Lanzas,
buenos corazones de amigos.
1ª INSTANTÁNEA
LEÓN
León, lleno de
tradiciones, de leyendas, oloroso a misal, a cofre antiguo, a rosas viejas.
Sobre las piedras de sus calles el sol salta en chispas y pasan los vehículos
dejando un ensordecedor ruido de herrería. La Catedral, como en el verso de
Alfonso Cortés, brilla como un diamante. Pasan mendigos, locos, limpiabotas y
doctores a caballo.
PARQUE JEREZ
Lino Argüello. 1 de Mayo de 1922 |
Alfonso Cortés - 1931 |
2 de Septiembre de 1918 |
En una acera
próxima, arrastrado en un carro de ruedas, va Luis H. Debayle; enfermo, mustio,
ajado por el soplo de la vida. Y Luis H. Debayle el eminente quirurgo como le llamó el maestro Felipe
Ibarra, es así como un viejo escudo de casa noble, que despierta recuerdos de
idos días, llenos de boato, galantería y gloria. Ya De Bayle no canta. Aquel su
son sencillo y hondo que hacía de sus versos legítimas gemas, se apaga y muere
en una lánguida queja dentro del corazón de este hombre, gloria auténtica de
Nicaragua y altísimo espíritu de Hombre.
Más allá nos da en
los ojos, la figura bohemia y turbulenta de Israel Paniagua Prado: con el
cabello en desorden, un tanto gordo como un burgués satisfecho, con ancha faja
de cuero donde enormes iniciales descansan sobre su gruesa barriga, con los
zapatos sueltos, va el Poeta Laureado. Y yo pienso en la vida agitada de Murger,
de Verlaine, de Poe, de Luis G. Urbina. Todos bohemios, bohemios deslizándose
en una vida disipada de un qué-me-importa
para todo, Israel Paniagua Prado vive en León su existencia de poeta, poniendo
un encoger de hombros ante la censura de la burguesía.
Por allá va rápido, amable, sonriente, el Padre Pallais. Él es digno del elogio de Francis Jammes –su hermano— y yo no pondré mis pensamientos en la personalidad colosal del poeta-sacerdote, el de los grandes hallazgos.
1 de Mayo de 1922 |
Y Juan de Dios Vanegas, pausado, socarrón, con una marcada indiferencia que casi parece “pose”, va despacio y grave, con un rollo de escrituras públicas bajo el brazo. A su paso siento la gravedad que producen ciertos instantes en que algo enorme va a desfilar ante nuestros ojos, algo así como un discurso de académico, como la colocación de una medalla, como la lectura de un testamento…
García Espinosa,
deshoja su flor de humildad. Es un poeta raro. De un temperamento fino,
observador. Yo estreché su mano con cálido regocijo porque sabía que tocaba la
mano de un hombre sincero.
Y Juan Munguía
Novoa, el anti-académico, con elegante peinado, oloroso a Agua de Colonia,
impecablemente vestido por Leandro Martínez, va alegre y jovial, con ese su
simpático humor, repartiendo saludos elegantes. Juan Munguía Novoa, el poeta
actual, el enemigo de los Juegos Florales, de las Academias y de la bohemia
sucia y repugnante
Tal los poetas de
León, vistos como un panorama.
2ª. INSTATÁNEA
PONELOYA
Poneloya, abierto
como un par de brazos. Alegre, siempre dispuesto a la canción y al poema. El
mar, dice un poeta, es como un espejo agitado. Y así vemos la extensidad enorme
del mar; rompiéndose en encajes, teñido de la sangre del sol, que como un
corazón sangrante, se desvanece sobre las olas embravecidas. La playa brilla.
El horizonte se pierde en una cruel desesperanza de no llegar nunca…
Los bañistas
gritan y los pájaros marinos cruzan pausados y lerdos como cansados de recorrer
tanta inmensidad de espacio.
Anochece. Ya el sol
cayó sobre el mar, diluyéndose sobre las olas en un rojo intenso de sangre. Se
agujerea el cielo y sobre la intranquilidad del mar, cae la noche, como un
tintero sobre la blancura de una sábana.
Aidita, Anita y
Violeta Sacasa, son tres luces de alegría alumbrando la noche marina. Aidita,
trocito de canela, todo aroma, toda dulzura y ensueño, ríe satisfecha, franca y
jovial… Anita, con su parloteo alegre, es la expresión del humor y la gentileza
y Violeta, como la flor de su nombre, es la suprema sencillez, delicadeza de
cristal, ternura de Hermana de Caridad. Todos estamos contentos. Claveteamos el
silencio con canciones, risas y poemas y la emoción del instante se grava como
una marca sobre nuestros corazones agitados de alegría y juventud.
3ª. INSTANTÁNEA
León, es un libro
de sorpresas. Cada esquina esconde una emoción. Los parques, las iglesias y las
calles, son vitrinas donde se asoma una muñequería encantadora. León, es bello,
más por esto. Allí la fealdad en las mujeres no existe. La línea, la gracia, el
perfilo. La sonrisa, la voz, el gesto. Los pies, las manos, los ojos. Todo
encantador, soñador. Qué bello será envejecer en León…
Y hoy, el recordar
los instantes amenos de León, el nombre de Aidita Sacasa vibra como un timbre
eléctrico, continuo y mortificante que aleja de mis párpados el sueño…
Edgardo Prado.
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