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EL VERDADERO ESCUDO DE GRANADA. Por: Eduardo Pérez-Valle. En: La Prensa Literaria, 21 de Julio de 1974
El verdadero escudo de Granada no es el que se ha estado usando como tal y que se ve en el frontis de la alcaldía y en otros sitios públicos.
En mil novecientos treinta y tantos,
don Luis Cuadra Cea dijo haber encontrado el escudo en un documento que se conservaba
en la Curia de León. El hallazgo fue acogido con beneplácito por los miembros
de la Academia de la Historia de Granada; y el doctor José Bárcenas Meneses,
secretario perpetuo, hizo la descripción en el emperifollado lenguaje de la
ciencia heráldica, acompañándola de la necesaria explicación:
… “Es de forma conocida con el nombre
de hispano – árabe, o sea circular. Está orlado de perlas y dividido en cuatro
cuarteles, o sea en el superior diestro e inferior siniestro hay un castillo de
forma antigua, es decir, como se representaban en heráldica antiguamente. El
del primer cuartel carece de torre y ocupa el lugar de ésta una granada, que es
la representación de nuestra ciudad. En el cuarto cuartel el Castillo tiene una
torre y 2 lanzas cruzadas, lo que indica que el escudo fue concedido por
méritos militares, indudablemente cuando las invasiones de los piratas en el
siglo XVII, ya que el significado de las lanzas es fuerza unida a la
prudencia.
En el segundo y tercer cuarteles, o
sean el siniestro y superior y el diestro inferior hay un León rampante
coronado, linguado y armado. Esto, en lenguaje heráldico significa que los
leones están en actitud de agredir, esto es, apoyados en sus cuartos traseros,
con las manos levantadas, la diestra alta y la siniestra un poco más baja, la
cabeza de perfil la boca abierta, la lengua fuera y mostrando las garras.
Los Castillos simbolizan grandeza,
elevación, y también asilo y salvaguardia; y los leones vigilancia, autoridad,
dominio magnanimidad y bravura, lo que, unido al significado de las lanzas,
está diciéndonos de la gran consideración de S.M. el Rey de España por la
heroica defensa de Granada contra los ataques de la piratería. Y si a esto
agregamos que el escudo está timbrado con la Corona Real, que es uno de los
honores más raramente concedidos, y orlado de perlas, que es de las piezas más
honorables, lo mismo que rodeado de laurel, símbolo de la buena fama, no nos
queda duda del valor de nuestra ciudad durante la Colonia.
No se conocen, fijamente, los esmaltes
del escudo, por no tenerlos indicados el que se encontró en la Curia de León;
pero es muy probable que el campo de los cuarteles primero y cuarto sea de azur
y el de los otros de plata; que los Castillos sean de oro con las puertas de
gules; los leones de gules con las coronas, lengua y garras de oro; las lanzas
de plata y la Granada de colores naturales, o sean las hojas verdes, la fruta
anaranjada y los granos rojos. También la corona de laurel es de color natural.
Deducimos lo anterior del Escudo Real de España y de los de Huesca y Granada.
Como el oro indica nobleza, magnanimidad,
riqueza, constancia; la plata pureza, obediencia y vigilancia; los gules,
fortaleza, victoria osadía; el azur justicia, celo y lealtad, salta a la vista
lo que Granada valía en la época en que le fue concedido el Escudo”.
Hasta aquí la descripción y explicación
del doctor Bárcenas, quien nos parece, no hizo más que transcribir algo escrito
por don Luis Cuadra. ¡Lástima grande que, al correr del tiempo, resulte que no
es verdad tanta belleza!
En 1947 la ciudad española de Granada
obsequió a su homónima de Nicaragua, un juego de azulejos (fabricados, según
consta en ellos mismos, en las Cerámicas Ruiz de Luna, de Talavera) que
reproducen el Escudo propuesto por don Luis. Se ha querido ver en ello un
reconocimiento de la autenticidad del referido Escudo; pero lo cierto es que
los españoles no se preocupan por comprobar nada; yel dibujo que sirvió de
modelo, a solicitud de Granada de España fue enviado de Nicaragua; y fue su
autor el conocido dibujante granadino, ya fallecido, Adrián Lacayo Poessy. Los
españoles, haciendo gala de comodidad peninsular, acataron sin discusión el
diseño del artista nicaragüense, quien a su vez interpretaba las valientes
inspiraciones de don Luis.
Corría el año 61 cuando la Oficina de
Control de Especies Postales y Filatelia de Nicaragua realizó una emisión de
sellos de correo con los “Escudos de Armas Coloniales de Nicaragua”. Y publicó
un folleto ilustrativo al respecto. En él se dice que el Escudo de Granada se
encuentra en un expediente del año 1791, el cual contiene un auto mandando que
la recaudación de tributos de Xalteva corra a cargo de los alcaldes ordinarios
de Granada. Dicho expediente habría sido remito por el alcalde de Granada don
Diego de Montiel al gobernador de Nicaragua don Juan de Ayssa. Y el sello
aparecería en lacre al pie del documento de remisión y en el sobre respectivo.
En la publicación antedicha, cuyo
contenido fue aportado por don Luis Cuadra Cea, se presentaba el Escudo como
“Escudo de Armas Coloniales de la Ciudad de Santiago de Granada”.
Esa publicación de la Oficina
Filatélica motivó la de un estudio sobre “Los Escudos de Armas de las Antiguas
Villas y Ciudades de Nicaragua” por Carlos Molina Argüello, en el No. 37,
correspondiente a octubre de 1963, de la Revista Conservadora.
En dicho estudio, muy serio y concienzudo quedó
establecido:
1) Que la verdadera advocación de la ciudad de Granada
no se conocía documentalmente.
2) Que la de Santiago parecer ser una
invención, dada la ausencia de base documental en qué fundamentarla.
3) Que más lógica y verosímil sería la
de Nuestra Señora de la Concepción, bajo la cual se encuentra su Iglesia Mayor
desde los orígenes.
4) Que el Escudo por tanto tiempo
presentado como verdadero “es una de las más ridículas adaptaciones que se
pueden concebir” de las Armas de la Monarquía Española.
5) Que algunos documentos de los siglos
XVI y XVII que se conservan en el Archivo de Indias (Sevilla), aparece el
Escudo de Armas de la ciudad de Granada de Nicaragua, cuyo elemento principal
lo constituye “una granada rajada, tallada y hojada”, tal y como se representa
el antiguo Reino de Granada en el Escudo de la Nación Española.
6) Que existen dos diseños diferentes:
a) Circular, exclusivo del siglo XVI,
impreso sobre el sello de cierre, de lacre o cera, y en este, sobre un trocito
de papel (que servía para impedir que el lacre o cera embotara el grabado).
b) También circular, pero encerrado un
escudo cuadrilongo; exclusivo del siglo XVII, usado únicamente como marca de
autorización, estampado también sobre un trozo de papel apoyado en lacre o
cera; y precedido de la frase de estilo: “Sellada con el sello de nuestro
Cabildo” o “Con el sello de la Ciudad y Cabildo”.
Molina pudo observar por lo menos
cuatro del primero modelo, correspondientes a los años entre 1535 y 1563. Y
hasta ocho del segundo, pertenecientes a los años entre 1630 y 1636.
En el citado número de Revista
Conservadora se reproducen fotografías de dichos sellos, y dibujos
esquemáticos de los mismos, para facilitar una mejor apreciación, los cuales
también reproducimos aquí.
Por nuestra parte, queremos señalar
algunos detalles, hasta ahora no tomados en cuenta, y que consideramos de
importancia:
En su forma más antigua (siglo XVI) el
Escudo aparece contorneado por un finísimo trechor y fuera de él, por una
filiera o filete cargado de perlas (una “sarta de perlas”).
Esto cambia la versión del siglo XVII,
en que las perlas son interiores o un filete que limita el Escudo. (Recordemos
aquí que estas denominaciones, propias del lenguaje heráldico, establecen
proporciones con el ancho total del escudo: el filete ocupa una decimoctava
parte, el trechor una vigésimacuarta).
Al menos queda como elemento fijo la
sarta de perlas bordeando el Escudo. Este atributo quizás tenga que ver con la
posición lacustre, quasi-marítima de la ciudad, gracias a la arteria vital del
Desaguadero, y con la riqueza que era fama gozaba la ciudad, pues el
Desaguadero de la Laguna cabe la cual estaban, según la leyenda que corría en
la Corte, era tan grande “como el Guadalquivir que pasa por Sevilla”, y “de
mucha gente y muy rica de oro”, “que desde allí se llevó a Yucatán el oro que
tenía Moctezumas”.
Otro detalle no tomado en cuenta por
Molina en el boceto que el propone como el auténtico Escudo de Armas de Granada
en su más simple expresión”, es la corona que cubre la granada. Y no debe
pasarse por alto.
En la versión del XVI aparece como una
esquemática corona ducal, de círculo liso, desprovisto de piedras preciosas,
surmontada de ocho florones como hojas de trébol (de los cuales, naturalmente,
sólo se ven cinco). Esta corona podían usarla los duques que no fuesen grandes
de España, los Capitanes Generales, Almirantes, Condestables y otros títulos de
igual magnitud.
La razón de esta ocurrencia, a primer
examen peregrina, de poner corona a una fruta (pues usualmente se coronan
leones, leopardos, águilas, testas humanas) puede estar en el hecho de que la
granada es aquí “armería parlante de comunidad”, “símbolo parlante” de la
ciudad, pues el nombre de la fruta es el mismo de la población. Por la misma
razón fue introducida en las Armas de España.
Es
lógico que si se quiere atribuir a una figura el carácter de símbolo parlante,
es decir, que su nombre nos exprese el de una entidad diferente, lo primero que
debe procurarse es no desnaturalizarla, que su representación sea lo más
natural que pueda lograrse.
Por ello en el Escudo de España la
granada aparece “en su color, rajada de gules (se ven los granos rojos),
tallada (es decir, provista de tallo y hojada con dos hojas de sinople (es
decir, tallo y hojas de color verde). Así debe ser también la del Escudo de
Granada de Nicaragua. (Hay blasones que ostenta la granada completamente verde,
o de oro, pero en ellos ya no es símbolo parlante).
Volviendo a lo principal de nuestro
tema, decimo que en el Escudo de Granada nose corona la fruta, se corona la
ciudad que simboliza. Y esto ya no es absurdo, sino que nos habla de méritos
valederos para ello: las coronas eran símbolos de virtud (virtus) o fuerza.
Sólo nos resta señalar que el diseño
del siglo XVII nos parece desvirtuado por la introducción claramente arbitraria
de elementos decorativos superfluos. En el campo del escudo original circular
(a la romana) se delinea otro escudo de tipo francés (o portugués), el cual
contiene a la granda y sostiene a la corona en su borde superior. Esta aparece
transformada en algo que remotamente se parece a una corona de marqués, con
perlas en el círculo en vez de las consabidas gemas. A ambos lados del escudo
interior aparecen volutas en forma de signos de interrogación.
Además de la granada “en su color rajada de gules y
tallada y hojada, de sinople”, la corona ducal de círculo liso que la cubre; y
el trechor más la filera de perlas que bordean el Escudo.
En cuando al número de hojas que
flanquean el tallo, el dibujo que ofrece Molina (interpretando los sellos por
el examinados) presenta un ramo de hasta cuatro hojas, pero quizás revisando
los originales puedan reducirse a dos. Aunque este número está lejos de ser
obligatorio, pues hay blasones con granadas hojadas de una y de cinco hojas,
así como sin ellas, el número de dos favorece la analogía con símbolo de la
Granada de España.
Eduardo
Pérez Valle
Julio
de 1974
1)
Reproducción al dibujo del Sello de la Ciudad de Granada usado en el siglo XVI.
2)
Reproducción al dibujo del Sello de la Ciudad de Granada usado en el siglo
XVII.
3) El auténtico Escudo de Armas de Granada.
DEBATE DE LAS
IDEAS
HISTORIA HERÁLDICA DE NICARAGUA: ACLARACIÓN SOBRE EL
VERDADERO NOMBRE / ESCUDO COLONIAL DE GRANADA
Por: Luis Cuadra Cea. En: La Prensa Literaria. 1 de Agosto de 1974
Porque soy el principal gestor de este asunto
heráldico del Verdadero Escudo de Armas Colonial de Granada quiero aclarar y
dejar establecido que los señores Eduardo Pérez Valle y Carlos Molina Argüello
desconocen por completo la Historia Heráldica de Granada.
Hace algún tiempo escribí en el rotativo Novedades una serie de artículos intitulados “Más Papistas que El Papa” en uno de los cuales traté si bien ligeramente sobre la serie de errores cometidos por Molina Argüello en su artículo publicado en la Revista Conservadora acerca de los Escudos de Armas Coloniales de distintas poblaciones de Nicaragua. Ahí se permitió ese señor hacer por su cuenta y riesgo el Escudo de Armas Colonial de Rivas que resultó ser una verdadera farsa ante la fotografía de dicho Escudo Colonial de Armas de Rivas enviada por el Archivo Nacional de Guatemala al Archivo Nacional de Nicaragua, foto que hoy se encuentra en poder del Alcalde de Rivas que es igual a la representación que di a conocer en 1927 y es la que actualmente se usa por el Municipio rivense.
Pérez Valle considera que el verdadero
Escudo de Granada es el que consiste en una Granada, en su campo porque Molina
Argüello es el único que da a conocer. Molina y Argüello desconocen por
completo que Granada tuvo dos Escudos Coloniales, lo mismo que ocurrió y por
las mismas razones a la ciudad de León que tuvo también dos Escudos Coloniales,
debido a que el primero en ambas poblaciones fue obtenido en Madrid por
Pedrarias, abuelo de los Contreras que causaron el repudio completo en
Nicaragua por su levantamiento y el asesinato que hicieron del Obispo
Valdivieso en León, en 1550.
Conviene que informe que cuando los
leoneses abandonaron el actual lugar de las ruinas de León Viejo el 2 de Enero
de 1610 llevaban la convicción de que ese sitio estaba maldito por el asesinato
del Obispo, hecho cometido por los Contreras quienes huyeron dirigiéndose a
Granada donde reclutaron gente y cometieron otros abusos habiendo seguido luego
a Panamá donde perecieron.
El Ayuntamiento leonés dispuso no
seguir usando su primer Escudo de Armas Colonial que había obtenido en tiempos
de Pedrarias, que consistía en un león rampante en su campo y resolvió hacer un
segundo Escudo que les fue autorizado por la Capitanía General de Guatemala
consistente en la representación heráldica del Volcán Momotombo, tal como
aparece y lo usa el actual municipio de León, y que fue encontrado por el
suscrito en 1927.
En uno de sus escritos informa Molina
Argüello que esta ilustración del segundo Escudo de Armas Colonial de León la
mostró a los técnicos del Archivo General de Indias quienes le manifestaron que
ignoraban el significado de la figura central, a lo que agrego ahora, que no
podía saber que se trataba del Volcán Momotombo por la sencilla razón de que en
España no hay volcanes en actividad.
En cuanto al segundo Escudo Colonial de
Granada cuya sola imagen que conocemos es el sello en lacre que ostenta el
escrito autorizado por el Capitán Mateo de Espinoza, Adelantado de Costa
Rica y Alcalde Municipal de Granada,
autorizado el primero de agosto de 1791, es el mismo que el honorable
Ayuntamiento de la ciudad de Granada en España envió a su hermana la ciudad de
Granada de Nicaragua y se encuentra adornando el Salón Consistorial de nuestra
ciudad de Granada.
Cabe que yo recuerde aquí que hace
pocos días en las Radiodifusoras de Granada, Pérez Valle estuvo dando a conocer
que este segundo Escudo de Armas Colonial de Granada que adorna en azulejo el
Salón Consistorial es el de Granada de España y no el de Granada de Nicaragua;
pero nunca dio a conocer Pérez Valle en qué prueba se basaba para hacer tal
afirmación y nos aparee diciendo ahora con verdadera extrañeza para nosotros en
su escrito El Verdadero Escudo de Granada que publica en La Prensa Literaria
del Domingo 21 de Julio de 1974, que ese Escudo de los azulejos es una de las
más ridículas adaptaciones que se pueden concebir de las Armas de la Monarquía
Española: A qué se debe este cambio de opinión suya, Pérez Valle? Contened la
risa.
Pérez Valle se burla aquí de la
seriedad y respeto que nos merece el Alcalde de Granada Capitán Mateo de
Espinoza, Adelantado de Costa Rica y de la autenticidad del escrito que firmó
donde aparece la única copia que se conserva de dicho segundo Escudo de Armas Colonial
granadino de Nicaragua fechado en primero de Agosto de 1791. De los dos Escudos
Coloniales de Armas de Granada se conocen en Nicaragua solamente dos copias:
una copia de cada uno y las posee el suscrito.
Los segundos Escudos de Armas
Coloniales de Granada y León fueron autorizados por la Capitanía General de
Guatemala a lo que se debe que Molina Argüello no encontrado en el Archivo de
Indias de Sevilla la autorización de Madrid.
En Heráldica se pueden usar por
cualquiera institución las Armas de la Monarquía Española, pero alterándolas
para que no sean idénticas a las de la Casa Real, que es lo que ocurrió con el
segundo Escudo de Armas Colonial de Granada.
Indico que Pérez Valle y Molina
Argüello ignoran por completo que los conquistadores españoles bautizaron a la
Perla del Gran Lago con el nombre de Santiago de Granada, dato que puede
encontrar cualquier mortal en el informe de la Diócesis de Nicaragua al Rey de
España hecha por el Obispo Morell de Santa Cruz en 1752 de sobra conocido.
Termino anotando que los Coroneles
Crisanto Sacasa y Cleto Ordóñez al proclamar Gobierno Independiente a la
Provincia de Granada del Gobierno de León, suprimieron el segundo Escudo
Colonial de Armas de Granada o sea el de las Armas Reales Alteradas y lo
sustituyeron por el primer Escudo Colonial de Armas de esa misma ciudad o sea
el de la Granada en el campo del Escudo, cuyo único ejemplar existente lo firmó
el sub-delegado de Hacienda Don Silvestre Selva en 1828 que a su vez fue repuesto por el Escudo de la
Federación de Centro América, y éste por el de la República de Nicaragua hasta
la fecha.
Masaya
1º de Agosto de 1974
LUIS
CUADRA CEA
NOTA
DE LA DIRECCIÓN: Nos parece importante que el Prof. Cuadra Cea Nos remita
fotocopia de los documentos a que alude para documentar gráficamente sus
afirmaciones ya que la polémica planteada tiene gran interés histórico para las
ciudades aludidas.
Remachando el
clavo
GRANADA Y SU
ESCUDO. Por: Eduardo Pérez Valle. La
Prensa Literaria, 13 de Octubre de 1974
Hace ya algunos días don Luis Cuadra
Cea publicó en LA PRENSA LITERARIA un su escrito en que pretende desvirtuar
nuestras conclusiones sobre el verdadero Escudo de Granada, publicadas
anteriormente en estas mismas páginas. Con la tardanza en contestarle, quizás
don Luis ya está cantando victoria, aplicando aquello de que “el que calla
otorga”, “el que ríe por último ríe mejor”, etc. Pero perdone que interrumpamos
su solaz mientras hacemos disección de sus afirmaciones.
En su escrito don Luis nos viene
ejecutando una melodía completamente nueva. Dice que tanto León como Granada
tuvieron dos escudos coloniales: el primero, obtenido por Pedrarias en Madrid,
cayó en desuso a causa del repudio general que atrajeron sobre sí los
Contreras, nietos de Pedrarias, por el asesinato del obispo Valdivieso; el de
León “consistía , según nuestro pintoresco Rey de Armas—en un león rampante en
su capo; el primitivo de Granada no lo describe, pero se deduce que según él
debió ser el que encontró Molina en el Archivo de Indias, con una granada
rajada, tallada y hojada, con corona ducal y bordeado el campo por trechor y
filera de perlas. Hasta aquí, según la nueva cantata de don Luis, los escudos
conseguidos por Pedrarias. Y decimos cantata porque sus afirmaciones son algo
puramente lírico, subjetivo, arbitrario, pues no aporta una sola prueba en su
abono.
“El ayuntamiento leonés –dice— dispuso
no seguir usando su primer escudo” … Vinieron entonces dos nuevos blasones
(asústense Uds.) autorizados aquí no más, por la Capitanía General de
Guatemala, razón esta por la cual Molina Argüello nunca pudo encontrarlos en
Sevilla. León adoptó el que ostenta el volcán Momotombo rodeado de llamas,
flanqueado por leones rampantes, al pie las ondas del Xolotlán surcadas por un
barquito de papel. Siguiendo las ocurrencias de don Luis, Granada habría
adoptado por entonces “las armas de la monarquía española ligeramente
alteradas”, como reza el folleto de la Oficina Filatélica (1961).
Resulta increíble que un cabildo, por
sí y ante sí, renuncie al uso de un escudo obtenido por concesión real y adopte
otro acordado por autoridades provincianas. Y cosa peregrina, estrafalaria y
atroz nos resulta la idea de que la Capitanía General, saltándose de un solo
tranco todas las normas vigentes, comience a repartir escudos inventados, como
quiere don Luis. Para medir el absurdo que encierra tal idea, recordemos cómo
todos los tratadistas son acordes en que las armerías de ciudad, desde la Edad
Media, siempre fueron concedidas por los soberanos. Insertemos aquí lo que
escribe el tratadista Francisco Xavier Garma y Durán en su Arte
Heráldica-Adarga Catalana en la página 23 de la edición española de 1959:
“A todo príncipe soberano le es
facultativo señalar a sus vasallos las armerías de que deben usar, elevándose
por sus méritos o benevolencia al honor de poder llevarlas, sin que a nadie le
sea permitido poderlas tomar de facultad propia, ni tampoco sin permiso de su
príncipe intentar alterar las concedidas; pues en el escudo o puede haber
interior ni exteriormente, punto, línea, pieza, figura o esmalte que no sea por concesión real; y de
alterarlas o tomarlas a su arbitrio puede fácilmente incurrir en los crímenes
de falsario usurpando las de otra familia ilustre, y de lesa majestad
apropiándose las de su soberano; además de la confusión que podía causar tal
vez por mal ordenadas, extrañas y fantásticas, en deshonor y menosprecio del
dueño y de su familia; conque, para obviar estos movimientos, han conservado y
tienen los príncipes con mucha estimación y autoridad los heraldos o
reyes de armas, considerándolos precisos al reglamento de las armerías, según
preceptos y términos del blasón, en la nobleza de sus dominios y señoríos”.
Felipe II en 1596 confirmó a las
ciudades, villas y lugares de América el uso de las armas, concedidas por los
reyes, en cédula de Aranjuez, de 20 de marzo:
“Teniendo consideración a los buenos y
leales servicios que nos han hecho las Ciudades, Villas y Lugares de nuestras
Indias Occidentales, e Islas adjacentes, y que los vecinos particulares y
naturales han asistido a su pacificación y población: Es nuestra voluntad de
conceder, y concedemos a las dichas Ciudades, Villas y Lugares, que tengan por
sus armas y divisas señalas y conocidas las que especialmente hubieren recibido
de los Señores Reyes nuestros progenitores, y de Nos, y después les concedieren
nuestros sucesores, para que las puedan traer y poner en sus Pendones, Estandartes,
Banderas, Escudos, Sellos, y en las otras partes, y lugares que quisieren, y
por bien tuvieren, en la forma y disposición que las otras Ciudades de nuestros
Reynos, a quien hemos hecho merced de Armas y divisas”… (Recopilación de
Leyes de los Reinos de las Indias, en I,Tít.VIII, Lib. IV).
Con esto demostramos a don Luis que el
uso de blasones nunca fue ningún juego, sino cosa muy seria y peluda. Respecto
a la existencia de un escudo No. 1 y otro No. 2, así para León como para
Granada, el criterio de don Luis no anda muy rectilíneo que digamos: padece el
prurito de, “a falta de datos positivos”, asentarse en lo que considera
“fuertes presunciones históricas”, que después resultan fallidas. Muy diferente
a la cantata actual es lo que escribía don Luis en florida jerga cortesana en
1941, en la revista Mercurio, año 11, número 136, sobre el “Sello Mayor
de Armas del Ayuntamiento de León”, “que representa el escudo concedido a la
urbe, posiblemente por su Majestad el Emperador Carlos V, ya que a falta de datos
positivos podemos suponerlo así por haber fuertes presunciones históricas para
ello; merced regia que bien pudo haber sido hecha a raíz de aquella desastrada
conjuración de los Contreras, en 1550, y como un presente a la lealtad leonesa
puesta a prueba al oír ese primer grito de libertad dado en América; o bien en
aquella hermosa gesta imperial al otorgarle los privilegios de Ciudad y de
Capital, organizar su primer Consejo, extender a Pedrarias el título de primer
Gobernador y Capitán General de Nicaragua en cédula de 1 de junio de 1527, y
crear la Diócesis nombrando a su Primer Pastor, con lo que quedara constituida
desde entonces la entidad nicaragüense, y el monarca lo acordara –ciertamente a
gestiones, instancias y méritos de Pedrarias, pues nunca vino a Centro América
funcionario civil de estirpe noble y ascendencia política tan altas como las de
este Conde de la Gomera”.
Como se ve por esta parrafada, todavía
don Luis no había hechos el “descubrimiento” de los dos escudos de León, y era
tan ignorante de la “Historia Heráldica de León y Granada” como él dice que
somos ahora Molina Argüello y el suscrito. Parece que ese descubrimiento es de
un destilado de sustancia gris obtenido por alquimia ultramoderna.
Pasamos por alto un enredijo que hace
don Luis acerca de unas supuestas declaraciones radiales del suscrito, para
ocuparme de algo más serio:
Dice don Luis que es el obispo Morel quien afirma que el nombramiento que los españoles dieron a la ciudad fue “Santiago de Granada”. Hemos buscado cuidadosamente en la Visita Apostólica de Morel, así en la publicación de la Gaceta de Nicaragua (1874-75) como en la del Diario de Nicaragua (1909) y lo único que encontramos es lo siguiente:
--
“La Parroquia es de cal, piedra y ladrillo: su titular Santiago: cae a la plaza
mayor y su frontispicio la hermosea” …
Está bien claro que la advocación de Santiago, según
Morel, correspondía a la iglesia parroquial, no a la ciudad. Advocación o
título de iglesia y de ciudad son cosas muy diferentes, y no tienen por qué
coincidir. Así, la iglesia mayor de la primitiva León (presunta “Santiago de
León”) se llamó de Nuestra Señora de la Piedad; la Villa Fiel de San Fernando
de Masaya tuvo siempre su iglesia parroquial dedicada a la Asunción; en el
Valle de Nicaragua, elevado a Villa de Nicaragua de la Purísima Concepción de
Rivas, la iglesia siempre fue de la Santa Cruz…
Para concluir reiteramos nuestra convicción de que sí
es que el auténtico Escudo de Granada está contenido en los sellos de su
Consejo, debe ser el que encontró Molina en dos versiones (siglos XVI y XVII)
en el Archivo General de Indias; versiones que sustancialmente se confunden, y
de las que preferimos la más antigua, por razones obvias, entre ellas las de su
mayor sencillez y mayor aproximación a la prístina fuente de su constitución.
Granada, 7 de Octubre de 1974
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