sábado, 27 de mayo de 2023

Gobiernos Divinos contra PUEBLOS HUMANOS. Por Manolo Cuadra. En: Alma Mater, Órgano Oficial del Centro Universitario de Managua. Diciembre de 1947. Año I. No. 1. Pp. 15 – 17.


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MANOLO CUADRA VEGA

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    Tenemos, en el exterior, fama de belicosos. Cada nicaragüense, se cree, ha nacido, como los romanos bajo el signo de Marte, a la sombra del machete, en parto violento de pólvora y sangre. En el extranjero: Costa Rica, Honduras, Guatemala o Colombia, los partidos de oposición recurren a núcleos nicaragüenses para respaldar sus movimientos armados contra el Gobierno; y en Panamá, en El Salvador, en Costa Rica, en época de peligro, estos gobiernos llaman a nuestros paisanos, para fortalecerse en la resistencia contra los sediciosos. En cualquiera de los dos casos, una cosa queda demostrada: Que somos hombres de armas tomar que tenemos detrás, empujándonos, una ardiente tradición de guerra y, aparte de que podemos vendernos al mejor postor, se nos aprecia como agentes de concurso, en una epopeya indiscriminada, pueden irse al suelo blandos presidentes, democráticos y repulsivos déspotas totalitarios.

    Por esto mismo, la gente del extranjero que conoce nuestra pasión por la revuelta, se pregunta con frecuencia, por qué no ponemos en práctica esta “virtud nacional” para derribar al General Somoza entre el disparo del fusil y el zumbido de los machetes. A esta gente superficial la parece incoherente que, listos para desenredar ovillos en el extra-muro, no hayamos podido cortar, de un limpio machetazo, el nudo gordiano que nos ciñe al cuello de un lívido azul de asfixia. Pero esta gente olvida los nuevos rumbos de la historia y el curso de la más reciente “inteligencia política”. Ignora que los nuevos gobiernos de los viejos Estados se entienden de tal manera, que han dado en formar lo que podríamos llamar una casta burocrática internacional; que entre ellos las diferencias y disgustos son sólo motivos que animan la monotonía de los despachos de Relaciones Exteriores y que la única que cuenta es la seguridad del Estado vecino, por un pacto recíproco establecido tácitamente, de Gobierno a Gobierno. Un pacto contra los pueblos.

    No importa que los Estados estén regidos por gobiernos de repelentes ideologías. No importa que, mientras un Gobierno tira resueltamente al socialismo, el recule airosamente hacia la barbarie. No importa que mientras el Norte nutre su geografía de escuelas, el otro pueble sus cárceles de ciudadanos, ni que, mientras los Estados Unidos hacen morir en tierras extranjeras a millares de sus soldados, en Nicaragua un régimen y una camarilla aprovechen las armas en arriendo para abatir la protesta de los Universitarios. No importa, porque, conforme la “nueva inteligencia”, la seguridad de los gobiernos tiene prioridad sobre la soberanía de los pueblos, y el divino presidente de una república, tiene todos los derechos sobre el humano ciudadano de un país. Estamos llegando, retrocediendo, a esa fase increíble de antes de la Revolución: Los Gobiernos Divinos contra los pueblos humanos.

    En el caso de la Dictadura nicaragüense, tenemos que referirnos por lógica concatenación, al caso de la insospechable democracia de Costa Rica. Este es el país democrático por excelencia. El nuestro, el país tiranizado por antonomasia. Ambos pueblos se comprenden, casan en sus aspiraciones de libertad, se abrazan en una interdependencia de discutida simpatía. Los trabajadores que perseguidos o voluntarios han salido para aquella república; saben cómo se nos recibe en aquella tierra, donde las leyes cordiales del hospedaje alivian un tanto las heridas que aquí mismo otras leyes represivas nos infirieron. El mismo Gobierno, quizás a regañadientes, acepta la intromisión ilegal de nuestros compatriotas con relativas restricciones, y en todo caso, el nicaragüense puede moverse con entera libertad, de un pueblo a otro, de un trabajo a otro. Puede montar negocios, escribir en los diarios, meterse en política, si así le place.

    Sólo una cosa le está vedada en la superficie de esa libertad. Atacar al “Gobierno amigo” de Nicaragua, deliberar sobre la forma de darse al traste con la dictadura de Somoza, exigir con las armas en la mano al mínimo de libertad a que tiene derecho. Y es de Costa Rica, la Casa de la Libertad, como se le llama, de donde procede ese envión agresivo de donde dimana esa fuerza que robustece a “esta fuerza”.

    ¡Nueva canción que ya se hace patético estribillo: ¡Los Gobiernos Divinos contra los pueblos humanos!

    A lo largo de todo el mundo, el caso se repite con sistemática incoherencia. Estados Unidos, país en donde la “libertad levanta su antorcha”, envía sus representantes diplomáticos a España, donde el recuerdo de Felipe Segundo desde el Monasterio de Yuste, enarbola su inmenso tizón de ceniza. Inglaterra, madre del derecho liberal, sostiene a Franco, el Dictador reaccionario y el más sucio gendarme de la tiranía tiene derechos de penetrar en la casa de cualquier noble obrero castellano, mientras que el Rey de Inglaterra, se ha dicho, no tiene ninguna prerrogativa para penetrar en la choza de ningún “slum” londinense, porque un ciudadano inglés tiene tanto derecho dentro de su cabaña, como su Majestad dentro del Palacio de los Buckigham orgullosos. Sin embargo, Inglaterra sostiene al gobierno Español dentro del Consejo de las Naciones, lesionando con ello al pueblo españo y a los demás pueblos de la tierra. Y así continúa la teoría de los Gobiernos divinos en su lucha conta los pueblos humanos. ¿Qué sucedía con esos gobiernos suramericanos que acaban de caer por los suelos confesos de despotismo? Pues que un día antes de ser derribados, eran los “Gobiernos amigo” de Estados Unidos, de México, de Uruguay, de Costa Rica, de Guatemala, etc.

    Pero el caso más típico es el de Argentina. El Dictador Perón ha entrado en la órbita amistosa de la arisca Rusia, y ahí están sus misiones especiales, enviado extraordinario, sus pactos comerciales, enlazando a los dos gobiernos. También aquí se muestra patente la realidad de que los Gobiernos divinos se remangan la camisa contra los pueblos humanos.

    Para finalizar: Ningún gobierno es amigo del pueblo de Nicaragua. Sea aquel democrático revolucionario como el guatemalteco, sea recién llegado como el de Castañeda Castro, o vitalicio como el de Carías, semi-socialista como el de Picado, fascista como el de Perón, o comunista como el de Stalin. Ningún Gobierno, por el sólo hecho de serlo, está con nosotros. Porque la monstruosa consigna internacional es esta: los Gobiernos son infinitos seres divinos: los pueblos, mortales animales humanos.

    Y queda planteada la segunda parte de esta moderna historia. Trabajar por una inmediata alianza de los pueblos humanos contra los gobiernos divinos.

    Por lo anterior queda explicado cuáles son las razones que nos han impedido botar (¿quién tiene miedo a repetir esa palabra?) a Somoza. Por todas partes, nos lo han impedido los gobiernos, mezcla de buenos vecinos, de malos compañeros y corrompidos cómplices. Nos lo han impedido los gobiernos divinos contra los pueblos humanos.

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