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Plan de ocho fases falla en la 3ra.
Todo previsto, incluso “La Hora Cero”
Hoy se cumplen 16 años de la Conspiración de Abril de 1954, sin duda alguna la operación mejor planeada, dentro de las más estricta técnica militar, en los largos años de la lucha patriótica nicaragüense para libertar a Nicaragua del interminable control somocista.
La operación, concebida con base en las acciones de comandos que rigieron en la Segunda Guerra Mundial, tropezó con la improvisación y falta de preparación de las personas que iban a realizar la acción de armas y se desvaneció en una de las tragedias más dolorosas de la historia nacional.
LA PRENSA h a entrevistado a un guardia nacional ya retirado, que figuró en las investigaciones de la conspiración trágica y que reveló datos hasta ahora desconocidos sobre el sangriento abril de 1954.
LOS DOCUMENTOS CAPTURADOS
Con base en los documentos capturados a los conspiradores, nos dice el oficial aludido, que la Guardia Nacional pudo darse cuenta de que el plan general de operaciones, concebido por el Coronel Jorge Ribas Montes, era perfecto en su elaboración y realización.
Probablemente, nunca se ha enfrentado la Guardia Nacional a las perspectivas de una acción contraria tan bien planeada y que, de haberse desarrollado hasta la etapa misma del ataque, habría puesto a prueba por primera vez al ejército en una operación hostil técnicamente inobjetable.
LOGÍSTICA, FASES, ALTERNATIVAS
Ribas Montes, un oficial hondureño con estudios en la escuela militar “Francisco Morazán”, la “Escuela Politécnica” de Guatemala y cursos especiales en Estados Unidos, era un hombre de una calma extraordinaria, conciso en el hablar, con una mente que a la vez procesaba ideas humanistas, artísticas y del más puro racionalismo en el arte de la guerra.
Concibió, dice el oficial Ex G.N., en un “Plan General A”, que era, a la vez un plan de logística y táctica e incluía un plan complementario, con anexos, variaciones y alternativas, o sea todo lo humanamente previsible, todo lo que cabe planear por adelantado en una operación militar de la más pura técnica.
LA LOGÍSTICA EXTERNA
Entre las numerosas subdivisiones del Plan General A, de Ribas Montes, cuidadosamente se había planeado la “Logística Externa e Interna”, o sea el movimiento del material y personal fuera del territorio costarricense, su traslado a una hacienda atravesada por la raya fronteriza y subsiguiente despacho al lugar4 de embarque en el Lago de Nicaragua, de donde debía llevar la lancha “La Nena” al lugar de desembarco que en el mismo lago y subsiguiente traslado a Managua.
Aquí debían ser despachados, hombres y material, a las quintas “San Salvador” y “La California”, o sea lo que Ribas Montes llamaba “los puntos de concentración en Managua”.
ORGANIZANDO LOS COMANDOS
El plan atendía a los más pequeños detalles –dice el oficial ex G.N., pues había en los documentos capturados, especificaciones sobre la capacidad de los camiones, horas de circulación por la ciudad, desde el lugar de desembarco a los sitios de concentración, y cien detalles más.
Ribas Montes, un hombre delgado, de mediana estatura, pelo entrecano, bien parecido, color blanco, llegaba a Managua por primera vez.
Sin embargo, por datos de inteligencia militar, probablemente obtenidos con estados mayores de otros ejércitos de Centro América, Ribas Montes hubiera podido “andar a ciegas” en Managua, pues, por referencias exactas, sabía con precisión increíble la distancia en metros y centímetros entre cada uno de los puntos viales de la defensa de la ciudad y las residencias de los más importantes oficiales del ejército.
LOS COMANDOS DE MANAGUA
Esta parte del plan de Ribas Montes, sigue diciendo el oficial exG.N., incluía la organización de los grupos comandos en Managua, formación de los distintos pelotones y fijación del objetivo de cada uno. De acuerdo con el plan, todos los pelotones debían estar colocados en su lugar, claramente fijado, esperando “la hora cero” para lanzarse al ataque.
Los datos del ataque, que por primera vez se revelan, eran hasta ahora un secreto militar, pero ha llegado a ser, 16 años después, parte de la historia nacional.
Ribas Montes concibió 20 unidades en una acción simultánea que considerando lo desprevenido que estaba el ejército sobre los planes, se hubiera apoderado de Managua en una rápida acción impidiendo que una guarnición atacada pudiera ir en auxilio de otra. Las posibilidades de éxito era óptimas en estas condiciones.
Los objetivos y el número de hombres asignado eran los siguientes:
Casino Militar y Tercera Compañía—9 hombres.
Cantagallo y Tercera Compañía— 18 hombres.
Casa Presidencial— 9 hombres.
Primer torreón de la Compañía A—18 hombres.
Segundo torreón de la Compañía A—4 hombres.
Tercer torreón de la Compañía B— 4 hombres.
El Hormiguero (segunda fuerza de ataque)— 6 hombres.
Tráfico y Defensa (entonces junto en un solo cuartel)— 6 hombres.
rimera, segunda, tercera, quinta y sexta secciones de policía— 5 hombres en cada una.
Central de comunicaciones— 5 hombres.
Ferrocarril—5 hombres.
Capitanía de Marina— 4 hombres.
LAS OTRAS FASES
Lo que se ha descrito antes era la quinta fase del plan. La sexta fase planeada por Ribas Montes incluía la reconcentración de las unidades de ataque que hubieran asegurado sus posiciones y la organización de nuevas unidades para apoyar a las que hubieran tenido dificultades muy serias y no hubieran podido lograr sus objetivos.
Una octava fase del plan incluía el avance sobre las posiciones del ejército en los departamentos que quisieran ofrecer resistencia.
FALLO EN LA TERCERA
La primera y segunda fase del plan funcionaron perfectamente. El armamento consistía de 30 ametralladoras, 200 fusiles y 2 ametralladoras de trípode, además de muchas armas cortas.
Al entrar el plan en su tercera fase, el Plan General empezó a fallar, por el hecho de que la operación requería por los menos 130 hombres, y sólo se había concentrado 45 o 50, cuando un mandador de la hacienda “Santa Anita”, del General Somoza, informó de movimientos sospechosos en las quintas “San Salvador” y “La California”.
Las avionetas de la FAN empezaron a sobrevolar el lugar, y se consideró que el plan había sido descubierto. Otra falla fue que la gente que llegaba a las quintas era inexperta en el uso de las modernas armas que le daban, y quedaban en posesión de ellas apenas con un conocimiento mínimo de su operación.
Cuando la dirección se dio cuenta de que el movimiento había sido descubierto, por sugerencia de Pablo Leal, que conocía bien la zona del mar en Casares, se dispuso el traslado de la fuerza a esa zona, para tratar de enmontañarla.
Cuando se realizaba el traslado fue que se produjo el incidente del “Caballito Blanco”, bien conocido, la huída por los cafetales de Carazo y la masacre de prisioneros, y quema de los cadáveres efectuada con saña terrible en diversas zonas del departamento de Carazo.
EL ÚLTIMO REFRESCO
Los contactos para obtener combatientes en Managua se realizaron con gran prudencia.
Los contactados que aceptaban participar eran llevados primero a una casa en Managua y luego a la quinta, donde había vigilancia militar apostada con ametralladoras y listas a disparar si llegaba gente hostil.
En diversas reuniones se planearon incontables detalles. Entre los incontables incidentes, frases, actitudes, se recuerda la de Agustín Alfaro, que, al escasear los refrescos durante una de las reuniones, dijo a uno de los civiles que llegaban como combatientes: “Tómate este refresco que es el último que te vas a tomar”.
La broma fue festejada con cierta restricción por la solemnidad que también implicaba. Irónicamente, el civil a quien iba dirigida sobrevivió en la conspiración, en tanto que Alfaro fue uno de los presos ejecutados fríamente por órdenes del Gral. Somoza García.
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