Recuerdos sobre uno de nuestros más altos exponentes del arte escénico.
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HENRY RIVAS, 1929 - Julio 2010 † |
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Este personaje fue otra existencia sobresaliente que la
incuria muy particular de nuestros conciudadanos nunca podría apagar. Fue, sin
duda, el nicaragüense del siglo XX., que logró situarse como el más alto exponente del género literario
representado ante un público, desde joven incursionó y permaneció entregado por
completo a la representación escénica, en especial, al Teatro. Personaje culto, artista peculiar, escritor,
intelectual formado allende de nuestras fronteras, ese fue HENRY RIVAS quien
merece el recuerdo perpetuo por esos logros en los escenarios de las
producciones dramáticas.
A través del recorrido histórico conocido con el nombre de Inventario Teatral de Nicaragua de Jorge Eduardo Arellano, obra conceptuada por el poeta Francisco Valle[1] en tanto le aplica un tamizado a las partes esenciales de ese tramado en el cual Arellano deplora: la ausencia de una tradición teatral en Nicaragua y lo incipiente de nuestra dramaturgia, la trayectoria de Henry Rivas está jalonada dentro de un párrafo por la fuerza y el peso de los hechos.
No podía faltar ese apartado con algunos aspectos esenciales
sobre este artista que estuvo sobre los mejores tablados en donde representó
relevantes y complejos parlamentos. De esa obra, la siguiente cita:
“En el año de 1955 (21 de octubre) y en el Teatro
"Margot" de Managua, el actor nicaragüense Henry Rivas interpretaba,
con lleno de público, la obra Las manos
de Eurídice, monólogo del dramaturgo brasileiro Peter Bloch. Con esta
presentación iniciaba una serie de actuaciones que constituyeron la más alta y
ejemplar escuela de actores que se podía tener en el país y que le dieron a
Rivas el prestigio de una crítica especializada que lo catalogaba como el mejor
actor de la historia escénica en Nicaragua. Posteriormente, con La Historia del Zoo (1967), Henry Rivas
confirmó sus dotes de singular actor y su ya maduro y calificado
profesionalismo”.
Pues bien, al encuentro de ese rastro nos condujeron las únicas
letras en memoria de ese ilustre que decidió ausentarse de manera definitiva de
los escenarios de la vida, nos referimos a dos artículos sobre episodios
traídos a la memoria por don Alberto Cuadra Mejía., el primero es un sentido obituario
donde el título escogido, reprende y no permite espacio a la conjetura: Gran actor nicaragüense murió en soledad,
y el otro artículo del mismo autor
insiste en el legado: Recordando a Henry
Rivas.
A través de los artículos de Cuadra Mejía nos enteramos que
don Henry Rivas falleció el 22 de Julio de 2010, y fue cremado en la ciudad de Miami,
Estados Unidos de Norteamérica, cifraba 84 años de edad. En aquel olvido o “gigantesca
soledad” de ese último capítulo existencial, sólo tuvo la cercanía de su
esposa, doña Anamía Reyes Grote, de origen alemán y actriz de cine, “quien
estudió literatura y teatro en París Francia, y junto a él también estuvo su
hijo Arturo Reyes, director de cine con residencia en Puerto Rico.”
Cuadra Mejía deplora: “Su cuerpo fue cremado en el más
profundo silencio, nadie se dio cuenta de esta muerte, en Nicaragua ningún
escritor amigo, escribió ni siquiera una
nota luctuosa de este importante hombre de cine teatro y de letras que le dio
nombre a Nicaragua por todos los países donde se presentó.”
A esta sumatoria, agregamos el artículo Cronología del cine en Nicaragua[2]
por la periodista Karly Gaitán
Morales, donde hay otra interesante referencia sobre Henry Rivas. En el año 1957,
la prensa nacional divulga “la primera actuación cinematográfica como Extra del
declamador y actor nicaragüense Henry
Rivas”. Actuó en el rodaje de El
Cid, de Anthony Mann, esposo de Sarita Montiel. Representó un leproso que les
pide limosna al Cid y a Doña Ximena, personificados por Charlton Heston y
Sophia Loren”.
Alberto Cuadra Mejía refiere que en 1985, el fundador y
director del periódico La Estrella de
Nicaragua, don Nicolás López Maltez, elaboró un video titulado Henry Rivas canta a Rubén Darío, donde
aparece declamando 12 poemas de Darío. En 1995, lo entrevistó y de aquellas
declaraciones, Cuadra Mejía anota:
“…desde muy joven ganó premio, siendo el mejor declamador de
Centroamérica y México, tenía 14 años, y el certamen se hizo en México D.F,
desde entonces empezó a cosechar en Nicaragua sus primeros laureles, creció en
años y se creció como artista. Berta Singermann se quedó sorprendida al oírlo
en Managua; a los 16 años: "Ud. es originalísimo y un verdadero
profesional" dijo Berta Singermann. Fue después de eso que salió de
Nicaragua y llevó su arte a muchos
lugares de Latinoamérica, Europa, Las Antillas, Egipto, Moscú, México, Estados
Unidos etc. Se dedicó a escribir y se pasó al teatro y al cine. Estudió desde
1954 a 1960 en Madrid (Filosofía, crítica literaria), luego pasó por varios
años en Alemania. Vivió, escribió, enseñó, estudió y actuó por diez años en
París (desde 1977 hasta 1987). En 1985 se presentó en la ONU y la U.N.E.S.C.O.
en París, por seis veces, dando recitales de poesía nicaragüense.”[3]
Henry Rivas, ha sido
otra de esas personas que no es víctima de sus propias consecuencias, al
contrario, es superviviente de ese mal endémico denominado “corta memoria o
diluido colectivo”, propio en los relevos o nuevos cenáculos literarios y
artísticos de Nicaragua. Nadie brega en viejas aguas.
Desde temprana edad era predecible el advenimiento de los
logros artísticos; en Henry el inicio lo marcó esa indisputada capacidad como
declamador, fama lograda dentro y fuera de nuestro país. El arte escénico lo
mantuvo a veces estacionario y en otras, errabundo. Todos recordaban al actor de 1955, en el brillante desempeño
de Las manos de Eurídice[4],
monólogo del dramaturgo brasileiro Peter Bloch.
Estudió teatro en Río de Janeiro, mediante una beca
concedida por el Gobierno de Brasil, esa oportunidad propició el encuentro con el
afamado creador del personaje “Gumersindo Tavares”, el enamorado atrapado por
la ciclónica Eurídice.
En aquella ocasión, cuando le preguntaron ¿cuántas veces y dónde había
presentado Las Manos de Eurídice? Henry respondió: “En los últimos 10 años la
he representado unas 800 veces, comenzando en Río de Janeiro, luego en Managua,
y pasando luego a México, Santo Domingo, y en España en casi toda Galicia, y en
Madrid, Valladolid, Sevilla, La Coruña, Bilbao y Barcelona. Sólo en Madrid la
he presentado unas 313 veces. Además, la presenté en el Instituto de Cultura
Hispánica de Viena, en Austria y de Munich
en Alemania.”
Siempre fue un intelectual de prolija e ilustrativa memoria,
propio de aquellos personajes dedicados a memorizar parlamentos, guiones y,
dedicados a encarnar la psicología del personaje. Muchas obras podríamos
recordar en la ejecución del arte dramático personificado por Henry Rivas. En
la década de los 50s., y mitad de los 60s., actuó en Madrid con la Compañía
Teatral “El Carro Verde”, bajo la dirección de Julio Vier [6],
representando El Médico a Palos de
Moliere.
Entre otras importantes obras que rememoraba, están: Nuestro Pueblo, de Thorton Wild; El hombre del clavel en la boca de Luigi
Pirandello. Acostumbrado a los monólogos clásicos, tuvo particular preferencia por
representar personajes de obras inscritas en el “Teatro de lo Absurdo”, tales
como: Las sillas de Ionesco y, La
Lección, escritas también por Pirandello. El Profesor Tarana de Adamov; Magia
Roja y, Escorial de Gildereau.
En esa permanencia de nueves años fuera de Nicaragua, recordaba
que por su cuenta presentó el monólogo
Abrosio, escrito especialmente para él, por el Doctor Manuel B. Peña. Sin
embargo, aseguraba que la actuación en Esperando
a Godot de Samuel Becket, donde personificaba a Vladimiro había sido la obra
que le había dado más nombre.
Tuvo la distinción de trabajar con la Compañía Teatral “Lope
de Vega”, “en un papel secundario de la obra El Avaro de Moliere, en la cual el papel principal lo interpretaba
el gran actor Carlos Lemos”.
Ese regreso a Nicaragua no marcó la diferencia para nuestro
personaje, aunque el ánimo más ferviente estaba orientado hacia ella, intentó
sentar algunos proyectos, entre los cuales destacaban ciertas obras: La Lección del Maestro; Sobre el daño que hace el tabaco de
Antón Chejov; El Zoológico, obra
clasificada como del Teatro de lo Absurdo, escrita por Edward Albee.
De aquellos recuerdos de hace medio siglo pertenece la
inamovible respuesta de Henry Rivas al
preguntársele si había encontrado algún avance del Teatro en Nicaragua: –“No el
Teatro en sí, sino los actores—.
Hay ausentes de la vida, pequeños y grandes en diversos escenarios, es deber de
todos tenerlos anudados aunque sea en un trocito de recuerdos. Hoy hemos sumado
nuestro tributo, la imagen rediviva de Henry Vivas, aunque el último capítulo
escénico de nuestro compatriota haya sido: la muerte en soledad.
Notas:
i Consúltese
el archivo digital: El Inventario Teatral
de Nicaragua. http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/viewFile/4978/5137
2 Esta
cronología puede consultarse el libro: A la conquista de un sueño. “Una
biografía que recoge 107 años de historia del cine en Nicaragua, desde 1899 a
2006”. Asimismo, la cronología fue
publicada en el diario La Prensa: http://archivo.laprensa.com.ni/archivo/2008/julio/19/suplementos/prensaliteraria/cine/cine-20080718-1.shtml.
[3] Publicado en La Estrella
de Nicaragua, bajo el título: Henry Rivas, actor y poeta, murió en la más
completa soledad. http://estrelladenicaragua.net/?p=5690
[4] Las manos de Eurídice, una
obra dramática escrita por el brasileño Pedro Bloch y estrenada por el actor
Enrique Guitart en el teatro CAPSA de Barcelona en 1953. Con 29 años de
edad, en 1955, Henry Rivas en el papel
de “Gumersindo Tavares” realizó el monólogo en Managua y León, actuación
aclamada por gran cantidad de público.
[5] Consúltese la entrevista
concedida a la Revista “El 113”, semana del 15 al 21 de Agosto de 1966.
[6] Julio Vier fue un afamado
director del Departamento de Teatro de la Universidad Eva Perón, en la
República de Argentina.
El hijo de Henry Rivas no es Arturo Reyes, ese era su Suegro padre de su esposa Amamos, Su hijo Cineasta y Profesor Universitario de cine es Alfredo Enrique Rivas director de la Película El Risueñor y la Rosa Película donde trabajo mi Tío Henry Rivas y su esposa Analía Reyes Vida. de Rivas. Atentamente Tammy Rivas (sobrina)
ResponderEliminarDoña Tammy Rivas: Gracias por tus inestimables aportes. Este sitio siempre permanece abierto a ese tipo de sumatorias, esclarecedoras, en beneficio de la exactitud, de la verdad histórica.
ResponderEliminarEPV h.