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ARGOT DEL PRESIDIO. Por: Dr. Rodolfo Abaúnza Salinas. En: El Centroamericano, 11 de Octubre de 1967.
Los presos de “La 21” hablan una jerga carcelaria que deja
lelo al más pintado.
Compañero ya va “cubierto” le dicen al que sale versado en
la extraña jerigonza del presidio.
Impresiones captadas por el Dr. Rodolfo Abaúnza Salinas,
Director de “El Centroamericano” durante una carceleada.
Muchas, pero
muchas cosas hay que contar sobre la vida que llevan en la cárcel de “LA 21”
los presos que allí se hallan recluidos por “ANTECEDENTES” y delitos comunes,
si es que se le puede llamar vida a esa situación desgraciada y deprimente
porque pasan esos seres humanos en pugna con la justicia, sin la menor
oportunidad de readaptación al medio social.
A nuestro
centro penal, son remitidos la mayor parte de los reos rematados por delitos
comunes y también aquellos a quienes la Comandancia General considera
incorregibles, por faltas de policía, quienes se autodenominan con el nombre de
presos “por antecedentes” que a ellos les suena mejor.
De manera
que en el presidio local se encuentran bien diferenciadas las categorías de “Jueces”
y de “Antecedente” distinción que se establece aun en los encuentros de base
ball que sostienen los dos bandos en el pequeño patio que constituye su mundo.
Los 150 y pico de presos que son mantenidos
permanentemente en “La 21”, cárcel que lleva por nombre dicho número por haber
sido construida en el año 1921, por la Administración Conservadora de don Diego
Manuel Chamorro, son en un porcentaje muy crecido gente joven, perfectamente
hábil para el trabajo.
Sin embargo
allí no se realiza labor de ninguna clase que no sólo mantenga ocupada la mente
inquieta de los presidiarios, sino que pueda proporcionarles algunos medios
económicos para mejorar un poco su situación personal, especialmente cuando
algún día obtienen puerta libre.
En esa
situación que deben considerar bien las autoridades, los presos llevan una vida
de completa holgazanería y muchos de ellos hasta quizá están contentos de tener
asegurados los tres tiempos, sea como fueren.
Los que
abrigan ansias de salir no dejan de demostrar inquietud cuando se les llega el
momento de volver a la vida ciudadana.
Algunos de
ellos expresan que la operación de “pisa y corre” que realizan muchas veces las
autoridades al capturarlos con gran prontitud a poco de andar sueltos, obedece
al hecho de que al salir del penal no llevan ni un solo centavo en la bolsa y habituados
como están a ser mantenidos, tienen que delinquir nuevamente ante el espectro
del hambre, las necesidades y la imposibilidad de encontrar pronto trabajo,
siendo portadores de una cabeza rapada.
El problema
de los presos por “antecedentes” constituye un verdadero problemón, porque las
autoridades casi están convencidas de que quienes figuran en sus archivos como “ERRES
ERRES”, cuentan ya con un numero crecido de tarjetas que es mejor descartar la
posibilidad de corrección.
Ahora que se
está anunciando la construcción de una Cárcel Modelo, este tema se hace
merecedor a un reportaje aparte, donde se contemple con mayor amplitud y
detalles lo mucho que se tenderá que hacer en esa nueva institución presidiaria
sobre bases y prácticas más modernas a tono con las nuevas corrientes de la
Criminología.
Por ahora
queremos tratar de dar una idea de la situación verdaderamente confusa en que
se encuentra cualquier hijo de vecino honrado, cuando por circunstancias
especialmente políticas, tiene que trasponer la pesada reja de hierro que
conduce al segundo patio del penal de “La 21”.
El que, como
el que escribe, pasó a ser huésped de la abigarrada cárcel local en horas de
una madrugada, encontró allí un ambiente
de absoluta quietud. Era que los presos estaban durmiendo a pierna
suelta en sus tabancos de dos pisos, encerrados en siete celdas con fuertes
candados.
Uno que otro
“piche” tiene el privilegio de dormir en los corredores por ser prisionero de
confianza y nunca faltan los que han llegado allí con una enorme “papalina” y
todavía dan muestras de su machismo aguardentoso, que en la mañana se les
convertirá en profunda depresión.
Pero la hora
impresionante para los nuevos clientes de “La 21”, llega a las seis de la
mañana, en que el Cabo de Guardia procede a abrir las celdas y sacer al patio a toda aquella tropa de
individuos, la mayoría de ellos en paños menores o en taparrabos estilo “Bikini”.
Al más
hombre se le crispan momentáneamente los nervios, cuando se produce aquel
tropel de seres famélicos, ropas sucias y caras de pocos amigos, que salen
directamente en dirección al lugar en que se enjuagan la cara y otros sitios que es de imprescindible
necesidad para ahuyentar el mal olor.
Afortunadamente
esa impresión desagradable no tarda mucho en pasar, cuando personas amigas o
conocidas se dan a reconocer, o bien se
acercan para pedir cigarrillos o algunos centavos, al novato intranquilo, que
poco a poco se va serenando y se da cuenta de que no es tan fiero el León como
lo pintan.
Empero, la adaptación
de los primeros días al ambiente de la cárcel es un asunto muy peliagudo.
Cuando el
neófito en aquel recinto, quiere terciar en la conversación de dos o más presos
veteranos, se encuentra con que no entiende ni jota de los asuntos de que tratan.
Los presos hablan una jerigonza que sólo ellos entienden y se ríen a carcajadas
del “maje” que arruga el ceño tratando de descifrar aquella jerga tan difícil.
Es necesario
haber entrado en buena amistad con los presos veteranos para que éstos vayan
imponiendo al nuevo compañero de infortunio del léxico que se usa en la prisión
como medio eficaz para no ser entendidos por los custodios.
Con la
paciencia de que uno tiene que revestirse en las carceleadas políticas,
desafortunadamente todavía están a la orden del día en nuestra desventurada
patria y con la sociabilidad que caracteriza al hombre aun en las situaciones
más despreciables y deprimentes, poco a poco se va haciendo la pasantía en el
difícil curso de aprender a hablar como los demás compañeros de presidio, que
al fin y al cabo se apiadan de la confusión del nuevo compañero y acaban por
tomarse la cristiana tarea de enseñar al que no sabe.
He aquí el
Cursillo que el periodista de EL CENTROAMERICANO que escribe estas columnas
tuvo que aprender en “La 21” y cuyo vocabulario han incorporado en la mochila
de la experiencia de la vida, en el cual de todo es útil saber un poco:
jura:
Guardia
está
pexibe: está viendo
Callate
que el jura está pexibe: cállate que el Guardia está viendo.
coteá:
mira
gil:
campesino
Coteá que
chiba está el gil: mirá que malicioso está el campesino.
caballo:
calzón.
potrillo:
calzoncillo
cruz:
camisa
tejo:
sombrero
teja:
gorra
rienda:
sedaru.
soguilla:
cadena
cachos:
rieles
zapatos:
muñecos
calcetines:
ojo
güacho:
reloj
anillo: Aniceto,
anisayo;
seroni:
cartera
barco:
comida regalada
chupeta:
comida corriente del penal (gallo pinto)
cincha:
faja.
gotera:
goma de borrachera
mota:
borrachera de marihuana.
traficantes
de drogas: médicos
canela
fina de buena calidad.
Vamos a
trancar: vamos a fumar marihuana
Vamos a
forma el Carnaval: vamos a parrandear.
Siento una
gotera: estoy de goma.
Tengo un
gran dolor de pipa: tengo dolor de cabeza.
fraguas:
soplones, infidentes.
jiras,
cabras: mujeres
fay:
vamos;
chola:
casa
Que hermosa
chola: que hermosa casa.
señor
altar: buen establecimiento.
buenas
orcas: buenos anteojos.
cilindro:
revólver.
cirrador:
automóvil
tope:
comprador de cosas robadas.
muardi:
puerta
ceponi:
camino
ceposi:
bolsa
lisa:
pañuelo.
setidemacre:
Cabo de presos.
el Juan:
el Gurdia
la tigra:
la Investigación
viene la
tigra, la Investigación.
la blanca,
viene la Investigación.
me gatié:
me sorprendieron infraganti.
se desvía:
le gusta lo ajeno.
epofi:
amigo.
preso por
antecedentes , uno que fue ladrón y que cae por sospechas; etc., etc. La
Graduación o Promoción de este Cursillo sobre el Argot de la prisión tiene
lugar cuando los Profesores expresan: “EPOFI, USTED YA SALE CUBIERTO”, o sea:
Amigo Usted ya aprendió el Argot del penal.
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