AYER EL PATIO DE LAS
URIARTE, HOY EL SUNTUOSO TEATRO MARGOT. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 25 de Noviembre de
1967.
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"CASA COLORADA", POCOS DÍAS ANTES DE SER DESTRUIDA. Foto: Reyes. La Prensa, 17 de Mayo de 1989. |
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Si resucitaran don Antonio y don Rafael Uriarte, dos
ciudadanos managüenses que vivieron en los últimos años del siglo pasado y a
principios del presente, se quedarían asombrados de ver el magnífico edificio
que se levanta en el predio que fue de su propiedad y que no es otro que el Teatro
Margot. Porque en el Managua antiguo ese predio era de los mencionados señores
Uriarte. La parte norte, pertenecía a don Antonio y la parte sur a don Rafael.
Por ambos lados, había sendos zaguanes, cuya entrada estaba cubierta de piedra
fina, como una calle de León.
El patio de los Uriarte era el lugar obligado en que se
instalaban los maromeros y los toreros que llegaban a la capital. Amplio era el
“patio” de los Uriarte. Ya podrán
calcular su extensión los que hoy son asiduos concurrentes al Margot.
Y en el Managua de los faroles, los capitalinos se
entusiasmaban, pues esas honestas recreaciones llegaban allá por la muerte de
un obispo. Allí como ya lo he dicho en crónica anterior, deslumbraban al
público, las hermanas Faria, con sus cuerpos, en vueltos en las clásicas mallas
de los saltimbanquis. También a veces el famoso patio se convertía en redondel
de toros. Lidiadores extranjeros exhibían allí su arte.
Tipos extraños eran don Rafael y don Antonio, la propiedad
era de los dos, pero no tenían diferencias por la posesión del predio.
Había sobre don Antonio una leyenda o historia cierta. La
refería doña Rosario Murillo de Darío. Afirmaba la viuda del poeta, que el
caballero managüense se había casado con una hermana de doña Rosa Sarmiento,
madre de Rubén. Las Sarmiento dicen las que las conocieron, tenían una gran
pulpería en León. Las consideraban con dinero y las gentes, amigas de la
murmuración, decían que don Antonio se había casado “por la plata”.
Pero el matrimonio parece que no se consolidó, pues a poco
don Antonio volvía a su Managua y se instalaba en el ala norte del famoso patio
de su propiedad. Permaneció célibe. En cambio, Rafael era hombre enamorado. Le
gustaban las mujeres. Tuvo muchos hijos. Uno de ellos era don Carlos Uriarte,
el que fundó el primer hotel de montaña en Casa Colorada.
Los amigos de don Antonio inquirían con él sobre esa boda,
pero esquivaba tratar del asunto.
Pero el emprendedor y recordado don Sebastián Alegrett,
terminó con el famoso patio de los Uriarte. Allí se construyó el primer
edificio para cine y le puso Margot, en honor de su hija, de ese nombre, hoy
señora de Arévalo.
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FAMOSA RESIDENCIA DE
LEYENDA, ARRUINÁNDOSE. Por: Róger Suárez Martínez. En: La Prensa, miércoles 17 de Mayo de 1989.
“En esa casa suceden cosas extrañas, los objetos se mueven
solos y por sus habitaciones vagan muchas almas en pena, seguramente porque el
dueño mató a su mujer y después de mató él”.
“Para nadie es un secreto que esa casa está embrujada y por
las noches se en velas encendidas en las ventanas. Definitivamente es una casa
maldita y nadie ha podido vivir allí”. Estos y otros comentarios se escuchan
muy a menudo en torno a esa casa, ubicada en el kilómetro 16 y medio de la
carretera sur.
Pero todo lo que se teje en torno a ella parece esfumarse y
distanciarse cada vez más de la realidad si tomamos en cuenta las opiniones de
personas que verdaderamente estuvieron ligada o vivieron durante más de 30 años
en el “siniestro” lugar.
Hemos oído tanto sobre el supuesto terror que encierra sus
paredes, que el miércoles de la semana pasada que llegamos a este lugar,
sentimos la rara sensación de estar llegando a una casa siniestra. Entramos en
su interior cuando el sol iba a esconderse detrás de los fríos parajes de El
Crucero.
“Quinta Angélica”, prohibida la entrada, propiedad privada”,
se lee en frías letras de hierro que penden de la pared principal de la casa y en rótulos clavados en los
troncos de los enormes pinos piramidales.
Tuvimos que cruzar la alambrada de púas que resguarda la
entrada y aquí nos encontramos con un hombre menudo. Esteban Lanuza, quien es
guardián de la casa. “Estoy cuidándola desde hace unos dos meses y en este
tiempo nunca he oído nada extraño. Todo lo que se dice de esta casa debe ser
invención de la gente”, dijo.
Lanuza nos acompañó a un recorrido por los cuatro
dormitorios, un zaguán, una sala comedor, una cocina y un balcón que forman la
por muchos años conocida como la “Casa Embrujada”, una construcción que para la
época en que fue hecha, hará unos 80 años, sólo puede catalogarse de excelente.
En el segundo piso, en donde están dos cuartos y un balcón,
sus actuales y misteriosos dueños ordenaron que se rieguen ristras de ajo, “para
ahuyentar a los espíritus y las culebras”, dice Lanuza, quien afirma que “sólo
dos días antes que llegáramos nosotros, se apareció un hombre raro pidiéndonos
que le acompañáramos al interior de la casa, porque iba a suceder algo extraño.
“Pasamos varias horas esperando pero no sucedió nada”, dice Lanuza.
Más misterioso que los relatos de ultratumba que se
hacen de la casa es la forma en que ha ido
cambiando de dueños.
Días después que los sandinistas tomaran el poder sus tropas
se posesionaron de la casa, pero la abandonaron después que pasaron el gran
susto de ver cómo muchos soldados amanecían tirados en los patios de la casa.
Doña María del Socorro Hernández, que vive en una casa
vecina, dijo que no es verdad que detrás de este hecho estuvo “la mano pachona”:
lo que pasa es que entre ellos mismos se daban bromas y cuando algunos se
picaban, los otros soldados los sacaban al patio”.
El ejército no pudo mantener un cuartel permanente y la “Quinta
Angélica” pasó a manos de TELCOR, que pensó en montar una estación telefónica
pero el proyecto no se materializó. Posteriormente la casa pasó bajo la
administración de INCINE y en ella se rodaron algunas escenas.
Finalmente la casa pasó a manos privadas que son los
actuales patrones de Lanuza, quien dice no conocerlos porque cuando éstos
llegan nunca le dan dirección ni sus nombres.
Cuando los sandinistas llegaron al poder la casa era propiedad
del Dr. Julio Ricardo Aguilar, quien tuvo que abandonarla después de que lo
amenazaron. “Sacó algunas cosas de la casa y se perdió desde entonces”,
recuerda doña Paula Moreno, quien trabajó durante 30 años en la “Quinta
Angélica”.
“Aquí crecieron mis cinco hijos y nunca vimos ningún
espanto. Feliz vivía yo en esa casa. Don Julio era muy bueno y si yo me vine de
allí fue porque llegaron las tropas de los sandinistas y se armaban algunos
pereques y como yo tenía muchachas solteritas me dio miedo que se metieran con
ellas”, dijo doña Paula, quien ahora vive en una humilde casa en el kilómetro 8
de la misma carretera.
“Ni de día ni de noche aparecían espantos”. Sí a mí me
regalaran esa casa me iría de buenas ganas a vivir allí. Aunque ahora la han
dejado en ruinas. Si ustedes hubieran vito cómo la manejaba don Julio Ricardo.
Daba la impresión que era como estar en un palacio”, expresó.
Antes de que el Dr. Julio Ricardo fuera dueña de la casa, la
propiedad era de un señor de quien los pobladores hacen comentarios similares,
a los que hacen de esta propiedad. Seguramente “el color de satánica la casa la
adquirió de la forma en que ese señor vivía”, dice Marcelino Campos, un
campesino que conversó con nosotros en la Carretera Sur.
La verdad es que embrujada o no embrujada, la Quinta
Angélica no resistió la administración del Estado y ahora como bien dice doña
Paula de Moreno, la casa debería de llamarse la “Casa Desbaratada”.
Fotografía del periodista Pablo Emilio Barreto. Barricada, 30 de Mayo de 1989. |
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