jueves, 2 de noviembre de 2023

ANÉCDOTA DE LA GUERRA DE 1896. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano. León, 22 de Junio, 1967.

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Liminar / De Eduardo Pérez-Valle h.,  Director - Editor del Blogspot.  Año 2014:

    A través de esta "Ventana" ahora vamos a poner las miradas en el personaje de la famosa frase “¡Esta, dijo Mena…!”. Con el tiempo esa expresión quedó arraigada en el hablar de los nicaragüenses; pues bien, en el cometido de identificar la historia del personaje y su famosa exclamación, seleccionamos de nuestro Archivo Histórico, tres interesantes artículos periodísticos; en el primero está la historia de esa "Guatusa de Mena", por cierto, de permanente uso; las circunstancias las relata de manera introductoria el recordado periodista Pedro Rafael Gutiérrez, para luego centrar el artículo en la historia de la carta elaborada por el general Luis Mena que remitió a Woodrow Wilson, Presidente de los EE. UU. A continuación, "ensancha la Ventana", otro pionero del periodismo nacional, Juan García Castillo, autor de abundantes y reveladores testimonios de su época, mismos que en algún momento intentaremos reunir para publicarlos como merecido homenaje a su memoria y al periodismo nacional.

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MUERE VETERANO PERIODISTA. En: La Prensa, 13 de mayo de 1978.

A la edad de 86 años falleció esta madrugada el veterano periodista JUAN GARCÍA CASTILLO (1892-1978), redactor que fue de casi todos los diarios de Managua de los años 20, más tarde jefe de redacción de La Nueva Prensa, de Gabry Rivas y de Flecha, de Hernán Robleto. Ejerció también la profesión en Costa Rica y de regreso a la patria aún sirvió en la jefatura de redacción de El Centroamericano de León. Estaba retirado desde hacía unos diez años.

Sus funerales se verificarán a las 4:00 p.m. de hoy, saliendo el cortejo de la IBM cuatro cuadras al sur, frente a la casa de doña Salvadora de Somoza.

Invitan al funeral la familia doliente, en especial doña Isabel Rivas viuda del extinto, y sus hijos Armando y Alberto García Rivas e ingeniero Salvador López y señora.

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ANÉCDOTA DE LA GUERRA DE 1896. Por: Juan García Castillo. El Centroamericano, 22 de Junio, 1967.

    El vino seco del General Aurelio Estrada y la ingeniosa salida de su ordenanza

    En el año de 1896, en la Semana Santa, la guerra civil asolaba el país. Encabezados por el Doctor Francisco Baca hijo, los liberales leoneses, entre ellos José Madriz, Paulino Godoy, Modesto Barrios y otros, se levantaron en armas contra el gobierno del general Zelaya, señalando que éste iba a reelegirse, traicionando los principios liberales.

    Al estallar el movimiento de La Metrópoli, don Santos organizó un ejército para debelar la insurrección y nombró Comandante en Jefe, al general Aurelio Estrada, quien instaló su cuartel general en Nagarote. Con el general Estrada estaban otros militares de alta graduación, leales al Presidente Zelaya, como el general Francisco Uriarte.

    Figuraba en el Estado Mayor, como ordenanza del general Estrada, un managua legítimo, Francisco Morales, alias “Mallullo”.

    Los militares leales al general Zelaya, gustaban de vivir, aún en campaña, con confort. Buenos vinos, buena alimentación, camas suaves, almohadas de pluma, en fin, todo lo necesario para un buen pasar.

    A los pocos días de establecidos en Nagarote, se comenzó a notar vacíos en el depósito de licores, sobre todo de los vinos y también en el almacén de la “potería”. Había que reponerla.

    Dispuso el general Estrada enviar a su ordenanza, Mallullo, a la capital, a proveerse de esos artículos.

    Morales “Mallullo”, emprendió el viaje, jinete en buena mula, con orden de que en Managua, le facilitaran otras bestias para la conducción hasta Nagarote de la provisión. El comisionado salió provisto de buenas alforjas.

    El ordenanza realizó todos los encargos encomendados, pero, ferviente adorador de Baco, aprovechó la oportunidad para echar una cana al aire. Se emborrachó, más al día siguiente, al amanecer emprendía el viaje de retorno al cuartel general.

    Cuando el sol mañanero comenzó a “quemar”, Francisco Morales alias “Mallullo”, se sintió enfermo, grave. La cruda, la “goma” principió a martirizarlo. Cruzó varios lugares donde había agua. Tomaba en abundancia el limpio líquido, pero “la goma” no cedía.

    Ya iba cerca de Nagarote, le faltaban unas pocas leguas. Sentía mareos. Varias veces había vomitado el agua que había tomado. Estaba mal. Creyó que iba a quedarse muerto o desmayado en el camino, con el valioso encargo de que era portador.

    Varias veces sintió en pensamiento, la tentación de los licores que llevaba en las alforjas, vinos secos, que tanto le gustaban al general Estrada, pero el general se pondría hecho una furia si no llegaban sus vinos.

    Más hubo un momento en que la “goma” martirizante, le hizo perder el sentido de responsabilidad y decidió tomarse las varias botellas de vino seco del jefe del ejército.

    Apuró… una… dos, tres, quizás media docena de botellas del vino mencionado y pronto perladas gotas de sudor, principiaron a correrle por el rostro, por todo el cuerpo. Se sintió liviano, un hombre nuevo, alegre, vigoroso. Adiós “goma”.

    Y así en ese estado de ánimo, se presentó al cuartel general o mejor dicho ante el general Estrada, quien lo recibió con muestras de contento.

    Se inició la revisión de lo que traía “Mallullo”. Todo estaba correcto, pero faltaba el vino seco. Las botellas vacías anunciaban que había salido de Managua dicho vino, pero posiblemente se había perdido o derramado en el camino.

    Se inició la revisión de lo que traía “Mallullo”. Todo estaba correcto, pero faltaba el vino seco. Las botellas vacías anunciaban que había salido de Managua dicho vino, pero posiblemente se había perdido o derramado en el camino.

    Pero las alforjas de Morales, alias “Mallullo”, venían secas, sin señales de que hubiera caído el líquido dentro de ellas.

    Al ser interrogado, el ordenanza, primero titubeó, pero con la mente lúcida, sin la torturadora “goma” exclamó:

    Pero y cómo quiere que vengan mojadas las alforjas SI ES VINO SECO.

    La salida genial de Morales, “Mallullo”, hizo que el general Estrada soltara una sonora carcajada y olvidó que ese día el vino seco, su predilecto, faltaría en su mesa.

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