ANÉCDOTA DE LA GUERRA DE 1896. Por: Juan García Castillo. El Centroamericano, 22 de Junio, 1967.
El vino seco del General Aurelio Estrada y la ingeniosa salida de su ordenanza
En el año de 1896, en la Semana Santa, la guerra civil asolaba el país. Encabezados por el Doctor Francisco Baca hijo, los liberales leoneses, entre ellos José Madriz, Paulino Godoy, Modesto Barrios y otros, se levantaron en armas contra el gobierno del general Zelaya, señalando que éste iba a reelegirse, traicionando los principios liberales.
Al estallar el movimiento de La Metrópoli, don Santos organizó un ejército para debelar la insurrección y nombró Comandante en Jefe, al general Aurelio Estrada, quien instaló su cuartel general en Nagarote. Con el general Estrada estaban otros militares de alta graduación, leales al Presidente Zelaya, como el general Francisco Uriarte.
Figuraba en el Estado Mayor, como ordenanza del general Estrada, un managua legítimo, Francisco Morales, alias “Mallullo”.
Los militares leales al general Zelaya, gustaban de vivir, aún en campaña, con confort. Buenos vinos, buena alimentación, camas suaves, almohadas de pluma, en fin, todo lo necesario para un buen pasar.
A los pocos días de establecidos en Nagarote, se comenzó a notar vacíos en el depósito de licores, sobre todo de los vinos y también en el almacén de la “potería”. Había que reponerla.
Dispuso el general Estrada enviar a su ordenanza, Mallullo, a la capital, a proveerse de esos artículos.
Morales “Mallullo”, emprendió el viaje, jinete en buena mula, con orden de que en Managua, le facilitaran otras bestias para la conducción hasta Nagarote de la provisión. El comisionado salió provisto de buenas alforjas.
El ordenanza realizó todos los encargos encomendados, pero, ferviente adorador de Baco, aprovechó la oportunidad para echar una cana al aire. Se emborrachó, más al día siguiente, al amanecer emprendía el viaje de retorno al cuartel general.
Cuando el sol mañanero comenzó a “quemar”, Francisco Morales alias “Mallullo”, se sintió enfermo, grave. La cruda, la “goma” principió a martirizarlo. Cruzó varios lugares donde había agua. Tomaba en abundancia el limpio líquido, pero “la goma” no cedía.
Ya iba cerca de Nagarote, le faltaban unas pocas leguas. Sentía mareos. Varias veces había vomitado el agua que había tomado. Estaba mal. Creyó que iba a quedarse muerto o desmayado en el camino, con el valioso encargo de que era portador.
Varias veces sintió en pensamiento, la tentación de los licores que llevaba en las alforjas, vinos secos, que tanto le gustaban al general Estrada, pero el general se pondría hecho una furia si no llegaban sus vinos.
Más hubo un momento en que la “goma” martirizante, le hizo perder el sentido de responsabilidad y decidió tomarse las varias botellas de vino seco del jefe del ejército.
Apuró… una… dos, tres, quizás media docena de botellas del vino mencionado y pronto perladas gotas de sudor, principiaron a correrle por el rostro, por todo el cuerpo. Se sintió liviano, un hombre nuevo, alegre, vigoroso. Adiós “goma”.
Y así en ese estado de ánimo, se presentó al cuartel general o mejor dicho ante el general Estrada, quien lo recibió con muestras de contento.
Se inició la revisión de lo que traía “Mallullo”. Todo estaba correcto, pero faltaba el vino seco. Las botellas vacías anunciaban que había salido de Managua dicho vino, pero posiblemente se había perdido o derramado en el camino.
Se inició la revisión de lo que traía “Mallullo”. Todo estaba correcto, pero faltaba el vino seco. Las botellas vacías anunciaban que había salido de Managua dicho vino, pero posiblemente se había perdido o derramado en el camino.
Pero las alforjas de Morales, alias “Mallullo”, venían secas, sin señales de que hubiera caído el líquido dentro de ellas.
Al ser interrogado, el ordenanza, primero titubeó, pero con la mente lúcida, sin la torturadora “goma” exclamó:
Pero y cómo quiere que vengan mojadas las alforjas SI ES VINO SECO.
La salida genial de Morales, “Mallullo”, hizo que el general Estrada soltara una sonora carcajada y olvidó que ese día el vino seco, su predilecto, faltaría en su mesa.
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