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Aquella tarde del 7 de agosto de 1926, el Parque de San Sebastián se hallaba completamente lleno. Numeroso público se había congregado bajo los árboles, mientras los jinetes lucían sus espléndidas cabalgaduras, sobre todo al pasar frente a la tarima donde jóvenes y bellas señoritas aguardaban la competencia de la cual saldría la reina de las carreras de cintas.
Las fiestas de Santo Domingo, estaban muy alegres. La imagen ya había hecho su tradicional entrada por el camino de las Sierritas y los toros se lidiaban en la plaza del Caimito, sitio donde años más tarde sería construido el Instituto Ramírez Goyena.
Los diferentes barrios de Managua, participaban de las festividades y el de San Sebastián, no era una excepción. Aunque peque la iglesia y construida sobre todo de madera, bastantes casas comenzaban a levantarse donde hacía pocos años estaban cubiertos de montosos potreros.
El restaurante La Dinamarca, lugar donde se servían frías cervezas con sabrosas bocas, hasta era punto de referencia en la ciudad capital.
En el costado sur del grande y hermoso parque estaba instalada la enorme tarima. Sobre ella las más bellas jovencitas conversaban animadamente, saludando a los jinetes, cuyas cabalgaduras levantaban pequeñas nubes de polvo en la calle sin pavimentar, lo que, en vez de molestar, daba al ambiente sabor a campo.
Las pequeñas argollas atadas a cintas multicolores, colgaban al frente de la tarima, en espera que en veloz carrera, los jóvenes jinetes trataran de ensartarlas para luego, el que más argollas tuviera, eligiera entre las candidatas a la reina de las carreras de cintas.
CANDIDATAS Y CORREDORES
Las candidatas, escogidas entre las más bellas señoritas de entonces, observaron con emoción la salida del primer jinete. El caballo pasó velozmente, hubo movimiento en la cuerda donde colgaban las argollas, pero todas quedaron en su sitio.
Y no era para menos la emoción. Algunas de las candidatas eran cortejadas por varios de los corredores, sentimientos que con el tiempo serían correspondidos, formando años después honorables y distinguidos hogares de la sociedad de Managua.
Adornaban aquella tarde la tarima, las señoritas Emilia Caligaris, Blanca E. Castillo, Anita Aguirre, Emigdia Bernheim, María Hurtado, Adela Espinoza, Amanda López, Elena Castellón, Olga Leetz, Berta Solórzano, Sofía Bárcenas, Merceditas Ruiz y Carmen Reñazco. Es posible que otras apreciables señoritas hayan sido candidatas, pero ésta fue la lista que logró confirmar SEMANA.
Entre los corredores estaban los jóvenes Humberto Fonseca y Mendoza, Capitán Humberto Ré, Salvador Castrillo h., Enrique Arturo Genie, Esteban Mc Craf, Juan Aguerri, Ramón Enríquez, Horacio Wheelock, Jesús Castillo, Pablo Aguerri, Guillermo Manzanares, Alfonso Arana, Jorge Huezo, Edmundo Leets y otros.
Algunas personas de las mencionadas han fallecido, pero en su mayoría permanecen vivos, recordando, tal vez, al mirar a sus hijos y nietos la época de su juventud. Los enviados de SEMANA, tuvieron oportunidad de conversar con varios de ellos, ahora que se cumple el 45 aniversario0 de aquella carrera de cintas.
LOS TIEMPOS DEL VALSE Y FOX TROX
Las carreras de cintas finalizaron ya casi al anochecer. La gente invadió la ancha calle y las señoritas y corredores partieron a sus casas para prepararse y asistir al tradicional baile que precedía las carreras de cintas.
Quedaba entonces el Club Managua en el sitio donde ahora está el restaurante El Eskimo. Los bailes de moda eran los valses y el fox trox. Las notas evocadoras de los bosques vieneses llenaban de romanticismo a nuestra juventud de entonces y la inspiración de los compositores europeos, sin faltar el mejicano Juventino Rosas, despertaban los sentimientos.
No falta la música alegre, al finalizar la fiesta, casi a los de la mañana, cuando la orquesta variando completamente ejecutaba entre la algarabía de los jóvenes la popular pieza “Tinita se ha perdido”, con la que generalmente terminaba el baile.
No faltaban también los clásicos “chaperones” o “chaperonas”, o sea, aquellas personas de mayor edad a las cuales se encomendaba la compañía de las jóvenes que iban a la fiesta, casi siempre un familiar cercano.
SEMANA con motivo de las festividades de Santo Domingo ha hecho lo posible para obtener los datos de aquellas carreras de cintas del 7 de agosto de 1926, las que fueran organizadas bajo el auspicio de la Junta Femenina y a beneficio del Socorro Infantil.
Fueron, sin lugar a dudas, tiempos de la más sana alegría. Una época inolvidable y que tal vez, hasta ignoren los hijos y nietos de aquellos cuyas manos halaron con firmeza la rienda del brioso alazán y que lucieron en sus cuerpos la cinta que significaba belleza y simpatía.
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