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¿Será la Purísima de doña Isabel Lezama la más vieja imagen que se venera en Managua?
Para doña Chabela Lezama, como es conocida popularmente en el Barrio 11 de Julio, su imagen se viene venerando desde hace más de 150 años.
La historia del origen de la pequeña imagen, se pierde en el árbol genealógico de doña Isabel, quien lo único que recuerda es que a ella se la heredó su mamá y que esta última la había recibido de parte de su abuela.
Doña Isabel tiene 25 años de estar celebrando el novenario de la Purísima. La imagen se le heredó su madre doña Genoveva Lezama, quien la había recibido también en herencia de doña Antonia Doña.
La señora Lezama, expresa que los músicos que su madre contrataba para que le animaran la Purísima, murieron todos hace muchos años.
PERSONAJES
Actualmente la Purísima de doña Isabel Lezama, se reza en casa de su hermano don Vicente Vanegas en los alrededores del hospital del Seguro Social.
De entre los personajes que han asistido al novenario de su Purísima, doña Isabel recuerda al expresidente don Carlos Solórzano y quien era uno de los entusiastas cantores de la imagen.
También recuerda doña Isabel al distinguido político de antaño don Rodolfo Espinoza, que fue vicepresidente de la República.
La imagen de la familia Lezama, es pequeña, de unos 30 centímetros, pintada en tres colores. Por su tamaño, la imagen se pierde en la inmensidad del altar.
¿Habrá otra imagen más antigua en Managua?
¿LA DE DON CRUZ VEGA?
El conocido comerciante Cruz Vega, quien vive a sólo media cuadra de doña Isabel Lezama, frente al Hospital del INSS, asegura que la más antigua es la suya.
La tradición de la Purísima en esa casa, data del siglo pasado y lleva ininterrumpidamente 90 años de celebrarse.
La señora Mercede Pereira, muerta hace más de 20 años, fue la iniciadora de la celebración y la mantuvo durante toda su vida. Murió a los 83 años de edad. Su hija, Angélica Pereira de Vega y su yerno don Cruz Vega han mantenido la costumbre y aún conservan la imagen con la que se hizo la primera purísima, imagen que tiene más de cien años de existencia.
TODOS LOS AÑOS CAMBIAN ALTAR
La familia Vega Pereira todos los años gasta buenas sumas de dinero apara el montaje del altar. Siempre es diferente. Un año una concha, otro año una gruta, otras veces la virgen en medio del mar, todo en un decorado exquisitamente preparado.
La familia recuerda que cuando murió doña Mercedes faltaban pocos meses para la “gritería”, pero ese año no dejaron de celebrarla, ya que en vida la señora Pereira les había manifestado que sí moría un siete de diciembre, en una sala debía velarse y en otra debía cantarse a la virgen.
Otro año el altar fue objeto de atracción turística y hasta unos norteamericanos llegaron a retratar el altar. En esa ocasión la virgen, aparecía en un juego de luces que creaba ilusionismos, transformándose de acuerdo con las letanías, una vez en Rosa Mística, otra en Torre de David y así sucesivamente.
Don Cruz recuerda que ese día la adaptación luminosa se logró sólo hasta las seis de la mañana del siete, después de luchar toda la noche. “Nos dormimos desconsolados, pero en la mañana nos despertamos con la gran sorpresa de que todo estaba funcionando bien” expresa con gran fe religiosa el señor Vega.
50 AÑOS DE HACER LOS “GOFIOS”
Una señora de nombre María Cabrera, suministró durante cincuenta años los “gofios” para la gritería. Murió el año pasado.
El montaje y decoración del altar es también cuestión de familia. El señor Ernesto Brown hijo, ha continuado esas labores que comenzara su padre hace más de treinta años.
Las biznietas de la iniciadora de la tradición han recogido ahora el entusiasmo por la Purísima y manifestaron que mientras Dios les de vida, no habrá siete de diciembre que no la celebren. La tradición lleva ya cuatro generaciones.
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