EL DOCTOR JOSÉ LEONARD EL MAESTRO DE RUBÉN DARÍO Y SUS ACTIVIDADES CULTURALES FRANCO-ESPAÑOLAS-LATINOAMERICANAS
Por: Edmund Stephen Urbanski*
Howard University
Solo unos cuantos biógrafos de Rubén Darío han reconocido el
hecho de que el líder del modernismo hispanoamericano como joven estudiante
estuvo bajo la influencia de dos maestros: el Dr. José Leonard, humanista y
educador (polaco-hispano), y Francisco Gavidia, poeta, proto-modernista
(salvadoreño). Habiendo caído ellos mismos bajo el influjo de la cultura
francesa y en especial de los valores estéticos de la poesía, pudieron
trasplantar esa admiración al joven poeta nicaragüense, sin que, no obstante,
disminuyera el interés natural de Darío por la Literatura española.
Durante la estadía de Darío en El Salvador de un año (agosto
de 1882-agosto 1883), Gavidia, cuatro años mayor que Darío pero ya avanzado en
el Arte poético, generosamente compartió con él su conocimiento de la Poesía
Francesa y lo introdujo a la línea francesa de doce silabas conocida como Alejandrina.
Gavidia fue un gran admirador de las obras de Víctor Hugo, cuyos extractos
recitó en francos a Rubén e impartió a éste un entusiasmo que no tardó en
compartir por el autor de La legenda des
Sides. Una comunión poética sellaría esta amistad entre los dos poetas
centroamericanos, amistad que perduraría por todas sus vidas. Este hecho,
testimoniado por Darío mismo, ha sido ampliamente enfatizado por sus biógrafos.
Por otra parte, el significado del hecho que Darío reconoció
al Dr. Leonard como su maestro durante ese período formativo, es muy raramente
apreciado, hasta cuando Mapes, Sequeira o Jover discutieron la producción
juvenil de Darío. Sin embargo con la excepción de Sequeira, estos críticos se
refieren a Leonard casualmente. Su grave omisión es en parte atribuible a la investigación
minuciosa sobre la primera fase de la vida de Rubén Darío, y en parte a la
escasez de datos sobre la relación Darío-Leonard. Recientes investigaciones
tienden a reducir el número de lagunas existentes y proporcionan una mejor
comprensión de los orígenes de la actitud liberal, religiosa y social de Darío.
La educación intelectual de Darío con Leonard es cronológicamente anterior a la que tuvo con Gavidia: 1881 cuando el joven poeta estudio en el Colegio de Occidente en la ciudad nicaragüense de León, donde Leonard lo expuso a las corrientes de las literaturas española y francesa, ayudándolo a apreciar sus valores estéticos. Sequeira describe este hecho como sigue: "Rubén Darío había sido presentado a Leonard, después de un intercambio de ideas, el ojo penetrante y avizor del maestro, descubrió el raro brillo de la chispa que arde en el alma de aquel muchacho soñador e indolente. Leonard acoge a Darío con paternal solicitud, lo dirige, lo hace su discípulo" (1). Un común disfrute de belleza de la séptima Musa atrajo a estos dos hombres uno a otro. La relación de Darío y Leonard no se limitó en si entonces a la de un estudiante y profesor, sino que fue una amistad cordial basada en un respeto intelectual cercano.
Este evento afortunado trajo resultados afortunados en
muchas formas, especialmente en las motivaciones de Leonard hacia el muchacho
precoz, un hecho confirmado por el hispanista estadounidense, Ervin K. Mapes en
su Monografía "Parisina". Fue basada en una investigación extensa y
publicada poco después de la muerte de Darío, cuando Mapes se entrevistó con
los cercanos amigos del poeta. El profesor Mapes dice en este respecto del
joven poeta: "Nous savons qu'il fut
éléve de L'Institute d' Occident a Leon, oú il eut comme maitre de littérature M. Jose
Leonard, ecrivain polonais distingué, que L'encourage á la poesié... Nous ne
savons malheureusement pas á quelles études de langues étrángeres il s'adonna a
l'école, mais il est certain que trés jeune il savait lire et meme écrire le
francais" (2). Desde que Mapes se refiere a la permanencia de
Darío en León, no hay duda que fue estimulado y recibió instrucciones en el
lenguaje francés del Dr. Leonard, quien también le enseñó Literatura francesa.
Leonard, viendo el entusiasmo lingüístico y la habilidad de Darío, fue más allá
de su deber académico y le enseñó en francés tanto como en latín. Esta
herramienta lingüística probó ser útil y placentera en sus actividades futuras
literarias con Gavidia en San Salvador y, sobre todo, lo ayudo a engrandecer
sus conocimientos de la literatura moderna francesa durante su permanencia
después en Chile donde publicó "Azul".
La asociación cultural de Darío con Leonard se desarrolló en
circunstancias especiales. El gobierno nicaragüense del Presidente Joaquín
Zavala, para modernizar y extender la enseñanza secundaria, estableció una
Institución llamada Instituto de Occidente localizado en León en 1880, muy
similar con el ya existente colegio de Oriente en Granada. Dos académicos
altamente recomendados fueron con ese propósito invitados de España y llegaron
a Nicaragua el 14 de noviembre de 1880. Ellos eran el Dr. Salvador Calderón y
Arana, científico natural, y el Dr. José Leonard, educador y escritor. Ambos
previamente habían sido miembros de la Facultad del Instituto Libre de
Enseñanza, un tipo de Universidad Libre establecida en Madrid, por el Dr.
Francisco Giner, y como su ilustre fundador, ambos proponían una ideología
liberal y tenían considerable experiencia en la educación laica y progresiva.
La inauguración oficial del nuevo Instituto de León tuvo lugar con mucha pompa
el 6 de marzo de 1881 y entre los oradores se incluyó a Leonard.
Previendo un futuro brillante para la Universidad, Leonard
esquematizó las grandes ventajas culturales y los progresos materiales logrados
por esas naciones, que aplicaban la libertad de conciencia y las ideas a sus
propios sistemas educacionales. Leonard enfatizó el ejemplo de los Estados
Unidos... "cito -dijo- como veneros de riqueza y bienestar en Estados
Unidos, la libertad de conciencia que tanto ha contribuido a fomentar la
inmigración y aumentado las fuerzas productivas de aquel envidiable
país..." (3).
Desafortunadamente, la referencia de Leonard sobre la libertad de conciencia, ofendió a algunos ciudadanos con mente conservadora de León especialmente al clero católico, que comenzó una campaña violenta en contra de él y del Instituto. Esta controversia encontró ecos profundos en la prensa de Nicaragua, habiendo sido el sector progresista el que defendió la ideología liberal y racional en materia de educación. Asimismo, el Gobierno del Presidente Zavala apoyó la posición liberal de Leonard y le dio respaldo completo en el ejercicio de sus deberes como Director del Instituto. Estas circunstancias y otras serias presiones políticas dañaron la actitud del clero, dogmática e intransigente, lo que eventualmente condujo a la expulsión de los jesuitas; Nicaragua, en consecuencia, siguió la pauta en este aspecto de otros países de Hispanoamérica.
Rubén Darío, quien fue testigo de estos eventos, tomó además
parte activa en la conmoción social aludida, se identifica con la ideología
liberal de su Maestro Leonard, cuya ideología y filosofía educativa ganó considerable terreno entre la intelectualidad nicaragüense. Darío colaboró con
varias publicaciones de León, especialmente con "La Verdad", periódico
liberal. En sus páginas defendía a Leonard, a quien describía como la "víctima
de un oscurantismo desgraciado que niega la personalidad de un gran hombre y de
un gran patriota"(4).
La inflamación volcánica de su mente joven, hizo que Rubén compusiera un poema anti-clerical, en el cual se opuso a los jesuitas, quienes no hacía mucho tiempo habían sido sus maestros. He aquí un extracto de su poema. "El Jesuita":
La inflamación volcánica de su mente joven, hizo que Rubén compusiera un poema anti-clerical, en el cual se opuso a los jesuitas, quienes no hacía mucho tiempo habían sido sus maestros. He aquí un extracto de su poema. "El Jesuita":
"Odieme el que quiera a mí,
Pero nunca tendrá vida,
la sotana carcomida,
de estos andriagos aquí (5).
Alejándose de
los principios dogmáticos y tradicionales en materias espirituales y
culturales, Darío demostró una fuerte tendencia hacia el racionalismo,
probablemente por el motivo de asegurar una educación laica universal. Una
prueba de esto se encuentra en su soneto, "A la Razón", el cual
comienza así:
"Al contemplarte augusta,
te venero;
al ver tu luz, mi
corazón se inflama,
pues al fulgor de
tu radiosa llama,
se estremece la
faz del mundo entero... (6)
Darío
deslumbró con el mismo tino, en parte racional y en parte meditativo en su más
largo poema titulado "En la Inauguración del Ateneo de León" (1881).
Comienza con una invocación del autor a la ciencia, y continua con elogios a
las grandes figuras en las Humanidades, indicando un desdén de tipo volteriano
a la superstición, a la ignorancia y al fanatismo religioso, al mismo tiempo
que expresó su simpatía por los pueblos sometidos de entonces (Alsacia-Lorena,
Polonia y Cuba). El poema termina con la esperanza del triunfo del progreso en
el Nuevo Mundo, al cual extiende sus manos fraternales así como a todas las naciones
del globo.
Es
verdaderamente obvio que Rubén le debía la referencia sobre Polonia a Leonard,
quien había nacido en ese país y que entonces estaba bajo la ocupación Ruso-Alemana.
Además, la censura a la tiranía rusa en su oda "Máximo Jerez", debe de
haber tenido un origen similar.
En el otro
poema "El Libro" (1882), Darío exhibe una ideología más radical que
el aplica a materias espirituales y culturales así como a la vida política y
social. "El Libro" es un largo poema compuesto de cien estrofas de
diez renglones cada una, y es básicamente la apoteosis de un libro. Contiene la
reflexión del autor sobre el destino de la humanidad y la lucha eterna sobre el
bien y el mal tal como esta lucha es reflejada por la literatura. Darío cree en
la cristiandad, pero él defiende la libertad de expresión y conciencia en forma
entusiasta. Conmovido por impulsos jóvenes y de tipo romántico, él elogia la
democracia y la Revolución Francesa, mientras que se opone a la aristocracia y
a la teocracia. Entre figuras literarias principales, el menciona a Moliere,
Voltaire, Chateubriand, Víctor Hugo, Girardin, Renán, Saint-Pierre, y al
astrónomo Flammarion quienes marchan juntos
con sus colegas hispánicos famosos: Cervantes, Calderón, Quevedo, Núñez de
Arce, Campoamor, Isaacs y Moltalvo. Las grandes figuras de la antigüedad
clásica admiradas por Darío en este poema son: Homero, Cicerón y Cesar, quienes
comparten su gloria con Galileo, Dante, Bacon y Darwin. "El libro",
es el retazo de libro más extenso escrito por Darío en su juventud y que nos
explica su entusiasmo por introducir tantos hombres famosos, síntoma de su obra
polifacética cultural.
Darío fue un
partidario ferviente de la unión política de Centro América y por lo tanto
dedicó una oda al campeón de la misma titulada "Máximo Jerez" (1881).
Él lo llama un gigante y mártir, lo compara con Morazán, fundador trágico y de
corta vida de la Unión Centroamericana. Como en ocasiones anteriores, Darío
insiste en la libertad de conciencia y aboga por la tolerancia. En este orden
de ideas opone Voltaire a Torquemada, y defiende al Reformador religioso de
Bohemia John Huss, quien perdió su vida por defender sus convicciones
religiosas. Darío expresó una protesta muy sentida contra la tiranía del Zar
Alejandro III en Rusia así como la del General Veintimilla del Ecuador.
Este discurso
poético de los acentos políticos y religiosos es acompañado con referencias a
Comte, Voltaire, Littre, Sócrates, Galileo y Collumbus. Demuestra la
preferencia del poeta a los autores franceses, mucho antes que estos se
adhirieran al modernismo, en cuyo líder Darío se convirtió. Los poemas
mencionados anteriormente son quizá los más importantes que pertenecen a ese
período de la vida de Darío, el que Méndez Plancarte clasifica con percepción
en su nueva antología, como el período de "L'Enfant Terrible" (7).
Ellos fueron escritos antes del viaje del poeta a El Salvador, lo cual excluye
la posibilidad de la influencia de Gavidia, lo que viene a ser un punto casi
echado de menos enteramente por los muchos biógrafos de Darío. Las referencias
copiosas de Darío a la cultura europea, incluyendo su historia y filosofía
social, son extraordinarias y sorprendentes hasta dudar de su concepción,
producida entre los catorce y quince años de edad, de no ser porque se trataba
de un verdadero genio. Ciertamente no podía haber venido de un conocimiento
previo de gramática española, religión, conocimientos limitados de francés y latín,
así' como de lecturas de unos cuantos autores españoles y latinoamericanos, su cosmovisión
poética. Afortunadamente sabemos bien que Rubén fue un lector codicioso y que
complementó su cultura con estudios de literatura peninsular, reforzada por el
estudio de las bellas letras francesas en sus días de estudiante de León.
Parece lógico
suponer, por tanto, que el recurso de la inspiración a los versos y cultura de
Darío proceden de León y Managua, en ese período de su vida. El absorbió su
gusto por las humanidades y por el radicalismo
social a través de la cercana relación con escritores progresistas y
educadores. Uno de ellos, quizás el principal, fue Leonard, quien mereció del
joven poeta en varias ocasiones epítetos en sus prosas como "mi
profesor", "un políglota consumado", "un gran hombre",
"sabio", etc. (8). Como ya hemos dicho, fue observando a este
académico polaco y la disposición natural de Darío para la poesía, lo que le
impulsó hacia este género como lo harían después unos cuantos centroamericanos.
Leonard extendió a Rubén una amistad paternal, la que iba a perdurar hasta el
final de la residencia de aquel en Centroamérica, o sea treinta años. Parece
que esta amistad le aseguró a Darío guía intelectual y protección,
especialmente en sus años de formación. Durante su permanencia en Buenos Aires
en los años posteriores a 1890, el poeta agradecido le dedicó unos artículos en
La Nación titulado "José
Leonard", mi amado maestro.
Marcel
Jover, emigrante español, quien después de la Guerra Civil, dedicó a mi
petición una búsqueda de documentos sobre la asociación Darío-Leonard, y
escribió para mí en México parte de su propia investigación, la que después
utilizó en su ensayo biográfico sobre Darío publicado en 1944. Los hallazgos de
Jover, aun no completos, fueron del todo reveladores por cuanto confirmaron el
comentario del Dr. Francisco Monterde's, en el sentido de que "Darío tuvo
un maestro polaco al que amaba mucho". Este comentario fue formulado en la
Universidad Nacional de México en 1943, durante una conferencia sobre el
Modernismo Hispanoamericano a la que había asistido Ernesto Mejía Sánchez y yo.
Con el
propósito de ser lo más exacto, yo citaré el impacto de gran alcance que tuvo
el discurso inaugural de corte Liberal pronunciado por Leonard sobre la
educación en Nicaragua, al mismo tiempo que nos revela la actitud de Leonard
hacia Darío: "Leonard consigue reafirmar su autoridad como director del
Instituto de Occidente en León ---en el que también ha estudiado Rubén--- y
sigue prestándole todo su apoyo cultural al poeta-niño. El número de
producciones de Rubén Darío aumenta y Leonard le ayuda a editar su primer libro
que llevara por título "Poesías y Artículos en Prosa". En una velada
fúnebre, a fines de 1881, en homenaje al patricio nicaragüense y prohombre
liberal Máximo Jerez, Rubén Darío recita una oda que llena de asombro a los
asistentes. Entre estos hay intelectuales y políticos de influencia, quienes
invitan a Rubén a trasladarse a la capital. El maestro José Leonard apoya la
idea del traslado, diciendo al joven poeta: "Tuyo es el mundo" (10).
La muerte
prematura de Jover durante mi permanencia en Yucatán me previno de aprender los
detalles más completos de la asociación Darío-Leonard. Mi amigo Mejía Sánchez,
subsecuentemente arregló una entrevista para mi con un dariísta nicaragüense,
el doctor Diego Manuel Sequeira, quien entonces estaba visitando México. En
ese tiempo, Sequeira estaba preparando
su gran monografía "Rubén Darío Criollo", de la cual el avanzó
cordialmente un recuento de la dedicatoria de Leonard al joven poeta. La
riqueza de información de Sequeira es asombrosa, y por su exactitud, es
superior a otros trabajos biográficos sobre Darío, quizás con la excepción de
la obra Este otro Rubén Darío (Barcelona, 1960), de Antonio Oliver Belmas. La
contribución de Jover comparada con la de los otros es modesta. Y aun así el
escritor peninsular liberal parece haber captado ciertos detalles en el período
juvenil de Darío, los que fueron pasados por alto por la mayoría de sus
biógrafos, incluyendo a Francisco Contreras, el amigo chileno de Darío y además
compañero literato.
Cuando el
gobierno de Nicaragua, por recomendación del Senado, decidió en 1882 darle a
Rubén una beca para ampliar sus estudios, fue invitado a entrar al Instituto de
Oriente en Granada. Allí había una rivalidad regional entre las Universidades
de León y Granada. Rubén por su residencia y estudios en León, prefirió
quedarse ahí, y por lo tanto rehusó la invitación, la que de todos modos fue
anulada, por el contenido anticlerical de algunos de sus poemas. De acuerdo con
Jovet, Darío consultó con Leonard sobre esto, porque en su carta le escribió:
"Prefiero continuar mi libertad escribiendo versos. Prefiero mis trajes
raídos, privarme de golosinas y distracciones... Dígame si ganaré algo
aceptando la propuesta del Gobierno que me considera aún muy niño para ir a Europa,
etc.". Leonard, después de renunciar a su posición en León, residió por
algún tiempo en Managua. Ahí' el convino en aconsejar al Presidente de
Nicaragua en Materia de Educación y colaboró en El Comercio, editado por José
María Castrillo, siendo además muy buen amigo del Dr. Modesto Brenes director
de La Gaceta.
Darío pronto
vino a la capital, aprovechándose de los contactos de estos hombres, no le
costó asegurarse una posición en la Biblioteca Nacional. El joven poeta
aparentemente no tenía interés en estudios universitarios regulares, tanto como
en la vida de bohemio libre. Sin embargo esta nueva posición le dio una buena
oportunidad para completar su educación privada. No sólo porque el
prácticamente "devoraba" cientos de libros, sino porque también hizo
amistad con varios intelectuales. Entre ellos Darío apunta, en una lista al Dr.
Leonard, al historiador guatemalteco, Dr. Lorenzo Montúfar y al orador cubano,
Antonio Zambrana (11). Ellos
compartieron con él sus inquietudes espirituales y le extendieron una amistad
cordial, la cual fue sellada alrededor de muchas tertulias. No hay duda que
este contacto prematuro por parte de Darío con este grupo internacional en
Managua, ayudó al joven poeta en la ampliación de su horizonte cultural y le
dio un gusto especial por el cosmopolitismo, lo que fue un singular antecedente
en los rasgos internacionales que precisamente caracterizarían a la producción
literaria modernista post-Dariana.
Las sendas
de Darío y Leonard se iban a encontrar en diferentes ocasiones, porque ambos se
trasladaron frecuentemente de un país centroamericano
a otro, aunque no siempre al mismo tiempo. Darío nos describió un encuentro
semejante en Guatemala por el año 1891, donde había llegado, después de su
previa permanencia en El Salvador. Como editor Jefe del Correo de la Tarde,
Darío junto con el poeta cubano José Joaquín Palma, fue invitado a una cena
dada por un General guatemalteco, Cayetano Sánchez. Era muy tarde y después de
mucho consumo de alcohol, los espíritus estaban corriendo alto. De repente el
General Sánchez concibió la fantástica idea de bombardearle una de las torres a
la Catedral guatemalteca. Los demás se quedaron atónitos. Palma, para posponer
la ejecución de la orden, exigió más coñac bajo el pretexto de improvisar un poema
en honor de evento tan memorable, que el futuro recordaría. Mientras tanto, el
General Sánchez se durmió, aparentemente, y Guatemala fue salvada de la
destrucción de su más bello monumento colonial (12).
Fue en
Guatemala donde Darío se casó con Rafaela Contreras en una ceremonia religiosa,
aunque previamente la boda civil se había efectuado en El Salvador. En esa
ocasión Darío dio una fiesta, a la que invitó a Leonard, quien en esos tiempos
actuaba como Consejero del Presidente de Guatemala. Ahí, Rubén Darío y el poeta
colombiano, César Conto, improvisaron poemas los que fueron entusiastamente
recibidos por los invitados. Leonard, en un corto discurso tributo homenaje a
los dos poetas, llamándolos "dos príncipes del verbo y del talento",
en figura similar a la formulada por el poeta cubano, Palma, autor del himno
nacional de Guatemala (13).
Poco después, el presidente Barillas mando a Leonard como Encargado de Negocios
de Guatemala a México.
Por medio
del contacto personal con intelectuales centroamericanos, quienes eran no sólo
más viejos sino amigos de Darío y de Leonard, yo fui informado que el poeta
encontró a su antiguo maestro en Nicaragua en el año 1907. Como un líder
reconocido del movimiento modernista y lleno de gloria, Darío había llegado
recientemente de Europa. Leonard, quien por este tiempo estaba casi
paralizado, disfrutaba la hospitalidad de un arquitecto italiano, Napoleón Re,
en su residencia suburbana "La Palacina", en Managua. Darío visitó a
Leonard en compañía de su amigo el Dr. Manuel Maldonado. De acuerdo con el último reportaje a Dionisio Martínez Sanz, el encuentro fue muy dramático:
"Se abrazaron dos hombres geniales. Ambos estuvieron abrazados un rato sin
poder hablar" (14).
Darío,
visiblemente conmovido por la presencia de su viejo amigo y la paz respirada en
"La Palacina", se quedó ahí con él varios días. Otro reencuentro
reportado por Martínez Sanz fue la participación de Leonard en la sublime
iniciación Masónica de Darío en la Respetable Logia Masónica Nicaragüense
"Progreso", que tuvo lugar en Managua el 24 de enero de 1908.
Mientras
investigaba la cercana asociación de Darío con Leonard, yo estuve, claro,
interesado en la posibilidad de la influencia de Leonard sobre la producción
literaria del joven poeta. Mis presentimientos, referente a dichas influencias,
fueron basadas en las referencias harto copiosas, culturales e históricas,
sobre Europa en su temprana poesía: "En la inauguración de El Ateneo, de León",
cuando Darío había llegado por primera vez a la órbita íntima (intelectual y
educativa) de Leonard. Mis sospechas fueron aún más fuertes, a la vista de la poesía
de Darío, "El Libro" cuyo texto es para algunos críticos literarios,
especialmente Contreras, atribuida a la retórica Jacobina, que evidentemente
abrumo la mente del joven poeta. Yo entreviste al amigo contemporáneo de Darío,
Alfonso Valle, originario de León, quien indicó que "El Libro", había
sido fuertemente influenciado por el liberalismo desenfrenado de Leonard, por
lo tanto este juicio ha confirmado la suposición. El mismo nicaragüense filósofo-educador
de cabellos grises, también comentó que el soneto de Darío titulado "A
Voltaire", demostró la misma influencia.
Hasta ahora
no he podido localizar esta poesía entre las obras recolectadas de Darío, por
lo que no he podido analizarla. Es muy posible que este soneto mencionado
anteriormente pertenezca a los versos "ocasionales" de Darío, muchos
de los cuales están sin recolectar, en las ediciones especializadas. Puede ser,
por otra parte, que haya todavía otras influencias del académico polaco sobre
todo en los primeros escritos de Darío como para el caso en "Poesías y artículos
en prosa", así como en Bocetos. Lo cierto es que esta investigación ha
sido echada de menos hasta por los investigadores más serios.
El
"diarista" costarricense, Teodoro Picado, contestando mi pedido sobre
los datos de la asociación Darío-Leonard, me escribió lo siguiente en 1942:
"Rubén Darío en su libro BOCETOS le dedica a Leonard muy conceptuosos
elogios. Debió haber sido un hombre extraordinario, pues la huella de sus
actividades en Centro América quedó muy hondamente grabada, especialmente en
Nicaragua". Debió evidentemente haber sido así, por las actividades multifacéticas
de Leonard, las que estoy tratando de esquematizar aquí en base a la información
proporcionada por autores como el Dr. Clodomiro Urcuyo y el Dr. Salvador
Mendieta de Nicaragua, el Dr. Rafael Heliodoro Valle de Honduras, y Salvador,
Escobar Ballesteros de El Salvador. Ahora completaré este corto bosquejo
literario con nuevos datos que he conseguido durante mis investigaciones en España,
sobre las actividades peninsulares de Leonard, previo a su llegada a Centroamérica
en 1880.
El Dr. José
Leonard (1840-1908), fue un humanista polaco, escritor y educador involucrado
en actividades políticas y culturales en países de habla hispana por cuarenta
años. Él estuvo doce años en España y veintiocho en la América Central. Después
de la fracasada insurrección polaca en contra de Rusia (1863-1864), en la que
el tomo parte activa, vivió subsecuentemente en Suiza y Francia, en donde tuvo contacto con intelectuales progresistas.
Posteriormente Leonard se trasladó a España donde tomo bando en el grupo
liberal-republicano, quienes por medio de la Revolución de Septiembre de 1868,
quitaron del trono a la reina Isabel II. Contando con su caudal humanístico y
amplios conocimientos en asuntos internacionales, Leonard sirvió por muchos años
como editor de la Gaceta de Madrid y escribió enjundiosos editoriales para
otros periódicos de la península. Familiarizado con pensadores prominentes
(liberales y políticos) como Figueras, Salme ron, Pi y Margal y Emilio
Castelar, se hizo amigo de muchos escritores, especialmente de Ventura Ruiz
Aguilera y Antonio de Trueba. Por estas actividades, Ossorio y Bernard Uamaron
a Leonard "escritor polaco-español" en tanto que mencionaban su
activa participación en la vida política y cultura de España.
Entre los años
1877 y 1879, Leonard enseñó literaturas eslava y francesa en la Institución
libre de Enseñanza de Madrid. Su meta fue la difusión de las humanidades y las
ciencias con un espíritu moderno y libre, sin las restricciones religiosas, filosóficas
y sin bandos políticos. Esta nueva tendencia, había influenciado el pensamiento
español durante la segunda mitad del siglo XIX, y era una adaptación del
pensamiento de Krause en la educación laica, modificada por la idiosincrasia
propia de España. Leonard trasplanto esta ideología educativa a Centroamérica,
por la razón que Ferrer-Canales lo considera como un exponente del
"Krausismo Español".
Como puede
ser deducido de sus pensamientos y acciones, Leonard fue un partidario del radicalismo
social y de un espíritu revolucionario de tipo Jacobiniano, así como adherente
del "elitarianismo" político, con una alta consideración hacia el
racionalismo y una muy acentuada tolerancia religiosa volteriana. Por estos
rasgos, Leonard se convirtió en un apóstol comprometido del secularismo
educacional y en un creyente en la promoción de los jóvenes bien dotados, lo
que nos explica su interés por Rubén Darío. Durante su residencia en varios países
centroamericanos durante tres décadas (1880-1908), las actividades de Leonard
consistieron principalmente en la modernización de los sistemas educativos,
alterna das con su afición a escribir en los periódicos y su participación en
la vida política y diplomática. Un esquema, aunque incompleto de estas
actividades, es el siguiente: Desde 1880 hasta 1882, Leonard estuvo como
profesor de Historia Europea y de Literatura Española en el Instituto de
Oriente de Granada y en el Instituto de Occidente en León, Nicaragua, habiendo
sido, además, Director de ambos establecimientos. También fue consejero sobre
asuntos educativos del Presidente nicaragüense Joaquín Zavala.
Después de
Nicaragua, Leonard, paso a El Salvador, donde tuvo amistad con el Presidente
Rafael Zaldívar. En el otoño de 1882, en la capital de este último país,
Leonard y Pedro Ortiz empezaron a editar un periódico semanal llamado "La
Republica", el cual se publicó ininterrumpidamente hasta 1885. Sequeira
nos asegura que cuando Rubén Darío llego a San Salvador en agosto de 1882, fue
Leonard y sus amigos literatos, quienes le dieron la bienvenida y lo presentaron
a otros intelectuales salvadoreños. Entre estos conoció a Francisco Gavidia. Así
Rubén, quien había dejado el Instituto después de la renuncia de Leonard, volvió
a estar bajo las alas protectoras de su antiguo Maestro. Fue también Leonard,
por otra parte, quien se encargó de negar en octubre de 1833 y en el mismo
diario La República, la especie de que Darío había muerto, cuando la verdad era
que el joven poeta había vuelto a León. El presidente Zaldívar le confirió
misiones diplomáticas a Leonard en México y en los Estados Unidos como
Representante de El Salvador. Cuando cayó Zaldívar, Leonard se trasladó a la
vecina Guatemala en donde se asoció otra vez con su amado discípulo,
continuando la añeja amistad. Los subsecuentes acontecimientos políticos
ocurridos en Guatemala, determinaron el súbito cambio de residencia de Leonard,
quien volvió a San Salvador. En este país, nuevamente, Leonard colaboró con el
entonces Presidente Sierra en forma efectiva. Leonard actuó como un Consejero
de Esteban Castro, el Secretario salvadoreño de Educación, y actuó junto con
Francisco Gamboa y Sergio Lusky en el Primer Congreso Pedagógico de Centroamérica,
que tuvo lugar en 1893 en Guatemala. Una de las medidas adoptadas por el
Congreso en mención, fue la sustitución de los sistemas de lecturas anticuadas,
por un método analítico, basado sobre todo en la comprensión integral.
Salvador
Ballesteros acreditó a Leonard como autor de esta innovación, la que fue
adoptada e incorporada a todas las escuelas públicas de la región. Otra moción
salvadoreña adoptada en el Congreso relacionado, atribuida a Leonard, fue el énfasis
otorgado a la cívica en el currículum general y la censura al método dogmático
utilizado por los colegios y escuelas de inspiración religiosa. Hay que apuntar
que Costa Rica y El Salvador eran a finales del siglo, los Estados más liberales
de Centroamérica. Aproximadamente entre los años 1885 y 1888, Leonard actuó
como Consejero político del Presidente Rafael Zaldívar, emprendiendo misiones diplomáticas
como Representante de El Salvador en México y en los Estados Unidos.
Una vida
activa no usual marcó la permanencia ulterior del Dr. Leonard en Honduras. Fue
invitado ahí por el Presidente Sierra, quien lo nombró Rector de la Universidad
de Tegucigalpa. Mantuvo esta posición entre 1899 y 1902, y a la sazón estuvo
contratado para la enseñanza de la historia y la pedagogía. Uno de sus alumnos
fue Salvador Mendieta, el infatigable luchador de la República Federal de Centroamérica.
Mendieta, en un artículo que escribió sobre la muerte de su profesor lo
caracterizó así: "El Dr. don José Leonard, eminente sabio polaco, fue
cariñoso maestro de la juventud centroamericana durante un período de casi
treinta años. Poseyó una luminosa inteligencia, una vasta instrucción, un carácter
firme y de inagotable bondad. Sus consejos, su influencia, su bolsillo estaban
siempre a la orden de quien los solicitaba. Como amigo, ninguno más sincero, más
fiel, mas abnegado". Utilizando una vasta experiencia en asuntos
internacionales, Leonard tuvo el cargo de Delegado Oficial en Honduras al
Segundo Congreso Panamericano celebrado en México en 1901, y también representó
a Honduras en el Tribunal Centroamericano de Arbitraje en Costa Rica entre los
años 1902 y 1903. Posteriormente, a la caída de Sierra, Leonard volvió a Nicaragua
donde fue bien recibido por el Presidente José Zelaya. Vivió ahí hasta su
muerte en 1908. Sus amigos centroamericanos y sus discípulos lo honraron con un
monumento (un busto de mármol) erigido en la entrada de la muy respetable Logia
Masónica de Managua.
Durante su
residencia de casi tres décadas en Centroamérica, Leonard disfrutó de un
respeto inusual, no sólo por su cultura humanística y altas cualidades cívicas,
sino también por ser miembro importante de la Academia Real Española y otras
ilustres entidades internacionales. Su vasto trabajo en el campo de la educación
y sus contactos culturales cercanos, le permitieron crear un núcleo importante
de intelectuales progresistas por todo el istmo, a los cuales Heliodoro Valle
llamó "el Grupo Leonard". De acuerdo con mi colega hondureño, este
grupo estuvo compuesto de personas como Rubén Darío, Manuel Maldonado y
Salvador Mendieta de Nicaragua; Enrique Gómez Carrillo y Máximo Soto Hall de
Guatemala; Joaquín Méndez de El Salvador; Timoteo Mirald y Valentín Durón de
Honduras; José Joaquín Palma de Cuba; y Federico Proaño, de Ecuador, para sólo
mencionar unos cuantos.
Como puede
ser visto, entre ellos habían poetas distinguidos, escritores, diplomáticos,
hombres de Estado, cuyo impacto sobre la Historia política e intelectual de Centroamérica
todavía es sentida. Un rasgo interesante de Leonard en el Istmo fue su
movilidad geográfica, lo cual puede ser fácilmente explicado por su amistad con
Centroamérica importantes, así como su adaptabilidad intuitiva a las
siempre cambiantes situaciones políticas del momento. El siempre comprendió las
variantes de la idiosincrasia hispanoamericana.
Leonard
amaba a Centroamérica tanto como amaba a España, y a pesar de su trasfondo
eslavo, se identificaba frecuentemente con las cosas hispanas. Mientras residió
en el Istmo, hizo dos viajes a Europa pero pronto suspiró por la atmósfera
amistosa y el hechizo del trópico, sin lo cual ya no podía vivir más. Fue Centroamérica
su país por adopción y por la misión cumplida; no siempre encontró el sendero
cubierto de rosas, pero fue recompensado con el papel cultural desempeñado.
Clodomiro Urcuyo, un Ex-Ministro de Educación de Nicaragua, caracterizó la
silueta humanística de Leonard así: "Leonard se distinguió como sabio, maestro, filósofo y
orador. Fue considerado como hombre que se anticipó a su época por su ideología
liberal. Sus ideas revolucionarias supo mantenerlas y fomentarlas toda su
vida" (17).
NOTAS
1)
Diego M. Sequeira. Rubén Darío criollo o raíz y médula de su creación
política (Buenos Aires, 1945), p. 36.
2)
Erwin K. Mapes, LInfluence francaise dan Voeuvre de Rubin Dario (Paris, 1925), p.
13.
3) Juan D. Vanegas. José Leonard. Mercurio,
No. 137 (León, Nicaragua, July 1941), p. 4-5.
4)
Marcelo Jover, Rubén Darío: Ensayo biográfico y breve antología (México, 1944), p.
xii.
5)
Rubén Darío, Poesías completas, ed.
Alfonso Méndez Plancarte, novena edición (Madrid, 1961), pp. 25-26. 6) Ibid.,
pp. 32-33.
7)
Ibid., passim y p. 19.
8)
Darío, Autobiografía en Obras Completas, (Madrid: Mundo Latino 1920), XV,
33, Darío El Viaje a Nicaragua e Historia
de mis libros en Obras completas (Madrid: Mundo Latino, 1919), XVII, 64.
9) Roberto Ibariez of Montevideo, whom I visited in
1965, informed me that he found Darío ᾽s article on Jose Leonard in La Nacion
published in the 1890's in Buenos Aires. Dr. Ibáñez is preparing a collection
of Dario's unknown articles soon to be published.
10)
Jover, p. xiii. 11) Darío, Autobiografía in Obras completas 33.
12)
Ibid., 82-83. 13) Julio Esau Delgado, "Recuerdos de Rubén Darío". La
Prensa (New York, July 16,1941).
14)
Dionisio Martínez Sanz. El busto de José Leonard, Boletín
Masónico XII, No. 57 (Managua, Nicaragua, July 1967).
15)
Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas
españoles del siglo XX (Madrid, 1903-1904),p. 225.
16)
Salvador Mendieta, Un muerto ilustre. El Dr. don José Leonard,
La Regeneración (Tegucigalpa, Honduras, Abril 1908).
17) Clodomiro
Urcuyo, an excerpt from his private letter (undated) to Dr. Teodoro Picado
of Costa Rica, sent by the latter to E. S. Urbanski on August 19,1942.
(Traducción
de Tomás Jiménez S. y Mario F. Macal).
Nota del Editor del Blogspot: El sociólogo y profesor Elías Guevara tuvo la gentileza de enviarnos este interesante artículo del doctor Edmund Stephen Urbanski, fue publicado originalmente en Anuario de Estudios Centroamericanos, No. 1. Universidad de Costa Rica, departamento de publicaciones. San José, Costa Rica. 464 pp. Señala el investigador Guevara, que los interesados en consultar el libro donde aparece este artículo, lo pueden hacer en la Biblioteca Nacional de Nicaragua, en el Fondo Rubén Darío, que dirige y administra con mucha dedicación, el licenciado Guillermo Flores, a quien debemos las copias escaneadas páginas 33 a 46), que hemos transcrito en este sitio.
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