NO ES DIFÍCIL LOCALIZAR LOS RESTOS DE SANDINO. Por: Guillermo E. Cuadra G. En: La
Prensa, lunes 17 de Septiembre de 1979.
Las “Revelaciones Inéditas sobre los restos del General
Augusto César Sandino” que, en BARRICADA No. 43 del jueves 6 de septiembre en
curso, hace el Ing. Mario Parodi desde Nagarote, son bastante ajustadas a la
verdad, excepción hecha del sitio donde los generales Sandino y compañeros
fueron ejecutados.
Estando como están aún vivos muchos de aquellos ejecutores,
resulta menos difícil establecer con ellos mismos la verdad: los Generales
Sandino, Estrada y Umanzor fueron ejecutados por Carlos Eddie Monterrey; por
Juan Emilio Canales; por el hoy coronel Lizandro Delgadillo, Comandante de la
Patrulla ejecutora, así como por tres cabos más, uno de ellos de nombre Alfonso
Delgado.
El ex Capitán Ernesto Díaz Medina, alias “Indio Bárbaro”
quien fue el primer Gerente Militar que tuvo la Empresa Aguadora de Managua de
donde fue retirado por robos cometidos en las dependencias a su cargo entonces;
después Comprador de Hule, con jugosísimo sueldo cuando la Segunda Guerra
Mundial, en las montañas de Nicaragua, y, con posterioridad, eterno empleado
del Distrito Nacional, donde por no hacer nada se ganaba un sueldo elevado, la
guerra liberadora sandinista, lo encontró allí, fue el que por órdenes del
General Camilo González, Jefe de Trabajos del Campo de Marte, en aquellos días
de 1934, hizo se cavara la fosa común de todos los caídos en aquel múltiple
asesinato. El sitio exacto de éste: sobre el antiguo Camino Solo a
Sabanagrande, a unas 200 varas hacia el Este de la última casa sur-oriental del
actual barrio residencial de Bello Horizonte.
Consta a quien habla que el anillo del General Sandino,
mencionado por el Ing. Mario Parodi fue vendido por quien lo portaba, Juan
Emilio Canales, en diez córdobas (dólares) a un conocido sombrero de Managua.
También a éste le quedaron dos monedas de oro de 24 kilates c/u., que, en
jurisdicción de El Jícaro, llamada por algunos días “Ciudad Sandino”, y en la
mina San Albino, el General de Hombres Libres, Líder Continental
Anti-Imperialista, acuñó y denominó “monedas de un Sandino” con un peso de una
onza y valor de diez dólares, hoy por hoy inconseguibles – (debieran ser
patrimonio de los nicaragüenses) —de elevadísimo valor por su emisión y
circulación muy limitada. Arnoldo Vargas Vásquez, --a quien desde hace muchos
años no he visto—es la persona que compró el anillo y las monedas antes
mencionadas que no vendería, expresó, hasta tanto no alcanzaran tales prendas
elevadísimo valor histórico.
En los antiguos predios conocidos por instalaciones del
“Hospicio Zacarías Guerra”, existió un edificio compuesto por dos alas,
occidental y oriental, de piedra cantera sus paredes, cuyo primer piso, el alto
de ambas alas, había sido enladrillado con ladrillos de cemento, y colocado un
pasadizo aéreo de madera con techo de zinc que unía a aquellas. La parte baja
de estos edificios fueron siempre consideradas como sótanos.
Aquí las fuerzas de ocupación norteamericana agrandando
locales, construyeron “Barracks”, --casas pequeñas con paredes de madera y cedazo para zancudos, piso enladrillado y
techadas con zinc. Además una piscina y cuartitos “vestidores” para los
bañistas. Desde 1927 hasta el 2 de enero de 1932, que al retirarse del país,
las dejaron como estaban.
A este edificio del Zacarías Guerra, en dos ocasiones
posteriores al terremoto de Managua (31 de marzo de 1931), fueron trasladadas
las oficinas de la Policía, y sus instalaciones de piedra cantera
convirtiéndose en cárceles de la Aviación.
Fue precisamente en los predios de estas cárceles donde se
cavó la fosa común en las que se echaron por sus múltiples ejecutores los
cadáveres del General Sandino, General Francisco Estrada, General Juan Pablo
Umanzor, Coronel Sócrates Sandino.
De la patrulla al mando del teniente Policarpo Gutiérrez y
del Teniente Federico Davidson Blanco, quienes debían apoderarse de la casa de
Sofonías Salvatierra, donde se hallaban Sócrates Sandino y otros militares a él
adictos compañeros de armas, sólo se salvaron de morir el Coronel Juan Ferreti
y otra persona cuyo nombre no recuerdo.
De las patrullas que salieron del Campo de Marte, que fueron
tres: una al mando de Abelardo Cuadra Vega, a taponear la Avenida Bolívar; otra
al mando de Lizandro Delgadillo y la tercera al mando de Policarpo Gutiérrez,
solo estas dos últimas accionaron.
Se firmó un acta que confeccionó el hoy Coronel Francisco A.
Mendieta, en la que sus suscriptores se hacían responsables de la muerte del
General Sandino.
Entre los firmantes del acta estuvieron: los Comandantes de
las tres patrullas, Somoza García, General Gustavo Abaúnza, Coronel Samuel
Santos, Teniente Davidson Blanco y el propio Capitán Francisco A. Mendieta.
Hoy, el sitio exacto donde podrían estar vestigios de los
cuerpos del General Sandino y compañeros, de no ser cierta la versión de Juan
Emilio Canales, es en las Cárceles de la Aviación, Central de Policía, conocida
como AJAX DELGADO, también asesinado allí por el somozato.
Exactamente dividiendo en dos el frente que ocupan las
cárceles de la Central de Policía actual, en su línea norte que da a la
carretera norte, partiendo directamente al sur, cuéntense 60 pasos naturales de
28 pulgadas cada uno, al término de los cuales se medirán tres varas siempre en
líneas recta hacia el Sur, una hacia el Este, tres varas hacia el norte; y una
vara más hacia el oeste y tendremos de 3 x 1 varas de la fosa donde fueron
echados los cadáveres ya dichos.
El Departamento de Estado de Estados Unidos no podrá de
ninguna manera negar u ocultar siquiera su participación en este crimen que fue
ordenado desde Washington, previo planeamiento, todo lo cual se confirma con el
humo negro que nos echó encima durante 45 años de Dictadura somocista, precio
elevadísimo que Nicaragua ha pagado con la sangre de su pueblo.
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