jueves, 18 de junio de 2015

EL CEREBRO DE RUBÉN DARÍO EN LA RECURRENTE TÉCNICA DE EVISCERACIÓN PERIODÍSTICA. Por: Eduardo Pérez-Valle hijo


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* Nuestro venerado poeta universal, también fue el poeta más  ultrajado y martirizado de Nicaragua, en vida y después de muerto.

* Las ideas más retorcidas de algunos íntimos, los colocó en extremos de álgidas disputas por conservar el cerebro extirpado de Rubén. Bajo argumentos carentes de importancia, unos reclamaban el  parentesco, y otros, la inclinación “científica”.

* El pueblo, en general, terminó atraído por lo desagradable, lo cruel y  lo prohibido; la prensa nacional cada vez y cuando vuelven a eviscerar al Poeta, y le aplica a la historia una especie de ablación total, porque reanudan lo mismo de hace un siglo y pasan por encima de esa antigua reconstrucción de hechos. El diluido entierra los antecedentes; por ese motivo hoy hacemos esta entrega, para que los lectores de este Blogspot utilicen la “Ventana y Puerta de la Historia". A nuestro juicio, el asunto del cerebro puede considerarse un tema harto esclarecido.   
   
* En las actuales páginas digitales de comunicación han aparecido algunos blogueros que han intentado reavivar el asunto del Cerebro, con más versiones tendenciosas. Al final, lo único probablemente cierto es, que el cerebro de otra persona (identificada con nombre y apellido) sigue reposando en un vaso lleno de formol, y de cuento en cuento, sirve a la volátil imaginación de un pueblo distinguido por vivir cautivo de de numerosas y  diversas mentiras colectivas.  Como dijera Efraín Huerta (1967),  en versos condolidos, es momento de "Responso por un poeta descuartizado". 

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INTRODUCCIÓN
Soñé que ambiciosas y sacrílegas manos regaban las calles, enrojecían las piedras del pavimento con la sangre de mi cerebro, arrancado de mi cabeza.
                                                       Rubén Darío

En el año 1959 el diario Novedades empezó lo que denominó pesquisas periodísticas sobre el “paradero del Cerebro de Rubén Darío”. Durante meses, el tema ocupó las principales páginas de diversos periódicos de Nicaragua y también alcanzó a la Revista “Time” en los Estados Unidos de Norteamérica, que, al “considerarlo de importancia histórica”, publicó sobre el asunto en la sección de Latin American, pág. 22 de la edición correspondiente al 9 de Noviembre del 1959. El sensacionalismo periodístico promovido por Novedades, articulaba lo siguiente: “La encuesta no sólo ha servido para hacer luz sobre la misteriosa desaparición del cerebro de Darío, sino que también ha permitido dar a conocer al mundo la obra del genio nicaragüense. Time ilustra su nota con una pintura de Darío, hecha por el famoso artista Alfredo Ramos Martínez. También en Argentina se está investigando sobre el paradero del cerebro del Príncipe de la Letras Castellanas. El gran diario La Nación, donde colaboró Darío en su juventud, está dando pasos en ese sentido”, concluía la nota.

Para darnos cuenta cabal del escarnio a Darío, en otros artículos haremos reunión de la mayoría de situaciones por donde, de forma penosa, precaria, vergonzosa, ultrajante, etc., concitadas por sus “compatriotas”  tuvo que vivir Rubén Darío, dentro y fuera de Nicaragua.

    Desde siempre, Darío solía  hacer tristes cartas privadas, “que consecuentemente destilan una amarga melancolía”. Decía en la grandiosa humildad y en la particular sensibilidad que lo caracterizo: “En esta asendereada vida se alarga el tiempo, todo va quedando para mañana, y uno a veces, pierde los amigos. Pero tú eres tú, me conoces. Otros se imaginan mil cosas, no me vuelven a escribir, y al <<admirado poeta, o querido maestro>>, se lo lleva el diablo. Un enemigo más. Una carta no contestada o un libro sin las “gracias” correspondientes, me han conquistado las malquerencias que tengo fuera de las harto sabidas ponzoñas”.

En aquel segundo viaje a España, desde la Argentina, Rubén le añade a la carta dirigida a su íntimo amigo Alberto Ghiraldo:

“Pienso en lo que voy a hacer y a ser; en lo que tengo por delante; pienso en lo que he dejado en mis amigos argentinos; porque estoy creyendo que en realidad los tengo, en lo relativo, en cuanto puede existir lo que se llama amistad o afecto personal  y comunión intelectual. A los que tú creas dignos dales mis recuerdos. Te los señalará tu experiencia y tu cariño por mí. A quienes escuches poner distingos y pero a mis espaldas, y a quienes pongan en balanza mis cualidades con mis defectos, a esos no les des nada ni les digas nada”.

Por fin le habla de su pobreza, que le preocupó siempre y nunca apaciguó sus inquietudes de hombre:

“¡No dejes de mandarme lo que puedas— le escribe. Llego a España en lo duro del invierno; en Barcelona tendré que comprarme necesariamente ropa, y en Madrid la indispensable para poder hacer mis visitas en “invierno! Así es que, con los gastitos de a bordo que son y procuro que sean precisos, me quedaré muy pobre al llegar a la capital. <<Lo que puedas>>. Se lo entregas a Caprile (administrador de La Nación): compras unos franquitos y los envías directamente. Lo que puedas. Por poco que sea, en un país extraño y europeo, me será de ayuda. Te envío esta carta para X (un deudor): Tú harás de manera que él te pague enseguida. Enseguida que te pague, hace los mismo”.

Al final, expiró en nuestra Nicaragua, y no pudo capear el último ultraje y escarnio.

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Primera versión: La primera fuente, primaria, utilizada en esta conjunción de versiones, la encontramos en la Revista “Cultura”, publicada en la ciudad de León, Agosto de 1926.  Este artículo fue escrito por alguien de apellidos López Marín; el editor no consignó el nombre. El artículo, quizás el primero en abordar algunos hechos ocurridos en el preciso instante que ocurrió la agonía del Vate, la autopsia y la posterior disputa por quedarse con el cerebro de Rubén Darío, fue incluido en la referida revista con el título: “Rubén Darío y sus misterios”. En aquel relato de 1926 están los siguientes detalles  “Quien esto narra, en esa época, no era sino un alumno de la escuela militar. Nicaragüense, quien a su vez, y en los lugares que encontraba oportunos y fuera de sus guardias encaminábase al lecho del enfermo… Bien, fue el militar al que le tocó en suerte anunciar al cañón la despedida del gran VATE, para la anunciación, lo mismo que el presenciar la AUTOPSIA en esa misma fecha; practicada en los fragmentos del COLOSO en su partida”.

Este testimonio, acaecido 10 años después del deceso, será acaso el único en donde alguien del pueblo, presencial, asentó de forma correcta y enérgica, la voz de protesta por lo ocurrido entre el Dr. Luis H. Debayle y el Gral. Andrés Murillo, en el momento de disputarse el cerebro del bardo. Oigamos lo que fue contado para la posteridad:

“Aproximábase a la esquina contiguo a la casa mortuoria, en la mañana siguiente, donde Rubén Darío había impresionado el último poema ante la muerte, el militar triste, cabizbajo y cavilante notó algo anormal ante la estancia compungida.— Eran dos hombres que tiraban de un tarro verdoso y relumbrante, cual si fuesen una pareja de águilas combatiendo. Naturalmente se trataba de un altercado ya en aquel templo de tanta beatitud para el militar, que se hiso presente a toda vela. El galeno de las gafas y cabeza calva, (y que después por narraciones he sabido que era un cuñado del Bardo) se disputaban el tarro, pero con amenazas delirantes y sombrías, ¡pues pensaban llegar hasta el duelo! – Ante todo esto, insoportable para mí, pues me decía uún con toda la plenitud de mi adolescencia; que tal acto, era el sacrilegio más macabro y denigrante tanto por el sitio, cuanto por la presencia de aquella lava ante el Volcán ya apagado”.

       – ¡Así miraba yo todo aquello!— ¡sentía miedo…! pues ya habíase sucedido el eclipse de un ASTRO, más el fragmento de un planeta habíase desprendido vuelto bólido: ¡Y, yo sentía que el firmamento mismo crujía en su letargo!

      “¡Después de todo  y con la electricidad de un relámpago; hice auto de presencia ante los de la disputa o mejor dicho ante aquella pareja de águilas sedientas de infinito también!...

    “¡Alto! – ¡Señores, la autoridad les habla! – Y auto continuo arrebatando el tarro de las cuatro manos que lo aprisionaba, más la incontable multitud de ojo que miraban exclamé: El que se crea con derecho, preséntese a reclamar el tarro a la Dirección de Policía departamental. – Y marché rumbo hacia ella, quedando aquella pareja de ambiciosos ALELADOS y estupefactos, de ver la actitud de un guardia raquítico  y endeble, que apenas contaría con unos quince mal cosechados años”.

     Esta “primera versión” contradice o desdice DOS o TRES “testimonios” insertados en esta exposición de hechos, cronológicos, y destacados por la importancia de los relatores. En aquellos hechos hubo un “primer y único custodio oficial” y ese calificativo está conferido al militar bisoño, que por él sabemos, llegó el Cerebro de Rubén  Darío al cuartel de la Policía. Entonces, no es cierto que Andrés Murillo “lo arrebató” de las manos de otro muchacho, en una de las calles de León. Por ahí empezamos con esta bochornosa historia, propia de estos lares; y como siempre, entregamos suficiente información para que cada quien infiera, deduzca y juzgue. En los próximos días aumentaremos este artículo, con nuevas fuentes e ilustraciones.

Segunda versión: Bajo el título: “En busca de un cerebro”, escrito por Edgardo Prado, periodista, escritor y poeta cuyos inicios literarios se localizan en las décadas iniciales del siglo XX, publicó enNovedades” del 24 de Octubre de 1959, otro sugestivo artículo donde evocó la personalidad y el entorno familiar de Doña Rosario Murillo vda. de Darío; con énfasis en la amistad entre ellos, dice: “Visitaba con frecuencia la casa solariega de doña Rosario viuda de Darío. No obstante ser entonces yo un jovenzuelo con muchas locuras en la cabeza y el corazón de Doña Rosario una dama adusta que impresionaba con el fruncido ceño de su frente amplia, la señora viuda de Darío ponía atención a mi plática y  ella me obsequiaba con puñados de anécdotas de toda índole y sabor.  –

Otro día le pregunté: —“¿Doña Chayo, y el cerebro de Darío, quién lo tiene, es cierto que Usted lo obsequió a la Argentina?” —No. –me contestó categórica Doña Chayo— el cerebro de Rubén lo tengo enterrado en mi dormitorio, bajo mi cama ya mí cabecera. Y con el dedo índice, de pies y majestuosa, me señaló el sitio”.

Tercera versión: El diario “Novedades” en la búsqueda de otras levantinas iniciadas con la “Encuesta”: ¿Dónde está el cerebro de Darío?”, entrevistó al Profesor Sofonías Salvatierra, 25 de Octubre de 1959. “Mantuve una estrecha relación de amistad y cariño con doña Rosario Murillo v. de Darío hasta muy poco antes de su muerte y no recuerdo que ella me hubiese hecho referencia alguna a que le hubieran  robado el cerebro del que fue su esposo”. 

A continuación agregaba: “A pesar de la gran confianza que me dispensó doña Rosario, nunca me hizo referencia alguna acerca de que le hubiera sido robada esa preciosa reliquia. — Si tal cosa hubiera ocurrido, ella habría denunciado el hecho inmediatamente a las autoridades de Policía”…

Cuarta versión: El 27 de octubre de 1959. Dr. Felipe Rodríguez Serrano: El Gral. Murillo, “con gran serenidad y feliz memoria me relató sinceramente todo lo que sabía”. El Dr. Rodríguez Serrano menciona la caja de galletas en donde fue puesto el cerebro. “Debayle pidió el cerebro para conservarlo y estudiarlo”, Murillo no lo permitió. El caso fue resuelto por el Director de Policía, luego de consultarlo con el Presidente de la República, Adolfo Díaz Resinos. El Gral. Murillo lo entregó al Dr. Juan José Martínez y posteriormente, “dispuso entregar el cerebro a Monseñor Simeón Pereira y Castellón para que éste lo colocara junto al cadáver de Darío en la catedral de León”.

Quinta versión: El afamado escultor granadino, Don Jorge Navas Cordonero, cuando cifraba los 86 años, accedió a contestar las preguntas del Dr. Alejandro Barberena Pérez, corresponsal de Novedades, relacionadas con la inhumación del cerebro de Rubén Darío en la Catedral de León. Fue entrevistado en Granada y el diario Novedades publicó la entrevista el 28 de Octubre de 1960


Navas Cordonero confirmó el entierro con las siguientes palabras: “Pasó cierto tiempo y se comenzó a hablar que de un ropero de la familia Murillo había desaparecido el cerebro de Rubén y  los comentarios fueron de todos los tonos. El propio Monseñor Pereira y Castellón le dijo cierta mañana: —Maestro, es cierto que se ha perdido el cerebro de Darío—. A las pocas semanas de haberle oído esas afirmaciones, el Señor Obispo, llegaron 3 personas a la Catedral, de las cuales sólo una de ellas era perfectamente conocida para el artista Navas, como era su propio médico, y dirigiéndose a él, le dijeron: con instrucciones de Monseñor Pereira, abra un hoyo a un lado de la tumba de Darío, que vamos a enterrar esto… A la izquierda del león que cubre la tumba del poeta, se  hizo un hoyo de 3 cuartas de profundidad por 2 en cuadro, y allí se depositó la urna conteniendo el cerebro de Darío”.

Sexta versión: Doña Paula Ramírez Jerez, contemporánea de aquellas “descerebradas” fechas y que estuvo ante el cadáver que “no estaba destinado a descansar en paz”,  redactó carta que remitió al diario “Novedades” y fue publicada el 28 de Octubre de 1959 con el título “Murillo no era el de Darío”. La introducción resume la carta: “La sensacional carta de la señora Paula Ramírez Jerez, que publicamos a continuación, viene a poner en claro que el cerebro de Rubén Darío NO fue el entregado a su viuda doña Rosario Murillo v. de Darío y su hermano el Gral. Andrés Murillo.

Es decir, el cerebro que se dice fue robado, enterrado en la casa de doña Rosario o enviado a la Argentina, NO era el del altísimo poeta nicaragüense, sino el de un humilde “hombre de la calle”, llamado Lorenzo Osejo, tal como la señora Ramírez  Jerez lo explica con frase sencilla en su sensacional carta”. O sea, en aquellas circunstancias hubo dos cerebros, el del Poeta y el de Osejo, y según el testimonio de la señora Ramírez Jerez, quizás el de Osejo fue el que partió desde el Puerto de Corinto hacia la Argentina.  

Séptima versión:  Pertenece al Dr. León Lara, en carta pública fechada en Matagalpa, 28 de Octubre de 1959, introdujo otra versión del sitio donde fue enterrado el cerebro de Darío: La Casa de Salud del Dr. Debayle, y con las siguiente palabras justificó el inicio y desenlace de aquel drama: "La inquietud científica del doctor Debayle no tenía límites y mi padre acompañaba a Debayle como un hijo a su padre. Para ellos no fue pecado cambiar el cerebro de Rubén Darío, para que no cayera en manos profanas, esto es, no científica. Estoy  seguro que ellos jamás pensaron que el cerebro sería remitido al doctor Martínez quien es para Granda lo que Debayle era para León; mucho menos pensaron que escribiría sobre el falso cerebro". 

Octava versión: Sin revelar la identidad del “Testigo” o fuente, el diario “Novedades” en la edición del jueves 29 de Octubre de 1959, publicó la supuesta versión de la persona que durante los sucesos de 1916, tenía 10 años de edad, y aseguró ser la persona que en compañía de su progenitora abordó el ferrocarril de León a Managua, con el encargo de trasladar de manera furtiva el cerebro del poeta. Aseguraba el anónimo, que en la capital lo entregaron a doña Rosario Murillo, y posteriormente, con la complicidad de una empleada doméstica, el “Legítimo cerebro de Darío fue suplantado en Managua”.  En ese relato puede sitúa al Gral. Andrés Murillo como el artífice de la conspiración: “Supongo que por medio de amigos suyos que le sirvieron de correos e intermediarios, entró en contacto con mi madre y ambos planearon la forma para sacarlo de la ciudad y traerlo a Managua”. Por lo tanto, aseguraba “el anónimo”, el Dr. Juan José Martínez nunca dispuso del verdadero cerebro, en consecuencia el “estudio” no es tal.

Novena versión: A la efervescente especulación originada en 1959 por el diario “Novedades”, se sumó otro articulista en El Centroamericano. León, 1 de Noviembre de 1959, quien aseguró ser testigo fehaciente “de vista y oído” que el cerebro de Darío había sido embarcado en el puerto marítimo de Corinto,  y fue llevado a la república de Argentina por el otro hijo del Poeta, el Dr. Rubén Darío Contreras, “donde lo vendió por la suma de 25,000 dólares”. Esa historia pertenece a don Salvador D᾽Arbelles, introducida de la siguiente manera: “Tratando de hacer luz al respecto, voy a relatar  lo que yo sé sobre el particular”. Remontaba el suceso al Muelle de Corinto en el año 1924. Aseguraba que en aquel sitio había conversado con el hijo del Poeta y de él supo lo siguiente: “…por gestiones de doña Fidelina Santiago de Castro, mi tía política, gran amiga del Panida, con el doctor Luis H. Debayle, éste había obsequiado el cerebro que ahora llevaba a tierra argentina”. Este relato no concuerda con datos vertidos por el poeta Ildo Sol.

Décima versión: El 14 de Septiembre de 1965, 49 años después del deceso de Darío, nuestro poeta universal y, el más ultrajado y martirizado poeta de Nicaragua; volvió a ocupar las columnas principales del diario “La Nación”, de San José de Costa Rica; reportaje del periodista nicaragüense Francisco Obando Somarriba.

Reabriéndose otra recurrente y morbosa evisceración periodística, elaborada con las declaraciones del Dr. Henry Debayle Sacasa de 65 años de edad, hijo del Dr. Luis H. Debayle y de doña Casimira Sacasa de Debayle, quien aseguraba poseer el cerebro de Darío.  Henry fue hermano de Margarita Debayle y de Salvadora Debayle de Somoza García,  “esposa del dictador de Nicaragua muerto a balazos en León en 1956”.

Undécima versión: 1 de Octubre de 1965, en las páginas del Diario El Centroamericano, Ildefonso Solórzano Ocón (conocido como Ildo Sol; casado con doña Argentina Darío Salgado hija de don Rubén Darío Sánchez) cuestionó las declaraciones públicas concedidas al periódico “La Nación” de San José, Costa Rica, por el Dr. Henry Debayle, hijo del Dr. Luis H. Debayle, que evisceró, diseccionó y,  diagnosticó lo encontrado en el cuerpo del poeta. 

Decía Ildo Sol: “Yo escribí acerca de estas cosas por 1,938 y por entonces comentando ese mí artículo, del “Diario Nicaragüense”, que se refirió a la versión dada por su papá, al Doctor Bárcenas Meneses, usted me dijo poseerlo y que me lo enseñaría alguna vez, y aunque muchas se lo pedí en su casa, eludió usted por razones que ignoro. En 1952 el General Andrés Murillo y Doña Rosario Murillo de Darío me aseguraron que lo habían entregado por medio de Doña Margarita Lacayo de Lacayo al Obispo de León Monseñor Pereira y Castellón”.  El relato de Ildo Sol concuerda con la entrevista del Dr. Felipe Rodríguez Serrano al Gral. Andrés Murillo.

Agregaba el  yerno de don Rubén Darío Sánchez: “Yo poseo un folder con gran cantidad de artículos contradictorios acerca del destino del Cerebro de Rubén Darío, entre los que figuran otro mío de 1952 en que ofrezco la versión que su padre Doctor Luis H. Debayle dio a mi suegro Rubén Darío Sánchez. Y aparte sea de ello lo que fuere, recalco en la parte de su reportaje en que dice usted que muertos todos los parientes de Darío se dirigirá al Doctor Rubén Darío Contreras en Argentina, para que usted y Darío Contreras decidan a qué institución se le confía la Guarda del Cerebro, adelantando su opinión que sea la Universidad Autónoma de León.”

Duodécima versión y, FINAL. -  El recordado intelectual, dariano, Don José Jirón Terán, en sustanciado y bien fundamentado artículo publicado en El Centroamericano de León, 20 de Octubre de 1965, expuso de forma cronológica y confrontó de manera exacta las diversas versiones y opiniones aparecidas en los diarios. De esta forma dejó caer los primeros puntos sobre las íes: conozcamos el texto completo: 



"EL CEREBRO DE RUBÉN": La Revista Bohemia, número 123, año 55, tercera época, 8 de Agosto de 1965, con el título: “ellos conocieron a Rubén Darío” publica una serie de entrevistas con varios personajes nicaragüenses que en una u otra forma tuvieron el rearo privilegio de convivir con nuestro máximo poeta, entre estos, el culto hombre de ciencia Dr. Henry Debayle, quien al final de sus declaraciones dice del cerebro de Rubén: “lo conservo como una reliquia”.

   Posteriormente el diario El Centroamericano, número 13. 904. Año XLVIII, viernes 24 de septiembre de 1965, con el título DESPUÉS DE CASI MEDIO SIGLO DE MUERTO RUBÉN DARÍO, HA APARECIDO SU CEREBRO EN MANAGUA EN PODER DEL EMINENTE MÉDICO DR. HENRY DEBAYLE, reproduce un extenso reportaje que este apreciado Dr. concedió al poeta Francisco Obando Somarriba para ser publicado en el Diario LA NACIÓN de San José, Costa Rica. Entre otras apreciaciones dice el Dr. Debayle lo siguiente:

      “El cerebro me lo entregó a mí el señor Carlos Manuel Icaza poco después de la muerte de mi madre”. (Esta acaeció el 28 de junio de 1953). “El señor Icaza era Alcalde Municipal de la ciudad de León cuando mi madre lo puso en sus manos junto con otros objetos que pertenecieron a la Casa de Salud de mi padre”. “Icaza, viejo amigo y vecino nuestro, lo tuvo en su casa durante algún tiempo y luego me lo entregó a mí…  “Puedo decirle, sin temor a equivocarme, que el cerebro permaneció en la Casa de Salud de mi padre, porque yo veía un vaso de vidrio en un armario de dicha Casa de Salud y aunque mi padre nunca se refirió a él, mi madre si cierta vez que yo quise indagar acerca de lo que contenía el misterioso vaso y ella me contestó: “Es el cerebro de Rubén”...

    Hagamos un poco de historia:

   El Diario Novedades número 1735 del 21 de octubre de 1959, provocó la encuesta siguiente: ¿Dónde está el cerebro de Rubén Darío? Hubo las respuestas más enrevesadas y las opiniones más encontradas y truculentas, pero se destacaron, a nuestro juicio, las siguientes:

   Señorita Paula Ramírez Jerez: “Cerebro entregado al General Murillo no era de Darío”…

   “Con el tiempo y no volvía pensar en eso, pero cuando se estaba muriendo el Dr. Debayle, el Dr. Lara me dijo: “Ud. es la llamada a preguntarle por el cerebro de Rubén”, el Dr. Debayle me contestó “Ay hija, esto es lo que más me molesta, me lo mandó Lara, y yo lo mandé a la Casa de Salud (la del Dr. Debayle) para que estuviera junto con las demás cosas que guardo; al tiempo me vinieron a decir que el cerebro estaba descompuesto y di orden que lo enterraran”, tal fue el relato del Dr. Debayle” (Declaración “in artículo mortis”).

   Don Fanor Ibarra Rojas: “Murillo nunca tuvo en sus manos cerebro de Darío”. “Años después se hizo público en León el rumor de que el cerebro de Rubén, había sido sepultado en Catedral en la misma tumba en que reposan sus despojos”, y que eso “lo realizó el maestro Navas, escultor de la Catedral y nativo de Granada”.

   Don Silvio Navas: “que el cerebro sepultado en la Iglesia Catedral de León, por disposición de las siguientes personalidades: Su Excelencia Monseñor Simeón Pereira y Castellón, el eminente Dr. Luis H. Debayle y el Dr. Juan B. Sacasa”… “Quedando solamente el único testigo a quien le pertenece este secreto que es el maestro escultor Jorge Navas, quien por largos 40 años fue jefe de la ornamentación y escultor de la Santa Iglesia Catedral, y es el que pudiera dar todas las versiones que quisieran y aclarar con toda la exactitud que servirá de base para anular todas las falsas noticias que se escuchan”.

   El escultor Jorge Navas: que “llegaron tres personas a la Catedral”… “y dirigiéndose a él le dijeron: con instrucciones de Monseñor Pereira, abra un hoy a un lado de la tumba de Darío que vamos a enterrar esto”… que “Monseñor Pereira estaba dando cuenta de todo”… “y aunque no hablaron posteriormente nada en relación con el asunto, quedó completamente claro Don Jorge de que lo que había enterrado allí, era nada menos que el cerebro de RUBÉN DARÍO”.

   El Dr. León Lara: “Existe un testigo presencial de estas cosas que entiendo que tiene (sic datos precisos sobre el particular y que no he visto citado, se trata del Dr. Salvador Pérez Grijalva, quien vive en León, y fue alumno de mi padre y tomó como estudiante parte activa en estos hechos, le sugiero invite al Dr. Pérez Grijalba para que tome parte en esta discusión”.

   El Dr. Salvador Pérez Grijalba en carta dirigida al Director de Novedades y publicada simultáneamente en este diario en su número 7452, y el Centroamericano, número 12,375. Martes 10 de Noviembre de 1959, dice que “como partícipe de la extracción de otros cerebros realizada en el Hospital Sn. Vicente de esta ciudad para despistar la codicia de quienes querían traficar con el auténtico de Rubén, puedo afirmar, que estoy en condiciones de identificar sin lugar a dudas ese cerebro”… “y que no podría por ningún motivo iniciar la referida identificación sin que antes el supuesto cerebro —si existiera en poder de alguien— no se entregara de previo a la Universidad de León, pues fue el encargo de mis maestros Debayle y Lara, cuya disposción expresa fue la de que en la Universidad quedara el cerebro del excelso Poeta, para ser venerado, reverenciado y expuesto a los que con disposición respetuosa y digna lo contemplaran”…

   A pesar del reto del Dr. Pérez Grijalba, ESTOY EN CONDICIONES DE IDENTIFICAR SIN LUGAR A DUDAS ESE CEREBRO”… “SI EXISTIERA EN PODER DE ALGUIEN—”. El apreciado Dr. Henry Debayle, que era a quien le tocaba hacer la aclaración respectiva NO LO HIZO y conste que en este tiempo, 1959, ya estaba en su poder el cerebro, que él pretende ahora ser el de Rubén, por habérselo entregado, según su propia confesión, el entonces Alcalde de León, don Carlos Manuel Icaza, y este caballero había dejado de fungir como tal desde el año 1954.

   Tiempo después, habiendo quedado sin solución el tan debatido asunto del cerebro, en la revista metropolitana CUADERNOS UNIVERSITARIOS, número 21, septiembre de 1962, el mismo Dr. Salvador Pérez Grijalba, en un acucioso y erudito artículo titulado EL CEREBRO DE RUBÉN DARÍO ESTÁ EN… con amplitud de datos, dejó claramente establecido, a todos los que tuvimos el gusto de leerlo, que como el cerebro de Rubén Darío, se estaba descomponiendo y “presentaba muy mal aspecto, el Dr. Debayle dispuso sepultarlo, y habló con Monseñor Pereira y Castellón quien ordenó hacerlo en la tumba en Catedral. Allí está bajo las centenarias arcadas de la Basílica leonesa a la sombra de San Pablo”.

   ¿Cuál es el objeto del estimado Dr. Henry Debayle al venir, tres años después de la contundente aclaración del Dr. Pérez Grijalba, a decirnos que él tiene en su poder el cerebro de Rubén Darío?

   En las meritorias charlas lasallistas que el distinguido médico leonés Dr. José María Carmona Gutiérrez, dicta todos los sábados a la una de la tarde por Radio Atenas de esta ciudad, se refirió a las declaraciones del Dr. Debayle sobre el cerebro de Rubén, y emplazó al tantas veces referido Dr. Pérez Grijalba, para que una vez más dijera algo al respecto, “como testigo presencial de estas cosas”, éste no se hizo esperar y el viernes 1º de octubre corriente, fue leída por el mismo Dr. Carmona Gutiérrez la nueva y siguiente aclaración:

   “Contestando el emplazamiento que me hizo el Dr. José María Carmona Gutiérrez”.

   “Con mucho gusto accedo a los deseos de mi querido amigo y distinguido colega Dr. José María Carmona Gutiérrez por la importancia nacional que encierra para nosotros todo lo referente a nuestros inmortal Poeta y  por ser  yo el único sobreviviente que presenció y  tomó parte –como practicante— en la autopsia de Rubén.

   En 1941 ya fallecido mis maestros Debayle y  Lara, me sentí libre del solemne compromiso contraído con ellos de guardar riguroso silencio de todas las incidencias ocurridas después de la extracción del cerebro. Entonces publiqué en un diario local todo lo ocurrido hasta ser sepultado éste (el cerebro) en su tumba de la Catedral.

   Después del desmantelamiento de la Casa de Salud “Debayle”, se recogió el cerebro del joven trabajador anónimo que había quedado abandonado, por mucho tiempo, ante la indiferencia de todos. Fue entregado al Sr. Alcalde Dn. Manuel Icaza donde residía diciéndole que el cerebro de Rubén ya no existía porque había sido sepultado.

   Cuando regresé a Nicaragua en 1955 en varias conversaciones que tuvimos le confirmé que no era el auténtico por haber sido sepultado éste años antes. El Sr. Icaza me dijo que lo había entregado al Dr. Enrique Debayle. Días después de recogido, en 1959 el diario “Novedades” publicó una encuesta para saber dónde se encontraba el codiciado cerebro del Panida  y después de varias contestaciones dijeron a Novedades que yo era el único sobreviviente y le insinuaban se dirigiera a mío, lo que hicieron en noviembre de ese año.

   Les contesté afirmándoles que yo era el único sobreviviente y que poseía documento, apuntes, notas, etc., para reconocer el cerebro –dado el caso que hubiera una persona que dijera lo poseía— pues el cerebro ya no existía.

   Novedades guardó profundo silencio, se acabó el interés por conocer la verdad.

   Esperé tres años. En 1962 publiqué en una revista local toda la historia detallada, incluyendo lo del Sr. Carlos Manuel Icaza (Cuadernos Universitarios No. 21, septiembre 1962).

    Repito lo de siempre: el cerebro de Rubén nadie lo tiene— ya no existe, fue sepultado en la tumba de la Catedral en marzo de 1916.

   Me molesta el pensar que ese cerebro del joven trabajador anónimo que extraje por exigencia de mis maestros, hace más de cuarenta años ande de cuarto en cuarto. Por favor denle cristiana sepultura.
                                                  León, octubre de 1965.
                                                Salvador Pérez Grijalba

   Después de la aclaración anterior, estamos en capacidad de afirmar que el cerebro que tiene en su poder el Dr. Henry Debayle, no es el de Rubén Darío, sino que el de un joven trabajador anónimo que fue extraído, con órdenes de su propio padre, para despistar a los que quisieron traficar y profanar el legítimo.

   Voy a terminar copiando lo que dijo “La Noticia” de Managua, el miércoles 11 de Noviembre de 1959, cuando se debatieron estos asuntos del Cerebro de Rubén, me permitiré hacerle un ligero cambio para darle actualidad:

   “¡Por Dios! Suplicamos que se deje en paz el cerebro de Rubén Darío sobre cuyo nombre, glorioso para Nicaragua hasta pelladas de irrespeto extranjero, se han lanzado, “ofendiendo la memoria de quien ha sido” es y seguirá siendo “la más pura gloria de nuestra Patria”.
                                              José Jirón Terán

                                 León de Nicaragua, octubre 20, de 1965. 

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                                   EL CEREBRO DE RUBÉN DARÍO

                            “y el temor de haber sido y un futuro terror…”
                            Rubén Darío (“Lo Fatal”)
                                                                             a Aleyda Ramos

                            Y el poeta no aguantaba
                            al alcalde, al sabio Debayle
                            ni a las viejas admiradoras y necias.
                            Se ocupaba de mirar el cielo azul
                            y las ramas del limonero
                            llenas de vida.
                            Mortificábale su espíritu
                            el haber regresado
                            a una ciudad mediocre, lloraba.
                            Como en un tío-vivo
                            Sus recuerdos se presentaban
                            con olor a vino.
                            Avenidas, arboledas, museos.
                            Alguna banca favorita del parque
                            Luxemburgo.
                            Tal vez el zapato de una española
                            la sonrisa de una inglesa,
                            la cara en pedazos de Martí y Casal
                            voces de Lugones y de Herrera Resig
                            Mar, lejanía.
                            Nueva York, puentes de hierro.
                            Su habitación en París.
                            Un abrazo de la Paca,
                            miles de poemas, amigos.
                            Poetas toxicómanos,
                            santos, oraciones en silencio,
                            resaca. El cisne Stone.
                            Un dios griego saltando detrás
                            de una ninfa
                            GRECIA, GRECIA!
                            El paisaje italiano…
                            Y ahora en León
                            tantos años ausente
                            ¿por qué fui famoso?
                            Y su rostro en el espejo
                            del ropero era descolorido
                            Y sus oídos le fallaron
                            Y su olfato dejó de funcionar
                            ¡Oh! Minerva no me abandones
                            ¡Oh! ¿Divino Centauro dónde estás?
                            peccatto, peccatto, pecado, amén.
                            El alcalde, el sabio, el curioso
                            la burguesía y el clero.
                            (Y el pueblo mirando)
                            Estaban esperando esa fiesta.
                            León fue la más famosa ciudad
                            por cuarenta y dos horas
                            de todo el planeta.
                            Pero el cerebro lo sacaron
                            como un feto
                            lo midieron, lo pincharon.
                            Pero ese día consiguieron
                            dos cerebros más,
                            pero el alcalde y el sabio
                            se lo llevaron es de Rubén y lo escondieron.
                            Al primero lo enviaron a España,
                            al otro lo
                            traficaron terminando en Argentina,
                            pero el último
                            el verdadero
                            que era grande y hermoso
                            que parecía un coral marino.
                            Ese daba miedo.
                            Lo metieron en alcohol en un vasón de vidrio
                            Lo olvidaron en una bodega
                            de la vieja casa del médico.
                            Un día borracho
                            se tomó todo el alcohol
                            y el resto lo tiraron
                            a la basura.

                                                                                                                                                                Jorge Eduardo Arellano
                                                       León, VI Oct. 1982.