viernes, 18 de junio de 2021

LAS “ESPIONAS” DEL MANAGUA DE AYER: Ardides de un novio de entonces Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, León, Nic. 25 de Octubre de 1967.

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         En el Managua de ayer, no eran pocas las familias que se dedicaban al “espionaje”, es decir se mantenían vigilando los movimientos de los vecinos, para saber a qué obedecían, y después comentarlos con sus amistades.

         Una familia distinguida, cuyo nombre me reservo, que vivía en la zona donde está situado el Club Internacional y la elegante residencia del Doctor Joaquín Gómez, se dedicaba al “espionaje”.

         Permanentemente se mantenían, uno de los miembros de esa familia, en la puerta, para darse cuenta de lo que hacían los vecinos y las personas que pasaban.

         Cerca de esa casa, vivía una señorita de apellido Hazera, quien “jalaba” a escondidas con el Doctor Francisco F. Moreira, y que debe haber muerto en Panamá, donde se trasladó después.

         Verdaderos apuros pasaban los novios, para realizar sus pláticas clandestinas, sobre todo por la presencia de las “espionas” que no abandonaban un momento su sitio observación.

         Un día de tantos los mencionados novios tenían concertada una cita y desde luego él acudió puntual, pero se encontró con el obstáculo de que allí estaba una de las espionas en la puerta.

         Posiblemente era algo importantísimo lo que tenían que decirse los “novios”, que ante la imposibilidad de hablar con ella, el doctor Moreira, impaciente, recurrió al máximo recurso.

                   Aparentó o por lo menos casi, dio a comprender con ademanes, que iba a hacer aguas, en la propia acera.

                   Las señoritas “espionas”, al ver el ademán del profesional, corriendo y con el tradicional Ave María Purísima, cerraron la puerta y no se volvió a ver, circunstancias que aprovecharon “él” y “ella”, para conversar sobre que se tenían que decir. Y cuentan las crónicas y comentarios de las personas de ese tiempo en Managua, que las mencionadas mujeres jamás volvieron a practicar el “espionaje”:

        

EVOCANDO AL ANTIGUO MANAGUA. Por: Juan García Castillo. En: El Centroamericano, 30 de noviembre de 1967.

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Tejados del Vecindario /Maestro Silvio Bonilla

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Con un amigo hemos evocado el Managua de antaño. Recordamos sus viviendas, de construcción irregular; junto a la choza de paja o la minúscula habitación de madera, el edificio suntuoso, para aquel tiempo, de un solo piso, enladrillado con ladrillo de barro; han surgido en el recuerdo las casas esquineras, con un pilar en medio, dos puertas de entrada, una a la calle y otra a la avenida; hemos visto con los ojos del tiempo los enormes patios, con sus arboledas nutridas: aquellos patios limpios, amplios, bajo cuya vegetación pasó los más amables ratos de su bohemia elegante, José Olivares, eterno enamorado de estos lugares de remanso.

No faltaba el árbol de jícaro en los patios de antaño, no los de mango, ni de otras frutas. Los jícaros con los que nuestros abuelos fabricaban huacales y jícaras, mientras la semilla, servía para confeccionar la sabrosa “horchata”, tan gustada y apreciada ayer y hoy.

Eran las jícaras, los huacales, blancos, en los que se servían el agua fresca, el tiste, el refresco de chilla, la naranjada. Muchos fabricantes eran artistas. Con un pedazo de vidrio, con una navajita o con un chuchillo, especies de buriles, nuestros antepasados decoraban esos artefactos; paisajes, de un arte primitivo, pero grato a la vista.

El árbol formaba parte de la vida del managüense de antaño, pues se cultivaban, no solo en los enormes “solares”, sino que los sembraban en la calle (a la vera de la casa, en el mero suelo; que entonces no se conocían aceras con ladrillos. Los “quelitres” y los “cativos”, formaban alamedas que ya quisiéramos hoy; mitigaban los ardores del medio día. Eran los árboles en las casas, en las calles, coposos, enormes. Proporcionaban a la aldea y después a la ciudad, una temperatura fresca, sabrosa, aún en las horas calurosas.

Aspecto típico, que le daba un tinte colonial, eran las casas con aceras altísimas, a las que se subía por una gradería. De estas existían en gran número.

 

Pocas eran las construcciones de tipo moderno en aquellos tiempos, es decir moderno para la época. A la orilla de las arenosas e irregulares calles, surgían las chozas, las casas pequeñas de adobe, pero con enormes patios, plenos de vegetación, donde los pájaros tenían sus nidos y los “zanates” formaban sus ruidosas algarabías. Vida patriarcal la de nuestros antepasados, eran cordiales, ajenos a la envidia, honrados, cumplidores de sus compromisos. Única era la aldea, donde los contratos, en que se exponían sumas de dinero, se hacían bajo “palabra de honor” y se cumplían, sin excusas, sin las leguleyadas de hoy.

Encantadora ciudad, que tenía un solo coche de alquiler, de la propiedad de don Francisco Bermúdez, cuya casona, de las más elegantes de aquel tiempo, no ha cambiado y es donde hoy están las oficinas  de don Alejandro Argüello Lacayo, tenía un enorme zaguán. El auriga era el maestro Chú, un señor con algunos años encima, “potroso”. Diariamente enganchaba los caballos enjaezados para recorrer la ciudad, buscando clientes, que eran muy pocos, pues las gentes de la época no sabían de eso: de montarse en coche, a pesar de que la carrera valía un real.

No derivaba ninguna ganancia de ese vehículo don Chico Bermúdez. Maestro Chu, llegaba casi siempre con las bolsas vacías, pero recibía cumplidamente su sueldo y su alimentación. Todavía en mi niñez alcancé a conocer a Maestro Chú,  siempre auriga, pero entonces ya ganaba, pues era de moda “andar en coche”. Había varios vehículos.

Aldea de una modalidad especial era Managua. La frescura de los árboles de los patios y el viento que los agitaba, ahuyentaban los zancudos y sólo de vez en cuando se oía hablar de las “tercianas”… En la casas humildes y creo que ya lo he relatado una vez en estas crónicas, cómo vivían los cerdos y las gallinas, junto con las gentes; la charca en que se bañaban aquellos estaba próximo al tapesco, el lecho de los moradores; las aguas pútridas, pero las gentes se mantenían sanas y morían de “viejas”.

Y el amigo con quien evocábamos estos recuerdos, me decía del patio de Juan Zamora, allí junto a la hoy residencia de don Adán Cárdenas, al occidente.

Ha recordado la tragedia en que Juan Zamora, perdió la vida. Era capitán de uno de los vapores que surcaban el lago de Managua, cuando el general Chamorro, en una de sus revoluciones contra el gobierno del General Zelaya y peleando pereció.

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4 DE JULIO DE 1776 - SALUTACIÓN A LA ESTATUA DE LA LIBERTAD / 14 DE JULIO DE 1789 - SALVE FRANCIA! / 20 DE JULIO DE 1810 - A COLOMBIA.

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4 DE JULIO DE 1776

SALUTACIÓN A LA ESTATUA DE LA LIBERTAD

         A ti, prolífica, enorme, dominadora. A ti Nuestra Señora de la Libertad. A ti, cuyas mamas de bronce, alimentan un sinnúmero de almas y corazones. A ti, que te alzas solitaria y magnífica sobre tu isla, levantando la divina antorcha. Yo te saludo postrándome delante de tu majestad. Ave!: Good morning! Yo sé divino icono, oh magna estatua, que tu solo nombre, el de la excelsa beldad que encarnas, ha hechos brotar estrellas sobre el mundo, a la manera del fiat del Señor. Allí están entre todas, brillantes sobre las listas de las banderas, las que iluminan el vuelo del águila de América, de esta tu América formidable de ojos azules. Ave, Libertad, llena de fuerza; el Señor es contigo; bendita tú eres! Pero ¿sabes? se te ha herido mucho por el mundo, divinidad, manchando tu esplendor anda en la tierra otra que ha usurpado tu nombre y que, en vez de la antorcha, lleva la tea.

                            RUBÉN DARÍO

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14 DE JULIO DE 1789

¡Salve, Francia!

         TIERRA maravillosa y prolífica, salve! Tierra-alma, tierra corazón, tierra-cerebro, salve! Salve, mil veces, por el privilegiado resplandor de tus cielos eternamente ungidos con todos los colores del iris. Lámpara de la Civilización, foco del Arte, asiento de la Belleza, sede de la Inteligencia, salve! Tierra-luz, tierra, pensamiento, tierra-heroísmo, salve! Tierra nutricia y gloriosa, salve! Tierra de héroes y de mártires, tierra de santos y de locos sublimes, salve! Cuna de apóstoles y de sabios, de guerreros y de poetas, de genios y de reyes, salve!

         Salve, una vez y mil veces, por todo el luminoso acervo de tus grandezas inefables, inexpresables e increíbles por lo mismo que pasman y confunden aun a las mentes más avisadas y sutiles Santuario de exquisitas dulzuras; eje y energía de todas las más altas y estéticas aspiraciones humanas: augusta y gran señora que llenas de luz la rosa de los vientos y distribuyes el prestigio inagotable de tus imanes poderosos por todos los puntos del planeta, hasta sus más recónditos rincones. Salve! Salve ilustre, magnífica, soberana señora.

         Digna eres de todos los mejores elogios, de los más encendidos ditirambos de las más altas alabanzas, de las más fervorosas jaculatorias. Merecedora eres de los himnos más sonoros y mejor cincelados, de los más victoriosos epinicios, de los cantos más robustos, de los verbos y epítetos más fuertes y macizos, del humo de los más aromáticos  inciensos, de las más delicadas y melodiosas musicalidades, ya que tú eres sólo armonía, ritmo, lumbre, suavidad, elegancia, distinción, gentileza, donosura, valor, belleza, arte y talento.

         Qué bien supo decir aquel que un día dijo que tú, oh Francia, procera y triunfal, eres el cerebro del mundo. Y que bien, cuán bellamente supo también elogiarte aquel gran poeta muerto a quien por tantos lustros diste el calor materno de tus senos de Niobe, y que cantó de ti, en tu propia lengua multisonora y pomposa, los versos devotos y filiales de la inmortal Marsellesa. Yo saludo tu 14 de julio de 1789!

                   F. RESTREPO GÓMEZ

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20 DE JULIO DE 1810

                                     A COLOMBIA

                                               Al General Luis María Gómez

                                                           y don Tomás R. Vilar.

 

         ¡Toquen dianas tambores y clarines

         En el día de tu Santa Libertad,

         La Historia escribe el nombre de tus paladines

         Que te ayudaron con denuedo y con lealtad!

 

         Ya alistas la imponente Gran Parada

         Que mandará Bolívar en persona:

         Y al ¡presenten armas! pasará tu enseña sagrada

         Que Páez saluda con su brillante tizona.

 

         Y mientas Sucre y Ricaurte siguen el desfile ideal,

         San Martín llevará enhiesto el pabellón nacional!

 

         Este iris adorado que en batallas inmortales,

         Lampos de luz le proyectó la Gloria;

         Yo evoco el nombre de los bravos federales,

         Cuyo nombres aparecen en tu limpia historia!


                                      E. L.

         Managua.

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En: LAS REVISTAS. Año X. Núm. 3. Managua, Julio de 1922.  Publicación Mensual Ilustrada. Fundada el 15 de Enero de 1913. Tercera Época. Director y Redactor Heliodoro Cuadra. Tip. Nacional.

lunes, 7 de junio de 2021

POR LA MORALIDAD PROFESIONAL. (El Magistrado que prefirió la muerte a la deshonra). Autor: Don Heliodoro Cuadra. Managua, Julio de 1922.

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POR LA MORALIDAD PROFESIONAL

En: Las Revistas – Publicación Mensual Ilustrada. República de Nicaragua, América Central. Director y Administrador: Heliodoro Cuadra. Tercera Época, Año X – Managua, Julio de 1922 – Núm. 3.

La conciencia no es otra que la de rechazar todo lo que va, injustamente, contra nuestros semejantes. No dar cabida en el corazón a las malas acciones, eso es ser virtuoso, eso es ser honrado. 

    Claudio González Rucavado

         La epígrafe que antecede encierra una verdad indiscutible, como que toda persona que se respeta a sí misma, debe tomar en  cuenta esa sabia máxima del ilustrado sociólogo costarricense.

         Se nos ocurre dar este consejo en vista de la denuncia que se nos ha hecho, por el correo urbano, acerca de la conducta de un Abogado, de esta ciudad, (*) quien ha cometido un acto penado severamente por nuestras leyes y que, aunque se nos cita el nombre, cosa que lamentamos, a ser cierto tal informe, ese profesional viste indignamente la sagrada toga, reservada sólo a los inmaculados, a los íntegros, a los que, respetando la majestad del Derecho, defienden honradamente los intereses de su mandantes.

         La persona que nos ha enviado la carta de que nos ocupamos, no sabemos por qué motivo, no tuvo el valor moral suficiente para poner su legítimo nombre al pie de la misiva, pues ha usado de un nombre apócrifo: Ángel Pitú, persona imaginaria que salió de la mente del autor de la zarzuela Adriana Angot, del género francés.


         Se trata, pues, de un anonimista cobarde que ha querido sorprendernos y creemos que esto es más que suficiente para poner en tela de juicio su –estamos seguros— falsa afirmación y le hagamos presente a ese infame acusador público que su conducta ha merecido, de nuestra parte, la más severa reprobación y que si no fuera que él esté envuelto en el manto del Misterio, donde se mantiene afilándose las uñas, como las << terribles arpías >> del poeta, a esta hora el Código Criminal estaría aplicándole sus severos artículos.

         Porque no es con anónimos como se desgarra la honra de un profesional. No es con anónimos, repetimos, como se mata moralmente a una persona, que quizá por el rencor de un malqueriente, que ha sido vencido en juicio, por despecho trata de poner en berlina a su defensor de ayer.

         En este momento, nosotros levantamos nuestra voz de protesta contra el anonimista que pretende echa una pellada de lodo contra ese Abogado, que sea quien fuere, tenemos la plena convicción, no ha cometido aquel hecho punible, censurado por la sana moral.

         Llega a tal extremo nuestro optimismo en este asunto que ni aun los profesionales que se creen fracasados, serían incapaces de cometer un hecho semejante, y debemos de manifestar que si nos ocupamos del anónimo de la referencia ha sido por tratarse de un asunto sensacional, talvez sin precedente en los anales del foro nicaragüense.    

         Ahora —por lo que pudiera suceder en el porvenir—  vamos a tratar, a la ligera, esta cuestión, desde el punto de vista doctrinario para que la juventud, que se inicia en la ciencia del Derecho, se compenetre de lo importante que es para un  profesional, tener bien sentada su reputación y hacerse digno de la confianza de todos los que necesiten de sus servicios.

         Todo estudiante deberá tratar de ir modelando su personalidad. ¿De qué manera? Primero, pesando en la balanza de la Dignidad la conducta de sus maestros, tratando de acercarse al más sabio y virtuoso de ellos: le pedirá sus consejos y se esforzará por tratar de imitarle; y, segundo, hará un recuerdo de los principales abogados que en Nicaragua se distinguieron por su honradez profesional reconocida: David y José Miguel Osorno, Francisco Barberena, José María Noguera, Casimiro Arosteguí, quien, siendo Magistrado, cometió una equivocación al poner en firme una sentencia y que, habiendo advertido el error al verla publicada, lleno de pena, dijo: <<¡Prefiero la muerte a la deshonra!>> Momentos después tomó el tósigo fatal que le produjo la muerte instantáneamente. José Francisco Aguilar, Vicente Navas, Bruno H. Buitrago, Manuel Cano, José Rosa Rizo, José María Paniagua, Bernabé Portocarrero, Ladislao Argüello, Benjamín Guerra, Juan Manuel Arce, Santana Romero, Perfecto Tijerino, Agustín Duarte, a todos estos ciudadanos, una vez que el estudiante haya obtenido el birrete doctoral, los tendrá presente en todos sus procedimientos.


         Vamos a concluir citando las palabras del honorable jurisconsulto don José María Hurtado: <<Debemos aplaudir y admirar al Abogado honorable que sabe ser el sacerdote del Derecho, y que hace de su profesión un amparo para los que demandan justicia. Por el contrario, debemos maldecir al Abogado inconsciente de su profesión; al Abogado de mala ley, porque es peor que el salteador de caminos: éste expone su vida y sólo arremete contra el dinero que consigo lleva la víctima; aquél no sólo expone su vida, sino que bien pagado es causa de la intranquilidad social. La moral jurídica es lo primero que hay que infundir a todo estudiante de Derecho. >>

                                  HELIODORO CUADRA

(*)  El anonimista no dice de dónde es natural ese Abogado – Nota de la Redacción.

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