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martes, 13 de mayo de 2014

¿FUE  NAVEGABLE  EL RÍO SAN JUAN DURANTE LA COLONIA?

Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle

La respuesta a esta pregunta es la siguiente, sí, fue navegable, como hoy, con ciertas condiciones o limitaciones que impone la geografía.

Como sabemos, el río San Juan, el antiguo Desaguadero de la Laguna Grande de Nicaragua, se inicia en el extremo sudeste del Lago de Nicaragua, y después de un tortuoso camino de cerca de 200 kilómetros alcanza la ribera del Mar Caribe.

Por sus aguas maravillosas, ora apacibles y acogedoras, ora violentas y traicioneras, ha transitado una gran parte de la historia de este país; y el mismo río, su presencia, ha incidido imperiosamente en la vida de esta regiones y ha modelado en tal forma la fisonomía de los acontecimientos que aquí se ha sucedido, que con toda razón podemos llamarle el río de nuestra historia.

¿Cuál es la historia remota del San Juan?

Según una vieja y pintoresca teoría esbozada por Hayes, al final de la Era Terciaria los departamentos de Chinandega, León, Managua y Granada no existían o permanecían cubiertos por un extenso golfo o brazo del Pacífico, que se adentraba profundamente en el continente.

El río San Juan era su tributario  y sus aguas corrían entonces de este a oeste: desembocaba en el Pacífico. Pero en la Era Cuaternaria se elevaron los volcanes, y con ellos el viejo brazo del mar. Las aguas se acumularon en las áreas más bajas para formar los lagos.

Al subir el nivel, un día la corriente se invirtió en el antiguo San Juan, lanzándose las aguas a través de una depresión de la primitiva divisoria continental, rumbo al Atlántico.

Por la naturaleza de sus fondos el San Juan tiene dos secciones: arriba de la confluencia del San Carlos, con escasos sólidos de arrastre; y debajo de esa confluencia, donde tales materiales son abundantes.

Pero las condiciones topográficas demarcan cuatro secciones: 

1ª. Desde el Lago hasta el primer raudal (del Toro), 45 kilómetros con desnivel mínimo, fondo bajo y extensos pantanos adyacentes. 

2ª.) Desde la cabecera del raudal del Toro hasta el pie del Machuca, comprendidos los demás raudales; desnivel de 4 metros en 37 kilómetros; es la garganta del San Juan. 

3ª.) El “Agua Muerta”, entre Machuca y Boca San Carlos, sección de 24 kilómetros de aguas profundas, libres de las arenas volcánicas que aporta el San Carlos. 

4ª.) Sección abundante de esas arenas, que se extienden de Boca San Carlos al mar; las arenas se depositan en el fondo, las orillas son de arcilla resistente.

El ancho del San Juan varía entre los 100 y los 300 metros. Pero en la parte baja pueden hallarse anchuras de 500 metros y más.

Al llegar al borde la llanura costera el caudal del río es distribuido entre el San Juanillo, el Colorado, el Caño Bravo y el Bajo San Juan y sus ramales Taura y Parada.

Tal es el San Juan y tal ha sido siempre, con muy ligeras variaciones, derivadas generalmente del régimen de las lluvias en su cuenca. Resultado de esa manera de ser, de esa estructuración invariable, sus condiciones de navegabilidad siempre han sido prácticamente las mismas.

En 1524 Hernández de Córdoba dispone la exploración del Mar Dulce, para lo cual hace transportar a lomos de indios un bergantín  en piezas, desde el Pacífico hasta el Lago. En él navegó el capitán Ruy Díaz hasta el caudal del Castillo, que los indios llamaban “la casa del Diablo”.

Fue después Sebastián Benalcázar, analfabeto ilustre, vecino de León Viejo, futuro conquistador de Quito, fundador de Popayán y Cali, y llegó en sus canoas hasta cerca de Machuca.

El último en hacer el intento bajo Hernández de Córdoba fue Hernaldo de Soto, más tarde Adelantado de la Florida y descubridor del Mississippi, de quien Gámez afirma antojadizamente que no pasó siquiera el raudal del Toro.

A principios de mayo de 1539 iniciaron los capitanes de Contreras Alonso Calero y Diego Machuca de Suazo el descubrimiento del Desaguadero hasta el mar.

Detenida la expedición en el río de los Sábalos, fue Machuca en canoas a reconocer los raudales.

A principios de julio salió Calero al mar, a través de una barra “algo trabajosa”, y se halló en una gran bahía protegida de las olas y los vientos dominantes por una punta baja y arenosa situada hacia el este.

He aquí las conclusiones que expone la Relación del descubrimiento del Desaguadero acerca de la manera de navegarlo:

“El río tendrá desde la laguna hasta la mar 30 leguas poco más o menos. Había en él tres raudales: el primero  y el postrero se pueden pasar botando con palancas y remando; el de en medio, que llaman la Casa del Diablo, es una pena todo, y corto, el cual tendrá obra de 500 pasos; hace subir con una guindaleta a la sirga”. (Esto quiere decir, tirando desde tierra por medio de un cabo resistente). “Pueden subir o bajar todo el río barcos que tengan de carga 400 arrobas. Sale la boca del río obra de 90 leguas de Nombre de Dios, la vía del agua; y marca ahí, cabe el río, un puerto mucho bueno, donde pueden entrar los navíos y estar muy seguros”.

Abierta la vía a la navegación, se torna muy traficada, y objeto primordial de la ambición de políticos y comerciantes. Lo navegan Contreras y  Machuca; también Calero, de vuelta del descubrimiento, esta vez prisionero de Contreras; se fuga, y sale nuevamente por él, rumbo a Nombre de Dios. Por ahí expulsa Contreras a Hernán Sánchez de Bajadoz, encadenado, hacia España, pasando por Cuba. Su encarnizado enemigo, el dean Pedro de Mendavía, a quien tiene preso en León, teme sufrir la misma suerte.

Contreras mueve sus intrigas en la Corte, tratando de sacar partido a la nueva situación. Pide se revise la capitulación con Diego Gutiérrez. Y quiere atraerse a Nicaragua la navegación para el Perú y la Especiería, la cual puede hacer por aquí “muy mejor  y más corta que por otra ninguna parte”.

Surgen diversos empresarios de transporte y comerciantes que operan en la vía recién abierta. Francisco Sánchez tiene dos bergantines que hacen el tráfico entre la boca del Desaguadero y Nombre de Dios. El bergantín Buena Ventura, de Alonso Gómez de Herrera, hace el viaje desde Granada. Asimismo el Santa María de los Reyes, del capitán Luis de Guevara (teniente de Contreras) y de Juan Fernández, y  dos fragatas de Pedro de los Ríos.

En estos barcos viajan, además de cuatro o cinco marineros de oficio, otros tantos indios e indias auxiliares. Algunos llevaban hasta doce indios más para ayudar a pasar los raudales.

Generalmente iban algunos como pasajeros, los que a su vez llevaban sus mozos y  sus indios e indias, bajo pena de cien pesos por cada uno de los que no volviesen al cabo de ocho meses. Hay quienes ejercen de agentes en diferentes centros comerciales, como Fernando Carmona, Arias Acevedo y los hermanos Lope, Diego y  Luis Sánchez Dalbo en Panamá; y Andrés Segovia en Granada.

Son dos las rutas usuales: Granada ---San Juan de la Cruz--- Cuba; y Granada –San Juan de la Cruz—Nombre de Dios. El viaje en el Río lo hacen sólo en barcos pequeños, fragatas y  bergantines; en el mar se suman algunos navíos.

De resultas del tráfico se abaratan en Nicaragua los bastimentos de España, y hay más gente en la Provincia hacia 1545.

El viaje entre Granada y Nombre de Dios se hacía en un promedio de 22 días. La jornada de más trabajos y peligro era de la isla de Bastimentos a Nombre de Dios, en cuya travesía se dependía más de los remos que de la vela.

Pero el mayor obstáculo estaba en el propio Río, en su “garganta”, aquella sección de 37 kilómetros en la que el agua, corriendo o saltando sobre peñascos (parte del esqueleto rocoso de la Sierra Madre) tiene que descender cuatro metros. En ese espacio se cuentan generalmente tres raudales; pero esos son sólo los mayores, los más aparentes. Poco antes de Machuca hay otros cinco rápidos menores, que son otros tantos obstáculos a la cómoda navegación: el de la Mica, el de las Balas, el Patricia; el Purgatorio y el Diamante. Y debajo de Machuca aun se menciona el pequeño raudal del Brazuelo de arena y piedra menuda.

Por eso hacia 1544 justicia y  regimiento de Granada se dirigen al rey solicitando el envío de 50 negros esclavos para limpiar los raudales, solicitud que respalda el obispo Valdivieso. No se sabe a ciencia cierta si alguna vez fueron enviados los 50 negros y si se “limpiaron los raudales”, (Expliquemos que tal limpieza debía consistir en remover las piedras en determinados lugares, de modo que se formase un canal de navegación).

En 1620 había de 10 a 12 fragatas para el comercio entre Granada y Portobelo o Cartagena. Llevaban maíz, brea, gallinas, añil, sebo, cebadilla, capones, azúcar, cacao, jarcía, harina trigo y biscocho, traían vino, lencería y otras cosas de España. El comercio con Cartagena estaba prohibido; pero el contrabando se introducía cambiando los papeles en Portobelo.

Por esta época se pensaba en la canalización de la Quebrada Honda o río Sapoa. Se dice tiene 150 brazas de ancho y más de 40 de profundidad; que desemboca en el Lago y que en invierno se llena en buena parte; entre el fin de la barranca y el Pacífico sólo medía una legua de piedra “que es lo que había que canalizar por entero”. Se tiene la idea peregrina de que siendo la Mar del Sur más alta que la del Norte, el río San Juan con el canal experimentaría un incremento de caudal.

Pero los terremotos de 1648 y 51 elevan los raudales y dificultan aún más la navegación. El de 1663 deja las peñas a descubierto; y un barco habanero que había ingresado al Lago en el año anterior no pudo bajar el Río ni con el invierno de 1664, muy copioso; hubo de ser vendido en subasta pública.

En 1781 don Matías de Gálvez demuestra la imposibilidad de construir por Nicaragua un canal interoceánico. Y el año siguiente declara no ser navegable el San Juan, pues en pleno invierno hay una goleta y una balandra encalladas en Machuca y Bartola.

Hubo dictámenes contrarios al proyectado canal de parte de autoridades como el comandante de ingenieros; Maestre y los capitanes ingenieros Joaquín Isassi y José María Alexandre. Y en 1781 el ingeniero Galisteo determinó con precisión la elevación del lago sobre el nivel del mar: 134 pies, 7 pulgadas y una línea, en tanto que la profundidad máxima era de 88 pies y 6 pulgadas. La conclusión era fulminante: si se abría el canal se vaciaba el lago y  se secaba el Río.

Más quedaba pendiente la canalización de la vía fluvial. En 1790 don Juan de Ayssa, glorioso defensor del Castillo en 1779, menciona la facilidad de hacer un canal junto a la fortaleza, por ser la orilla y el lecho de piedra movediza “que en tiempo seco se descubre”. En cambio el raudal de Machuca ofrece otras dificultades, por ser “piedra suelta, sin canal fija”. Este, como el del Toro, es de piedra menuda y arena

A principios del siglo XIX se autoriza el cobro de un impuesto de avería del medio por ciento “para limpiar el San Juan”, impuesto que se lleva indebidamente a Guatemala y que después se hace ascender al 11 por ciento; entretanto las corrientes siguen acarreando arena al puerto, que está a punto de cegarse; la flotación de maderas hace más difícil y peligrosa la navegación: las aguas se esparcen y disminuye el fondo; y los barcos varados o a punto de vararse no pueden alijarse, porque inundadas las orillas, no hay donde poner la carga.

Esto quiere decir que durante el período colonial la navegación por el San Juan se fue dificultando con el correr del tiempo, primero por obra de la naturaleza, con los terremotos que elevaron el lecho a mediados del siglo XVII, y el constante arrastre y depósito de arenas volcánicas que bajan de las montañas de Costa Rica en la corriente del San Carlos; después por obra del hombre, que con la extracción de maderas en los bosques ribereños y su flotación en el Río, alteró el curso natural de las aguas y secundariamente pudo haber causado el depósito anormal de aluviones en la desembocadura. 

miércoles, 22 de enero de 2014

ALGUNAS LUCES SOBRE EL CUADRANTE SOLAR DE LA “QUESTA DEL RELOJ”

Por: Eduardo Pérez-Valle hijo.-

“…Más ya me ha venido a la memoria donde será bien y aun mas que bien escribilla, que es en el librillo de memoria que fue de Cardenio, y tú tendrás cuidado de hacerla trasladar en papel, de buena letra, en el primer lugar que hallares donde haya maestro de escuela de muchachos, o si no cualquiera sacristán te la trasladará”: y no se la des a trasladar a ningún escribano, que hacen letra procesada, que no la entenderá Satanás”
                                                                                    Miguel de Cervantes

«No importa que no haya reloj en el bosque para que el tiempo se cuente; se puede hacer igual de bien registrando su marcha perezosa a suspiro por minuto y a gemido por hora».
                                                                                     W. Shakespeare


Fotografía No. 1 Reloj de Sol asentado en cal cementada
Camino de la Cuesta del Reloj, 1953. 1

No deja de ser ciertamente curioso el diseño y la historia del reloj de sol preservado hoy, paradójicamente, “a la sombra”, dentro de una sala de exposición del Palacio de la Cultura. Construido en una sola pieza de piedra, hacia finales del siglo XVIII, así lo hace constar cierta inscripción lateral elaborada  sobre el macizo de roca basáltica con forma geométrica tridimensional, este poliedro regular (ortoedro) distingue por tener encima de la parte superior de las seis caras, otro relieve cuadrangular coronado al centro con una perilla tallada, cuya presencia, más que ornamental también contribuye a registrar el momento cenital del sol.

En otras dos caras de este instrumento de medición horaria están grabados dos mensajes en español antiguo; el detrimento causado por los fenómenos naturales (meteorización) y principalmente la asechanza humana, ahora no permite leerlos a simple vista ó identificar los trazos de ambos textos.

La tradición oral  transmite la versión que el reloj permaneció a la orilla del antiguo Camino Real entre Mateare y León por donde transitaban los súbditos de la Corona española, ruta necesaria como vía de intercambio comercial generado en el sistema de encomiendas. Dícese también, que fue mojón para fijar los límites entre Mateare y Nagarote. Los actuales habitantes del municipio aseguran que el sitio donde estuvo ubicado el reloj, ahora existe el plantel industrial de una productora de cemento, a poca distancia del Xolotlán y por delante colindante con la actual carretera “Nueva a León”.-  

Don Luis Cuadra Cea, 1936.

Respecto al primitivo origen y localización del cuadrante solar, hay dos referencias vinculantes: la crónica del explorador, escritor y diplomático estadounidense, John Lloyd Stepehens  (1805-1852 †)  publicado en el libro Incidentes de Viaje en Centro América, Chiapas y Yucatán, 1841, y  una foto vieja de hace cincuenta y siete años, con una interesante nota al margen, donde puede verse el reloj empotrado en cal cementada, sobre un claro de camino fondeado de maleza1. La fotografía muestra con limpidez, diferentes oquedades por desprendimiento en la superficie donde está grabado uno de los mensajes, y corrobora que el deterioro no es de hoy. Además, confirma que, el 15 de noviembre de 1953, hasta aquel paraje llegó don Luis Cuadra Cea quien por primera vez lo identificó como un reloj de sol. Posteriormente, el recordado historiador y emprendedor de la arqueología empírica en nuestro país, lo trasladó a Managua.


John Lloyd. Stepehens 

Stepehens hace constar que al recorrer el antiguo Camino Real poco distante a la línea de costa del lago Xolotlán, pudo ver el reloj en la jurisdicción del pueblo aborigen de Mateare. Veamos, narrado por el propio Stepehens, como fue aquel suceso: “Desde este pueblo [de Mateare] nuestro camino se extendía directamente a lo largo del lago, no más que a pocos pasos de la playa, y sombreado por magníficos árboles. Desgraciadamente nos vimos obligados a tomar otro camino para evitar una enorme roca que había rodado hacia abajo unos meses antes, y que probablemente todavía obstruye el camino; este nos hizo rodear por la Questa del Relox, así llamada por un venerable reloj de sol que se encuentra a un lado del camino, de una piedra gris oscuro, con una inscripción en castellano, pero con los caracteres tan gastados e indistintos que no pude descifrarlos. Carece de historia, salvo que fue erigido por los conquistadores, y permanece como una indicación de las obras con que los españoles comenzaron a colonizar el país”.2

Las “caracteres tan gastados e indistintos” en el cuadrante, ininteligible e indescifrables para “el viajero” norteamericano, seguramente no fueron grabadas con el propósito expreso de darles texto que leer a los indios confinados y obligados a tributar desde las parcialidades coloniales, recordemos que, hacia el final de la tercera centuria de dominio colonialista, el calificativo  ladino, entre otras definiciones, era particularmente connotado a un segmento social mínimo en relación de los otros estratos sociales, fue aplicado a quienes lograban conocer y dominar el habla del español, ó sea, los indios “hispanizados”. Aunque, entre cientistas sociales, el término ladino es de más amplia definición, es también atribuido a partir de términos de imposición y transculturización, mezcla de razas. Desde el inicio de la conquista, los procesos aculturadores entre los indios  –esencialmente el adoctrinamiento católico-- no equivalía a una proporción creciente de indios instruidos. En el siglo XVI y XVII, a partir del  dominio del habla y la lectura “…la Corona española utilizaba [ladino] el concepto para etiquetar a los súbditos del imperio que hablaban los rudimentos de la lengua oficial ó el llamado latín vulgar”. Así lo señalan estudiosos del tema, como Robinson Herrera y Darío Euraque. 3

Sobre el antiguo Camino Real, en la ruta de la “Cuesta del Reloj”, este cuadrante solar marcó muchas horas de sometimiento; probablemente demarcó un punto de la parcialidad indígena donde por varios siglos los indios confinados de “Mathiare de la Real Corona” eran obligados a los pagos de vituallas y otros productos. Marcó el tiempo sobre la ruta de explotación y mercadeo por la cual también circularon nativos y mestizos dedicados al comercio de poca monta. A propósito, algunos importantes datos sobre los tributos indígenas del siglo XVII Y XVIII están registrados en documentos coloniales depositados en algunos archivos públicos y privados. Sobre las circunstancias del Mateare colonial anterior a la instalación del Reloj de Sol, es posible conocer un estimado de la población del siglo XVII; algunos informes de relevante utilidad están resguardados en la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua, donde pueden localizarse bajo el título “Libro de Tributos de la Provincia de Nicaragua”; fueron comprados por el BCN, y sobre la procedencia es conocido que en 1928 fueron obtenidos por el señor Enrique Pichardo M., de los Archivos de la Curia de León. Estos documentos coloniales están reunidos en un tomo; hace poco fueron objeto de un valioso artículo de reinserción histórica, elaborado por el historiador Rafael Casanova Fuertes 4. En la primera página de la citada fuente, las cifras indican que en 1685, un siglo antes de la construcción del reloj de sol, sobre esa misma ruta enviaban al encomendero español, el tributo exigido a una población diezmada, compuesta de 87 indios e indias.

LOS COMPONENTES DEL CUADRANTE SOLAR

Para analizar la función y eficacia de las proyecciones esgrafiadas sobre la superficie de la piedra, tuve la intención de hacer la propuesta conveniente a la dirección del Museo Nacional de Nicaragua, a fin de verlo funcionar orientado al sol de levante. Ese propósito fue inalcanzable, porque en las últimas tres semanas que antecedieron a la redacción de este artículo, el Cuadrante Solar fue trasladado del museo “Huellas de Acahualinca” al Museo Nacional en el Palacio de la Cultura, y esa imprevisto detuvo la posibilidad de examinar la parte gnomónica, epigráfica e iconográfica; no obstante, gracias a la suerte favorable el asunto varió por la valiosa ayuda del arqueólogo Edgard Espinoza Pérez, a quien debo la obtención de tres magníficas fotografías del calco hecho a tres caras del cuadrante, realizadas en el año 2000, por él y la arqueóloga japonesa Fumie Lizuka, quien permaneció en nuestro país como parte  del servicio voluntario japonés “Jóvenes en el Extranjero”.

GNOMÓNICA DEL CUADRANTE SOLAR


Fotografía No. 1 - Reloj de Sol 
Calco hecho por los arqueólogos Edgar Espinoza Pérez y Fumie Lizuka

Según el diseño que puede apreciarse en la fotografía 1, el cuadrante solar de una cara es, del tipo vertical directo a mediodía orientado (Vertical a levante). En la superficie contiene doce líneas horarias esgrafiadas que parten hasta el interior de la banda horaria encerradas en un semicírculo, las horas están indicadas en número romanos demasiado deteriorados, que apenas permite distinguir la nomenclatura, distribuida de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Las líneas horarias comienzan en el extremo izquierdo del cuadrante, a partir de  las 6 (VI) horas del crepúsculo matutino, hasta las 12 (XII) horas en la meridiana, de donde continúa hasta llegar al ocaso en otras seis horas. Puede verse que la meridiana, y los doce ángulos del trazado, no están bien graduados, por tal motivo, es probable que por medio de ella no podrá obtenerse información exacta del valor de la latitud local respecto al lugar donde se mira, porque el dato se obtiene de la orientación del reloj hacia la posición de la Estrella Polar (del Norte), o sea, es el ángulo configurado entre la dirección y el plano horizontal del cuadrante (el ángulo llano del semicírculo). Encima de la meridiana conserva el orificio donde se aloja el gnomon o estilo (varilla) que proyecta la sombra con la cual se mide el tiempo solar aparente.

ICONOGRAFÍA RELIGIOSA

En la parte de abajo del reloj está otra inscripción que sin la ayuda del calco, resulta menos reconocible e inadvertida, consiste en iconografía simbólica y religiosa, una cruz latina o crux ordinaria con pedestal cónico, flanqueada por dos racimos de uvas, simbolismo propio de la exégesis bíblica, propio del mensaje eclesial y cristológico; representa la cruz más habitual en las iglesias de la cristiandad latina. El brazo mayor de la cruz está alineado con el centro geométrico del reloj.  De ahí que pueda suponerse que el trabajo esgrafiado en la construcción del reloj  pudo ser obra encargada a algún fraile conventual de los que transitaban en labor de adoctrinamiento. 

PALEOGRAFÍA Y EPIGRAFÍA

Para quienes por oficio están dedicados sólo a la paleografía, la labor ó desciframiento nunca deja de ser un reto al que ponen buena dosis de paciencia; no menos dificultoso resultó nuestro empeño de interpretar la escritura colonial hispanoamericana en el reloj. En la tarea emprendida hubo algunos elementos gráficos insalvables, sin embargo, el mensaje ha sido recobrado en casi la totalidad.

CALCO No. 1

Calco hecho por los arqueólogos Edgar Espinoza Pérez y Fumie Lizuka

TRANSCRIPCIÓN DEL CALCO No. 1



Transcripción y Traducción: Eduardo Pérez-Valle h.

TRADUCCIÓN

El texto en castellano antiguo está distribuido en ocho líneas.

Conservas la riqueza de alma y vidael medio, el invierno, el verano,
porque el hombre es su creación
en ley, en fe, en razón de este mundo
natural, a estos sabios entendidos,
dejó  a la ciencias y artes a su cuido
para que el ver que con ellas se alabe
el Altísimo Majestad Real que está en el Cielo


Fotografía No.3 Cara lateral derecha del Cuadrante Solar
Calco: Edgar Espinoza Pérez y Fumie Lizuka

TRADUCCIÓN por Eduardo Pérez-Valle h

Este camino real se abrió el año de 1781
por orden de la Majestad y Señor de campo Gobernador y Capitán General del Rey Don Matías de Gálvez el descubridor y protector de este, el capitán Antonio Rovira

Para comprender el contexto del mensaje  grabado en 1781, nada me parece más indicado que referirnos al Capitán General Matías de Gálvez y Gallardo, personaje militar y político que tres años antes de la instalación del Cuadrante Solar en el Camino Real de Mateare, ocupó la Capitanía General que perteneció al Virreinato de Nueva España;  Presidente de la Audiencia de Guatemala, falleció en 1784.  Por otra parte, el historiador Tomás Ayón escribe en su Historia de Nicaragua, las circunstancias que propiciaron en el contexto de la guerra declarada entre el imperio inglés  y el español, la  llegada urgente a la provincia de Nicaragua del Capitán General Gálvez al mando de fuerte destacamento militar destinado a enfrentar al ejército inglés que tras dos ataques a la tropa española del Castillo de San Fernando de Omoa, en Honduras, los obligó a rendirse. Gálvez retomó el Castillo de San Fernando y luego prosiguió a la provincia de Nicaragua con el propósito de deshacer los asentamientos ingleses en el territorio de Mosquitos. Ayón expone que  el 22 de febrero de 1780, el Capitán General estaba en Granada donde permaneció cuatro meses y otros dos en Masaya.5

En cuanto a José Rovira, era hidalgo español residente en la Provincia de Nicaragua y fue el primer alcalde de Managua. Don Gratus Halftermeyer, historiador y cronista por excelencia de nuestra vieja Managua, lo consigna en su libro “Historia de Managua”6.

Respecto a Rovira hay otro dato igualmente relacionado a monumentos coloniales conmemorativos. En el periódico La Noticia que dirigió don Juan Ramón Avilés, fue publicado que dos años después del terremoto de 1931, en septiembre de 1933, por decisión de don Rafael Villavicencio, Presidente del Distrito Nacional, “fue colocada a la derecha de la entrada y al pie de la primera grada del reconstruido Palacio del Ayuntamiento, una piedra colonial que data de hace de más de dos siglos. Obsequio hecho por la distinguida familia del extinto don Mariano Guerra al gobierno local de Managua, El señor José Rovira, primer alcalde de Managua hace más de dos siglos, que fue quien hizo grabar la leyenda en esa piedra, fue un ascendiente de don Mariano Guerra, cuya viuda es quien la ha entregado al Distrito Nacional.”  (Fotografías 4 y 5)



Fotografía No. 4. Palacio del Ayuntamiento, antes del terremoto de 1931. Obsérvese la ausencia de la “piedra colonial”.-



Fotografía No. 5. Palacio del Ayuntamiento en reconstrucción. En la parte derecha al pie de la primera columna y a orillas de la primera grada, puede apreciarse la “piedra colonial” colocada en 1933.
“En dicha piedra puede leerse, aunque un poco borroso por el tiempo la siguiente inscripción: Bajo las órdenes del Sr. Governador Int. Dn. José Salvador se reedificó este Rl. Cavildo por el primer Alce. De este pl. Do. Antonio Roma. 1726”.7 

José Salvador fue el Gobernador e Intendente de la Provincia, quien “a los diez días del mes de marzo de 1810 ordenó el amojonamiento (límites coloniales) de Managua. 8

El término “reedificar” en la inscripción de esa otra piedra colonial conmemorativa, sugiere que, el alojamiento del Real Cabildo sufrió destrucción; como dato coincidente, recordemos que ese mismo año de 1726, ocurrió el terremoto que destruyó las iglesias coloniales de Chinandega y Chichigalpa.

EL CUADRANTE SOLAR “DESPUÉS DEL PÁRAMO DE LAVA”

El testimonio sobre otro cuadrante solar a orilla del camino real entre Managua y Masaya, está en la obra de Ephraim George Squier. La obra de este diplomático estadounidense es apreciada por la trascendencia de la calidad testimonial y científica. Permaneció en nuestro país como Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Norteamérica ante los gobiernos de Centroamérica. Valga decir que lo extraño del caso es, que durante la primera estadía de Squier en Nicaragua, por espacio de un año, de 1849 a junio de 1850, viajó por los caminos principales de los pueblos de occidente; de paso hacia la ciudad de León estuvo en la ciudad de Nagarote, y la ruta obligada era sobre el mismo camino antiguo que dejaba atrás a Mateare y la “Questa del Reloj”, sin embargo, el minucioso Squier no dejó testimonio sobre el cuadrante erigido por Rovira en homenaje a Gálvez.

Sesenta y nueve años después, en la Nicaragua independizada del colonialismo español, Squier narra la existencia de otro cuadrante solar, colonial, que definía límites entre Masaya y Granada “después del páramo de lava”, conozcamos en las palabras de Squier los detalles de aquel suceso:

“…Pasado el páramo de lava… a mitad del camino entre Masaya y Managua, dimos de sopetón con una gran piedra que a la primera ojeada una de las “piedra antiguas” del país… resulto ser no obstante una relox del sol”. Cuadrante solar dejado allí por los españoles con doble propósito de marcar la distancia y las horas. Tiene una inscripción que las injurias del tiempo han borrado ya. En su lugar vese ahora una ruda cruz en profundo bajo relieve” 9

CUADRANTES SOLARES INADVERTIDOS

No es improbable que en las iglesias coloniales de Nicaragua hayan sido construidos diferentes diseños de cuadrantes solares para la medición del tiempo. Sería interesante revisarlas, tal vez lo que podría parecer una simple incisión en la pared es parte de un cuadrante solar elaborado por las misiones eclesiásticas. A tal propósito sería necesario escudriñar en las torres, paredes, en todo sitio donde la disposición arquitectónica sugiera un posible o adecuado emplazamiento. Sobre todo, ahora que la Escuela de Física de la UNAN cuenta con expertos y entusiastas de la Cosmología que han fundado el “Observatorio Astronómico” de la Universidad Nacional.  La gnomónica es parte inseparable de la bóveda celeste y la construcción de cuadrantes solares representaría un motivo práctico de enseñanza, aprendizaje, y de mejoría en sitios públicos. Como alguien bien dijo: “Me gustan los relojes de sol porque combinan al tiempo, la astronomía, las matemáticas y la cosmogonía en un solo objeto. Es una perfecta combinación entre historia, ciencia y arte.”

En relación del asunto, cabe referir que en el último aporte editorial del historiador Orient Bolívar Juárez, está incluida una breve referencia  ilustrada, sobre  la existencia de “la Piedra del Tiempo” ó Cuadrante Solar de la “Questa del Reloj”.10

Por ahora, el Cuadrante Solar de la “Questa del Reloj” es el único identificado en nuestro país. Acertadamente, las autoridades del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC), decidieron trasladarlo al Palacio de la Cultura donde es mostrado al público después de haberlo declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la Nación.

NOTAS

1 La fotografía fue tomada en 1953 por alguien de nombre David. Posiblemente, David Arellano, músico pianista, quien tuvo afición por asuntos arqueológicos de Nicaragua.-

2 STEPHENS, John L.: Incidentes de Viaje en C.A., Chiapas y Yucatán. (Traducción de la 1ª Ed. Inglesa, por Benjamín Mazariegos Santizo). Quetzaltenango. Tip. El Noticiero Evangélico, 1940. T. II, pp. 9 y 10. 

3 QUIRÓS SOTO, Ronaldo y DÍAS ARIAS, David: Mestizaje, indígenas e identidad nacional en Centroamérica: De la Colonia a las Repúblicas Liberales. Cuadernos de Ciencias Sociales No. 143. Facultad de Ciencias Sociales, San José, Costa Rica, agosto 2007. 129 pp.

4 Una obra inédita de Luis Cuadra Cea sobre las comunidades indígenas de Nicaragua en el siglo XVII. Por: Rafael Casanova Fuertes. En: Nuevo Amanecer Cultural, 23 de Octubre de 2010.

5 AYÓN, Tomás: Historia de Nicaragua: desde los tiempos más remotos hasta el año de 1852. Fondo de Promoción Cultural. BANIC. Tomo III. (2ª  edición). Serie Histórica. Página 92 -135.

6 HALFTERMEYER, Gratus: Historia de Managua: Data desde el siglo XVIII hasta hoy. 3ª. Ed. Talleres Nacionales Nicaragua. D.N. 1959.

7La piedra colonial del Palacio del Distrito Nacional. En: La Noticia, 22 de septiembre de 1933. pp.3.

6.----Piedra Municipal de Managua, de más de dos siglos. En: La Noticia, 17 de septiembre de 1933. Pág. 

8 Ratificación de los límites coloniales de Managua (1810). Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua. Editor Jorge Eduardo Arellano. 2ª época. Tomo LXV. Agosto 2007. pp. 201 y 202.

9 SQUIER, Ephraim George: Nicaragua, sus gentes y paisajes (Trad. de Luciano Cuadra). Imp / Ed.: San José, Costa Rica: EDUCA, 1972.  2a. ed. 525 p. Serie: Viajeros, 1

10 JUÁREZ, Orient Bolívar: Historia de la Geodesia y la Cartografía en Nicaragua, 1ª ed.  Managua. Ediciones Jano, 2010. Capítulo III.  p. 17.   

Bibliografía:

CAVALLINI DE ARÁUZ, Ligia: Elementos de Paleografía Hispanoamericana; San José, Costa Rica. Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1ª edición. 1986.




EL PUERTO DE EL REALEJO DOS AÑOS ANTES DE LA INDEPENDENCIA. Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle

EL PUERTO DE EL  REALEJO DOS AÑOS ANTES DE LA INDEPENDENCIA

Por: Dr. Eduardo Pérez-Valle
 (13 Oct - 1924 31 Marzo -1998†)


Nota del Editor: Este artículo fue publicado por mi padre hace 50 años en el diario  La Prensa del 27 de mayo de 1960. El doctor Eduardo Pérez-Valle falleció el 31 de marzo de 1998-  

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Comienzo esta serie de publicaciones sobre temas de Geografía Histórica nicaragüense, en el cual trato de exponer el concepto geográfico que de nuestro país en general, y de ciertas regiones suyas, en particular, se ha tenido a través del tiempo a partir, naturalmente, del descubrimiento.

Los diversos temas que trataré lo serán sin orden cronológico ni de otra índole, principalmente porque la documentación necesaria para llevar adelante estos estudios, la voy obteniendo también desordenadamente y, dicho de paso, con harta dificultad.

No obstante, es obvio que la serie una vez completada, formará un todo fácil de ordenar y de indiscutible interés para alumnos de Historia y Geografía.

IMPORTANCIA DEL PUERTO DE EL REALEJO

Tema de notable interés será siempre para nosotros la historia de El Realejo, a través del cual las colonias españolas de América sorbieron vital energía, indispensable para su permanencia y desarrollo. Y digo las colonias, porque aunque Nicaragua fue la más beneficiada con poseer uno de los mejores puertos naturales del continente, las demás parcelas coloniales, empezando por Nueva España, Guatemala, Cuscatlán y siguiendo por Tierra Firme hasta el Perú y Chile, también derivaron de su existencia incalculables beneficios.

Pero no voy a tratar aquí la historia del puerto de El Realejo, porque sería salirme de lo propuesto. En cambio, vamos a recordar un poco de su geografía y a precisar con la ayuda de un notable documento de principios del siglo XIX, las denominaciones que se daban en ese entonces a los diversos accidentes geográficos de su región. Sobre todo tratándose del puerto de El Realejo tiene esto una importancia enorme para la recta comprensión de los diversos episodios históricos que tienen algo que ver con él, como la expedición de Alvarado al Perú, la ayuda nicaragüense y centroamericana al Licenciado Gasca contra Gonzalo Pizarro, la insurrección de los Contreras, las invasiones piráticas, etc.

Empecemos por establecer una clara distinción entre el PUERTO y el PUEBLO de El Realejo. El pueblo aun subiste en el mimo lugar en que, según versión de Fuentes y Guzmán, lo fundaran los hombres de Pedro de Alvarado que iban al Perú a disputar  su parte del Imperio de los incas en 1534. El puerto, es decir el lugar abrigado  y de buen fondo, donde podían permanecer a buen recaudo “mil navíos” de todo porte, ya existía de antes, y es el mismo que algunas geografías modernas llaman “Bahía de Corinto”, defendida de los embates del mar por las islas de Aserradores y el Cardón y la costa de Castañotes. A esto es a lo que un principio se llamó Puerto de la Posesión. El principal fondeadero de aquel vasto conjunto era el del Jagüey o los Jogüeyes (Jogüey es nombre antillano de una especie de matapalo) y estaba, según unos, junto a Corinto, en el mismo lugar que ocupa el muelle actual; según otros, en frente, junto a una isla que el mapa topográfico de la Oficina de Geodesia denomina Isla del Granadillo.

Entre los de esta última opinión está don Juan Bautista de Jáuregui, autor del mapa cuyo croquis reproduzco junto a un extracto del de la Geodesia, a fin de que puedan hacerse las debidas comparaciones.

EL PLANO DE DON JUAN BAUTISTA DE JÁUREGUI data de 1819 y se conserva en Madrid, en los archivos del Servicio Geográfico e Histórico del Ejército. Su denominación es la siguiente: “Plano que manifiesta la figura y extensión del Puerto de Realejo, con todas sus ensenadas, esteros, islas, bajos, braceaje, calidad de fondo y corrientes que él se notan, las circunstancias y las dos entradas que tiene”. León, Agosto 1º de 1819.

  Juan Bautista de Jáuregui                                       (Rubricado)

A un lado del plano se encuentra la siguiente EXPLICACIÓN:

Esta situado el Puerto de Realejo en la costa del Sur de la Provincia de León, en la latitud de 12º 30´ Norte y en la longitud de 80º 48´ 30´´ Oeste del meridiano de Cádiz: Lo forma un estero grande que se introduce como legua y media en la tierra por el cuarto cuadrante, haciendo varios zigzagues: Le cierran por la parte del Sur o de la mar dos islas: la una al Este, llamada Castañón, rasa, de piedra a flor de agua; y la otra al Oeste, nombrada Cardón, escarpada y elevada de 8 a 10 varas sobre el nivel del agua, también de piedra, y pelada, excepto en algunos pocos parajes, que tiene manchones de árboles y arbustos, pero no tiene agua ni puerto, por lo que es inhabitable.

Tiene dos entradas: la una por el lado del Sur, entre estas dos islas, llamada la Vieja, con barra de poco fondo y muy arriesgada por las muchas piedras que hay en ella hasta flor de agua y la continua marejada que rompe en la misma, por lo que sólo en tiempos muy apurados entran por ésta embarcaciones mercantes de poco porte; la otra, nombrada la Principal, esta por el de Oeste, entre la isla de Cardón y la punta de Icacos; es de un fondo regular para embarcaciones mayores, pero tienen que atracarse a esta isla para no dar con el placer que hay en dicha punta de Icacos. Es puerto habilitado para el comercio de esta Provincia, que lo hace por él con los reinos del Perú y México, por la Mar del Sur, y también con los de España.

Desde la punta de Aserradores hasta la de Icacos es playa rasa y acantilada, por lo que es muy brava, particularmente en los tiempos de invierno que reinan los vientos del Sur y Suroeste llamados VIRAZONES, que revientan a más de milla y media distante de la costa en la mar.

Todos los márgenes del puerto, esteros y ríos comprendidos en la extensión de este plano, son de bajas, de manglares intransitables, y quedan anegadas en las mareas altas, y en las bajas llenas de fango. En el estero de Doña Paula no se pueden internar los botes por la poca agua que tiene. En el de Machuca o Tentación, como hasta las dos terceras partes de él. En el de la Encantada, hasta el frente del pozo de agua dulce en donde hacen aguada las embarcaciones, siendo muy peligrosa la entrada de él a causa de una isleta rasa que tiene en su frente y un placer al N.NO., pues el resto, por las muchas piedras, es impracticable: En el de la Tosagua pueden entrar lanchas y botes hasta las dos tercera partes de él, por ser limpio. El de Chocolate es lodoso y de poco fondo, por lo que sólo pueden entrar en él botecitos muy chicos: El de la Virgen es limplió (sic), pero también de poco fondo; en él entra un riachuelo de agua dulce del mismo nombre, de él se surten las embarcaciones y va a dar a un playón de mangles. El de Aserradores se comunica con la mar como a una milla al Oeste de la isla del Cardón: su entrada por la mar es impracticable excepto para botes muy pequeños, por lo mucho que rompe en ella, y por el poco fondo que tiene en unas islas bajas que llaman Negritos; y en bajamar, ni aún para aquellos, porque queda en seco; este estero y la costa forman la isla de Icacos; es baja y llena de unos árboles nombrados icacos, que es por donde se deriva su nombre. El de San Júdas (sic), que se comunica con este último y con el principal, es angustiado y de poco fondo, que se queda  en lodo en las mareas bajas, por lo que, y por los muchos manglares que se cruzán (sic), es intransitables. El de la Teresa es limpió, pero en las mareas bajas queda con poco agua. El de las Animas, que es nuevo, también es de poco fondo.

Los barcos entran comunmente por la entrada principal y las fragatas de mayor porte fondean en el surgidero nombrado Jagüey, los buques medianos en Vacia-Borrachos y los pequeños en Espanta-Negritos.

Se sube la carga de los buques al PUEBLO de Realejo con lanchas y lanchones, por el estero de la Vuelta del Diablo; y en pleamar, por el de Tejedor, pasando por el Astillero Viejo, el Nuevo y los Encuentros, hasta llegar a El Realejo; pero en bajamar no pueden pasar desde los Encuentros porque queda en fango este pedazo de estero Desde Realejo se baja la carga a los buques por el mismo estero, en iguales terminos.

En verano es difícil la entrada de los buques en este puerto, a causa de los vientos duros del primer cuadrante nombrados PAPAGAYOS, que reinan en dicho tiempo, que los desatracan a mucha distancia de la costa y tiene que aguantar hasta que abonanse. Por la (sic) contrario, en invierno corren los del tercer cuadrante llamados BRISAS o VIRAZONES, que forman grandes temporales y chubascos, y tienen que esperar a que calme.

A, Significa fondo de arena; AG, de arena gorda; FA, fango y arena; F, de fango; una ancla, fondeadero de buques; una flecha, dirección de corrientes; 39, paraje donde convendrá construir una batería de cañones de a 16, en la punta del estero de la Virgen; 40, ídem donde se han de situar dos lanchas cañoneras al costado derecho de otra (esta) batería para contrarrestar los fuegos del enemigo en el caso que intente atacarlo; 41, ídem de otra batería de dos cañones en el astillero Viejo. Nota: El braceaje se ha tomado a media marea. La diferencia de las mareas altas a las bajas es una braza, aunque en los equinoccios, novilunios y plenilunios son mayores.

TOPONIMIA DEL PLANO DE JÁUREGUI

                                       
 1 – Realejo
 2 – Río de Agua Dulce
 3 – Los Encuentros
 4 – Astillero Nuevo
 5 – Astillero Viejo
 6 – Estero de Tejedor *
 7 – Vuelta del Diablo
 8 –Espanta-Negritos
 9 – Estero de Ánimas,
10 – Estero de la Teresa
11 – Vacia-Borrachos
12 – Estero de San Judas
13 –Punta Gorda
14 – Canal de Realejo
15 – Punta de San Fernando
16 – Punta de Icacos
17 – Jagüey *
18 – Estero de la Encantada
19—Isla de Castañón
20 – Entrada Vieja
21 – Isla del Cardón
22 – Entrada Principal del Puerto
23 – Vista de estos volcanes demorando al N. NO. a la distancia de 4 a 5
         Leguas de la costa en el Mar del Sur.
         a – Volcán de El Viejo
         b – Idem de Telica
         c – Idem o Mesa de León
24 – Vigía  *
25 – Estero de la Virgen
26 – Estero de Chocolate
27 – Estero de la Tosagua
28 – Limones
29 – Pozo de agua dulce *
30 – Estero de Machuca o Tentación
31 – Estero de Doña Paula
32 – Boca del Estero de Aserradores
33 – Los Negritos
34 – Estero de Aserradores
35 – Isla de Icacos
36 – Isla y bajos de Aserradores  *
37 – Mar del Sur
38—Escala de 1000 varas

* ANOTACIONES A LA TOPONIMIA DEL PLANO DE JÁUREGUI

6. — El “ESTERO DE TEJEDOR” es el mismo Canal de Tejedores, obra que, según parece, se debe a un sacerdote de ese apellido. Dícese que fue construido en el siglo XIX para ahorrar a los barcos el camino, bastante más largo, de la “Vuelta del Diablo”.

17. – Es cosa cierta la existencia simultánea de varios sitios con el mismo nombre de JAGÜEY, lo cual ha originado cierta confusión: se ha llamado “Isla de Jagüey” a la de Corinto o de Punta Icacos; y con razón, porque ahí se ubicaba el “Carenero del Jagüey”, lugar de reparación, limpieza y calafateo de barcos; otro Jagüey, el que señala Jáuregui, está en relación con el fondeadero o “surgidero”, para las “fragatas de mayor porte”, que llevaba también ese nombre y que estaba junto a la punta que marca el mapa con tal denominación.
Respecto a la palabra Jagüey, las corrupciones españolas del nombre indígena son varias. La Colección de Documentos del doctor Andrés Vega Bolaños (“Colección Somoza”), registra Xaguey, Xagueys, Xaguelles y Exanguabueyes; nunca aparece la forma Jabuey, que usan algunos modernos. En lo que concierne al origen del témino Jagüey, el Diccionario de la Real Academia Española, indica ser cubano, no nicaragüense, como se ha querido afirmar.

24. —Parece que existieron varios puestos de VIGÍA, que quizás se hayan sucedido en diversas épocas, quizás se hayan establecido contemporáneamente, con diversos fines. El que señala Jáuregui pudo haber tenido intención militar, relacionado con la defensa de la Villa. Se ha mencionado otro (por Dn. Salvador D´Arbelles) en la isla llamada Zacatosa, la misma que el mapa de Jáuregui registra como Jagüey. Éste era el lugar en que permanecía el práctico del puerto.

29. —EL POZO DE AGUA DULCE que sitúa Jáuregui en la Isla Encantada aun existe. Pero hay otro pozo de mejores aguas en la Zacatosa o punta “Jagüey” de Jáuregui, más cerca del fondeadero principal, que, por tanto, debe haber sido más recurrido.

36. —ASERRADORES. Respecto a esta isla Jáuregui hace una distinción muy importante, al separarla completamente, tal como está en la realidad, de la de Corinto. Durante mucho tiempo, modernamente, mapas de mucha autoridad han confundido ambas islas en una sola. En verdad la Isla de Corinto se extiende desde Punta Icacos hasta Maderas Negras; la de Aserradores desde Las Cocinas hasta el Morro de Aserradores.

EXPLICACIÓN DEL MAPA DE LA GEODESIA



EXPLICACIÓN DEL PLANO EXTRAIDO DEL MAPA DE LA GEODESIA

 1 – El Realejo
 2 – Estero de El Realejo
 3 – Sitio ocupado actualmente por Corinto
 4 – Barra del Cardón
 5 – Isla de Cardón
 6 – Boca Falsa
 7 – Punta  de Castañones
 8 – Ensenada de Castañones
 9 – Rocas Sumergidas
10 – Quebrada El Salado
11 – Límite del manglar
12 – Estero de Paso Caballo
13 – Isla de Corinto
14 – Río Las Lajas} Estero de la Virgen *
15 – Río el Tesorero} Estero de la Virgen *
16 – Estero de Chocolate
17 – Estero Guerrero --de la Cosagüa (de la Conchagua, s. Dn. D´Arbelles)
18 – Isla del Granadillo – Zacatosa (Dn. D´Arbelles)
19 – Estero San Francisco
20 – Punta Jagüey
21 – Isla Encantada
22 – Estero el Limón – de Machuca o Tentación
23 – Isla Machuca
24 – Punta el Diamante
25 – Estero el Barquito
26 – Estero de Dña. Paula
27 – Paso del Barquito
28 – Estero la Garza
29 – Estero la Cruz
30 – Isla Cabeza de Vaca
31 – Océano Pacífico
32 – Escala gráfica en kilómetros

Aunque el plano de Jáuregui no ofrece mayor exactitud en cuanto a distancias y orientaciones, es innegable que contiene un buen número de datos valiosísimos para formarse una idea valedera de lo que era el puerto y de su funcionamiento a finales del período colonial, datos que se ven generosamente completados en la “Explicación” que lo acompaña.

Gran parte de la pintoresca toponimia de aquella época, de asombroso funcionalismo y bello romanticismo, hoy se ha perdido y ha sido sustituida por denominaciones insípidas y nada descriptivas.

Aunque, principalmente a causa de la evolución constante del manglar, la fisonomía de la región ha cambiado mucho, desviándose el curso de los esteros, cerrándose unos y abriéndose otros, aun es fácil identificar algunos de los accidentes establecidos en el plano de Jáuregui con los que aun subsisten y señala el mapa de la Geodesia. Así el Río de Agua Dulce de aquél, es el riachuelo que viene a desembocar en el estero de El Realejo inmediatamente al Sur de la población conocido ahora como Río San Isidro. La Vuelta del Diablo debe ser la curva casi cerrada que describe el estero hacia el Oeste apoco de internarse en el manglar. El estero de las Animas y el de Tejedor se han cegado. El de Teresa aun subsiste, al parecer anónimo. El estero de la Virgen es el actual río Las Lajas. El estero de Chocolate aún conserva su nombre. El estero de la Cosagua hoy se llama Guerrero. El de la Encantada hoy se llama San Francisco. Y al estero de Machuca o Tentación ahora llaman el Limón. El estero de Doña Paula se ha ensanchado notablemente a expensas de las tierras circundantes; y la actual isla de Corinto o de Aserradores es el resultado de la fusión de las antiguas islas de Aserradores y de Icacos. Los Negritos aun subsisten , sin nombre, en el estero de Aserradores, hoy llamado de Paso-Caballos.

Cosa interesante sería, aunque quizás imposible por el obstáculo que oponen los manglares, tratar de encontrar algún vestigio del pozo de agua dulce que señala el plano junto al estero de la Encantada, hoy de San Francisco.

Entre los esteros de la Virgen y el de Chocolate, enfilando hacia el Sur con el canal de Realejo, estaba el puesto de vigía, cuyo aspecto visto desde el estero dibuja Jáuregui en su plano. Parecer ser dos mástiles que deben hacer contado con alguna forma de travesaños para poder subir a ellos y atisbar el horizonte, entre otras cosas, para evitar sorpresas y golpes de mano al pueblo de El Realejo, distante unos 3 kilómetros (No. 24).

La otra perspectiva, que aparece sobre el No. 23, representa los volcanes de la cordillera de Maribio vistos desde 4 o 5 leguas de la costa, en el mar.

Estos dibujos eran de gran importancia para los marinos, pues permitían conocer la proximidad del puerto que buscaban. Para nosotros éste también la tiene, pues nos dice que al macizo volcánico de Las Pilas hace 150 años, se le llamaba Volcán o Mesa de León.


Managua, Noviembre de 1960.