jueves, 28 de junio de 2018

“LA GUERRA DE MANAGUA” Por: Hernán Aróstegui En: El Centroamericano, 1 de Febrero de 1968

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AMROCS ATACAN A LOS CIVES Y SE ENTABLA LUCHA CALLEJERA EN AVENIDA ROOSEVELT. En: El Centroamericano, 12 de Enero de 1967.

Resultaron seis heridos. Amrocs dispararon dos balazos al aire a bordo de un Jeep.

Managua.- Varias personas resultaron lesionadas a las seis de la tarde del Martes, al chocar miembros del CIVES con AMROCS sobre la Avenida Roosevelt.

Los jóvenes del Cives realizaban su manifestación de resistencia pasiva, cuando surgieron los incidentes, sufriendo golpes y heridas Chéster Escobar, Óscar Gutiérrez, Wálter Ruiz y otros.

Los dirigentes del Cives informaron que fueron seis de sus afiliados, los que salieron lesionados.

Mientras los Cives efectuaban su demostración, pasó un jeep Land Rover llenos de Amrocs. Dispararon dos balazos al aire y lanzaron pedradas, replicando los de la resistencia pasiva.

El jeep pasó con altoparlantes, haciendo propaganda a Somoza y repartiendo papeletas. Se entabló la lucha al ocurrir la provocación, varios parabrisas fueron quebrados, quedando los heridos. 



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UN ADELANTO INFORMATIVO QUE ESTE DIARIO PUBLICARÁ EXCLUSIVAMENTE PARA SUS LECTORES

Ya tenemos en nuestro poder la exclusiva narración informativa histórica que con el título: “LA GUERRA DE NICARAGUA”, ha escrito para el Decano actual de la Prensa Nacional el licenciado Hernán Aróstegui, periodista profesional y ex secretario de Prensa de los Gobiernos del Doctor René Schick Gutiérrez y Lorenzo Guerrero Gutiérrez.

El contenido material que “EL CENTROAMERICANO” dará a la publicidad es sumamente interesante desde el punto de vista histórico y desde un ángulo del que nada se ha escrito en forma desapasionada.

La serie de artículos sobre “LA GUERRA DE MANAGUA” está ilustrada con gráficas de nuestro Archivo.

El Licenciado Hernán Aróstegui, quien fue el emisario comisionado en la Casa Presidencial para lograr la evacuación del Gran Hotel en pleno ambiente de guerra y con peligro de perder la vida, reside ahora nuevamente en Nueva Orleans dedicado al ramo de Relaciones Públicas.

“LA GUERRA DE MANAGUA”, narración de sumo interés para conocer lo que pasó en las alturas y en la llanura durante los sangrientos sucesos que se originaron el 22 de Enero de 1967 en Managua y culminaron la negociación de la salida de los refugiados en el Gran Hotel, forma parte del libro que el periodista Aróstegui está escribiendo sobre sus impresiones en la Casa Presidencial durante cuatro años como Secretario de Prensa.

Busque las ediciones de “EL CENTROAMERICANO” en que se publicarán los artículos referentes a “LA GUERRA DE MANAGUA” como adelanto del libro en preparación; daremos previo aviso a nuestros lectores. 

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-- I--
El carro negro con la pequeña bandera de los Estados Unidos en el guardafango derecho bajaba lentamente hacia la Plaza de la República, en su interior íbamos: el señor James Engle, Ministro Consejero de la Embajada Americana en Managua, el señor Edward Cheney, primer secretario, el Capitán G.N., Miguel Blessing, otro oficial de la Guardia Nacional, y yo.

Las calles de la ciudad a pesar de la hora (3 p.m.), estaban desiertas. En algunas esquinas, al acercarnos al Palacio Nacional, estaban apostados grupos de Guardias Nacionales. Al entrar a la Plaza, por el costado sur del Palacio, pude darme cuenta de la magnitud del desastre que la tarde y noche anterior había azotado a la capital: parecía como si un huracán hubiera desencadenado su furia sobre la parte central de Managua.

Me entristeció ver el estado lamentable de la ciudad: ventanas rotas, automóviles quemados, alambres eléctricos caídos, piedras y zapatos en las cunetas, en fin todo tenía un aspecto mortal.

Sentí temor al ver tanta destrucción, y como reacción normal en el individuo cuando supone peligro, me pregunté a mi mismo: ¿Qué estoy haciendo aquí?

Recordé lo último que me había dicho Don Luis Somoza al bajar de la Casa Presidencial: “Mirá Hernancito, tenés que convencer a esa gente, en el Gran Hotel, que se vayan tranquilos a sus casas”.

Llegamos al Palacio del Turismo donde estaba un grupo de soldados comandados por un Mayor del Ejército. Bajamos del vehículo y el Mayor me llamó a un lado y me dijo: “Licenciado, para poder darles alguna protección a Ustedes, es necesario que dejen a los líderes políticos en el Hotel que salgan de último”.

Nuevamente me asaltó el temor de que corría peligro, y pensé en mi mujer y mis hijos y me pregunté si valía la pena el riesgo que estaba corriendo.

“No soy político”, me dije para mis adentros. “Materialmente nada estoy ganando con estar aquí,  y quizás hasta pierda algo a lo que ya me he acostumbrado: mi vida. No odio a nadie, y creo que nadie me odia. Si las cosas cambiaran aquí, lo más que perdería sería un empleo. Entonces, ¿qué hacer aquí? Bajé la vista, y vi en la acera unas manchas de sangre, y la respuesta me dio en la cara: “Estás aquí para evitar mayor derramamiento de sangre, y con una sola vida que logres salvar, habrás hecho algo por este pobre país”.

-- II –

Todo había empezado inocentemente el día anterior, Domingo. Salí de mi casa, en el Kilómetro 11 de la Carretera Sur, con mi señora rumbo a Granada. Gonzalito Meneses, hijo del Doctor Gonzalo Meneses Ocón se había bachillerado y sus padres nos habían invitado para una fiesta en el Club Social, a las seis de la tarde.

“Antes de salir para Granada”, le dije a mi señora, “pasaremos por Casa Presidencial para ver cómo están las cosas”. A las 4: 45 de la tarde llegué a Tiscapa, y los disparos se iniciaron unos diez minutos después. El holocausto había empezado.

Era poco lo que podía apreciar desde Casa Presidencial, pero los disparos se oían claramente. Mi mujer se puso nerviosa y me dijo que volvería a casa para cuidar a los niños. Yo le dije que se marchara y que más tarde regresaría a cenar. Regresé 28 horas después y sin apetito.

Las sirenas de las ambulancias empezaron a escucharse ininterrumpidamente. La noche caía con rapidez sobre Managua y el estruendo de los disparos era cada vez mayor.

En León nos habían dicho, por la mañana, que el Doctor Fernando Agüero había pedido parlamentar con el General Gustavo Montiel. Se nos dijo, también, que la manifestación en Managua no era muy numerosa, que sólo cubría unas cuantas cuadras de la Avenidas Roosevelt. El desenlace violento que escuchaba, me parecía por lo tanto un poco fuera de lugar. En otras palabras nunca pensé que las cosas llegarían a tal extremo.

En la Presidencial estaba Doña Sarita de Guerrero con algunos miembros de su familia, lo mismo que Doña Hope de Somoza con sus niños. Estaba, también, el Dr. Gonzalo Meneses Ocón. Pregunté por el Presidente Lorenzo Guerrero y se me dijo que volvía por avión de regreso a Managua con Don Luis y con el General Somoza. Ya para entonces, supe después, todos se encontraban en el cuartel de la Fuerza Aérea.

Empezamos a notar algunos incendios, particularmente frente al Gran Hotel y por los mercados. Doña Sarita estaba sentada en la terraza oriental del Palacio Presidencial, y con otras amigas rezaba el rosario.
-- III --

Como a las nueve o diez de la noche, escuché los motores de los tanques blindados que bajaban bajo el comando del Mayor Iván Alegrett. Al pasar frente a Casa Presidencial, recuerdo que el Mayor Alegrett gritó desde la cabina del tanque: “¡Viva el Presidente Guerrero!”
MAYOR G.N. IVAN ALEGRETT

Poco después de las diez, uno de los ordenanzas de Casa Presidencial me llamó y me dijo que un periodista desde el Gran Hotel deseaba comunicarse con alguien en la presidencial. Cogí el teléfono y resultó ser un señor de apellido Johnson que dijo ser ciudadano americano, que trabajaba en el INFONAC y que quería servir de intermediario entre los manifestantes del Gran Hotel y  el Gobierno, le dije que hablaría con el Presidente Guerrero y que luego lo llamaría, que mantuviera desocupada la línea telefónica.


EMBAJADOR AARON BROWN
Pocos momentos después vino otra llamada, era el Embajador Aaron Brown que deseaba hablar conmigo. Me dijo que estaba preocupado por la seguridad de los ciudadanos estadounidenses que se encontraban en el Gran Hotel, y que deseaba un permiso del Gobierno para bajar al Hotel y sacar a sus compatriotas. Le dijo que lo llamaría, a la mayor brevedad posible, para darle una respuesta. Busque a Doña Hope y le expliqué lo que he había dicho el Embajador, y Doña Hope me dijo que llamaría al General. Fuimos al teléfono que queda en una oficina pequeña junto a la terraza oriental de la Presidencial, y ella le informó en inglés al General lo que me acababa de comunicar el Embajador Brown. La respuesta fue de que era muy peligroso aventurarse por esa sección de Managua en esos momentos, porque habían francotiradores apostados en varios edificios y no se podría hacer nada para eliminarlos hasta que amaneciera.

Llamé al señor Brown y le dí el recado.

Ya para entonces había entrado en acción el tanque del Mayor Iván Alegrett, y desde Tiscapa se podía ver claramente el trayecto de las trazadoras que lanzaba, algunas de las cuales pasaban por encima del techo del Gran Hotel y del Teatro González.

A las 11: 30 de la noche recibí otra llamada. Era el Presidente Doctor Lorenzo Guerrero, estaba en el cuartel de la Fuerza Aérea, y me dijo que me trasladara allí inmediatamente para que preparáramos un comunicado de prensa. Hablé con el Coronel Alegría y éste pidió una camioneta con dos guardias para que me llevaran a Las Mercedes.

La noche estaba oscura, no habían luces en las calles. Frente a la casa de don Luis Somoza nos detuvo un grupo de hombres vestidos de civil y con pistolas en las manos. Nos dejaron pasar. Frente a la luz eléctrica, en la Carretera Norte, por poco nos dispara un pelotón de diez policías que estaba tendido a ambos lados del camino. Nosotros no sabíamos que ellos estaban allí y ellos no sabían quiénes éramos nosotros.

La oficina del Coronel Francisco Saavedra se encontraba llena de oficiales. Detrás del escritorio se sentaban, el Presidente Guerrero, a su derecha el General Somoza, a su izquierda Don Luis. Estos dos últimos estaban al teléfono. Entre los civiles allí reunidos, recuerdo al Doctor Francisco Laínez y al Ingeniero Luis Pallais.

-- IV--

El Presidente Guerrero habló con el Doctor Gonzalo Menes Ocón y conmigo, nos dio algunos datos ligeros sobre lo que pasaba y nos dijo que empezáramos a trabajar en un borrador para un comunicado de prensa.


DR. MENESES OCÓN
A la media noche nos avisaron que la situación  que la situación se había calmado bastante en Managua y que podíamos regresar a Casa Presidencial. Era una caravana bastante larga de vehículos, alrededor de 10 a 12 incluyendo a la escolta militar. Entremos a Managua silenciosamente y subimos a Casa Presidencial.

Cuando llegamos notamos gran cantidad de gente. Algunos miembros del gabinete del Doctor Guerrero y bastante militares.

Entramos  al salón de conferencias, y el Teniente Corrales, con mucha diplomacia, empezó a susurrar al oído de aquellas personas cuya presencia no era deseable. Finalmente quedamos unas diez personas, entre las que recuerdo al Doctor Gonzalo Meneses Ocón, Doctor Francisco J. Laínez, Coronel Guillermo Noguera, además de Don Luis, el General Somoza y el Presidente Guerrero.

A la una, o dos de la madrugada, aproximadamente, subió el Mayor Iván Alegrett para rendir su informe. Llevaba puesto un casco de acero. De pie, y después de un saludo militar, dijo que la situación estaba más o menos bajo control. Que no se podía hacer mucho hasta que amaneciera. Explicó que el Gran Hotel se encontraba rodeado, y señalo los puestos militares que se habían colocado en los alrededores. Dijo que había lanzado unos cuantos cañonazos contra las paredes del Gran Hotel porque habían disparado en contra de su gente, y que las trazadoras se veían preciosas de noche. El General Somoza lo felicitó y le preguntó que si se le ofrecía algo. El Mayor contesto que se la mandara a su gente café y sándwiches, pues ni agua tenían. Inmediatamente se ordenó al Coronel Pérez cumpliera con la petición.

El Doctor Meneses había estado trabajando en un borrador que sería la base de un comunicado de prensa. Las ideas habían sido expuestas por Don Luis Somoza. A las tres de la madrugada bajé con las notas que había tomado a mano el doctor Meneses y en mi oficina, junto con el Doctor Santos Vanegas, empezamos a confeccionar el comunicado.

La idea básica del boletín era, que los manifestantes habían violado el permiso que se les había dado; habían disparado contra un oficial de la Guardia Nacional; se habían refugiado en el Gran Hotel, y tenían como rehenes a un grupo de ciudadanos americanos.

Regresé al salón de conferencias con el borrador, lo leí en voz alta y no le gustó a Don Luis. Se hicieron algunos cambios y bajé nuevamente a mi oficina ordenando se mimeografiara el comunicado.

-- V--

Desde el salón de conferencia, y por medio de radios, se mantenía contacto directo con los hombres que rodeaban al Gran Hotel, lo mismo que con el Coronel Rugama, en la Central de Policía y con la Fuerza Aérea. Cada una de estas personas tenía su nombre clave. El General Somoza, por ejemplo, era “Alfa Sierra”; Don Luis, “Lima Alfa Sierra; el Coronel Guillermo Noguera, “Golfo November”, el Capitán Morales, “Tigre 1”, y así por el estilo.


GRAL. SOMOZA...."ALFA SIERRA"
       DON LUIS SOMOZA..."LIMA ALFA SIERRA"
Temprano en la noche había subido a Casa Presidencial Mons. Sante Portaluppi y Monseñor Donaldo Chávez Núñez, ambos habían hablado con el Presidente Guerrero ofreciéndose para servir de intermediarios. Antes de la media noche bajaron al Gran Hotel y regresaron poco después, con las condiciones que pedían los refugiados para entregarse. Estas venían escritas en un papel, con el membrete del Gran Hotel, y parecían de puño y letra del Doctor Pedro Joaquín Chamorro. Las condiciones fueron rechazadas de plano por Don Luis Somoza.

Monseñor Sante Portaluppi regresó desalentado a la Nunciatura.
Monseñor Sante Portaluppi

Al despuntar el alba salimos a la terraza de Casa Presidencial y empezamos a inspeccionar el panorama con unos anteojos de larga vista. Se notaban algunas personas en el techo del Teatro González. Había también movimiento en la Catedral y el techo del Instituto Pedagógico. Algunos de los presentes empezaron a excusarse. El Presidente Guerrero dijo que iría a descansar un rato. El Doctor Gonzalo Meneses manifestó deseos de ver a su familia en Granada.

La situación se encontraba más o menos tranquila, cuando oímos una ráfaga de tiros. Don Luis Somoza alarmado llamó por radioteléfono al Teniente Smith que estaba a cargo de uno de los tanques en el costado sur del Palacio Nacional. El Teniente Smith dijo que no eran sus hombres los que disparaban. Se habló con el Mayor Alegrett, y éste dijo que los disparos provenían del Edificio Mil, donde parecía operaban francotiradores. Posteriormente, se averiguó que había sido un intercambio de tiros, por equivocación, entre miembros de dos patrullas de la Guardia Nacional.

El Mayor Alegrett avisó que se notaba movimiento en el edificio Guerrero Montalván, Don Luis ordenó al Coronel Rugama enviara una patrulla a investigar. Más tarde el Coronel Rugama llamó a “Lima Alfa Sierra” para decirle que había enviado una patrulla comandada por el Capitán Fonseca.

Como a las ocho de la mañana, el General Somoza dijo: “Lucho hacete cargo de la situación que yo voy a dormir un par de horas”. El General se retiró a uno de los dormitorios de la Casa Presidencial. Solo quedamos en el salón de conferencias Don Luis, el Coronel Noguera y yo.

-- VI --

         Don Luis pidió lo comunicaran con Don Santos Zelaya, Gerente de la Aguadora y le preguntó si había una llave para cortar el agua en la manzana del Gran Hotel. Creo que la respuesta fue positiva.

         Parece que Don Santos le recordó a Don Luis que el Gran Hotel tenía su propio pozo, agua que utilizaban para llenar la piscina. Llamó luego al gerente de la Empresa Eléctrica y habló sobre las posibilidades de cortar la energía al Gran Hotel, posteriormente se dio la orden para que se hiciera esto.

         Don Luis llamó al Coronel Monge para que se pasara sólo música por las radiodifusoras.

         Los informes fragmentados que llegaban hasta nosotros del Gran Hotel, eran que los refugiados jamás se rendirían y que en último caso fusilarían, uno por uno, a los turistas americanos. El Coronel Francisco, de la misión militar americana, había bajado varias veces al Gran Hotel para conversar con los ciudadanos estadounidenses.

         A las once de la mañana el Coronel Francisco hizo los arreglos para un parlamento entre los líderes políticos del Gran Hotel y la Embajada de los Estados Unidos. Después de esa conversación, el Embajador Aaron Brown manifestó que habría otra reunión por la tarde, y que esta vez la Embajada solicitaba un emisario del Presidente Guerrero para conversar con los refugiados.

         Don Luis Somoza le pidió al Doctor Guerrero nombrara a su representante y éste me nombró a mí. El Doctor Guerrero me dijo: “mirá Hernán, vos, eres la persona indicada pues nadie te malquiere”.

         Al mediodía  me llamó por teléfono desde la Embajada Americana el periodista William Gaudet, viejo amigo mío de Nueva Orleans. El señor Gaudet estaba histérico.


GAUDET Y DOS MONJAS SALIENDO DEL GRAN HOTEL.
Me dijo: "No vayas que te van a matar".
         Me dijo que a pesar de que el Doctor Fernando Agüero le había dado un salvoconducto para salir del Gran Hotel junto con dos religiosas, los de abajo (primer piso) se habían opuesto a que saliera.

         Me dijo también que la gente del primer piso estaba compuesta, en su mayoría, por campesinos y que éstos estaban bajo los efectos del alcohol ya que se habían bebido todo el licor de la cantina.

         Añadió que los refugiados estaban bien armados y que él había visto muchas metralletas. Me pidió enviara un cablegrama a su esposa, en Nueva Orleans, diciéndole que estaba bien de salud.

         Al explicarle que por la tarde yo iría a parlamentar con los refugiados, me dijo: “No vayas que te van a matar”.

-- VII --

         Como a las dos de la tarde, me dijo Don Luis Somoza que dos oficiales de la Guardia Nacional irían conmigo, y con los enviados de la Embajada, a parlamentar con los refugiados del Hotel.


DR. LUIS PASOS ARGÜELLO

         Me dijo, además, que las condiciones del Gobierno para dejarlos salir del Hotel eran: que todas las armas debían ser entregadas; que todos tendrían que ser registrados; que se fueran directamente a sus casas, y que aquellos de otros pueblos deberían tomar autobuses y salir inmediatamente de Managua.

         Añadió que varios distinguidos representante del Partido Conservador,  ya habían hecho los arreglos necesarios para que los autobuses estuvieran listos a la hora indicada.

         El Presidente Doctor Lorenzo Guerrero me dijo que lo que parecía preocupar a los manifestantes era que si el Gobierno aplicaría la “ley Quintana”.

         Me instruyó que si me preguntaban algo sobre esto, que les dijera que “el Gobierno no tenía ningún interés en procesarlos bajo la citada Ley”.

         “Esto no quiere decir, “añadió el Doctor Guerrero, que sí otro Poder del Estado decide acusarlos, que nosotros podremos impedirlo”. “Pero, terminó diciendo, puedes asegurarles que la iniciativa no saldrá del Poder Ejecutivo”.

         Todos estos eventos se habían realizado en casi 24 horas, y aquí estaba, yo, ahora, rumbo al Gran Hotel, en lo que espera fuera el último episodio, de esta lucha fratricida.

         Del Palacio de Turismo avanzamos lentamente en el coche de la Embajada, y nos paramos detrás del tanque blindado del Teniente Smith. Este se comunicó por medio de su “walki-talkie” con el Mayor Iván Alegrett, que tenía su tanque a media cuadra del Gran Hotel, en la Calle Momotombo. El a su vez y por medio de un megáfono, avisó al Gran Hotel que la comisión negociadora estaba llegando y que sacaran una bandera blanca si querían entrar al Hotel.

         Pasaron cinco, 10 y  15 minutos, a mí me parecieron años, sin que contestaran del Hotel, finalmente, salió un joven con una andera blanca a la calle, y nosotros abandonamos el coche y empezamos a caminar hacia el Hotel.

         A le entrada nos recibió un joven de apellido Santos (Samuel Santos López) que me impresionó por su calma y la autoridad que parecía ejercer dentro del edificio, lo mismo que el Doctor Luis Pasos Argüello, quien también se encontraba en buen estado de ánimo y se movilizaba con bastante firmeza por los salones del Hotel.
-- VIII --

          Al entrar vi la planta baja del hotel abigarrada de rostros, la mayoría de ellos de gente humilde, y muchos de fuera de la ciudad. Subimos al segundo piso y entramos en una de las habitaciones, pequeña, donde los muebles se encontraban destrozados y el calor era insoportable.


DR. CHAMORRO, DR. AGÜERO, LCDO. ARÓSTEGUI

         Allí estaban el Doctor Fernando Agüero y el Dr. Pedro Joaquín Chamorro, además de otros líderes del Partido Conservador. Se explicaron las condiciones para permitirles la salida, y el Doctor Luis Pasos Argüello dijo que “sería una injusticia quitarles las armas a los pobres campesinos”. Alguien me preguntó si el Gobierno tomaría represalias contra ellos, y les dije que “lo único que deseaba el Gobierno era que salieran tranquilos  y se fuera cada uno a su casa”.

         El Doctor Fernando Agüero me preguntó si era cierto que habían sido detenidos algunos líderes políticos de la oposición y le contesté que no lo creía.

         En realidad, hacía unos momentos, y yo no lo sabía, los manifestantes que estaban refugiados en la floristería “Flor de Abolengo” se habían entregado y habían sido detenidos.

         El señor Santos López me preguntó si deseaba ver el daño que habían hecho en las paredes los cañonazos del tanque blindado, y le dije que sí. Me llevo al costado del Gran Hotel que da al Lago y allí pudo ver como las balas habían penetrado por las paredes de cemento armado como si fueran de cartón dejando unos boquetes de casi dos pies de diámetro.

         Mientras yo hacía este recorrido, el Doctor Fernando Agüero reunió a sus correligionarios que se hallaban en el segundo piso, y en el patio parándose sobre una caja de madera, les habló.

         En sus palabras se notaba el cansancio, y recuerdo que entre otras cosas les dijo que se habían portado como “valientes” y que no les decía “adiós”, sino “hasta luego”.

         Recordé las instrucciones recibidas y salí nuevamente a la calle para hacer la señal convenida y que se acercara el Capitán Blessing y el otro oficial que nos había acompañado para proceder a organizar la evacuación.
-- IX --



         La salida de los manifestantes fue demorada, casi 45 minutos, porque los autobuses n o llegaban. Yo temía que la gente que estaba en el primer piso y que se encontraba desesperada, rompiera la puerta de hierro y saliera en carrera por las calles produciendo nerviosismo dentro de la tropa que rodeaba el Gran Hotel, ocasionando esto nuevas víctimas, por ello, en dos ocasiones, pedí al Doctor Pasos Argüello que entrara y les pidiera se calmaran, lo cual éste logró con bastante éxito.

         Finalmente llegaron los vehículos y se procedió a la evacuación de acuerdo con los términos que habíamos dictado: los campesinos primero, y los líderes por último.

         El Capitán Blessing empezó a registrar a los que salían. Estos habían amontonado sus armas arriba, antes de salir, y en realidad que me sorprendió ver la clase de armamento que tenían. Fuera de uno o dos Garand, lo demás eran rifles 22 y pistolas de corto calibre; las metralletas que se dice poseían, jamás aparecieron.

         Después de la evacuación del edificio, las autoridades de la Seguridad lo ocuparon por varios días y lo registraron minuciosamente, sin encontrar las mencionadas armas rápidas. Se dio que habían sido lanzadas en un pozo del Hotel, y otros opinaron que había tiempo para sacarlas por el Teatro González.

         Muchos del los que salían eran despojados de artículos que sin lugar a duda eran producto del robo. Uno salió con un enorme anillo, probablemente de cierto valor, en el dedo, cuando se le preguntó de quién era dijo, “mío”. El oficial que estaba registrando le pidió bajara la mano, al hacerlo el anillo se le escapó del dedo. Se lo quitaron.

         Hubo cierto humorismo cuando entre los que salían apareció un conocido afeminado. El Capitán Linarte le dijo: “Ideay Paulá, ¿qué estás haciendo vos aquí? Respondió con una gran sonrisa.

         Como a las seis de la tarde salieron los últimos refugiados, entre ellos los Doctores Fernando Agüero y Chamorro, lo mismo que el Doctor Pasos Argüello y abordaron el automóvil negro de la Embajada Americana que nos había bajado a nosotros.

         A las siete de la noche subía a Casa Presidencial, cansado pero satisfecho de haber contribuido, por lo menos, ese día, a que no siguiera corriendo la sangre de hermanos nicaragüenses.

New Orleans, La. Enero 22, 1968.




jueves, 21 de junio de 2018

DON AMBROSIO ARAQUISTAIN Por: Eduardo Pérez-Valle


Relatos de Hospital

El pobre don Ambrosio Araquistain permanecía echado boca arriba, convaleciendo de una “delicada operación” que por poco lo mata.

--¡Cuánta soledad!  --pensaba a ratos--  Ya tengo varios años de sufrirla.

Apareció la Patricia con una jeringa en una mano y un algodón en la otra, dispuesta a administrarle una inyección. Era negrita fina, cuerpo regular y cara graciosa; risueña, amable, de ojos vivos e inteligentes.

Don Ambrosio aprovechó para tirarle sus luces, al principio desatinadas, como:

--Qué bonito tu pelo; no es negro ni castaño...

(El pelo no era precisamente lo mejor de Patricia: cuatro mechas medio murrucas y desteñidas). La muchacha sonrió y se adivinó cierto sonrojo tras lo moreno de sus mejillas. Don Ambrosio siguió adelante:

--¡Y esos camanances, y esos ojitos brillantes están como para robárselos!

--¡Ay, don Ambrosio, con sus cosas!  --dijo la muchacha, visiblemente complacida.

Don Ambrosio no se dio ni cuenta de a qué hora le pusieron la inyección.

--¡Qué linda que estás! –agregó--, y alargó la mano para tomar la de Patricia.

Esta permanecía como hipnotizada. Sonreía tontamente, esperando otro piropo,  y le cruzaban instantáneamente ciertos rictus nerviosos por el rostro. No opuso resistencia. Se acercó dócilmente a don Ambrosio, que se incorporó un tanto en el lecho para poder abrasar la fina cintura y las hermosas caderas, cuando... ¡tras! la puerta se abrió de golpe y entró sor Cristina.

Patricia salió corriendo, en busca de refugio para su llanto. El pobre Don Ambrosio casi se desnuca, pues al soltar a la enfermerita perdió el balance y fue a dar al suelo, patas arriba, lastimados el coxis y el occipucio.

Patricia fue corrida del hospital; y don Ambrosio, encima, recibió un papel escrito de la Administración, con copia a la junta de beneficencia, en que le decían que de no observar el comportamiento debido “este centro se verá en el caso de tener que negarle sus servicios”.

Don Ambrosio aun permaneció cosa de seis meses en el hospital, ardiendo en deseos de salir a la calle para tratar de averiguar el paradero de la que él ya consideraba “su” Patricia. Cada vez que una enfermera hermosa llegaba a ponerle inyecciones, cataplasmas o supositorios, inconscientemente se llevaba la mano al pecho, donde guardaba doblada la nota de la Administración; e inexplicablemente veía en la puerta la imagen de una gran vieja parada, gorda y ceñuda, mirándolo con fijeza: ¡Sor Cristina!

UN LAUDO CON DOS INCÓGNITAS: HARA Y LA ISLA DE SAN PÍO. Por: Eduardo Pérez-Valle. 1961.



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DE EDUARDO PÉREZ-VALLE A PABLO ANTONIO CUADRA

Antes del fallo que otorgó el Territorio en Litigio a Honduras

Estimado Pablo Antonio:

“Vi en La Prensa de hoy un Boletín Oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores protestando por la creación del Dpto. Gracias a Dios hondureño. En ese Boletín he notado algunas incorrecciones que tratándose de cosas tan delicadas como esta del litigio, es muy necesario evitar, sobre todo en los documentos oficiales,  para ahorrarse complicaciones posteriores (las leguleyadas hondureñas no tienen límites). Me refiero a la parte donde dice: “se incluyen dentro de él (el nuevo departamento) una parte del territorio en litigio entre Nicaragua y Honduras y una parte del territorio que pertenece legítimamente a Nicaragua”. A mi ver es muy peligroso adelantarse a llamar posesión legítima a la que ejerce Nicaragua sobre la faja de territorio situada al norte del Río Coco. (No soy un experto, pero el colegio donde yo aprendí era lo mejor de lo mejor: ¿Recuerdas a don Salvador Barberena Díaz?). Si no estoy equivocado el litigio es sobre todo el sector comprendido entre el Coco, el Aguán, y el mojón de Teotecacinte, y los que redactaron el Boletín citado me dan la impresión de que saben del asunto tan solo lo que se ve en el Mapa de los Hermanos Cristianos. En este caso es conveniente distinguir entre la POSESIÓN LEGÍTIMA, DEFINITIVA y lo que podría llamarse simple CONTROL de una zona cuya situación jurídica aún no se ha determinado. Si nos emperramos en llamar legítimamente nuestra a la faja que controlamos (siquiera la boca) al norte del Río Coco, por el solo hecho de que la controlamos, los hondureños podrían aprovechar el ejemplo para llevarse la parte del león. Por otra parte el paso de los hondureños creo que es lo que legítimamente se puede llamar “un paso falso” que no agrega ni resta nada a la situación. Lo mismo da que ellos llamen Colón o Gracias a Dios a una parte del Territorio en Litigio. Eso es cosa de gusto, y de gusto ajeno, en el cual no debemos meternos. Me parecen más graves esas expresiones fallidas, inconsecuentes con nuestras propias tesis, contenidas en documentos oficiales nuestros, redactados a la ligera o sin completo dominio de la materia.                                                         

En otro lugar de  La Prensa de hoy aparece otro documento oficial que roza la misma cuestión y que también lleva un error que se debió haber evitado: El decreto que crea el Municipio de Waspán dice, al fijar los límites: Por Occidente y Sur, la línea divisoria de la Comarca del Cabo con los Departamentos de Jinotega y Zelaya, hasta el punto de esta última en que converja una perpendicular bajada del extremo oriental del poblado de Kumkumwatle. Por Oriente, esta misma perpendicular, prolongada hasta el punto en que toque la frontera de la República de Honduras. Y por el Norte, la propia frontera con la República de Honduras, en todo el sector correspondiente”. Dejando a un lado la tal “perpendicular” bajada de Kumkumwatle (esta debe ser la intención del decreto) o, mejor, Meridiano tal (grados, minutos y segundos), busquemos la tal “frontera” de la República de Honduras: ¡No existe! Alargando un poco la lengua, como en el Boletín de Relaciones, esa línea podría llamarse frontera del Territorio en Litigio; pero mejor es decir demarcación o límite provisional con la República de Honduras. Y no olvidemos que si alguna vez el territorio en litigio deja de estarlo y vuelve a nosotros, entonces le costará mucho trabajo a la “perpendicular” de Kumkumwatle encontrar la frontera con Honduras.

Para terminar, estimado Pablo Antonio, quiero llamar la atención hacia la necesidad de que en este pleito con nuestros amables vecinos hondureños nos defiendan gentes que conozcan esta cosa como sus manos y no vayan por ahí dando palos de ciego, que un buen día nos pueden tumbar a nosotros mismos. Muerto el Dr. Pedro Joaquín Chamorro, que tan brillantemente combatía cada vez que se agitaba esta cuestión ¿no sería bueno hacer un recuento de los campeones que aún nos quedan y mandarlos a la lid, quizás por última vez? Ahora sólo recuerdo al Dr. Cuadra Pasos, y me entristezco al pensar cuán combatidos estamos y cómo el tiempo nos estrecha y amenaza.

E. PÉREZ-VALLE 

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LOS RESULTADOS DE LA DEFENSA CONTENIDA EN UN LIBRO PUBLICADO EN 1961: "UN LAUDO CON DOS INCÓGNITAS: HARA Y LA ISLA DE SAN PÍO".

NICARAGUA SE QUEDA CON EL CABO GRACIAS A DIOS.  En: La Prensa, 7 de febrero de 1963.

Los diarios latinoamericanos suscritos a los servicios de la Agencia Informativa ORBE LATINOAMERICANA, con sede en Santiago de Chile y subsede en Guatemala, han publicado la siguiente información, originada en publicaciones de LA PRENSA, de Managua y escrita por el Redactor de este diario José Francisco Borgen, corresponsal de dicha agencia para Nicaragua.

MANAGUA. (ORBE, AIC) –Del desastre que le significó la pérdida de su litigio territorial con Honduras, ha logrado Nicaragua salvar un pedazo de tierra de enorme valor histórico: el Cabo de Gracias a Dios, que fuera descubierto y bautizado con ese nombre por Cristóbal Colón el 12 de septiembre de 1502.

El largo proceso culminó con la firma en Tuibila, ahora territorio hondureño –antes nicaragüense—del acta de la Comisión de Límites, por la que ésta reconoce que “el punto de partida del límite natural entre Honduras y Nicaragua está en la desembocadura del brazo principal del Río Coco, señalado en el plano de la Comisión de Ingenieros, con el nombre de Brazo del Este, punto que está situado a los 14 grados, 59 minutos y 9 décimos Latitud Norte, y 83 grados, 8 minutos y 9 décimos Latitud Oeste del Meridiano de Greenwich”, lo que significa salvar para Nicaragua una isla baja y arenosa de 8 kilómetros cuadrado de superficie, el Cabo de Gracias a Dios y el llamado Canal Román o Brazo del Sur.

Ambos países comparten la posesión del Brazo del Este, que fue reconocido como brazo principal del Río Coco, y en su vaguada o talweg ha sido fijada definitivamente la frontera.

TRIUNFO DE UN JOVEN HISTORIADOR

Esto constituye un triunfo para el prestigiado diario nicaragüense “LA PRENSA”, pero más concretamente para su joven y brillante colaborador Eduardo Pérez Valle.

En efecto, LA PRENSA publicó un extenso y documentado estudio sobre los derechos de Nicaragua sobre la isla de San Pío; y luego Pérez Valle a través de 12 artículos presentados en sendas ediciones dominicales, entre febrero y junio de 1961, hizo otro estudio, más acucioso y exhaustivo, de la región de Cabo de Gracias a Dios, a la luz de la Geografía Histórica y con miras a la recta interpretación del laudo del Rey de España de 1906.

No cabe duda que estos trabajos fueron el soporte de las triunfales alegaciones de los nicaragüenses en la Comisión de Límites.

Después del golpe anonadante que significó para Nicaragua la resolución de la Corte Internacional de La Haya, mandado hacer efectivas las disposiciones de aquel laudo, LA PRENSA  y Pérez Valle fueron las únicas voces que quedaron en la pelea, tratando de salvar algo, una parte mínima siquiera de los que los nicaragüenses creen que se les está quitando injustamente. Y lo han logrado.

En Honduras la aceptación oficial de la tesis nicaragüense  sobre el Cabo provocó una tormenta contra el Presidente Villeda Morales, quizá igual a la que se produjo en Nicaragua contra los Somoza al conocerse la decisión de La Haya.

SÍNTESIS DEL LITIGIO

Cuando el conflicto fue llevado a conocimiento de la Corte Internacional, los altos magistrados no entraron a conocer de antecedentes, desarrollo y pormenores. Pasaron por alto las fuentes del Derecho territorial americano. Para ello había allí un hecho incontrovertible: el caso había sido sometido a arbitraje, y el fallo del árbitro –como tesis general y universal—es inapelable. Luego lo único que cabía era ordenar el cumplimiento.

Nicaragua alegó que el Laudo real no se había conformado a las normas señaladas en el tratado Gámez-Bonilla, que ordenaba someter el diferendo al criterio y resolución de un representante diplomático europeo acreditado en Centro América.

Pero Honduras tenía un débil argumento, en contra de esta tesis, que resultó sumamente poderoso ante la Corte de la Haya, el Presidente Zelaya, al ser noticiado del fallo de Alfonso XIII, en 1906, había dirigido a su colega hondureño una precipitado mensaje de felicitación antes de conocer los alcances del laudo real. Y ese mensaje fue tomado como aceptación oficial del mismo por parte de Nicaragua.

        Sin embargo, ninguno de los gobiernos subsiguientes había aceptado en este país, como quería Honduras, que un nuevo arbitraje determinara si el Laudo había sido emitido en forma correcta. Exigían que el asunto volviera su punto de partida. Nicaragua había ejercido su soberanía sobre una gran faja del territorio litigado, al norte del Río Coco, desde la Conquista y la Colonia, hasta el año 1961, en que Honduras tomó posesión de él, en acatamiento del fallo de la Corte, adonde, al fin, había sido llevado el asunto bajo presión internacional.

 ACTA DE NACIMIENTO

Quedó en manos de una Comisión de Límites, asesorada de una comisión de ingenieros, aclarar puntos oscuros, como este del Cabo Gracias a Dios, cuyo descubrimiento constituye para los nicaragüenses como el acta de nacimiento de la nacionalidad y un motivo de perenne orgullo por haber sido  el firmante de esa acta el ilustre descubridor.

Durante generaciones, los niños nicaragüenses han aprendido desde el primer grado de primaria que Cristóbal Colón, durante su cuarto y último viaje del descubrimiento, después de afrontar terrible tempestad en aguas del Caribe, había buscado refugio en un Cabo al que por las circunstancias en que vino a descubrirlo, llamó Cabo Gracias a Dios. Y que en esas forma el propio Colón había descubierto el territorio de lo que luego se llamaría Nicaragua.

Lo que parece haber irritado sobremanera a los hondureños es que sus propios delegados en la Comisión de Límites aceptaran la validez de la argumentación nicaragüense. En caso similar, anteriormente, sobre un punto de Teotecacinte, no había habido acuerdo y la decisión hubo de tomarla, conforme bases previas, el Presidente de la Comisión, favoreciendo los intereses de Honduras.

En el caso del Cabo, los delegados hondureños, que tenían instrucciones de no ceder un punto en ninguna reclamación de los nicaragüenses, hubieron de consultar directamente al Presidente Villeda Morales, quien autorizó el acuerdo, convencido de que la legalidad claramente asistía a la otra parte.

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UN LAUDO CON DOS INCÓGNITAS:HARA Y LA ISLA DE SAN PÍO


Por: Eduardo Pérez-Valle

El trabajo que hoy se publica en este libro fue escrito por Eduardo Pérez-Valle para “La Prensa” en una serie de artículos que constituyen un erudito estudio geográfico ilustrado con dibujos y mapas antiguos y modernos, sobre la frontera de Nicaragua y Honduras, siguiendo las disposiciones del Laudo del Rey de España en sus aspectos oscuros en cuanto a la desembocadura del río Coco y lo que constituye su brazo principal, que según el Laudo debía continuar el límite en su THALWEG o vaguada, o sea en lo más profundo de su canal navegable.

El meritorio y erudito trabajo tanto histórico como geográfico agota en realidad la investigación, a la luz de los mapas de la época, sin lograrse localizar a ciencia cierta los puntos de referencia en que el Laudo se basa para designar el brazo principal de la desembocadura. Sin embargo, del estudio de Pérez-Valle se desprenden datos que permiten determinar en forma concluyente cuál es el verdadero brazo principal de la desembocadura del caudaloso río que ha de servir de límite definitivo de ambos países.

Su contribución, en consecuencia, a la solución de este delicado problema es inestimable y sus aportes tiene que ser tomados en cuenta, por el valor científico en que se apoyan, el análisis documentado y el profundo estudio que contiene de los documentos que le sirven de base, al formularse el instrumento respectivo que deje resuelto el problema de la ejecución en el terreno del Laudo del Rey de España. Esta meritoria contribución servirá también para cimentar la fraternidad centroamericana dentro del viejo aforismo de que cuentas claras conservan amistades. La claridad que arroja el estudio de Pérez-Valle sobre el más oscuro de los puntos del Laudo es de incalculables beneficios para las futuras relaciones de los pueblos hermanos y servirá para evitar futuros razonamientos.

“La Prensa” ha prestado también un buen servicio al acoger y  publicar con la magnífica presentación los trabajos del autor que ahora se recogen en este libro.

(f) DIEGO MANUEL CHAMORRO


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INTRODUCCIÓN

El Mapa Anexo a la Réplica presentada por Honduras ante la Corte Internacional de Justicia, convierte arbitrariamente en  isla el trozo de tierra situado inmediatamente al Norte de la actual Laguna de Cabo Viejo y dice ser esa la famosa Isla de SAN PÍO que el Rey Alfonso adjudicó a Nicaragua; y dejara para Honduras  las islas y cayos situados hacia el oriente, incluso el verdadero  e histórico Cabo de Gracias a Dios, descubierto por Colón. Es oportuno, pues, en esta etapa de las desventuras de nuestra Patria, y lo consideramos un deber, antes de que su territorio se vea aún más cercenado, intentar una reconstrucción de la Isla de SAN PÍO a la luz de la Geografía Histórica, estudiando a la vez, con el auxilio de fuentes cartográficas y documentales de innegable valor, la evolución en el tiempo de la Ensenada del Cabo y de otras formaciones litorales de esa región, lo mismo que las vicisitudes y traslados del establecimiento o población del Cabo de Gracias a Dios. Todo esto vendrá a demostrar con suficiente fuerza la inconsistencia en invalidez que vicia las pretensiones hondureñas, y el derecho de Nicaragua, según la letra y el espíritu del Laudo real, a toda la margen derecha del río Coco, hasta su desembocadura en el Atlántico junto al Cabo de Gracias a Dios de Cristóbal Colón.

1

ESTADO DE LA CUESTIÓN

El 18 de noviembre de 1960 la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya dio su fallo sobre el largo litigio  fronterizo entre Nicaragua y Honduras declarando “que el laudo dictado por el Rey de España el 23 de diciembre de 1906 es válido y obligatorio y que Nicaragua está obligada a ejecutarlo” [1]

Nuestra nación, pues, va a someterse a lo que dispuso el Rey en la parte resolutiva de su discutida sentencia, que en su primer aparte dice:

“El punto extremo limítrofe común en la costa del Atlántico será la desembocadura del río Coco, Segovia o Wanks en el mar, junto al Cabo de Gracias a Dios, considerando como boca del río la de su brazo principal entre Hara y la isla de San Pío, en donde se halla el mencionado Cabo, quedando para Honduras las isletas o cayos existentes dentro de dicho brazo principal antes de llegar a la barra y conservando para Nicaragua a la orilla Sur de la referida boca principal con la mencionada isla de San Pío, más la bahía y población del Cabo de Gracias a Dios y el brazo o estero llamado Gracias, que va a la bahía de Gracias a Dios, ente el Continente y la repetida isla de San Pío”. [2]

Ya en marzo de 1912 el Ministro de RR. EE. de Nicaragua , don Diego Manuel Chamorro, en comunicación a su colega hondureño, manifiesta:

“Menciona el Laudo una población Hara, que no existe, y como esa población es la que en el Laudo sirve para determinar el brazo principal del río Coco, se sigue lógicamente que el Laudo nada resuelve en punto tan principal de la cuestión. Supone además, que entre la isla de San Pío y  el punto  geográfico que en un mapa aparece con el nombre de Hara, como en otro pudiera tenerle distinto o carecer de él por entero, dada las inexactitudes de que adolecen nuestras cartas geográficas, hay un solo brazo de río, habiendo en realidad 2 o más, circunstancia que deja la línea sin establecerse de modo fijo e indudable.

La actual ciudad de Cabo de Gracias a Dios, cabecera de la Comarca del mismo nombre, no está en el punto que el Laudo indica, ni hay evidencia que el Laudo pudiera referirse a la otra población de la Comarca del mismo modo conocida, y administrada también por Nicaragua”. [3]

En la Contra-Memoria sometida por Nicaragua a la Corte Internacional, parágrafos 172 y 173, se lee:

“Aunque el Laudo fuese válido en sus considerandos, queda siempre sin posibilidad de ejecución debido a las oscuridades, lagunas y contradicciones que afectan su parte resolutiva. En efecto, el punto extremo de la frontera en la Costa Atlántica está descrito como debiendo ser “la desembocadura del río Coco, Segovia o Wanks en el mar, junto al Cabo de Gracias a Dios, considerando como boca del río  la de su brazo principal entre Hara y la Isla de San Pío donde se halla el mencionado Cabo”. Ahora bien, tanto el poblado de Hara (?) como la isla de San Pío son desconocidos por Nicaragua y no figuran por otra parte en el mapa de Honduras.

El Laudo indica igualmente que Nicaragua, de conformidad con la indicación arriba mencionada, conserva… “la población del Cabo de Gracias a Dios”. Pero resulta del décimo Considerando que el Rey Alfonso XIII situaba esta población “al Sur del Cabo del mismo nombre y de la orilla meridional de la boca más importante del río”.

MAPA DE SONNENSTERN (MAPA B ANEXO A LA RÉPLICA DE HONDURAS)

Ahora bien, algunos años antes de que el laudo fuese pronunciado, dicho población había sido trasladada a la orilla septentrional del río. ¿Acaso este hecho era conocido del árbitro y ha querido acordar a Nicaragua, a título de compensación, esta única localidad situada en la margen izquierda del río? En la afirmativa, hay contradicción entre esta cláusula y la que hace pasar la frontera por el brazo principal del río. En la negativa, la ausencia del población sobre la margen derecha destruye la compensación que el Rey juzgaba necesaria debido a la injusticia probablemente causada a Nicaragua por la adopción como frontera del río Coco o Segovia”. [4]

         Hasta aquí la Contra-Memoria de Nicaragua.

         Honduras sostiene en su Réplica, Sección III, No. 129, que “la existencia y  localización de la isla de San Pío y del Punto llamado Hara no podrían ser puestas en dudas. Ellas han sido establecidas ante el árbitro, a quien fue presentado, por el Gobierno de Honduras, un mapa oficial de Nicaragua levantado por el señor Sonnenstern, en el que figuran muy distintamente la isla de San Pío así como el lugar llamado Hara o Haya. (Se observará que el Laudo no califica este lugar de “poblado”).

         Después del Laudo, la existencia y la localización de la isla de San Pío y del lugar llamado Hara no fueron por otra parte negados inmediatamente por Nicaragua. Es así que la comunicación del Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua a su Ministro en Madrid, fechada a 6 de mayo de 1907 se refiere a estos dos puntos geográficos sin indicar fuesen desconocidos de Nicaragua…

         …En la nota del 19 de marzo de 1912, en la que –por primera vez— Nicaragua negaba la validez de la sentencia, se observa entre las alegaciones de Nicaragua la que se refiere a la supuesta inexistencia del “poblado” de Hara. Por el contrario, está nota cita la isla de San Pío sin negar su existencia o su localización. El Ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, al contesta el 12 de julio de 1912 a la nota precipitada, agregó como anexo la reproducción del mapa marítimo No. 1219, levantado por la Marina Real Británica y publicado el 1º de Junio de 1843, por decreto del Parlamento, por la Oficina de Hidrografía del Almirantazgo. En este mapa aparecen el brazo principal del Río Coco o Segovia y la isla de San Pío claramente dibujados.

         …Se sabe que después de haber fijado el trazo de la línea fronteriza, el real árbitro precisó que Nicaragua conservaría la orilla Sur de la referida boca principal con la mencionada isla de San Pío, más la bahía y población del Cabo de Gracias a Dios.

         Es este paraje del Laudo que la Contra-Memoria califica de contradictorio, en términos que habrían ganado si hubiesen sido redactados con la misma claridad de que dio prueba el árbitro en la redacción de su sentencia.

         Si el Gobierno de Honduras ha captado bien el alcance de la queja desarrollada por la Contra-Memoria en el No. 173, se reprocha a la sentencia el haber situado en la orilla sur del brazo principal del río Coco una localidad de Cabo Gracias a Dios que se encontraba en realidad en la orilla norte.

         El Gobierno de la República de Honduras admite  y ruega a la Corte que considere como sentado, que el Laudo ha efectivamente situado el establecimiento de Cabo de Gracias a Dios en la margen Sur, aun cuando, en el momento de pronunciarse la sentencia, el ´puesto aduanero de Cabo de Gracias a Dios había sido transferido en la margen norte por efecto de un decreto del Gobierno de Nicaragua que no fue comunicado, durante el curso del procedimiento, ni al Gobierno de Honduras ni al real árbitro.

         Como efecto de esta transferimiento, existía en el momento de dictarse la sentencia dos establecimientos Cabo de Gracias a Dios, uno situado al Sur y el otro situado al Note de la desembocadura del río Coco. Al admitir este hecho como sentado, el Gobierno de la República de Honduras no puede considerar como constitutivo de un error el hecho de que el árbitro haya situado al Sur de la desembocadura del río el establecimiento del Cabo de Gracias a Dios que había sido efectivamente mantenido en este lugar no obstante la creación en la orilla Norte del Nuevo Cabo de Gracias a Dios.

Mosaico fotográfico y  croquis de la región del Cabo preparados por la Oficina de Geodesia de Nicaragua (1946)

         La creación del nuevo Cabo de Gracias a Dios en la orilla norte fue operada por el desplazamiento del puesto aduanero después de un decreto del Poder Ejecutivo de Nicaragua de fecha 9 de enero de 1905, o sea con posterioridad al momento en que el árbitro comenzó a conocer del caso…

         Habiendo juzgado el árbitro con base en los hechos tal como existían en el momento en que el litigio le fue deferido y tomando en consideración todos los documentos que las partes le habían presentado, no podría verse una forma cualquiera  de exceso de poder e el hecho, para el árbitro, de haber ignoradeo una situación creada unilateralmente durante el curso del procedimiento por una de las  partes” [5]

         Nicaragua contesta en la Dúplica las alegaciones hondureñas:

         “Según Honduras se trata de datos muy claros; los términos “desembocadura” del río” y “brazo principal” bastarían por sí solo para determinar la frontera, la indicación suplementaria localizando el brazo principal entre Hara y la isla de San Pío conferiría al trazado una precisión máxima.

         Ahora bien, Nicaragua no discute en forma alguna que sí el árbitro se hubiese limitado a definir la frontera como siguiendo el brazo principal de la desembocadura, esta indicación podría ser juzgada suficiente, pero sostiene que las indicaciones complementarias, lejos de precisar la indicación contenida en la noción de brazo principal., conducen a su proscripción. Porque cuando la desembocadura de un río separa dos países, en muy generalmente admitido que la frontera sigue “la línea medianera del curso de navegación principal”. Ahora bien, la pare resolutiva pretende atribuir a Honduras indistintamente “las isletas o cayos existentes dentro de dicho brazo principal”, dejando a Nicaragua… “la orilla sur de la referida boca principal”. ¿Hay que entender acaso que el Laudo ha querido otorgar a Honduras la totalidad del canal principal de navegación, dejando a Nicaragua solamente la orilla sur, o bien que según el Laudo, la frontera sigue la línea medianera del canal comprendido entre los islotes y la orilla sur, o bien que la frontera sigue la línea medianera entre las dos orillas, con la salvedad de desviarse hacia el sur cuando los islotes se encuentran al sur de dicha línea? No hay nada en el Laudo que nos permita decidir esto.

         Pero la oscuridad es llevada al colmo, cuando se intenta colocar sobre el mapa o sobre el terreno a “Hara y la Isla de San Pío”, entre los cuales el árbitro pretende situar el brazo principal. Porque ninguna de estas indicaciones  figura en la mayoría del os mapas o bien su localización es diferente.

         En primer lugar, ¿qué es Hara? En defecto de otra calificación, Nicaragua había supuesto que el árbitro había querido designar con eso un poblado cuya existencia le era desconocida, tal como lo indicó el Ministro Chamorro a su colega de Honduras en su nota de 19 de marzo de 1912.

         Ahora se sostiene que se trata de un “lugar” (?) (Parágrafo 129 de la Réplica). Este “lugar” figura en un mapa oficial de Nicaragua levantado en 1895 por el señor Sonnenstern que Honduras anexó a sus alegatos y que se encuentra ahora reproducido como Mapa  en anexo a la Réplica. Ahora bien, se descubre sobre dicho mapa el nombre de Hara junto a un pequeño rectángulo negro que parece bien designar un poblado y no hay sino la afirmación gratuita de Honduras para poder admitirse que Hara y Hava son sinónimos.

         Por otra parte, ni Hara ni Hava figuran en el mapa detallado levantado por el Almirantazgo británico y presentado como Mapa C de los Anexos de Honduras.

         Es verdad que Honduras ha anexado igualmente a su Réplica otro Mapa A, en el que Hara figura, pero  ahora designa… una isla!

         Nosotros ignoramos totalmente en dónde los autores de dicho mapa han obtenido ese dato que el árbitro debió haber ignorado y que no hace sino aumentar la oscuridad.

         La mención de la isla de San Pío no es una fuente menor de dificultades. Sin duda figura en el Mapa de 1895 precipitado, reproducido como Mapa B en anexo a la Réplica y también en el Mapa C. Pero en este último su emplazamiento y su configuración son muy diferentes de lo que nos indica el Mapa B y bien entendido ni una ni otra indicación tienen nada de común con lo que el Mapa inédito A pretende presentarnos como la mejor interpretación del Laudo.

         Honduras objeta en la Réplica que en su nota del 19 de marzo de 1912 el Ministro Chamorro denunciaba la inexistencia del poblado de Hara, pero que citaba la isla de San Pío sin negar su existencia o su localización, de donde concluye que el Ministro sabía a qué atenerse a este respecto. Deducción aventurada, porque el Ministro no había tenido dificultad en constatar que Hara, que tomó por un pueblo, era desconocido de los servicios oficiales de Managua, mientras que no tenía ninguna razón para dudar que la isla de San Pío no podría ser identificada, por lo menos como contigua a la desembocadura del Wanks cuando se tratara de identificarla sobre el lugar.

         En todo caso, en 1941, ya no existía ninguna duda en cuanto a la oscuridad que afectaba esta parte del Laudo. Que ese fue, notoriamente, el sentimiento del Secretario de la Comisión de Mediación Mr. John B. Ocheltree, resulta claro en la nota que fue dirigida  a este respecto el 13 de junio de 1912, por el Ministro de Relaciones Exteriores de Honduras a los tres Ministros de las Potencias Mediadoras, Costa Rica, Venezuela  y Estados Unidos de América.

         Desde entonces, una fotografía aérea de la región del Cabo de Gracias a Dios fue tomada en 1946. Ella no permite identificar ninguna isla que corresponda más o menos a la designada en los Mapa A y B como San Pío.

         Esta parte del Laudo se presenta, pues, positivamente como INEJECUTABLE”. [6]

          Hasta aquí la Dúplica de Nicaragua.

         Ya en 1934, en los Artículos 2º y 3º del acuerdo denominado Protocolo Irías-Ulloa, que luego fue rechazado por el Congreso nicaragüense, Honduras acepta que una comisión técnica compuesta por un ingeniero de cada país y presidida por otro designado por el Gobierno de Estados Unidos, se ocupe de trazar la línea fronteriza “de conformidad con el Laudo del Rey de España, estableciendo aquella línea EN LOS PUNTOS EN QUE EL LAUDO PUEDE REQUERIR ACLARACIÓN E INTERPRETANDO EL SENTIDO DEL LAUDO EN AQUELLOS CASOS EN QUE SU SENTIDO NO SEA CLARO”. [7]

         No obstante, “SEGÚN LA OPINIÓN DE LA CORTE, LA DETERMINACIÓN DE LA FRONTERA EN ESTE LUGAR NO PUEDE PREENTAR NINGUNA DIFICULTAD”. [8]

         Así, pues, Nicaragua ha sido llevada por la fuerza adversa del destino y la santa voluntad de la Corte Internacional, a la situación sin alternativa de tener que EJECUTAR LO INEJECUTABLE, cual es aceptar rendidamente el obsequio que con mano larga le hace el Rey Alfonso de la misteriosa isla de San Pío, que con tanta firmeza ha calificado como inexistente o indeterminable.

         Ya en La Haya los agentes de Honduras quisieron aprovechar la coyuntura, y adoptando poses de dómines, presentaron anexo a la Réplica, en Mapa “levantado (no se sabe por quién) del Puerto de Cabo de Gracias a Dios, (Mapa A) que con más propiedad pudiera llamarse un mapa inventado, en cuyo trazo infantil  y desgarbado se descubren las orejas de la ambición hondureña, pretendiendo amputar a Nicaragua, incluso el Cabo de Gracias a Dios, punto sagrado donde se inicia la historia de nuestra Patria.

Notas: 

1 - Corte Internacional de Justicia: Colección de Sentencias, Opiniones  Consultivas y Ordenanzas. Caso del Laudo dictado por el Rey de España el 23 de Diciembre de 1906 (Honduras contra Nicaragua). Sentencia del 18 de Noviembre de 1960.

2 - Laudo Arbitral en la cuestión de límites entre las Repúblicas de Nicaragua y Honduras. “Gaceta de Madrid”, Tomo IV, No. 359, páginas 1131 a 1133; Martes, 25 de Diciembre de 1906. “Gaceta Oficial”, Órgano del Gobierno de Nicaragua, Año XI, No. 3125; Managua, lunes 28 de Enero de 1907.

3 - Nota de Don Diego Manuel Chamorro, Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, al Ministro de Relaciones Exteriores de Honduras. 19 de Marzo de 1912. (Anexo 29 a la Contra-Memoria sometida por Nicaragua a la Corte Internacional de Justicia. La Haya, 5 de Mayo de 1959).

4 - Contra-Memoria de Nicaragua sometida a la Corte Internacional de Justicia. La Haya, Mayo 5, 1959.

5 -  Réplica sometida por Honduras a la Corte Internacional de Justicia. La Haya, 3 de Agosto de 1959.

6 -  Dúplica sometida por Nicaragua a la Corte Internacional de Justicia. La Haya, 4 de Enero de 1960.

7 -  “Protocolo Irías-Ulloa” (Anexo XXVI a la Memoria sometida por Honduras a la Corte Internacional de Justicia. La Haya, 5 de Enero de 1959).

8 -  Corte Internacional de Justicia. Sentencia del 18 de Noviembre de 1960.

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