miércoles, 29 de noviembre de 2017

DOS EFÍMEROS PROYECTOS DE SERICULTURA EN NICARAGUA. 1925.


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Capullos procedentes de las cosechas de Granada, Masaya y Managua, colocados en estantes para secarse. (Fotografía en "Nicaragua Informativa, febrero de 1925)

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DOS INCIPIENTES PROYECTOS DE SERICULTURA EN NICARAGUA

Introducción de Eduardo Pérez-Valle h. Director y redactor del Blogspot.

La crianza del gusano de seda fue realizada en el continente americano desde antes de la época colonial. El escritor Enrique Semo en su libro “Historia de la Cuestión Agraria Mexicana: El siglo de la hacienda, 1800-1900”, dice:

El gusano de seda, el cultivo de las moreras cuyas hojas lo alimentan, y la explotación comercial del producto terminado, los hilos y tejidos de seda, se introdujeron como un complejo productivo desde el siglo XVI, aun cuando existía en México algo que se conoció como “seda silvestre” (un gusano un poco más grande,  que comía la hoja del madroño y que producía un hilo menos fino, utilizado a veces por los indios de la cuenca del Papalopan. El cultivo de la seda se introdujo en las misma regiones indígenas productoras de grana, en donde los naturales conocían la cría de insectos sobre plantas cultivadas (principalmente la mixteca oaxaqueña y parte de Guerreo y Puebla), aun cuando su cuidado decayó desde fines del siglo XVI por cambios en la orientación colonial y baja demográfica; cuando, según palabras del cronista Burgoa, “el gusano de la codicia devoró al de la seda.

Hacia el final del siglo XIX y principios del XX, ésta industria encontró motivos de aplicación frente a los recurrentes períodos álgidos de la economía mundial; por ese motivo, varios países de nuestro continente, con el propósito de superar las crisis del monocultivo, soñaron con sus propias “rutas de la seda”.  Así inició en América la introducción de proyectos sericícolas, algunos con buen suceso y otros abandonados en poco tiempo, tal fue el caso de Nicaragua.

Con medio millón de hectáreas sembradas, el entusiasmo manufacturero tuvo en el Japón un ejemplo cimero. Transcurría el año 1920 con la promoción de la denominada morera injertada "Osigian"; calificada de “súper variedad capaz de sobrealimentar a los gusanos de seda”. Documentos de esa época señalan que el gobierno japonés a fin de estimular a los productores de mayor éxito les otorgaba el título nobiliario (europeo) de Barón.

De igual manera sucedió en Las Islas Canarias; al encontrarse enfrentada a la aguda crisis de las plantaciones de plátano; en 1936 hizo resurgir la esperanza de mejoría económica a través de la morera y el gusano de seda.

En nuestro continente, Colombia motivada por la reducción drástica del precio internacional del café, intentó algo parecido a partir de 1921. En busca de otros negocios alternativos o sustitutos, el Ministerio de Agricultura y Comercio de Colombia importó desde los Estados Unidos 2,000 moreras. Ese fue aquel intento colombiano.

Un siglo después, en el XXI de nuestros días, los ecuatorianos intentan el desarrollo de la industria sericícola. Entre lo esgrimido a favor, mencionan hasta “el potencial gastronómico del gusano, en Corea del Sur –dicen— es utilizado en la elaboración de galletas con alto grado de proteína; también como alimento (frito en salsas) y en jugo.  Incluso como un  tónico para aliviar espasmos.”

Los emprendimientos transfronterizos siempre han suscitado nuestros propios intentos locales; y la industria sericícola también está inscrita en la lista de nuestros fugaces entusiasmos en la agromanufactura.

Don Alberto Volg Baldizón, citado por el reconocido historiador y etnógrafo alemán Götz Freiherr von Houwald (13 de mayo de 1913 - †16 de agosto de 2001) quien desempeñó el cargo de embajador de la República de Alemania en Nicaragua[1], anota que su compatriota “Julius Wiest “ingeniero originario de Württemberg que llegó a Managua a fines del siglo XX, quiso introducir en Nicaragua la cría de gusanos de seda y plantó moras en el terreno que por él lleva el nombre Sajonia. Los capullos de los gusanos de seda los trajo de Europa, pero el proyecto fracasó; las autoridades del Distrito Nacional, ejecutando obras de urbanización, derribaron los árboles sin consideración alguna.”

No logramos el dato preciso sobre la relación del alemán Wiest con la industria sericícola europea, tampoco sabemos quién o quiénes contactaron al doctor Varian K. Osigian, no obstante, en nuestra búsqueda confirmamos que el creador de la planta de morera injertada “Osigian” estuvo en Nicaragua a cargo de supervisar la única industria sericícola que existió en el país.  

Así lo confirma el artículo “La Industria Sericícola en Nicaragua”, que fue publicado en la revista “Nicaragua Informativa”, en febrero de 1925.


[1] Autor del libro “Los alemanes en Nicaragua”, Colección Cultural, Volumen 2. Banco de América, Managua 1975, 2da edición 1993; en inglés: German Life in Nicaragua. destinos de emigrantes. Sociedad de Nicaragua, Bonn 1986, ISBN  3-925-290-60-5

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LA INDUSTRIA SERICÍCOLA EN NICARAGUA

En: Nicaragua Informativa. Semanario de la Vida Nacional. Año IX. Managua, Nicaragua, C.A. Febrero de 1925.  Números 157, 155, 159, 160. Director y Propietario: Lisi Lacayo S.



Prosiguiendo sus esfuerzo por la introducción y desarrollo de la industria sericícola en los países centroamericanos, que tan espléndidos resultados está dando en El Salvador, la Osigian Silk Co., representada por el famoso sericicultor doctor Varian K. Osigian, hace varios meses que labora con empeño y tenacidad, que han sido coronados por el éxito, en despertar el interés de los agricultores, industriales y hombres de empresa nicaragüenses, a fin de que el cultivo de la morera y la crianza del gusano de seda entre nosotros tengan el lugar que les corresponde como elementos de riqueza nacional.

         El doctor Osigian ha logrado, en poco tiempo, dar un vigoroso empuje a la industria del gusano de seda. Lo atestiguan los grandes plantíos de árboles de morera, precioso y único alimento del gusano, que se han formado en Managua, Masaya, Granada y otas poblaciones de la República, y el hecho mismo de que ya esta industria, que es tan pujante en países como China, Francia, el Japón, Italia, el Brasil, etc., yaya ocupando la atención de los hombres de iniciativa, que buscan nuevas fuentes de riqueza para este país, esencialmente agricultor.

         Centro América tiene la ventaja, sobre los otros países del Globo, de estar colocada dentro de la zona inter-tropical Mientras Europa y Asia obtienen solamente una cosecha por años, en estos países, como la experiencia lo viene demostrando, se puede cosechar continuamente. Todo depende de la cantidad de morera sembrada para alimentar  el gusanillo que tiene el don milagroso de transformar en blondos capullos las verdes hojas que devoran.

         La ventaja de la morera Osigian, con la cual se ha dado principio en nuestro país al fomento de la industria sericícola, consiste en que, a diferencia de las otras, contiene mayor sustancia alimenticia, que una vez pasada por el mecanismo del instrumento-gusano, se convierte en mayor cantidad de sedea, siendo ésta, a la vez, de una calidad que no tiene rival en el mundo. El capullo Osigian da un rendimiento mayor que el capullo de otros cultivos, como ya lo dejamos dicho. Y es por esta causa que es el que se busca con mayor empeño para obtener de él todas las ventajas deseables.

Aquí se ve desacoplando las mariposas hembras dentro de un saco, onde deposita cada una de ella de 500 a 800 huevos.{

        El hecho de que el doctor Vartan K. Osigian, cuyos conocimientos de esta industria son tan prestigiados  en el mundo, se encuentre en Nicaragua, prestando su experiencia para el mayor éxito y eficacia del negocio, es una garantía para los que quieren dedicarse a esta industria provechosa de fácil explotación como muy pocas otras pueden serlo, y a que la práctica ha demostrado que hasta los simples niños de un hogar laborioso pueden ser factores importantes en la crianza del gusano de seda que produce el estimado capullo.

Una gran plantación de Morera en la inmediaciones de Managua. En el centro aparece el Dr. Osigian, siempre dedicado al incremento del cultivo de la Morera. 



         Bien merece el doctor Osigian que el Gobierno de Nicaragua le preste su apoyo, fomentando el cultivo de la morera mediante primas que pueden concederse a los que cultiven un número determinado de árboles, de la misma manera que lo hizo el General Tomás Martínez, cuando principiaron a plantarse en Nicaragua los primeros cafetos, que son hoy fuente de positiva riqueza para el país.

         En estas páginas que dedicamos a la Osigian Silk Co. y a la industria sericícola, las fotos hablan de una manera elocuente, como quizás no pueda hacerlo nuestra pluma, ya que en ellos se ve palmariamente de todo lo que es capaz una industria que apenas está en la cuna, lanzando los primero gritos de vida y que en el futuro próximo llegará a un desarrollo envidiable si nuestros hombres de esperanza no decaen en los esfuerzos que tan lisonjeros se han revelado hasta la fecha.

En esta fotografía presentamos un grupo de obreras seleccionando los capullos para la multiplicación.



miércoles, 1 de noviembre de 2017

CÓMO CONOCÍ A RUBÉN DARÍO. Por: Eudoro Solís*


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EUDORO SOLÍS.  Revista El Gráfico, 1930.

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Conocí a RUBÉN DARÍO en 1916 y en el mismo año lo vi muerto. Los poetas José Olivares y Ramón Sáenz Morales me invitaron para visitar al ilustre enfermo en su residencia de campo. Se anunció Olivares. Eran amigos y éste había colaborado con “Mundial”, la revista de Rubén, en París.

         Momentos después estábamos junto al poeta. Vestía pantalón azul y camisa blanca, de seda. Me impresionó si inmensa palidez y el cansancio en vigilia que empezaba a quemar en sus ojos los últimos carbones de la vida y los primeros de la eternidad. Pensé, al verlo, que aquella carne rota se estaba haciendo el tocado definitivo para la tragedia de su fin.

         A ratos, descansaba en un sillón de junco gris, las manos puestas sobre las piernas, otrora ágiles en los días de gloria. Su silencio grave, su mirada cercana a la muerte, penetraron tan hondo en mi pasada juventud, que ahora –ya hombre— en mi alma se posa aquella sombra pura y su desolada presencia para integrarla al poema y a la llama incesante.

         El rostro del poeta, anegado en la luz tierna del atardecer, desnudaba sus líneas rebeldes, como talladas en la piedra inmortal. La frente que yo vi la última vez ocupaba casi todo el espacio del cráneo. El cabello era de oro otoñal. Tal la visión, anterior a la agonía, del poeta.

         En el árbol del patio, un pájaro tocaba orquesta primaveral. Darío lo escuchaba, atento, sigilando su pasado. El atardecer entraba intenso, colgando gajos lilas en los ojos cerrados del día. Jamás un silencio más lleno de inquietud ha pasado por mi vida. Vi a Rubén más alto bajo el gran arco de la sombra eterna. Oía su paso llegando al umbral de lo desconocido. Estábamos enfrente de un futuro gran dolor. Darío rompió el silencio. Dejó entrever su propia realidad y el viento de la tarde se llevó estas palabras: Dichoso el árbol  y feliz el pájaro que puede cantar así.

         Días después, el seis de Febrero, Darío había muerto en León. El duelo universal rompió todos los silencios  y un pesar conmovido recorrió en tropel enorme los caminos de la tierra, porque el poeta estaba unido al mundo por la gloria mayor que mortal alguno haya conquistado. América lanzó un grito de piedras seculares; se oyó y  se oye todavía el cincel del Continente tallando el mármol en las formas puras de la reverencia y la dignidad humana, para fijar en estremecidos horizontes, la memoria del altísimo poeta que, al entrar en la muerte, en torno y a su paso, la Fama erigió las banderas de todas las patrias y  la mágica lengua de los ruiseñores orquestaron sus claros arpegios.

         Al llegar a León tuve la sensación de entrar en la ciudad olímpica. Voces de vacante en las torres altas del espíritu y la severa Catedral tañendo sus bronces ilustres. Vi llorar a León. Lo vi en torbellino junto a la casa que fue la última residencia de Rubén. Ardía como un santuario en aquella hora de indefinida pesadumbre. Las antorchas quemaban una llama tenue. Debía ver a Rubén en su pose de eternidad. Quería verlo envuelto en el manto de la tiniebla eterna. Ofrecerle mi silencio; mi oración sin palabras. Quería que me dejara su último perfil; su mueca final, el dolor de su muerte. Quería verlo totalmente pálido, sin corazón, sin ojos, crucificado en la Capilla de la Inmortalidad.

         Los pocos minutos que estuvo delante de su materia rota, serán eternos. Salí más solo de aquella casa de su muerte para que la tarde me pusiera en la sangre el color de una lágrima y la música de una plegaria. Eran las seis en punto.

         1941.

*Solís, Eudoro: Grato Pretérito. Talleres Artes Gráficas, Managua, D.N. 1957. Pág. 9-12.