sábado, 29 de octubre de 2022

MÉXICO FUERA DE MÉXICO / Los “mojados” cruzan el Puente Negro. Revista Tiempo. Semanario de la Vida y la Verdad. Vol LXIX No. 1799- México, D.F. 23 de octubre de 1976

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El Falso Paraíso

A más de 5,500 ascienden los braceros deportados últimamente de los EE.UU., los cuales han sido enviados en avión a la ciudad de México y transportados a sus lugares de origen, en zonas tan distantes como Durango, San Luis de Potosí, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, principalmente.

La deportación aérea ha sido interpretada como simple recurso de propaganda política y también como indicio de que se intenta alterar unilateralmente el equilibrio migratorio continental. Hasta ahora se ha visto que, por regla general, del norte emigran hombres de negocios que buscan nuevas ganancias en el sur, correspondiendo a esta región el envío de menesterosos que buscan sobrevivir.

Concretamente, los EE.UU., producen una constante y creciente invasión de misiones técnicas, económicas, culturales, religiosas y militares hambrientas de establecer nuevas bases para su hegemonía inversionista, ideológica o política. La contrainvasión del sur ha producido ya unos 20.000,000 de hispanoparlantes establecidos o a punto de establecerse en dicho país con el afán de resolver sus problemas de empleo, solvencia económica, oportunidad educativa o expresión democrática. Ambas corrientes migratorias operan frecuentemente fuera de la ley, según sean movidas por las fuerzas de atracción o repulsión que las producen.

También se ha observado que las corrientes migratorias son empujadas por la necesidad en el propio terruño y atraídas por la oportunidad de tierra ajena. Así, los EE.UU., necesitan extender constantemente sus mercados y emigran hacia las oportunidades que el sur les brinda para conseguirlo. Simultáneamente, río Bravo abajo las grandes masas sufren agudas necesidades económicas y sociales, y cuando más cerca están del Bravo más son atraídas por las oportunidades que perciben en la abundancia norteamericana. Muchos enterados creen ver allí una fatalidad geográfica que obliga a México a ser el mayor exportador de brazos para el “paraíso de los emigrantes” y uno de los mayores importadores de capital caro y turismo barato de cuños estadounidenses.

El mercado norteamericano y la emigración mexicana ha ignorado frecuentemente y a conveniencia no sólo la ley, sino también las fronteras entre ambas naciones. Ferrocarriles, minas, granjas e industrias básicas del Tío Sam se han establecido y prosperado atrayendo y dando paso libre al incansable brazo moreno y barato. De esta forma surgió una geografía extraoficial donde la distancia entre Guadalajara, Jalisco, y el Canadá representa un corredor familiar de doble tránsito para el desarraigado mexicano con visa o sin ella.

Así es como muchos de ellos se han ido estableciendo permanentemente en los EE.UU., mientras que otros eligen “trabajar allá y vivir acá” en las fronteras; algunos más se han conformado con el “medio ir y medio volver” de los braceros; pero ha sido el 1: 500,000 de supuestos ilegales al que se culpa de las últimas tensiones públicas entre Los Pinos y la Casa Blanca. (La cifra fue dada por el Dr. Howard Golberg, basada en el censo de 1960 acerca de mexicanos que no han muerto ni han emigrado legalmente y que no aparecen en el censo de 1970):

Respecto a las estadísticas oficiales norteamericanas, muestran que el 88% de los ilegales aprehendidos dijeron ser mexicanos; también indican que cada año se deportan principalmente desde Texas y California entre 300,000 y 500,000 personas que afirman ser originarias de Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, San Luis Potosí, Puebla, Hidalgo y la ciudad de México, muchas de las cuales se internan a los EE.UU., a través del tristemente célebre Puente Negro.

El Puente Negro es un paso ferroviario sin aduana; sus puertas centrales continuamente se abren y cierran para dejar pasar ilegales mexicanos, según lo demande el mercado de mano de obra barata en El Paso, Tex, y zonas circundantes

La bomba de la deportación aérea estalló en México cuando el Gral. Leonardo Chapman, comisionado de Inmigración y Naturalización de los EE.UU., anunció inesperadamente que tenía fondos para regresar por avión a 15,000 indocumentados mexicanos en dos meses. Y al llegar a México los primeros 150 deportados, la reacción no se hizo esperar por parte del Diputado Mariano Araiza, quien explicó a la prensa que las deportaciones espectaculares de mexicanos siempre han coincidido con las elecciones presidenciales de aquel país. Otro legislador, Lázaro Rubio Félix, interpretó que Wáshintong trataba de producir una crisis en México saturándolo con ilegales desempleados, para someter al nuevo gobierno mexicano a los intereses financieros norteamericanos; pero las declaraciones oficiales de México sólo pusieron de relieve el aspecto legal de lo sucedido.


Por su parte, el Lic. Pedro Ojeda Paullada, procurador general de la República, ha dicho que la deportación perentoria y sin sujeción al proceso establecido, no sólo ha violado los acuerdos firmados por los EE.UU., ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sino que era injusto e inmoral atraer periódicamente al bracero para luego echarlo sin ningún motivo. Y el Lic. Mario Moya Palencia, Srio., de Gobernación, hizo hincapié en que toda deportación masiva es ilegal, ya que el Derecho lo establece como un proceso individual que requiere, como primer paso, averiguar si el aprehendido es mexicano o no, lo cual no se ha hecho.

En suma, los EE.UU., como cualquier país, tiene derecho a deportar a ilegales aprehendidos en su territorio, pero también está obligado a no convertirse en “productor de ilegales” no mexicanos en suelo nacional y a legalizar su deportación de braceros mexicanos.

Sin embargo, hay indicaciones de que la actitud del gobierno mexicano pudiera tomar otro giro si es que se confirma que la Suprema Corte de Justicia de los EE.UU., establecería el criterio racista de que es constitucional aprehender a personas por creerlas mexicanas. Tal es la posibilidad que presentó el Dr. Jorge Bustamante, investigador de El Colegio de México.

Cuando se trata de localizar las causas de la emigración ilegal a los EE.UU., es natural encontrar que la opinión depende del lado de la frontera desde donde se emita. Así, por ejemplo, desde los EE.UU. se hace notar que anualmente absorben legalmente a 400.000. emigrantes, de los cuales 70,000 son mexicanos –que es la proporción nacional más elevada— y que produce el efecto de una bola de nieve de los indocumentados. También se afirma que la propia ley fomenta el arribo de braceros, al dictar que el indocumentado de ayer puede convertirse automáticamente en residente legal y en ciudadano.

A ello cabe añadir la corrupción que frecuentemente se dice que existe en el Servicio de Inmigración y Naturalización de los EE.UU. Tal vez el caso más sonado en los últimos años, comenzó en 1972, que posteriormente fue calificado como “escándalo nacional” por el procurador general William Saxbe, en su informe al presidente Gerald Ford. Según The New York Times del 22 de Nov de 1974, la FBI documentó ante un subcomité del Congreso que altos y bajos funcionarios del Servicio de Inmigración y Naturalización aparecían inmiscuidos directamente en negocios de extorsión, “mordida”, contrabando de armas y narcóticos, trata de blancas y asalto sexual de mexicanas ilegales, venta ilícita de documentos migratorios y alianza comercial con proveedores de trabajadores mexicanos sin documentos migratorios.

El comercio de braceros tiene también amplias bases mexicanas. La corrupción se hace evidente en las actividades de “coyotes” y “enganchadores”, los cuales conocen y utilizan a fondo los engranajes oficiales de ambas fronteras. Por ejemplo, las autoridades judiciales de Ciudad Juárez, Chihuahua, anunciaron recientemente la captura de una bien aceitada banda internacional dedicada a exportar ilegales a los EE.UU.

También se especula en México con el espejismo de la gran diferencia cuantitativa en salarios; cualquier obrero chihuahuense conoce que su sueldo mínimo le produce menos pesos trabajando toda una semana que los que obtiene trabajando un solo día bajo el salario mínimo de Texas. A pesar de los esfuerzos gubernamentales por equilibrar los ingresos, el último censo registra que el 75% de los obreros mexicanos todavía ganan menos de $1,000 mensuales; a esto se suma la astronómica cifra de subempleados y desempleados en la República.

Pero es la explosión demográfica de México, relacionada a la emigración ilegal, lo que podría provocar reacciones de irracionalidad colectiva en la comunidad norteamericana. A una nación sobrealimentada podría parecerle amenazadora la vecindad de un pueblo que creen famélico y que crece en un 3.9% cada año, mientas que ella se conserva con un 0.9 % de crecimiento demográfico. A este ritmo los estadígrafos prevén que para 1996 México habrá duplicado su población actual. Y puesto que la mayoría de braceros aprehendidos en los EE.UU., han sido campesinos, es evidente que otra causa de la emigración ilegal reside en la situación actual del agro mexicano.

En el I Encuentro Sobre Trabajadores Sin Documentos que se efectuó el mes de mayo último en Ciudad Juárez, se discutió la posibilidad de que haya aparecido en el campo mexicano un nuevo tipo de terrateniente, de hacendado y de peón. El nuevo terrateniente sería la compañía transnacional de alimentos que acapara de trasmano las mayores y mejores extensiones de tierra; el nuevo hacendado sería el ejidatario ausentista que alquila al nuevo peón por no más de $15 diarios, sin ninguna prestación; y este nuevo peón se habría convertido en el semillero del emigrante indocumentado. A todo esto, hay que agregar la baja productividad ejidal que se atribuye a la falta de subsidios adecuados y de servicios sociales, así como de asistencia técnica, producidos por la burocracia ejidal y crediticia.

Si se trazara un perfil estadístico, aparecería, entre otros rasgos característicos, que en su gran mayoría los “espaldas mojadas” son campesinos jóvenes que persistentemente cruzan la frontera norte a pie y en grupos pequeños de familiares y vecinos. Comparativamente, nueve de cada 10 mexicanos entran a los EE.UU., en busca de trabajo, en contraste con seis de cada 10 ilegales aprehendidos de otras nacionalidades. Estos mexicanos trabajan un promedio de 8.6 horas semanales más que los indocumentados de otros países y son también los que más dinero envían a sus casas, a pesar de que tienen el menor índice educativo; son los que menos ganan y a los que capturan –ocho veces más— frecuentemente.

Y como los mexicanos son los que menos se americanizan, tienen precisamente por esto, menos oportunidades de ascender socialmente, además de que se organizan mal y nunca reciben aumento de salario. Asimismo, son los que más denuncian a otros ilegales y los más constantemente denunciados por ciudadanos norteamericanos de origen mexicano. A este respecto, sólo organizaciones chicanas como CASA y el sindicato de César Chávez se han preocupado por apoyar, defender y organizar a los “despapelados”.

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INCONGRUENCIAS DE UN SISTEMA CONVENENCIERO

► El Departamento de Inmigración y Naturalización de los EE.UU., según Ellwin Stoddard, actúa más como apéndice económico que como agente de la ley. Es igualmente temido por los “ilegales” y por los empresarios que viven de los “ilegales”.

►Aunque las leyes laborales estadounidenses protegen hasta hoy a los trabajadores “ilegales” hay otras leyes que los persiguen si trabajan en los EE.UU.

►Contra la ley, el indocumentado busca trabajo, pero es perfectamente legal que alguien lo emplee.

► Cuanto más tiempo se viva ilegalmente en los EE.U.., mayores posibilidades existen de adquirir residencia legal en el país.

►Hay muchos “ilegales” que por antigüedad tienen derecho a adquirir su residencia legal, pero no la tramitan porque pueden ser aprehendidos como “ilegales”.

►La ética estadounidense parece estar regida por un criterio que es a la vez provincialista y providencialista: mientras que sólo le interesa lo que pasa dentro de sus fronteras, siente el “destino manifiesto” a imponerse como gendarme y árbitro del continente.

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Por otra parte, está de moda en los EE.UU., ver a los “mojados” como causantes primarios de la presente crisis económica. Por ejemplo, el subfiscal federal Lorenzo Siberman aseguró a un subcomité de la Cámara de Representantes, en Feb de 1975, que dicho país soporta la carga de 4.000,000 a 12.000,000 de trabajadores indocumentados. “Son éstos –dijo— quienes roban empleos a obreros calificados y a los nuevos inmigrantes legales; son ellos quienes deprimen la escala salarial de la clase obrera, quienes contribuyen al déficit de la balanza de pagos al mandar tanto dinero al exterior y quienes, en fin, producen el alza de impuestos al ocupar los trabajos que podrían asumir quienes viven a costa del “gobierno”.

Tal alarma procede, además, del círculo académico a través de estudiosos como el Dr. JE Day, catedrático de la Universidad de Texas, en El Paso, quien predice que si no se toman medidas enérgicas al respecto, la explosión demográfica mexicana producirá tal presión de ilegales que ocasionará el caos económico, el hambre masiva y la destrucción de la civilización norteamericana.

Y entre las soluciones destaca la “modesta proposición” del Dr. William Paddock, que sugirió el año pasado la conveniencia en valerse de la NN.UU. para dejar morir de hambre a los habitantes de todo aquel país que no se someta al control de la natalidad.

Jimmy Carter, candidato demócrata a la presidencia de los EE.UU., declaró, sin embargo, el 5 de agosto último que es un mito que el ilegal sea una carga fiscal y causa del desempleo en su país. Y citó estadísticas oficiales según las cuales el 80% de los indocumentados pagan impuestos sobre la renta y cuotas al Seguro Social; que sólo el 0.5% reciben asistencia pública, y el 13% subsidio alimenticio. O sea que dan más de lo que reciben.

Además, el prominente jurista Richard Knight ha sostenido estadísticamente que la causa de la presente crisis es la economía norteamericana, que origina también, a su vez, la situación de miseria internacional, uno de cuyos ecos es la invasión de ilegales en los EE.UU., donde son alternativamente atraídos o expulsados según convenga a los intereses del mercado imperialista.


Varios argumentos de Knight, en su ponencia al Comité de Inmigrantes sin Estatuto Legal, son: que el desempleo, la recesión, el aumento de impuestos y la inflación que actualmente padece los EE.UU., no los causa la afluencia de ilegales, sino la debilidad fundamental del dólar, basada en armamentismo y expansionismo. “Y desde el extranjero –añade—, son los EE.UU., quienes producen la migración de ilegales cuando apoyan y financian gobiernos dictatoriales que aceptan <˂ayuda˃> onerosa, le exportan materias primas baratas y mantienen a sus pueblos en la miseria, ignorancia y opresión”.

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VAIVENES DE LA EMIGRACIÓN A LOS EE.UU.

El Dr. Julián Samora, sociólogo y otros tres colegas, formularon una tabla teórica sobre la emigración mexicana a los EE.UU. durante un siglo, en relación con otras emigraciones y otros acontecimientos relevantes. Este es un sumario de dicha tabla:

1850 – 1889 La emigración europea y oriental restringe la de México.

1900 – 1909 Se restringe la emigración de orientales y se registra un aumento moderado de la emigración mexicana.

1920 – 1929 La emigración mexicana alcanza su máximo en 1924 al restringirse las emigraciones europeas y orientales, pero para 1929 empieza a disminuir por las restricciones que se le imponen.

1930 – 1939 Este lapso comienza con la gran repatriación y termina con un aumento creciente de la emigración legal e ilegal.

1940 -1942 La Segunda Guerra Mundial produce el Programa Braceros y un aumento en la emigración ilegal.

1948 – 1951 Los “ilegales” se convierten en braceros y aumenta la salida de braceros, así como el número de emigrantes que pasan como residentes legales.

1952 – 1959 Guerra de Corea. Aumenta dramáticamente la emigración de “ilegales” y la de residentes legales mientras que se inicia la gran campaña para expulsar a los braceros-

1960 – 1970 Desaparece el bracero. Aumenta la emigración legal e ilegal hasta Julio de 1968, cuando surgen nuevas leyes restrictivas.

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Según los observadores, una riqueza administrada equitativamente, mediante un nuevo orden económico internacional, cesaría de producir la necesidad que empuja a la emigración y la oportunidad que febrilmente la atrae. De otra manera habrá que seguir conviviendo entre dos mundos en tensión, cuya, comunicación suprema parecer consistir en el intercambio de invasiones destructivas.

Así lo entendió el ilegal mexicano que mostraba recientemente a sus compañeros deportados, en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, una traducción de la invitación que se hace al emigrante desde la estatua de la Libertad en la bahía de Nueva York: “Dadme vuestros fatigados, vuestros, vuestras glebas ansiosas de aspirar el aire de la liberta, vuestros desechados…” Y así lo entendió también, sin duda, aquel tendero anónimo de una de las tantas urbes norteamericanas invadidas por el idioma español, que desafiante clavó este letrero en su escaparate: “Aquí se habla inglés”.

Acuerdos. El problema de los trabajadores agrícolas mexicanos indocumentados en los EE.UU., afecta tanto a este país como a México, por lo que corresponde a ambos buscar la solución efectiva y mutuamente satisfactoria.

El gobierno mexicano no favorece ni alienta la emigración de braceros; por el contrario, ha realizado y realiza esfuerzos para contrarrestar las causas que originan dicha corriente migratoria hacia los EE.UU. “Este problema –ha dicho la Sría. de RR. EE. de México— económico-social y humano no puede ser resuelto mediante la aplicación de medidas represivas, ya que la experiencia ha demostrado que esas medidas no producen resultados satisfactorios sino, antes bien, dan origen a efectos colaterales nocivos y perjudiciales.”

Como resultado de las juntas que se efectuaron en Wáshington, D.C. en Junio de 1972, se establecieron en México y los EE.UU., grupos encargados de estudiar detalladamente este problema. Más tarde, del 16 al 17 de Jul de 1973, representantes de los dos gobiernos se reunieron nuevamente en Wáshington par un franco intercambio de puntos de vista.

Sin embargo, hasta ahora, la única decisión que prevalece al respecto es el fallo de la Suprema Corte de los EE.UU., del 25 de Nov de 1974, que no restableció el llamado Programa de Braceros, ni tampoco significó mayores facilidades a las personas que deseen trabajar en aquel país.

“La decisión de la Corte –dice un comunicado oficial— reafirma la política seguida por el Servicio de Migración y Naturalización de los EE.UU. en los últimos 40 años, en el sentido de permitir que los extranjeros originarios de Canadá y México –admitidos a los EE.UU., como inmigrantes legales— puedan trabajar en este país y residir en sus respectivos países de origen. Esto se refiere únicamente a los extranjeros que hayan recibido una visa de residente y a quienes se les haya dado su tarjeta que los identifica como residentes legales, llamada Forma I-151 o Tarjeta Verde.”

Y el comunicado termina lacónicamente con estas palabras: “La Ley de Migración de los EE.UU., seguirá en vigor y todas las personas que la violen internándose ilegalmente en territorio estadounidense será regresadas a sus países de origen”.

viernes, 28 de octubre de 2022

GUARACHA DEDICADA AL CAMPEÓN BOXÍSTICO ALEXIS ARGÜELLO BOHÓRQUEZ - T





UN GRAN CAMPEÓN
Managua, Abril 19, 1952 - Julio 1, 2009

Título: "Un gran campeón" (Alexis Argüello)
Letra y música: Carlos Ramón Bermúdez
Trío “Los Incas”. 
Género musical: Guaracha
Tiempo: 3:14
Guitarras y Ritmos
Sello discográfico: CARYNEL. 
Grabado en Nicaragua, C.A.
Guaracha - 45 RPM.




domingo, 23 de octubre de 2022

Un cuento nicaragüense. EL MUNDO ES MALO. Por: José Coronel Urtecho. En: Suplemento Dominical. La Prensa, 7 de junio de 1964.

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José Coronel Urtecho - Dibujo de Eduardo Pérez-Valle
1983

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−−Pitirre conoce un nido de chorchitas −−decía el diablo.

−− Pero Pitirre no se lo enseña a nadie –decía el niño.

−− Sólo por cinco cigarros –decía el diablo.

−− Si faltan los cigarros me cuerea mi papá –decía el niño.

−−Tu papa anda bebiendo guaro en La Azucena –decía el diablo.

El niño se quedaba pensando.

−− Los cigarros está en la gaveta –decía el diablo.

El niño miraba la gaveta.

−−Ya las chorchitas están emplumadas –decía el diablo.

El niño abría la gaveta.

−−¿Quién anda en la gaveta? –gritó desde la cocina la mama.

−−Decí que andás buscando tu cortapluma –decía el diablo.

−−Yo, mama, que anda buscando mi cortapluma –gritó el niño.

metiéndose los cigarros en el bolsillo.

Pitirre estaba a la orilla del río.

−−¿Qué estás haciendo? –dijo el niño.

−−Nada –dijo Pitirre.

−−Vos conoces un nido de chorchitas –dijo el niño.

−−¿Quién dice? –dijo Pitirre

−−El diablo –dijo el niño.

−−Mentiras –dijo Pitirre.

−−Juralo –decía el diablo.

−−Por esta –dijo el niño.

−−Ya juraste en vano –dijo Pitirre

−−Decile me condeno –decía el diablo.

−−Me condeno –dijo el niño.

−−Te condenás –dijo Pitirre

−−Sacá un cigarro –decía el diablo.

El niño sacaba un cigarro.

−−Dame la chiva –dijo Pitirre.

−−Si me enseñás el nido –dijo el niño.

−−Pues no –dijo Pitirre.

−−Pues no fumás –dijo el niño.

−−Ni vos –dijo Pitirre.

−−Masiemos que fumo –dijo el niño.

−−No tenés fuego –dijo Pitirre.

−−Voy a traer un tizón –dijo el niño.

−−Si me das cinco cigarros te enseño –dijo Pitirre.

−−Bueno –dijo el niño.

−−Anda y trete el tizón –dijo Pitirre.

El niño no se atravía a entrar en la cocina.

−−En la cocina está mi mama –decía el niño.

−−Llama a la Socorrito que te lo saque –decía el diablo.

La muchachita esta junto a la puerta de la cocina.

El niño la llamaba por señas desde largo. La muchachita lo miraba desconfiada.

−−Vení –dijo el niño.

−−¿Qués? –dijo la Socorrito.

−−Vení –dijo el niño.

La muchachita se le acercaba.

−−Andá treme un tizó a la cocina –dijo el niñol.

−−Andá vos –dijo la Socorrito.

−−Pegale –decía el diablo.

−−Si no vas te pego –dijo el niño.

−−¿Para qué querés tizón? –dijo la Socorrito.

−−Pa prender un cigarro –dijo el niño.

−−Si me das uno –dijo la Socorrito.

−−Bueno –dijo el niño.

La muchachita se iba traer el tizón a la cocina.

−−Te gusta –decía el diablo.

−−Sí –decía el niño.

La muchachita volvía con el tizón.

−−Tomá el tizón –dijo la Socorito.

El niño cogía el tizón.

−−A ver mi cigarro –dijo la Socorrito.

−−Decile sólo que juguemos a los casados –decía el diablo.

−−Solo que juguemos a los casados –dijo el niño

−−Dame primero un cigarro –dijo la Socorrito.

−−Tomalo dijo el niño.

El niño y la muchachita encendían sus cigarros con el tizón

−−Vamos pues a jugar a los casados –dijo la Socorrito.

−−Primero vamos a ver el nido –dijo el niño.

Pitirre los esperaba a la orilla del río.

−−A ver mis cinco cigarros –dijo Pitirre.

−−Tomalos –dijo el niño.

−−Onde está el nido –dijo la Socorrito.

−−¿Cuál nido? –dijo Pitirre.

−−El nido –dijo el niño.

−−Te engañé, baboso –dijo Pitirre.

El niño cambiaba de colores,

−−¿Son mentiras? –dijo la Socorrito.

−−¡No pues! –dijo Pitirre

−−A ver mis cigarros –dijo el niño.

−−Toma –dijo Pitirre haciéndole la guatusa.

−−Mentale su mama, −−decía el diablo.

−−Tu mama –dijo el niño.

−−La tuya –dijo Pitirre.

−−Decile tu papa es ladrón –decía el diablo.

−−Tu papa es ladrón –dijo el niño.

−−Y tu papa es picado –dijo Pitirre:

−−Mas picado es el tuyo –dijo el niño.

−−Tu papa tiene cara de lechuza –dijo Pitirre.

El niño estaba enfurecido. Pitirre se reía. La muchachita los miraba al uno y al otro. El niño se contenía para no llorar.

−−Tu papa le paga a tu mama –dijo Pitirre.

−−También mi papa le pega a mi mama –dijo la Socorrito.

El niño estaba ciego de rabia.

−−Cortalo con tu cortapluma –decía el diablo.

El niño estaba sacando su cortapluma: Pero Pitirre era fuerte, le arrebataba el cortapluma y le pegaba. El niño dando gritos corría en busca de su madre.

−−Ya salió llorando –dijo Pitirre.

−−Cochón –dijo la Socorrito.

Pero este mundo es malo.

Cuando quedaron solo Pitirre y la muchachita, el diablo quedó con ellos, mirándolo y sonriendo.

−−¿No tenés nido, pues? –dijo la Socorrito.

−−Tres tengo –dijo Pitirre.

−−Dame uno –dijo la Socorrito.

Sólo que hagamos aquello –dijo Pitirre.

−−Primero dame el nido –dijo la Socorrito:

−−Después, --dijo Pitirre.

−−Juralo –dijo la Socorrito.

−−Por esta –dijo Pitirre.

−−Bueno –dijo la Socorrito.

El diablo nada tenía que decir y se pasaba la lengua por el hocico. Tenía sueño y se durmió.

1944


¡Viva Sandino! Inspiración sandinista del periódico estudiantil El Universitario (1945 – 1947). Por: Dr. Rafael Córdova Rivas. En: La Prensa, 20 y 21 de febrero, 1980.

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21 de Febrero, 1947. Sentados: Eduardo Pérez-Valle, sostiene un ejemplar de El Universitario. A la derecha: Arsenio Álvarez Corrales (Kakaseno); en cuclillas a la izquierda: Octavio Caldera; detrás de Pérez-Valle: Luis Humberto del Palacio. Al fondo, de pie: Carlos Santos Berroterán. "El Universitario: Órgano Oficial del Centro Universitario de Managua. Lema: "Cultura, Justicia, Patria".- 

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    La Generación del 44 tomó a su cargo la reivindicación del Héroe y la condena de su asesino.

    En el diario La Prensa salió una foto en que aparece el escritor Gregorio Sélser y en cuyo pie le dan el título de “EXHUMADOR DE SANDINO”. Sin quitarle ningún mérito al historiador Sélser, al cual nosotros los nicaragüenses le hemos dado el título de Doctor Honoris Causa, que es poca cosa para lo que le debemos y él se merece, paso a desarrollar este artículo así: el mismo historiador don Gregorio, en su conferencia en León, el sábado 12 del corriente mes, según La Prensa, “reconoció que desde el año 1954 al llegar a Guatemala, cuando el derrocamiento de Juan Jacobo Árbenz G., comenzó su investigación sobre Sandino al encontrar rasgos sobre su labor nacionalista y lucha contra la invasión extranjera”. Diez años antes el semanario El Universitario circuló en Centroamérica, Estados Unidos, México y hasta en la China. La verdad es que fue la Generación del 44 (1944) la que, en lenguaje nicaragüense, “destapó” la personalidad de Sandino a través de El Universitario, como lo paso a detallar:

    En la manifestación convocada, organizada y dirigida por los universitarios de la Generación del 44, salieron los primeros cartelones en rojo y negro en que se hacía alusión al General Sandino, y en el discurso oficial del Br. Reinaldo Antonio Téfel Vélez se dio el primer “destape” público que terminó así: “Es que detrás de nosotros está la voluntad de Dios, el canto sonoro y tremendo de Rubén Darío, la gesta heroica de Rafaela Herrera, la tea encendida de Mongalo y Fajardo, el perfil bizarro de José Dolores Estrada y la gigantesca figura de Augusto César Sandino. He dicho”. Las cien mil personas que se encontraban en la manifestación comenzaron a aullar contra los genocidas Somoza. Nótese la enumeración histórica de héroes nicaragüenses y su final con Sandino. Esta es la primera vez que se menciona el nombre de Sandino –muchos años después de su muerte— en un acto público, en Nicaragua; y la primera vez que aparece escrito es en El Universitario, No. 7. En el No. 8 aparece un poema de Salvador Murillo que en una de sus estrofas, al final, dice: 

        “Contamos con el recuerdo 
        triste niño adolescente 
        en una trágica aurora. 
        Cuando balas asesinas 
        resonaron en las casas  
        como un adiós a Sandino”.

    Por supuesto que el creador y el poeta fueron a dar a la cárcel, donde se encontraron con el poeta Gustavo Adolfo Ortega, quien había tenido la osadía de haber llevado en la manifestación citada una bandera sandinista.

    El 21 de febrero de 1946, sale por primera vez El Universitario en HOMENAJE A AUGUSTO CÉSAR SANDINO, en el que aparecen los siguientes titulares: “Documentos para la historia: Párrafos del Jefe-Director de la Guardia Nacional”. En dicho documento, un editorial de la Revista de la G.N., se incluye el siguiente párrafo: “El General Sandino puede estar seguro de que tanto el señor Presidente de la República como yo (Somoza), en mi carácter de Jefe-Director de la Guardia Nacional, estamos dispuestos a proporcionarle todas las garantías necesarias que se merece como ciudadano pacífico dedicado por entero al engrandecimiento del país con su labor progresista y constructiva”. Otro título dice: “Al pueblo nicaragüense”, y se trata del manifiesto del Presidente Juan B. Sacasa, con el cual desaprueba y condena “tan injustificable” crimen”. El editorial es una reproducción del que sacó publicado el diario La Tribuna del 22 de febrero de 1934, cuya imprenta fue empastelada y destruida por los Camisas Azules, fascistas a las órdenes del asesino Somoza y que termina así: “Y para el héroe una sencilla plegaria, llena de fe, a los pies del Crucificado, mientras llega la hora, que ha de sonar, fatalmente, en el reloj de las reivindicaciones, de su pública y humana glorificación con la pluma, con la lira y con el bronce inmortal”. En el mismo No. 9 se lee: “El Verdadero Sandino”, por el Br. Luis Santiago del Palacio, y termina así: “Augusto César Sandino murió por la Patria; pero su nombre, bañado de gloria, se empina hacia la eternidad”.

    El Br. Eduardo N. Matus escribe: “Ante la tumba ignorada del Gran Patriota”, del cual entresaco los siguientes párrafos. “Al escribir estos pensamientos quiero decir que la rebeldía patriótica del General Augusto César Sandino, sostenida contra el imperialismo, no terminó con su muerte corporal”. Tuvo en su poder a Sandino, y lo eliminó, sin presentir que Sandino muerto lo perseguiría con la fuerza incontenible de sus sacrificios, hasta la hora fatal de la justicia, que nunca deja de sonar en el reloj de la historia”. Por este No. 9 de El Universitario salieron al exilio los Brs. Reinaldo Antonio Téfel Vélez y Eduardo N. Matus y caímos presos como cuarenta universitarios de Granada, León y Managua.

    El 3 de mayo de 1946 el Br. Octavio Caldera, en una carta abierta a Somoza García le dice: “Traición es la que usted cometió con el General Augusto César Sandino y con el Dr. Juan Bautista Sacasa. AS mí cubre un pasado limpio y claro; el suyo está lleno de sombras”. Somoza enfurecido ordena que maten a Octavio, pero advertidos a tiempo, lo escondimos en una casa del Barrio San Sebastián.

    En el No. 13 aparece el bautismo de la Plaza de la República, la que está frente al Palacio Nacional, como Plaza Sandino, es el día 12 de mayo de 1946. Somoza García manda a decomisar El Universitario, que ya andaba circulando. El Dr. Juan José Arévalo, Presidente de Guatemala, invita a los directores, redactores y personal del periódico para felicitarlos por su campaña en el “destape” de Sandino. Somoza confisca toda la edición de la primera semana de junio de 1946. El Br. Eduardo Pérez-Valle es perseguido por la Guardia Nacional. En el No.19 de El Universitario sale un artículo de Carleton Beals (ciudadano norteamericano) que en una de sus partes dice: “La Guardia Nacional, al mando de Somoza, despachó al gran héroe patriota que peleó contra la intervención americana, Augusto César Sandino. El asesinato del más grande líder nicaragüense de los tiempos modernos, y uno de los pocos grandes hombres que Nicaragua ha producido, el hombre que es símbolo de la libertad e independencia de Latinoamérica”. En el No. 28, del mes de agosto, dice Eduardo Pérez-Valle, en su artículo “El ocaso de un tirano”: “Eso fue mientras caía sobre Managua la sangre pura y ardiente, montañesa y rebelde, que alentó el ideal de PATRIA Y LIBERTAD en el pueblo de Sandino: mientras corría el horror sobre las tierras de paz de Wiwilí”.

    El 13 de octubre de 1946 sale un artículo de Pablo Antonio Cuadra, magnífico como todo lo que él escribe, fechado en México el 21 de febrero de 1946; se siente el despertar del escritor frente a la figura de Sandino, y comienza así: “En casi todas las capitales de Latinoamérica se reúnen el 21 de febrero de cada año, un grupo heterogéneo de estudiantes, exrevolucionarios, escritores, políticos, hombres silenciosos que sueñan, y hombres elocuentes que buscan la ocasión de un discurso, militantes de izquierda o de derecha, para conmemorar la muerte del que un día alcanzó la difícil gloria de ser el hombre-símbolo de la Libertad de América, el famoso guerrillero nicaragüense Augusto César Sandino”. El No. 29 trae un artículo: “Sandino, ¿héroe o bandido?, del escritor Louis Max, fecha de 1º de noviembre de 1946. El No. 30, de 9 de noviembre del mismo año, página 3, trae una narración de la conmemoración ante el Monumento de los Héroes, en México; poema de María Loucet, titulado: “Sandino”.

    El 15 de noviembre El Universitario publica un fantástico artículo del doctor J. Simón Delgado “¿Héroe o bandolero? Inmortal sí”, en un parte dice: “Elevado hata el trono magnífico del sublime Bolívar, genio incomparable, este Sandino, para los exaltadores de su gloria, al par de Martí, guerrero y poeta, de Sucre, nobleza, lealtad, juventud y valor”.

    Desde el No. 33 hasta el 51, se acentúa la presencia de Sandino en las páginas de El Universitario, artículos, narraciones, poemas, etc., llenan sus ediciones, de tal manera que ocuparíamos unas cincuenta cuartillas presentando titulares, autores y sentido de los escritos. El No. 51, en HOMENAJE A AUGUSTO CÉSAR SANDINO, en el 13º Aniversario de su muerte, contiene los siguiente titulares y autores. Primera página: “La Guardia Nacional debe de sustentar los mismos ideales del General Sandino”, de Diego Manuel Robles; “Nicaragüenses, todopoderosos ante la cobardía y la impudicia de los yankees”, por Eduardo Pérez-Valle; contiene también una foto de Sandino, de cuerpo entero, y otra con sus generales y don Salvador Calderón Ramírez. En la segunda página, una caricatura titulada: ¡Asesino!, con un pie que dice: Dime Caín, ¿qué has hechos de tu hermano? En la tercera página: “Sandino, bandera y símbolo de la nueva juventud nicaragüense”, por Pedro J. Chamorro hijo, y Ernesto Cardenal. En la página cuatro: “Comentador sandinista”; “Sandino y otras personalidades mundiales”. Página cinco: “A la luz del heroísmo: La figura trascendental del Héroe Nacional Augusto César Sandino”, sin nombre del autor. Página seis: “El Abrazo de la Muerte”, fotografía y artículo; salen Somoza y Sandino; un soneto de Manolo Cuadra, titulado “Increpación a Sandino”; “Vae Victis” (Ay de los Vencidos), versos de Onofre Justino (puertorriqueño).

    Después de este número El Universitario no volvió a salir por amenaza que hiciera el genocida Somoza García a las empresas editoras, personalmente, por teléfono.

    Eduardo Pérez-Valle, Director Redactor, Carlos Santos Berroterán, Director-Editor; Arsenio Álvarez Corrales, Director-Gerente; y todos los demás colaboradores y universitarios fuimos perseguidos; unos cayeron presos, otros permanecieron en la clandestinidad, como se dice ahora, y otros en el exilio. Eso tras el 21 de febrero de 1947.
  Publicado en el diario La Prensa de Managua, en dos entregas, los  días 20 y 21 de febrero de 1980.-. 
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Pie de foto: En junio de 74 un fuerte grupo de ciudadanos, firmantes del llamado "Documento de los 27" proclamando la abstención de votar, pues "no había por quién hacerlo", se dirigen a un juzgado de Managua a responder la acusación del régimen genocida. Fueron sentenciados a 180 días de arresto y , como pena accesoria, a suspensión de los derechos ciudadanos o "muerte civil" por igual plazo. Aparecen, de izquierda a derecha: Ing. Uriel Argüello, Dr. Manolo Morales Peralta, Dr. Pedro Joaquín Chamorro C., Dr. Eduardo Rivas Gasteazoro, Dr. Rodolfo Robelo, Dr. Ignacio Zelaya Paiz, Dr. Roberto Argüello Hurtado, Dr. Ramiro Sacasa Guerrero y Dr. Rafael Córdova Rivas. 

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domingo, 16 de octubre de 2022

“Granada, lejano puerto / con el corazón abierto” … EL PUERTO DE GRANADA. Por: Eduardo Pérez-Valle. La Prensa. Suplemento Dominical. Junio de 1964.

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    No hace falta rebuscar mucho en viejos documentos relativos a nuestra historia para encontrar evidencias de que el antiguo y tradicional puerto de Granada es la vasta ensenada que se forma entre la costa al Sur de la actual bodega-muelle y las isletas de la parte conocida como Playa Grande.

    Es conveniente recordar el uso antiguo de la palabra puerto, que no era otra cosa que la porción de agua junto a la costa, abrigada de los vientos y con fondo suficiente para que los barcos pudieran entrar, salir y estar en él con seguridad. En el correr del tiempo, con el desarrollo de centros urbanos cada vez mayores junto a los parajes que ofrecían aquellas condiciones; al construirse consecuentemente muelles, bodegas, factorías y demás facilidades en relación con el comercio y la industria, se fue perdiendo el concepto primitivo, que situaba el puerto en el mar, en el río o en el lago; ahora el puerto se trasladó a tierra. Y en la mente popular el barco toma puerto, ya no cuando el ancla toca el fondo de arena en una bahía hermosa y apacible, sino cuando los cables lo aprisionan junto al muelle, para que puedan efectuarse las labores sin tregua del comercio. Hasta la misma Academia de la Lengua dice que puerto es un “lugar en la costa”, defendido de los vientos” … Así, pues, el puerto ha pasado del mar a la tierra, de lo líquido a lo sólido; antes el barco podía estar en el puerto; ahora sólo puede tocarlo.

    Pero lo que no puede cambiarse es que el puerto terrestre de hoy, con sus muelles, sus grúas y almacenes, con sus aduanas, tabernas y lupanares de la tradición novelesca, se construya junto al antiguo puerto acuático, esperanza de tantos afligidos cuando cabalgar en el lomo del mar era muchas veces una aventura que bordeaba angustiosamente la tragedia para precipitarse finalmente en ella.

    Así Corinto, para no ir más lejos, vino a construirse con su muelle asomado al antiguo puerto de El Realejo (puerto de la Posesión, de los Xagueyes, de los Exanguabueyes, rezan nuestros documentos coloniales. No confundir el puerto con la villa de El Realejo: aquél siempre fue la actual bahía de Corinto; algunos barcos, en ciertas épocas, pudieron subir por el estero hasta la villa, en el mismo lugar que ahora, con sus ruinas venerables.

    Mas en Granada, donde a lo largo de la historia han sucedido tantas cosas que no debieron suceder al trasladarse el puerto a tierra también se abandonó el sitio tradicional, y se fue a construir el muelle en las afueras del puerto, frente al empuje de las olas y el insulto de los vientos. Todo porque una compañía extranjera que sólo males trajo al país, quiso ahorrarse algún dinero al emprender la construcción del primer muelle de Granada. Pero volvamos por un momento a los finales del período colonial.

    En el Servicio Geográfico del Ejército Español, Madrid, y bajo la signatura S.G.LM. – 8a-2a-136, se conserva un plano al que ya nos hemos referido en anterior ocasión. Fechado en Granada, el 9 de agosto de 1783, ostenta al pie de la firma y rúbrica del Ing. José María Alexandre. Su título es como sigue:

    “Diseño en que procura dar una idea del puerto y terreno adyacente a la ciudad de Granada (sita en la Provincia de León de Nicaragua, Reino de Guatemala) puesta a orilla del Gran Lago de Nicaragua, como asimismo de la situación de los dos reducto-baterías que para la defensa de uno y otro se proyectan”. En este plano aparecen el Lago, la ciudad de Granada y las Isletas. Y en una de éstas, así como en la costa de Granada, en el sitio de la actual bodega del muelle, los proyectados reducto-baterías, es decir, El Fuertecito y el castillo de San Pablo. La mención y reproducción de este plano nos ha parecido conveniente para dejar establecido cuál era en la colonia el significado de la palabra puerto, y cuál era el puerto “de que Granaba gozaba” en el Lago de Nicaragua.

    En cuanto a muelles y otras facilidades portuarias, Granada siguió en su estado colonial hasta más acá de la Independencia. En1822 Orlando W. Roberts en su Narrativa of Voyages and Excursion in Central America, describe su arribo a Granada a través del Lago.


    “Nos situamos a la vista de Granada, situada en una apacible región y a corta distancia del Lago. Por la tarde desembarcamos en la playa, cerca de donde se encuentra un pequeño fuerte o batería en forma de media-luna, el cual contiene unos doce cañones que apuntan hacia el Lago. El desembarcadero lo constituye la propia playa abierta, sin que exista muelle ni ninguna otra facilidad para el manejo de las mercaderías, las que son acarreadas desde los bongos por pequeñas canoas, o por hombres y mulas la distancia de un cable adentro del agua. Esta aquí ofrece poca profundidad y el fondo es de arena fina”.

    En Ortega Arancibia (Historia de Nicaragua, 40 años: 1838-1878. Madrid, 1957) hay una referencia correspondiente a 1847, que indica con bastante claridad que para esa fecha aún no se había construido el primer muelle de Granada: “llegamos a la playa y en los muros del fuertecito estaba la lancha con su tolda de manta listada de azul y blanco” … (p. 123).

    En el mismo autor y en la misma obra hay otra referencia, de 1849: …”que en la parte del Lago que las Isletas resguardan del viento, sería la gran bahía en donde anclasen los buques de todas las naciones”… (1849). Se ve a las claras que en lo que a puertos se refiere, aún privaba la mentalidad colonial en los nicaragüenses.

LOS DATOS DEL PLANO COLONIAL DE 1873, trasladados a un mapa moderno. (Elaborado por E. Pérez-Valle)

    Todavía en el mismo Arancibia hállase esta frase que parece indicar que alguna obra habíase efectuado ya en septiembre de 1855: … “Desembarcamos en el Fuertecito” … (p. 266).

    Más claro, de toda claridad, resulta el Licenciado Jerónimo Pérez (Obras Históricas Completas. Managua, 1928). En la página 285 encontramos:

    “Dos vapores, el “Virgen” y el “San Carlos”, amarrados al muelle de El Fuertecito, estaban cargando los elementos que aún no había conducido, y esperaban que Henningsen y su división concluyesen la obra que se les había encomendado, para recibirlos a bordo”. (1856).

    Y adelante hallamos, página 288: “El Fuertecito fue construido por los españoles entre el agua, y comunicado por un terraplén largo y estrecho, batido en ambos lados por las embravecidas olas del Gran Lago. Arrancando de dicha fortaleza, se había construido recientemente un muelle de madera muy sólido, donde amarraban los vapores de la Compañía del Tránsito, por lo cual se deja ver el interés de los filibusteros en conservar este punto hasta el último instante, y la dificultad de asaltar por el terraplén que mencionamos, cuya parte de entrada estaba cubierta con trinchera de palos y gruesa artillería”. (26 de noviembre de 1856).

    Y adelante aún, dice el mismo Pérez, página 575: “Los filibusteros defensores de El Fuertecito eran como veinticinco, fuera unos pocos hijos del país, pero tenían en la entrada gruesa artillería y una espesa trinchera… Los yanquis pelearon largo rato entre el Fuerte y después en el muelle, que estaba recientemente construido”. (23 de noviembre, 1856).

    Las citas traídas a luz indican sin lugar a dudas que el primer muelle de Granada fue construido por la Compañía Accesoria del Tránsito en los años de 1855-56. Y es notorio que se escogió El Fuertecito como inicio de dicho muelle por obvias razones de economía; pues de hacerse la obra en un sitio más adecuado, hacia donde existía la vieja toma de agua de la ciudad, o hacia donde se ubica el Club Náutico actual, hubiera sido forzosa la inversión de sumas importantes en sólo construir la cabeza del puente, si había de darse a la obra la altura conveniente. Esto se evitaba aprovechando la rampa de acceso y el terraplén de El Fuertecito.

    Dice Salvatierra (“La Navegación a Vapor en el Lago de Nicaragua”, Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, T. IX, núm. III. Managua, diciembre, 1947) que en 1867 no había muelle en Granada. Aunque Salvatierra parece indicar que no lo había porque aún no se había construido el primero, hay que deducir que el muelle “muy sólido”, que decía Pérez, ya se había destruido, sin haber llegado a durar más allá de los 10 años.

    Don Anselmo H. Rivas, en su Ojeada Retrospectiva, dice que durante la administración de Guzmán (1867 -1871) se reconstruyó el muelle de Granada y se restableció el servicio de vapores en el Lago y en el Río. En 1968 –dice Salvatierra—se estaba construyendo el muelle de Granada, con una planilla semanal de 50 pesos. Era el segundo muelle de Granada. Después de éste se han construido dos más y se piensa construir el 5º en el mismo lugar impropio que se escogió para el primero. La nefasta Compañía del Tránsito hace luengos años pasó a las páginas dolorosas de nuestra historia; pero los nicaragüenses seguimos sus designios por siempre jamás, cual si estuviéramos asidos a un destino ineludible.

Managua, mayo de 1964.

Eduardo Pérez-Valle

sábado, 15 de octubre de 2022

MURAL DEL DESCUBRIMIENTO - CARTA DE GIL GONZÁLEZ DÁVILA AL REY SOBRE SU DESCUBRIMIENTO DE NICARAGUA. La Prensa Literaria. Octubre de 1972

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MARZO Y ABRIL DE 1.522
    
    Dos navíos partieron por mar a descubrir y dejamos otros dos en el Golfo de San Vicente para que en ese punto nos volviéramos a reunir los descubridores de por mar y de por tierra y yo partí por tierra haciendo a muchos caciques amigos y vasallos de Vuestra Majestad y tornándose todos cristianos de muy buena voluntad. Así llegué primero a un Cacique que se llama Nicoya el cual me obsequió como presente oro por valor de trece mil castellanos y se tornaron cristianos con él y sus mujeres y sus principales seis mil y tantas personas. Quedaron tan cristianos en diez días que, como ya no iba a hablar con sus ídolos que me los llevase, y me dio seis estatuas de oro de un palmo de altura y me rogó que le dejase algún cristiano que le enseñase las cosas de Dios, lo cual no me atreví a hacerlo por no arriesgarme y porque llevaba muy poca gente.


EL GRAN CACIQUE NICARAGUA

    Después de caminar cincuenta leguas tuve noticias de un gran Cacique que se llamaba Nicaragua y muchos indios que llevaba conmigo me aconsejaban que no fuese allá porque era muy poderoso. Incluso muchos de mis compañeros me aconsejaban lo mismo, pero la verdad es que yo iba determinado a no retroceder hasta que alguien me impidiera avanzar por la fuerza de sus armas. Y así, cuando estuve como a una jornada antes de su pueblo le envié intérpretes y seis indios principales que llevaba conmigo con el encargo de decirle lo que a otros cacique he dicho siempre: que yo soy un capitán que el gran Rey de los cristianos envía por esta tierras para decir a todos los caciques y señores de ellas que sepan todos que en el cielo, más arriba del sol, hay un Señor que hizo todas las cosas y a los hombres, y que a todos los que esto creen y lo tiene por Señor y son cristianos, cuando mueren, van arriba don El está y los que no son cristianos van a un fuego que está debajo de la tierra y que esto se lo había dicho a todos los otros caciques y señores que tienen sus pueblos atrás, hacia donde el sol nace, y que todos lo han creído así lo tiene por Señor y se han hecho cristianos y vasallos del gran Rey de Castilla; que se esté en su pueblo él (el Cacique) y sus indios y que no tenga miedo que yo llego para decirle cosas muy grandes de ese mismo Dios y que él tendrá gran placer cuando las sepa y que sí no quisiera oírme ni ser vasallo del gran Rey de los cristianos, que se salga al gran campo de guerra y yo me las veré con él al otro día.

EXPLOSIÓN DE LA PÓLVORA

    En ese mismo día por la tarde unos espingarderos, cuando estaban probando la pólvora les estalló y prendieron fuego a su posada y a la mía y se quemaron ellos mismos, eran tres, y no fue poca la turbación entre los compañeros por ser la víspera de nuestro encuentro con el Cacique, pero los calmé y dejé a los quemados para se curasen y a otro de mis hombres con ellos.

EL HISTÓRICO ENCUENTRO

    Al siguiente día cuando llegué a una legua del pueblo (del cacique Nicaragua) hallé a cuatro principales y a los que yo había enviado, los cuales me dijeron que el Cacique me esperaba en su pueblo de paz. Y cuando llegué me dio posada él mismo en las casas que quedaban alrededor de la plaza y luego me obsequió oro (por valor de quince mil castellanos) y yo le di ropa de seda y una gorra de grama y una camisa propia mía y muchas otras cosas de Castilla.

GIL GONZÁLEZ Y LA LIBERTAD RELIGIOSA

    En los dos o tres días que con él estuve se le habló de las coas de Dios y el cacique me dijo que quería hacerse cristiano él y todos sus indios con sus mujeres. Así se bautizaron en un día nueve mil diez y siete almas grandes y chicas y con tanta voluntad y poniendo tanta atención en todo que no miento a Vuestra Majestad si le digo que vi llorar de emoción a algunos compañeros. Dios también es testigo que antes de que todos se hicieran cristianos, primero a ellos y luego a ellas aparte, les dije que este Dios que hizo todas las cosas no quiere que nadie se torne cristiano contra su voluntad. Pero a pesar de decirles esto, contestaron que querían ser cristianos y cristianas.



LAS PRIMERAS CRUCES

    Aquí (en el pueblo del Cacique Nicaragua) estuve ocho días y puse dos cruces, como acostumbraba hacerlo en los otros pueblos: una muy grande en unos montículos grande con gradas que hay en la plaza –y no hay duda, que parece que4 estos “montones grandes de gradas” están pidiendo las cruces—; y dejé otra cruz en su “mezquita” o iglesia, que el mismo Cacique la llevó en sus manos y la colocó en un altar, fijada por el pie y le hicieron un muy devoto monumento de mantas pintadas.

ENTRE NANDAIME, DIRÍA Y MASATEPE

    Pasados los ocho días partí a una provincia que está seis leguas adelante, donde hallé seis pueblos a legua y media do dos leguas uno de otro, cada uno de dos mil habitantes. Después de haberles enviado a decir el mismo mensaje que dije al cacique Nicaragua me recibieron y aposentaron en uno de esos pueblos y vinieron todos los señores o caciques de ellos a verme y me hicieron presente de oro, esclavos y comida como es su costumbre, y como ya sabían que Nicaragua y sus indios se habían tornado cristianos casi sin pedírselo me dijeron que querían ser cristianos y cada día venía un cacique de cada pueblo, con su gente, a bautizar, y ya bautizados venían cada día a pedirme que fuese el clérigo a sus pueblos a hablarles de Dios, y así se hacía y madrugaban los de un pueblo y los de otro para ser los primeros en llevarse al clérigo.



ENCUENTRO CON DIRIANGÉN

    Estábamos haciendo esta buena obra cuando supieron de mí otros caciques grandes que vivían más adelante. Seguramente fueron informados de lo que los otros caciques hacían conmigo. Y uno de ellos, que se llama Diriangén vino donde mí de la siguiente manera:

    Trajo consigo hasta quinientos hombres, cada uno con una pava o dos en las manos y tras ellos diez pendones y luego, detrás, diez o siete mujeres casi cubiertas todas de unas patenas de oro y cargando doscientas y tantas hachas de oro bajo (y todas pesaban diez y ocho mil castellanos) y detrás de las mujeres –cerca del Cacique y de sus principales— venían cinco trompetas. Al llegar cerca de la puerta de mi posada tocaron un rato y al terminar, entraron a verme con las mujeres y el oro. Yo les mandé a preguntar que a qué venían y dijeron que a ver quiénes éramos; que les habían dicho que éramos una gente con barbas y que andábamos encima de unas alimañas y que para vernos y para saber qué queríamos llegaban.



EL ATAQUE DE DIRIANGÉN

    Yo mandé al intérprete que les dijese todo lo que había dicho al Cacique Nicaragua y ellos contestaron que todos querían ser cristianos. Entonces les pregunté que cuándo querían bautizarse y contestaron que ellos vendrían dentro de tres días. Pero, como al diablo no le place la salvación de los hombres, les hizo mudar de propósito, aunque también creo que la causa fue el vernos tan pocos, porque al tercer día, --que era sábado diez y siete de abril—habiendo ido el clérigo con el mejor caballo que teníamos y acompañado de dos de mis más valientes hombres, a predicar a unos pueblos vecinos y estando todos algo descuidados en asunto de guerra, a mediodía cy con el mayor calor del mundo, caen sobre nosotros tres o cuatro mil indios de guerra, armados a su manera con jubones y o blusas muy gruesas de algodón y armaduras de cabeza y escudos o rodelas y espadas (de pedernal) y otros con arcos y flechas y con varas. Quiso Dios por misericordia que a la distancia de un tiro de ballesta, antes de que llegaran, un indio del pueblo donde estábamos los vieron venir y me avisó y yo lo más presto que pude, cabalgué en uno de los tres caballos que teníamos y recogí a todos mis compañeros en la plaza, delante de mi posada, poniendo una tercera parte de mi gente a las espaldas y alrededor de ella, porque como eran muchos, temí que nos cercasen la casa y le dieran fuego.


    Los indios llegaron de golpe a la plaza, y arremetieron contra nosotros y nosotros a ellos, y como a manera de torneo, se dieron los nuestros y ellos tantos golpes, que estuvo la cosa un rato en dudas sin que nadie supiera de quién era la victoria, y después de habernos derribado seis o siete hombre al suelo, heridos, y de llevarnos un hombre en peso, vivo, sin quererlo matar según parecía, hice una nueva arremetida con los caballos y andando entre ellos se pusieron en huida, entonces los seguimos y les dimos alcance, acuchillando los de a pie a cuantos podían y los de a caballo alanceando a los que topábamos, echándolos fuera del pueblo. Y ya en el campo, como yo tenía el mejor de los rocines, aunque tan mal aderezado en casos de la gineta que certifico a Vuestra Majestad que traía las espuelas de palo y que otros de los de a caballo, no traían ninguna, los perseguí y adelantándome a los otros les di alcance a os que huían y después de haberme cansado de alancear a los que a una parte y otras encontraba, me acordé que era un gran error dejar mi gente tan lejos y me regresé, paro al dar vuelta fueron tanta las varas y las piedras y garrotes que los indios me tiraron, que ese rato lo tuve por peor que cuando nos atacaron en la plaza y así, cuando me topé con los delanteros de mi compañía, que ya venían fuera del pueblo, no consentí que nadie pasase adelante porque me pareció que si nos veían a todos en el campo se darían cuenta que éramos tan pocos y osarían volver sobre nosotros y que no bastaríamos para hacerle frente. Y además me acordé que quedaban la posada sola con el oro y la ropa y que los del pueblo podía ser que no nos fueren leales y que viéndonos fuera, nos robasen. Por todo esto, lo más presto que pude traje mi gentecilla, aunque por su valor y ánimo era más que gente y la puse otra vez en orden delante de mi posada para que, si volvían nos encontraran alentados y listos. Pero ellos no volvieron. Creo que la causa fue porque tienen la costumbre, cuando pelean, de no dejar ningún herido ni muerto en el campo y estuvieron ocupados en recogerlos.

EL REGRESO DEL CLÉRIGO

    Estando así formados a la espera, y como el clérigo y sus compañeros no regresaban del pueblo adonde habían ido, y como el pueblo quedaba hacia el lugar por donde los indios (enemigos) habían venido, creímos que los habían matado en el camino, y para quedar claros les envié una carta con unos indios de los del pueblo donde yo estaba, contándoles lo que nos había pasado. Recibida la carta se regresaron rápido y todos los compañeros los recibimos con gran alegría porque el clérigo, además, era su padre de confesión.

DECIDE REGRESAR

    Reunidos todos –como la gente no venía con su voluntad y hasta murmuraban de mí— dijeron que no deberíamos dar un paso más adelante, porque era exponer lo ganado. Al ver a mi gente en esa opinión, y hablé aparte con los oficiales y principales, y también opinaron que era locura pasar adelante y que ni Dios ni Su Majestad sacarían provecho de ello. Yo quería ir y caerles de noche a quienes nos atacaron, pero vista la flaqueza de mi gente, los heridos y el oro que exponíamos, y que no teníamos seguridad con los del pueblo, decidí regresarme pensando volver con más gente y caballos y pacificar a aquella gente.


EL ATAQUE DE LOS NICARAGUAS

    Como el gran cacique Nicaragua, por donde había pasado, supo que yo venía de vuelta después de haber peleado con Diriangén y como supiese que llevábamos cantidad de oro, pensó atacarnos, maternos, y quitarnos el oro: (todo esto lo averiguamos bien después, pero los sospechamos desde antes por muchos indicios), entonces yo puse a mi poquita gente, que sólo éramos sesenta hombres sanos, en el mejor orden, haciendo un escuadrón metiendo dentro a los heridos y enfermos y a los que llevaban el oro, la comida y hacienda, y en cada esquina cada uno de los cuatro caballos que llevábamos y cuatro espingarderos, y de esta manera pasé por el pueblo (de Nicaragua) a las once del día. Pero cuando ya estábamos fuera, comienzan los del pueblo a venir a decir a los indios que llevaban nuestras cargas que las soltasen o que huyesen con ellas. Por no romper con los de Nicaragua no les decíamos nada, pero como ya nos hacían daño ordené a algunos ballesteros que los tirasen y como hiriesen a algunos, comenzó a salir gente de guerra y con armas del pueblo. Entonces mandé que los cargadores se adelantaran y me quedé yo con los de a caballo y los peones ballesteros y rodeleros y los cuatro espingarderos a la retaguardia. Total, éramos diez y siete hombre y la gente que salía del pueblo era innumerable y mucha parte de ellos con arcos y flechas. Y comienzan a atacarnos con la mayor gritería del mundo, tirando flechas mientras los de a caballos hacíamos incursiones sobre ellos, alaceándolos y otras veces los ballesteros hiriendo a los que se acercaban más, y en este combate tuvimos hasta que se puso el sol cuando íbamos atravesando un llano. Y en todo ese recorrido pasamos muy aventurados trances, especialmente al para los ríos y arroyos, porque hasta los cuatr4o de a caballo, a veces uno a veces dos tenían que ayudar a heridos, y enfermos mientras los otros pasaban a la delantera o alanceaban indios que soltaban o se iban con las cargas, hasta que viendo los de Nicaragua que perdían su gente que ganaban y no les salía el negocio llegado a la noche, nos pidieron paz y viendo que estábamos todos tan cansados, se las otorgué.

PIDEN PAZ LOS ATACANTES

    Entonces, dejando las armas, tres principales indios se adelantaron, dejando a su gente atrás y me vinieron a hablar. Como no se salieron con su intención, venían a disculparse diciendo que Nicaragua ni los suyos tenían culpa de aquello, sino la gente de otro cacique que estaba en aquel pueblo, que se llama Coategua y que yo había visto cuando pasé por allí. Les respondí que yo había reconocido a muchos principales de Nicaragua en la batalla y no supieron qué responderme.

LA CARGA ROBADA Y EL REGRESO

    Quiso Dios y su bendita Madre, que ningún hombre ni oro perdiéramos, ni nadie quedar herido, excepto un caballo herido de flecha en parte no peligrosa. Esa noche nos recogimos todos en un cerro que estaba en nuestro camino y hasta entonces cada cual de la compañía comenzó a echar de menos cosas que le faltaban de la carga, porque como los indios que la traían eran del mismo Nicaragua –que a la pasada nos lo había prestado— cuando estábamos en batalla tiraban las cargas y se perdió así mucha ropa de los compañeros, de tal modo que quedaron muchos sin vestidos y sin comida, unos porque iban cubriendo la retaguardia, otros por cuidar el oro. Por esta razón, formé de nuevo a la gente, tanto a los heridos y enfermos como a los sanos, para que si volvían a atacarnos o nos salían al camino, pudiéramos defendernos y atacarlos. Y hecho esto, bien se puede creer que sin dormir, partí a media noche con la luna, porque me avisaron que había otro camino por donde podían adelantársenos y salirnos y hacernos daño.

ENCUENTRO CON ANDRÉS NIÑO

    Puesto en orden caminamos esa noche y todos los días siguientes con sus noches hasta llegarme al Golfo de San Vicente, de donde había partido, yo por tierra y André Niño por mar, y encontré que hacía diez u ocho días que habían regresado y descubierto trecientas cincuenta leguas del Golfo al poniente, pero que por falla de los navíos y falta de agua no pasaron adelante.

SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DEL GRAN LAGO

    Y Vuestra Majestad ha de saber que en el citado pueblo del cacique Nicaragua que está, tierra adentro, tres leguas de la costa del Mar del Sur, junto a las casas hay otra mar dulce y digo mar porque crece y mengua y los indios no saben decir si por aquella agua se puede ir a otra salada, sino que todo lo que ellos han andado por esa otra mar es dulce, de un lado a otro. Yo entré a caballo en ella y la probé y tomé posesión en nombre de vuestra Majestad.

    Preguntando a los indios si esta mar dulce se junta con la otra salada, dicen que no y cuanto nuestros ojos pudieron ver, todo es agua salvo una isla que está a dos leguas de la costa y que dicen está poblada. No tuve tiempo para saber otra cosa más sino que mandé entrar media legua por el agua en una canoa en que los indios navegan, para ver si el agua corría hacia alguna parte, sospechando que fuese río, pero no hallaron corriente y los pilotos que llevaba conmigo certifican que sale a la mar del Norte y si es así, es una gran noticia porque habría, de una a otra mar, dos o tres leguas de camino y muy llano…”

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