martes, 6 de junio de 2023

LISTA DE ESTABLECIMIENTOS DE COMERCIO Y DEMÁS EMPRESAS O NEGOCIOS MATRICULADOS EN MANAGUA, D. N. EN EL AÑO DE 1934

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Liminar, del Director del Blogspot:

Si más de algo he conseguido en este nuevo propósito de ponerle otra vértebra a la Historia de la Ciudad Aldea llamada Managua, fue el reencuentro con don Francisco Pérez Duarte, mi abuelo. En la Memoria del "Ministerio de Fomento y Anexos del año 1934, consta que "Don Pancho Pérez" matriculó ante el Ministerio de Fomento la Librería "Barata" con local en la ciudad de Managua. En esa lista fueron incluidas cinco Librerías: don Carlos Heuberger & Co. Librería de don Raúl Lacayo S. Librería de don Horacio Enrique Pérez. Librería de doña Herminia Peña viuda de Prado y, Librería de don Francisco Pérez Duarte. 

A menudo he conocido opiniones contrarias a publicaciones de este tipo, sin embargo, en cada nombre están atrapadas las historias, desde el núcleo familiar con pasos largos o cortos en el ámbito ciudadano. Es necesario y conveniente para atacar los cementerios de los olvidos que los actuales "robles viejos" emparentados con ese pasado, a quienes aún no les llega la tala, hagan de las suyas con recuerdos particulares. Además, el Anexo IV de esa Memoria del año 34 es un indicador contrastable del diario vivir en esa línea ininterrumpida hasta el presente. Los nombres, las cantidades, el tipo de actividad mercantil, etcétera, permiten inteligir la vida cotidiana de aquella sociedad. La lista de ese Anexo, pone sobre el tapete del diario vivir, las maneras del intercambio comercial, los bienes y servicios para satisfacer las necesidades cotidianas y, sobre todo, otros ciertos apetitos…

En lo que atañe a mi abuelo, en el ajetreo de suministrar pan del saber, de manera regular viajaba en tren desde Granada, y si el asunto era impostergable, en tracción de équidos, sobre camino de tierra. Si no había humano con el cual conversar, poca falta hacían, porque los sonidos del silencio eran cómplices en la lectura.

“Librería Barata” era la publicidad fortalecida con un adjetivo exacto: el precio bajo o más bajo de lo normal: Libros Baratos. En la Managua de los años treinta, el establecimiento funcionaba desde 1933, dos años después del terremoto. Localizado en la Avenida Central, “junto a Manzo”. Los periódicos diagramaban el campo pagado de don Francisco Pérez Duarte. El diario La Noticia, en fecha 14 de septiembre de 1933, avisaba a la clientela: “Obras de Chesterton recibió la “Librería Barata”. Miguel Ángel, por Emil Ludwing, acaba de recibir Francisco Pérez D.



No es ésta, una de las pocas ocasiones en las que esos nombres propios, los quehaceres cotidianos de la sociedad nicaragüense, con algo de estadística histórica, ayudan más allá de la simple divulgación histórica. Los negocios matriculados en Managua, Distrito Nacional, en el año de 1934, permiten rondar los órdenes de prioridad de aquella población. Por otra parte, según el Censo de la República de Nicaragua de 1920, la ciudad de Managua contaba con 37, 941 varones y 37, 205 mujeres para un total de 74,696 capitalinos. Ese registro poblacional no varió mucho en los 14 años transcurridos, de igual manera las profesiones, oficios y actividades de comercio.

El “Anexo IV” de 1934 detalla:

Almacenes de Comercio: 89

Billares: 36

Bombas para el expendio de gasolina: 6

Buhoneros: 22

Bancos y casas bancarias: 4

Casa de Préstamos: 4

Casas de Agencias y Comisiones: 6

Cantinas:

1ª clase: 2

Cantinas de 2ª clase: 24

Cantinas de 3ª clase: 10

Cantinas de 4ª clase: 16

Cantinas de 5ª clase: 34

Total, de Cantinas: 104

Carpinterías: 19

Establecimientos industriales con fuerza motriz: 10

Curtiembres: 1

Funerarias: 5

Periódicos: 5

Embarcaciones: 14

Expendios de Carne en los Mercados: 82

Fábricas de Aguardiente: 1.

Fábricas de Aguas Gaseosas: 4

Fábricas de jabones para lavar: 5

Fábricas de artículos para tocador. 3

Fábricas de licores: 3.

Fábricas de Ropa y Calcetería: 1

Fábricas de hielo: 1

Fábricas de Cigarrillos y Puros: 8

Fábricas de Ladrillos de Cemento: 4

Fábricas de Pastas Alimenticias: 1.

Fotografías: 5.

Garages Públicos: 2

Hoteles: 12

Hojalaterías: 5

Imprentas: 13

Joyerías: 4

Lecherías:

De 1ª Clase: 5.

De 2ª Clase: 2

De 3ª Clase

De 4ª Clase: 12

De 5ª Clase: 22

De 6ª Clase: 10

Total, de Lecherías: 54

Librerías: 5

Máquinas automáticas para jugar: 4

Pulperías: 1ª Clase: 7

2ª Clase: 26

3ª Clase: 53

4ª Clase: 270

Total, de Pulperías: 356.

Prestamistas: 1

Panaderías: 15

Refresquerías: 24

Restaurantes: 5

Sastrerías: 11

Tenerías: 3

Tintorerías: 1

Talleres de Mecánica:

Teatros: 4

Talabarterías: 2

Madera Aserrada: 8

Venta de Cal: 2

Venta de leche al detalle: 321

Zapaterías: 17

Ese era parte del nervio motriz y, por supuesto, existían otros oficios que no fueron registrados, entre ellos: Coches y cocheros. Albañiles, etc. Sin embargo, el Censo de 1920 pormenoriza:

LISTA DE ESTABLECIMIENTOS DE COMERCIO Y DEMÁS EMPRESAS O NEGOCIOS MATRICULADOS EN MANAGUA, D. N. EN EL AÑO DE 1934

ALMACENES DE COMERCIO

Acosta, Nicolás

Abdalah, Hnos. Abraham

Alexander, José María

Abohasen, Juan

Alier Bonet, Eusebio

Asugh Alicia

Ascoli, Enrique

Almond, Jorge

Bunge & Co. Francisco (2)

Brockmann, Lucía de

Boni, Carlos

Carmen, Jorge del

Carmen, Julián del

Castillo Molina, Manuel

Castany, María v. de

Caldera Pallais, Enrique

Cardenal, Salvador

Cabezas, Heriberto

Cheuy & Co. Emilio

Chamorro hijo, Agustín

Chafué & Co. Alberto

Dreyfus & Co. J.

Danckers, Hugo

Dreher, Max

Duque Estrada, E.

Delgadillo, Víctor E.

Elías Hueda, Salvador

Eslaquit, Miguel

Espinosa h. Leandro

Estrada Díaz, Augusto  30

Frech & Co. Jacobo

Frech & Co. Ltd. J. Abraham

Frech & Co. Ltd. Amalia v. de

Foc Hign y Co

Giacoman S. y S.

Gordillo, José

Guruceta, Vicente

Güell, Antonio Ciófalo

Karam, Constantino

Kellerman & Co. Alberto

Lang, Eugenio

Linner & Co. Ltd. Rosa de

López M. Humberto

Lessner, Alejandro

Lanzas, Josefa v. de

Ley, Frank

Lacayo M. Gilberto

Mendoza S. Fernando

Morales L. y Co. Adán

Mendoza, Manuel

Marcos y Co. Ltd. Elías J.

Manzo, Cosme

Menicucci, Armando

Morales, Gilberto

Morales hijo, Ramón

Mahamud, Manuel

Mendoza, Eduardo

Miranda, Francisco

Min Sun Lon & Co.   60

Mazdeh & Co.

Meléndez Brockmann & Hnos.

Navarro J. Gregorio

Najul, Nicolás

Odé, Manuel

Orozco, Delfina B. de

Orozco, Matero G.

Pentzke, Carlos

Pastora & Co.

Pereira & Co. Constantino

Peugnet, Ernesto H.

Pérez Mora, Benito

Román, Aníbal

Robelo, Mauricio

Riguero & Co. Manuel J.

Reyes, Agustín

Rivas, Deogracias

Riguero Salomón & Co.

Taján, Salomón

Thompson H. y M.

Torres, Francisca v. de

Ulrico Eitzen y Otto Arnold

Vasalli & Co. J.

Wong & Co. Alfonso

West India Oil Company

Wong & Co. Julio

Yaber & Co. Moisés

Zarruck, Hnos. & Co.

Zeithin, María S. de     TOTAL: 89

PISCINAS PÚBLICAS

E. Palazio & Co. (Lido Club Managua)

AGENCIAS Y VENTAS DE AUTOMÓVILES, CAMIONES, ET.

Horvilleur & Teysseyre

F. Alfredo Pellas & Co.

AGENCIAS Y VENTAS DE BICICLETAS, MOTOCILETAS, ETC.

W. G. H. Cross

AGENCIA DE VAPORES

J. Vasalli & Co.

Anglo Central American Comercial Bank, Ltd.

AGENCIAS DE TRANSPORTES AÉREOS

Pan American Airways (R. E. Frizell)

TACA (J. Antonio Falla)

AGENCIAS DE INGENIOS DE AZÚCAR

Asociación Azucarera de Nicaragua

AGENCIAS DE MÁQUINAS DE COSER

Singer Sewing Machine Co.

F. Sierker y Hnos.

AGENCIAS DE FONÓGRAFOS, RADIOS, PIANOLAS, ETC.

F. Alf. Pellas & Co. Ltd.

J. Dreyfus & Co. Ltda.

Manuel J. Riguero & Co. Ltd.

AGENTES REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS

Bahlcke, Sucesores, Julio C.

Brigneti, Pedro

Bernheim, Eduardo

Caldera, Juan Manuel

Cabrera, Rafael, Sucesores

Caley, Dagnall & Co. Ltd.

Fonseca Mendoza, Humberto

Fava, J. Félix

Güelke, Enrique

Grön, Guillermo

Harder, Richard

Langshewager, Hans

Linner, Helmuth

Palazio & Co. Ltd. E.

Raven H. B.

Riguero, Manuel J.

Teyssyre y Horvilleur

Tefel & Co. J.R.E.

Wallace Atha & Co. Ltd.

AGENTES DE PELÍCULAS CINEMATOGRÁFICAS

Manuel Figueroa

Suc. de Rafael Cabrera

Felipe Le Franc

Richard Harder

ASERRÍOS DE MADERA

Caley Dagnal & Co. Ltd.

J. R. E. Tefel & Co.

Carlos Pasos

Suc. Rafael Cabrera

Encarnación Peters

Emilio Riguero

ACADEMIAS O ENSAYOS DE BAILE

Juan de Dios Vidoña

Domingo Mejía

Pedro Malespín

BOTICAS O DROGUERÍAS

Leonardo Argüello

Humberto Carrión

Julio Chamorro

Ernesto Guerrero Pineda

Pedro Guerrero Castillo (2)

Humberto Guevara R.

Joaquín González

Antonio Idiáquez

Padilla & Co. Ltd.

José Padilla Páiz

Porfirio Pérez N.

Peñalba & Co.

Adrián Guerrero

Solórzano Cabrera & Co.

BARBERÍAS

Acevedo, Miguel

Blanco M. Manuel Antonio

Cuadra h. Jorge

Corea, Onofre

Carranza, Julio

Castro, Camilo B.

Cortés A. Ramón

Chambers, Octavio C.

Doña, Francisco

Duarte h. Manuel

Espinosa, Julián

Ferández, Luis

Fuentes, Genaro

García Pérez, Eugenio

García, Félix.

Gómez, Remigio

Gámez Rivas, Luis

Hernández B. Cástulo

Hernández, Mariano

Hernández, Martín

Hernández, Arturo

Jarquín, Sebastián

López N. Juan

López J. Asunción

Loáisiga, Gilberto

Largaespada, Jesús

Martínez, Manuel

Martínez, Marcelo

Manzanares, Rogelio

Ortega P. Francisco

Orozco, Humberto

Obregón, Miguel

Pérez H. Humberto

Pérez Martínez, Orlando

Pérez P. Pedro

Penado, Fermín

Salinas, Remigio

Vivas, Luis Felipe

Villanueva, Horacio

Zepeda, José Manuel

Zepeda, Metodio

BILLARES

Argüello Sáenz, Francisco

Blanco, Hilario

Benavente, Marco A.

Corea, Máximo

Cano, Carlos

Castillo, Alfredo

Castillo, Franscico

Delgadillo, Víctor M.

Espinosa, Jorge

Estrada Concepción v. de

Escorcia, Rafael

Estrada, Manuel Salvador

Estrada, Salvador

García, Josefa de

González D. Modesta

González, Rodolfo

Gaitán, Domingo

Izabá, Ernesto

López, Carlos

López, Constantino

López, Luis

Martínez, José

Ortiz, Leopoldo

Orochena, Salvador

Quinto, Ignacio

Quiñónez, Abraham

Rodríguez, Terencio

Romero, Teodoro

Riguero & Co. Ltd. Manuel J.

Rivas, Guillermo

Rayo Araica, Antonio

Tapia, José Lino

Vallecillo, Ángela

Vallecillo, Agapito

Zepeda, José Manuel

BOMBAS PARA EL EXPENDIO DE GASOLINA

Olga de Cabrera

Lucila de Caldera

Benjamín Elizondo

Santos Flores L.

Virgilio Mejía

Henry Neret

BUHONEROS

Acuña, Catarino

Abdalah A.

Duarte H. Rafael E.

Espinosa, Carmelo

Guevara, Margarita

García, Joaquín

Gaona, María

Guerrero, Ernesto

Lanzas e hijos E.

López A.

López, Lola

Lacayo, Germán

Mejía M. Camilo

Osorio, Carlos Guillermo

Olivas, Crisanto

Rivera, Hipólito

Rayo, José Emeterio

Silva, Julio

Salgado, Justina

Sequeira, Juana

BANCOS Y CASAS BANCARIAS

Anglo South American Bank Limited

Anglo Central American Bank Limited

Caley Dagnall & Co.

J. R. E. Tefel & Co.

CASAS DE PRÉSTAMOS

Lola Bone de Collado

Tomás G. Hernández

J. Luis Medal

Joaquín Suárez

CASAS DE AGENCIAS Y COMISIONES

Enrique Caldera Pallais

F. Mántica y F. Reyes

Grace & Co.

Smith Usandca

Alfonso Wong

Solís Bermúdez & Co.

CANTINAS

Primera Clase

J. Prío Sucesores

Luis Palazio (Lido Club)

Segunda Clase

Aguirre, José Dolores

Bermúdez, Angelina

Cajina, Juan

Castro W. Guillermo

Fonseca, Emperatriz de

Güell, Antonio Ciófalo

González, Josefa

Grön, Guillermo

Galo, Laureano

Izabá, Francisco

Kokot, María R. de

Letz, Juan

López, Constantino

Marín, Lucila de

Montiel, Victoria de

Navarrete, Manuel

Paniagua, Julia

Romero, Julio H.

Reissinger F.M.

Romero, Teodoro

Sándigo M. J.

Sevilla, Joaquín

Ueberzezig, María de

Tercera Clase

Alemán, Humberto

Buono y Cranshaw

Ocampo, Antenor

Ocampo, Elena

Pérez, Mercedes

Rojas, Juan Pablo

Tapia Bone, Fernando

Uriarte, Josefina v. de (Casa Colorada)

Urbina, Elena de

Wittorf, María de (Café Nica)

Cuarta Clase

Argüello S. Francisco

Barberena, Nicolasa (La Nicolasa)

Castellón, Ernestina de

Castro, Carmen H.

Cajina, Clemente

Cuadra, Mónica

Chan, Lidia de

Estrada, Concepción v. de

García, Carmela

García, Josefa

Hoyos, Soledad

López, Encarnación

Peña, Enrique

Vargas, Horacio

Vallecillo, Pedro Joaquín

 Zepeda, José Manuel

Quinta Clase

Amador, Pedro

Ampié, Marcos A.

Argüello, J. F.

Blanco, Etelvina

Blanco, Hilario

Bejarano, Carmen

Barquero, Eduardo

Casco, Gustavo

Díaz, René

Escobar, Cándida

Estrada, Salvador

Gómez, Carlos

García, Enrique

Gutiérrez, Isabel

Gaitán, Modestana

Luna, Isabel v. de

Láinez, Aureliano

Martínez, José

Morales, Abraham

Martínez, Fernando

Molina, José María

Mondragón, Julia

Ortiz, Leopoldo

Peralta, Juana

Picado, Isabel

Pérez h. Anselmo

Ríos, Juan J.

Robleto, Carlos Emilio

Solórzano, José Dolores

Solórzano, Alberto (Las Jinotepes)

Vallecillo, Amelia M. de

Vallecillo, Carmen

Zúñiga, Andrés

CARPINTERÍAS

Cuadra M. Jorge

Cuevas J. Tomás

Corea h. Ángel

Escobar, Eduardo

Eva, Vicente

Granados, Carlos Teófilo

Hernández, Justo P.

Herrera Q. Rafael

Mendoza, Rito

Morales, Félix

Monterrey, Leopoldo

Morales, José María

Picado, José Francisco

Pérez Grijalva, Francisco

Pérez S. Bernabé

Reyes, Ernesto

Somarriba, Antonio

Vega, José

Vanegas, José

ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES CON FUERZA MOTRIZ

Argüello, Victorino & Co.

Cagnoni, Luz v. de

Delgado, Napoleón

Fluch y Sala

Heuberger, Carlos

Montalván, Teodoro

Martínez Sanz, Dionisio

Ramírez, Enrique

Bracht, Carlos

CURTIEMBRES

Bunge, F.

EMPRESAS FUNERARIAS

Altamirano, Alfredo

Cuevas, José Félix

Jirón, Luciano

Pérez, Josefa de

Orozco, Humberto

EMPRESAS PERIODÍSTICAS

Buitrago Morales, Fernando

Chamorro, Pedro Joaquín

La Nueva Prensa

Horacio E. Pérez & Co.

J. Gregorio Thomas

EMBARCACIONES

Argüello Cervantes, José

Bejarano, Rafael

Belli, Pedro

Rafael Cabrera Sucesores

Cárdenas, Adán

Guevara, Estanislao

Knoefler, Carlos

Somoza Tapia, Salvador

Smith, J. M.

Solórzano, Alejandro

Smith Usandea

Sequeira, José

Tapia, Alejandro

Zeledón, Sebastián

EXPENDIOS DE CARN EN LOS MERCADOS

Aburto, Esmeralda

Pastora, Aguilar

Arrechavala, María

Aguilar, Ofelia

Aburto, Magdalena

Alegría, Pastora

Alarcón, Josefana

Alarcón, Felícitas

Aragón, María de

Aburto, Rosa

Barberena, Carmela

Baltodano, María

Blanco, Guillermina

Beteta, Celia

Cajina, Sabina

Cajina, Tula

Cajina, Evangelina

Cerna, Joaquina

Cerna, Luisa v. de

Castro, Laureana

Corea, María del C.

Castro, Josefa

Caldera, Filiberto

Cubillo, Josefa

Fletes, Juana

Fonseca, Simona

Fonseca, Santos

Fonseca, Dolores

Flores, Cástula

Galo, María J.

Guzmán, Carmela

García, Josefa

Gutiérrez, Berta de

López, Emelina

Lacayo, Mercedes

López Florencia

Largaespada, Flora

Largaespada, Ciriaca

Larios, María de

Merlo, Petronila

Medina, Ignacia

Muñoz, María

Muñoz, Juana

Medrano, Angela

Mendoza, Claudina

Medina, Tránsito

Maltez, Sinforiana

Morales, Concepción

Mora, Carmen

Medina, Ana

Masís, Juana de

Medina, Guadalupe

Medina, Matilde

Moraga, Hortensia

Mayorga, Francisca

Meza, Apolonia de

Muñoz, Isabel

Orozco, Lola

Orozco, Mercedes

Ordeñana, Rosa

Ordeñana, Luisa v. de

Orozco, Nicanor

Orozco, Francisca

Ortiz, Norberta

Ortega, Rafaela

Ocón, Mercedes de

Obando, Lidia

Parrales, Concepción

Rocha, Ana M. de

Romero, Julia de

Rodríguez, Mercedes

Silva, Ismaela

Somarriba, Cándida Rosa

Somarriba, Cipriana

Sánchez, Dolores

Soler, Carmela Jiménez de

Sáenz U. Adán

Soto, María Teresa

Téllez, Ana Jacoba

Torres, Agustina v. de

Ulloa, Emiliano

Urbina, María de Jesús

FÁBRICAS DE AGUARDIENTE

Cano, Carlos

FÁBRICAS DE AGUAS GASEOSAS

Victorino Argüello & Co.

Carlos Cano

A. Guerrero & Co.

Edmundo Zapata C.

FÁBRICAS DE JABONES PARA LAVAR

Abraham Gorn

F. B. Ibarra & Co.

Felipe R. Lau & Co.

Carlos Díaz Marenco

Enrique Ramírez

FÁBRICAS DE ARTÍCULOS PARA TOCADOR

Felipe R. Lau & Co.

Ernesto Robleto Gallo

Miguel A. Somarriba

FÁBRICA DE LICORES

Carlos Cano

Constantino García & Co.

David Robleto

FÁBRICAS DE ROPA Y CALCETERÍA

Argüello, Sierra & Co.

FÁBRICAS DE HIELO

Victorino Argüello & Co.

Central America Power Corp.

FÁBRICAS DE CIGARRILLOS Y PUROS

Pedro Belli & Co.

Roberto Castro Menicucci (2)

Juan M. Garza

Porfirio Pérez N.

Romero & Co. Ltd.

Augusto Selva

Trinidad Saravia

Tabacalera Nacional

FÁBRICAS DE LADRILLOS DE CEMENTO

Clodomiro Buitrago

Manuel Garay

Lázaro Parodi

Fernando Balladares L.

FÁBRICAS DE PASTAS ALIMENTICIAS

Felícitas Martínez

FOTOGRAFÍAS

Enrique Alemán

Adán Díaz F. e Hijas

Francisco Molina Alemán

Efraím Obando

Edgar Peñalba

GARAGES PÚBLICOS

Manuel Antonio Berríos

Francisco Ríos

HOTELES

Buono y Cranshaw (Hotel Anglo-Americano)

Luis Palazio (Hotel Palace)

Mercedes Lanza (Hotel España)

Constanza de Ocampo (Hotel Gloria)

Domingo Perricone (Hotel Roma)

Adelina Pasos (Hotel Colón)

J. Sándigo M. (Hotel Estrella)

Joaquín Sevilla (Hotel Sevilla)

Rosaura de Vega (Hotel Germania)

Ester Conrado (Hotel Primavera)

Antenor Ocampo (Hotel Michigan)

Francisco Ayala (Hotel Ayala)

HOJALATERÍAS

Cristóbal Álvarez

Salomón Brenes

Abraham Jerez

Abelino Roa

Pedro José Salinas G.

IMPRENTAS

Roberto Adam

Concepción Gavarrete

José Gordillo

Carlos Heuberger & Co.

Julio C. Hernández

María de Largaespada

Jorge Miranda

Horacio E. Pérez & Co.

Ángel María Pérez

F. Humberto G. Ramírez

Mauricio Robelo

Sofonías Salvatierra

Tipografía Thomas e hijos

JOYERÍAS

Hermanos Beeger

Humberto López M.

Fritz Morlock

Miguel Silva S.

LECHERÍAS

Primera Clase

Sucesores de Rafael Cabrera

Emiliano Chamorro

Rosendo Chamorro

Orontes Lacayo

David y Alejandro Stadthagen

Segunda Clase

Teódulo Murillo

María Benita C. v. de Wheelock

Tercera Clase

Carlos Báez

J. Luis Burlet

Carlos Molina R.

Cuarta Clase

Victorino Argüello

José Argüello Vargas

Jerónimo Aguilar h.

Salvador Castillo C.

Eugenio Lang

Ernesto Martínez

Tomás Martínez

Ramón Molina R.

Dionisio Martínez Sanz

Juana v. de Pasos

Marcelo Ulvert

Quinta Clase

José María Argüello C.

Julio C. Bahlcke

Carlos Brenes Rosales

Carmela de Báez

Emilio Bermúdez

Felipe Dessauroult

Candelario González

Guillermo Grön

Rafael A. Huezo

David Lacayo Herdocia

Roberto Labró

Eulalio Lara Cuaresma

Mercedes López

Eduardo Mendoza

Hernán Montenegro

María Narváez

Florencia de Pérez

Matilde Rivas

Frutos Ruiz y Ruiz

Dolores Z. de Solórzano

Bartolomé Víquez

Thomas Wheelock

Sexta Clase

Wenceslao Blandón

Indalecio Bravo Silva

Paula Estrada

Amelia Mendoza de Falla

Josefa de García

Adela R. de Giusto

José Hernández Láinez

Feliciano Largaespada

Leonor de Mendieta

Leonarda v. de Navarrete

LIBRERÍAS

Carlos Heuberger & Co.

Raúl Lacayo S.

Horacio E. Pérez

Francisco Pérez Duarte

Herminia Peña v. de Prado

MÁQUINAS AUTOMÁTICAS PARA JUGAR

Alfredo Castillo

Víctor M. Delgadillo

Andrés Murillo

Gustavo Satres

PULPERÍAS

Primera Clase

Adela de Calero

Manuel Castillo Molina

María L. de Manzanares

Abelardo Mendoza

Cruz v. de Pérez O.

Rafael Valle Granera

Emilia Zúñiga

Segunda Clase

Leonor de Arce

Victoria Avellán Traña

María L. de Casco

René Cuevas

Juan Cajina

Petronila M. de Corea

Mercedes Chávez

Adán Elizondo

José Dolores Estrada

Estebana de Espinosa

Aníbal Gómez A.

Eloísa v. de Galeano

Josefa de Guevara

Esmeralda Loáisiga

Teodoro Montalván

Ramiro Malespín

Carmela Manzanares

Guadalupe Matamoros

Josefa de Pérez U.

Pedro E. Rivas

Rosa Saballos

Alberto Sánchez

Fidel Torres

Carmen A. de Uriarte

Humberto Urbina

Estebana de Zelaya

Tercera Clase

Benito Amaya

María de Aragón

Juana de Aragón

Josefa Blanco

Encarnación Bertrand

Rosa Amelia C. de Benavente

Mélida de Bermúdez

Ascención Berríos

Petronila M. de Corea

Rosa E. de Corrales

Juana Castillo M.

Petrona Centeno

Silvestre Cuadra

Dominga Castillo

María Ruiz de Chamorro

Emilia Chávez

Humberto Escorcia

Josefa Flores

Angela Guevara

Otilia G. v. de Guerrero

Juana Mercedes García

María de Gómez

Lola Hurtado

Rodolfo Herrera

Isabel Lezama

Rafaela de López Marín

Juana Mayorga

María L. de Murillo

Teresa Maldonado

Agueda Morales

Bernardino Mayorga

Teresa H. de Medina

Pastora de Molina

María Blas Morales

Aurora Martínez

Angela M. Meza

Juana P. de Obando

Soledad de Pérez

Sara Pineda

Alfonso Pérez Estrada

Carmen Ramírez

Tomasa Reyes

Asunción Santamaría

Concepción Silva Díaz

María Elsa de Sotelo

Alfonso Sequeira

Josefa Tapia

Humberto Useda

Isabel Velásquez

Judit Vargas

Luis Zúñiga

Edmundo Zapata

Cuarta Clase

Narcisa de Arróliga

Virginia Alegría

Tula de Arrieta

Valentina de Arana

Luisa Emilia de Arróliga

Ester de Arróliga

Candelaria de Álvarez

Isabel Álvarez

Isolina Aguirre

Amanda de Areas

Romelia Avendaño

Isabel Araica

Antonia de Arcinas

Sinforosa de Álvarez

Josefana de Álvarez

Angélica Arce

Leonor Aguilar

Carmen Arróliga

Julio C. Aburto

Concepción Ampié

Baltasar Altamirano

Lola Álvarez

Anselmo Araica

Amelia v. de Avendaño

Rosa Álvarez

Juana de Aburto

Matilde Blanco

Domingo Barberena

Angélica Baldelomar

Matías Blanco

Sara Bustamante

Luisa v. de Barquero

Concepción de Bell

Flora de Bravo

Francisca de Baltodano

Magdalena de Blanco

Josefa de Bermúdez

Leonor Baca de Benavides

Amanda v. de Blandino

Daniel Barquero

Juan Antonio Bermúdez

Alfredo Castillo

Berta de Cajina

Esmeralda Centeno

Pablo Castillo

Rosalina de Cordero

Mercedes Cárdenas

Arnoldo Corrales

Horacio Corrales

Juan P. Cajina

Mercedes v. de Castro

Natalia de Corrales

Francisca de Campos

Matilde Cuaresma

Socorro Canales

Clotilde Carrión

Gabriel Cardoza

Teresa Castellón

Andrea Coronado

Berta Castillo

Francisca Cornavaca

Perfecto Cruz

Blanca Urbina de Castillo

Angela Corea

Arturo Cruz Porras

Carmen Castillo

Juana Cruz

Joaquín Chamorro

Francisca Chávez

Bibiana Chávez

Felipe Chamorro

Salvador Díaz

Carmela de Díaz

Ignacia de Estrada

Candelario Escobar

Pastora Estrada

Pastora Estrada R.

Mercedes de Estrada

Isolina de Espinosa

Carmela Estrada   80

María del C. Espinosa

Tobías Escorcia

Helena Escobar

Carmela Espinosa

Cándida Rosa Espinosa

Elida Rosa Flores

Angela Fajardo

Gonzalo Flores

Nemesio Fernández

Carmen de García

Juan González

Juan Gaitán

María M. de Galo

Carmela García

Soledad de Guerrero

Isabel de Gutiérrez

Ana Gutiérrez

Esmeralda González

Jorge Granados

Josefina González

Esmeralda de González

Rodolfo Gutiérrez

María de Gómez

Ángela de Gómez

Graciela García

Dolors de Gutiérrez

Adrián Gaitán

Carlota Handler

Tomasa Hernández

Rosario Hernández

Mercedes de Hernández

Lola Herrera Flores

Sinforosa Hernández

Mercedes de Hermidia

Etelgive de Ibarra

Francisco Jaime

Rosaura T. de Láinez

Leónidas Luna

Paz de Lazo

Cipriano Largaespada

Francisca de Lacayo

Francisco López

Mélida López

Angela Leiva

Soledad Lara

Graciela Lacayo

Eugenia del C. López

Marcelina de López

Ana de Moncada   130

Delfina Maxon

Juana Meléndez

Tránsito Molina

Leonor Meléndez

Tránsito Molina

Leonor Meléndez

Ángela Medal

Domingo Morales

Gabriel Medina

Isabel Mejía

Manuel Molina

Lastenia Mendieta

Joaquín Martínez

María de Marenco

Salvadora Martínez

Rosaura v. de Morales

Lola de Molina

Ana Medina

Rosa Matilde Morales

Amalia Medina

Angélica de Meléndez

María de la Paz Mayorga

Julia de Monterrey

María de Martínez

Celina Mendoza

Josefa Madrigal

Paula Moody

Concepción Molina

Modesta de Morales

María Blas Morales

Rosa Amelia Membreño

Lola de Manzanares

Eva de Medina

Amelia v. de Montero

Berta Moreira

Lidia Monje

Encarnación Mejía

Julia Morales

Adela Miranda

Diego Medina

Mélida de Mayorga

Gilberto Maradiaga

Ester Medal

Segundo Meléndez

Juana v. de Morales

Emperatriz Mendoza

Ana Francisca Narváez

María Inés Narváez

María del C. Obando

Ester María Orozco

Dominga Obregón

Josefina de Otero

Mercedes Orozco

Juana Orozco

Juana V. H. de Ortiz

Remigio Obando

Mélida de Pérez E.

Isabel Picado

Rodolfo Pérez

Soledad Peralta

Rafaela de Palma

Francisca Palazio

Emilio Porras

María Luisa Palazio

Isaura v. de Pachinger

Estela Pereda

Fausto Párramo

Angélica de Pacheco

Corina Quintana

Juana López de Quintero

Celino Reyes

Emma Rivas

Elisa Reyes

Ana M. de Rayo

Manuela Rivera de Ramírez

Petrona de Romero

Gustavo A. Rivas

Matilde Reyes

Josefana Rizo

Juana Rodríguez

José Ignacio Rivera

María Cristina Rodríguez

Virginia Riguero

Josefa Ortega de Rosales

Sara Roa

Mercedes Rodríguez

Natalia Rojas

Félix P. Rivera

Felipa Rivera

Felipa Ramírez

Isaura de Rivas

Alba de Salas

Juana de Sánchez

Encarnación Solís

Rosa Sándigo

Amanda Soto

Carmen de Salas

Haydeé Siles

Concepción de Silva

Cándida R. de Solórzano

Tirsa Saavedra

Isaura Sosa

Joaquina Saballos

Francisco Sánchez O.

Isolina de Sánchez

María del C. Sosa

Felipa Sandoval

Elena Sánchez

Santos Silva L.

Felícitas de Sevilla

Josefa Salmerón

Carlos Stumper

Antonia Salazar

María de Trinidad

Juana D. de Turcios

Nazaria Téllez

Fidelina de Trinidad

Débora de Talavera

Tomás A. Tijerino

Carmela Toruño

Felícitas Téllez

Concepción de Tückler

María Torres

Amanda Tercero

J. Inocente Uriarte

Rosalía Uriarte

Rosa de Urbina

Mercedes Uriza

Andrea Vargas

Clara Vásquez

Manuela Vanegas

Angélica de Vasconcelos

Pastora Vargas

Tomasa Vargas

Estela M. v. de Walls

Mercedes Zeledón

Pedro Zepeda

Tomás Zelaya

Adela Zúñiga

Emilia Zúñiga

PRESTAMISTAS

José María Estrada

PANADERÍAS

Simón Argeñal

Adán Casaya

Luiz v. de Cagnoni

Vicente Dávila

Fluch y Salas

Emma Handler

Gilberto Moreira

Julio G. Meléndez

Isabel O. de Montero

Santiago Meza

Isabas Obregón Avilés

Fermín Penado

Javiera M. de Ruiz

María de Solórzano Díaz

Tirsa Saavedra  

REFRESQUERÍAS

Margarita Bermúdez

Westfalia Balladares

María del Carmen Castañeda

Esmeralda Castaño

Rosa Cruz

Concepción de Fonseca

Angela de Fonseca

Josefa García

Godoy y Martínez

Manuel González

Berta García

Juana Hernández

Carmela Jara

Lucila López García

Julia Montoya

Angela Mayorga

María Luisa Obando

Prío Sucursal

Hermisenda de Rodríguez

Carmela Ruiz

Lucila Somoza

María de Uriza

Domingo Vargas

Francisco Zapata

RESTAURANTES

Guillermo Grön

Laureano Gago García

Hernán Mena

F. Reissenger

Camilo Vargas

SASTRERÍAS

Francisco V. Cajina

Adán Ferrey

Bartolo E. Galo

José Alfonso Gutiérrez

Juan López

Ronaldo Lejarza

Mariano Morales & Co. Ltd.

Fernando Mejía R. e hijos

Ponciano Pavón L.

Juan de Dios Quino

José E. Solís

TENERÍAS

Hildebrando Argüello

José D. Martínez

Rosa de Martínez

TINTORERÍAS

Carlos Bracht

TALLERES DE MECÁNICA

Clodomiro Buitrago

Julio C. Bahlcke, Sucesores

F. Alf. Pellas & Co. Ltd.

Pilar Fonseca

Horvilleur & Teysseyre

Rodolfo Sengelman

TEATROS

Alegrett y Salvatierra (Teatro González)

Cabrera, César Lacayo & Co. Ltd. (Teatro Margot)

Joaquín Guillén (Bertini)

Leopoldo Pasos (Cine América)

TALABARTERÍAS

Hildebrando Argüello

José D. Martínez

VENTAS DE MADERA ASERRADAS

Sucesores de Rafael Cabrera

Eduardo Mendoza h.

Samuel Reñazco

José Solórzano Díaz

José Lino Tapia

José Antonio Vanegas & Co.

Braulio Zapata

Horacio Hidalgo.

VENTAS DE CAL

Sara de Guerrero

Eduardo Mendoza h.

VENTAS DE LECHE AL DETALLE

Arrieta Tula de

Avellán Traña, Victoria

Arana, Valentina de

Alfaro, Rosa

Aréas, Amanda de

Araica, Isabel

Arcinas, Antonia de

Araica, Isabel

Arcinas, Antonia de

Álvarez, Sinforosa de

Arce, Carmela

Arróliga, Narcisa

Aguilar, Leonor

Arce, Leonor de

Arróliga, Carmen

Aragón, Juan de

Argüello, Rosa de

Amaya, Benito

Álvarez, Josefana de

Araica, Anselmo

Avendaño, Matilde

Aranda, Francisco

Alemán, Emelima

Argeñal, Angela

Arce, Madelina

Álvarez, Candelaria v. de

Aragón, Matilde Chávez de

Báez, Carlos

Bolaños, Sara de

Barberena, Domingo

Bertrand Encarnación

Blanco Josefa

Belli, Carlota v. de

Bermúdez, Mélida de

Bermúdez, Juana

Bustamante, Sara

Bell, Concepción de

Bravo, Flora de

Barahona Madelina

Bahlcke, Julio C.

Baltodano, Francisca de

Benavides, Leonor de

Berríos, Ascención

Bermúdez, Juan Antonio

Balladares, Angélica de

Cajina, Berta de

Cuevas, René

Castellanos, Eudomilia

Corea, Petronila M. de

Castillo, Pablo

Corrales, Rosa Emilia

Corea, Santiago M.

Castro, Jacoba de

Corea, Carmela

Caldera, Virginia de

Centeno, Petrona

Cortés, Julio César  

Castellón, José María

Cruz, Juana                  

Campos, Ernestina de

Castrillo, Petronila

Campbell, Salvadora

Castillo, Engracia

Corrales, Arnoldo

Cajina, Juan P.

Castro, Mercedes v. de

Castillo, Angela de

Corrales, Natalia de

Campos, Francisca de

Cuaresma, Matilde

Corea, Angela

Cardoza, Gabriel

Castillo, Narcisa

Calero, Adela

Cantón, Constanza

Cajina, Rosa

Castillo, Sebastián

Castro, Encarnación

Centeno, Esmeralda

Centeno, Francisco

Chamorro, María de

Chávez, Emilia

Chávez, Mercedes

Chamorro, Ángela

Chávez, Francisca

Chávez, Bibiano

Davis, Emilia

Darío, Rosario v. de

Díaz, Gregoria

Delgado, Enriqueta de

Díaz, Carmela de

Duarte, Ramona

Delgado, Carlos

Estrada, José Dolores

Espinosa, Estebana P. de

Espinosa, Carmela

Estrada R., Pastora

Espinosa, María del Carmen

Estrada, Leonor G. v. de

Espinosa, Ramón

Elizondo, Luis

Estrada, Ignacia de

Estrada, Paula

Estrada, Carmela

Estrada, Lulú

Espino, Feliciano

Fonseca, Elena

Fonseca, Evangelina

Fariñas, Luisa Emilia

Fonseca, Rosaura v. de

Fajardo, Angela

Flores, Gonzalo

Flores, Hilda

Fuentes, Roberto

Gómez, Aníbal

Gaitán, Manuela de  

Galo, María de

Guerrero, Soledad de

González, Mercedes de  

González, Esmeralda

Gómez, Cruz v. de

Gómez, María de

García, Graciela de

García, Ana v. de

Grön, Sofía de

Guevara, Angela

Galeano, Eloísa v. de

García, Guillermina Mena de

Gutiérrez Isabel v. de

Grinley, Delfina de

Granados, Jorge

Giusto, Bernardino

Gómez, Lola

González, Josefa

Hernández, Tomasa

Hurtado, Felipe

Hernández, Luis Humberto

Hurtado, Tina

Hernández, Luis

Hurtado, Lola

Henríquez, Rosa de

Hernández, Martina de

Jerez, Leonor

Jacoby, Chila de

Láinez, Rosaura de

Leiva, Concepción

Largaespada, Cipriano

Largaespada, Feliciano

Largaespada, Isabel M. v. de

López Morales, Rosa

Leal, Luisa

Lezama, Isabel

López, Francisco

Lugo, Luisa Emilia

Llana, Isabel de la

Maxon, Delfina

Mayorga, Angela

Mendoza, Emma

Montiel, Victoria de

Manzanares, Esmeralda

Molina, Manuel

Marenco, María de

Molina, Lola de

Medina, Ana

Manzanares, Carmela

Medal, Juan José

Martínez, Rosa

Miranda, Adela

Meléndez, Leonor

Morales, Domingo

Montalván, Teodoro

Martínez Sánz, Dionisio

Morales, Manuel J.

Martínez, Tomás

Mora, Cipriano

Medina, Teresa H. de

Martínez, Salvadora

Martínez, María de   60

Marenco, Luz de

Morales, Isabel

Molina, Pastora de

Mendieta, Leonor de

Morales, Modesta de

Matamoros, Guadalupe

Manzanares, Lola de

Martínez, Francisca F. de

Matus, Berta

Morales, Julia

Meza, Leticia

Montero, Amelia v. de

Murillo, Braulio

Martínez, Josefa

Murillo, María Luisa

Martínez, Aurora

Moreira, Berta

Morales, María Blas

Mayorga, Bernardino

Mejía, Berta de

Miranda, Orfilia

Morales, Angélica

Medal, Concepción de

Navarrete, Leonarda v. de

Navarrete, Leonor de

Obando, María del Carmen

Otero, Josefina de

Orochena, Guadalupe B. de

Obando, Juana Paula

Obregón, Rosa

Orozco, Soledad

Ortega, Vicenta

Orozco, Humberto

Obando, Isabel

Ortiz, Juan H. de

Osorno, Dolores

Ojeda, Leonarda

Obregón, Mercedes

Obregón López, Dominga

Prado, Dionisio

Pozo, Fidelina de

Palazio, Francisca

Payán, María de

Palma, Amalia L. de

Pérez Rivas, Matilde

Pérez, Josefa de

68 –

Portuguez, María

Peralta, María

Pérez, Rodolfo A.

Palma, Rafaela de

Peña, Leonor de

Peters, Elisa

Pilarte, Zoila

Quintana, Corina

Reyes, Elisa de

Romero, Teodoro

Robleto, Soledad

Ramírez, Manuela Rivera de

Reyes, Matilde       

Rojas, Natalia

Roa, Dolores M. de

Romero, Mercedes

Roa, Sara

Ramírez, Felipe

Rosales, Josefa Ortega de

Reyes, Tomasa

Rivera, Lola de

Ramírez, Elida

Roa, Angela Rivas de

Rodríguez, Juana

Riguero, Virginia

Ramírez, Tomasa López de

Roque, Mercedes

Raskosky, Elisa

Rocha, Juana

Rivas, Blanca

Solís, Encarnación

Salas, Carmen de

Santamaría, Asunción

Solís, Josefa de

Sierra, Mercedes

Silva, Concepción de

Salamanca, Carmen de

Sánchez, Isolina de

Sampson, Juana

Salazar, Antonia

Silva, Andrés

Sánchez, Luisa de

Sampson, Dudley

Solórzano, Hermida de

Saballos, Rosa

Siles, Haydeé

Sánchez, Alberto

Sándigo, Rosa

Saborío, Angélica de

Saavedra, Tirsa

Sotelo, María Elsa de

Sandoval, Felipa

Sevilla, Felícitas de

Saballos, Joaquina

Sánchez, Isidora de

Sequeira, Alfonso

Saavedra, Francisca de

Turcios, Juana D. de

Tijerino, Tomás A.

Torres, Arcadia

Tenorio, Pastora v. de

Talavera, Débora v. de

Trinidad, Josefa de

Tejada, María Teresa

Traña, Victoria

Tapia, Josefa

Uriarte, Rosalía

Useda, Humberta

Urroz, Mónica de

Urbina, Rosa de

Urbina h. Emilio

Urbina, Celia                 60

Uriarte, Inocente

Urbina, Lola de

Uriza, Mercedes de

Vásquez, Isabel

Vargas, Andrés

Vanegas, José

69 -

Velásquez, Felipa de

Vargas, Pastora

Vargas, Judith

Vásquez, Clara

Vargas, Virginia López de

Vasconcelos, Angélica v. de

Vallecillo, Esmeralda Vega de

Wall, Estela M . v. de

Zepeda, Pedro J.

Zúniga, Emilia

Zamora, Angela

Zúniga, Luis

Zelaya, Estebana de

Zamora, Angela de

Zamora, María de                21

ZAPATERÍAS

Aréas J. Enrique

Briones, Rodolfo

Blanco, Francisco

Borge, Humberto J.

Collado, Rodolfo

Cuadra, Rodolfo

Gutiérrez, Rubén

Hernández, Justo P.

Habed, Julián

López T. Enrique

Morales, Rafael C.

Mayorga, Fidelmo E.

Quiñónez, Francisco

Sándigo y Hno. Juan

Sotelo, María Elsa de

Uriarte, Mercedes

Vanegas, Rubén 


domingo, 4 de junio de 2023

Rosa Sarmiento: Apuntes para un ensayo de biografía. Por: Pedro Rafael Gutiérrez Doña. Managua,1975

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    El olor de azahar inundaba el ambiente, en una noche del año de gracia de 1848, a pocos kilómetros de Chinandega.

    Ignacio Sarmiento Darío hacía suya a Sista (o Sixta Alemán), sin que las flores blancas le cubrieran la frente a la muchacha. Todo era amor en esa noche con estrellas y todo eran promesas de parte de Ignacio, el inquieto Nacho Sarmiento que dejaba el polen de sus deseos en una muchacha campesina, vilipendiada inútilmente, a la que incluso se le inventó un apellido para hacer más respetable la descendencia de un poeta, que bien pudo haber sido engendrado por los dioses.

    Ignacio pertenecía a una familia de amplio linaje, lo que necesariamente no quiere decir que descendiera del Cid Campeador, como se ha pretendido hacer al hablar del Cisne de Metapa.

    Sista pasó el embarazo en las más pobres condiciones, alejada de una sociedad que no la aceptaba y a la que, por otra parte, tampoco le importaba entrar, en un año poco pródigo para la tranquilidad y el sosiego.

    A los nueve escasos meses de esa noche de amor, nacía Rosa Sarmiento Darío, con los dos apellidos de su madre, la inefable Sista, citada lógicamente por los autores muy pocas y raras veces, y nunca, por cierto, con el mismo apellido. Rosa vino al mundo en Septiembre de 1848, recién firmada nuestra independencia y a sólo ocho años de la gesta de San Jacinto.

    Como ocurrió posteriormente con algunos de sus parientes, que no conocieron o no trataron a sus madres, ella no vio nunca el rostro cetrino de su padre, alegre y dicharachero, orgulloso de su dinero y sus negocios.

    Ignacio Sarmiento Darío fue asesinado a sólo tres días de nacida Rosa, sin que su madre pudiese aún levantarse de la pesada cuarentena de los años que corrían, el tradicional saquito de sal sobre el vientre, el ombligo húmedo y excepcionalmente alargado y los ojos negros, negrísimos, bañados con una generosa solución de azul de metileno.

    Sista no tenía apellido, pero había dado abundantes muestras de tener un gran corazón. Hasta su dura cama de cuero crudo le llegó la noticia de la muerte de Ignacio, su raptor y amor de su vida y a los pocos días, dicen que de dolor o de una infección no diagnosticada e inútil de averiguar a estas fechas, fallecía, quedando Rosa Sarmiento Darío huérfana, tan sola como habría de estar tantas veces en su vida.

    Ignacio y Sista, un amor efímero e imposible, murieron sin haber disfrutado de lo que bien pudo haber sido un placer para quien así lo quiera; ser abuelos maternos de un poeta, cuya señal en su vida pareció ser la abundancia de mujeres y la escasez de amor.

    La inefable doña Bernarda Sarmiento de Ramírez, a la muerte de Ignacio y la repentina defunción de Sista, que era lo de menos, de todos modos, tomaron a Rosa de cinco días de nacida, la metieron en un zurrón más duro que confortable y se la llevaron a León, haciendo el recorrido de aproximadamente nueve leguas, tan cansadamente como pudo ser para Sista el período de embarazo.

    La madre de Darío era llevada a la sombra de la noche, a una casa donde providencialmente, en forma parecida, habría de ser conducido pasados menos de veinte años, su hijo Rubén.



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    Rosa Sarmiento Darío crecía en olor de santidad.

    En los mismos corredores de mamá Bernarda, célebres por su hijo que no por ella, una despierta chiquilla, vivaracha, inusitadamente bella, aprendía a leer sola, bajo la estoica mirada de la ruda señora, que la alejaba del abecedario, por la convincente razón de que una chiquilla supiese leer y escribir, estaba más expuesta a las acechanzas del demonio y a las tentaciones de la carne.

    Con todo, cuando cumplió sus quince años, le temblaban las manos al recibir de Masaya, una carta que decía aproximadamente: “Querida Rosita. El portador es de toda mi confianza. Quiero que me contestes, con él mismo, si estás dispuesta a casarte conmigo, aunque sé lo duro que será para ti enfrentarte con tía Bernarda, que por razones que no alcanzo a comprender, te aleja de mí. Te quiero con todo mi corazón”. La carta la firmaba don Aurelio Avilés, ilustre caballero de Masaya, hombre de bien, honorable y discreto, que no sospechaba que la tía Bernarda tenía muy otras razones para su protegida, con la que no fue tan bondadosa como lo dicen las biografías de tono meloso, ni tan adusta como señalan los detractores del genio.

    Así que la Tía Bernarda, que junto con la tutela de Rosa Sarmiento tenía el cuidado de su hacienda, como hija única de Nacho Sarmiento, no quiso que Aurelio Avilés se llevara a su muchacha a Masaya y planeó casarla con primo, Manuel Darío García, varios años mayor que la propia madre de Rosa, más don Juan que hombre de ofrecer cariño, quien con varias mujeres al mismo tiempo, tuvo que aceptar de buena gana, la imposición de la tía.

    En una inolvidable carta dirigida a Alejandro Bermúdez, el malogrado biógrafo de Rubén Darío, Lola Soriano describe a don Manuel en esta forma: “Según dicen todos los que le conocieron, fue un degenerado, era casi loco y según he oído contar a sus hermanas, pasaba días enteros pidiendo a gritos cualquier capricho extravagante y hasta obsceno. Tomba muchísimo desde niño y era además afeminado. Cuando tomaba se enloquecía por completo. A pesar de ser afeminado tenía una mujer con la que tenía dos hijos que aún existen y la mujer vive todavía”.

    La descripción de don Manuel, padre de Rubén, coincide con casi todos los biógrafos del poeta y la mencionada carta, publicada por Rodríguez Demorizi, del archivo de la ilustre familia de los Bermúdez Alegría, no resta mérito alguno al genio nicaragüense. Luis Alberto Sánchez, a este respecto apunta que pocas cosas hay que lamentar tanto en torno a la apasionada bibliografía dariana, como el hecho de que Alejandro Bermúdez, quien evidentemente se preparaba para escribir la vida de su entrañable amigo, no haya podido hacerlo. Este documental valioso constituía una de las fuentes de valor inapreciable que él archivaba para emprender una tarea de la que era no sólo obligado cronista, sino el más autorizado.

    A partir de la decisión de mamá Bernarda, las cosas se movieron para realizar la boda de conveniencia.

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    Para la bella Rosa, fue un tremendo golpe la noticia de que debía casarse con Manuel García Darío. Dice Lola en la citada carta a Alejandro Bermúdez, que “al proponérselo a mi madre ella se negó rotundamente, tanto porque ella quería a don Aurelio Avilés, con quien estaba comprometida para casarse, como porque a Manuel le tenía miedo. Hicieron cuanto pudieron y estuvieron luchando por mucho tiempo. Me contaba mi madre que la tuvieron encerrada tres días y que después de ese tiempo le dijeron que su novio (sic) había muerto y después de tanto sufrir consintió en casarse con su pariente”, el 16 de Abril de 1866, día histórico en que se comenzó a escribir la nunca terminada historia de la vida de Rubén Darío.

    Primera Dama de la poesía nicaragüense, Rosa Sarmiento Darío simbolizaba así el eterno sufrir de la mujer madre nuestra: huérfana; presionada por la sociedad y la parentela; desheredada de la ley, que no la protegió y víctima de los convencionalismos que aún no conocían la devoción a la madre.

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    El maestro Juan de Dios Vanegas, provinciano acucioso, dice que “Rosita la llamaban todas las gentes. Bonita, morena, de ojos negros y brillantes, de cabellera oscura, crespa y profusa”. Muertos sus padres, sigue apuntando Vanegas, la tomó doña Bernarda con cariño y estimación, haciéndola persona visible en su hogar, en un juicio que contrasta con la polémica carta de Lola Soriano dirigida a Alejandro Bermúdez. Dos años antes de casarse, según seña el profesor leonés, fue a servir de madrina a Francisca Sandino de Darío, en representación de doña Bernarda. Estuvo como dependiente en la casa comercial de Maduro. El 16 de Abril de 1866 se verificó el matrimonio en la capital, siendo padrinos don Pedro y doña Rita. A los nueve meses, siete días, contados día por día, nació el primogénito, que hoy conocemos como Rubén Darío, genio de las letras castellanas.

    Es inconcebible que en torno a la paternidad de Rubén, malas lenguas hayan tejido una leyenda de deshonor, con el afectado interés de hacerse pasar por parientes de Darío, en condiciones tales que Lola Soriano misma ha desmentido la burda calumnia que ha tratado de convertir a su padre en padre del poeta, que mal que bien lo fue Manuel García Darío, con todos los defectos que se le quieran atribuir.

    Rubén nació de buena ley y de no haber sido así, habría sido como su madre Rosa, sin que esto le quite ni le ponga gloria. Lo grave de las acusaciones no nos luce en el hecho de querer hacer aparecer al poeta bajo el odioso calificativo de hijo natural o adúltero. Esa historia suena fea en este caso, no por falsa virtud, sino por falsa a secas. Es una mentira y eso es suficiente para que sea considerada infame. Ninguna otra circunstancia puede abonarse a favor de Rosa Sarmiento mejor que la verdad, que es la hermosa herencia que dejó a su hijo, concebido bajo el temor y el pavoroso signo de la inconformidad, que habría de acompañar al poeta por su corta vida.

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    La vida de Rosa Sarmiento debió haber sido imposible con su marido, cuando después de siete lunas de desavenencias tomó rumbo a Metapa, por viejos caminos cantados por los chocoyos seculares que le dieron nombre un día y aún cantan en sus árboles frondosos.

    El viaje de Rosa ha sido descrito como una especie de huida a Egipto sin José; otros la ponen en una carreta de ejes chirriantes, cruzando vericuetos sin más compañía que el rumiar de los bueyes y el insondable silencio del carretero cuyo nombre se ha perdido.

    Quienes han hecho nacer al pobre Rubén a bordo del primitivo transporte, hacen más gala de imaginación que de apego a la verdad, conocido el hecho de que el muchacho hermoso y cabezón no nació a los siete meses, sino a los nueve de haber sido concebido y de que, en todo caso, abundan los documentos para probar que en la modesta casita de Metapa, casita esquinera de adobes, nació por casualidad, no por casualidad, el manoseado genio de nuestro idioma.

    La Soriano hace meticulosa descripción, que nos habría encantado haberla visto en la versión de Alejandro Bermúdez, de los días que precedieron al parto.

    Rosa fue llevada a Metapa a instancias de un pariente que era testigo de ojos de la tragedia que vivía la bella Rosa. Pocos días antes de realizar el viaje, según su propia declaración, había pasado escondida bajo una vieja cama, pues Manuel le daba una vida horrible y a esto se unía un detalle trivial y grosero: la acosaba por unos puros que se le habían perdido.

    Lola dice que “la cabeza de mi hermano era fenomenal de grande y mi madre se la pasaba calentando con aceite porque le habían dicho que así se le compondría”, lo que dejaba entrever las dificultades que había pasado la mujer a la hora feliz del parto, en que dio a luz a un chiquillo cualquiera, sin que nadie anticipara que habría de ser el escudo de nuestra nacionalidad, más propiamente que los generales de otras Repúblicas.

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    A lomo de mula, la noticia del nacimiento del hijo de Rosa debió llegar a León, donde la recibió con inusitada alegría la impasible mamá Bernarda, madre adoptiva de Rosa y presunta también del niño, a quien quería como a un nieto y amaba como a un sobrino, todavía sin conocerlo.

    El marido de doña Bernarda, el Coronel don Félix Ramírez, se hizo    presente en Metapa y preguntó por la casa de Josefa Darío, la pariente de Rosa que la había atendido de parto.

La caravana inició el recorrido hacia León y Rubén metido en un canasto fue llevado a caballo en el anca del Coronel, mientras Rosa los seguía, con los ojos llorosos, incrédula ante su destino que le fue adverso, feliz de haber salido con vida del difícil trance y más feliz aún por haber dado a luz a un muchacho difícil, cabezón, pero hijo suyo.

    No se sabe dónde estaba en esos días Manuel, el marido, cuyas veces hacía en ese mismo instante el bondadoso Coronel Ramírez, con cuyo apellido se bautizó al muchacho.

    Los años pasaron y el niño crecía como todo muchacho: miel de palo, leche tomada del pie de la vaca, “mogo” y linaza.

    La tragedia conyugal perseguía a Rosa Sarmiento y después de tres años de sufrimientos, un nuevo hijo le vino al mundo, en la forma más trivial que es de esperar. Nueve meses de tortuoso embarazo, angustias, presiones y por fin, el alumbramiento. La niñita, hija de ella y de Manuel, se llamó Cándida Rosa. Fue débil desde su nacimiento, no tan cabezona como su hermano, como afirmaban los vecinos y muchos más débil.

    Rubén tenía por ese entonces tres años cumplidos y Cándida Rosa crecía como la hierba en el verano, hasta que la gastroenteritis se la llevó sin pena ni gloria.

    Cándida Rosa, si está enterrada en algún lado, es en los libros de los cultores de Darío, que omiten su nombre, sin valor, por cierto, pero con la categoría de lo curioso, elevado a lo trascendente por la fama de su hermano.

    Cosa parecida habría de ocurrir muchos años después a Phocas el Campesino, pegado de sol, que se moriría ante el impotente dolor de Paca Sánchez y Rubén.

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    La boda de Rosa con Manuel García había tenido no sólo intrigas previas de carácter familiar, al efecto de neutralizar el amor de ésta hacia Aurelio Avilés, sino trámites religiosos para obviar el impedimento existente entre los contrayentes por razones de parentesco.

El acta de matrimonio entre los padres de Rubén, es textualmente la siguiente: “En la ciudad de León, a los 16 del mes de Abril de mil ochocientos sesentiséis. Yo, el Teniente Cura del Sagrario de esta Iglesia Catedral, después de dispensadas las tres amonestaciones que prescribe el Santo Concilio de Trento y el impedimento de tercer grado de consanguinidad, por línea colateral igual, desposé y velé in facie ecclesiae, a don Manuel Darío con Doña Rosa Sarmiento. Fueron testigos don Pedro Alvarado y doña Rita Darío. Francisco Ocón”.

    A trece meses de celebrada la boda, en la misma ciudad de León, auténtica cuna del poeta, el Teniente de turno en Catedral, también de apellido Ocón, extendía la correspondiente fe de bautismo, que por ley equivalía en la época a la actual partida de nacimiento. El texto es este: “En la ciudad de León, a los tres días del mes de Marzo de mil ochocientos sesenta y siete. Yo, el Pbro. Dr. Lic. José María Ocón, Teniente Cura del Sagrario, bauticé solemnemente, puse óleo y crisma a FÉLIX RUBÉN, h. 1. de Manuel García y Rosa Sarmiento; nació el dieciocho de Enero último. Fue su padrino don Félix Ramírez, a quien advertí su obligación y parentesco espiritual y para constancia lo firmo. J. Ma. Ocón”.

    La partida de nacimiento asentada en la página 149 del libro de registros matrimoniales llevado el año de 1866 y es casualmente el primer matrimonio celebrado en el mencionado año.

    En las diligencias matrimoniales, Rosa Sarmiento declaró ignorar el apellido de su madre, en tanto que don Manuel expresó tener “45 años, haber nacido el 7 de Julio de 1820, ser primo de Rosa y pretenderla desde hace más de dos años”. Don Manuel pidió a continuación la dispensa de las amonestaciones, agregando que cualquier retraso en la celebración del matrimonio podría acarrearle muchos perjuicios.

    El cura se trasladó en esa ocasión a la casa de la novia, donde se celebró el acto. Rosa figuraba de 23 años, aunque poéticamente se le hayan asignado en varias ocasiones los floridos 15 años al asistir al altar. El primer testigo de estas valiosas diligencias fue Manuel Bermúdez, de oficio sastre; Carlos Urey, trabajador de Bermúdez, fue a declarar en el trámite. Finalmente, el otro testigo del histórico acto se llamaba Cayetano Pereira, sobre quien la calumnia ha hecho recaer la paternidad de Darío, por cierto, sin causa alguna y por la única razón de ser compañero de tragos del padre del poeta.

    Las mencionadas diligencias están encabezadas por la petición de los cónyuges, en estos términos: “Manuel (pretendiente) Rosa (pretendida) del que solicita se le conceda la correspondiente dispensa alegando las causales de ser huérfana su pretendida, carecer de dote, y haberse hecho pública su solicitud, que él ha vivido muchos años en la ciudad de Chinandega, y que no tiene otros impedimentos de los que se le han explicado, según lo prevenido en la instrucción del Obispado, desde el artículo 6º hasta el 12º que por serle urgente el casarse cuando antes pide también se le dispensan las proclamas que por su parte habrían de leerse en Chinandega como en esta ciudad, pues cualquier dilación le acarrearía mucho perjuicio en su solicitud, que lo dicho es la verdad en que se ratificó que leída le fue la presente, lo que firmó conmigo y los de asista. Ocón. Manuel García. Inocente Rodríguez. José de la Llana. Declaración de la pretendida Rosa García. En el mismo día, yo el Teniente Cura del Sagrario asociado de los de asista, me constituí personalmente a la casa donde vive la señorita Rosa Darío, y juramentada en forma ofreció decir la verdad en lo que fuera preguntada, y dijo, que se llama Rosa Darío, que es Solta. de este vecindario, nacida en Chinandega, pero que muy tierna la trajeron a esta ciudad, de donde no ha salido a otro lugar, que es de veinte y dos años de edad, hija natural de una señora llamada Sista, cuyo apellido no supo porque la dejó muy tierna cuando murió, que hace algún tiempo que le ha propuesto matrimonio el señor Manuel García, a quien ha conocido siempre pues que ha vivido en su propia casa, que últimamente de su libre y espontánea voluntad está resuelta a casarse con él, que es su pariente de consanguinidad en tercer grado por línea transversal: que no ha celebrado esponsales con ninguna otra persona, que es pobre sin ningún otro impedimento más que el especificado, que lo dicho es la verdad en que se ratificó y firmó conmigo y los de asista. Ocón. Rosa Darío. Inocente Rodríguez. José de la Llana”.

    Como corolario, aprobada la solicitud de matrimonio, el canónigo concluyó las diligencias diciendo: “Imponemos en penitencia a los contrayentes cuatro confesiones y comuniones y el Smo. Rosario por ocho días y valga siempre que la enunciada Rosa Darío no haya sido robada o que habiéndolo sido no permanezca en manos del raptor”.

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    Darío habla de su primera infancia, con alusiones muy breves sobre la personalidad de Rosa Sarmiento. En realidad, la hermosa mujer nunca fue su musa y no se conoce sino una sola carta, que aparece en otro lugar en que se haya referido a ella, excepción hecha del molesto y enojoso juicio que le entablara por la sucesión intestada de su padre.

    En su incompleta cuanto indocumentada Autobiografía, Rubén dice: “Mi primer recuero –debo haber sido a la sazón muy niño, pues se me cargaba a horcajadas, en los cuadriles, como se usa por aquellas tierras— es el de un país montañoso: un villorrio llamado San Marcos de Colón, en tierras de Honduras, por la frontera nicaragüense: una señora delgada, de vivos y brillantes ojos negros –negros?— no lo puedo afirmar seguramente, más así lo veo ahora en mi vago y como ensoñado recuerdo –blanca, de tupidos cabellos oscuros, alerta, risueña, bella. Esa era mi madre”.

    Rubén estaba en San Marcos de Colón, cuando su madre partió con él en busca de la paz y del amor, que al parecer había sido imposible para la hermosa Rosa.

    Rosa Sarmiento habitaba en la casa de mamá Bernarda, donde había una alegre pensión llena de estudiantes hondureños, entre los que estaba Juan B. Soriano, quien atacado de fiebre amarilla recibió los auxilios de la madre de Rubén. La locuaz Lola Soriano dice en la citada carta a Bermúdez: “Este hondureño se enamoró de mi madre y pudo ganar su corazón con el gran cariño que demostraba a mi hermano a quien ofrecía mirar como a un hijo; pues aunque habían salido otros novios a mi madre, ella no quería casarse por temor de que su hijito sufriera algo. Mi tía abuela se opuso rotundamente a ese matrimonio, se supone que era por no quedarse sin la persona que le servía sin remuneración y algunas personas afirmaban que el señor Soriano antes que a mi madre le había hecho el amor a ella, aunque casada, para nada tomaba en cuenta a su marido”.

    En San Marcos de Colón, el Presbítero Juan Raudales realizó la boda de Soriano con Rosa Sarmiento.

    A los diez años, siempre a la grupa del Coronel Ramírez, Darío fue llevado a León, a la inevitable casa de mamá Bernarda, ya nacida su hermana Lola, en el mismo poblado hondureño descrito por el poeta en sus memorias.

    Rosa no abandonó nunca a su hijo y prueba de ello son las citas que hace el mismo Rubén en el libro citado.

    Sus amores con Soriano, absolutamente normales después de la separación de Manuel Darío, no opacaron el amor de madre de la espigada mujer, calumniada por quienes quieren construir una falsa aureola sobre la indignidad de una madre.

    “Un día, dice Rubén, una vecina llamó a su casa. Estaba allí una señora vestida de negro, me abrazó y me besó llorando, sin decirme una sola palabra. La vecina me dijo: “Esta es tu verdadera madre. Se llama Rosa y ha venido a verte desde muy lejos”. No comprendí de pronto, como tampoco me di cuenta exacta de las mil muestras de ternura y consejos que me prodigara en la despedida, que oía de aquella dama para mí extraña. Me dejó unos dulces, unos regalitos. Fue para mí rara visión. Desapareció de nuevo. No debía volver a verla hasta más de veinte años después”.

    Al cabo de los años, por caminos convergentes únicamente en la adversidad, la noble Rosa Sarmiento emprendía otra vez (¿por cuantas veces lo había hecho antes?) el camino a su León, para ver a su hijo, ya con la gloria a cuestas. En esos días –Enero de 1893— moría Rafaela Contreras y el poeta sufría. “Pase ocho días sin saber nada de mí, pues en tal emergencia recurría a los abrumadores nepentes, de las bebidas alcohólicas. Uno de esos días abrí los ojos y me encontré con dos señoras que me asistían: eran mi madre y una hermana mía, a quienes se puede decir que conocía por primera vez, pues mis anteriores recuerdos maternales estaban como borrados”.

    El 5 de Noviembre de 1888 había muerto Manuel Darío, víctima de intoxicación alcohólica; en 1889 Rosa Sarmiento había sido demandada por su hijo Rubén por los bienes intestados de Manuel y a los pocos años, la mujer que amaba a su hijo, olvidada por todos, estaba como siempre a su lado.

    Rosa había sido una mujer, pero también una madre.

    Al año siguiente al juicio, nada parecía enturbiar el amor de Rosa por su hijo. Rubén le dirigía la siguiente carta, como si nada hubiese pasado: “San Salvador, Febrero 10 de 1890. Mi querida madre. Recibí su telegrama, que le agradecí profundamente, pues fue la primera de las felicitaciones que recibí. Sé que tengo deberes y procuraré cumplirlos. Mi empresa está medio afirmándose. Abráceme a Lola en mi nombre. Romero llegó. Es un excelente muchacho que me ha sido muy buen amigo mío, pero nunca “mi protector”. Estos nunca los he tenido. Le recomiendo la carta. Le escribo corto porque el correo se va. La saluda con cariño y respeto, su hijo. Rubén”.

    Nada más habría de dedicar el poeta a su madre.

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    Rosa Sarmiento, pobre de solemnidad, fue despojada de sus bienes, renunciando a sus derechos hereditarios en un juicio grosero entablado contra quien había sido todo dolor. De ese juicio son estos extractos.

    En la demanda se incluye esta acta: “Judicatura de matrimonios del Obispado de Nicaragua, León, Febrero 13 de mil ochocientos setenta y tres a las diez de la mañana. Los señores don Manuel García Darío y la señora doña Rosa Sarmiento, ambos de este vecindario, representado el primero por medio de su procurador, licenciado don José Wenceslao Mayorga y la segunda por medio del señor bachiller don Salvador Jiménez, han ocurrido a este juzgado solicitando el primero divorcio perpetuo de su esposa legítima doña Rosa Sarmiento en cuanto al thalamo y habitación, fundando su solicitud en la falta de fidelidad por adulterio cometido por la expresada señora, y del que ha resultado la procreación de hijos de otra persona que no es su marido; la segunda que lo es la referida doña Rosa Sarmiento, solicita igualmente el divorcio, con la condición de que se declare culpable a su marido, por trato cruel que le ha dado cuando estaba en su poder, haberla abandonado de su lado y otras acciones injuriosas en que el señor Darío desconfiaba de ella en el manejo de sus intereses”.

    En la misma voluminosa diligencia, consta el siguiente escrito: “Como apoderado del señor don Rubén Darío, vengo a pedir a usted se sirva autoriza al depositario de los bienes que quedaron por muerte del señor don Manuel Darío, o a la persona que merezca la confianza de usted, para que proceda a vender las mercancías que tiene en depósito (sic) pues cuando concluya el juicio los referidos efectos serán completamente arruinados y no representarán ningún valor”.

    La venta de los bienes fue autorizada y don Alejandro Cortés, custodio de los mismos, procedió a buscar mejor postor.

    Rosa Sarmiento, débil hasta la desesperación, como ninguna otra, litigaba de solemnidad. Esta dramática acta, habla más elocuentemente que cualquier otra cosa: “En la ciudad de Chinandega a los veintisiete días del mes de Mayo de mil ochocientos ochenta y nueve. Reunida la Corporación Municipal que en número competente a solicitud de doña Rosa Darío, mayor de edad, de oficios domésticos, viuda, de este domicilio que pide se le auxilie con el beneficio de pobreza por no tener el capital que la ley requiere, a cuyo fin presentó por testigos a los señores doctor Luis Ramírez, don Juan Antonio Herradora, don Juan Salazar, que se califican de idóneos: quienes juramentados en forma con citación Fiscal, uno en pos de otro, separadamente, dijeron: Que doña Rosa Darío no posee el capital de quinientos pesos en ninguna clase de bienes, ni un oficio, profesión, arte, industria o renta que le d. igual suma al año. Y esta Municipalidad descansando el dicho unánime de estos testigos, resuelve conceder a la señora Darío el beneficio de pobreza por el término de un año quedando sujeta a la reproducción fiscal y parte contraria”.

    El cinco de Julio de 1889, José Madriz se personaba como apoderado de Rosa Sarmiento, con un escrito en que asentaba el cargo de indigna que le imputaba Rubén en la sucesión de los bienes de su padre Manuel.

    El trece del mismo mes, José Madriz introducía ante el Juez de la primera instancia civil un dramático escrito en que consignaba que Rosa Sarmiento “jamás tuvo intención de reclamar un centavo de la sucesión de su finado marido, no porque se creyese destituida de derecho, sino porque para ella era más satisfactorio que llevase toda la herencia su hijo don Rubén, a quien ha amado y ama tiernamente, no obstante, el profundo resentimiento que le causa esta demanda”.

Con todo y que Rosa Sarmiento había sido declarada pobre de solemnidad y constituida en tal forma en el juicio sobre los bienes de su marido, antes de producirse sentencia alguna, Darío ordenó a su representante obtener de la sucesión cuatrocientos pesos, para pagar un jiro que recibió en San Salvador, vendido por el Banco Agrícola Mercantil.

    Rosa no se opuso a la petición, en medio de su pobreza. Tampoco pidió ella ni requirió un solo centavo, pese a su extrema necesidad.

    La madre afloraba a los actos de Rosa Sarmiento y como epílogo a la afrenta judicial, el 27 de Junio de 1889, José Madriz y Jerónimo Aguilar firmaban un acta como apoderados de Rosa Sarmiento y de Rubén Darío, en que la primera renunciaba a todos sus derechos sobre la sucesión de don Manuel, a favor de Rubén y que éste aceptaba desde luego.

    El final quedaba consignado así: “Habiendo arreglado las partes por medio de sus respectivos procuradores el presente litis como consta en el escrito que antecede, dase por terminado: y líbrese orden al depositario de los bienes del mortual de don Manuel García Darío, licenciado don Alejandro Cortés, para que entregue al apoderado de don Rubén Darío, licenciado don Jerónimo Aguilar, dichos bienes, reservándose los honorarios que le corresponden”.

    La madre entregaba al hijo su propia sangre. Para ella quedaba un acta de la Corporación de Chinandega, donde constaba su pobreza, por el término de un año.

    Eso era para los efectos judiciales: la pobreza la acompañaría hasta la muerte.

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    Los norteamericanos que visitan el trópico se marean con el calor, languidecen con nuestras comidas e inventan cuanto les viene en gana.

    Hay un estilo superficial y pintoresco propio de estos traficantes de nuestras curiosidades, cuando hablan de nuestras revoluciones, de nuestra economía y aún de nuestros poetas.

    El hecho de ser profesor universitario, no pone a salvo al doctor Thomas Ballantine Irving, de esa flojera intelectual que convierte a cualquier redactor de literatura barata, en un best seller.

    Ballantine Irving, sin más autoridad que la de ser un aficionado a la literatura hispanoamericana, como una fuente de trabajo desde luego, en una conferencia que dictó en el Instituto Hondureño de Cultura Interamericana, en Tegucigalpa, el 31 de Enero de 1955, difunde una historia que nada tiene que ver con la verdad, manchando el delicado historial de Rosa Sarmiento y envolviendo a Rubén en una leyenda, al efecto de hacerlo aparecer como hondureño, aparentemente por ser financiado el viaje por la United Fruit Company, que desea mejorar sus relaciones con Honduras.

    Irving cita actas, declaraciones, tonterías casi todas ellas, inventos de él mismo o sugestiones de parte interesada, para consignar declaraciones de una tal Angela Gutiérrez, que afirmó que el padre de Rubén Darío era Soriano y no Manuel García.

    Rosa Sarmiento fue despojada en vida su dinero y de su honra. Muerta habría de seguir siendo víctima de los profanadores de sepulcros, haciendo interminable el calvario de una mujer madre ejemplar, sin Mayos en su calendario.

    Rosa prodigó su amor y su dinero, dando mucho más de lo que tenía.

El tres de Mayo de 1895 moría en El Salvador, acompañada de su hija Lola. Está enterrada en el modesto mausoleo de la familia Contreras, junto con Rafaela Contreras.

    La vida de ella, llamada Rosa, no tuvo por cierto ese color.

    Pudo nadie mejor que ella decir: ¿Fue juventud la mía?