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CAPITÁN CHÉSTER LACAYO LACAYO |
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Nota introductoria de E. Pérez-Valle, Director-Editor del Blogspot:
Alguna vez, creo haber leído la frase "Anatomía del Espionaje" en un libro de Kurt Singer. Ese "oficio" o desempeño marcado por los intereses menos sospechados, donde la humanidad ha blandido argumentos de todo tipo para recordar que al humano --en la mayoría de los casos-- le importa el fin y no los medios; en tanto alcance el dominio en el campo de confrontaciones bélicas, adelantos científicos, mercados internacionales, o detentar el poder político y, por qué no incluir, el empeño de arrebatar "Evas" con anillos en dedos anulares, para ponerles sello candente. Sin ninguna duda, de todo hay en esa "anatomía", cuya estructura, forma y relaciones supera al que han dicho constituye el "oficio más antiguo de la humanidad".
Agente, espía, oficial de inteligencia, confidente, en fin, es diversa la clasificación de los tipos que abarcan términos al servicio de traiciones, simulaciones, engaños. Según convenga o sea, las personas puestas al servicio de la conspiración tendrán la connotación de la historia rasa: les darán el honroso título de patriotas o caso contrario: desleales.
El conjunto de técnicas diversas también asigna definiciones en el campo de la persona que observa y escucha con intenciones encubiertas: "agente sedentario", dedicado a esperar, el tiempo que sea necesario, bajo fachada "profunda" para lograr lo propuesto. El agente o espía "doble bandera", al servicio de dos interesados opuestos que persiguen o no, el mismo objetivo. El agente "Intocable" que vale por lo que sabe. El agente de "fachada pública", que parece indistinto pero no lo es. Y ya no se diga lo que constituyen los medios de reclutamiento: por interés económico; bajo " apetito o dependencia hormonal"; chantaje o por dependencia de estricto apego ideológico. La gama es interminable.
Ahora, después de un largo período de ausencia en este Blogspot con "Ventana hacia el pasado y Puerta hacia el futuro", hacemos la entrega de otro episodio olvidado por el "remanente generacional" que está próximo a navegar por el lago Estigia. En razón del origen de este episodio, es difícil desentrañar los secretos "crudos" que la muerte se lleva al sepulcro, y muchos connacionales que pudieron abundar en detalles íntimos de esta historia, incluido el personaje central de esos 21 años entre barrotes, ya no están entre nosotros. Esta historia tuvo como escenario central la Revolución Cubana hasta donde llegó Chéster Lacayo Lacayo, nicaragüense, leonés, que nació en 1916, hijo de don Lisímaco Lacayo y doña Berta de Lacayo.
En Cuba fue juzgado y sentenciado a permanecer 21 años en la prisión de "La Cabaña". Falleció a los 68 años en los Estados Unidos de Norteamérica, noticia que llegó a Nicaragua a través de una escueta nota publicada en el diario La Prensa, edición del día Viernes, 19 de Octubre de 1984, cuando en este país cursaba la Revolución Popular Sandinista y ya había estallado el conflicto bélico más trágico de nuestra historia patria.
El 19 de abril de 2008 en El Nuevo Diario, fue publicado un artículo sobre la misma historia de Chéster Lacayo cuyo hilos fueron extraídos del reportaje elaborado por Óscar Leonardo Montalbán, en el periódico "Semana", hacia 1964. En la fotografía central que ilustró la interesante historia, puede verse a Chéster Lacayo, vestido con el traje militar de las Fuerzas Armadas de Cuba; un personaje de tez blanca y de cuerpo regordete que obtuvo el grado de Capitán. Desde joven tuvo ímpetu irrefrenable por tomar acción en todos los movimientos armados emprendidos contra la dictadura iniciada por Somoza García.
De las dendritas y axones que resisten los embates de la atrofia, reproducimos íntegro el artículo del recordado Óscar Leonardo Montalbán. En último lugar dejo nuestra rogativa a los lectores de este Blogspot, para que sugieran temas de interés particular o colectivos; tengan total certeza que siempre estaremos dispuestos a situarnos frente a la "Ventana" de la Historia. Muchas gracias.
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¿ERA O NO AGENTE DE LA
C.I.A.?
Extraña odisea de
CHÉSTER LACAYO el nica prisionero en “La Cabaña”.
Por: Óscar Leonardo
Montalbán.
PUBLICADO EN: "SEMANA" |
Un día como
cualquier otro, año de 1961, un moderno y confortable avión de la Panamerican
World Airways Sistem, despegó una mañana despejada y calma del Aeropuerto de
Miami, Estados Unidos, donde había hecho escala con procedencia de Nueva York,
rumbo hacia el Sur. El itinerario de vuelo señalaba puntos de escala en América
Central y posiblemente en algunos países de Sur América, dejando a un lado la
isla de Cuba, emporio socialista inventado por Castro, y situada hacia el Sur
del Trópico de Cáncer, frente al Golfo de México, que a manera de tenazas
parecen querer apretar las penínsulas de la Florida y Yucatán.
El vuelo
pareció ser normal, simple y rutinario, como tantos otros, pero no lo fue,
principalmente para dos viajeros que parecían conversar animadamente, tal vez
sobre la determinación de De Gaulle, de permitir a Marruecos escoger libremente
su propio destino, la tambaleante presidencia de Janios Quadros en el Brasil,
la sombra de Alexis Kosigyn sobre Kruschev o la inflación política del clan
Kennedy.
Se ha dicho
que de la Florida a Cuba no hay más que un salto de garrocha, pues basta cruzar
la corriente del Gulf Stream para tocar las tierras de los primitivos siboneyes
u “hombres de roca”, para cambiar de clima de las tierras templadas, a las
latitudes tropicales de “La Perla de las Antillas”.
A menos de
media hora de haber iniciado el crucero, el aparato inició un descenso
inesperado. Cesaron de trepidar las turbinas y el motor apagó su voz. ¿Qué
pasaba?
Una azafata,
vestida como un maniquí, y con mucha inquietud saltándole sobre el maquillaje,
dijo primero en español y luego en inglés: Ladies and gentleman estamos en
Rancho Boyeros, Cuba.
LOS DOS HOMBRES AQUELLOS
Para muchos de
los pasajeros, tal vez aquello no significaba mayor cosa. Lo imprevisto siempre
sucede. Pero para dos miembros del pasaje, había algo especial. La pareja
aquélla, estaba pensando en que no era demasiado halagador el paisaje que se
pintaba frente a ellos.
El aparato fue
rodeado rápidamente por varios milicianos vestidos de verde olivo. Dos miembros
oficiales de la Policía Secreta de Castro G – 2, subieron la escalinata y se
dirigieron a los dos hombres aquéllos, uno de regular estatura, cinco pies
siete pulgadas, color blanco, cabello castaño claro, rostro café y labios un
poco delgados. El otro un poco más alto, cabello un poco oscuro pero con cierto
aire de importancia.
El primero
Chéster Lacayo. Lacayo, nicaragüense de 45 años de edad, el segundo Miguel
Ángel Ramírez, doctor y general, originario de la República Dominicana,
excomandante de la frustrada invasión a Cayo Confites, hacía algunos años, y
que intentó dar un nock out a la
Dictadura del Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, ajusticiado después por
varios miembros de confianza de su ejército en una carretera cuando se dirigía
hacia una de sus lujosas villas.
Los miembros
del G – 2, hicieron bajar del aparato a los dos hombres bajo seria custodia y
se los llevaron.
Poco después
del avión remontaba vuelo hacia su original destino. Dos asientos quedaron
vacíos, pero el tiempo era bueno. Las azafatas comenzaron a sonreír, solo se
les notaba que habían perdido un poco de rouge.
Cofee Miss… Cofee… Sus palabras sonaban dentro del ambiente como las gotas
insistentes de un grifo mal cerrado.
DONDE SURGE LA DUDA
Los puntos
suspensivos surgen de pronto. ¿ Qué
realmente había pasado? ¿Por qué aquella extraña escala, en un país inhóspito
para la larguirucha figura del Tío Sam, que congestiona sus estómagos desde
hace muchos años a base de un pastel llamado democracia? ¿Por qué? ¿Por qué?
Las versiones
sobre lo que realmente ocurrió parecen interesarle a muy pocos. No digamos a cuántos,
pero en verdad interesan. Más de uno de los que han hurgado por allí, han
manifestado que Castro sobornó por una buena suma de dólares al piloto de la
nave, para que se desviara de su ruta, otros afirman que aquel hombre que
fomentó su insurrección en Sierra Maestra, filón de corpulentos árboles de 250
kilómetros de largo, comprendidos del Cabo Cruz hasta Guantánamo, ordenó a dos
aparatos cazas de su Fuerza Aérea, a desviar la ruta en que estos dos hombres,
amigos del vivac y la aventura, viajaban en busca de ignorado destino.
Los cables
internacionales fueron parcos. Ellos tenían algo más grande que revelar al
mundo. La discriminación racial había alcanzado su punto. Luther King, Ganador
del Premio Nobel de la Paz, había puesto la investidura de un Cristo Africano,
5.750 personas habían perecido en Chile
como consecuencia de los terremotos y maremotos, los rusos lanzan al
cosmos a Yuri Gagarín. “El nuevo Colón del Espacio”, y Patricio Lumumba es
muerto por los inconformes nativos de Katanga. Sin embargo, la primera versión
ha merecido mayor crédito. El poderoso avión de la Panamerican World Airways se
había entregado por sí solo. Su piloto, debió de haber vuelto a casa con mucho
dinero, y los dólares huelen a manzanas en cualquier huerto.
LOS CARGOS
Chéster Lacayo
y el Dr. y General Miguel Ángel Ramírez, fueron conducidos a uno de los cubiles
de la G-2. Ambos fueron llevados ante el Premier Fidel Castro. Fueron
exhaustivos aquellos interrogatorios. Eran unos “gusanos” se dijo. Habían
traicionado la causa. Lacayo el tipo a quien los reivindicadores de Cuba,
habían distinguido hasta concederle el grado de Capitán del Ejército 26 de
Julio, los había vendido.
Él había
querido comparar una Gillette para la barba de Castro.
Los
interrogatorios se hicieron copiosos, y los cargos tenían la fuerza de un
ciclón tropical, tan originales y continuos en las costas cubanas que miran al
Oriente desde el Paso de Miami hasta la punta extrema de la Isla frente a Cayo
Hueso. Chéster Lacayo negó los cargos, sacó de sus archivos revolucionarios
argumentos que fueron declarados apócrifos y finalmente, después de un juicio
sumarísimo, fue condenado a 15 años de prisión. Conclusión: Lacayo era doble
agente al Servicio de la CIA (Central Intelligence Agency).
Próxima parada,
Isla de Los Pinos, una prisión erizada de fusiles de 2126 kilómetros cuadrados
de superficie e infestada de un socialismo fanático.
4.000, 5.000,
MÁS, CADA DÍA MÁS LLEGABAN ALLÍ. No valían nada era simplemente “gusanos”.
¿Bueno? ¿Y qué
hacer con un gusano? Usarlo como señuelo para pescar algo gordo… Y los planes
de la CIA, eran algo más que eso.
Pocos días
después el Premier Fidel Castro habló por televisión.
La fabulosa
red de TV que teje su inmensa red de filamentos, botones eléctricos y ondas,
llevaron una noche de tantas a sus pantallas el caso de Chéster Lacayo. Fidel
habló, su hemorragia verbal fue incontenible. El reloj aquella noche en Cuba
tuvo jornada triple, o tal vez más. Isla de los Pinos tan cerca de Cuba y tan
largo de los Estados Unidos.
LAS PRUEBAS
El Premier
Castro fue inclemente. Juzgar a otro más. A dos más. Que importaba. ¿El paredón
acaso no había cobrado más de 1.300 “gusanos”?
Muchos
gritaban más allá de la isla: “¡Basta ya! Todos estaban repitiendo eso. Un
profesor de una Universidad norteamericana había escrito: “Escucha Yankee”. Fue
aquella una advertencia. Y Batista, el Presidente Sargento, ¿qué no había
hecho? Por qué no le habían dicho a él y a Masferrer, ¡basta ya! Quién había
escrito “Escucha Yankee”, estaba con Fidel. Había que acabar con las lacras,
¿por qué no?
“Esta es Radio
Habana Cuba: Territorio Libre de América”.
Castro
presentó documentos, que no beneficiaban a Chéster Lacayo. Muchos de ellos
estaban dirigidos a oficiales y miembros del Ejército Liberacionista que yacían
acantonados en Pinar del Río.
Se mostró en
T.V., una fotografía de Chéster Lacayo, en los momentos en que abandonaba las
Oficinas de la CIA, en New York.
El hombre
portaba un cartapacio bajo el brazo.
Fidel dijo que
los oficiales que habían estado en contacto con Chéster Lacayo, estaban
arrestados y que serían juzgados por traición. Lacayo habló en favor de ellos.
Repitió hasta la saciedad que únicamente
había conversado con aquellos amigos, de exportar una expedición hacia
Nicaragua. Lacayo afirmó que siempre había soñado con ello.
Nadie le
creyó. Mucho menos el Alto Mando del G-2.
Los “gusanos”
cuando se encuentran atrapados hablan así. No les queda otro camino.
Chéster
Lacayo: Traidor. “Esta es Radio Habana, Cuba, Territorio Libre de América”.
Por esa época
merodea por las calles de la capital cubana, el Dr. Francisco Frixione. Muchos
nicaragüenses estaban allí. Había que estar
con Castro. Batista vivo, había muerto. El Dr. Frixione supo de aquello.
Cuando Castro
entró en La Habana el 1º de Enero de 1961, después de su brillante victoria en
Santa Clara. Las Villas, todos estaban con él, o por lo menos parecían
aparentarlo.
Su nombre había
roto los records de publicidad, y los principales órganos de prensa del mundo,
adornaban sus portadas con su rostro. Las emisoras de radio y las centrales de
TV, atiborraban sus programas para dar excelsitud a su hazaña. El fanatismo era
imponderable. Más de algún idiota dijo que se parecía a Cristo.
EL COMPLEJO DE CULPA
El complejo de
culpa era un transeúnte. Recorría las calles y
avenidas de las principales ciudades de Cuba, penetraba la montaña y
horadaba las conciencias jóvenes. Todos se sentían culpables de lo que había
ocurrido en tiempo de Batista. Sus juegos sucios. Sus rackets norteamericanos
monopolizando los centros nocturnos, el negocio fraudulento de los
traganíqueles, la prostitución en gran escala y la clandestina opulencia del
tráfico de drogas. Batista reía en ese entonces.
La zafra estaba buena. ¡Caña! ¡Más caña! Las barbas de Castro crecían en
Sierra Maestra.
Después de la
entrada de Fidel aquel primer día del año de 1961, hubo días de jolgorio. Fue
la primera vez que, en Cuba, se celebró la Navidad, no el 25 de Diciembre, sino
una semana después. Corrió la sidra y los lechones consumieron la grasa en los
braseros.
Había llegado
la era de las barbas. Sí Castro la tenía, todos debían de usarla. Era un honor.
Pero habían muchas barbas que no eran legítimas y entonces comenzaron a entrar
en acción los barberos. Se descubrió la falsedad de muchas. “Gusanos” se dijo,
y el paredón se pintó de cruces una y otra vez.
EL GENERAL Y DOCTOR RAMÍREZ
El General y
Doctor Miguel Ángel Ramírez, fue un hombre de mejor suerte. Después de su
arresto no volvió a ver a Chéster Lacayo más.
El río
político que ambos habían recorrido, desde cuando José Figueres ideó la Legión
del Caribe, bifurcó el rumbos en sus canoas. Si se dijeron adiós bien poco
importa en aquellas circunstancias.
El Doctor
Miguel Ángel Ramírez había sido un hombre importante. El Mar Caribe se o sacia
de memoria y más aún la llamada “Hiena del Caribe”, el Generalísimo Leónidas
Trujillo.
Ramírez tenía
muy buenos contactos. Siempre los tuvo. Castro fue su amigo, por lo menos
durante algún tiempo. Fue una luna de miel larga. Después de dos o tres años se
disociaron.
Fue un hombre
que gozó de simpatía de Prío Socarrás, durante los años de 1948 a 52. Entonces
el dominicano aquel tenía un buen camarada, Eufemio Fernández, con mayor
influencia que él, en el Gobierno. Se cuenta que Fernández era un hombre de
decisiones rápidas y violentas. Son de los tipos que muchos afirman, que nacen con una
metralleta en la mano y no con un biberón.
POR MEDIO MILLÓN
Antes de la
proyectada y loca invasión a Cayo Confites, el hizo mucho por cristalizar lo
que llamaba su gran aventura.
Pocos días
antes de la fecha señalada para el desembarco, notó que faltaba algo. No había
suficientes hombres, pocos alimentos y parque limitado. Si ellos lograban
desembarcar pensaba Fernández, habría que encontrar comprar además de comida;
conciencias, Fernández era de los que creía que no se conquistan almas con sólo
leer la Biblia.
Convencido de
que todo podía venirse al suelo, un día, se presentó ante el Presidente Prío
Socarrás y le solicitó 500 mil dólares. Prío saltó del asiento y se echó a
reír. Entonces el “dominicano loco” sacó su revólver y le dijo, o extiendes el
cheque o te mueres.
Fernández
salió con el cheque en la mano. Prío Socarrás, el Presidente se quedó
meditabundo. El hombre que se acababa de marchar sabía demasiado y él no quería
compromisos.
OTRA VERSIÓN AJENA
Las versiones
históricas a veces huelen a leyenda. Sus personajes suelen ser maleables en
muchas ocasiones.
El General y
Doctor Miguel Ángel Ramírez, juega en ese caleidoscopio que oscila ente la
verdad y la mentira.
Los que
estuvieron allá, en la Cuba primitiva de Castro, afirman que el dominicano
Ramírez, no fue capturado en el avión, en el cual viajaba Chéster Lacayo.
Muchas voces gritan a media calle que estaba en Cuba. Repiten que cuando Lacayo
le advirtió, que iba hacia la isla, mediante una comunicación radio telefónica
que sostuvieron en algún punto, días antes de su captura.
Ramírez sólo
alcanzó a gritarle: No vengás. Luego se hizo el silencio y la comunicación se
cortó. El ojo del G-2 había observado todo a través de una hendija.
Ramírez y
Eufermio Fernández, eran prisioneros en La Habana, Cuba.
Chéster
Lacayo, purgaba una condena en la Isla de Los Pinos. Quince años de prisión
apretaban su vida como grillos. Diez años han pasado ya.
Fernández fue
sentenciado al paredón. Cargos para formular el veredicto condenatorio
sobraron. “Gusano”, uno más no importa. “Esta es Radio Habana Cuba, Territorio
Libre en América”.
El dominicano
se enfrentó a la muerte como había aprendido a hacerlo. Como lo había hecho en
Cayo Confites, cuando precisamente, no llovieron sobre su humanidad bombones o
cápsulas de chocolate. Antes de que el pelotón disparara, se lanzó contra
ellos. Fue una carrera loca, frente al os fusiles. Cayó frente a ellos. Era un
condenado a muerte y a la muerte le sobran caminos.
Ramírez fue
perdonado por Fidel. Se le dio un salvoconducto. Logró conseguir ropa y algún dinero para marcharse. Iba a su tierra.
Tomaría un
avión en el Aeropuerto de Columbia, y diría adiós a las armas.
Los motores
del aparato comenzaban a calentar cuando un vehículo se detuvo. Nuevamente los
milicianos están allí. Lo arrestaron de nuevo. Había una orden del Comandante
Raúl Castro. Una hora, un día, una semana, quien sabe cuánto. No mucho que se
diga. Raúl Castro, le abrió un juicio sumario. El veredicto fue condenatorio:
20 años de prisión. Pero… algo sucedió. Ramírez no fue enviado ni a la Isla de
los Pinos ni a La Cabaña. Poco después volvía a dejársele en libertad. Preparó
todo, desconfiado, y a la vez, optimista. Trashumaba esa alegría de la
desesperación.
Fue nuevamente
al Aeropuerto de Columbia. Vio para todos lados.
No vio a
nadie. Los milicianos no estaban allí. Había oxígeno en la atmósfera.
Veinte años de
prisión, una sentencia de corcholata.
CHÉSTER EL HOMBRE ENIGMA
Chéster
Lacayo, preso en la fortaleza de “La Cabaña”, uniforme No. 98, nació en Managua,
en el año de 1916. Era hijo de don Lisímaco Lacayo y doña Berta Lacayo, por
ambas ramas estaba relacionado con sobresalientes familias de la sociedad
nicaragüense. La mayor parte de su niñez la vivió en los Estados Unidos, y allí
aprendió a hablar el inglés correctamente.
Por el año de
1926, siendo Presidente de la República don Carlos Solórzano permaneció por
algún tiempo en el país. Era un muchacho inquieto con ciertas ideas en la
cabeza. Se le considera uno de los precursores del escultismo en Nicaragua,
actividad a la cual dedicó algún tiempo de sus años mozos.
Luego partió
de nuevo fuera del país, y retornó años después.
Siempre
inquieto, atiborrado de una ideología que sus amigos no lograban determinarla,
era simplemente una ecuación sensorial y espiritual.
ALGO ESPECIAL
Cuando joven
amaba las tradiciones y las pompas señoriales. Sentía melancolía por lo escudos
de armas y las panoplias. Desconcierta a veces con eso, a quienes más tarde,
cuando ya era estudiante a aquellos que pedían libertad a media calle. Por eso
muchos pensaban cosas de él, aún cuando reconocían, que son era un tipo, de
esos que se van por todas parte, contando cosas de los demás, amasando
calumnias o fornicando verdades. Por lo menos eso parecía. Pero Chéster Lacayo
tenía su mundo de allí, quien sobra que más de alguien pregunte. ¿Qué es
Chéster Lacayo Lacayo: un hombre de ideales, un revolucionario introvertido, un
aventurero capaz de jugar suerte como lo haría un jugador a los dados, un
transformista capaza de vestir sotana un día domingo y el lunes un usurero que
presta al veinte por ciento? Realmente. La pregunta escapa con el helio de una
burda probeta.
Hoy más que
nunca sobra quien trata de descifrar el guarismo de su conciencia.
¿Fue realmente
un agente de la CIA o un leal Capitán del Batallón 26 de Julio en Cuba? To be or not to be. It is the question. (Ser o no Ser. Esa es la cuestión.
SUS PRIMERA LUCHAS
En Nicaragua
prosigue estudios en el Instituto Pedagógico. Dentro de ese centro encontró
ambiente a sus inquietudes. El deseaba algo, siempre lo estuvo deseando. En
dicho centro escolar organizó la Unión Nacional, de la cual fue presidente.
En 1930 cuando
la bota militar del General Somoza García, comenzaba a golpear las puertas de
la política nacional, fue el primero en enfrentársele con su grupo de rebeldes.
Más tarde
organizó la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) cuyo requisito principal
era luchar por la libertad y la
democracia en el país, y no tener menos de 14 años.
Viene el año
de 1939. Gobernaba ya como Presidente el General Somoza García, el hombre al
que había combatido cuando aún era un imberbe de calzón corto. El 17 de
Diciembre de 1938, fue encarcelado junto con el Sr. Arnulfo Rivas y recluido en
las cárceles de La Aviación y sometido a trabajos forzados.
Ambos logran
su libertad el 26 de Diciembre. La Navidad había pasado ya, y en las celdas no
hay pavos en la mesa ni en los días feriados.
¿Cuál fue el
motivo de su detención?
Por esos años
los gobiernos de fuerza comenzaban a nutrirse. Estaban creciendo fuertemente.
El clan Somoza, era uno, dentro de otros que tenían futuro. El Gral. Somoza
García había llegado al poder gozando de buena simpatía. Sobre las aguas del
Mar Caribe, se había comenzado a consolidar la trilogía política de la “3 T”.,
Tiburcio Carías en Honduras, Trujillo en República Dominicana y Tacho Somoza en
Nicaragua.
A Chéster
Lacayo no le gusta la letra “T” y comenzó su insurrección dentro y fuera del
aula.
Cuando en
1938, aquel Diciembre, lo detuvieron, fue por haber pronunciado, en la Escuela
de Comercio “Julio Solís Carnevallini”, un pronunciamiento en contra del
General Somoza García a quien acusó de d estar negociando el Territorio en
Litigio con el Presidente de Honduras, Tiburcio Carías. Gritó, que Somoza
García estaba regalando la tierra de los
nicaragüenses como si fuera parte de una de sus haciendas, y lo repitió una y
otra vez. Y vaya si le oyeron.
Cárcel de La
Aviación, hoy Cuarta Sección de Policía, fue el epílogo de aquel discurso. Fue
una Navidad tras la reja. La primera tal vez.
LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS
Chéster Lacayo
desconcertaba a veces. Siendo ya crecido inventó “La Rebelión de los Niños”.
Tal vez pensaba él, que jugar a la guerra era una cosa sencilla.
Un buen día
convención a unos cuantos jovencitos, 40 en total y se fue a la montaña. Desde
algún punto geográfico, desafió el Gobierno en el poder.
Trataron de
localizarlo pero fue imposible.
Los padres de
familia estaban a punto de estallar. Fue una preocupación colectiva. Chéster y
su tropa juvenil, sin armas, sin vituallas, sin nada, vivía un mundo poblado de
fantasía.
Un buen día se
cansó de jugar al cero escondido, y puso fin a la fuera infantil. Los
jovencitos volvieron a su casa y Chéster Lacayo, el inquieto mozalbete, también
lo hizo así.
Para él, no
había sucedido nada. El armisticio se había firmado sin disparar un tiro.
Pero Chéster
Lacayo, era un hombre de improntus.
Siguió adelante. Se cuenta de cierta ocasión que organizó un desfile
estudiantil, y logró incluso que la Guardia Nacional, le prestara un buen
número de rifles. Las armas fueron devueltas. Lacayo sabía que sin parque, no
había nada. ¡Bah! Solo era un desfile escolar.
¿Fue juego o
ficción aquella? Ser o no ser. Es la cuestión.
MÁS ALLÁ DE LA FRONTERA
Durante el
Gobierno del General Somoza y raíz de sus intentos pro reelegirse, fue
extrañado del país. Dejó sus huellas en Colombia y Costa Rica. Por esos rumbos
conoció gente importante. Seguía buscando algo. ¿Qué era ese algo?
Más tarde
formó parte del movimiento revolucionario jefeado por el general Conservador
Alfredo Noguera Gómez. La rebelión se tendió a lo largo de la frontera tico
nicaragüense. Ahora iba en serio la cosa, pero fracasó.
Durante uno de
los primeros encuentros fue herido en una pierna, captura y traído a Managua.
Ya no era solo un estudiante, era alguien más. Los otros, a los que combatía lo
pensaban así.
Fue conducido
a Casa Presidencial, y luego trasladado a las Cárceles de “El Hormiguero”.
Chéster no estuvo mucho tiempo allí.
Consideró el
penal como un hotel de mala muerte. Mucha mugres, demasiada promiscuidad,
abundaban los chinches y escaseaba la comida. Además aquellos carceleros, lo
despertaban demasiado temprano. Un día de tantos escapó. Nadie supo realmente
cómo lo hizo, y quiénes manipularon la fuga. Lo cierto es que un día
encontraron su jaula vacía.
Vino entonces
la persecución. Los mastines le seguían de cerca. Chéster Lacayo había logrado avanzar hasta la Costa
Atlántica, y luego ganar las plácidas playas de Corn Island, en esos años, una
isla semidesierta, casi despoblada, con pocas chozas y una manifestación de
cocoteros, tendidos a manera de un muro vegetal frente a la costa. Corn Island,
(Isla del Maíz), una hipoteca a lo Chamorro-Bryan no fue buen refugio. Lo
pillaron allí.
Pero Chéster
Lacayo, repitió su hazaña. Burló a sus custodios, y una noche, valiéndose de
una pequeña embarcación, dijo adiós a la paradisíaca isla. Posiblemente sus
captores dormían. La luna no debió ser espléndida esa noche.
Remó durante
quién sabe cuánto tiempo. Solo la canoa, un hombre y el mar. Finalmente ganó
territorio costarricense. Corn Island quedó atrás.
DE PRONTO LLEGÓ CASTRO
En 1958,
Castro y 82 hombres de los cuales 12 sobrevivieron desembarcaron en Cuba,
Granma, una pequeña embarcación propiedad de un tipo inquieto llamado
“Pichirilo”, los llevó hasta la Isla. Por veredas y con la ayuda de algunos
campesinos los sobrevivientes lograron llegar a Sierra Maestra. Batista, el
Presidente Sargento, ser rió al principio de aquello. Después no mucho, había
en su rostro un rictus de amargura. Todavía lo tiene.
Chéster
Lacayo, volvió a sentir que el gusanillo de su espíritu inquieto se le movía
adentro y atraído por la revolución cubana y la mística de Castro, se fue allá.
Su historial
era bueno, y la confusión post bélica inaudita.
Lacayo ganó
puntos dentro de los jefes barbudos verde olivo que habían comenzado una guerra
con una docena de hombres. Ocupó cargos de importancia, y parecía haber
encontrado algo allí.
LA DEPURACIÓN
Pronto comenzó
el período de depuración. Castro, empezó a investigar a su gente. No bastaba
ser barbudo para ser revolucionario, había que demostrarlo.
Estando en
Cuba, Chéster Lacayo viajó a New York. Alguien había contado cosas de él. El
G-2, organizado ya, comenzó a moverse. Tras él fueron los “mastines”. Lacayo se
hospedó en la Babel de Hierro en casa de Fernando Argüello y Sra. El G-2,
estaba detrás de él como su sombra.
Volvió a Cuba,
y aún no habían pruebas concretas contra él. Castro tal vez, disimuló un poco
quería que él corriera más. Había que darle largas.
Siendo Presidente
de Honduras Ramón Villeda Morales, Lacayo planeó una invasión a Nicaragua.
Consiguió un transporte y se hizo a la mar. Castro detestaba a los Somoza. ¿No
habían sido ellos los patrocinadores junto a la CIA, y Kennedy los que
planearon en “Valle Feliz”, Costa Atlántica de Nicaragua, la invasión a Bahía
de Cochinos? Lacayo era un hombre a quien había de cuidar ¡Claro! Castro lo
sabía.
¿EL DOBLE JUEGO?
La expedición
aquella no llegó a Nicaragua. Las tropas hondureñas hicieron prisioneros a los
frustrados invasores. Fue una “Bahía de Cochinos” en miniatura. Villeda Morales
tuvo preso a Lacayo. Después de que ambos violentaron sus insultos, el
Presidente de Honduras comenzó a simpatizar con él. Lo dejó libre, pero los
agentes del G-2, vigilaban. Raúl era un tipo que sabía lo que hacía.
¡Cierto o no!
Chéster Lacayo viajó a New York, Estados Unidos, pero muchas sombras tenía tras
sus espaldas. Pronto Castro supo que Villeda Morales amigo íntimo del Ing.
Somoza, lo había enviado en misión especial.
LOS PASOS QUE NO SE PERDIERON
Sus pasos no
se perdían en la gran urbe. Fotos, documentos, direcciones, llamadas
radio-telefónicas, fueron captadas por los agentes enviados por Castro. ¿Y
aquella foto, saliendo del Departamento de la CIA con un cartapacio bajo el
brazo?
¡Bueno!
Bastaba.
Un buen día,
del año 1961, un avión despegó de Miami rumbo al sur. Viaje sin escala. Pero el
aparato se detuvo en Rancho Boyeros, Cuba. Llegaron los milicianos, y el telón
cayó. Todo había cambiado.
Un “gusano”
más había caído. Castro habló con él, vino el juicio y luego la condena.
Han pasado
diez años, este diciembre el dueño de la Cuba Roja, prometió dejar libres a
aquellos prisioneros que tuvieran más de 50 años de edad. Chéster Lacayo tiene
54. La promesa no se ha cumplido.
La Cabaña
sigue igual. Un poco modernizada. Allá al Norte, se extiende el Malecón. Desde
el Castillo del Príncipe hasta las rutas que conducen a Varadero. Sobre el
Malecón las aguas aún forman pequeños lagos cuando el viento se agita, y las
lanza adentro.
No hay muchos
yankees por allí. Ha nacido una nueva clase. La juventud tiene un solo molde
creado por Castro. Ha pasado mucho tiempo para que esa nueva generación cambie
su fisonomía política.
Creo que no lo
hará.
EL CANJE
Chéster Lacayo
vive allá y poco sabe de eso. Tiene en Panamá un primogénito que lleva su mismo
nombre. Es alguien importante con 30 años de edad, hijo de su primera esposa
Ernestina Cerna hija del Dr. José Antonio Cerna.
En Colombia,
en Santa Marta, reside su segunda esposa, con la cual procreó tres hijos más. Ella
es miembro de una Compañía de Arquitectos.
El Padre
Cardenal viajó recientemente a Cuba. Lleva un Mensaje del Arzobispo de Managua
para Fidel Castro. Tratará de que Chéster Lacayo logre su libertad.
Puede que sí.
Castro canjeó una vez tractores por hombres.
Kruschev a
Gary Power el piloto espía, que fue derribado sobre el espacio aéreo ruso por
un cohete teledirigido por el genial espía Abe, que había operado con éxito
durante diez años en varias ciudades de los Estados Unidos. El cambio se hizo.
Un célebre abogado llamado Donovan, logró el canje.
El Padre
Cardenal tiene ahora una misión parecida.
Chéster
Lacayo, puede que consiga su libertad. Un canje por Gabriel Albuerne seis años
preso en Nicaragua, no sería mal negocio. Se acusa a ambos de jugar a las dos
caras de la moneda. Todo puede suceder.
“Esta es Radio
Habana Cuba, Territorio Libre de América”.
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LA ÚLTIMA CARTA DE
CHÉSTER LACAYO, DESDE LA CABAÑA, CUBA
CHÉSTER LACAYO No. 98
Salón 24. –
Patio Uno.
La Cabaña,
Aptdo. 6093.
Hace meses y
meses que no recibo ni una cartita tuya, ni una carta de Chela, ni de Bertita…
He estado muy preocupado por Uds., principalmente por Chela. Aunque su última
carta no era muy pesimista, siempre se traslucía una honda inquietud por su
salud, por su corazón, por su presión alta. Quiero saber de ustedes, cuanto
antes, y a vuelta de correo, si fuera posible. Me hacen mucha falta tus letras,
tus poemas… Debes de tener algunos nuevos, transcríbeme algunas de tus últimas
creaciones… Me gustan tanto…
Gustavo, de
quien les he hablado en mis últimas cartas, me cuida mucho. En el mes pasado me
atacó una infección de limpangitis, día y noche me ponía faumentos fríos de
permanganato, se me curó. Después tuve una grave crisis de hipertensión, me
subió a 280 máxima y 190 mínima. El me
cuidó y me sigue cuidando con cariño y
dedicación y no sólo me cuida con solicitud, sino que me hizo cargo del
departamento de encuadernación del penal, del cual soy responsable. Hasta ahora, en nueve años, me
siento acompañado, no siento ya, una soledad irritante, me siento acompañado,
atendido, servido… Todos los meses hace que da su pensión, pues es huérfano de
padre y madre, me giran diez pesos, con ellos compro lo más necesario en la
bodega mensual que nos dan. Este mes no han suministrado gratis, un peine
plástico, un cepillo de dientes, una pasta dental y un rollo de papel
sanitario, un par de medias y un par de calzoncillos. Ya en meses anteriores no dieron una colcha,
una enguantada y un par de botas.
Le pedía a
Chela la Dirección en México de Hernán Robleto y nada hasta la fecha. Quiero
que visites a Fernando y Alina Argüello y les das muchos recuerdos de mi parte,
que me escriban, que ansío sus letras. ¿Qué han sabido de Chestercito y su
esposa? ¿Y mis adorables nietecitos? ¿Chela y Will? Muchos besos y abrazos para
toda la familia: Bertita, esposo y sobrinitos; Lucía, esposo e hijitas; Emilia;
Bertita, esposo y sobrinitos; Ligia, esposo
e hijitas; Danilo, esposo e hijos… y para ti, un millón de besos y abrazos, recibe de Gustavo sus saludes, que
hace extensiva a Chela y resto de
familia.
Tu tío que te
adora, Chéster.
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