lunes, 17 de octubre de 2016

ASÍ ES NICARAGUA. Por: Horacio Fernández R.*


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De EPV h., Director-Editor del Blogspot:

Don Horacio Fernández R., al fallecer dejó entre nosotros una promesa incumplida: reunir en un libro todo lo que vivió y experimentó en Nicaragua y en el exilio. Este singular personaje perteneció a la generación que arrancó en los albores del siglo XX.  Siempre estuvo revestido de un incomparable talante; de esa destreza narrativa que suscita en el lector las ganas de llegar al final de los hechos. De regreso en Nicaragua con su apreciable familia fue parte de nuestro vecindario. El recordado maestro del periodismo, Profesor Ricardo Trejos Maldonado, contertulio en las festividades regulares de Dn. Horacio, al dedicarle un plausible artículo periodístico publicado en febrero de 1989 lo caracterizó  con el siguiente titular: "EL SIEMPRE SORPRENDENTE HORACIO FERNÁNDEZ R." 

En vista de ese vacío que dejó, volcaremos nuestras energías para reunir los escritos dispersos. Damos inicio a ese compromiso con este testimonio, jocoso, interesante, histórico, y sobre todo, lleno de esa ocurrencias que sólo él pudo almacenar a través de su denodada existencia. Salud Don Horacio!! Estamos en Nicaragua!!!

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ASÍ ES NICARAGUA!!

¡Cómo vibran en nosotros el viejo Managua! ¡El de antes del terremoto de 1931, el Managua donde sólo existía un campo de beis, el field de la Momotombo, un solo mercado, el San Miguel y un único teatro, “El Variedades”. Allí donde asistimos a las inolvidables series cinematográficas del celuloide mudo, como: Las calaveras del terror; La Mano que aprieta; La moneda rota; El misterio de la doble cruz; Ravengar; El clavel negro; El caballero de la medianoche; La gran jugada; La sortija fatal; La daga que desaparece; El conde de Montecristo; Nuestra Señora de París; Los miserables; Tarzán el hombre mono y dramas emocionantes como: El destino de la carne; El proceso Dreyfus; La mujer X.

¡Jamás volveremos a ver espectáculos iguales, menos, interpretados por actrices como la María Ladrón de Guevara o la sin par María Guerrero Díaz de Mendoza! Tampoco películas con astros de la talla de un Charles Hutchisson, Eddie Polo, Harold Lloyd, Tom Mix, Art Acord, Elmo Lincoln, Charles Chaplin, Max Linder, Adolfo Mejou, los Barrymore, Fairbanks, Ramón Novarro, John Gilbert, Rodolfo Valentino, Perla White, las Mack Seneck, Doroty Lamoore, Mary Pickford, Francesca Bertini, Shirley Themple, Pola Negri, Gloria Swasson, Priscila Dean y otros.

De la película “El clavel negro” tomó su nombre una banda de criminales y de “La gran jugada” lo tomó, Alfredo Castillo, para ponérselo a su negocio de cantina y billares. “La gran jugada” que fue muy popular en el viejo Managua.

En esa Managua, donde sólo había una cervecería, la de don Arturo Wallace, frente al Xolotlán y contigua a la mansión de don Teodoro Hocke. Wallace con otros inmigrantes que se fincaron en Managua, dieron prestigio al país entre ellos: Campari, Stadthagen, Re, Parodi, Frixione, Lupone, Luco y otros.

El italiano Napoleón Re, casó con la estimable dama Rosaura Fonseca y juntos procrearon distinguida familia. Don Napoleón fue dueño de la hacienda “El Paraíso” cercana a la Managua, también de la “Quinta Re”, donde ahora se halla el Mercado Oriental. Todavía queda allí una fundición de un digno descendiente de tan honorable familia, el activo industrial Silva Re.

El antiguo field de la Momotombo, jugaron, El Bóer, el Managua, el Japón, el Nueve Fuertes, el San Fernando, el Granada, León, Chinandega y la Costa Atlántica, lo mismo que famosas estrellas como el negro Pinock, Deshon, el Maqueado, Solís, (del sensacional Drop), el zurdo Argüello, Jolea, Píldora, la Crema, Timoty Mena y otros.

Estamos pasando la cinta del Managua de la Bibianita, de la Luisa Pintada, de la Beatriz Cárdenas, del Waterloo, de la Chela Matilde, de la Cota Bayunca, de la Ceiba Mocha, del romántico barrio de Pescadores, del de la Bajada de Carranza, de Cachirulo, de los Martínez, de la Piedra Blanca de Tiscapa, del cerrito de Chico Pelón, de la Quinta Nina.

¡Eso era el viejo Managua, donde el nicaragüense que lo había inundado, entre broma y broma chorreaba su ingenio y lo desparramaba a su gusto, porque el pinolero es ocurrente, decidor, bullanguero y peleador!

Una vez en Guatemala dijo Miguel Ángel Asturias: “¿Nicaragua?... ¡allí es donde el talento es peste!”

Por doquier había alegría, derroche de buen humor, de chistes y picardías:

“Ve… vos… ¿verdad que no es lo mismo decir Tomasito Urroz, que… tomá tu arrocito?

“¡Tampoco es lo mismo consulado general de Chile, que… general con su chile al lado!”.

Y los que tomaban parte en esos “no es lo mismo” reían a carcajadas rematando: “No es lo mismo decir mondongo de Tapachula, que… tápale chula el mondongo”. ¡Así era Nicaragua y sigue siendo!

Porque los nuevos managuas han salido aumentados y corregidos… demasiados vivos, tan vivos que un guatemalteco que vino al país a darse cuenta de lo que en verdad había de oposición a los Somoza, de vuelta en su patria, nos dijo: “ ¡En Nicaragua  no hay ninguna oposición al somocismo… lo que allí hay, es una solemne chapandonga!”

Figúrense que cuando me lustraba, pregunté al limpiabotas: “¿Y esa familia va a estar todo el tiempo en el poder?”  Y  al momento me respondió: “Paciencia piojo… que la noche es larga”. Y cuando le dije: “¿Cómo anda aquí la oposición a los Somoza?”, riendo me contestó: “Tres piedras y un… tenamaste.” No entendí lo que quiso decirme.

Después en un restaurante lleno de clientes, de una mesa gritaron: “¡Muera Somoza!” y de otra replicaron: “¡Viva nuestro general!” “¡el verdadero jefe!”, y cuando salieron del local, al despedirse, se dieron fuerte abrazo. Todos allí son lo mismo. ¡Esa es la oposición en Nicaragua… una solemne chapandonga! Nosotros callamos… porque en efecto, así es Nicaragua y quizás siga igual, indiferente… irresponsable!

Y si no, veamos: Ante el esfuerzo constante del gobierno revolucionario en su afanosa lucha por resolver la crisis económica, en defender los inválidos emolumentos que ganan los trabajadores y otras capas sociales, los agiotistas o hambreadores del pueblo, saboteadores declarados del proceso revolucionario persisten en su despiadada explotación. Los comerciantes se burlan de las disposiciones oficiales ignorando la magnanimidad de la revolución. A los precios de rigor para la canasta familiar, ponen los que ellos quieren y la extorsión sigue en marcha. ¡Nos ven cara de babosos! Nos tratan como a Bartolos! ¡Y cuando se le antoja, nos aprietan el cincho y se montan en uno!

Llegamos hasta a creer que tratan de reírse de nosotros, soltándonos el chiste que aún  falta, el de: “No es lo mismo Bartolomé Montoya, que… ¡Bartolo, me monto ya!


¡Así es Nicaragua!

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* Este artículo fue publicado en El Nuevo Diario del día sábado 2 de mayo de 1987.

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