domingo, 2 de agosto de 2015

LAS FIESTAS DE AGOSTO DE ANTAÑO, LEYENDAS SOBRE LA APARICIÓN DE SANTO DOMINGO. Por Juan García Castillo


PAGANISMO Y RELIGIOSIDAD EN LAS FIESTAS DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

Por: Juan García Castillo*

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      Hay dos versiones sobre el aparecimiento de la imagen de Santo Domingo de Guzmán que se venera en La Sierrita y que el martes pasado, como todos los años, fue traída para permanecer diez días en el templo en esta capital.

    La primera es que en el lugar donde se edificó más tarde la Ermita, unos operarios estaban cavando un pozo, cuando en uno de los barretazos saltó la efigie de “bulto” del santo.

      La otra es que unos españoles, que iban de Costa Rica hacia el norte pasaron por el lugar de La Sierrita. Llevaban hambre y sed y penetraron en una humilde choza, para calmar su apetito. Los dueños del rancho atendieron magníficamente a los viajeros. Estos preguntaron agradecidos, cuánto debían. –Nada, señor, dijeron los campesinos nicaragüenses.

    Sorpresa de los viajeros, insistencia en pagar y negativa de recibirla. Los españoles extrajeron entonces del saco que llevaban una imagen del Santo Inquisidor, diciéndoles:

     --Les hacemos este obsequio, pero con el compromiso de que deben celebrar pomposamente a Santo Domingo en su fecha.

    Siguieron su camino los viajeros y las gentes del campo que habían recibido el obsequio divulgaron la noticia.

   Desde esa fecha inmemorial, aunque el patrón oficial de Managua, señalado por el fallecido Arzobispo Lezcano y Ortega, es San Toribio de Mogrovejo y la ciudad se llama Santiago de Managua, por la cual debería celebrarse el día del Apóstol guerrero, el santo de la ciudad es Santo Domingo de Guzmán. La festividad desde sus inicios fue alegrísima  y la devoción de los capitalinos ha sido entonces para el Inquisidor.

    Diez días durante las festividades y según cuenta el escritor Gratus Halftermeyer en su “Historia de Managua”, el Presidente Martínez, fue quien dio mayor empuje a la celebración, pues anualmente iba con su familia a la traída y dejada del Santo.

     Otros Presidentes han participado en la fiesta dominguera, entre otros, el general Zelaya, el general Chamorro, don Diego Manuel Chamorro, y el extinto general Somoza García, tanto cuando era Jefe de la Guardia Nacional, como en su época de Presidente.

     Fiesta pagana y religiosa a la vez, es ésa de Santo Domingo de Guzmán. La tarde de la vestida del Santo y por la noche, durante la vela, en la plazoleta se instalan los chinamos con sus ventas de refresco de licores y de comida, sin faltar las orgías alcohólicas y amorosas.

    Parejas aquí y allá, que en la semioscuridad, en los potreros aledaños, se entregan a sus delirios, sin importarles la presencia cercana de otras parejas, otros ven más allá de ellos mismos. A la media noche, el Coloquio pone la nota pintoresca en la celebración. Aumentan a esa hora los gritos y aumentan igualmente los borrachos y  las borrachas.

    No falta el baile de los diablitos, con sus coplas pintorescas, muchas veces con intención política o aduladoras, para los que mandan. Esas coplas tenían sabor, que les daba el autor de la letra, Chico Vallejos, el “pueta” del barrio del Nisperal. Hay una que cantaba los diablitos en tiempo del general Zelaya, una fisga certera para aquél gobernante, que tantos años tuvo en sus manos los destinos de Nicaragua.

Decía la copla:

A mí no me cuenten cuentos, 
  ni Papas, ni Presidentes
ni hombres de mucha altura,
a mí no me hablen de leyes;
que todos van a la sepultura.

O esta otra:

Las muchachas de este tiempo,
no se tienen compasión,
apenas les dicen mi alma,
ya piden para el calzón.

     Los diablitos de abajo se ensayaban en la casa solariega de la familia del doctor Inocente Leiva. Había entusiasmo entre la muchachada por salir de diablito. Pudiera citar nombres de muchos jóvenes de ayer, hoy personas respetables, que vistieron el típico traje de los diablitos y en los días de la fiesta de agosto, recorrían las calles bailando y cantando las coplas intencionadas.

    Segundo Doña, alias “Perro Mojado”, músico, jamás faltaba en las festividades agostinas, con su clarinete, ejecutando con otros músicos el tradicional son de los diablitos durante todo el día y todos los días.

   La civilización va terminando con eso aspectos típicos de la celebración y así vemos que cada año, decrece el entusiasmo, menos diablitos, menos inditas, menos “damas” recorren las calles, acompañadas de marimbas.

    Quizás no esté lejano el día en que el Santo no pueda venir en procesión ni el primero, ni que se celebre la “dejada” el diez, aunque la leyenda dice que el Santo voluntarioso, inquisidor en fin el día que no lo “traigan” viene solo y cuando no vayan a “dejarlo”, emprende el retorno a su templo de la sierra, también sólo. No permanece más de diez días en su Iglesia de la capital.


  Fuertes cantidades de dinero recoge el Santo durante su permanencia en Managua, que antes era administrado por los mayordomos seglares. Hoy la iglesia ha decidido manejar esos fondos y trata de moralizar un poco la fiesta. Por eso, por ese empeño de terminar con el aspecto pagano, el entusiasmo y la animación van decayendo cada año y dentro de poco Santo Domingo tendrá que venir e ir solo a su templo de la Sierrita, como dice la leyenda. Cada día menos gente lo acompaña en su recorrido.

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* LAS FIESTAS DE AGOSTO DE ANTAÑO LEYENDAS SOBRE LA APARICIÓN DE SANTO DOMINGO fue publicado en el periódico El Centroamericano. León, 11 de agosto de 1967.
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