First National City Bank: Calendario 1976: Acciones de
Guerra de Nicaragua
Por: Jorge Eduardo Arellano
First National City Bank: (Calendario 1976: Acciones de Guerra de Nicaragua). Cartografía y notas: Eduardo Pérez-Valle. Diseño y producción: Gurdián S.A. (Managua, 1975). 13 hojas.
Al Dr. Eduardo Pérez-Valle le debemos, entre otras cosas,
serios estudios sobre nuestra arquitectura colonial, civil, militar y
religiosa, los pasos que condujeron al redescubrimiento de León Viejo y las más
escrupulosa acerca de su vida cotidiana desde que se fundó hasta 1550, la mejor
biografía de Larreynaga y una concienzuda defensa de la soberanía nacional en
sus artículos —algunos reunidos en libro— sobre nuestras fronteras, las mayores
investigaciones sobre el río San Juan y el puerto de El Realejo, la ubicación
exacta de los “desaguaderos” —una rama
náhuatl de las tribus prehispánicas— y un resumen estupendo de la cerámica
nicaragüense, como también la iluminación de muchos puntos oscuros de nuestra
historia.
A esas tareas debe sumarse otra que une sus dotes de
cartógrafo y dibujante, aparte de sus experimentados conocimientos de geografía
histórica, materia de la que ha sido pionero en el país; nos referimos a este
calendario del Firts National City Bank, sucursal Managua, institución que
lleva cuatro aciertos al dar a conocer, con excelencia tipográfica e
historiográfica, nuestro patrimonio cultural y nuestro pasado histórico.
Esta vez, sin embargo, supera a las anteriores. El Dr.
Pérez-Valle eligió doce acontecimientos bélicos —desde la resistencia del
cacique Nicaragua al conquistador González Dávila en abril de 1523 hasta el
incendio de Granada ordenado pior Walker en noviembre de 1856— para ilustrar cada
mes del año; pero no sólo dibuja los planos respectivos de cada acción, sino
que les da vida con adecuados colores, refiere sus circunstancia en prosa
amena, concisa y los ubica en unos pequeños y anexos mapas de Nicaragua.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
Investigación, textos y dibujos elaborados por el Dr. Eduardo Pérez-Valle
1522. GIL GONZÁLEZ ENFRENTA RESISTENCIA EN NICARAGUA
1539. DESCUBRIMIENTO DEL DESAGÜADERO DE LA MAR DULCE
1554. DEFENSA DE LEÓN VIEJO CONTRA JUAN GAITÁN
1670. TOMA DEL CASTILLO DE SAN CARLOS POR GALLARDILLO
1762.
DEFENSA DEL CASTILLO DE LA INMACULADA, RAFAELA HERRERA
1780. SITIO Y TOMA DEL CASTILLO POR LOS INGLESES
1812.
DEFENSA DE GRANADA CONTRA LOS PARDO Y CARIBES DE OLANCHO
1823.
RECHAZO DE LAS FUERZAS IMPERIALES EN GRANADA
1845. TOMA DE
LEÓN POR MALESPÍN
1856. GUERRA
NACIONAL: COMBATE DE SAN JACINTO
1856. GUERRA
NACIONAL: SITIO E INCENDIO DE GRANADA
1865. GUERRA
NACIONAL: HAZAÑA DE MONGALO
──────────Ω
Ω Ω Ω
Ω ──────────
1522. GIL GONZÁLEZ
ENFRENTA RESISTENCIA EN NICARAGUA
El capitán Gil González Dávila, descubridor de Nicaragua por
el Pacífico, llegó a nuestro país en 1522. Visitó en su capital al gran cacique
Nicaragua, quien lo recibió de paz, le dio en presente quince mil pesos en
oro, y con su pueblo recibió el bautismo.
Su asiento, llamado Cuauhcapolca, estaba situado inmediatamente al sur de San
Jorge actual (departamento de Rivas), a orillas del Gran Lago de Nicaragua, que
a su vez recibía el nombre de Ayagualo. Seis leguas hacia el norte González
encontró una provincia con seis pueblos
a distancia de una y media o dos leguas el uno del otro, y con población de
unos dos mil vecinos cada uno. Allí vino a visitarlo Diriangén, con gran
ostentación de riqueza y poderío. Vino a ver a los españoles y a saber qué querían. No aceptó el bautismo
inmediato, y prometió volver con su gente a los tres días. En efecto, “sábado,
diez y siete días de abril —dice González—, a medio día, con la mayor siesta
del mundo, dan sobre nosotros tres o cuatro mil indios de guerra, armados a su
manera”. Diriangén fue derrotado, pero González tuvo que emprender la retirada.
Al pasar por Cuauhcapolca, González formó con los infantes un escuadrón, metió
en él a los porteadores con el oro, y puso en la en las esquinas a los cuatro
de a caballo y cuatro espingarderos. Los del pueblo venían inermes hasta el
escuadrón a decir a los que llevan las cargas que las soltasen o huyesen con
ellas. González ordenó a los ballesteros hacer algunos disparos, de que salió
algún indio herido. Entonces empezaron a salir del pueblo innumerables
guerreros que se lanzaron contra los españoles en medio de alaridos, arrojando
lanzas y flechas. El escuadrón tuvo que adelantarse precipitadamente, comandado
por el tesorero Cereceda, tratando de poner a salvo las cargas con el oro.
González se situó a retaguardia, para contener a los indios con los de a
caballo y los cuatro espingarderos y nueve peones ballesteros y rodeleros.
Cesaron los ataques y los españoles pudieron abandonar el territorio. Quedaba
demostrado que no era sincera la sumisión de los indios; pero que su
resistencia estaba destinada a ser quebrada siempre por la superioridad de las
armas europeas, por muy corto que fuese el número de éstas. González, siguiendo
instrucciones, tenía que retirarse; pero la conquista de Nicaragua era
inminente y podía darse por segura.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1539. DESCUBRIMIENTO DEL DESAGUADERO DE LA “MAR DULCE”
La existencia de un río o brazo de mar por medio del cual el
gran Lago de Nicaragua (“Mar Dulce”) vertiese sus aguas en el Atlántico, fue
apenas sospechada por el descubridor Gil González Dávila. No fue sino hasta en
1539 que el capitán Alonso Calero efectuó el descubrimiento de dicho río hasta
el mar. El 7 de abril de ese año salió de las Isletas de Granada la expedición
descubridora, formada por unos ciento cincuenta españoles al mando de Calero y
Diego Machuca de Suazo, a bordo de una fusta, un bergantín, una barca grande y
cuatro canoas. Atravesaron el Lago hasta alcanzar la costa chontaleña, y el 1º
d marzo iniciaron la navegación del Desaguadero (río San Juan). Machuca con
cuarenta hombres a caballo y veinte a pie se separó de la expedición en busca del
pueblo de Abito, aguas arriba del río de Sábalos, y continuó después hacia
Yari, “que era pueblo grande” en tierra “muy harta de maíz y yuca y de ají”;
pero después retorno a Granada. En tanto Calero continuó Desaguadero abajo,
hacia los pueblos aborígenes de Pocozol y Tori. Tuvo noticias del belicoso
pueblo de Voto, situado en el curo alto del río Pocozol (actual río San
Carlos), hacia la meseta costarricense; y de la existencia de Zaquiribí, aguas
arriba de otro río grande que afluye en el San Juan procedente del sur. Ya los expedicionarios
eran presa del hambre cuando por fin salieron al mar a principio de julio, a
una gran bahía protegida de las olas y los vientos. Algunos intentaron navegar
hacia el norte en busca de alimentos, pero naufragaron. Volvieron
desfallecientes al punto de partida, y encontraron a muchos compañeros
Volvieron desfallecientes al punto de partida, y encontraron a muchos
compañeros ya cadáveres. A principios de septiembre embarcaron los
sobrevivientes en la fusta, se encomendaron a Dios y se abandonaron a los
vientos, con ánimo de llegar a Nombre de Dios, único punto de aquella costa
donde podían recibir auxilio. Descubierto el Desaguadero se abrían ampliamente
las posibilidades de una comunicación interoceánica, tan necesaria para el
comercio de la Especiería y la empresa del Perú; la Gobernación de Nicaragua
quedaba en comunicación directa con los puertos atlánticos de América y con
España; y el puerto de Granada veía realizado su destino de ser puerto de mar,
abierto a las grandes rutas del comercio.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1554. DEFENSA DE LEÓN VIEJO CONTRA JUAN GAITÁN
“La prohibición del servicio personal del los indios,
produjo en 1553 el gran levantamiento que el Capitán Francisco Hernández Girón
promovió en el Perú”…
“Esas revueltas del Perú dieron alientos para hacer iguales
cosas a muchos facinerosos que se hallaban en las provincias de Guatemala y
Honduras”… “Se convinieron en elegir por caudillo a Juan Gaitán, y reuniéndose
cuarenta castellanos y algunos negros, bien armados, se dirigieron a las minas
de Choluteca, en donde encontraron buena resistencia.
No habiendo obtenido ventaja ninguna en aquellos pueblos, se
dirigieron a esta provincia de Nicaragua, de la que era Gobernador el Lic.
Caballón. Este puso en orden la gente que tenía; pidió auxilios a la ciudad de
Granada y al puerto del Realejo donde hizo los navíos, porque entendía que los
sublevados se proponían tomarlos y dirigirse en ellos al Perú, a juntarse con
Francisco Hernández. Se armó la gente y se colocó en la plaza el escuadrón para
resistir.
“A poco tiempo apareció Juan Gaitán y embistió animosamente
a los leoneses: pero éstos, mostrándose superiores en valor, pelearon con gran
constancia, hasta vencer a los rebeldes hondureños, a quienes se hizo aun más
difícil la resistencia, por habérseles mojado la pólvora.
“Cuando el jefe revolucionario vio dispersa su gente y
perdió la esperanza de continuar la lucha, se refugió en el monasterio de la
Merced, en donde tenía un hermano religioso, y en que también se hallaba
alojado un Lic. Sotomayor, que poco antes había venido de esta provincia,
desterrado de Nueva España.
“Las tropas de la plaza persiguieron en su asilo a Juan
Gaitán. Sotomayor lo capturó y lo entregó a sus enemigos: al siguiente día le
cortaron la cabeza”… También ahorcaron a otros y desterraron al resto de los
invasores.
En esta acción triunfaron la eficacia y la prudencia de un experimentado servidor real auxiliado por
la lealtad y la determinación de los vecinos contra la indisciplina e
impopularidad de los facciosos. Se puso
de manifiesto la importancia de la plaza mayor, a la cual daban frente los
principales edificios de la ciudad colonial, en la defensa de la misma. El
hecho apuntado cerró en Nicaragua el capítulo, abierto por los hermanos
Contreras, de las sublevaciones contra la autoridad real por causa de las leyes
protectoras de los indios.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1670. TOMA DEL CASTILLO DE SAN CARLOS POR “GALLARDILLO”
El Castillo de San Carlos de Austria fue construido por el
General don Juan Fernández de Salinas y de la Cerda, Adelantado de Costa Rica y
Gobernador interino de la ciudad de Granada y su Provincia.
El Castillo fue construido de fajina y tierra en la margen
izquierda del río San Juan, casi frente a la confluencia del actual río San
Carlos, antiguamente llamado Pocosol.
Su estructura y disposición no eran muy ortodoxas; al poco
tiempo de construido se señalan defectos en la obra; y no se ocultaba la
posibilidad de que la fortaleza sucumbiera ante un ataque. En octubre de 1668,
escasamente dos años después de construido, el Castillo “está ya derrumbado
casi a la mitad, por ser de estacas hincadas en la tierra y haberse podrido”;
además, “no tiene defensa alguna”.
Muy malo era el estado de defensa y conservación del
Castillo cuando dos años más tarde, en 1670, aparece por el río San Juan una
fuerza consistente de 360 tropas de línea procedentes de Jamaica, conducida por
el indio nicaragüense Juan Gallardo, alias “Gallardillo”. Situándose en una
colina a espaldas de la fortaleza, que siempre había sido señalada como el más
temible padrastro de la misma, inician el ataque. Desde esa posición dominan
hasta el más elevado baluarte; y es imposible situar la artillería contra ellos
o atacar con otras armas de manera eficaz. Al cabo de una hora la fortaleza
estaba rendida. En consecuencia, Granda sufrió un nuevo asalto, con importante
pérdida de vidas y hacienda.
Se quiso responsabilizar de la desgracia al castellano
Gonzalo Noguera Rebolledo, quien ha pasado a la historia con el dictado de
traidor, afirmándose que había entregado la fortaleza sin disparar un tiro,
cosa definitivamente falsa. Y hasta se dieron instrucciones en la Corte para
que se le hiciese juicio y se le castigara en consecuencia. Y a don Juan
Fernández de Salina y de la Cerda se le instruyó un largo y complicado proceso
por lo mal situado y mal construido del
Castillo, y por lo excesivo de los gastos.
Granada estaba al descubierto; y era preciso construir una
nueva defensa.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1762. DEFENSA DEL CASTILLO DE LA INMACULADA, RAFAELA HERRERA
En 1762 España estaba en guerra con la nación inglesa, como
inmediata consecuencia del “Pacto de Familia” firmado entre Carlos III y Luis
XV. El reflejo de la guerra no se hizo esperar en las colonias.
El río San Juan, Desaguadero del Gran Lago y llave de la
Provincia de Nicaragua, se hallaba defendido por el Castillo de la Inmaculada,
construido sobre una eminencia, en la margen derecha, junto al mayor raudal.
Su objeto era cerrar la puerta del San Juan a los ataques de
piratas, zambos e ingleses contra las comunidades del interior, principalmente
Granada. Desde finales del siglo XVI existían establecimientos ingleses en
Bluefields y Laguna de Perlas, que funcionaban como centros de contrabando y de
constante amenaza contra los dominios españoles. Por su parte los piratas
podían presentarse en cualquier momento a destruir y depredar: en 1665 el
holandés Juan David efectuó un sorpresivo ataque y saqueó Granada.
El 17 de julio había muerto repentinamente su comandante, el
capitán don José de Herrera y Sotomayor. Asumió la comandancia el alférez don
Juan Aguilar y Santa Cruz, de toda la confianza del capitán general y del
gobernador.
El 29 de julio, cerca de medio día, se presentaron los
ingleses frente al astillo en siete piraguas grandes multitud de cayucos. Hicieron algunos
disparos y desembarcaron en ambas márgenes. A las tres de la tarde estaban
dispuestos en cordón, así río arriba como río abajo. Fue entonces que se
produjo una memorable acción de la joven Rafaela Herrera, de diecinueve años,
hija del castellano muerto. Dice la crónica: Se retiraban del Castillo “dos
caribes mansos para un rancho en que habían dejado sus mujeres, distante un
tiro de fusil de esta fortaleza; al llegar en su cayuco los dichos caribes
cerca del rancho se juntaron en él gran cantidad de zambos e ingleses; y
pidiendo licencia al teniente la hija del difunto castellano para dispararles
un cañonazo, concedida, lo apuntó y disparó con tanto acierto, que de los
muchos enemigos que estaban juntos se vieron salir corriendo pocos”… En la
confusión fugóse hacia el Castillo uno de los caribes, quien aseguró “que entre
los muertos uno había sido un inglés de los principales”, a quien le dio un
perdigón en el pecho. Se rompieron los fuegos. Se acercó después un inglés a
pedir las llaves de la fortaleza en nombre de Su Majestad Británica, mas Santa
Cruz respondió que no entregaba la fortaleza y que resistiría a cuanto
intentasen. El sitio se mantuvo, con alternativas de calma y fuego intenso por
algo más de cuatro días. Pero el 3 de agosto el enemigo había abandonado sus posiciones de río arriba. Sólo quedaban
algunas guardias en los puestos de río abajo, mientras patrullas en cayucos se dedicaban a talar los platanares
de las márgenes. Indudablemente se disponían a retirarse. Una descarga cerrada
en la montaña fue la señal para que las últimas guardias se reconcentrasen, y
pronto la campaña se vio libre de enemigos. Es indudable que la expedición
había sido concedida contando con la inmediata rendición de la fortaleza, los
invasores no venían preparados para afrontar una larga resistencia, lejos de
sus bases y casi incomunicados con ellas. De modo que la resistencia opuesta
por el alférez Aguilar rindió los mejores frutos. La conquista de Nicaragua por
los británicos debía relegarse a mejor ocasión y realizarse bajo un plan más
complejo y eficiente.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1780. SITIO Y TOMA DEL CASTILLO POR LOS INGLESES
La expedición inglesa que llevó a cabo la toma del Castillo
de la Inmaculada en 1780 contó con la aprobación al gobierno británico
presidido por lord North. Su objeto era ocupar el río San Juan y el Castillo de
la Inmaculada, el Lago de Nicaragua, las ciudades de Granada y León y el puerto
de El Realejo, en el Pacífico, cortando así los territorios españoles de norte
y del sur de América; y apoderarse de toda la región con miras a la apertura de
un canal interoceánico. El brigadier general Stephen Kemble fue nominado jefe.
La primera operación debía ser apoderarse del Río y su
fortaleza y establecer una posición en el Lago. Se encomendó esta operación al
coronel John Polson, y la dirección
naval al capitán Horacio Nelson de la fragata Hinchinbroke, quien a los 22 años
de edad comandaba por primera vez un barco como post captain.
La expedición salió de Jamaica el 4 de marzo de 1780.
Llegó al Castillo el 11 de abril y fue establecido el sitio.
Las baterías más eficaces fueron las del cerro Padrastro de
las Cruces, que les permitieron acercarse hasta poder apoyar escalas en el caballero. No obstante la capitulación
fue determinada por la carencia absoluta de agua por los del fuerte, desde que
los enemigos se atrincheraron en las mismas laderas del propio cerro del
Castillo, impidiendo la aguada que antes se hacía furtivamente durante la
noche. Nelson, “el primero en todos los servicios, de día o de noche”, enfermó
gravemente de paludismo y disentería poco antes de rendirse el Castillo y tuvo
que ser enviado a San Juan del Norte. El Castillo, valientemente defendido por
su comandante don Juan de Ayssa, se rindió el 29 de abril.
En atención a la gallarda defensa hecha por el comandante se
permitió a la guarnición salir con banderas desplegadas, tambor batiente,
mosquetes, mechas encendidas, y armas al cinto.
Repetidamente se había señalado la necesidad de
“descabezar” el padrastro de Las Cruces
y dotar al Castillo de un pozo interior. También fue decisiva en la pérdida de
la fortaleza la escasez de pertrechos de guerra y de boca. Pero los ingleses
habían perdido un tiempo precioso, durante el cual el diligente capitán general
don Matías de Gálvez se fortificó en la embocadura del Río en el lago de
Nicaragua. Terminó con esto la posibilidad de continuar adelante con los planes
trazados. El paludismo y la disentería dieron buena cuenta de gran número de
invasores, y los sobrevivientes se vieron precisados a retirarse río abajo,
rumbo a Jamaica. Este fracaso cierra la etapa de los intentos ingleses de
apoderarse de Nicaragua penetrando por el San Juan.
1812. DEFENSA DE GRANADA CONTRA LOS PARDOS Y CARIBES DE OLANCHO
La noche del 12 de diciembre de 1811 el pueblo de León
depuso a las autoridades españolas. Se formó una Junta Provincial Gubernativa;
y fray Nicolás García Jerez, obispo de Nicaragua y Costa Rica, fue reconocido
como nuevo Gobernador-Intendente. El 18 del mismo mes el Ayuntamiento de
Granada desconoció la autoridad de la junta de León, y se reservó el derecho de
gobernarse por sí. El 33 el pueblo
granadino pidió la deposición de los empleados españoles, que renunciaron y se
refugiaron en Masaya. Además, el 8 de enero de 1812 los granadinos se
apoderaron del fuerte de San Carlos, poniendo en prisión a los jefes militares
europeos. El Capitán General Bustamante y Guerra ordenó la movilización hacia
Nicaragua de numerosas tropas reales: el Batallón de San Miguel (600 hombres)
debía operar sobre León; el Batallón de Cartago (100 hombres) sobre Rivas; y el
Batallón y Caribes de Olancho con la Segunda División (1.000 hombres), sobre
Granada y Masaya. Los granadinos se
aprestaron a defenderse. El Comandante de Armas, coronel don Miguel Lacayo,
ordenó se abrieran trincheras y se emplazaran los cañones.
El 10 de abril de 1812 entró en Masaya con todas sus fuerzas
el Comandante de las “Tropas de Pacificación”, Sargento Mayor Pedro Gutiérrez.
Acalorado por el licor, el 20 ordena a los capitanes Palomar y Argüelles “que a
las 11 de la noche del mismo día 20, con 200 negros caribes gentiles y
doscientos pardos soldados de su batallón, pasen a atacar a Granada, entre tres
y cuatro de la madrugada”. Sorprenden a la guarnición de la Casa de la Pólvora
y matan a un centinela. Se apoderan del barrio de Jalteva, casi abandonado, y
lo someten al saqueo, llega noticia al cabo artillero Gregorio Roblero de que
su casa la saquean los caribes y quieren violar a su mujer. Roblero, acompañado
de algunos del pueblo, toma un cañón y lo adelanta por la Calle Real hasta el
convento de La Merced, desde donde hace fuego. La tropa blanca y oficiales se puso
en fuga hacia Masaya al oír el retumbar de un cañón de grueso calibre en la
plaza. Pero la negrada se apresta para el asalto: Palomar manda tocar a
degüello; se lanzan sobre Roblero, que se retira hacia la plaza; pero es
cubierto a tiempo con el fuego de una culebrina. Los negros se desparraman por
la ciudad a continuar sus excesos y robos, hasta que el comandante Lacayo, ante
la proximidad de la noche, envía una columna a evacuarlos. Sólo escaparon
veinticinco.
Esta acción se origina en la inconformidad creciente del
pueblo con las autoridades peninsulares. A los agentes del gobierno español se
los miraba ya como extraños, si no como
enemigos indeseables. El pueblo granadino defendió horondamente su ciudad
contra una horda vandálica. La ciudad fue ocupada después alevosamente por
Gutiérrez; y los principales fueron hechos prisioneros y enviados en cadenas
perpetuas a las mazmorras de ultramar. Con ello se incrementó el odio a los
peninsulares y el deseo de independencia.
Fue duran la anexión de Centroamérica, recientemente
independizada del imperio español, al efímero imperio mexicano de Agustín de
Iturbide. El coronel Cleto Ordóñez hijo del pueblo, resolvió ponerse al frente
de la revolución, apoderándose del cuartel de Granada y haciéndose proclamar
Comandante de las Armas de dicha ciudad. Luego que en León se supo lo
acontecido, el Gobernador Intendente Miguel González Saravia alistó una
expedición de 2.000 hombres contra Granada. Ordóñez sólo tenía unos 600
hombres. El 13 de febrero a las diez de la mañana tomó Saravia posición a ambos
lados de la plaza de Jalteva. Según dice, “contaban los sediciosos con 14
cañones de grueso calibre transportados del Fuerte de S. Carlos, trincheras
dobles, fosos y bastante fusilería”. Envió fuerzas por el Arroyo de la Aduana,
con el Sargento Mayor Ignacio Sediles; y por la derecha avanzó otra división al
mando del Sargento Mayor Juan Blanco. Por la Calle Real lo imperiales avanzaron
trabajosamente, “por el respeto del cañón, y más por la defensa de las casas
inmediatas aspilladas”. Los negros olanchanos y de otras procedencias del
ejército imperial “ocuparon un espacio que mediaba entre la Iglesia de San Juan
de Dios y la casa particular que seguía sobre la línea sur en la Calle Real
para Jalteva”… Los defensores “resolvieron subir una pequeña pieza de
artillería a la casa de alto situada al frente, para desalojar a los morenos; y
como la cureña fuese más ancha que las escaleras, desmontaron la pieza y,
puesta en una claraboya y sostenida por el cabo Francisco Morales, de Masaya,
la disparaban sobre los morenos”.
Los negros fueron así desalojados; y en ocho horas de vivo
combate Saravia fue derrotado y tuvo que
retroceder a Masaya. Triunfó limpiamente el ardor de un pueblo ansioso de
libertad contra la imposición foránea. Por su parte González Saravia no podía
albergar gran entusiasmo por una causa más que sospechosa, francamente
impopular. Trató de presentar su fracaso como prudente retirada, para no poner
en práctica los últimos recursos de la guerra. Pero desde Masaya solicitó y
esperaba refuerzos de la “División Protectora” del general Filísola. Refuerzos
que no pudieron llegarle, por el temprano fin del imperio de Iturbide.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1845. TOMA DE LEÓN POR MALESPÍN
Habían llegado a Nicaragua en calidad de refugiados los
militares morazanistas llamados coquimbos (Gral. Cabañas, Cnel. Barrios, etc.)
que fueron bien acogidos por el gobierno de don Manuel Pérez. Ello disgustó al
general Francisco Malespín, de El Salvador, que se dispuso a invadir Nicaragua,
contando para esto con la ayuda del gobernante hondureño Ferrera. El 26 de
noviembre de 1844 los invasores estaban frente a León disparando las primeras
descargas. Establecieron su campamento en la plaza de San Juan. “El fuerte de
la defensa de los sitiados consistía en los recursos que de toda clase recibían
por el lado de Subtiava”… “defendida por una fortificación, de un cuadrilátero
dotado de cañones hábilmente manejados por buenos artilleros”. Guardiola
encontró un punto débil en dicha fortificación: en una casa esquinera, una
doble puerta dividida por el típico pilar; una puerta quedaba dentro, pero la
otra daba al campo abierto y por ella entraban y salían. Malespín se dispuso a
atacar: llamaría la atención por el sur, para dar el asalto por el norte en el
punto vulnerable. “El General Guardiola, hondureño, comandando seiscientos
hombres, salió en la madrugada del 19 de enero de 1845 del cantón de San Juan,
con los generales Belloso, Quijano y Bracamonte”. Ya en la plaza de Subtiava,
el 24 ordenó a Bracamonte que atacase al cuadrilátero por el sur. Quijano
atacaría por el norte. Malespín ocupaba
la Casa Cural, cubierta por la iglesia parroquial de los fuegos del
cuadrilátero. Cuatro partidas de indios matagalpas, machete en mano y con
hachones encendidos fueron poniendo
fuego a las casas del pueblo. “Atónitos los sitiados vieron que los defensores
del cuadro de Subtiava lo abandonaban, por acudir a ver si salvaban a sus
familias”… “Aquél era el momento del asalto, según el plan convenido; y el
General Quijano penetró por el punto vulnerable”… La ciudad se veía desierta y
era preciso aprovechar el pánico. Mandó abrir calles por derecha e izquierda, y
avanzó a la sordina sobre la Calle Real, a paso acelerado, hasta entrar en la
plaza, que había resistido 59 días. La invasión de Malespín a Nicaragua fue
fruto de la reacción contra el ideal morazánico. En la caída de León intervinieron
fallos de los defensores, como el no haber reforzado el punto vulnerable del
cuadro de Subtiava, y el no haber dispuesto una segunda línea de defensa en la
Calle Real. De parte de Malespín fue decisivo
el recurso bárbaro de incendiar el pueblo indefenso. El vencedor
instauró en León el terror, que después quiso extender al reto del país. Ordenó
el saqueo; y menudearon los fusilamientos, entre ellos los de veinticuatro
notables. Pero en El Salvador su dictadura fue sustituida por la de Eufracio
Guzmán. Malespín marchó precipitadamente a tratar de recuperar el poder, pero
fue vencido. Murió a manos de un campesino en el pueblo de San Fernando.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1855. GUERRA NACIONAL: HAZAÑA DE MONGALO
La ciudad de Rivas, su núcleo central, ocupaba un
cuadrilátero irregular, con extensión de unas 600 varas de oriente a poniente,
y unas 500 de norte a sur. Limitaban ese cuadrilátero: por el oriente, la
hacienda de Mongalo, por occidente la de Indalecio Maliaño, llamada Guadalupe;
y por el norte, la hacienda Santa Úrsula. Sólo por el sur le quedaba campo
abierto, con fincas rústicas pequeñas. Pero aun quedaban muchos solares en las
bocacalles siempre había dos o tres esquinas vacías. El 27 de junio, a la puesta
del sol, Walker desembarcó en El Gigante para iniciar su primera operación
militar en Nicaragua: posesionarse de Rivas y del Departamento Meridional. Sus
fuerzas las componían 55 norteamericanos y 110 nicaragüenses. Lo acompañaba don
Máximo Espinosa, destinado por el gobierno de León, si la expedición tenía
éxito, a ocupar el cargo de prefecto del Departamento Meridional y delegado
fiscal.-
“Al saber que Walker había salido embarcado de El Realejo,
Corral despachó al coronel Bosque con una fuerza a Rivas”… Walker con sus
aventureros penetró en línea recta por
la Calle de Ronda y se encerró en la casa de Espinosa, donde se hizo fuerte.
“Su retaguardia estaba asegurada al occidente
con una pared de adobe de la misma casa, que dividía con don Paulino Reina”… “Los
filibusteros, vestidos de negro y azul y armados de Mississippi, hacían fuego
desde el interior de las oscuras piezas que ocupaban, con una hoja de la puerta
cerrada y la otra a medio abrir”. Sobre la Calle Real y junto a la casa de don
Pilar Cubero había una eminencia de cascajo llamada El Tolondrón. El memorable
29 de febrero de 1855 el coronel Bosque y los patriotas ocupaban El Tolondrón y
la casa de Cubero, a corta distancia del Mesón de Espinosa, refugio de los
filibusteros. “Se dispuso prender fuego a la casa que ellos ocupaban, por el
lado de la de don Joaquín Reina. El joven Enmanuel Mongalo se ofreció
espontáneamente a ejecutar esta arriesgada operación”. Mongalo salió de El
Tolondrón con una lanza en cuyo extremo iba encendida una manta empapada en
petróleo. “Entrando por dentro del corredor de la casa vecina de la que ocupan
los aventureros”… “incendió las soleras y
las cañas del techo, pasándose las llamas a la casa de Espinosa, que
pronto quedó toda ardiendo, y los filibusteros la abandonaron”… Dando un rodeo
cerca de la costa del Lago, Walker y los suyos pudieron llegar a San Juan del
Sur y embarcarse para El Realejo. De esta manera Walker había fracasado desde
el principio en su propósito de apoderarse
del Departamento Meridional, con lo cual quería proporcionar dinero al gobierno
(que recargaba los impuestos en occidente), y ocupar la vía del Tránsito, para
aumentar la falange filibustera con viajeros que por allí pasasen, y tener
comunicación rápida y fácil con los
Estados Unidos. Walker atribuyó su fracaso a la enorme superioridad
numérica de sus oponentes, unos
quinientos, que habían podido reunirse gracias a los informes de Muñoz sobre
los movimientos de los filibusteros.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
1856. GUERRA NACIONAL: COMBATE DE SAN JACINTO
De las cuatro compañías que de patriotas se formaron en
Somotillo para combatir a los filibusteros, la tercera, comandada por el
coronel José Dolores Estrada y los
capitanes Carlos Alegría y Bartolo Sandoval, estaba destinada a encontrarse con
las primeras avanzadas de Walker. Llegó a San Jacinto el 29 de agosto de 1856,
a las cinco de la tarde. Eran 160 hombres. “La casa de la hacienda era grande,
de teja y con dos corredores; estaba ubicada en el centro de un extensísimo
llano, y solamente a retaguardia de la casa, como a 100 varas, había un
bosquecillo. Inmediatamante se puso la casa en estado de defensa, claraboyando
las paredes del lado de los corredores; y con la madera de dos corrales que se
desbarataron formamos un círculo de defensa”. Empezamos a formar barricadas en
el corredor sur de la casa, que mira al a abra al lado de Tipitapa”. El 11
llegó una división de 60 indios flecheros al mando del mayor Francisco Sacasa.
El 13 Estrada recibió las municiones de que disponía. La presencia de los
patriotas en San Jacinto era un serio inconveniente para el abasto de víveres
de los filibusteros. El estado de los caminos hacía a éstos imposible enviar
artillería contra la casa-hacienda. Walker destacó un cuerpo de “voluntarios”,
en número de 300, al mando del teniente-coronel Byron Cole. Se presentaron
frente a la casa en la mañana del 14 de septiembre “y se destacaron en tres
columnas, paralelas de 100 hombres”… una columna atacó de frente, otra por la
izquierda y la última por la derecha”. Rechazados por tres veces, en el cuarto
asalto loran apoderarse de las defensas por el lado izquierdo. El sargento
Andrés Castro, sin tiempo para cargar el fusil, los detiene un momento
derribando de una pedrada a un enemigo cuando saltaba el parapeto. Jarquín y toda la escuadra que defendía ese punto
habían muerto heroicamente. Eva recibe
orden de defender aquel puesto hasta morir. Los filibusteros juntan sus tres
columnas y se lanzan con ímpetu sobre el punto disputado. Se traba una lucha
terrible, cuero a cuerpo; y ya los patriotas desesperan de alcanzar la
victoria, cuando en medio del fragor de la pelea resuena un atronador ¡Viva
Martínez! a espaldas de los intrusos. Era que Estrada había destacado a Cisne,
Siero y Fonseca con 17 hombres, por detrás de la casa, para atacar sorpresivamente
por el Este. “La retirada de los voluntarios de San Jacinto –dice Walker— fue
irregular y desordenada”. Un rumor de
galope, el de las bestias de servicio, que también escucharon a retaguardia,
aumentó el pavor de los filibusteros, que en su huida fueron perseguidos y
aniquilados. “El pánico fue tan grande –confiesa Walker—, que destruyeron el
puente /de Tipitapa/ para impedir que sirviese
al enemigo que esperaban a cada instante”. En esta acción los
filibusteros pusieron en práctica un ataque de penetración, sin tratar de
envolver ni rebasar al contrario: primero de tanteo, por las tres columnas,
luego de esfuerzo sobre el punto vulnerable. La defensa se organizó en tres
grupos de resistencia, aprovechando las características del sitio. El
movimiento envolvente de los patriotas fue oportuno y eficaz. En este combate
la superioridad del número y de las armas fue desvirtuada por el ardor patriótico y la habilidad táctica
de los nicaragüenses. En San Jacinto “al invasor se le arrebató para siempre la
fe en la victoria”. La estrella de
Walker comenzó a declinar, la victoria alentó a los patriotas “y les dio el
convencimiento de que los filibusteros no eran invencibles”.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
Tras inútiles esfuerzos por tomar Masaya, Walker se retiró a
Granada; y convocando a sus principales subalternos resolvió la evacuación de
la ciudad y su total incendio y destrucción, ya que “conforme a las leyes de la
guerra la ciudad había perdido el derecho de existir, pues sus habitantes se
unieron a los enemigos que batallaban por expulsar de Centro América a sus
protectores”. Martínez y Paredes decidieron marchar sobre Granada y atacar a
Henningsen, que se había quedado a cargo de loa obra destructora, mientas
Walker se retiraba hacia Ometepe. Martínez apareció el 24 de noviembre por la
Otra Banda y destacó fuerzas contra Guadalupe y San Francisco. Guadalupe fue
tomada tras incendiarla; no así San Francisco, donde los patriotas fueron
puestos en retirada. Paredes, dando un rodeo, había llegado por el sur a la
finca de Sandoval, cerca del Lago. El 27 las fuerzas de Martínez avanzadas en
torno a la plaza atacaron con ímpetu. El cuartel Principal y la Parroquia
fueron abandonados, pero en llamas. Los de Henningsen se alojaron en La Sirena,
casa de alto contigua a la última, de donde poco después fueron echados a viva
fuerza por Bartolo Sandoval. Así quedaron encerrados en la calle de Guadalupe,
entre La Sirena y las ruinas de la iglesia, estrechados por el norte por los
nicaragüenses, por el sur por los guatemaltecos. El 28 se ejecutó el plan de
evacuar Guadalupe, para provocar a los filibusteros a marchar hacia el Lago y
entonces exterminarlos. Pero Henningsen ocupó la iglesia ay la finca de doña
Sabina, situada al sur, con agua y platanares. Henningsen no tenía ya más que
150 hombres de los 419 con que contaba al principio. Walker se dispuso a
liberar a sus hombres. El 11 de diciembre desembarcó en Tepetate 150 rifleros
al mando de Waters, que avanzaron resueltamente hacia el sur, contra toda
resistencia; subieron por Santa Lucía, y por la Calle del Ganado fueron a
reunirse con los sitiados. El Fuertecito fue abandonado a los filibusteros,
quienes de inmediato lo ocuparon y procedieron a embarcarse en el vapor La
Virgen, atracado en el muelle. Antes de zarpar a las dos de la madrugada del
14, Henningsen fijó una lanza, con un cartel que decía: “Aquí fue Granada”. El
incendio de la ciudad se llevó a cabo sin estorbo alguno de parte de los
aliados que atacaban a Henningsen. Cuando Martínez y Paredes llegaron a la
ciudad todo estaba consumado. Se pretendía sólo cortar la retirada a los
ejecutores y exterminarlos. Pero fue imposible, por varias causas, entre ellas:
el error de Martínez de evacuar Guadalupe, la escasez de la artillería
disponible para atacar doña Sabina, la corta e ineficaz resistencia opuesta al
avance de Waters, y el final abandono precipitado de todas las posiciones,
incluso El Fuertecito. La consecuencia inmediata fue la impunidad en que se retiraron
los autores del hecho más vandálico de toda la guerra.
──────────Ω Ω Ω Ω Ω ──────────
No hay comentarios:
Publicar un comentario